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Anales del comercio del piano en el México decimonónico

del aula

Anales del comercio del piano

EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO1

José Ángel Barquet Kfuri*

Shutterstock En este artículo presento una de las propiedades de la tradición del piano en México durante el siglo XIX, 2 la de su comercio, haciendo una reconstrucción de su memoria cronológica, la cual comienza desde que el piano es transportado vía marítima en 1786 para su venta en nuestro país, y la concluyo con su desarrollo en este rubro a lo largo del siglo XIX.

El piano, legado concertador entre España y México

3El entonces conocido como pianoforte, legado de España a México al igual que sus predecesores, los teclados medievales y renacentistas, llega desde la época colonial para quedarse y arraigarse como parte de nuestra cultura y de nuestra identidad. La fuente más antigua que se

1 Con todo mi amor dedico este artículo a mi madre, Sara Kfuri

Chijen (1940-2017). * Doctorante del Programa de Maestría y Doctorado de la

UNAM, gracias al apoyo del Conacyt y de la propia UNAM como becario. 2 Véanse los artículos anteriores: Barquet, 2014b; y Barquet, 2015. 3 Pianoforte y fortepiano son términos equivalentes y en la opinión de esta fuente se aplican para los instrumentos hechos antes de 1830 o para copias recientes de ellos. Tales instrumentos se diferencian del piano moderno, además de su aspecto, en su tacto, en su peso, y en el timbre que resulta al ejecutarlo. Véase: Cole, s. a. conoce y da noticia por primera vez sobre su llegada a México data de 1786 y ha sido proporcionada por Gabriel Saldívar, al hallar un anuncio comercial que da cuenta de la presencia de un mercader que en la calle de la Monterilla** vendía pianofortes ingleses y alemanes “de excelentes voces, las que varían de diferentes modos desde muy fuerte hasta pianísimo, por medio de algunos registros, imitando uno de ellos el arpa con mucha propiedad” (Saldívar, 1987: 236).

Es probable que los pianos publicitados por este comerciante capitalino fueran los precursores de los pianos verticales, es decir, los cuadrilongos, nombre que se les da en ese tiempo, ya que se podían transportar sin mayor problema de mudanza a cualquier parte de la Nueva España por poseer poco peso y volumen (Saldívar,

** Actual calle de 5 de febrero en el Centro Histórico de la

Ciudad de México [N. de la E.].

1987: 236). Por la Gaceta de la ciudad de México se sabe que, desde finales del siglo XVIII, en la entonces Nueva España existe el mercado de importación europeo de pianos, pero además se establece el de manufactura hecha en tierras mexicanas, el cual inicia con dos fábricas, una que opera en la ciudad de Durango en 1793 y la otra en la ciudad de México en 1796. En esa etapa también se tiene noticia de Adan Miller, quien aparte de hacer claves, se ocupa del comercio y fabricación de pianos entre 1790 y 1795 (Velazco, 1982: 210; Malmström, 1977: 19).

Saldívar afirma que la fábrica de pianos hechos en la entonces capital de la Nueva España pertenece a Manuel Pérez, establecido en 1796 en la calle de la Monterilla número 8, la misma donde diez años antes se comercializan los pianofortes de importación inglesa y alemana. Por falta de información más precisa, no se puede especificar si éste es el mismo comercio establecido en 1786 y del que el propio Saldívar da cuenta, tampoco se tiene la certeza de quién fuese el dueño en esa fecha (1987: 235). En 1794 en Veracruz se venden pianos alemanes fabricados en Augsburgo. Cinco años más tarde, en 1799, Jorge Velazco compara el costo de un piano de buena calidad, cuyo valor es de 400 pesos, con el alquiler de una casa cerca del Zócalo capitalino, la cual oscila entre los 500 y 600 pesos (1982: 210). Para 1800, los pianofortes se importan desde España (1982: 210) y para 1804 específicamente, Cartagena de Levante ofrece pianofortes de imitación inglesa, considerados como los de más alta calidad (Saldívar, 1987: 236; Velazco, 1982: 210).

E l p e r i o d o c o m p re n d i d o e n t re 1 8 0 5 y 1 8 1 5 puede considerarse como la etapa en la que la práctica del piano y de su música abunda y se generaliza, lo cual detona una empresa en torno a su fabricación, importación y mercado, que en términos generales se puede calificar de exitosa, y está respaldada por la amplia publicidad del periódico a lo largo de ese siglo (Mayer-Serra, 1941: 16).

En la obra de Miguel Lerdo de Tejada, Apuntes históricos de la heroica ciudad de Veracruz (1858), se afirma que las importaciones desde prácticamente el inicio del dominio español y hasta poco antes de que éste concluyese en la Colonia, es decir, durante casi tres siglos, se llevaron a efecto a través del puerto de Veracruz (1858: 192). En esta valiosa obra, se revela que el envío y el comercio de mercancías diversas entre España y la Nueva España abarcaban la importación de los fortepianos a través de este lugar. Tal organización del comercio trasatlántico se sustentaba en “diversas leyes ó reales órdenes” (1858: 192). De esta forma, Veracruz se convierte en el escenario protagónico e indispensable para las importaciones de los pianofortes europeos a México, los cuales lideran el mercado desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, y cuya transportación es posible, gracias al apoyo de diversas embarcaciones provenientes principalmente de España, así como de otras partes de Europa (véase ilustración 1).

Al acontecer la Independencia de México en 1821, se establece un nuevo orden gubernamental, que, con el paso del tiempo y durante varios años, acarrea serias repercusiones como el bloqueo de la entrada de los pianos a México a través de Veracruz. Cercano al inicio del movimiento independentista, se tiene noticia del piano y de su comercio, cuando el Diario de México, periódico de la capital del país, informa sobre una nueva fábrica de pianos perteneciente a don Juan Manuel Mármol, llegado de Sevilla y quien también construye claves (Saldívar, 1987: 235-236). Para el 1 de abril de 1810, el mismo medio anuncia la venta de “unos fortepianos […]. Se darán precios muy cómodos” (MayerSerra, 1941: 17).

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Ilustración 1. Buque de guerra español Santísima Trinidad (1768) 4 Uno de los tipos de embarcaciones que pudieron arribar al puerto de Veracruz desde España y otras partes de Europa, transportando los pianofortes como parte de su carga. Este buque pesaba aproximadamente 3950 toneladas.

Un ejemplo proporcionado por el mismo Mayer-Serra sobre dicha publicidad y mercado del piano en México durante el periodo 1805-1815 da constancia también del mercado de teclados musicales medievales y renacentistas, que aún subsisten a principios del siglo XIX. La lista destaca un clave-fortepiano inglés inventado por Clementi, así como un clave-fortepiano del 5mencionado Adan Miller. El piano, de preferen-

4 Véase: “History #4…”, 2015. Sirva la inclusión de esta imagen como homenaje a España, por ser el país que lega a México el piano. 5 Véase la lista completa en: Mayer-Serra, 1941: 16-17. Sobre el clave-fortepiano inglés que se destaca de la lista, es muy probable que lo haya creado el propio Muzio Clementi, gran pianista, compositor y tecladista, radicado en Inglaterra desde 1774, quien construía también pianofortes ingleses. ¿Cuál habrá sido el destino de este instrumento? Véase: Instrumentos…, 1983: 57. cia inglés, es el que se impuso finalmente en el gusto, en la distinción cultural y en el mercado novohispano, desplazando por su mecanismo superior a sus antecesores (Mayer-Serra, 1941: 17). La obra anteriormente citada de Lerdo de Tejada (1858) recupera documentos de las Balanzas del Comercio Marítimo de ese tiempo. Puntualmente, la balanza número 23 del año 1810 y la balanza número 24 del año 1811 registran la llegada de España a México de los fortepianos a través del puerto de Veracruz durante el Virreinato. La balanza 23 declara la llegada de veintiséis fortepianos, los cuales suman un total de 5200 pesos de ese tiempo (Lerdo de Tejada, 1858: 428, 431). Mientras que la balanza 24 registra 10 fortepianos, que suman un total de 2800 pesos y ciertamente llegaron desde España, pero que fueron adquiridos en otros países de ese continente no especificados (Lerdo de Tejada, 1858:

441, 443-444). Asimismo, es importante resaltar que las dos Balanzas marítimas mencionadas datan respectivamente de los años 1810 y 1811, época en la que se inicia el movimiento de Independencia de México, y constituyen pruebas fehacientes del mercado de importación realizado en torno al fortepiano.

Al consumarse la Independencia a finales de 1821, México endurece las relaciones con España y prohíbe la llegada de sus mercancías y de sus buques al país, a la vez que abre fronteras a la libre importación con el resto del mundo (Lerdo de Tejada, 1858: 201). El mismo año de la abolición al monopolio comercial español, es decir, en 1821, se hallan anuncios de pianos de importación inglesa (Velazco, 1982: 210). El comercio con España se reanuda quince años más tarde, en 1836, una vez firmado el tratado de paz entre el país ibérico y México (Lerdo de Tejada, 61858: 202).

A partir de 1824 los sucesivos gobiernos independentistas de México, imponen una serie de prohibiciones laberínticas a la importación de diversos artículos extranjeros, por medio de aranceles y leyes (Lerdo de Tejada, 1858: 201-203, 7208, 211-213). Ejemplo de ello, para el caso de la música, fueron las “cuerdas para instrumentos músicos”, prohibidas por la ley del 22 de mayo de 1829 (Lerdo de Tejada, 1858: 205). Aguilar contribuye a la reconstrucción de la historia del comercio del piano en el México decimonónico y, citando a Mentz, afirma que, en los años 1830, la ciudad de México se distinguía en “el rubro de la construcción de pianos”, a través de un taller especializado establecido en 1834 por el ale-

6 México, emergente Estado-nación, interrumpe por motivos bélicos su comercio marítimo con Francia de 1838 a 1839 y con Estados Unidos de 1846 a 1848 (Lerdo de Tejada, 1858: 202). 7 Véase el capítulo IX de esta obra. mán Federico Schönian “en los bajos de la calle 7 de la calle de Tacuba” (Mentz et al. apud Aguilar, 2011: 78).

La empresa de Schönian prosperó durante veinticinco años (1834-1859), hasta su traspaso hipotecario en 1859, al recibir “un préstamo de la importante casa comercial y sobre todo repertorio de música Wagner y Levien” (Mentz et al., 1982: 466), en el que se incluyen los pianos y efectos que están en tránsito desde el puerto de Veracruz a la capital del país. Esta última información “revela que Schönian ya comerciaba con Europa e incluso con efectos tan caros como los pianos europeos ([los cuales] podían costar mil pesos cada uno o más)” (Mentz et al., 1982: 466). De especial mención son los pianos construidos en México por Schönian, de manufactura alemán-mexicana, como parte de la organología de este instrumento y de la propia tradición del piano en México. Sobre la empresa Wagner y Levien se ahonda más adelante.

Comenta Aguilar acerca de Antonio Meyer, que su repertorio le fue traspasado por el pianista y compositor José Antonio Gómez, quien también se dedica a la venta de la música foránea en un inicio y años más tarde, en 1838, vende pianos de diversas marcas (2011: 196, 238). Cinco años después, en 1839 existen otros fabricantes en la escena del piano en la ciudad de México, tal y como da cuenta esta autora sobre Luis Glass, a través del Diario de Gobierno (1839: 132) y cuyo taller se ubica en “la calle de Vergara, junto al número 13” (Aguilar 2011: 79). Una época en que la música, acorde con Aguilar, sólo se podía disfrutar a través de la experiencia de la ejecución en vivo (2011: 79). Aguilar, citando a Mentz, ahonda sobre lo sucedido en la historia de dichos talleres de pianos y afirma:

Del devenir del taller de la Calle de Vergara no se tienen datos, pero la fábrica de pianos de la calle de Tacuba siguió sus labores con tal éxito que

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Al pianoforte, en plena mitad del siglo XIX, se le da por vez primera en México, el nombre de piano

para 1859 la negociación valía, junto con las pertenencias de Schönian, la cantidad de 9 mil pesos (2011: 79).

Lerdo de Tejada, por su parte, da cuenta de la ley del 14 de agosto de 1843, que prohíbe la importación del piano, junto con la de doscientos cuarenta artículos más de índole diversa (1858: 201-203, 208, 211-213; cfr. Barquet, 2014b: 55). A esta evidencia jurídica, se aúna que las últimas moles de teclado musical ingresan a suelo mexicano diecinueve años atrás, en 1824, año en que igualmente se decreta la veda general del sistema prohibitorio de importaciones hecha por el gobierno y en la que probablemente el piano, desde esa fecha, pudiese ser uno de los artículos de importación prohibidos por dicho sistema, ya que la última importación de la que se ha podido hallar registro sobre este instrumento está sustentada en la Balanza número 31 “del comercio marítimo hecho por los puertos de Alvarado y Vera-Cruz en el año de 1824, formada de órden del supremo gobierno de la federación” (Lerdo de Tejada, 1858: 512), la cual avala el arribo de cuatro fortepianos europeos, de los cuales, tres suman un total de 750 pesos, e ingresan por el puerto de Alvarado, mientras que el cuarto lo hace por el puerto de Veracruz y presenta un valor de 250 pesos (Lerdo de Tejada, 1858: 516-517, 521).

Lerdo de Tejada atestigua que el laberíntico y variable “Sistema Prohibitorio Comercial” permanece hasta mediados o fines de 1851 (1858: 210). Sin embargo, a través de los registros marítimos se observa cómo hasta 1856, cinco años más tarde, el piano vuelve a arribar como artículo de importación. La Balanza marítima número 34 de ese año da fe de este hecho al registrar la entrada al puerto de Veracruz, de ¡noventa y nueve pianos, ni más ni menos!, 85 provenientes de diversas partes de Europa y 14 de Nueva Orleans, Estados Unidos (Lerdo de Tejada, 1858: 533, 579).

Por lo anterior, y a falta de otra evidencia temporal sobre su ingreso, se puede considerar que de 1824 a 1851 prácticamente el piano –sobre todo de manufactura europea– sufre una especie de exilio de tierras mexicanas y que el fin de su destierro se da en 1856, al restablecerse su importación. Por tanto, 1856 es considerado como el año en que se reanuda y se celebra que los pianos de manufactura extranjera se reencuentren para seguir compitiendo con los hechos en México, a fin de ampliar su oferta y su demanda.

De la Balanza 34, respecto al pianoforte o fortepiano se puede concluir que, a partir de 1856, en plena mitad del siglo XIX, a este instrumento de gran riqueza sonora, se le da por vez primera

en México, el nombre escrito y abreviado de piano. Lerdo de Tejada tiene la convicción de que el efecto de la ley de 1843 que prohíbe diversos “frutos y artefactos extranjeros” como el piano, se debe a la ignorancia y el menosprecio de la mayor parte de los legisladores mexicanos (1858: 8201-203, 208-209; cfr. Barquet, 2014b: 55, 58). Por el contenido del arancel de septiembre de 1843, que ratifica la ley prohibitoria de agosto de ese mismo año, se sabe que éste permite una vez más la entrada de cuerdas para instrumentos de música prohibidas en 1829, entre las que muy probablemente se cuentan las del piano. Para su caso en particular cabe preguntarse, ¿hasta qué punto hubo presión sociocultural por parte de todo aquel agente involucrado de una u otra manera con el piano, a fin de que el gobierno no vedara una vez la importación de sus cuerdas? El levantamiento de la prohibición habla del peso e importancia de este instrumento a lo largo de ese siglo, y ello podría explicar también, cómo artesanos como Schönian pudieron suplir este faltante indispensable en la fabricación de los pianos nacionales, y con ello mantener a flote la vigencia de este mercado. Las cuerdas de diversos instrumentos de música fueron prohibidas en México durante catorce años aproximadamente (1829-1843) (Lerdo de Tejada, 1858: 205, 208-209).

Durante el último tercio del siglo XIX, el pe9riódico veracruzano El Progreso del año 1873,

8 Causa que también ha impedido, agrega Lerdo, que las artes y la industria se desarrollen con el debido progreso en

México, y que los funcionarios del nuevo régimen debieron estimar al emanciparse de la monarquía española. El arte y la industria se rigen por un mismo principio económico, el de la competencia, particularmente con países más avanzados, a fin de garantizar su fomento, progreso y desarrollo (Lerdo de

Tejada, 1858: 201-203, 208-209). Me queda la duda sobre si la opinión de Lerdo no sigue aún vigente en cuanto al panorama actual del arte en México. 9 Fuente de primera mano, así como el diario más antiguo que posee el Archivo de Veracruz, el cual se halla en avanzado y lamentable estado de deterioro. a través de seis anuncios que se logra rescatar, proporciona información acerca de los pianos que arriban a Veracruz en ese año, acompañados de otros instrumentos musicales como el órgano, así como de música impresa y otros 10instrumentos de la música de arte académica. La información proporciona también los nombres de las embarcaciones y de los destinatarios, es decir, las compañías mercantiles dedicadas a estas importaciones. De la muestra obtenida de estos anuncios, sólo se detalla lo concerniente a los pianos, y en cuanto a la música impresa e s e v i d e n t e q u e , s i n o t o d a , b u e n a p a r t e d e e l l a 11 La información era para ejecutarse en el piano. sobre los pianos es que éstos vienen protegidos en sus respectivas cajas, de los cuales:

• Diez pianos pertenecen a la compañía Wagner y Levien (El Progreso, 15 de junio de 1873, pp. 1-2; 20 de junio de 1873, pp. 1, 3). • Un piano pertenece a la compañía H. D’Oleire (El Progreso, 15 de junio de 1873, pp. 1-2). • Seis pianos pertenecen a la compañía Gutheil (El Progreso, 15 de junio de 1873, pp. 1-2).

La suma que arroja la información anterior es de diecisiete pianos importados a México en 1873, lo que representa una muestra significativa del importante mercado en torno al gusto

10 La música de arte académica es una noción amplia que todavía precisa de su significado y de su función histórica y social, pero que propongo a fin de sustituir las categorías tradicionales y no tan precisas con las que se ha denominado hasta hoy a la música clásica, culta o erudita. Se define como una tradición musical integral conformada por una serie de tradiciones instrumentales –como la del piano– y vocales. Está involucrada con el sonido humanamente organizado. Se origina en el gusto sociocultural de la burguesía medieval europea (siglos V-XV). Remite al origen de la propia academia, donde un maestro transmite sus enseñanzas a estudiantes dentro de instituciones reconocidas y tuteladas por el poder. Es una tradición universal, integral, viva y en acción. Migra, continúa y se desarrolla en México desde 1523 hasta la fecha. 11 Véase la muestra completa en Barquet, 2014a: 78-82.

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La compañía Wagner y Levien opera desde 1851 y actualmente persiste bajo el nombre de Repertorio Wagner

hacia la fina mole sonora, y afirma, asimismo, el peso de esta tradición de teclado en ese periodo. Atendiendo a la lógica comercial de la importación de los pianos y de la música impresa, así como de otros instrumentos y enseres de la música de arte académica, compañías como H. D’Oleire, Gutheil, Kröncke, Torre Fisher y E. Dahlhaus se establecieron en el puerto 12de Veracruz, al ser este lugar, escenario clave para el comercio trasatlántico. Sobre Dahlhaus se sabe que, como repertorio de música, vende diversos instrumentos de la música de arte académica, como los afamados pianos de Ibach. (El 13Progreso, 26 de enero de 1873, pp. 1, 3). Por su parte, la compañía Wagner y Levien opera desde 1851 en la ciudad de México y actualmente persiste bajo el nombre de Repertorio Wagner 14(Música. Revista Mexicana, 1930: 49).

12 Véase: <cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080042771/1080042771_59. pdf> [consultado el 21 de junio de 2018]. 13 Véase foto 2, Ferretería, Mercería y Repertorio de Música

Emilio Dahlhaus en este artículo. 14 Foto tomada al anuncio de “La casa Wagner” que data de 1851 y da cuenta de las marcas de los pianos que en ella se venden. Véase: Aguilar, 2011: 3, 214.

Un anuncio publicado en 1930 de la Casa Wagner, fundada en 1851, da a conocer algunas de las marcas de pianos que se importan probablemente desde dicha fundación o que, asimismo, se fueron incorporando en ella a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX para su venta, entre las que se encuentran Steinway, Bechstein, Blüthner, Schiedmayer, Rosenkranz, Duo-art y Gulbransen (Música. Revista Mexicana, 1930: 49), y de las cuales, pese a no aparecer consignados, los Schönian forman parte por lo menos desde 1859, año de su traspaso hipotecario a Wagner y Levien, lamentablemente no poseo información de cuánto tiempo más se comercializaron los Schönian en esta empresa.

El directorio Anuncios de Veracruz del bienio 1884-85 de ese puerto, muestra un anuncio bilingüe en español e inglés de la mueblería y almacén de pianos “La Favorita”, perteneciente a J. I. Izazola, cuya fundación data de 1875. En dicho establecimiento se adquieren en ese tiempo, pianos tanto europeos como estadounidenses 15(véase foto 1). El mismo directorio presenta un anuncio más, que da cuenta de la mencionada

“FERRETERÍA, MERCERÍA Y REPERTORIO DE MÚSICA

De Santo Domingo, — DE: — Emilio Dahlhaus [ … ] . U n i c o d e p ó s i t o d e l o s a f a m a d o s P i a n o s d e I b a c h y d e o t ro s F a b r i c a n t e s . [ … ] ” ( v é a s e 16foto 2).

En relación con el mercado de los pianos importados particularmente de Francia y Alemania a México desde 1856, tal y como hace constar la

15 Las dos fotos que presenta este artículo, fueron tomadas de propia mano. 16 Los pianos Ibach se siguen construyendo en la actualidad y su creación data de 1794. Véase: The IBACH History Six Generations - A Tradition in Two Centuries [en línea]: <www.ibach. de/eng/ibach-e.htm>. El dato más antiguo que se ha hallado de la Compañía de Dahlhaus es el de 1873, con base en el año de publicación de El Progreso anteriormente citado. En el resto de las compañías veracruzanas, no se ahonda más por falta de información.

Fuente: Foto obtenida de “Anuncios de Veracruz”, 1884: 10 Foto 1. Gran Mueblería J. I. Izazola El edificio que muestra esta foto, hoy en día es la Fototeca de Veracruz y está situado en el zócalo de dicha ciudad

Foto 2. Ferretería, Mercería y Repertorio de Música Emilio Dahlhaus El inmueble que muestra esta foto se ubica sobre la actual avenida Independencia, en el centro histórico veracruzano

Fuente: Foto obtenida de “Anuncios de Veracruz”, 1884: 5

balanza 34 de ese mismo año antes mencionada, es probable que ya desde ese tiempo haya hecho acto de presencia la estirpe de los galos Pleyel y Érard, a fin de competir con los colosales germanos Bechstein y Steinway e integrarse así, como parte de la pujante gama de marcas que conforman en ese tiempo, el esplendoroso escaparate material-sonoro del piano en México. Los Pleyel y los Érard tuvieron auge durante el Porfiriato (1877-1911) (Velazco, 1982: 210); pero los que finalmente se impusieron casi de manera rotunda XX, y hegemónica, en particular durante el siglo fueron los Bechstein y los Steinway. Una razón de ello se atribuye a las opiniones de destacados pianistas mexicanos que en ese tiempo viajan al continente europeo a fin de consolidar sus carre17ras (Velazco, 1982: 210).

Conclusiones

A partir del arribo del piano a tierras mexicanas a fines del siglo XVIII, el siglo XIX respalda y atestigua su gran auge, desarrollo y éxito a través

17 Se carece de datos sólidos sobre el año en que llega a México, el calificado por algunos como el Rolls-Royce de los pianos, el

Bösendorfer, fabricado en Austria desde 1828. Esta marca es un enorme faltante dentro del corpus de este artículo; no obstante, sirva su mención a modo de reconocimiento.

de su comercio, su importación, su fabricación y sus marcas. Acontecida la Independencia de México, al piano le sobreviene una veda por ley de prácticamente treinta y dos años como utensilio de importación y que asimismo se puede interpretar como un ataque fallido a la propia difusión de esta tradición. Es gracias a que particularmente en la sociedad pudiente decimonónica existen arraigados hábitos y gusto sociocultural por este instrumento, que su demanda comercial y como tradición musical se nutren, durante el tiempo de su prohibición, del piano hecho en México, y tal vez de pianos europeos de segunda mano puestos a la venta. El piano es sin lugar a dudas el instrumento puntal de la propia música de arte académica en ese tiempo.

Asimismo, esta historia comercial del piano, y la tradición que forma en México, no tendrían razón de ser sin la cuatro veces heroica ciudad y puerto de Veracruz. Éste fue un protagonista clave de las importaciones del pianoforte, instrumento que se transporta desde el viejo continente a bordo de desafiantes y sólidas embarcaciones que, a modo de custodios, surcan el inmenso Atlántico, hasta arribar a ese idílico lugar a fin de cumplir su importante y amplia misión musical y social. Sirvan estas líneas como homenaje a Veracruz.

Queda la pregunta para un estudio pertinente, sobre cuándo y por qué concluyó la fabricación y el mercado nacional de pianos en México. Mientras tanto, y ante las evidencias presentadas, este hecho parece concluir en 1859 con los Schönian traspasados a Wagner y Levien. Además, queda pendiente efectuar una investigación respecto a Schönian, sus pianos y su empresa.

El piano asimismo es un legado distintivo de España a México, donde se ha cultivado hasta la actualidad a modo de tradición musical. Este instrumento es parte de la historia entre ambas naciones, y esa historia es también un ejemplo de que el piano es un invento europeo para el mundo, así como un instrumento emblemático de la música de arte académica universal.

En México, el piano enseña una estoica lección sociocultural, que es la del hecho de que, a pesar de la cruenta y caótica Conquista, así como del complejo proceso y resultado de aculturación, de invasiones extranjeras, de la propia Independencia, de luchas internas, y de gobiernos propios e intransigentes, existen saldos airosos y positivos como el de este legado histórico y universal.

El piano va mucho más allá de su comercio y de ser un mueble musical, es un medio potent e m e n t e c o n c e r t a d o r c u y a e x i s t e n c i a t r a s p a s a con éxito guerras, fronteras, generaciones, regímenes, continentes, culturas, ideologías, razas, idiomas, creencias, luchas y desavenencias. Esp e ro q u e e s t e a r t í c u l o a p o r t e n u e v o s e l e m e n tos para la valoración, historización y difusión que conlleva la riqueza patrimonial de nuestra tradición del piano, porque apreciarla, particularmente hoy en día que dicho instrumento ha cumplido más de dos siglos desde su embelesante llegada a México, es reconocerse en ella.

Referencias

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