la energía de la sabiduría enseñanzas budistas esenciales
Editado por Jonathan Landaw y Alexander Berzin
Ediciones Dharma
Título original: Wisdom Energy. Basic Buddhist Teachings
© 2019 Wisdom Publications, 199 Elm Street, Somerville, MA 02144, U.S.A.
1ª edición: 1991
2ª edición: 1995
3ª edición: 2002
4ª edición revisada: Mayo 2023
© Ediciones Dharma 2023
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© Diseño de la portada: Marc Alongina
Imágen portada: Lama Yeshe y Lama Zopa en Lawudo 1969
© Georges Luneau
Mañyusri de fondo, Tangka original de Ediciones Dharma
Traducción: Jamyang Wangmo
Revisión 4ª edición: Amaia Zabala Altube
ISBN: 978-84-126036-3-7
Depósito legal: A 148-2023
Impreso en España
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Dedicado a la larga vida de Su Santidad el Dalái Lama y a todos los maestros que enseñan verdaderos caminos hacia la felicidad, liberación e iluminación.
PREFACIO
Aunque muchas cosas han cambiado en las décadas transcurridas desde que La Energía de la Sabiduría —esta introducción sumamente accesible al pensamiento y la práctica budista— apareciera por primera vez, las necesidades humanas básicas abordadas en este volumen pionero siguen siendo las mismas, garantizando que ahora sea tan relevante como lo fue entonces.
Cuando los dos autores empezaron a enseñar a occidentales a finales de los años sesenta y principios de los setenta en Nepal e India, un número significativo de sus estudiantes eran personas marginadas de las sociedades en las que habían crecido. Una variedad de factores, no siendo el menos relevante la guerra de Indochina, habían hecho que muchas de ellas desdeñaran cualquier autoridad social, política y religiosa. En su recorrido por la ruta hippy que les conducía hacia Katmandú, Dharamsala y otros destinos similares, se sentían inspiradas por obras tan diversas como Aquí Ahora de Ram Dass, Viaje al Oriente y Siddharta de Herman Hesse y las fabulosas leyendas con tintes tibetanos de Lobsang Rampa. Para algunas de ellas no eran de menor importancia sus experiencias con lo que se consideraban las drogas que expandían la conciencia. Decepcionadas con los mitos convencionales de la abundancia y el materialismo, buscaban algo que resonara con una verdad más profunda.
De alguna manera este grupo variopinto llegó hasta las estribaciones de los Himalayas, donde conocieron a dos seres de lo más inusuales. A pesar de que Lama Yeshe y Zopa Rimpoché procedían de unos orígenes que difícilmente podrían haber sido más diferentes de los de las mujeres y hombres con los que entraban en contacto,
estos dos monjes budistas —uno tibetano y el otro sherpa— poseían una extraordinaria capacidad para referirse íntimamente a las preocupaciones y experiencias de este diverso grupo de buscadores espirituales. Pese a las severas limitaciones de su inglés “chapurreado”, como lo denominaba Lama Yeshe, ambos lamas eran capaces de comunicarse directamente con los corazones de sus nuevos amigos, haciendo desaparecer todas las diferencias culturales, lingüísticas y educacionales y estableciendo una conexión directa con su ser más profundo.
Uno de los rasgos más entrañables de los lamas —junto con su calidez y buen humor sin límite— era que nunca se situaban por encima o a distancia de los nuevos estudiantes nacidos en el extranjero que venían a estudiar con ellos. No exigían ni esperaban que se les tratara como a algo santo o sagrado, y se resistían insistentemente a la tendencia de algunos de sus estudiantes a alabarles como fuentes inequívocas de sabiduría iluminada. En particular Lama Yeshe enfatizaba una y otra vez el hecho de que las respuestas que buscábamos solo se podían encontrar en el interior de cada uno de nosotros; lo único que teníamos que hacer era desengancharnos de las distracciones absurdas y los habituales patrones engañosos de nuestras vidas para empezar a oír la voz de nuestra propia sabiduría interior.
Evidentemente, los lamas tenían una profunda fe en los métodos integrales que ellos mismos habían practicado desde su infancia. Pero en lugar de requerir una aceptación inmediata de las enseñanzas budistas como la verdad incuestionable e inexpugnable, alentaban una actitud de examen crítico e incluso de escepticismo en sus oyentes. De manera que en lugar de sentir que nos estaban sermoneando, exhortando a adoptar un nuevo credo para reemplazar a aquel del que nos habíamos alejado, nos sentíamos en la presencia de unos auténticos compañeros espirituales que nos hablaban inteligente y honestamente, y que estaban dispuestos y capacitados para asistirnos en nuestros propios viajes individuales.
Lama Yeshe nos señalaba a menudo que uno de los principales obstáculos que nos impedían contactar con nuestra fuente interna de sabiduría era lo que él llamaba nuestra actitud de lástima por nosotros mismos: la idea equivocada de que estábamos fundamentalmente incompletos, dañados y no merecíamos una felicidad duradera. Él lo percibía como una dolencia que afligía a muchos, si no a la mayoría, de sus nuevos estudiantes y dirigía su considerable energía a ayudar a que nos liberáramos de este trastorno espiritual. Como escribí en el prólogo de la Introducción al Tantra de Lama Yeshe, publicado en 1987, tres años después de su fallecimiento:
Lama Yeshe tenía la maravillosa habilidad de tocar en las personas con las que contactaba un centro de paz, sabiduría y alegría del que ellas tal vez solo habían sido ligeramente conscientes hasta entonces. Quizá su enseñanza más profunda era precisamente esta: que cada uno poseemos en nuestro interior no solo la respuesta a nuestros problemas sino el potencial de vivir nuestras vidas a un nivel mucho más alto del que en ese momento imaginábamos posible. No era solo que Lama Yeshe mostrara toda apariencia de haber alcanzado ese potencial en su interior… Incluso más sorprendentemente, él era capaz de inspirar en sus oyentes la confianza en que ellos también poseían un potencial ilimitado similar que esperaba ser alcanzado.
Individualmente, Lama Yeshe y Zopa Rimpoché eran por separado maestros poderosos y altamente eficaces. Pero su manera de trabajar juntos era lo que muchos de nosotros encontrábamos particularmente reseñable. Sus perspectivas complementarias resultaban especialmente evidentes en el mayor evento de enseñanza anual: el curso de cuatro semanas celebrado en la colina de Kopan en el valle de Katmandú cada Noviembre. En la mayoría de estos cursos Lama Zopa era el principal maestro, guiando a 150 o más estudiantes a través de una serie de prácticas meditativas
que constituían las enseñanzas del camino gradual a la iluminación tradicional, o Lamrim. (La segunda parte de esta obra es precisamente una presentación abreviada de un curso así). Su abordaje sin fisuras establecía un ambiente meditativo en el que no era fácil evitar encontrarse con las realidades más duras de nuestra existencia. Hablando a nivel personal —ya que no había dos participantes que tuvieran exactamente la misma experiencia— confrontar los patrones autodestructivos de mi mente indómita solía hacer que me sintiera como si me arrastrara a través de los reinos inferiores del sufrimiento. Pero cuando la tensión de un autoexamen tan riguroso se iba volviendo extremadamente incómoda, aparecía Lama Yeshe, ¡y todo se bañaba de repente en luz y risas! Del mismo modo que habíamos llegado a comprender cómo normalmente creamos nuestro propio infierno, ahora podíamos ver y sentir que era posible crear nuestro propio cielo.
Tras nueve años de un contacto cada vez mayor con estudiantes occidentales en Nepal e India, Lama Yeshe y Zopa Rimpoché decidieron realizar su primer viaje a Occidente en 1974 para tener la ocasión de ver por sí mismos el entorno que había generado los buscadores que habían conocido. Como se explica con detalle en la siguiente introducción, la Energía de la Sabiduría es el registro de las enseñanzas impartidas durante ese primer viaje (aumentado con la charla titulada “Cómo surgen los engaños”, que se añadió como capítulo 4 en la versión revisada de la Energía de la Sabiduría publicada en 1982) Todos los capítulos incluidos en la Energía de la Sabiduría recogen las enseñanzas de Lama Yeshe excepto el capítulo 6. Aquella visita inicial a Estados Unidos y seguidamente a Australia y Nueva Zelanda en 1975 plantó las semillas de lo que fue germinando hasta llegar a convertirse en una red mundial de más de cien centros en más de veinticinco países. Con el fallecimiento de Lama Yeshe en 1984 y el descubrimiento de su tulku al año siguiente, su hijo de corazón Lama Thubten Zopa Rimpoché se hizo cargo de la guía que subyace a las numerosas y diversas actividades que promueven estos centros.
Cuando la Energía de la Sabiduría apareció por primera vez, los libros de budismo tibetano eran mucho más excepcionales de lo que son ahora, y aquellos escritos por practicantes completamente realizados y con una experiencia íntima con la mentalidad occidental eran aún más excepcionales. Mayormente, quienes escribían sobre el budismo tibetano lo trataban como un tema de interés meramente histórico o antropológico. El enfoque de la Energía de la Sabiduría es fundamentalmente diferente. Como el propio Lama Yeshe expresó en muchas ocasiones, cuando estudiamos el budismo en realidad nos estamos estudiando a nosotros mismos. Nos disponemos a utilizar los análisis y técnicas meditativas propuestas por el Buda Shakyamuni hace 2 500 años, desarrollados en profundidad por los maestros indios y tibetanos posteriores, para examinar la naturaleza de nuestra propia mente y descubrir cuales son los factores que la aprisionan y cuales los que la pueden liberar.
Sin una aplicación práctica de este tipo a nuestra propia situación mental y emocional no hay budismo.
Un autoexamen así, tan perturbador como demostraba ser en ocasiones, era muy valorado por un gran número de los sinceros estudiantes que se encontraron por vez primera con la Energía de la Sabiduría hace todos estos años, y sigue siendo muy valorado por muchos ahora. A pesar de que los impresionantes avances tecnológicos de las últimas décadas han afectado profundamente a nuestra manera de conducirnos en la vida cotidiana, dichos avances no han solucionado nuestro dilema fundamental: ¿Cómo podemos hacer que nuestra vida tenga sentido? A veces parece que cuanto más rápidos y eficaces se vuelven nuestros medios de comunicación, menos tenemos que comunicarnos respecto a lo que es realmente importante. El desarrollo tecnológico y el progreso material solo han acrecentado la urgencia de esa búsqueda perenne de sentido y plenitud en nuestras vidas ya que no consiguen saciar nuestra persistente sed de satisfacción interior. Espero que esta edición de la Energía de la Sabiduría pueda aportar una cierta esperanza e inspiración a aquellas personas que persiguen esta búsqueda en el nuevo milenio.
Jonathan Landaw