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Cómo contamos los días

Y SIGNIFICADOS

Arrigo Coen Anitúa (†)

Los diversos sistemas de subdivisión del tiempo en periodos fi jos, así

como las tablas y los libros en los que se anotan los días del año, con indicación de las celebraciones, civiles o religiosas, reciben el nombre genérico de calendarios. La palabra calendario es de origen latino: calendas (calendae) era el nombre que, en la antigua Roma, se daba al primer día de cada mes, debido a la calatio o ‘llamamiento’ ritual (del verbo calare, ‘convocar’, ‘proclamar’) que en él se hacía. Esta ceremonia se remontaba a los tiempos anteriores a la adopción del calendario solar, o sea, cuando se contaba todavía por ciclos lunares, meses de novilunio o novilunio. El latín mensis, ‘mes’, tiene el mismo origen que el griego men, ‘mes’ y ‘luna’. Pues bien; ese día, el pontífi ce menor, o el que más recientemente había entrado a formar parte del colegio sacerdotal de los pontífi ces, subía al Capitolio (una de las siete colinas de Roma), a la cresta consagrada a Júpiter (la otra, la del norte, lo estaba a Juno, en su advocación de Moneta) y allí, mediante una fórmula, anunciaba cuántos días faltaban para el primer cuarto (día llamado “de las nonas”) y, por consiguiente, también los que habían de transcurrir para el plenilunio. Acostumbrados los romanos a este lenguaje, siguieron usando los términos calendas, nonas (nonae) e idus (de iduare, ‘dividir’, voz de origen etrusco), aun después, cuando, adoptado el cómputo solar (12 meses de 30 días cada uno), ya no había relación alguna con las fases lunares. El de las nonas era el noveno día antes de los idus, y éstos correspondían al decimoquinto día de los meses de marzo, mayo, julio y octubre, o al decimotercero de cualquiera de los otros meses.) Ninguno de los sistemas calendáricos utilizados por los pueblos primitivos, incluso después de la reforma ‘juliana’ (ordenada por Julio César en el año 46 a.C.), alcanzó la perfección del calendario que en México ya usaban los nahoas y los mayas cuando llegaron los españoles: el tonalámatl (de tonal(li), ‘verano’ y ámatl, ‘papel’,‘documento’), que constaba de 13 periodos de 20 días, corregido con otro, verdaderamente preciso, pero muy complejo, que combinaba un ciclo solar (19 “meses” de 20 días cada uno, más cinco nemontemi, nombre compuesto de nen, ‘sobrante’ y temi, ‘llenar’, esto es, ‘los que comple-

Imix Ik Akbal Kan Chicchan Cimi Manik

Lamat Muluc Oc Chuen Eb Ben Ix

Men Cib Caban Etznab Cauac Ahau Men Cib Caban Etznab Cauac Ahau

Nombres de los días y glifos asociados del Calendario Tzolkin –la cuenta de los días–, nombre dado a la versión maya del sincronario o ciclo sagrado de 260 días, constituido por veinte trecenas (o trece veintenas) utilizado en la mesoamérica precolombina.

tan lo que falta’), con varias observaciones astronómicas, como los ciclos de Venus y otros planetas. Cada 52 años (cuando se “renovaba” el Sol) coincidían el tonalámatl y el “siglo” solar. A guisa de curiosidad, en seguida se transcriben los nombres de las 18 veintenas del calendario náhuatl. Atlahualo ‘dejan las aguas’; tlacaxipehualiztli, ‘desuello de los hombres’; tozoztontli, ‘pequeña velación’; hueytozoztli, ‘gran velación’; tóxcatl, ‘sequía’; etzalcualiztli, ‘comida de etzalli’ (papilla de maíz y frijol); tecuilhuitontli, ‘fi esta pequeña de los señores’; hueytecuílhuitl, ‘gran fi esta de los señores’; tlaxochimaco, ‘se dan fl ores’; xocotlhuetzi, ‘cae la fruta’; ochpaniztli, ‘barrido, aseo’; teotleco, ‘legan los dioses’; tepéilhuitl, ‘fi esta del cerro’; quecholli, ‘¿fl amenco?’ (ave codiciada, de bello plumaje), panquetzaliztli, ‘izado de banderas’; atemoztli, ‘baja el agua’; títitl, ‘encogido, arrugado’, e izcalli, ‘resurrección’. Cuando los romanos se dieron cuenta de que el calendario de sólo diez meses no les funcionaba ni con los ajustes que con mucha frecuencia le hacían para que les coincidiera con las estaciones del año, decidieron agregarle dos meses; así a martius (principio de la primavera, ‘primer verano’), aprilis, maius, junius, quintilis (posteriormente julios, sextilis –después augustus), september, october, november y december, se les sumaron januarius y februarius; pero a Numa Pompilio se le ocurrió pasar los dos últimos meses al principio de la cuenta del año, con lo que el séptimo, el octavo, el noveno y el décimo meses vinieron a dislocarse y ahora cualquiera de ellos cae dos lugares delante de lo que su nombre indica.

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