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El Cristo de caña de Churubusco

y artesanos

El Cristo de caña

DE CHURUBUSCO

José Luis Juárez López*

mxcity.mx El acervo de arte sacro del Museo Nacional de las Intervenciones tiene como una de sus más interesantes piezas la de un Cristo de manufactura muy especial. Esta representación posee una historia interesante que abarca su manufactura, restauración y conservación y llega a su difusión hecha por varios medios. Con esta breve disertación comparto algunos de estos vaivenes poniendo énfasis en sus dos vertientes principales, toda vez que en ella se detectan materiales y técnicas originarias de México y a la vez se presenta a una figura central para el campo del arte y sobre todo para la historia de la humanidad.

a escultura es una de las bellas artes cuya producción manda poderosos mensajes al observador. Por medio de sus materiales y su expresión, una pieza escultórica nos trasmite toda una gama de sentimientos y sensaciones. Por ello, a través del tiempo se ha formado un cuerpo representativo de esculturas que todo e l m u n d o a d m i r a : e l D a v i d , e l É x t a s i s d e S a n t a Te re s a , E ro s y P s y q u e , E l b e s o y E l p e n s a d o r , p o r mencionar algunas.

* Doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), adscrito al Museo Nacional de las Intervenciones (Ciudad de México).

El mundo antiguo también nos heredó imágenes con un lugar especial en el panorama del arte. Una de las más reproducidas es la representación de Jesucristo. Se le muestra en su infancia, predicando en el desierto, en oración en el huerto, en la última cena, flagelado y en la cruz (Sebastián, Monterrosa y Terán, 1995: 2327). El trabajo escultórico sobre Cristo crucificado no ha sido siempre el mismo. En un principio figuraba con una larga túnica y hasta con cuatro VI se le vistió con un clavos, y durante el siglo paño de cadera.

Las creaciones escultóricas sobre Jesucristo tuvieron en América una nueva ruta. Cierto es que se continuó con el uso de materiales tradi-

cionales –piedra, madera y estuco, entre otros–, pero en México se utilizó un elemento autóctono: la caña de maíz. Esta adecuación, y sobre todo su aceptación, pudieron haberse debido a la milenaria relación caña-Cristo. Existen imágenes en las que Jesús porta precisamente una cruz de caña. Ésta representa agua, fragilidad, la humildad ante la grandeza y, por supuesto, la pasión de Cristo (Monterrosa y Talavera, 2004: 57-76).

En México se afirma que la técnica de la caña para el trabajo estatuario se debió a las enseñanzas de Vasco de Quiroga, y por lo tanto al hoy estado de Michoacán. En esta región se produjeron muchas imágenes durante el siglo XVI. Las esculturas de Cristo crucificado hechas con la técnica de caña se pueden ver lo mismo en España que en Filipinas y en algunos países de Sudamérica; sin embargo, la vertiente michoacana es una de las mejor documentadas.

Desde los años setenta del siglo pasado, resultó claro que en Michoacán había una larga tradición en la elaboración de “los crucifijos huecos de caña, que siendo de la corpulencia de un hombre muy grande, pesan tan poco que los puede llevar un niño” (fray Jerónimo de Mendieta, apud Luft, 1972: 15). En este sitio los artistas santeros don Matías de la Cerda y Luis de la Cerda, hijo del primero, eran los imagineros más conocidos, precisamente de la zona de Pátzcuaro, pero es necesario admitir que también los hubo con sus talleres en la ciudad de México.

El empleo del nuevo material para elaborar efigies de Jesucristo no estuvo exento de suspicacia, prueba de ello son estas palabras de fray Matías de Escobar: “ l a s m i s m a s c a ñ a s q u e h a b í a n s i d o y d a d o m a teria para la idolatría, esas mismas son hoy materia de que se hacen devotos crucifijos”, con lo cual la técnica se remitiría a tiempos prehispánicos (Luft, 1972: 15-25). Durante el siglo XIX, se afirma, cayó en desuso el empleo de la pasta de caña, y la técnica, en

Correo del Maestro

El trabajo escultórico sobre Cristo crucificado no ha sido siempre el mismo: en un principio figuraba hasta con cuatro clavos

el olvido, por lo cual se puede inferir que esta técnica era todo un secreto gremial.

La técnica de la caña de maíz descansa en una nueva mezcla a la que se le dan diversos nombres, como pasta, corazón y médula de caña. Acompaña a esta pasta el papel ya occidental, de amate, y hasta pequeños pedazos de códices, según se dice (Estrada, 1975: 35-47). Con estos materiales se dio vida a bellas figuras de Cristo, como el de el Cristo de la Capilla en Villa García, Nuevo León; el de San Francisco, en Tlaxcala; y los de San Pedro Mártir y San Agustín de las Cuevas, ambos en Ciudad de México. Por cierto, este último tiene la misma técnica, como se verá, del Cristo de Churubusco, esto es, pasta de caña, papel amate y un soporte de madera de colorín.

Es t a s re p re s e n t a c i o n e s h a n s i d o e s t u d i a d a s e n c o n j u n t o . L a c o l e c c i ó n d e Q u e r é t a ro , p o r ejemplo, tiene entre sus piezas, varias figuras hechas de pasta de caña (Anaya, 2002: 14-23), y un estudio dedicado a los de Guadalajara informa

que los de esta ciudad constituyen un gran repertorio. A este respecto se cita a Artemio de Valle Arizpe, uno de los primeros escritores en mencionar a un grupo de Cristos notables, como el Cristo de los Conquistadores de la Capilla de las Reliquias de la Catedral de México; el Santo Cristo del Balazo, en el templo de San Lázaro; el Señor del Consuelo, en la Profesa; el de la Preciosa Sangre, en Azcapotzalco; el Señor Mueve Corazones, en Tacubaya; y el Cristo de Santa Teresa, entre otros (Orozco, 1974: 191-235).

Estas esculturas, también llamadas livianas, suelen sobrepasar los dos metros. Algunos Cristos tienen barba bífida, músculos remarcados, el cendal o paño de pureza, y ojos cerrados, por lo que varios son también conocidos como Cristos dormidos. A muchos se les viste, tal vez siguiendo la tradición de las procesiones del Viernes Santo, para las cuales eran aptos por su ligereza. En esas ocasiones se les solía poner cendales de manto de pita de maguey cubierta de plumas de colibrí, lo mismo que pelucas de pelo natural, a pesar de que muchos tienen tanto el cendal como la cabellera ya modelados.

El hermoso Cristo de Churubusco

Como parte de la colección de arte religioso del Museo Nacional de las Intervenciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, destaca de manera definitiva la escultura de pasta de caña del llamado Cristo de Churubusco. Esta representación de Jesucristo crucificado está en posesión del inmueble desde que era convento. No se sabe de dónde vino, pero es probable que XVI, mide proceda de Michoacán. Data del siglo dos metros de altura y tiene un peso de siete kilos (Castro y Alonso, 1981: 93). Está elaborada con papel amate y pasta de caña de maíz, tiene los brazos extendidos hacia arriba y está fijado XVIII, a una cruz, posiblemente hecha en el siglo con clavos de madera. Su cabeza la apoya hacia un lado y tiene una llaga en el costado derecho. Presenta igualmente salpicaduras que representan sangre en el tórax y escurrimientos de ésta en manos y pies.

A esta escultura se le sometió a una restauración, que comenzó en 1985, y los resultados se dieron a conocer en 1989 en un número de

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Cristo de los Conquistadores, la Capilla de las Reliquias de la Catedral de México

los Cuadernos Técnicos del Museo Franz Mayer. En esta publicación se dijo que la técnica XVI y se empleada para hacerla era del siglo definieron sus materiales y su estructura. En su interior se ubicaron los materiales, que eran madera de colorín, papel amate, pasta de caña, diferentes pigmentos, adhesivos, así como goma de orquídea. Tiene en su interior fragmentos de un códice, para modelar algunas zonas, y existe la posibilidad de que esas piezas sean prehispánicas. Todo esto forma un ensamble de diez miembros (Araujo et al., 1989: 3-20). Esta escultura tuvo una segunda restauración en el periodo 2009-2010, en la cual se confirmó que la manufactura de este Cristo en el pasaje de su XVI, que tiene trozos muerte se ubica en el siglo de documentos impresos y manuscritos en el interior de la cabeza y que la goma utilizada fue extraída de orquídeas (Pineda, 2010).

Sus características físicas y su ropaje Esta representación de Cristo crucificado se puede admirar en el muro oriente de la sacristía del Ex Convento de Churubusco; confirma la idea

José Luis Juárez López de que fueron concebidos para verse de frente y que son esculturas solitarias. Su rostro luce bello a pesar de tener los ojos cerrados y la boca con una expresión de haber expirado. Presenta una barba morisca, que se bifurca y a la vez hace anguloso su rostro. Tiene modelado su propio cendal, pero fue recubierto por razones que ignoramos. Se ha dicho que la vestimenta de estas imágenes –paños de pureza o de cadera, fajas o cendales– impide apreciar el trabajo de talla en forma completa. De cualquier forma, su cendal es un bordado de lentejuelas de plata y ha pasado igualmente por varias restauraciones.

Cristo viajero y muy retratado Esta vívida imagen de Cristo sirvió para varios fines. Como modelo, cuando el edificio fue sede de la escuela Arte al Aire Libre del Instituto Nacional de Bellas Artes, y desde entonces se convirtió en imagen representativa del lugar. Estuvo en exhibición como valiosa pieza que representa la maestría de los artistas que hacían e s t e t i p o d e i m á g e n e s e i m p l e m e n t a b a n e s t a técnica, en la ciudad de Zacatecas en una exposición breve,

Cristo de Churubusco

y después tuvo una larga estancia de doce años en el Museo Nacional de Historia Mexicana de Monterrey. Regresó al Ex Convento de Churubusco, su casa, en 2007, gracias a las gestiones del historiador Alfredo Hernández Murillo, entonces director del Museo Nacional de las Intervenciones, y poco tiempo después se le sometió a una nueva restauración, ya mencionada, que incluyó el pequeño retablo donde está montado, cuando este museo estuvo dirigido por la antropóloga María Enriqueta Cabrera. También se pudo apreciar al Cristo de Churubusco en timbres postales que se imprimieron en 1970 y 1971 (Escorza, 2009: 172-176). Ha sido fotografiado desde 1919 hasta el presente y ha formado parte de la escenografía en distintas escenas de películas del cine nacional como Sor Juana Inés de la Cruz (Ramón Peón, 1935) y La Cucaracha (Ismael Rodríguez, 1958).

R e c o m e n d a m o s a m a e s t ro s , p a d re s d e f a m i l i a y a l u m n o s q u e , e n s u s i g u i e n t e v i s i t a a l re c i n t o d e C h u r u b u s c o , s e d e t e n g a n p o r u n o s momentos ante esta escultura, muestra preciosa del arte religioso pero también universal, cuya importancia queda establecida por las consideraciones de la maestra Cecilia Genel Velasco, directora del Museo Nacional de las Intervenciones:

La pieza denominada Cristo de pasta de caña es una de las formas más “vivas” que se ha hecho de su cuerpo. Tiene por un lado origen en las técnicas de representación prehispánicas, y por otro presenta un proceso de adopción de parte de los españoles. En suma, nuestro Cristo encierra significados y significantes diversos y complejos, además de una belleza diáfana, por la luz que transmite y la paz que nos brinda.

Referencias

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Vieira.

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CASTRO, E., y A. Alonso (1981). Churubusco. Colecciones de la iglesia y ex convento de Nuestra Señora de los Ángeles. México: INAH.

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Servicios para el Restauro.

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