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Los maestros en el arte
Y ARTESANOS
Fernanda Otero Ríos*
www.discursovisual.net Hablar de arte implica abordar un concepto vivo, que cambia y se transforma a partir de la sociedad en que se produce y las necesidades y valores de ella. Abordar un tema tan vasto como éste es complicado, ya que, para empezar, se carece de una definición cerrada y absoluta sobre lo que es arte: “tal palabra puede significar muchas cosas distintas, en épocas y lugares diversos” (Gombrich, 1999: 15). No obstante que la definición actual de este vocablo sigue en debate, hay miles de obras que han entrado a los anales de la historia como piezas relevantes no sólo por su valor histórico, sino también por su valor expresivo y estético.
por supuesto, aquello que históricamente se considera arte tiene que ver con un sinnúmero de variables que, por su complejidad, son más bien dignas de una tesis que de un artículo como el presente. Entre estas variables se cuenta la supervivencia de la obra de arte, ya que muchas piezas valiosas no han logrado llegar hasta nuestros días y sabemos de su existencia gracias a menciones hechas de ellas por historiadores o escritores.
Así pues, el proceso del arte como concepto y de hacer arte como creación ha cambiado y evolucionado junto con el ser humano y su complejidad expresiva, simbólica y social. Los primeros registros que se conservan consisten en pinturas rupestres; y aunque con casi total seguridad, las primeras manifestaciones artísticas se deben haber relacionado con la música y la danza, al ser expresiones efímeras, no ha llegado hasta el presente la información que nos permita conocer la naturaleza de dichas representaciones, así que la historia del arte se ha volcado, en la mayoría de los casos, a las manifestaciones plásticas que poseen una cualidad casi permanente.
Muchos de los objetos encontrados antes de la invención de la escritura producen asombro, tanto por su antigüedad (casi cuarenta mil años), como por su calidad expresiva y su intención comunicativa, la cual está rodeada de conjeturas sobre sus funciones mágicas, religiosas, didácticas e informativas. Lo que es un hecho es que, ya desde los albores de la humanidad,
* Licenciada en Comunicación Visual por la Universidad de la de la imagen visual por el Instituto Cultural Helénico. Posee experiencia en bachillerato del ITESM.
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superior
el ser humano desarrolló cualidades plásticas y creativas que iría perfeccionando a lo largo de los siglos.
Como ha sucedido en el ámbito de los conocimientos plásticos, el ser humano también ha evolucionado en los ámbitos tecnológico, social y filosófico: pasó de una vida nómada a una sedentaria, y sus descubrimientos y aprendizajes empíricos fueron la clave para el desarrollo de las grandes civilizaciones que marcarían, al menos en la cultura occidental, las bases y los principios ideológicos, religiosos, artísticos y hasta lingüísticos de la civilización moderna. Desde Mesopotamia hasta Roma, pasando por Egipto y Grecia, el arte se ha nutrido de los conocimientos producidos por la experiencia de aquellos creadores, que, con base en la experimentación, la curiosidad y el ingenio, han desarrollado desde nuevas maneras de producir pigmentos y colorantes, hasta innovadoras técnicas y herramientas para manejar los materiales y hacer con ello más eficiente la creación artística.
Cuando nos enfrentamos a obras de arte de la Antigüedad, las admiramos por diversas razones; sin embargo, sus creadores han quedado en el anonimato, pues carecían de la importancia casi sagrada que hoy les atribuimos. Este personaje, que seguramente tenía el mismo rango que quienes trabajaban la piedra, la madera o el metal, no poseía una trascendencia especial, a menos que su trabajo sobresaliera por su perfección técnica; es así como surge el término de maestro, definido como “Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de RAE, 2014). Aunque ésta no es la única su clase” ( acepción que se le atribuye en nuestros días a la palabra, sí podemos intuir que su origen se encuentra en esta primera definición.
Es así como empieza el proceso de enseñanza informal, al menos dentro del mundo de la artesanía y el arte. Los oficios se transmitían de padres a hijos, y éstos estaban obligados a aprender el oficio familiar, no sólo para ayudar con la economía del hogar, sino porque serían los herederos del negocio cuando sus padres fallecieran o ya no pudieran seguir trabajando. Sin embargo, no todos los artesanos eran considerados maestros, y, por lo tanto, no todos los que aprendían el oficio tenían la fortuna u oportunidad de aprender del mejor, a menos que pertenecieran a su familia. Este tipo de enseñanza informal se basaba, por supuesto, en la observación más que en una enseñanza como la conocemos hoy en día y, de hecho, esto iría cambiando al pasar los años.
Tal vez uno de los primeros cambios sustanciales surgió en la Edad Media con la formación de los gremios de artesanos:
Los gremios consistían en corporaciones de trabajadores integradas por artesanos de un mismo oficio cuyo fin era defender sus intereses profesionales. Entre sus objetivos estaban conseguir un equilibrio entre la demanda de obras y el número de talleres activos, garantizar el trabajo a sus asociados, mejorar su bienestar económico y los sistemas y técnicas de aprendizaje del oficio. En cierto modo, los gremios fueron un precedente de los colegios profesionales y de los sindicatos modernos que agrupan a individuos de la misma profesión (Otero, s/f).
Estas asociaciones normalmente eran reguladas y controladas por sus propios integrantes, pero había ciertos representantes, que solían ser maestros de su oficio y ocupaban un lugar importante dentro de los gremios, ya que eran reconocidos por los individuos de su profesión como extraordinarios artífices y por ello gana- ban el respeto y admiración del resto de los miembros. No obstante, tampoco debe olvidarse que todavía en ese momento los pintores y escultores eran considerados artesanos del mismo nivel que los carpinteros y los herreros, por lo que no gozaban de un trato o estatus especial dentro de la sociedad.
El estatus del artista como lo conocemos en l a a c t u a l i d a d s u rg i r í a h a s t a e l R e n a c i m i e n t o
XV), momento cumbre en el que los artistas se (s. separarían a sí mismos del resto de los artesanos por considerarse intelectual, técnica, social y espiritualmente superiores a los demás, y también es ese el momento en que el nombre del artista se transforma en algo relevante y empieza a guardarse constancia de la autoría de la obra.
Así pues, es en esa época cuando los pintores, escultores y arquitectos se separan del resto de los artesanos y aparece el término de artista, con un significado más cercano al que usamos hoy en día. El artista del Renacimiento era por lo general un hombre talentoso, sumamente preparado en términos intelectuales, con relaciones importantes en los círculos de poder; además, gozaba de una habilidad técnica y estética multidisciplinaria que abarcaba la pintura, la escultura y la arquitectura, en un nivel elevado de
perfección y maestría. De esta época datan los nombres que nos resultan más familiares, de los así llamados grandes maestros del arte: Leonardo, Rafael, Miguel Ángel, Botticelli, Tiziano, entre otros, tradición que de alguna manera se conserva hasta nuestros días.
Entre las grandes figuras renacentistas podemos mencionar a infinidad de artistas, pero, como casi siempre pasa, el nombre de los maestros de estos grandes queda con frecuencia en el olvido o tiene menor resonancia que el de sus destacados pupilos. Tal es el caso de Filippo Lippi, quien fuera la principal influencia y maestro de Botticelli, a su vez alumno de Masaccio. Curiosamente, años después, Botticelli sería maestro de Filippini Lippi (hijo de Filippo), quien heredaría gran parte del estilo de su maestro. “Se dice que Lippi fue tan amado en Florencia, que c o n o c a s i ó n d e s u f u n e r a l m u c h a s t i e n d a s p e r m a n e c i e ro n c e n d a s r m a n e c i e ro n c e d a s p e r m a n e c i e ro n c e r r a d a s ” ( Vi r t u a l U ff i z i a d a s ” ( Vi r t u a l U ff i z i Gallery, 2007). llery, 2007).
En esta época, se inició el trabajo en los talleres artísticos, por lo que el maestro no se dedicaba de manera única a instruir a su pupilo; por lo común, contaba con más de un aprendiz, así que el artista trabajaba en los encargos de su mecenas y, con base en el ejemplo, en el proceso enseñaba a sus discípulos, quienes eran poco a poco encargados de trabajar en algunas partes de la obra. Por ello, el trabajo artístico terminaba siendo más bien una especie de trabajo colectivo, en el que el maestro permitía a sus aprendices hacer partes más o menos importantes de la pintura a partir del grado de habilidad y sensibilidad mostrado.
Como ejemplo de esto tenemos a Rafael Sanzio, más comúnmente conocido como Rafael (estudiante de Pietro Perugino), quien “llegó a tener un taller con cincuenta pupilos y ayudant e s , m u c h o s d e l o s c u a l e s l l e g a r í a n a ser después importantes td é i ta ser espués importan a r t i s t a s p o r s u p r o - ra r t i s t a s p o r s u p r pio derecho. Fue, upio derecho. F
Rafael, La escuela de Atenas, 1509-1512
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Rafael Sanzio, Autorretrato, 1506
posiblemente, el mayor taller reunido bajo el magisterio de un único gran maestro de la pintura, y mucho mayor de lo habitual. Incluía destacados pintores provenientes de otras regiones de Italia, que probablemente trabajaban con sus propios equipos como subcontratistas, así como aprendices y obreros” (“Rafael Sanzio”, 2016). Lo anterior, en muchas ocasiones, dificulta establecer la autoría de las obras renacentistas, pues, aunque el encargo se hacía a un individuo determinado, se sabe que el trabajo en los talleres solía ser colaborativo, ya que era parte de la enseñanza que allí se ofrecía.
Este método de enseñanza aprendizaje continuó practicándose de manera regular en el mundo del arte durante los siguientes siglos. El maestro era entonces un individuo que dominaba de manera extraordinaria la técnica de su especialidad, ya fuera pintura o escultura o arquitectura, o el conjunto de éstas, y acogía en su taller a uno o más pupilos que se volvían a la vez estudiantes y ayudantes del maestro. Este último compartía sus conocimientos sin mediar una metodología de enseñanza establecida, pues esto ocurría de forma empírica: el pupilo observaba al maestro y luego ponía en práctica lo aprendido en la observación, y, por su parte, el maestro efectuaba las correcciones pertinentes al trabajo del aprendiz.
Sin lugar a dudas, esto resultó eficiente en el mundo artístico; sin embargo, había que poseer ciertas habilidades y conocimientos antes de ser admitidos por el dueño del taller como aprendices. Estas habilidades sólo podían adquirirse de manera autodidacta por el interesado, a menos que hubiera nacido en el mismo gremio de artistas y el padre decidiera enviar a su hijo, después de algunos años de enseñanza básica en el seno familiar, con un maestro más dotado y hábil que él, lo que hacía que la educación artística fuera limitada y sólo pudiera acceder a ella un grupo selecto de individuos que tenían contacto con el mundo del arte.
Si bien es cierto que, en la actualidad, en la mayoría de las universidades de bellas artes del mundo se exige a los estudiantes presentar una carpeta de trabajo para lograr su admisión, también es cierto que existen un sinnúmero de academias grandes y pequeñas que imparten clases de iniciación artística para todo aquel que quiera aprender, sin importar su nivel de habilidad o sus conocimientos previos. Así, es un hecho que la educación en este ámbito ha cambiado desde aquellos tiempos en los que las posibilidades quedaban limitadas en gran medida por el gremio en el que se nacía, pero ha sido un largo proceso. Los cambios en la educación y la f o r m a c i ó n a r t í s t i c a s e s u c e d i e ro n a l p a s a r l o s años, junto con los cambios en el pensamiento reinante y en la estructura social.
Aunque las primeras universidades y centros de enseñanza surgieron en Europa alrededor del siglo XII, en estos espacios se impartían conocimientos generales más que especializados; por ello, era importante después ser aprendiz en la disciplina que deseaba ejercerse. Con el paso de los años, comenzaron a impartirse de manera sistematizada y estructurada, especializaciones y contenidos didácticos en materias específicas. El arte no fue una excepción, y poco a poco empezaron a surgir las academias de Bellas Artes, en las que se impartían clases de dibujo, pintura, escultura, entre otros, por lo que la figura del maestro se diversificó y comenzó a hacerse más completa: se buscaban individuos que, además de dominar una disciplina específica, tuvieran la capacidad de compartir sus conocimientos y establecer estrategias de enseñanza que posibilitaran a los alumnos tanto el dominio de la técnica, como la comprensión intelectual y sensible que el arte conlleva.
Una institución que cambiaría para siempre la enseñanza de las disciplinas artísticas sería la Bauhaus, fundada por Walter Gropius en 1919 en Weimar, Alemania. Esta escuela de artes, artesanía y arquitectura es considerada como la priXX mera escuela de diseño, y a inicios del siglo revolucionó la manera de concebir la enseñanza de las disciplinas artísticas, que hasta ese momento seguían más bien la línea tradicional: el maestro dictaba los parámetros que el estudiante debía seguir sin cuestionamientos.
La escuela de la Bauhaus supuso, ante todo, una revolución en los métodos de enseñanza. Entre sus cualidades más apreciadas se encontraba el deseo de unir arte y vida; la experiencia de una vida artística completa […] En los orígenes de la Escuela se prescindió incluso de la clásica relación profesor-alumno, desterrando estos términos de sus aulas. En el afán por eliminar los vestigios de una enseñanza considerada anquilosada, se hablaba de maestros, discípulos y aprendices […] Este hecho […] se consideraba adecuado a la nueva educación, amoldándose a la premisa de una escuela donde confluía la enseñanza de oficios en talleres artesanos con la enseñanza artística (Prieto, 2005: 329).
Algunos de los grandes maestros de la Bauhaus fueron también importantes artistas vanguardistas. Uno de los más trascendentes en el desarrollo de la ideología de la escuela fue el pintor suizo Johannes Itten, quien, a pesar de su corta estancia en ella (de 1919 a 1923), se encargó de desarrollar el curso que orientaba a los alumnos antes de decidir el taller al que querían ingresar.
Este curso, conocido como Vorkus, introducía al alumno en la experimentación con los materiales más diversos y entonces ajenos a las prácticas plásticas: acero, cuerda, material textil, fotografías, madera o cristal […] Aparte de ser el encargado de este curso inicial, Itten dirigió diversos talleres hasta 1923, los de metal, pintura mural y pintura en vidrio (“Johannes Itten”, 2004).
Serge Lachinov en commons.wikimedia.org
y escritor suizo
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Johannes Itten, El cantante Bach (Helge Lindberg), 1916 Itten usaría como base e inspiración para desarrollar su propio método didáctico y el cual marcaría el enfoque hacia la abstracción y la geometría tan característico de la Bauhaus.
Itten no fue el único artista famoso que impartió clases en esta institución, también Paul Klee, Laszlo Moholy-Nagy y Wassily Kandins- ky fueron profesores de la Bauhaus. Ellos aportaron sus conocimientos y sus nociones compositivas, teóricas y prácticas, lo cual marcaría fuertemente el estilo y el pensamiento desarrollado en la Bauhaus, que, como es sabido, constituye un hito en el ámbito del diseño y la comunicación visual en el mundo.
Por supuesto, Europa no es el único lugar que posee importantes ejemplos de maestros en el arte. En México, tenemos varios grandes que han compartido su conocimiento con las generaciones más jóvenes, ente los cuales, tal vez los más famosos sean Frida Kahlo y Diego Rivera, pero me gustaría hablar de David Alfaro Siqueiros. Su formación, como la de la mayoría de los XX, tuvo lugar en la artistas mexicanos del siglo Academia de San Carlos, que es quizá la institución artística más antigua y con mayor prestigio en nuestro país. Revolucionario activo y con una ideología y militancia comunistas, Siquei-
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Paul Klee Maestros de la Bauhaus
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Lazlo Moholy-Nagy
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Wassily Kandinsky
La formación de Itten había sido originalmente en matemáticas y ciencias naturales, pe- ro después tomó clases de dibujo y pintura en la Academia de Arte de Stuttgart, con Adolf Höezel, quien a su vez era un artista famoso por su metodología de enseñanza en pintura, teoría del color y elementos de la composición, y al que se considera protagonista en la aparición de la abstracción y el modernismo. Es indudable que la fama de Itten como un maestro poco convencional, enfocado en la espiritualidad de la obra y en métodos de enseñanza innovadores, tuvo su origen en el método didáctico de Höezel, que
Frida Kahlo F id K hl
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Diego Rivera Di Ri
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David Alfaro Siqueiros D id Alf Si i
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David Alfaro Siqueiros, Retrato de la burguesía,D idAlf Si i R dlb í 1939-1940 19391940
ros fue uno de los artistas más honestos ideológicamente que ha tenido México.
Aunque él, como el resto de los muralistas mexicanos, nunca impartió clases de manera formal en ninguna institución, no puede dejarse de lado el hecho de que todos los grandes muralistas de nuestro país, como Rivera, Orozco y el mismo Siqueiros, forman parte fundamental de la visión educativa impulsada por José Vasconcelos entre 1921 y 1924, pues los convocó para educar a las masas por medio del arte. Los temas revolucionarios y de identidad nacional son por ello abundantes entre estos artistas, quienes (al menos en el caso de Orozco y Siqueiros) vivieron la Revolución mexicana en carne propia formando parte de sus filas, lo que les otorgaba una visión real sobre el movimiento y las condiciones de vida de la población.
Si bien nunca tuvo un pupilo como tal, Siqueiros impartió conferencias, talleres y seminarios. Tal vez su impacto más notable es el que produjo en el pintor estadounidense Jackson Pollock: “Jackson Pollock tiene una enorme deuda con el muralista mexicano David Alfaro
Siqueiros, pues fue de quien Pollock aprendió el action painting y el dripping, estilos que desarrolló y por los que se distinguió” (Paul, 2012). Además, en su proyecto más grande, el Polyforum Cultural, Siqueiros reunió a un gran equipo de artistas y técnicos, los cuales quedarían marcados por la técnica e ideología del pintor.
Si bien es cierto que en nuestro país se establece la Academia de San Carlos a finales del XVIII y que desde entonces ha sido un foro siglo medular en la enseñanza artística nacional, también es un hecho que la visión educativa de las artes ha ido evolucionando y modernizándose, como ha sucedido con las distintas ideologías. Mientras tanto, los maestros que imparten cátedra en diversas instituciones han tenido que moverse y avanzar al mismo ritmo, ajustándose siempre a los cambios, o, en los casos más notables, proponiendo los cambios para no caer en el rezago estilístico, y poder desvirtuar la idea de que el muralismo mexicano era la única opción para reflejar la realidad nacional.
Han sido los maestros, artistas famosos o no, quienes han promovido incansablemente la educación artística en las escuelas de educación básica como parte fundamental del desarrollo humano, y son ellos los que se han esforzado por dar a conocer la importancia del arte en la vida cotidiana, así como sus alcances, no sólo estilísticos, sino espirituales y comunicativos, como una parte fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico y el desarrollo emocional que no debe faltar en cada ser humano.
Así, seguimos encontrando maestros de arte en todos los niveles y en todos los ámbitos, desde grandes artistas que toman pupilos a su cargo como Enrique Carbajal (mejor conocido como Sebastián) o Francisco Toledo –quienes además apoyan a su comunidad por medio de fundaciones que promueven y proyectan el quehacer artístico del lugar en que residen–, hasta maestros que imparten clases de manera regular, que tienen formación artística pero vocación magisterial. Son ellos, los profesores anónimos que enseñan sobre composición, sobre color, sobre el uso de algún material, que profundizan en una técnica o simplemente enseñan historia del arte, los que logran motivar y fascinar a sus estudiantes para acercarse al arte, los que dan el impulso necesario para que un joven decida ser artista y contribuir con ello a hacer de este mundo un lugar mejor.
Referencias
GOMBRICH, E. H. (1999). La historia del arte. México: Diana. JOHANNES Itten (2004). En Biografías y vidas [en línea]: < w w w. b i o g r a f i a s y v i d a s . c o m / b i o g r a f i a / i / i t t e n . h t m > [consultado: 27 de marzo de 2016]. OTERO, L. (s/f). ¿Qué eran y cómo surgieron los gremios medievales? [en línea]: <www.muyhistoria.es/curiosidades/preguntas-re s p u e s t a s / q u e - e r a n - y - c o m o - s u rg i e ro n los-gremios-medievales-381416561529> [consultado: 26 de marzo de 2016]. PAUL, C. (2012). Pollock aprendió de Siqueiros la técnica que lo encumbró. En La Jornada, México, 6 de enero.
Disponible en: <www.jornada.unam.mx/2012/01/06/ cultura/a02n1cul> [consultado: 27 de marzo de 2016]. PRIETO, S. (2005). La Bauhaus: contexto, evolución e influencias posteriores. Tesis de doctorado. Madrid: Universidad
Complutense de Madrid. Disponible en: <biblioteca. ucm.es/tesis/bba/ucm-t28502.pdf> [consultado: 26 de marzo de 2016]. VIRTUAL Uffizi Gallery (2007). Filippino Lippi [en línea]: <www.virtualuffizi.com/es/filippino-lippi.html> [consultado: 26 de marzo de 2016]. RAFAEL Sanzio (2016). En Wikipedia: <es.wikipedia.org/ wiki/Rafael_Sanzio#cite_note-57> [consultado: 26 de marzo de 2016]. RAE, Real Academia Española (2014). Maestro. En Diccionario de la Lengua Española (23ª ed.) [en línea]: <dle.rae. es/?id=Ns5vHZY>.