REVISTA LATINOAMERICANA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
Territorios
infinitos de la literatura infantil
2019
LIJ: universo plural Aprender a leer, aprender a confiar Leer los clรกsicos en el siglo XXI
01 02 04 06
Número 20 Editor Fanuel Hanán Díaz fdiaz@edicionesnorma.com Consejo editorial Laura Leibiker • Argentina Jael Stella Gómez • Colombia Nancy Ceballos • Colombia Lorenza Estandía • México Jéssica Rodríguez • Perú Ilustradores Núria Madrid Cristian Malagón Diseño y Diagramación Equipo Ediciones Norma • Colombia
Marcas y signos distintivos que contienen la denominación “N”/Norma/Carvajal ® bajo licencia de Grupo Carvajal (Colombia). Impresión
Abril de 2019 Depósito legal ISSN: 1690-5733
Editorial LIJ: universo plural
por Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín
Empezar a leer, aprender a confiar por Micaela Chirif
Entrevista: Keiko Kasza por Fanuel Hanán Díaz
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Entrevista: Claudia Rueda
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Maestros de lo maravilloso: infancia y literatura fantástica
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Entrevista: Marina Colasanti
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Entrevista: Tanya Tynjälä
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Libros que con/mueven
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Entrevista: Evelio Rosero
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Entrevista: Antonio Malpica
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Niños lectores, grandes detectives
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Entrevista: Norma Huidobro
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Entrevista: Sofía Rhei
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Modos del humor en la literatura infantil
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Entrevista: Ramón García Domínguez
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Entrevista: Cristina Rebull
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¿En dónde tienen lugar las historias de la literatura infantil?
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Entrevista: María Fernanda Heredia
por Fanuel Hanán Díaz
por César Sánchez Ortiz
por Fanuel Hanán Díaz
por Jessica Rodríguez
por Anel Pérez Martínez
por Fanuel Hanán Díaz
por Lorenza Estandía
por Nora Lía Sormani
por Nora Lía Sormani
por Fanuel Hanán Díaz
por Carlos Sánchez Lozano
por Fanuel Hanán Díaz
por Fanuel Hanán Díaz por Adriana Serrano Carrasco
Entrevista: John Fitzgerald Torres por Fanuel Hanán Díaz por Jessica Rodríguez
Voces de otras latitudes por Fanuel Hanán Díaz
Leer los clásicos en el siglo XXI por Fanuel Hanán Díaz
EDITORIAL D
espués de un sostenido recorrido por diferentes temas de la literatura infantil latinoamericana, la revista Barataria llega a su edición número 20. Hoy en día es la única revista especializada en edición impresa y digital de la región. Además de celebrar este número tan especial, hay otros motivos para regocijarnos: un nuevo cambio de imagen en las colecciones tradicionales de editorial Norma y el lanzamiento especial de nuestro premio Norma, el más importante y el más antiguo de la región. Queremos dedicar este número, por eso, a los territorios infinitos de la literatura infantil. Para ello, hemos reunido a expertos altamente reconocidos de distintos países de América Latina quienes nos ofrecerán desde su experticia miradas muy particulares al prismático mundo de los libros para niños y jóvenes. Los escritores cubano-americanos Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín abren este escenario con un artículo abarcador en el que trazan muchas pinceladas del variopinto universo del discurso para la infancia y señalan algunos temas, géneros y tendencias. Micaela Chirif, escritora peruana, visita el territorio de los libros de imágenes ofreciéndonos aproximaciones acerca de los rasgos que los hacen tan entrañables para sus lectores. Por su parte, el experto español César Sánchez Ortiz recorre el mundo de lo ficticio explorando elementos de la fantasía, su convivencia con la realidad
y la ciencia ficción. La conocida académica mexicana Anel Pérez se sumerge en la emoción que muchas lecturas producen en el lector, porque ciertamente hay libros que nos mueven y nos conmueven. La especialista argentina Nora Lía Sormani ofrece una introducción para identificar algunas claves del género policial para los lectores más pequeños y algunos de sus exponentes. Explorando nuevas aristas, el crítico colombiano Carlos Sánchez Lozano entra de lleno en el humor como categoría en el discurso para la infancia, sus variantes y posibilidades de proyección en la literatura. Del mismo modo, Adriana Serrano, académica colombiana, propone un valioso recorrido por el espacio simbólico, físico y emocional que sienta las coordenadas de muchas historias en la literatura infantil y juvenil. El experto venezolano Fanuel Hanán Díaz comenta sobre los clásicos y su vigencia en el ecosistema lector actual, así como la necesidad de incluir voces plurales en este vasto territorio de ficción. Entrevistas interesantes y únicas con escritores de gran prestigio completan el mapa de esta revista, una incursión apenas por el infinito territorio de la literatura infantil. Tenemos mucho que celebrar porque Norma sigue apostando por la formación lectora y por libros de calidad que integran un catálogo único en Iberoamérica. Los invitamos a compartir con nosotros este entusiasmo porque definitivamente “¡Leer es una fiesta!
Celebramos una historia que ha hecho posible la construcción e infinitos proyectos lectores.
¡Porque leer es una fiesta que no termina nunca! 1
Por Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín Barataria
LIJ: UNIVERSO PLURAL En
2019
los años 1990 eran muy frecuentes entre los interesados en la literatura infantil y juvenil (LIJ) las referencias a los —temas tabú—. En el contexto iberoamericano, libros que abordaban la problemática del suicidio, como Mi amigo el pintor, de Lygia Bojunga Nunes, o la vida de una adolescente en el seno de una familia disfuncional, como Gatos de noviembre, de Mirjam Pressler, se consideraban transgresores. Salvo contadas y meritorias excepciones, la tendencia generalizada en las décadas anteriores había sido mantener a los niños lectores dentro de una suerte de campana de cristal y escamotear situaciones de especial dramatismo o crudeza. El espectro de temas era limitado y a padres, maestros y bibliotecarios les preocupaban las posibles reacciones de los destinatarios de esas obras. Tómese en cuenta, por ejemplo, que en la narrativa juvenil latinoamericana se habla por primera vez de homosexualismo en 1988, cuando Alma Maritano presenta en su novela En el Sur a un adulto gay (la existencia de adolescentes atraídos por el mismo sexo ni siquiera se sugería). Por entonces era difícil prever que un amor lésbico juvenil podría convertirse con naturalidad en el eje de Me enamoré de una vegetariana, de Patricia Kolesnicov. Y lo mismo sucedía con otras temáticas —incómodas—, como el acoso escolar, la infidelidad conyugal o el abuso sexual, que, con el paso de los años, tendrían cabida también en este tipo de ficciones. Solo al mirar atrás y recordar lo que se publicaba hace algo más de tres décadas, puede calibrarse con justicia el cambio que se ha materializado en los libros para niños y jóvenes. Al crecer y ganar espacio y reconocimiento en la cultura y la sociedad, la LIJ se ha vuelto mucho más plural en sus propuestas temáticas (y formales y estéticas). Los tabús de antaño parecieran haber desaparecido. O casi. A manera de ejercicio nos propusimos repasar el catálogo de Editorial Norma —sello de larga y reconocida trayectoria— para ejemplificar esa multiplicidad 2
Fernanda Heredia, y Cuchilla, de Evelio Rosero. Novelas como Los años terribles, de Yolanda Reyes, o Bonsái, de Christine Nöstlinger, revisan la adolescencia como etapa de descubrimientos, contradicciones y búsqueda de identidad. El amor, con un amplio registro de tonalidades, aparece en títulos como Me dicen Sara Tomate, de Jean Ure, y Clase de inglés, de Lygia Bojunga. La diversidad humana, el respeto a la individualidad y la aceptación de las personas con necesidades especiales se reflejan en obras como Por culpa de una S, de Cristina Rebull; Koi, de Ezequiel Dellutri, y El sol entre los dedos, de Gabriele Clima. Es notorio el abordaje de un gran espectro de temas sociales que incluye, entre otros muchos, el día a día de la niñez de los sectores más desposeídos, las guerras y sus efectos en la población civil, los desaparecidos por la represión, el secuestro, el racismo, las drogas y los efectos de los medios masivos. Cabe hablar a partir de este recuento no exhaustivo, de una admirable heterogeneidad de temas, tratamientos, géneros, personajes y escenarios. De una LIJ sumamente plural que va y viene del realismo a la fantasía, del thriller a la aventura, de la indagación psicológica a la sátira y el humor, de lo contemporáneo a lo histórico, y que a menudo apuesta por el riesgo y la polémica. De una literatura que ofrece a los lectores un reflejo de muchos de sus problemas y respuestas a algunas de sus inquietudes. En el arca a las ocho, de Ulrich Hub, cuento infantil protagonizado por pingüinos, plantea con desenfado la interrogante sobre la naturaleza de Dios; en La princesa que escogía, Ana María Machado da una vuelta de tuerca a las antiguas historias en un momento de auge de las reivindicaciones femeninas, y Sangre de goleador, de Pedro Badrán, revela aristas poco conocidas del mundo del fútbol. Diversidad de opciones para lectores diversos, pareciera ser una premisa clave cuando se habla hoy de libros para niños y jóvenes.
de asuntos y motivos que, tal vez, sea el rasgo más importante de la LIJ contemporánea. Una conquista que empezaba a advertirse a fines del siglo XX y que ha cristalizado de modo más abarcador y rotundo en los primeros lustros del XXI. El espectro temático que aparece en las colecciones de Norma es difícil de resumir. El universo familiar es un espacio muy explorado a través de motivos como la relaciones entre padres e hijos, que pueden retratar ámbitos armoniosos (Mi mamá es mágica, de Carl Norac; Siete de la noche, de Olga Cuéllar) o situaciones de notoria crudeza y complejidad psicológica (Los pargos azules, de Elena Corujo; Los frágiles, de Cécile Roumiguière). Los altos índices de divorcio han contribuido a que ese tema sea recurrente, con distintos niveles de complejidad, en libros para los más chicos (El divorcio de mamá y papá Oso, de Cornelia Maude Spelman) y en novelas para adolescentes (El jamón del sándwich, de Graciela Bialet). La gran variedad de asuntos del ámbito doméstico incluye el nacimiento de un nuevo hijo (No más besos, de Emma
Solo al mirar atrás y recordar lo que se publicaba hace algo más de tres décadas puede calibrarse con justicia el cambio que se ha materializado en los libros para niños y jóvenes. Chichester Clark), la adopción (El zorrito abandonado, de Irina Korschunow) y las peleas entre hermanos (Esa mañana, de Toño Malpica), y también la muerte de familiares (La abuelita de arriba y la abuelita de abajo, de Tomie dePaola) o la violencia física y sicológica (La chica pájaro, de Paula Bombara). Enfermedades como el sida (Los ojos del perro siberiano, de Antonio Santa Ana) y el alzheimer (En la laguna más profunda, de Óscar Collazos) y su repercusión en las familias concitan también la atención de los creadores. La escuela como espacio generador de vínculos afectivos y de conflictos entre estudiantes y educadores aparece en Amigo se escribe con H, de María
Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín Escritores, investigadores y críticos literarios cubano-americanos, especializados en literatura infantil y juvenil. Creadores y directores de la Fundación Cuatrogatos con sede en Estados Unidos. 3
Micaela Chirif
Empezar a leer, aprender a confiar
Barataria
Si
2019 Poeta y autora de libros para niños. Entre sus libros destacan ¡Más te vale, mastodonte! (Ganador del concurso A la orilla del viento) y ¿Dónde está Tomás? (Premio Fundación Cuatrogatos). Dos de sus publicaciones figuran en la selección White Ravens.
tuviera que mencionar una sola razón para destacar la importancia del acercamiento temprano a la literatura sería esta: las historias compartidas nos introducen al lenguaje y, en ese acto, nos hacemos humanos y nos preparamos para la difícil tarea de construir sentidos para nuestras vidas, siempre más complejas y mucho más inciertas que cualquier historia o juego que podamos inventar. A diferencia de la realidad, las ficciones narrativas son un ejercicio que ordena el mundo y construye para sus personajes el destino del que carecemos las personas. Pensar la manera en que los libros contribuyen al desarrollo del lenguaje como apertura a la creación y al sentido requiere un desarrollo mucho mayor del que me permiten estas líneas, pero me gustaría detenerme en un pequeño punto: la importancia de la simplicidad de la estructura de las historias para la primera infancia. Cuando el elefante camina, de Keiko Kasza, va más o menos así: cuando el elefante camina asusta al oso; cuando el oso sale corriendo, asusta al cocodrilo; cuando el cocodrilo se lanza al agua asusta al jabalí y así sucesivamente hasta que el pequeño ratón, que huye aterrorizado de la señora mapache, asusta al elefante y la historia regresa otra vez al punto de partida. Este libro es un excelente ejemplo del tipo de estructura narrativa que, con variaciones menores, presentan la mayoría de los libros para los más chicos: la repetición de una serie de eventos, personajes o sucesos que concluyen muchas veces de manera circular. El trabajo del autor es utilizar a su favor las restricciones que la síntesis le impone para asegurar la posibilidad de una expansión interesante y enriquecedora que apunte en distintas direcciones. La cantidad de interrogantes que el relato puede abrir es un buen indicio de esa posibilidad expansiva: ¿por qué alguien o algo da miedo?, ¿es siempre lo más grande lo más aterrador?, ¿cuál es el origen del temor? ¿Pueden los animales —o las personas— vivir juntos sin 4
amenazarse? En toda su aparente inocencia comprobamos que este relato puede adentrarnos en temas sumamente complejos. El formato es sencillísimo pero su sencillez es engañosa. Tuvimos —dice Astrid Lindgren hablando de su infancia— dos cosas que hicieron de nuestra niñez lo que afortunadamente fue: sensación de seguridad y libertad. Nos sentíamos seguros junto a unos padres que tanto se querían y que siempre tenían tiempo para nosotros cuando los necesitábamos, pero por lo demás nos dejaban jugar y retozar libremente1. Eso es exactamente lo que hacen los buenos libros para niños: se comportan como padres que proporcionan un espacio confiable para los lectores y les permiten abrir su imaginación y su pensamiento con la total libertad de saberse protegidos. En Uno y 7, Gianni Rodari nos narra la historia de un niño que es uno y siete a la vez: es Paolo en Roma, Jean en París, Kurt en Berlín, Yuri en Moscú, Jimmy en Nueva York, Chu en China y Pablo en Buenos Aires. Los padres ejercen diferentes oficios y sus lenguas son distintas como lo es el color de sus pieles. Pero, nos dice el autor, todos son siempre un único niño y cuando crezcan no podrán hacerse la guerra porque son una misma persona. En Su propio color, Leo Lionni comienza diciendo que todos los animales tienen su propio color: verde para el loro, rojo para los peces, gris para los elefantes… todos, excepto el camaleón que cambia constantemente. Medio cabizbajo, el camaleón encuentra finalmente a otro camaleón “más viejo y más sabio” y le pregunta si ellos no tendrán nunca un color propio. Me temo que no, contesta el viejo, pero le propone mantenerse juntos. Así, por más que cambien, ambos serán siempre semejantes. Ambos libros son espléndidos: ambos parten de la misma modestísima estructura, pero a partir de ella propician un vasto horizonte de conversaciones, juegos y preguntas. Hay, por supuesto, más ejemplos: Choco encuentra una mamá; Es hora de dormir, Papá; el maravilloso No te rías, Pepe2. Este último resulta especialmente interesante porque introduce una ficción dentro de otra y manteniendo
la misma estructura narrativa que los relatos mencionados y al interior de un espacio sumamente protegido y exento de angustia, logra, entre risas, la hazaña de aproximar a los pequeños lectores a la amenaza de la muerte. Ahora bien, por más estupendos que sean los libros, por más seguridad que brinden, solo pueden introducir a los niños al lenguaje si todos nos
El trabajo del autor es utilizar a su favor las restricciones que la síntesis le impone para asegurar la posibilidad de una expansión interesante y enriquecedora que apunte en distintas direcciones.
comprometemos con la tarea y les leemos y los escuchamos y conversamos y jugamos con ellos. Entrar al lenguaje es confiar en la palabra del otro y reconocerse miembro de una comunidad. En esa tarea nadie debe quedar afuera. Es el contexto de afecto, de distensión, de juego a la hora de la lectura, el que permite que los libros incidan en la vida de los niños. Lo que debemos instaurar en los niños es la confianza en las palabras porque, sin importar en qué otras cosas creamos o no, una sola palabra de solidaridad, de amor, de valentía, puede bastar para sanarnos.
1 Tomado de: http://anatarambana.blogspot.com/2017/ 12/lo-que-astrid-lindgren-leyo-de-nina-y.html 2 En orden de mención: Keiko Kasza, Coralie Saudo y Kris di Giacomo, Jeanne Willis y Tony Ross, Keiko Kasza. 5
KEIKO KASZA Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“¿Cómo pensaría yo, la niña Keiko de 5 años si esto sucediera? Así es como pienso cuando escribo”.
F.H.D.: Usted es autora e ilustradora de libros para los más pequeños. Muchos de sus libros ampliamente conocidos en nuestro contexto han mantenido una larga vida. ¿Cuáles considera que son los elementos fundamentales para escribir e ilustrar libros para estas edades?
Barataria
K.K.: Lo que considero importante cuando escribo e ilustro para niños es marcar el ritmo. No puedo continuar hablando y describiendo sobre una cosa durante muchas páginas porque los niños muy pequeños no atienden durante largos períodos. Por eso, cambiar el escenario es importante. Y la expresión de los personajes. Por ejemplo, si el personaje está en problemas solo viendo su expresión facial, y si esta feliz solo viendo su sonrisa te pueden contar lo que el personaje está sintiendo.
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F.H.D.: ¿Cómo se logra que todo un conjunto de leguajes, textos, ilustraciones, diseño se integren en un libro ilustrado?
Keiko Kasza es una autora e ilustradora japonesa que ha logrado conquistar el corazón de muchos lectores en todo el mundo por sus libros encantadores, con tramas sencillas, estructuras repetitivas, un sabio manejo del elemento sorpresa y del humor, y la creación de personajes entrañables. Keiko se graduó de Diseño Gráfico en la Universidad del Estado de California en Northridge, se casó con un estadounidense y desde entonces reside de manera permanente en Estados Unidos.
K.K.: Es como un tren, el tren va de un punto A a un punto B. Entonces, todas las cosas que ocurren durante la trama ayudan a que ese tren se mueva. Si tú tienes eso en mente lo lograrás. En el caso de un libro sobre amistad, por ejemplo, sabes que compartir es importante, preocuparte por el amigo es importante, entonces ese es el tren. Y la manera como tú construyes la trama es la energía que hace posible que ese tren se mueva. Entonces debes tener eso en cuenta, esa es la espina dorsal del libro, eso es lo que yo siempre trato de hacer. F.H.D.: ¿Cómo es tu método de trabajo para lograr libros que a pesar de lo sencillo de su mensaje logran ser tan atractivos? K.K.: Como ya dije, hay una espina dorsal que es el mensaje que el libro quiere transmitir a los niños. Si tú tienes esa espina, síguela hasta el final del libro, entonces no creo que la pierdas. Siempre hay algunos trucos, pero lo más importante es que te mantengas en esa espina. Hay autores que tienden a salirse y no van de manera directa, y es entonces cuando el mensaje se vuelve confuso y aburrido, se diluye. Ese es un truco. Y el otro es que uno debe pensar como un niño; a veces en mi estudio yo pretendo que soy una niña de 5 años y entonces me hago la pregunta: ¿cómo pensaría yo, la niña Keiko de 5 años si esto sucediera? Así es como pienso cuando escribo. Creo que es fundamental, como decía anteriormente, cambiar el escenario y empezar la trama inmediatamente. 6
CLAUDIA RUEDA F.H.D.: ¿Cuáles crees que son los ingredientes principales de una historia que cautive a los más pequeños? C.R.: El verbo cautivar aplicado a una historia me recuerda lo que decía Nabokov sobre las posibilidades del escritor: contar historias, formar y producir un encantamiento, siendo la combinación de las tres la que hace a un escritor mayor. Una buena historia, ese Había una vez, marca el inicio del viaje hacia ese territorio que el poeta Coleridge llamó “La suspensión de la incredulidad”. Y una vez allí, para que el lector se involucre emocionalmente, creo fundamental la presencia de personajes entrañables para despertar empatía y algo ambiguos para generar inquietud. Como complemento de esa construcción que es la historia, vienen luego el ritmo, la tensión y un desenlace que le permita al niño llevarse ese encantamiento a su almohada, un brillo fantasía que le regale dimensiones diversas a su conciencia. En el libro álbum, la conexión con el lector se apoya principalmente en lo visual; la expresión facial y corporal de los personajes permiten que el niño lector sienta ternura, miedo, compasión e intriga hacia los actores de la historia que lee. He visto aparecer en los últimos años libros álbum preciosos, pero con personajes que parecen de cartón, con caras inexpresivas y mudos. No creo que estos personajes se nos queden pegados en el alma. F.H.D.: ¿Qué importancia le concedes a los textos en tus libros ilustrados? ¿Qué debe tener un buen texto literario en un libro de esta naturaleza? C.R.: Bien está dicho que el libro álbum real es el que logra una armonía entre la narración visual y la narración a cargo del texto. Y pongo énfasis en el término narración, pues la imagen en este tipo de libros no tiene una función decorativa, sino principalmente eventual y secuencial, además de estética. El texto permite el equilibrio, la relación irónica entre ambas formas, la ambigüedad en los significados, el suspenso, todos elementos base para iniciar al niño en la buena literatura. Creo importante resaltar que el texto en el libro álbum es leído generalmente en voz alta por el adulto, mientras que el niño “lee” las imágenes. En este formato, resulta bien interesante el papel que viene a cumplir el texto, pues debe jugar con la narración visual, elaborarse con una sutileza casi poética, con atención a la forma, a la fonética y al ritmo. De esta manera, el texto no es explícito sino sugestivo. 7
Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“Creo importante resaltar que el texto en el libro álbum es leído generalmente en voz alta por el adulto, mientras que el niño “lee” las imágenes”.
Claudia Rueda es una reconocida autora colombiana de libros álbum. Estudió Derecho y Arte. Se especializó en Estados Unidos en Escritura Creativa, Ilustración de libros infantiles y Diseño Gráfico. Ha recibido premios internacionales, entre ellos el Premio de la SCBWI (Society of Children’s Book Writers and Illustrators) en Nueva York. Sus libros han sido traducidos a diferentes idiomas y ha sido postulada al premio Hans Christian Andersen por Colombia. Con editorial Norma tiene los libros El rey de la semilla en la colección Buenas Noches y La paca y el escarabajo en la colección Torre Naranja.
César Sánchez Ortiz
Maestros de lo maravilloso: infancia y literatura fantástica Barataria 2019
Pocos
momentos ofrecen un acceso tan directo al mundo de la fantasía como cuando el enunciado “Érase una vez…” sobresale por encima de murmullos y conversaciones y convoca la atención de todos aquellos que transitan por su zona de influencia. Así ha ocurrido, de manera exclusiva, durante miles de años. Y seguiría siendo un privilegio de la oralidad, de no ser por esa maravillosa invención que fueron los libros y, en nuestro caso, los libros para niños y jóvenes, que ofrecen desde no hace mucho tiempo —en comparación con la existencia de esa literatura oral— otra muy buena alternativa para acceder al disfrute de la fantasía, de la imaginación, para entrar de lleno en el mundo de los sueños con los ojos abiertos y sin necesidad de una cama ni de un cojín. Si existe una literatura que lleva en su ADN la esencia de la fantasía, esa es la literatura tradicional y dentro de esta, los cuentos llamados, precisamente, maravillosos, una serie de narraciones con las que los niños, desde antaño, han podido confrontar lo irreal con lo real, sirviéndose de ellos para entender el mundo gracias al pensamiento simbólico que acompaña las primeras edades, aun cuando la lógica se empeña en amueblar nuestras cabezas. Y así, lo irreal, lo maravilloso, lo imposible nos ayuda a entender lo real, lo cotidiano, lo posible y, cuando esto se pone desagradable, hasta a evadirnos de ello, aunque sea por poco tiempo. La literatura infantil como hoy la conocemos entronca directamente con la literatura tradicional, en la que hunde sus raíces. No por ello toda la literatura para niños y jóvenes es literatura fantástica. De hecho, durante largos periodos el realismo ha sido la corriente predominante. Pero si tuviéramos que hablar de un tipo de literatura donde lo irreal y lo maravilloso convivieran con lo real con total naturalidad, a la nómina de esos grandes clásicos contemporáneos como Verne, 8
César Sánchez Ortiz es Doctor en Filología Hispánica y profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha. Ha centrado su trabajo de investigación sobre el cancionero popular infantil.
Borges, García Márquez o Cortázar habría que añadir a tantos otros autores que han destinado a la infancia buena parte de su obra, como Carroll, Colasanti o Machado. En sus páginas podemos encontrar cómo se transitan esos extremos que delimitan la realidad, jugando con los límites que separan lo posible y lo imposible. Y cuando los escenarios, los personajes o los argumentos se sitúan en esos límites, es entonces cuando comenzamos a hablar de lo maravilloso. ¿No es maravilloso que Julio Verne, adelantándose a su tiempo imaginara una ciencia que podría llevarnos a la luna, al centro de la Tierra o alrededor del mundo, todas situaciones imposibles para sus contemporáneos? ¿No fue esa capacidad de imaginación la manera —como diría Bettelheim refiriéndose a los cuentos maravillosos y su función en la mente de los más pequeños— de enfrentar los problemas
La fantasía es un mundo extraordinariamente rico y estúpidamente marginado (Gianni Rodari)
herramienta para poner remedio a la autoridad déspota de los poderosos. En sus páginas nos encontramos cómo la vida alegre de los niños de un edificio de pisos se ve amenazada por la mano férrea del nuevo presidente de la comunidad, que va a prohibir tener animales domésticos e incluso jugar. El presidente no tenía animales. Ni hijos. Ni amigos. Sólo tenía cara de pocos amigos. De poquísimos amigos. O sea, de ninguno. Legítimamente elegido —a pesar de que mucha gente no fue a la reunión ni lo votó como presidente, de lo que enseguida se arrepentirían— no quedaba más remedio que obedecer sus órdenes. Y es ahí donde aparece lo maravilloso para poner solución a este problema real. Y así encontramos, en esos límites de lo real y lo irreal, a un montón de unicornios que acudieron a la ayuda de los jóvenes protagonistas de la historia. No se sabe cómo les vino la idea. Si la encontraron en una película, en un libro o en un tebeo. Lo cierto es que se extendió rápidamente: ¡Una plaga! ¡¡Una plaga enorme!! ¡¡¡Una plaga de unicornios!!! Cualquiera de estos libros y tantos otros que nos ofrecen un mundo de fantasía entre sus páginas, están construidos a base de rebasar las posibilidades de la razón, desafiando y rompiendo los límites que esta establece. La fantasía impone la presencia de lo imposible dentro del mundo real y los lectores podremos disfrutarlo si conseguimos entenderlo como algo tan natural como la vida misma. Escuchemos a los niños, ellos saben cómo hacerlo y pueden ser, también en esto, nuestros mejores maestros.
Escuchemos a los niños, ellos saben cómo hacerlo y pueden ser, también en esto, nuestros mejores maestros. y las carencias y buscarles posibles soluciones? De aquellas tres hazañas de la ciencia ficción juvenil de Verne, dos se hicieron realidad pocos años después de su publicación, solucionando así dos de los sueños de la humanidad, el transporte alrededor del mundo y la conquista del espacio exterior. Siguiendo los cánones de los cuentos de hadas tradicionales, Marina Colasanti nos regaló Lejos como mi querer, una colección de relatos con la que ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura en 1996. En ellos trata temas tan universales como el amor, el odio, la identidad y los sentimientos. Y con la mayor naturalidad, cuenta historias como la del hombre que no tenía ni nombre ni rostro y la mujer que se lo consiguió. Los temas imposibles —en ese binomio que identifica lo real con lo posible enfrentándolo con lo irreal e imposible— en la literatura infantil también ayudan al niño a desarrollar su pensamiento crítico. El libro de Ana María Machado, Un montón de unicornios, es un claro ejemplo del uso de la fantasía como 9
MARINA COLASANTI Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“La Maravilla vive en otro territorio: el territorio de lo sagrado”.
Barataria 2019 Marina Colasanti nació en Asmara, Eritrea. Es una autora italo-brasilera, periodista, poeta y ensayista. Su obra, en diferentes registros, muestra una excepcional capacidad para manejar el lenguaje, crear atmósferas y destacar detalles. Muchos de sus libros están ilustrados por ella. En toda su obra permanece una profunda y aguda capacidad para explorar grandes interrogantes de la existencia. Marina también nos sorprende por su mirada inusual de asuntos que, aunque cotidianos, pueden llegar a ser extraordinarios. Ganó el Premio Norma-Fundalectura con su colección de relatos fantásticos Lejos como mi querer.
F.H.D.: Los cuentos de hadas, su potente simbolismo y su atmósfera maravillosa son recreados en dos excepcionales colecciones de cuentos Lejos como mi querer y Veintitrés historias de un viajero. ¿Qué quieres mantener de este molde narrativo en tus historias? ¿Qué crees que logras insuflarles a tus relatos para que pervivan en ese mismo territorio de la fantasía? M.C.: No quiero mantener el molde narrativo de los cuentos de hadas. Castillos y reyes y bosques con lobos no son moldes, son símbolos. Lo único que hice, en materia de molde, fue retomar en 23 Historias de un viajero la estructura clásica. Y lo hice, no como copia, sino como afirmación de pertenencia a ese género milenario. Pero sí quiero mantener la intensidad metafórica, la fuerza mítica de esos cuentos, su capacidad de hablar con lectores u oyentes de cualquier latitud y por encima del tiempo. Quiero, como los cuentos de hadas de la tradición, conmover. Y llegar al sentimiento más íntimo de cada lector. No salgo en búsqueda de historias con contenidos útiles, enseñanzas o consejos. En mi proceso, me pongo letárgica como un lagarto, intento alejar la razón y espero que historias inesperadas me lleguen desde el territorio lejano de mi inconsciente. Después las escribo con el alma en las manos. No sé cuánto logro insuflar en mis relatos. No hago su análisis aunque tenga herramientas para eso. Pues el análisis exige un trabajo de la razón. La Maravilla vive en otro territorio: el territorio de lo sagrado. Además, quien tiene que evaluar adonde llego no soy yo, son los lectores — y los teóricos. F.H.D.: ¿Existe una necesidad de fantasía en el lector infantil? ¿Por qué alimentarla en la ficción? M.C.: Creo que más que una necesidad de fantasía —¡pues ya tienen mucha!— los lectores infantiles necesitan respuestas para preguntas tan abstractas que, en verdad, no tienen respuesta concreta posible. ¿Qué es la vida? ¿Adónde nos lleva la muerte? ¿Qué ordena el mundo? ¿Quién comanda el amor? ¿Quiénes seremos cuando adultos? Esas preguntas sin respuesta son el Monstruo debajo de la cama de cualquier niño. No es tarea de la literatura infantil alimentar la fantasía, aunque eso ocurra, y aunque muchos autores trabajen con ese foco. La función primera de las narrativas, desde el comienzo del tiempo, fue contestar de manera simbólica esas preguntas y disminuir el desasosiego causado por lo desconocido. 10
TANYA TYNJÄLÄ J. R.: ¿Cómo es escribir ciencia ficción para niños? T.T.: No creo que haya propiamente una ciencia ficción para niños. La ciencia ficción es una sola. Yo nunca escribo pensando que mi público va a ser un niño y creo que los lectores lo notan y lo aprecian. Hay una idea absurda de que es fácil escribir literatura infantil porque los niños aceptan cualquier cosa y es un error inmenso. Los niños son quizá los lectores más exigentes y saben bien lo que quieren y si no les gusta, no tienen empacho en decirlo. J. R.: ¿Hay temas recurrentes en la ciencia ficción para niños? T.T.: Aunque no creo que hay mucha diferencia en cuanto a la ciencia ficción para niños o adultos, sí hay diferencia en el tratamiento de los tópicos: no le puedes hablar de la muerte a un niño como lo harías con un adulto. Por eso, creo que todos los temas son posibles de tocar, inclusive los de la llamada ciencia ficción dura, es decir, con muchos elementos científicos. Puedo imaginarme a muchos niños disfrutándolo. La ciencia ficción habla en realidad del presente, de las relaciones con la “otredad”, lo desconocido, la influencia de las nuevas tecnologías en nuestras vidas, el aprender a convivir con las diferencias, a no dejarse deshumanizar por los avances tecnológicos. Todos son temas más que importantes para los niños. J.R.: ¿Cómo surge Ada Lyn, tu última novela de ciencia ficción, y qué influencias reconoces en ella? T.T.: Nace de un reto. Un amigo me pidió que escribiera una historia steampunk [subgénero de ciencia ficción que combina tecnología moderna con diseños del siglo XIX] para su revista. El resultado es el inicio del libro. Cuando me encargan historias, siempre me gusta utilizar otras historias para crearlas. En este caso fue una falsa biografía de Jules Verne, quien por haber tenido una niñera autónoma se dedica a la literatura. Las influencias literarias creo que son claras: el propio Verne y H.G. Wells… pero este libro también tiene mucho de Chris van Allsburg, el escritor e ilustrador de Jumanji y de un libro que se llama The Mysteries of Harris Burdick. Libro, cuyas 14 ilustraciones solo llevan un título y un epígrafe para cada imagen. Se supone que las realizó Harris Burdick y se las dio al editor de van Allsburg para que diera su opinión… y nunca más apareció. Me he basado en ciertas de las imágenes para escribir algunos de los cuentos que están en Ada Lyn. También hago una referencia al peruano Clemente Palma. Pero mi mayor influencia es Ray Bradbury, un escritor que tanto adultos como niños pueden disfrutar. 11
Entrevista Jéssica Rodríguez, editora Norma en Perú.
“La ciencia ficción habla en realidad del presente, de las relaciones con la “otredad”, lo desconocido, la influencia de las nuevas tecnologías en nuestras vidas…”. Escritora peruana de literatura fantástica. Estudió Educación en el Instituto Pedagógico de Lima y en la Universidad de Grenoble (Francia). Desde el año 2000 radica en Finlandia, donde sigue un doctorado en Filología francesa, trabaja como profesora de Lengua y Cultura y colabora como corresponsal del blog Science Fiction Awards Watch. Aunque ha incursionado en la escritura de microrrelatos, monólogos teatrales y poesía, es su narrativa para niños la que le ha brindado mayores reconocimientos. Con editorial Norma ha publicado las novelas infantiles La ciudad de los nictálopes, Lectora de sueños y Ada Lyn, en las que se aprecia su gusto por el género fantástico, especialmente por la ciencia ficción.
Anel Pérez Martínez
Libros
que con/mueven En Barataria 2019
la primera página de ¡Chao!, se narra el momento en que suena el timbre y Rebeca, al abrir la puerta, ve un ramo de flores que delata a la madre, quien nerviosa trata de evitar esa sonrisa que le ilumina la cara. En los siguientes capítulos, Lygia Bojunga escribe la historia de Rebeca quien trata, por un lado, de animar a su padre borracho de tristeza, y por otra, convencer a su madre para que no los abandone. De la misma autora brasileña, Mi amigo el pintor es una historia que habla sobre la amistad de un chico de primaria con su vecino de arriba, un artista que le enseña los sentimientos en los colores y juega parqué con él, hasta que un día muere de forma inesperada. Alrededor de su muerte se teje todo un misterio hasta que descubre, con desconcierto, que su amigo se ha suicidado, dejando en el chico un enorme vacío y, desde luego, una confusión al tratar de entender por qué alguien decide acabar con su vida. Por muchos años he usado estos libros en talleres de lectura con padres, maestros, bibliotecarios. Muchos de ellos se preguntan si en verdad son adecuados para lectores de 11 años, como se recomienda en la colección. Cuando les cuestiono por qué les sorprende esta catalogación, casi de inmediato me responde sobre la pertinencia de los temas en los libros para niños y jóvenes. ¿Y qué es lo pertinente? ¿Cuáles son las temáticas que debieran estar en los libros para niños y jóvenes? Cuando elegimos un cuento infantil, por lo general tenemos una intención, el deseo de generar un momento mágico, hermoso. Con frecuencia
elegimos temas amorosos que hagan sonreír, nos deje envueltos en un ambiente estético donde rijan la belleza, la ternura, la felicidad. Pero olvidamos que la vida —y por lo tanto la ficción— es un paquete completo, con todo tipo de emociones. Olvidamos el aprendizaje de lo monstruoso, del horror, de la injustica. Dice Cesare Pavese que “La literatura es la mayor defensa contra las ofensas de la vida”. Los libros que toman el riesgo de conmover rompen los paradigmas de la literatura condescendiente y nos obligan a sacudirnos, toda vez que los personajes sufren, ansían, se confunden. Pero sobre todo, nos invitan a revisar la posición desde la cual leemos y nos apropiamos de la lectura y desde donde pensamos a los lectores infantiles y juveniles del siglo XXI. Hacia la mitad de la novela Igual que las estrellas de Katherine Paterson, leemos que la protagonista, una niña llamada Ángela, sostiene una charla telefónica con su padre que está en la cárcel. La chica quiere avisarle que se han mudado a casa de la abuela y que no sabe dónde está su madre. En el resto del texto, Patterson nos narra la historia de un par de niños sometidos a una desolada experiencia, en un relato narrado con una destreza literaria que nos encoge el corazón página por página. ¿Por qué tendrían que incluirse diálogos como este en un libro que también está recomendado para lectores de 11 años? En voz de la propia Katherine Paterson, leemos estos libros porque las historias que nos contamos y leemos contienen las emociones más profundas de la vida, las vidas humanas. 12
En las últimas décadas de los libros para niños y jóvenes, un espacio particular lo ocupa la memoria histórica, la conciencia de la condición humana en relatos donde la atrocidad es vivida de cerca, desde los ojos de personajes de corta edad. Tal es el caso de Las maletas de Auschwitz de Daniela Palumbo. Autoras como ella tienen claro su lector, confían en sus habilidades para la comprensión de un evento histórico y para el manejo emocional. Apostando a estas competencias, Palumbo no oculta lo desgarrador del holocausto, aunque con toda la delicadeza literaria. Igualmente inquietante resulta Venganza contra las moscas de Sylvia McNicoll, novela que parte de un hecho histórico. La obra ahonda en el deseo del migrante de encontrar un lugar en una sociedad nueva que los mira como el otro, el invasor. William Alton se gana nuestra empatía, nos sentimos conmovidos por este chico de apenas 10 años que pierde a su mamá y a su hermana a causa de la peste transmitida por las moscas y por la pésima higiene en el barco que los traslada de Inglaterra, su hogar, a Canadá, en busca de una mejor situación. La vida de quien habita en la calle y la marginalidad social también son temas que han ocupado un lugar fundamental en la literatura infantil en las últimas décadas. El aprendiz de Linda Sue Park ofrece una mirada crítica al estereotipo de estos personajes. Ubicada en un contexto de la Corea medieval, esta novela de ficción histórica nos relata las aventuras de Honguito, un chico de unos 13 años que ha sido abandonado desde pequeño en la calle. Aunque Honguito tiene conciencia de su condición limitada, sueña alto y logra trascender en uno de los oficios más respetados de su cultura, la alfarería. Lygia Bojunga, Katherine Paterson, Daniela Palumbo, Sylvia McNicoll, Linda Sue Park nos conmueven con esta diversidad de temas y de aproximaciones que incluyen en sus trabajos. La fortaleza de estos libros no está en el dramatismo sino en la integración de una realidad que está ahí, al lado del libro, al lado del mito, al lado del deseo del bienestar Ana Elsa Pérez, que es solo eso, un deseo ingenuo. académica del Instituto de La LIJ contemporánea está comprometida con Investigaciones Estéticas lectores mucho más exigentes, atrevidos y que se de la Universidad Nacional arriesgan con temas que ya no pueden limitarse al Autónoma de México. público infantil. Las relaciones familiares y las reali- Especialista en estudios dades sociales forman parte de la vida cotidiana de de la literatura infantil la infancia y de su entorno social. En la medida en y juvenil, así como en que se ha democratizado la lectura, los temas nece- promoción a la lectura. sariamente se han adaptado a las nuevas realidades. Actualmente lleva los programas de vinculación de El paisaje cultural y social de la infancia hoy requiere la Coordinación de Difusión páginas donde se viva la injusticia política, la social o Cultural, donde realiza la familiar, la pobreza, la muerte, la complejidad civi- labores de gestión cultural, lizatoria que permite la creación de mundos propios. y desde donde se gesta el Los libros que conmueven son en realidad los Programa Universitario de Fomento a la Lectura libros que salvan la vida. Universo de Letras. 13
EVELIO ROSERO F.H.D. Algunas obras de literatura infantil tienen el especial encanto de hacerte conmover como lector, porque son historias fuertes y poéticas al mismo tiempo, porque desarrollan personajes muy humanos, porque tejen una magia especial con el lenguaje. ¿Cómo valoras la presencia de estas obras conmovedoras en el universo literario para niños?
Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“Con la literatura para niños siempre me sentí como otro personaje, nunca como autor”. Barataria 2019 Evelio Rosero estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Externado de Colombia. Ha ganado en varias oportunidades el Premio Nacional de Literatura y en el año 2000 recibió el Premio Norma por su novela infantil Cuchilla. Uno de sus libros pioneros en narrativa para niños, Pelea en el Parque (1991), sigue siendo un referente del abordaje de temas difíciles en esta literatura. La obra de Rosero, versátil y de pulcra calidad literaria, comprende distintos géneros literarios que combina con el periodismo.
E.R.: Son las obras definitivas, las que hacen posible seguir leyendo toda la vida. De allí que la elección de las obras a leer en la infancia sea de vital importancia. Todavía recuerdo el primer libro que me regaló mi padre a los 6 años, un libro en tapas duras y con toda suerte de ilustraciones, pero también con un gran texto en las páginas que despertaba mi curiosidad: Aladino y la lámpara maravillosa. Y había otro cuento: La ratita presumida. Desde allí la lectura dejó de ser una imposición y se hizo pasión. F.H.D.: Teresita cantaba es un texto entrañable que tiene también el encanto de la sencillez. Coméntanos un poco acerca de cómo nace este libro y la relación que tiene con tu vida. E.R.: Es un cuento entrañable que me hizo reír al escribirlo, como me ocurrió con muchos de los cuentos para niños que escribí. Los vivía, al componerlos, con más intensidad que una novela de 3 años. La vaca durmiendo en el sencillo aposento de sus dueños, que la buscan mientras tanto por todas partes creyéndola perdida, nace sobre todo de la imaginación, como si se tratara de un sueño, no de un plan o argumento predeterminado. Así edificaba esos cuentos, guiándome más por la intuición que por un plan. Con la literatura para niños siempre me sentí como otro personaje, nunca como autor. F.H.D.: Cuchilla, tu libro ganador del Premio Norma en el 2000 puede considerarse un long seller, entre otras cosas porque la historia es conmovedora; a veces no conocemos lo que hay detrás de la fachada adusta de una persona. ¿Podrías hablarnos un poco acerca de esa capacidad para explorar territorios invisibles de los personajes? E.R.: Cuchilla, como Los Escapados son obras autobiográficas; directamente nacidas de mi realidad en los colegios donde estudié. Eso les confiere otra dimensión. Cuchilla fue un profesor que existió, un profesor de biología, horrible y dañino. Sin saberlo, fue el detonante de mi novela años después. Son muchos los niños que se acercaron a mí para hablar de Cuchilla, para compartir esa obra conmigo desde hace 18 años. Y eso me ha confortado en este duro camino de la creación literaria, que es cada día más difícil. Al escuchar la opinión de los niños sobre Cuchilla o sobre cualquier otra obra, uno se da cuenta de que los niños son realmente otros creadores. Mucho más grandes. Que nunca se pierda la magia de la literatura en las escuelas y los colegios: los cuentos y las novelas son el mismo ser humano.
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ANTONIO MALPICA L.E.: Los procesos de crecimiento representan un motivo recurrente en muchas novelas juveniles. ¿De qué manera los lectores de estas edades pueden encontrar en la literatura respuestas a estas transformaciones que experimentan en ellos mismos? A.M.: Las circunstancias son las que hacen a los personajes crecer. Un personaje puede tener la disyuntiva de recluirse y caer en la inactividad. O bien toma las acciones y las determinaciones para conseguir un cambio en su vida. La transformación de Margot es previa a la novela. El carácter de la niña es de gran entereza. Ella vivía feliz con su madre y su padre y la novela describe cómo termina viviendo con su padre en el basurero. No vive amargada, hace lo que le toca. Eso es lo encantador del personaje. Es una niña íntegra, eso la conforma como una superhéroe. El chico lector se identifica en determinado momento pues ella no era así, sino que se transformó. En Soldados en la lluvia, Héctor y su hermana se ven obligados a crecer prematuramente por la muerte de sus padres. Cuando el abuelo enferma y aparece el coronel, Héctor debe tomar decisiones que no son fáciles. Deben adecuarse a una situación crítica que no necesariamente obedece a un proceso paulatino sino a temas fuertes como la guerra, la orfandad y la posibilidad de verse desamparados si muere el abuelo. Lo que más quise transmitir en ambos personajes es que los niños tienen esa fortaleza, pueden darse cuenta en poco tiempo de que la situación a la que están enfrentándose no va a cambiar por arte de magia, sino que tienen que agarrarse de lo que puedan como si estuvieran en un naufragio. Los chicos pueden enfrentarse a la fatalidad con buena cara y tratando de no resignarse a su nueva condición, trabajar para modificarla. L.E.: ¿Cuál fue el mayor reto que tuviste como escritor para encontrar la voz o las voces de Margot? A.M.: Siempre trato de que los personajes queden bien conformados y se ajusten a la historia que quiero contar y no que los personajes modifiquen la historia. No es que procure un final en específico, trato de apostarle a un final esperanzador cuando se puede. Siempre que veo que hay una posibilidad de abrir la ventana a la luz de la mañana. Mi apuesta es a favor de la reconciliación o el descubrimiento del propio valor de los personajes. Esto cumple la función de conmover para sentirte con el protagonista, no porque haya conseguido lo que busca sino por todo lo que tuvo que pasar en el proceso. 15
Entrevista Lorenza Estandía, editora Norma México.
“Mi apuesta es a favor del descubrimiento del propio valor de los personajes, de conmover para encariñarse con el protagonista, eso es lo que mueve interiormente al lector.”
Nació en la Ciudad de México en 1967. Estudió Ingeniería en Computación en la UNAM. Desde 1987 ha escrito en coautoría con su hermano Javier, diversas obras de teatro y varias han sido llevadas a escena. En 2001 publicó su primera novela infantil Las mejores alas y a partir de entonces no ha detenido su prolífica producción literaria. Ha recibido diversos reconocimientos por sus libros infantiles y juveniles como el Premio Gran Angular y el Premio Barco de Vapor, el Premio Norma y el Premio Iberoamericano de SM. Editorial Norma le ha publicado 11 de sus obras.
Nora Lía Sormani
Niños lectores, grandes detectives
Algunos pensamientos sobre la novela policial para niños en Iberoamérica
Barataria
La
2019
ficción detectivesca para adultos ha sido estudiada por grandes investigadores; sin embargo, poco se ha profundizado sobre la novela policial para niños. La abundancia de autores y libros en este territorio ofrece un panorama complejo e interesante. En la novela policial para niños figuran escritores como Jordi Sierra i Fabra (El asesino de la profesora de ciencias, Anaya y El detective, SM); Sergio Aguirre (La señora Pinkerton ha desaparecido, Norma) y Andrea Ferrari (El camino de Sherlock, Santillana). También destacan la española Sofía Rhei (El joven Moriarty y El misterio del dodo, El joven Moriarty y la planta carnívora, Norma); la argentina Gricelda Gambaro (El investigador Giménez, Loqueleo); el chileno Ramón Díaz Eterovic (R y M, investigadores, Norma). Se suman los nombres de Franco Vaccarini (Los crímenes del Mago Infierno, Crecercreando) y María Brandán Aráoz (El plan de Gabriel y Cuatro primos en la playa, Norma). Y los premiados Eduardo González con El fantasma de Gardel ataca el Abasto, El secreto de Leonardo Da Vinci; El regreso del fantasma de Gardel (Norma) y Norma Huidobro (El misterio del mayordomo, El misterio de la casa verde, El sospechoso viste de negro, entre otros). Sin duda, no se agota aquí la lista, lo que habla de un canon realmente nutrido de poéticas diferentes que abordan el género. ¿Qué caracteriza al género policial? El conocido crítico Tzvetan Todorov explica que en la base de la novela de enigma encontramos una dualidad, dos historias que conviven: la historia del crimen y la historia de la investigación. El crimen se plantea como misterio, mientras que la investigación va examinando “indicio tras indicio, pista tras pista”. Todorov agrega otro rasgo relevante:“La primera historia, la del crimen, cuenta ´lo que efectivamente ocurrió´; en tanto que la segunda, la de la investigación, explica ´cómo el lector (o el narrador) toma conocimiento de los hechos´”.
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Nora Lía Sormani. Es Licenciada en Letras (UBA). Se especializa en estudios sobre teatro, literatura y cultura para niños y jóvenes. Es miembro de Comité Ejecutivo de IBBY (International Board on Books for Young People). Fue Jurado del Premio Internacional Hans Christian Andersen en 2012. Es integrante de la Cátedra Internacional de Lectura y Escritura con sede en Cuba.
incluso el disparate, el salto al absurdo, todos aspectos fascinantes pero que arrasan con la verosimilitud racionalista. Quizás este sea el aspecto más característico. Un policial mixto que amplía y enriquece las novelas dotándolas de otro tono, sin abandonar las bondades del prototipo del género. Además, como en la novela negra, las obras para niños se centran en la caracterización de los personajes protagonistas ya que, de la mano de ellos y en empatía con ellos, el lector va atravesando y resolviendo los enigmas. Los autores saben que la clave está en el juego de la investigación, especular sobre lo que todavía no se sabe pero se sospecha; una suerte de ejercicio lúdico similar al de las adivinanzas. Quizás la curiosidad del niño por estas novelas (muy leídas en sus respectivos países) radique en el misterio y en la investigación. Esto les quita valor trágico y las emparenta más con el suspenso, el ingenio y la complicidad en el desciframiento de los indicios. Norma Huidobro sostiene: “En el desarrollo de una novela policial le doy mucha importancia a los indicios, los trabajo hasta las últimas consecuencias. Ya sabemos que la lectura de indicios sirve cuando conocemos el final. Los indicios se hacen evidentes en la segunda lectura. Esa es la trampa. Ese es el juego del relato policial”. Tanto autor como receptor, en el momento de la lectura, van construyendo la historia a la vez. Ambos, adulto y niño, participan de una construcción compartida, son cómplices activos de ese momento sagrado y único. Mientras el escritor descubre su escritura, el niño descubre su lectura, ya que leer es también recoger indicios y construir sentidos.
Existen dos grandes tipos de ficción policial. En la “clásica”, el detective es eminentemente racionalista y no se mezcla con la peligrosidad de los acontecimientos. En cambio, en la “novela negra” no hay distinción entre el investigador y los agentes involucrados en el crimen. A partir de estos dos tipos podemos pensar en formas mixtas entre la clásica y la negra; o entre el policial y otras poéticas narrativas como el cómic o el cine. Recordemos como ejemplos paradigmáticos Las aventuras de Tintín, de Hergé o la saga de Harry Potter de J.K. Rowling. En ese sentido son vigentes las aportaciones de Marshal McLuhan, quien relaciona lógica narrativa del género policial con la cultura de masas y los productos industriales de mercado. Distinguimos dos grandes líneas dentro de la literatura para niños. Una, es la literatura de apropiación, es decir, aquella que no ha sido escrita pensando en los niños, y que estos la hacen suya de todos modos. Es el caso de la recepción de las novelas del detective Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle. Y la literatura de interiorización, es decir, aquella destinada especialmente a los niños. Los creadores se colocan en el lugar del lector modelo niño y con absoluta libertad y sin condicionamientos, escriben para ellos. Son prestigiosos escritores que quieren al niño como su lector. El dramaturgo Bertolt Brecht señala en su artículo “De la popularidad de la novela policíaca” que más allá de las diferencias internas el objetivo común es que se exige del lector “un pensar lógico”. Si bien en muchos casos de la novela de detectives para niños esto se cumple, en la mayoría este rasgo se combina con lo maravilloso, lo fantástico, el humor e 17
Entrevista Nora Lía Sormani, investigadora y crítica literaria Argentina.
“Y porque el policial nos hace partícipes de la investigación; al menos eso es lo que creemos como lectores¨. Barataria 2019 Nacida en Buenos Aires, es una de las autoras más representativas de novelas de detectives para niños y jóvenes de Argentina. Desde sus comienzos en 1999, su nutrida producción literaria encontró en el policial un anclaje central. Su prosa sólida y clara dotan a su discurso narrativo de una natural fluidez para hacer avanzar la acción. A la agilidad de las peripecias se suma una gran capacidad para la construcción de los personajes y la descripción de los detalles de la trama. En sus obras El sospechoso viste de negro, El misterio del mayordomo, El misterio de la casa verde, Los casos de Anita Demare combina el suspenso con la comedia; los grandes acontecimientos con la vida cotidiana.
NORMA HUIDOBRO N.L.S.: ¿Cómo fue tu experiencia de niña con la narrativa de detectives? N.H.: Empecé a leer relatos policiales y de misterio a los 13 años. Entre los libros de mi infancia no existían los de este género. Los primeros que leí los elegí por el título. Eran libros que uno de mis tíos había decidido regalar después de ordenar su biblioteca. Entre ellos, muchos de la colección “El séptimo círculo”. El primer título que me deslumbró fue El misterio de la cruz egipcia, de Ellery Queen. Volví a mi casa con una pila de libros que leí durante ese verano. N.L.S.: ¿Por qué gustan a los niños y jóvenes? N.H.: Por el misterio. Es lo que más les interesa, ahí empieza todo. Después vendrá la resolución, pero en el medio está lo más interesante: la investigación. Y porque el policial nos hace partícipes de la investigación; al menos, eso es lo que creemos como lectores. Y porque conlleva un desafío: ¿podrá el lector “descubrir” al asesino? O lo que para mí es mejor: en caso de que el asesino sea más o menos evidente desde un comienzo, ¿podrá el lector adelantarse al “cómo”?: ¿cómo se las arregló el asesino para matar sin dejar rastros de su crimen?, ¿cómo hará el detective para llegar hasta él? El “cómo” es lo que hay que descubrir. N.L.S.: ¿Te basás en la imaginación o en hechos reales? N.H.: No recurro a los hechos reales, prefiero los de la imaginación que, en mi caso, abreva en las películas que alimentaron mi infancia. El cine y las series de televisión son los disparadores de mis libros. Ni siquiera una película o una serie completas, sino una escena, una imagen que me quedó ahí, guardada en algún lugar y para siempre y que en un momento se me planta delante de los ojos y me dispara una historia. Las conexiones con la realidad llegan solas.
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SOFÍA RHEI
Entrevista Fanuel Hanán Díaz Editorial Norma Colombia.
F.H.D.: ¿Cuáles te parecen que son los mayores desafíos al escribir una historia policial para chicos, especialmente cuando se trata de una saga como la que tienes publicada en editorial Norma? S.R.: Lo más importante es la planificación. Una novela policíaca no tendría ningún sentido si no hubiera varios sospechosos que han tenido la oportunidad de cometer el delito, así como un motivo. De manera que hay que pensar detenidamente en todas esas falsas pistas. Hay que realizar una escaleta muy detallada, con un horario cada cuarto de hora en los momentos previos al suceso por investigar. Primero, hay que saber qué sucede con cada personaje y segundo, qué sabe o qué ha visto cada personaje de los demás, ya que el momento en el que cada uno se entera de los acontecimientos es fundamental para poder narrar la historia. Además, al tratarse de una narrativa de época es necesario estudiar cómo eran las casas, las costumbres, los objetos de la vida cotidiana. Esta parte del trabajo la disfruto mucho. Algunos de los datos más relevantes acerca de los avances técnicos y científicos se incluyen al final del libro. Otro elemento importante de El joven Moriarty es el humor, que también tiene sus propias técnicas. En este caso, sirven como recurso cómico un protagonista cuyas reacciones suelen ser inesperadas y poco convencionales, la rivalidad con una hermana igual de talentosa y el contraste con su bondadoso ayudante. F.H.D.: ¿Cómo surge la idea del joven Moriarty y cómo evoluciona ese personaje detective en tu obra? S.R.: Mi editora me pidió hacer una novela que fuera un homenaje a la literatura inglesa. Le propuse varias opciones, pero ese niño malvado nos robó el corazón desde el principio. A partir de ahí fue muy sencillo escribir, casi como si ese pequeño sin empatía ya existiera en alguna parte y simplemente hubiera que traerlo. La literatura policial resulta muy atractiva para jóvenes y adultos pues requiere mayor implicación y complicidad por parte del lector. Tiene una interactividad de fábrica, podríamos decir. Sin embargo, no me interesa hacer libros que no transmitan también una reflexión sobre las naturalezas humanas, sobre la psicología, sobre las causas que producen personas muy diversas. 19
“La literatura policial resulta muy atractiva para jóvenes y adultos pues requiere mayor implicación y complicidad por parte del lector”.
Sofía Rhei. Narradora, traductora y poeta experimental española. Ha dedicado parte de su obra a la literatura infantil y juvenil, especialmente en el terreno de la narrativa policial y la fantasía. Tiene especial predilección por el humor y la ciencia ficción. Su libro El joven Moriarty y el misterio del Dodo, publicado por editorial Norma, recibió un reconocimiento del Banco del Libro. Otros libros de la serie de este detective, con su fascinante capacidad para resolver casos muy exóticos en el contexto de la Inglaterra del siglo XIX, aseguran una experiencia lectora trepidante.
Carlos Sánchez Lozano
Modos del humor
en la literatura infantil
Barataria
La
2019 Carlos Sánchez Lozano. Estudió Lingüística y Literatura en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, y Filosofía en la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido editor de Literatura Infantil y Juvenil. Actualmente ejerce la docencia y la crítica literaria.
primera reacción de empatía en los bebés es el gesto y uno de los gestos más bellos es la risa. El gesto sirve de preámbulo a las formas de comunicación más complejas de la oralidad y la escritura en los niños. Los bebés ríen primero por imitación y luego durante la primera infancia lo hacen de modo más consciente porque comprenden que la risa es un lenguaje que permite acercarse a los otros, sentir la unidad humana, sus contradicciones que van de la inmensa alegría a la tristeza o a la rabia y percibir también su vulnerabilidad. El humor es una construcción cultural a la que contribuye poderosamente la interacción social, no habría risas donde un sujeto no pueda ser objeto de burla. El primer humor nace del conflicto entre un elemento serio, con aura, y uno que lo desdice de manera abrupta, sin respeto alguno. Ver a mamá equivocarse y en lugar de ponerse un anillo en el dedo colocarse un arete, puede ser ya un motivo para reír. Este contraste gratuito activa el cerebro para la sorpresa: lo que es, quizás podría no ser… Y viceversa. Después del gesto, el primer encuentro de los niños con el humor es el gag: los golpes, las caídas, los chillidos, los choques entre personajes que ven en los dibujos animados en televisión y luego en los videojuegos constituyen una poderosa preparación para desarrollar formas de humor más sofisticadas con las que se encontrarán en la escuela. En la literatura infantil, un primer roce con este tipo de humor puede hallarse en ¡Silencio, niños!, el hilarante conjunto de cuentos de la argentina Ema Wolf. El segundo espacio cultural de descubrimiento del humor por parte de los niños es la comedia de situaciones en la que los protagonistas viven situaciones dramáticas caracterizadas por el exceso o la caricatura: ponen en aprieto a sus familiares o llevan hasta el delirio cómico un lío en el colegio o en la calle. Ejemplos de esta forma de humor se pueden apreciar en programas de televisión —El Chavo del 8 fue el ejemplo arquetípico para tres generaciones de niños latinoamericanos— y, desde luego, en libros de literatura infantil como Por culpa de 20
una S1 (Cristina Rebull), o Franz la tierna serie escrita por Christine Nöstlinger (Franz se mete en problemas de amor, Las enfermedades de Franz). La comedia de situaciones permite a los niños participar en un marco hermenéutico donde la interpretación se educa de modo progresivo: las situaciones y los diálogos cómicos constituyen un andamiaje clave para crecer como lectores autónomos, pues poco a poco se van involucrando solos en el diálogo con textos humorísticos y por eso se les verá sonriendo o abiertamente estallando en carcajadas. Libros que facilitan ese andamiaje es el clásico Solomán (Ramón García Domínguez) con su antihéroe ingenuo y generoso; En el arca a las ocho (Ulrich Hub), donde Dios encarna en un pingüino; Cupido es un murciélago (María Fernanda Heredia) en la que un niño tímido superará un primer amor accidentado. En efecto, es en la escuela y gracias a la mediación de los maestros donde se asienta un sentido cultural y crítico del humor cuyo principal puente lo constituyen los libros, en especial los álbumes, las antologías de chistes y juegos verbales y los relatos centrados en la comedia de situaciones. El hallazgo de la literatura puede ser un vehículo extraordinario para alcanzar ese afianzamiento del humor como un lugar de encuentro con las contradicciones humanas y la consecuente vulnerabilidad de las personas, al tiempo que permitirá consolidar una mirada más abierta y de sospecha sobre el mundo y de una de sus bisagras: el poder, o mejor, los poderes. El lenguaje literario basa su funcionamiento en la ambigüedad lingüística. Esta ambigüedad es el sustrato del lenguaje connotativo que da origen a un humor mucho más sofisticado centrado en los juegos de palabras, los chascarrillos, las exageraciones y, en general, el chiste verbal. Lograr que el niño entre en este universo literario de la metáfora, de la hipérbole, del doble sentido no es para nada fácil. Los niños en la educación primaria son “lectores literales impenitentes”, es decir, se centran en el nivel superficial de la historia sin sacar inferencias más complejas y por eso pierden la oportunidad de disfrutar la riqueza oculta de los textos. Sacarlos de esta limitada zona de desarrollo verbal exige la presencia de un docente (o un bibliotecario, o un padre) mediador de gran
destreza. Si no hay mediación en la comprensión lectora y reflexión sobre el lenguaje, un niño de 8 años no entenderá este chiste del maravilloso Toby, de Gabriela Cabal: El novio de mi tía viene todos los días a buscarla a la casa. A veces los dos se van a caminar. A veces se quedan en la cocina. O en la puerta de la calle. A mí me gusta ver cómo la aprieta el novio a mi tía. Mucho me gusta. Después yo voy y la aprieto a la almohada. Y a la noche mi abuelo protesta.
El humor es una construcción cultural a la que contribuye poderosamente la interacción social.
Pero el chiste verbal es apenas el primer piso de la escalera del humor. Los siguientes y más exigentes pasos son la ironía y la parodia. Llegar a estos escalones superiores del humor —donde literalmente se ataca a arquetipos del poder: el profesor, el policía, la dama adinerada— implica nuevos avances en el dominio de habilidades lectoras (las inferencias, por ejemplo, o las posturas críticas argumentadas ante el texto) y formas de interacción más sofisticadas. El acceso que facilite el mediador a textos y autores más exigentes (Pombo, Nazoa, Ungerer, Rodari, Nöstliger, Dahl) los educará en el arte de la sospecha, de la risa inteligente, del dardo que hiere a quien pretenda instaurar verdades autoritarias y la seriedad como regla de vida.
1 Este libro fue ganador del Premio Norma de Literatura Infantil en 2015. 21
Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“Parto del principio de que cualquier cosa, de que cualquier historia se puede contar a los niños con humor”.
RAMÓN GARCÍA DOMÍNGUEZ F.H.D.: Muchos lectores agradecen el humor como una nota refrescante frente a lecturas que exploran aristas de la realidad o libros del género fantástico. ¿Por qué crees que el humor puede conquistar lectores? R.G.D.: A mi entender, el niño es muy sensible y propenso a tres principios: al asombro, a lo poético y al humor. Yo suelo, al menos lo pretendo, barajar los tres, siempre acomodándolos y dosificándolos a cada historia narrada. Parto del principio de que cualquier cosa, de que cualquier historia se puede contar a los niños con humor.
Barataria
F.H.D.: ¿Cómo se construye el humor o qué mecanismos resultan potentes para construir el humor en la narrativa para niños?
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R.G.D.: Nunca abstracto pero sí deslumbrante, agudo y hasta disparatado. El niño es muy proclive al disparate, al “sinsentido”, al famoso y prototípico nonsense inglés. Bien sea en la historia o el argumento que le cuentas, bien en los personajes. ¡Los personajes disparatados les encantan a los niños! Díganselo si no a Lewis Carroll y a sus tantos y tantos personajes de su archifamosa Alicia. Ramón García Domínguez estudió magisterio en Bilbao y posteriormente periodismo en la Universidad de Navarra, donde se doctoró en Ciencias de la Información. Ejerció muy poco tiempo la profesión docente para dedicarse de lleno a sus dos auténticas vocaciones: el periodismo y la literatura. Por su obra ha recibido múltiples distinciones. Es autor de Solomán, Solomán Dos y Por todos los dioses, obras publicadas por Editorial Norma.
F.H.D.: ¿Y cómo se crea un personaje divertido? R.G.D.: Divirtiéndote con él. Con su fisonomía, con su nombre, con su manera de hablar... Sin dejarle nunca en feo, eso por descontado; riéndote con él, nunca de él. Los nombres dan mucho juego. También aquí cabe el disparate y la paradoja: un personaje mío se llama y apellida Pachi Gordo y resulta que es más flaco que un lapicero. En Norma tengo una novelita que se titula Solomán, y otra, continuación de la primera, que se titula Solomán Dos. No Solomán II (en números romanos), sino Solomán Dos, porque resulta que Dos es su apellido. ¡Toma ya! Solomán, a pesar de llevar gafas graduadas, pantalón vaquero y nos disponer de capa voladora ni rayos equis en los ojos, es un ...superhéroe. Un superhéroe que desmitifica, con humor a chorros, a los superhéroes del cine y los cómics. F.H.D.: Cuando vas a los colegios, ¿qué te preguntan los niños, qué es lo que más les gusta de tus libros? R.G.D.: No pocos me dicen que se han reído mucho con lo que cuento y con los personajes. ¡No puedo pedir más! 22
CRISTINA REBULL F.H.D.: ¿Por qué crees que el humor es importante en la vida de un niño, de un lector? C.R.: Creo que el humor es una herramienta de inteligencia. A través de él se pueden abordar temas muy serios vistos desde una perspectiva divertida y ligera. La vida es rica en situaciones humorísticas. Aún en los momentos más dramáticos se pueden producir situaciones que provocan risa. Es algo inherente al ser humano, un arma que tenemos para darnos tregua en momentos de tristeza. En cuanto al niño lector, en específico, intento colocarme en sus zapatos. Para una gran parte de los niños la vida no es tan seria como para las personas mayores, y mostrarle temas como la lucha por la identidad, la libertad individual, el abandono… a través del humor, me parece que resulta efectivo. F.H.D.: En tu libro Por culpa de una S hay muchas situaciones logradas con el equívoco, ¿cómo fue ese proceso para construirlas? C.R.: Cada historia fluye a través de su propio proceso interno. Es un proceso único e irrepetible y, hasta cierto punto, ajeno al propio escritor. En el caso de Por culpa de una S, el hecho de que la historia contara las peripecias de una familia de gemelos —tras la muerte de uno de sus integrantes—, desató un sin número de equívocos que no son otra cosa que el resultado lógico de la propia historia. Creo que así deben ser las historias, como en la vida. Nada es fortuito y cada acción tiene su respuesta. La familia de gemelos transita por la ardua tarea de descubrir quién de las dos abuelas es la que ha quedado con vida tras la discusión tonta en el cumpleaños de los niños protagonistas. Yo no descubrí ni construí nada, fueron los personajes los que entraron y salieron de sus conflictos y fueron ellos mismos quienes descubrieron la importancia de cuidar su identidad, aún siendo iguales. F.H.D.: ¿Qué formas del humor te parecen potentes en la literatura infantil? C.R.: Me encanta que el humor aflore a través del absurdo y de la farsa. Disfruto mucho que los personajes busquen soluciones a través de acciones que pueden resultar poco cotidianas, aunque potencialmente posibles. El absurdo y la farsa dan la oportunidad de respuestas y situaciones inesperadas, sin traicionar la lógica de comportamiento de los personajes. Cualquier forma de humor que se utilice debe surgir del manantial de la historia y la risa debe ser un resultado de esta, no un propósito del escritor. 23
Entrevista Fanuel Hanán Díaz, Editorial Norma Colombia.
“Cualquier forma de humor que se utilice debe surgir del manantial de la historia, y la risa debe ser un resultado de esta, no un propósito del escritor”.
Escritora cubana residenciada en Estados Unidos. Graduada en el Instituto Superior de Arte de La Habana en la especialidad de Artes Escénicas. Ganadora del Premio Norma 2015 con su libro Por culpa de una S. En su trabajo plantea situaciones humorísticas, que rayan en el absurdo, para develar un drama de la existencia. Recientemente ha publicado con Norma El príncipe de las pulgas, historia sobre el abandono que combina humor y nostalgia.
Adriana Serrano Carrasco
¿En dónde tienen lugar las historias de la literatura infantil? Barataria
¿
2019
Podríamos decir que las historias de la literatura se desarrollan en un espacio físico que se construye y se describe en la narración? ¿O quizás podríamos decir que las historias suceden en la mente del lector quien, en su experiencia de lectura va impregnando esos espacios físicos con sus propias memorias y experiencias? ¿O más bien que los espacios de la literatura se habitan a partir del encuentro entre el autor y el lector, en un espacio poético sin tiempo ni lugar, pletórico de vivencias interiores, pero no menos real que el escenario donde sucede una narración? El tema del espacio se ha abordado desde múltiples miradas y acentos en la literatura y no son pocas las historias para las que los lectores construimos escenarios vívidos que llenan nuestra memoria gracias a las habilidades descriptivas de los narradores. Hay, sin embargo, obras literarias en las que la construcción del espacio se torna difuso y ya no podemos describirlo solo como escenario de los sucesos narrados ni como escenario subjetivo producto de la experiencia y la interpretación del lector. Se trata de historias en las que la construcción del espacio se teje entre lo poético y lo topográfico; entre lo onírico y lo real. Es el caso de las tres obras sobre las que tratan estas reflexiones. En El sueño del calamar gigante, de Martín Blasco, Mi amigo el pintor y Cuerda floja,
de Lygia Bojunga Nunes, el topos, palabra de origen griego que designa un lugar o territorio, adquiere un carácter simbólico, más psíquico que terrenal y llega a adquirir un lugar protagónico o, en todo caso, debemos considerarlo como un personaje más de la historia narrada. El sueño del calamar gigante es una obra de teatro en la que se demarcan dos espacios en escena: el espacio de los sucesos en un tiempo de la cotidianidad de los personajes y el espacio onírico, en el que se suceden acontecimientos que escapan de la racionalidad práctica de lo cotidiano. El personaje principal, Julián, quien ha sufrido un accidente, yace en una cama de hospital, inconsciente, de manera que en el espacio del hospital, en el registro de lo real, vemos a su familia visitarlo y dialogar con el médico. En el espacio onírico, el inconsciente de Julián construye una historia paralela con personajes de fantasía que lo convierten en héroe de la caza del calamar gigante, en la que aparecen sus padres y su hermano convertidos en personajes fantásticos, a quienes deberá rescatar. Lo interesante de la construcción de El sueño del calamar gigante, que también veremos en las otras dos obras, es la forma en que se da el tránsito entre uno y otro espacios. Aquí, un juego de luces en escena marca el protagonismo de cada lugar y destaca a su vez el desarrollo paralelo de las dos historias, la 24
onírica y la real. Veamos cómo se dan estos tránsitos espaciales en las dos obras de Lygia Bojunga, Mi amigo el pintor y Cuerda floja. En la primera, un niño amigo de un pintor vecino que ha decidido quitarse la vida nos conduce, en este relato narrado en primera persona, a través de espacios habitados por lo sensorial. El niño y el pintor habían establecido una relación de amistad mediada por la pintura y por la simbología de los colores. A partir de la ausencia, del dolor que esto le causa y de la dificultad de los adultos para hablarle sobre el triste suceso, el niño va llenando sus espacios vacíos de sonidos, imágenes y colores, a manera de compensación sensorial. El niño, además, elabora su propia construcción simbólica de los espacios psíquicos o topográficos a partir de la simbología de los colores: Nunca pensé que el silencio fuera así, tan blanco. Y fue en ese momento cuando me di cuenta de que mi amigo había muerto y de que el blanco dolía más que el negro, ¡sin hablar del amarillo! Dolía más que cualquier otro color. (p. 12) Así, puentes sonoros y visuales marcan los tránsitos entre el espacio de las emociones del niño y el espacio de su cotidianidad habitada por adultos. Una mayor complejidad en la construcción del espacio y donde cobra un real protagonismo la veremos, sin embargo, en Cuerda floja. Esta novela, de corte psicológico, narra el tránsito de la protagonista, María, desde un mundo y un espacio que le son ajenos y que debe habitar después de la muerte de sus padres, al espacio de su propia memoria psíquica. María debe ir a vivir con su abuela en una gran casa. Desde su habitación consigue transitar a través de una ventana, real e imaginaria al mismo tiempo, con una cuerda y sus habilidades de malabarista, hacia el territorio de su propio pasado. Con sus malabares sobre la cuerda se desliza desde una ventana hacia otra, entre dos edificios, entre dos mundos, para enfrentarse a un pasillo lleno de puertas de muchos colores detrás de las cuales transcurren episodios de su pasado y el de sus padres. Abrir una puerta es abrirse a los lugares del arraigo; las puertas son, en esta obra, el umbral, el elemento que posibilita el tránsito entre dos espacialidades, que son también las formas de habitarse uno mismo y de construirse una historia propia. Para decirlo con palabras de Gastón Bachelard en La poética del espacio: Diríamos toda nuestra vida si hiciéramos el relato de todas las puertas que hemos cerrado, que hemos abierto, de todas las puertas que quisiéramos volver a abrir. Mucho podría decirse sobre la construcción del espacio en la literatura infantil y en este breve reco- Adriana Serrano Carrasco. rrido por tres obras en las que se construyen espa- Profesional en Estudios cios simbólicos, emocionales o psíquicos, solo hemos Literarios y Magíster en Esabordado una manera de comprenderlo. El libro es, tudios Culturales. Creadora de la Especialización en también, ese otro espacio que se nos abre como un Literatura Infantil y Juvenil umbral misterioso, para entrar en los territorios de de la Universidad Javerialas historias narradas y de las historias vividas, recor- na. Docente universitaria e dadas, reconstruidas, con las que volvemos siempre investigadora en procesos a sorprendentes encuentros. sociales de la lectura. 25
JOHN FITZGERALD TORRES Entrevista Fanuel Hanán Díaz Editorial Norma Colombia.
“El aula debe ser precisamente el espacio donde se acoja y propulse con mayor insistencia la imaginación del niño”. Barataria 2019 John Fitzgerald Torres autor colombiano de literatura infantil y juvenil. Magister en literatura latinoamericana. Ha realizado talleres para niños en la Casa de Poesía Silva. Su libro El club de los somnolientos enlaza de manera muy creativa cuentos breves que siguen un hilo conductor y que desarrollan diferentes modelos narrativos en un mosaico donde se enfatiza el arte de contar historias. Su novela El vértigo de los pájaros, finalista del Premio Norma, propone una búsqueda en un plano físico y emocional al interior de sí mismo y al pasado para encontrar un amor de adolescencia.
F.H.D.: ¿Existen abundantes espacios simbólicos en la Literatura Infantil y Juvenil: la psiquis, el recuerdo, la memoria, el pasado…? ¿Cómo crees que estos espacios permiten construir la ficción para niños y jóvenes? J.F.T.: En mi caso, los espacios simbólicos constituyen los diversos vértices de los personajes y se revelan como los escenarios a través de los cuales evolucionan. Para dar un ejemplo, en El vértigo de los pájaros, el personaje narrador procede al autoexilio, no para huir sino como búsqueda simbólica de sí mismo y del afecto desvanecido. Marcha a un lugar físico que alguna vez habitó su madre y a otro que lleva el nombre de la muchacha que lo ha “defraudado”. Pero es un rumbo que paradójicamente lo lleva a comprender que es en el espacio de la memoria que ha dejado atrás en donde quizás los halle. No obstante, el regreso y el reencuentro con sus amigos de colegio le descubren que también el pasado y la amistad son ahora espacios vacíos. Es en esa doble negación simbólica (o no-lugares) donde el personaje encuentra el motivo para reemprender el viaje hacia el futuro. F.H.D.: En tu novela El Club de los Somnolientos se hilvanan distintas historias en un marco narrativo que ocurre en un salón de clases común y corriente. ¿Puede ser la Escuela un espacio excepcional para recuperar el poder de la imaginación? J.F.T.: El libro mismo responde: en el escenario relativizado de la escuela, la imaginación se dispara hacia todos los ángulos del espacio-tiempo. El niño de hoy pasa gran parte de su vida en el colegio. La escuela es a un tiempo un espacio físico y simbólico en el que se asimilan normas conductuales y por supuesto conocimiento. Pero también con excesiva frecuencia se encarga de proscribir la imaginación, esa “loca de la casa”, y en medio de ejercicios, tareas, lecturas, metodologías y problemas, su desparpajo no se acomoda. Pero al expulsarla de allí se extirpa de la educación uno de sus mayores sentidos, el más decisivo. Vale la pena concebir la escuela como el espacio donde se debe emplazar la imaginación para saber qué hacer con el conocimiento, cómo transformarlo y proyectarlo. El aula debe ser precisamente el espacio donde se acoja y propulse con mayor insistencia la imaginación del niño.
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MARÍA FERNANDA HEREDIA J.R.: En muchas de tus novelas el espacio donde se mueven los personajes tiene un valor fundamental, la casa, la escuela, la ciudad… ¿Cómo planeas el manejo
M.F.H.: El espacio es ese elemento que enmarca la historia y que termina impregnándose de ella. La casa, el salón de clases o la calle donde transcurre un cuento están teñidos de atmósferas que no solo se convierten en testigos de la narración sino que inciden en los personajes. Cuando creo un espacio quiero sentir que lo reconozco y que suscita en mí alguna emoción. La luz, la oscuridad, la sensación de frío, el techo alto, una pared demasiado delgada, el eco que producen unas pisadas, todo eso aporta a crear la atmósfera que acompaña al personaje en la situación emocional que atraviesa. Con frecuencia apelo a la memoria, como cuando tras muchos años regresas a la casa en la que viviste la infancia y vuelve a ti un aroma especial, el patio en el que jugabas es un alarido, la cocina en la que viste a diario a tu madre es un golpe en el pecho, el color de una pared es un viaje a la felicidad, a la nostalgia o al terror. Soy una observadora apasionada de los elementos y me gusta hacerme la manida pregunta “si estas paredes hablaran ¿qué me contarían?”. Recuerdo detalles de mi propia vida que se convierten en detonantes de emociones: la textura de las paredes, el estampado de una sábana o los dibujos del papel tapiz en los que más de una vez creí descubrir rostros que me atemorizaban. En ese sentido, crear espacios es, para mí, tan importante como crear personajes. J.R.: Gran parte de tus obras para niños privilegian la Escuela como un espacio por excelencia donde ocurren el amor, las rivalidades y las situaciones humorísticas. ¿Qué tiene de especial ese espacio en la construcción de tus historias? M.F.H.: Sí, la escuela es un espacio habitual en mis cuentos y novelas. La razón es natural: y es que allí —en aulas, salones y patios— es donde niños y jóvenes viven momentos de descubrimientos felices como la amistad, el primer amor, las travesuras entre compañeros, el hallazgo de esa maestra o de ese maestro que marcará sus vidas, y es también donde muchos niños encuentran el miedo, el hostigamiento, la intolerancia, las relaciones de poder, el desamor y la violencia. Siempre me ha resultado sobrecogedor cómo, en el mismo espacio, se pueden tejer las historias más diversas. Cómo un salón de clases puede ser para un niño un refugio y para otro una oscura caverna. La escuela es un espacio que siempre deja huella para bien o para mal.
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Entrevista Jéssica Rodríguez, editora Norma Perú.
“En ese sentido, crear espacios es, para mí, tan importante como crear personajes”.
María Fernanda Heredia es una escritora ecuatoriana ampliamente conocida por sus obras para niños y jóvenes. Sus libros, impregnados de un especial encanto y una sabia carga emocional, conectan de manera natural con sus lectores. En 2003 obtuvo el Premio Norma por su libro Amigo se escribe con H, una de las obras de mayor circulación en la región desde su publicación. Humor, amor y sinsabores forman parte de estas historias, que retratan la cotidianidad de personajes comunes que enfrentan la vida y le devuelven al lector una incuestionable sensación de alegría.
Voces
de otras latitudes
Fanuel Hanán Díaz, licenciado en Letras por la Universidad Católica Andres Bello.
Uno
Barataria 2019
de los rasgos que consolida un catálogo versátil de Literatura Infantil y Juvenil tiene que ver con su polifonía, es decir, la inclusión de autores de diferentes latitudes que puedan ofrecer a los lectores miradas distintas del mundo, modelos de pensamiento diversos y estilos que confronten otras fórmulas narrativas, pues como todo acto de lenguaje, la literatura también refleja las estructuras de cada idioma. Sin embargo, el elemento más significativo tiene que ver con esa lupa con la que cada autor mirar la realidad, su realidad. Y de este modo, el lector puede encontrar en cada libro modos muy particulares de representar el entorno, de entender las relaciones entre las personas, de explorar problemáticas que a veces están fuera de su horizonte pero que existen. Y es que los libros nos permiten eso, viajar imaginariamente a otras ciudades, conocer personajes que exponen su idiosincrasia y aventurarnos en otros laberintos psíquicos y emocionales. Muchos lectores hemos recorrido junto a la brasileña Lygia Bojunga el campo extenso de Brasil en un viaje hacia la casa de la madrina, la vecindad de un edifico donde un pintor decide que ya no tiene sentido vivir o el edificio imaginario donde María encuentra respuestas a un dolor que ha sepultado. También hemos padecido junto a Ángela el peso de ser adulta antes de tiempo, de vivir la precaria experiencia de visitar a su padre en la cárcel o encontrar respuestas luminosas en el enigmático hombre que le enseña a conocer las estrellas. Katherine Paterson nos regala otra historia conmovedora en el contexto de un Japón feudal, de un niño que evade los horrores de la guerra en un maravilloso recinto donde aprende el arte de las marionetas. Junto con Christine Nöstlinger hemos reído con las divertidas ocurrencias de Franz, un niño al que las cosas no siempre le salen como planea. Volver a los 7 años y experimentar el mundo de las emociones y los deseos desde esta perspectiva nos abre una vez más la puerta de la infancia. Y con el atribulado Bonsái, un chico medio extraño que se va dando cuenta de cómo va creciendo a pesar de su tamaño, recorremos los contrastes que se experimentan durante ese tránsito de la adolescencia a la juventud. Otros autores que forman parte del catálogo nos aseguran experiencias literarias inolvidables, como las potentes historias de Chris Priestley, cercanas a lo sobrenatural, en el más genuino molde del terror gótico. Y con estas historias, nos estremecemos, dudamos, entramos por un momento en esa zona de lo que no se puede explicar y que nos asusta.
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Muchas historias de vida se comparten desde otras latitudes, como la de Darío, un chico considerado como la oveja negra del salón de clases, por lo que debe cumplir con un programa de labor social y es allí donde traba amistad con Andy, un chico cuadrapléjico… Dos seres muy diferentes logran construir una hermosa amistad en este viaje metafórico que nos presenta el italiano Gabriele Clima. Y es en situaciones extremas como la guerra, la pobreza y el abandono, cuando surgen historias de una gran poesía… Lo pueden asegurar los niños protagonistas de los impactantes relatos que teje hábilmente Daniela Palumbo en Las valijas de Auschwitz, un itinerario de la memoria que construye ficciones a partir de un episodio histórico cruento, el mismo telón que sirve de marco para conocer la historia de dos hermanos que sobrellevan la Segunda Guerra Mundial ocultos detrás de las paredes de una casa, protegidos a riesgo de su vida por una familia alemana. En este caso, la música se impone como una energía que puede sosegar oscuros sentimientos y como un referente fundamental para las claves que salvan a los personajes en esta historia contada por la española Ana Alcolea en El viaje de las estrellas doradas. Muchos personajes pueblan este variopinto universo de la ficción para niños y jóvenes. Algunos abren el camino para reflexiones más contemporáneas sobre sociedades poscoloniales y el racismo que aún impera, como lo hace Jurcell, el joven protagonista de Estallidos en mi cabeza del curazoleño Roland Colastica. Otros personajes protagonizan experiencias que hoy son problemas insalvables del mundo globalizado, como la travesía que hace el joven Hicham de Marruecos a España en una
inestable patera para encontrar una vida mejor; esta historia del escritor canario Ernesto Rodríguez Abad devela el triste drama de la migración. Y también hay autores que nos hablan de esas orillas insalvables utilizando recursos de la imaginación, como lo hace la italiana Anna Lavatelli en Ligera como una pluma, historia donde un niño migrante logra paliar la soledad de una mujer. En el mundo contemporáneo, los niños y jóvenes transitan un abanico amplio de búsquedas, la autodeterminación, el deseo de encajar en un grupo, respuestas al extraño mundo de los adultos… En Los Frágiles, la francesa Cecile Roumiguiére explora el mundo íntimo de Drew, un chico que siente el desprecio de su padre, con quien mantiene una relación difícil y que trata de encontrar su lugar. Con distintos planos narrativos, esta obra hilvana una historia fuerte en emociones. Desde la perspectiva de Clementina, la protagonista de una serie impregnada de humor, de la estadounidense Sara Pennypacker, diferentes episodios encuentran una forma de cuestionar la realidad y encontrar soluciones optimistas. Del portugués David Machado, El tiburón en la bañera nos regala una anécdota hilarante marcada por los juegos de palabras y el absurdo, pues para muchos lectores tener un tiburón como mascota puede ser realmente algo imposible. Voces de otras latitudes más allá del contexto latinoamericano nos aseguran una construcción del mundo más ancha y consciente de esas pluralidades, que en definitiva son pequeños espejos de lo que somos y que descubrimos al mirarnos en las páginas de cada libro.
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Barataria
Fanuel Hanán Díaz, licenciado en Letras por la Universidad Católica Andres Bello.
Leer los clásicos en el siglo XXI
2019
Una
de las constantes preocupaciones de los docentes del área de lengua tiene que ver con el hecho de que, aunque existe una moderna y amplia oferta de libro para niños, muchas lecturas necesarias y vitales para la formación lectora son libros clásicos. Sin embargo, muchas razones crean una distancia entre los lectores de hoy y estas obras, ya sea porque el contexto histórico es lejano, ya sea porque los estilos literarios son más exigentes o los tiempos narrativos más demorados. De allí que muchas veces se plantea la interrogante de ¿cómo leer los clásicos en el siglo XXI? El ecosistema lector ha cambiado notablemente. Nuevos dispositivos, la convivencia de la cultura del libro impreso y las pantallas, una mayor velocidad en los ritmos de lectura, contenidos más compactos, tendencias de consumo más interconectadas y diversidad de textos y formatos son parte de los trazos que dibujan el mapa lector contemporáneo. Aún dentro de este horizonte, los clásicos siguen extendiendo citas impostergables. Muchos de estos libros permanecen en el tiempo porque contienen esquemas universalmente amados como el viaje, la búsqueda o la exploración de lo desconocido. También son eternos porque construyen personajes que nos sorprenden por su humanidad, por su capacidad para mostrarnos lo más sublime y lo más abyecto del ser humano. Y en ellos encontramos, muchas veces, una parte 30
de nuestra propia esencia. Por eso, son lecturas necesarias y regeneradoras. ¿Cómo hacer para que los jóvenes sigan descubriendo en los clásicos ese poder universal, esa profundidad inagotable y esa fuerza vital que los caracteriza? Por su contundente reafirmación de la condición humana, estos libros siempre brindan respuestas aunque no se vaya a ellos con preguntas, siempre emocionan y siempre tienen la fuerza para instalarse en la memoria. Uno de los grandes aciertos para mantener esta conexión tiene que ver con el cuidado editorial con el que se atiende a los clásicos. Pese a que incontables ediciones de estos libros se producen en el mercado, pocas logran propiciar encuentros significativos porque son pobres y descuidadas, porque contienen traducciones envejecidas o carecen de elementos para ayudar al lector a construir el contexto en el que la obra fue creada. Hacer de los clásicos un encuentro placentero pasa por convertirlos en una experiencia estética que de entrada puedan cautivar al lector, porque le brinda una sorpresa visual en la portada. Lo sobrio asegura soluciones que invitan a tener los libros en las manos. Aunque son lecturas de largo aliento y demandan muchas veces lectores diestros, lo textos que acompañan estas ediciones son esenciales para ofrecerle al lector las claves que lo ayudarán a entrar en ese
territorio. Prólogos documentados y cálidos, biografías de los autores y cronologías trazan rutas seguras para adentrarse acompañados en estos universos. En esencia, una edición moderna no pretende ofrecer un texto depurado o resumido, sino una tra-
El ecosistema lector ha cambiado notablemente. Aún dentro de este horizonte, los clásicos siguen extendiendo citas impostergables. ducción pulcra y ágil, una tipografía gentil y la elegancia de un diseño que no genera ruido sino que hace fluir ese momento especial en el que el lector se ha hecho uno con la ficción. Los clásicos seguirán inspirando muchos momentos inolvidables y seguirán nutriendo ese caudal inagotable que la literatura esparce en el inquieto imaginario y en el ferviente deseo de aventura. Porque muchas experiencias sublimes, sobrecogedoras o terribles se sobrellevan cuando se atraviesa el umbral de estas ficciones inmortales.
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Número 20 Editor Fanuel Hanán Díaz fdiaz@edicionesnorma.com
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Empezar a leer, aprender a confiar por Micaela Chirif
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denominación “N”/Norma/Carvajal ® bajo licencia de Grupo Carvajal (Colombia). Impresión
Abril de 2019 Depósito legal ISSN: 1690-5733
Celebramos una historia que ha hecho posible la construcciรณn e infinitos proyectos lectores.
ยกPorque leer es una fiesta que no termina nunca!