Capítulo Primero La autenticidad de la enseñanza
Estos ocho poemas para educar nuestra mente pertenecen a una categoría especial exclusiva del gran vehículo(1). La mente que tiene que ser sometida y adiestrada es, por supuesto, la nuestra, y el entrenamiento consiste en deshacernos de estados mentales negativos y fomentar y cultivar estados mentales constructivos(2). Todos los pensamientos y sentimientos negativos provienen de nuestra propia preocupación y de nuestras concepciones erróneas. Para poder vencer la propia preocupación necesitamos desarrollar una preocupación sincera, cuya máxima expresión es el espíritu de la Iluminación(3). Para deshacernos de las concepciones erróneas, que distorsionan nuestra percepción de cómo las cosas son, necesitamos un entendimiento de la realidad correcto, apoyado por este espíritu de la Iluminación. Es esencial abordar las enseñanzas del gran vehículo de la manera correcta. Si estamos interesados solamente en ganar respeto, recompensa y una buena reputación, el resultado de nuestros esfuerzos va a limitarse a recibir bienestar en esta vida y lo que hagamos no va a ser una verdadera práctica de las enseñanzas del Buda. Si tenemos la esperanza de tener un buen renacimiento, en condiciones favorables, como un humano o un ser celestial, lo que hagamos para lograr esto constituye una práctica auténtica de las enseñanzas del Buda, pero el resultado va a ser limitado debido a la estrechez de nuestra aspiración. Cuando reconocemos las desventajas de la existencia cíclica
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y tenemos la intención de liberarnos del sufrimiento que la misma implica, nuestra práctica actúa como causa para nuestra propia paz, pero se mantiene limitada a nuestro propio beneficio. Las actitudes especiales que se necesitan cuando giramos hacia las enseñanzas mahayana son la preocupación por la felicidad última de todos los seres vivientes y la intención de iluminarnos para alcanzar esta meta. Cuando el maestro Tíbetano Dromtönpa(4) estaba en su lecho de muerte, su discípulo Gueshe Potowa(5) colocó la cabeza de su maestro sobre su regazo. Se sintió muy perdido y angustiado y sus lágrimas cayeron sobre Dromtönpa, que lo miró y le dijo que no se afligiera sino que acogiera un corazón bondadoso como su práctica esencial. Jowo Lek(6), que estaba presente en el cuarto, preguntó qué significaba esto y Dromtönpa le contestó que quería decir que mantuviera el espíritu de la Iluminación en su corazón en todo momento. En algunos momentos Potowa se sintió consolado por esto, pero cuando recordaba que para desarrollar el espíritu de la Iluminación se necesita un maestro espiritual cualificado, su angustia regresaba. Mientras el gran maestro indio Atisha(7), el maestro principal de Dromtönpa, vivía, era su costumbre recordar a las personas, de una manera muy directa, que tuvieran un corazón bondadoso. Je Tsongkapa(8) reitera la importancia de esto diciendo que no es suficiente con que la enseñanza pertenezca al gran vehículo, sino que también el practicante debe pertenecer al gran vehículo. Él o ella deben tener el espíritu de la Iluminación o por lo menos, tener un deseo intenso de desarrollarlo. Sin el espíritu de la Iluminación lo que uno hace nunca podrá ser una práctica de mahayana, mientras que con él hasta las actividades más mundanas se convierten en verdaderas prácticas del gran vehículo. Una vez que el espíritu de la Iluminación surge espontáneamente y está constantemente presente en nosotros, el efecto es inconcebiblemente poderoso, pero, aunque todavía tengamos que hacer esfuerzos repetidos para que surja, vale la pena esforzarnos, ya que las acciones positivas que hagamos se convertirán en causas para la Iluminación total. Al igual que un pre-
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cioso elixir, este espíritu transforma nuestras actividades comunes en oro. En una ocasión, cuando Atisha había estado en el Tíbet por un tiempo, se encontró a un erudito indio y los dos pasaron la noche hablando de los últimos eventos en la India. El erudito mencionó que un practicante del tantra de Hevarja(9) había obtenido el nivel de una persona que entra a la corriente(10). Atisha se asombró enormemente con esta noticia. La práctica del tantra es un aspecto del gran vehículo y normalmente se hace con la intención de obtener la Iluminación completa lo más pronto posible por el beneficio de otros. La razón por la cual este practicante obtuvo el estado de una persona que entra en el estado de liberación, y se convirtió en un ser exaltado del vehículo del oyente, fue porque se involucró en la práctica de Hevajra con la motivación de obtener su liberación personal de la existencia cíclica y no con el espíritu de la Iluminación. El erudito comentó que si hubiera practicado sin tan siquiera esta motivación, probablemente hubiera ido directamente a un mal renacimiento. Por todo esto podemos ver cuán importante es educar nuestra mente, ya que la motivación con la cual hacemos las prácticas determina el resultado. Los maestros kadampas consideraban el espíritu de la Iluminación como la base de la práctica y veían las ideas de los niveles inicial e intermedio(11) como las preparaciones esenciales para desarrollar el espíritu de la Iluminación. Las prácticas del más alto nivel, como la de las seis perfecciones(12) y la práctica del tantra, eran para ellos maneras de fortalecer y realzar ese espíritu de Iluminación. Esto demuestra claramente que el tantra es integral para las etapas del camino a la Iluminación y no debe considerarse como algo separado. Sin ambas formas del espíritu de la Iluminación, la convencional y la última(13), la práctica de tantra no puede ser efectiva. Las enseñanzas para educar nuestra mente combinan tanto los aspectos vastos como los aspectos profundos de la práctica, los cuales surgen de los sutras de la Perfección de la Sabiduría del Buda(14) y del Sutra Avatamsaka(15). El aspecto vasto, el cual está mayormente relacionado con las actividades de los bodisat-
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vas, fue transmitido de Maitreya(16) a Asanga(17) y eventualmente llegó a Atisha. El aspecto profundo, que tiene que ver con el entendimiento de la realidad, llega a Atisha a través de Manyusri(18), Nagaryuna(19) y otros grandes maestros indios. Las enseñanzas que pertenecen al linaje de la práctica inspiradora(20), particularmente aquellos sobre igualarnos e intercambiarnos por otros, llegó a Atisha a través de Manjushri, Shantideva(21) y Dharmakirti de las Islas Doradas(22). Los Ocho poemas para educar la mente extraen estos aspectos particulares de las enseñanzas. Cuando Atisha se convirtió en un gran erudito del sutra y el tantra, una serie de experiencias lo convencieron de que desarrollar el espíritu de la Iluminación era esencial si quería obtener la Iluminación. En una ocasión, cuando él estaba circunvalando la gran estupa en Bodhgaya(23) vio dos mujeres flotando en el espacio frente a él. Mientras las miraba, la más joven de las dos le hizo un homenaje a la mayor y le preguntó qué era lo más importante si uno quería obtener la Iluminación. La mayor le contestó que el espíritu de la Iluminación. Dentro de la estupa, Atisha vio las estatuas pequeñas postrándose ante las más grandes y oyó a las más grandes dar la misma contestación a esta pregunta. Inspirado por esto, eventualmente hizo el peligroso viaje de trece meses hasta Indonesia, con un número de sus estudiantes para conocer a Dharmakirti de las Islas Doradas, quien en aquel tiempo se decía que poseía las instrucciones más completas para desarrollar el espíritu de la Iluminación. Con regalos espléndidos, él le solicitó al maestro que le impartiera las enseñanzas completas de cómo hacer esto. Dharmakirti le preguntó que si él creía que podía desarrollar gran amor y compasión y que si estaba preparado para quedarse doce años. Atisha le contestó que sí a ambas preguntas y así comenzó su aprendizaje. Permaneció con este maestro durante doce años, recibió las instrucciones completas de él y desarrolló el espíritu de la Iluminación, poniendo las instrucciones en práctica. Cuando llegó el tiempo de partir, su maestro le dio una pequeña estatua de
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Buda que había mantenido a su lado desde que era niño. De esta manera Dharmakirti hizo a Atisha su heredero espiritual y predijo que Atisha enseñaría algún día en una tierra nevada del norte. Atisha cumplió esta predicción al aceptar la invitación de ir a enseñar al Tíbet. Aunque tenía muchos estudiantes en la India, Nepal y el Tíbet, su discípulo más cercano y verdadero hijo espiritual fue Dromtön Gyelway Jungnay, de quien Arya Tara(24) había hecho una profecía. Mientras él estaba en Tíbet, Atisha enseñaba principalmente la importancia de tomar refugio sincero en las Tres Joyas, cómo se debía hacer esto y la conexión entre la acción y sus efectos. Por ello llegó a ser conocido como el “lama del refugio” y el “lama del karma”. Cuando escuchó estos apodos estuvo muy complacido y no se ofendió en absoluto. Le enseñó a Dromtönpa todos los estadios en el camino a la Iluminación. Un día Dromtönpa preguntó que por qué él era el único en haber recibido esta enseñanza y Atisha le contestó que no había encontrado a nadie más que estuviera listo para ello. Al investirlo con esta enseñanza, Atisha convirtió a Dromtönpa en su heredero espiritual. Después de la muerte de Atisha, sus reliquias se llevaron a Reting donde fue construida una estupa para guardarlas. Allí se construyó un monasterio desde donde las enseñanzas kadampa empezaron a esparcirse. Mucho tiempo después, Je Tsongkapa alabó a Dromtönpa por “iluminar el buen camino.” Los herederos espirituales de Dromtönpa fueron los “tres hermanos kadampa”, Gueshe Potowa, Gueshe Chengawa y Gueshe Pülchungwa. (25) El más adelantado de estos fue Gueshe Potowa, quien fue un gran maestro y practicante. En sus enseñanzas, cambió la tradición de entrenamiento mental que vino de Dharmakirti de las Islas Doradas, en lo que luego se conoció como los seis textos kadampa: los Estadíos del bodisatva por Asanga, El ornamento de los sutras mahayana por Maitreya, las Historias de las vidas pasadas del Buda por Aryasura, El compendio, una colección de comentarios del Buda, el Compendio de adiestramiento y el Camino del bodisatva de Shantideva(26).
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Es importante entender que las enseñanzas contenidas en los Ocho poemas para educar la mente no son una creación de los Tíbetanos. La forma Tíbetana del budismo ha sido frecuentemente llamada “lamaísmo”, como si fuera algo muy diferente al budismo de la India. Esto es un error serio. El budismo fue adoptado por los Tíbetanos tan profundamente que se convirtió en suyo, pero aunque algunas de sus formas externas puedan haber sido influenciadas por la cultura Tíbetana, la esencia interna se ha mantenido igual. A través del trabajo de grandes traductores, un vasto cuerpo de la literatura budista fue traducido al Tíbetano. La exactitud de estas traducciones es evidente cuando son comparadas con textos o fragmentos de textos que todavía existen en sánscrito. Fue posible para los Tíbetanos estudiar y practicar las enseñanzas de Buda sin la necesidad de aprender sánscrito porque los traductores formularon un lenguaje capaz de expresar los conceptos filosóficos más sutiles. Esto nos da mucho que pensar. Cuán maravilloso sería si se pudiera hacer ahora un trabajo similar para traducir los grandes descubrimientos del mundo occidental al Tíbetano, para que los Tíbetanos pudieran aprender sobre estas cosas en su propio idioma. Se dice que Gueshe Potowa tuvo más de dos mil estudiantes y ocho discípulos cercanos. Los más prominentes de estos fueron Gueshe Langritangpa Dorje Senge(27) y Gueshe Sharawa(28) quienes fueron comparados con el sol y la luna. Al igual que su maestro espiritual, Gueshe Langritangpa hizo del espíritu de la Iluminación su práctica principal y mayormente enseñó los seis textos kadampa. Él es el primer maestro Tíbetano que escribió estas instrucciones para educar la mente. El género de textos llamados “el camino gradual a la Iluminación”(29), Lam Rim en Tíbetano, presentan la esencia de las enseñanzas del Buda de una forma accesible y aclaran bien cómo practicar. Estos textos de entrenamiento mental, llamados Lojong en Tíbetano, contienen el núcleo de estos grados en el camino y se centran en el desarrollo del espíritu de la Iluminación y la práctica de dar y tomar.
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Gueshe Chekawa(30), el autor de los Siete puntos para educar la mente, escribió uno de los comentarios principales sobre los Ocho poemas de Langritangpa en los cuales se basa su enseñanza. Nació al este del Tíbet en una familia de practicantes Nyingma(31), ganó un buen entendimiento y experiencia tanto de los nuevos tantras como de los tantras antiguos(32) y también era hábil en la dialéctica, habiendo leído y entendido el significado de más de cien volúmenes de escrituras budistas. No contento con todo este vasto conocimiento, continuó sintiéndose que faltaba algo y que todavía tenía que descubrir una práctica que acelerara su proceso hacia la Iluminación. Eventualmente, Gueshe Chekawa se tropezó con los Ocho poemas y se sintió tan inspirado y lleno de fe gracias a ellos, que decidió ir a buscar a su autor para recibir más instrucciones de él. Cuando llegó al Tíbet central, Gueshe Langritangpa ya había muerto. Sin embargo, le indicaron que Gueshe Sharawa tenía conocimiento íntimo de cómo se debían practicar estos Ocho poemas. En aquel momento Gueshe Sharawa estaba enseñando los Estadíos de los oyentes. Gueshe Chekawa escuchó la enseñanza y se desilusionó de no escuchar nada en relación a las instrucciones especiales para transformar la mente. Decidió buscar una oportunidad para hablar con Gueshe Sharawa en privado y preguntarle si él realmente poseía conocimiento y experiencia sobre los Ocho poemas. Si no sabía, Chekawa iría en búsqueda de otra persona que sí supiera. Un día, los estudiantes de Sharawa fueron invitados a almorzar en otro lugar y Chekawa encontró a Sharawa solo, circunvalando una estupa rodeada de enebros. Tímidamente se acercó a él, puso su hábito superior sobre el piso e invitó al maestro a sentarse. Sharawa no aceptó sentarse, diciendo que no era un sitio apropiado para dar enseñanzas y le preguntó qué quería. Chekawa le contestó que deseaba hablar con él, a lo que Sharawa contestó que él había dicho todo lo de importancia en sus enseñanzas públicas. Pero al ver que Chekawa se desconcertó con la respuesta aceptó sentarse y sosteniendo en sus manos su rosario de
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cuentas hechas de las semillas del árbol de bodhi(33) , le preguntó a Chekawa qué quería realmente. Entonces Chekawa le contó cómo se había encontrado con los Ocho poemas y cómo las palabras del quinto poema “que pueda yo aceptar la derrota y ofrecerle la victoria a ellos”, lo había conmovido profundamente y había sido de gran ayuda para él. Quería saber si esto era algo importante y si esta enseñanza venía de una fuente auténtica. Sharawa vio cuan sincero era y le dijo que definitivamente, aunque estas palabras fueran útiles para él, uno no podría llegar a la Iluminación si no las ponía en práctica. En cuanto a la fuente de esta enseñanza, ¿quién podría dudar de la autenticidad de Nagaryuna? Esta enseñanza estaba basada en las palabras de Nagaryuna en la Guirnalda preciosa(34). Habiendo escuchado esto, Chekawa le solicitó a Sharawa que le diera las instrucciones completas. Sharawa le preguntó que si estaba preparado para quedarse y practicar intensamente a lo cual Chekawa asintió. Al regresar a la habitación donde se hospedaba, Chekawa buscó su copia de la Guirnalda preciosa y ahí encontró las palabras a las que se refería Sherawa: “Que su ofensa madure sobre mí y que mi virtud madure sobre ellos.” Chekawa permaneció con Sharawa por doce años, durante los cuales cultivó una relación con él de la manera apropiada tanto en la palabra como en la acción. Se mantuvo constantemente consciente de la bondad de su maestro espiritual y le sirvió en todas las maneras que pudo. Al apoyarse en las instrucciones de Sharawa obtuvo realizaciones profundas. Luego escribió: Ignorando el sufrimiento y la deshonra, debido a mi fuerte interés, pedí instrucción de cómo subyugar las malas concepciones del ser. Ahora, si muero, no tengo remordimientos. Chekawa asumió que debía haberse familiarizado en una vida pasada con estas enseñanzas para adiestrar la mente, porque sin importar su erudición, él seguía sintiendo que algo faltaba hasta
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que las palabras de Gueshe Langritangpa despertaron en él impresiones mentales profundas. Él había sentido una fuerte convicción inmediatamente y nunca se arrepintió de las dificultades que tuvo que experimentar para poder recibir la enseñanza de cómo subyugar el egoísmo. El tipo de confianza que viene sólo de la práctica es evidente en sus palabras, prueba convincente de que había hecho del espíritu de la Iluminación su práctica principal. Je Tsongkapa también habla de esto en sus Estadíos del camino resumidos(35): El espíritu de la Iluminación es el pilar del vehículo supremo, el fundamento y la base de sus actividades poderosas. Como un elixir que convierte las dos acumulaciones (36) en oro, es como un tesoro de mérito que abarca toda clase de bien. Sabiendo esto, los bodisatvas heroicos hacen de esta preciosa y suprema actitud su práctica primordial. Una gran bondad en el corazón puede transformar nuestra vida diaria y hacer todas nuestras actividades significativas. Esto es algo que todos podemos practicar tengamos o no un conocimiento extenso de filosofía.