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Cuidar el mundo desde un aula de secundaria Quema de cultivos, un problema invisible

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Cuidar el mundo desde un aula de secundaria

QUEMA DE CULTIVOS, UN PROBLEMA INVISIBLE

Luis Sergio Martínez Guzmán*

En primer grado de secundaria, para la asignatura de

Ciencias (Biología), el primer bloque establece como aprendizaje esperado que el alumno argumente “la importancia de participar en el cuidado de la biodiversidad, con base en el reconocimiento de las principales causas que contribuyen a su pérdida y sus consecuencias” (SEP, 2011: 42). Para ello se abordan como temas separados el papel que desempeñamos los seres humanos en la dinámica de los ecosistemas, y las causas y consecuencias de la pérdida de la biodiversidad. A continuación comparto una experiencia didáctica que pretende correlacionar ambos temas en el propio entorno inmediato de un grupo de alumnos.

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cerca de la escuela secundaria donde trabajo hay un jardín de niños. Una malla perimetral divide las instalaciones del preescolar respecto de una pequeña fonda donde, profesores y otros empleados de las cercanías, concurrimos para desayunar. Al inicio del ciclo escolar es común observar a los pequeños estudiantes llorar un poco por el abandono de mamá, papá o ambos. Si uno se coloca en la acera, también podría ver a alguno de los padres con el llanto contenido y a veces mal disimulado. Es una dinámica conocida del primer día de clases.

Desde donde me encontraba sentado podía ver a una niña que lloraba mientras llamaba a gritos a su mamá. Una maestra joven se acercó a ella y le

* Docente de la Escuela Secundaria “Benemérito de las Américas”, Huixtla, Chiapas.

mostró un libro cuya portada tenía el dibujo de un gato, le preguntó si era de ella. La niña, sin dejar de llorar, negó con un movimiento de cabeza. La maestra dijo que había pensado que podía ser de ella porque su blusa tenía un gato y quizá fuera su animal favorito. No le pidió que se tranquilizara, tampoco que dejara de gritar, no parecía importarle. Se sentó cerca de ella para mostrarle las ilustraciones del libro, la niña veía de reojo las páginas sin detener el llanto. El proceso duró otro tanto, al final la maestra la llevó de la mano al aula. Las clases habían iniciado.

Mi centro de trabajo, la secundaria “Benemérito de las Américas”, está situado en una localidad cuya principal actividad es el comercio agrícola. Muy cerca de la zona urbana se ubican grandes extensiones de cultivos de caña de azúcar. Los adolescentes, como creo que sucede en cualquier parte, están más interesados en cuestiones relativas a la pertenencia de grupo, ligadas al uso de recursos tecnológicos como móviles, redes sociales y aplicaciones digitales, así como a la escucha de música de moda. Todo ello aderezado con ajustes hormonales propios de la edad. No lloran, al menos no lo hacen pidiendo la presencia de sus padres.

Ser profesor de chicos de esta edad requiere la habilidad de encontrar el tema de conversación que los toque aunque sea de manera tangencial, es decir,

VERACRUZ TABASCO CAMPECHE

Correo del Maestro

OAXACA

CHIAPAS

Huixtla

Chiapas

La secundaria “Benemérito de las Américas” se encuentra en el municipio de Huixtla, Chiapas

hallar el libro con el gato adecuado; no dar demasiada importancia a las incertidumbres adolescentes que los hacen decir followers en lugar de seguidores o llevar el conteo de los like recibidos en su selfie más reciente; mostrar una alternativa de aprendizaje aunque no parezcan interesados; pedir un trabajo y estar atento a las habilidades que despliegan para saber en qué momento tomar su mano, llevarlos al aula y pensar que, entonces, la clase ha comenzado.

Imparto la asignatura de Ciencias en primer y tercer grado, con énfasis en Biología y Química, respectivamente. En el nivel de secundaria, se espera que el alumno cuente con las “habilidades necesarias para la investigación científica: plantea preguntas, identifica temas o problemas, recolecta datos mediante la observación o experimentación, elabora, comprueba o refuta hipótesis, analiza y comunica los resultados y desarrolla explicaciones” (SEP, 2011: 18).

Como cualquier iniciado puede ver, hay una unión natural entre las actividades humanas y su efecto en los ecosistemas; más aún, como causal de la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, para el estudiante no necesariamente resulta evidente. Así, es necesario generar una reflexión que ayude a los alumnos a identificar elementos que asocian a los actos humanos y relacionarlos con su efecto sobre la biodiversidad.

Para iniciar, pido a los alumnos que cierren los ojos e imaginen que hemos llegado a un lugar completamente deshabitado; un espacio limitado del tamaño de nuestra escuela. Que observen las características del lugar, se muevan a través del espacio, huelan, escuchen. Cuando abren los ojos, hacemos una lluvia de ideas y colocamos en el pizarrón las características del espacio imaginado, que incluyen, entre otras muchas, las siguientes afirmaciones: hay muchos árboles; existe un río cerca; huele a aire fresco; hay mosquitos y pican; van pasando animales.

Enseguida propongo acondicionar el espacio porque nuestra intención es quedarnos a vivir en ese lugar. Algunas participaciones expresan la necesidad de cortar árboles; las razones de ello abarcan desde la obtención del espacio necesario para las construcciones hasta la de disponer de madera para la elaboración de muebles y enseres. Hay quienes quieren ubicarse cerca del río para tener acceso sencillo al agua. Todos están de acuerdo en los espacios destinados para su casa imaginaria.

En cierto momento, surge la necesidad de la comida. Los aspectos que los jóvenes plantean se refieren a destinar una porción del terreno de la escuela para tener gallinas y cerdos. Alguien menciona que requeriremos algunas vacas. Una vez más, estamos en posibilidad de cubrir esa necesidad designando algunas porciones de tierra para este fin. Es claro que estos animales no representan el todo cuando se trata de alimentación, específicamente por el maíz para las tortillas.

Establecer espacios para cultivos genera la necesidad de talar árboles. Habrá una zona para el maíz y otros cereales; otra para verduras; el cultivo de la

caña de azúcar les parece importante para endulzar el café, también el cultivo del café; en el extremo opuesto planean dejar el pasto donde las vacas puedan alimentarse. Estos elementos parecen coexistir sin ningún problema, aunque poco después surgen algunos.

La primera dificultad visible es la colocación de los baños. La experiencia de los alumnos con respecto a ellos se refiere a verter los desechos en el agua. Los jóvenes comentan que, en algunas casas de la colonia ubicada a espaldas de la escuela, los tubos de drenaje desembocan en un canal. Otros dicen que han visto fotografías donde los desechos son acarreados por el río hasta llegar al mar. El conflicto en cuanto a utilizar nuestro río imaginario es porque, en principio, es el único; además, a los que imaginaron su casa río abajo no les parece nada buena la idea de que el drenaje llegue al río.

Hubo propuestas para canalizar una parte del caudal a través de tubos subterráneos a fin de evitar la afectación de todos los que viven en las márgenes del río. Sin embargo, también se comentó que el agua, al final, llegará al mar. Una participación resultó muy ilustrativa: un chico opinó que si los residuos llegan al mar no le preocupa, en primer lugar porque no vive ahí, y en segundo porque lo importante es que no se queden los desechos donde él pueda verlos. Esta visión es un reflejo de la forma en que los adultos nos hemos expresado delante de los muchachos.

La dinámica anterior se desarrolla en un periodo de cien minutos. En una sesión posterior propongo imaginar que han pasado cincuenta años desde nuestra llegada a esta zona. La mayoría tiene hijos y nietos; entre risas, por el supuesto de ser padres, hacemos una lista de cuántas personas tienen en su familia y escribimos las cantidades en el pizarrón. De las 35 personas que llegamos, ahora somos aproximadamente doscientas. La necesidad de alimentos ha aumentado, lo mismo que la cantidad de desechos. Las casas de hijos y nietos también demandan espacios: más casas, más madera, menos árboles en pie.

Para el cierre de esta actividad pido que volvamos a cerrar los ojos e imaginemos cómo se ve nuestra ciudad-escuela. Los árboles y el río, las calles de la ciudad, el cultivo de caña, el drenaje, el mar cercano. Cincuenta años, doscientas personas y contando; parece que aumentan las necesidades, pero no hay más recursos. Cuando abren los ojos, comentan que no había animales silvestres, los árboles son escasos y las vacas pastan sin sombra. El río está sucio lo mismo que el mar. Algo hicimos mal.

De la imaginación a la realidad

Al inicio del ciclo escolar, como parte de las muchas complicaciones derivadas de los conflictos sindicales del magisterio en Chiapas, nos encontramos sin autorización para recibir y utilizar los libros de texto gratuito. Esto, como es evi-

dente, generó la necesidad de introducir lecturas diversas a fin de que el alumnado realizara actividades para cubrir lo dispuesto en el programa de estudio.

Leí hace algunos años Gaia, un libro de James Lovelock. Apenas inicia la lectura, se respira el aire metafísico de las afirmaciones. Es una propuesta provocativa que movió, en su momento, la discusión en torno a visualizar biosfera y atmósfera como un todo autorregulable. Describe las interrelaciones atribuyendo en ciertos puntos un sentido superior a la Tierra como organismo. Esté a favor o en contra, el lector se beneficia al reflexionar sobre el problema ambiental por sus causas y efectos.

El recuerdo de Gaia me vino a la mente cuando, buscando lecturas, opté por el libro El planeta, nuestro cuerpo, de Boada y Toledo. La mención de “nuestro cuerpo” parece proponer un símil entre los procesos integrales en los seres humanos y la Tierra y sus sistemas. La primera lectura, hace varios años, la realicé por un interés personal y no docente por cuanto que, consideré, estaba fuera de las lecturas dirigidas y accesibles para estudiantes de secundaria.

Habría seguido con esa idea de no ser por la necesidad de proponer una lectura a fin de solventar la carencia del libro de texto. La necesidad era contrastar nuestro planteamiento imaginario con datos reales acerca de la dinámica de uso y abuso en los ecosistemas. Así, terminé por utilizar el libro para que los alumnos pudieran tener una fuente externa a las apreciaciones subjetivas que construimos como parte del juego en el salón de clases.

La mitad del grupo leyó las páginas 64, 65 y 67; y la otra mitad, las páginas 70-73. Al final socializamos las lecturas a través de un diagrama de sol. Las ideas que se repetían fueron utilizadas para construir un formato único en el pizarrón y conducir las reflexiones grupales. Los fragmentos del texto que más llamaron la atención relacionados con nuestra actividad fueron:

• El aumento demográfico que se ha producido en nuestro planeta hace que 500 millones de personas estén mal alimentadas y unos 1000 millones tengan una dieta insuficiente y poco diversificada. • [C]omer correctamente reduciría una tercera parte de los costes en sanidad, 25% de las muertes por enfermedades cardiovasculares y 20% de las muertes por cáncer en los países industrializados (Boada y Toledo, 2003: 64). • La progresiva eliminación de la capa de suelo de la superficie de la Tierra implica una reducción de la fertilidad de los suelos y una reducción de la capacidad de retención de agua y, en consecuencia, una disminución de la capacidad de producción de alimentos (Boada y Toledo, 2003: 71).

El aumento demográfico es un dato importante usado con frecuencia cuando se trata de reflexionar en torno a la relación de los seres humanos y el medio. Es tan evidente, que en nuestro escenario imaginario una de las conclusiones era que ya somos demasiados. La respuesta real a esta necesidad ha

sido ampliar las zonas productivas y aumentar los rendimientos del suelo. Sin embargo, ese desarrollo ha tenido un costo no siempre evidente.

Al abordar el segmento acerca de la valoración de la biodiversidad para referir causas y consecuencias de su pérdida, los jóvenes realizaron una entrevista a padres de familia para reconocer qué parte de esta dinámica es identificada y de qué magnitud es la visión del riesgo ecológico. Los resultados textuales llaman la atención, ya que se recogen algunas opiniones como las siguientes:

• En Huixtla no hay problema de contaminación, tal vez un poco los ríos, a los que uno ya no se puede ir a bañar porque están sucios, pero el aire y el suelo todo está bien. Pero ahí en Tuzantán [un lugar cercano al municipio] también hay ríos limpios donde se puede uno bañar. • Aquí el aire no está contaminado, el cielo está bien limpio. En donde se cultiva la caña sí echan sustancias para que crezca mejor, pero se les pegan a las plantas y con eso producen más cantidad, ya lo que no se usa… el mismo aire… • En otros lugares sí dicen que es como más contaminado, que la gente no ve las estrellas en la noche, pero aquí sí. O sea, a lo mejor hay contaminación y eso, pero es muy poca. En las calles sí, pero porque la gente tira basura y eso, yo creo que es en todas las ciudades porque se usan bolsas de plástico y eso.

Como queda patente, el primer desafío es exhibir el problema. Cuando los alumnos leían estas opiniones recuperadas de las entrevistas, pensé en el proceso de normalización que puede haber en torno a una práctica contaminante. He estado adscrito a este centro de trabajo los últimos siete años. Cuando llega el mes de noviembre o diciembre, se observa una caída de ceniza en toda la zona urbana como producto de las quemas en los cultivos de caña. La caída de estos residuos sobre la población dura meses. ¿Cómo es que a la gran mayoría de las personas no les parece que esto sea un problema?

Una sola persona de las 32 entrevistadas mencionó el problema de la ceniza. Les pregunté a los alumnos si estarían de acuerdo con la afirmación de que se trata de una forma de contaminación. Más de la mitad no sabe si es realmente contaminación, ya que considera que es parte del proceso de producción de la caña de azúcar. En este momento surgió la idea de que la comunidad no se visualiza como causante de contaminación dado su carácter rural; ello porque la noción de contaminantes está más ligada a los plásticos y las necesidades del segmento urbano.

Con esta idea realizamos una segunda entrevista pensada en identificar qué saben los ciudadanos acerca del proceso productivo de la caña en cuanto al quemado; para qué sirve y si genera un beneficio tal que justifique las emisiones y la consecuente contaminación en el municipio. La mitad de las personas entrevistadas admitieron no saber para qué se lleva a cabo el quemado. De la mitad que explicó o propuso alguna idea sobre las razones para quemar la caña, se refieren las siguientes:

• Para “madurar” el azúcar en las varas. • Para eliminar animales peligrosos, como serpientes, que podrían morder a los cortadores • Para que sea más fácil de cortar las varas. • Para aumentar la cantidad de azúcar obtenida. • Para limpiar las sustancias químicas que tienen las varas antes de llevarlo al ingenio.

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La mayoría de las personas entrevistadas no saben para qué se lleva a cabo el quemado en los cultivos de caña

De la diversidad de opiniones queda claro que, o no hay una razón única, o la razón verdadera no es conocida por los pobladores. Al socializar estos resultados, los alumnos comentan acerca de si estas ideas justifican de forma suficiente la contaminación del pueblo. En el desarrollo de la plática planteamos que, para tener una idea más clara sobre el motivo del quemado, necesitaríamos entrevistar a quienes lo efectúan.

De manera adicional, reflexionamos en torno a que, quizá las razones son distintas para los involucrados; es decir que el productor lo haga por una razón y la industria lo haga por otra. Así, la problemática podría tener tantas razones como participantes. Por ello, realizamos una propuesta a la dirección de la escuela con la intención de acercarnos desde diferentes enfoques al problema a fin de comprender la dinámica del quemado en los cultivos.

Preguntando se llega a Roma

El primer paso evidente era preguntar a los productores. Queríamos saber la razón que ellos tienen para llevar a cabo el quemado y, de forma agregada, acercarnos a la historia detrás del proceso de producción. En un ambiente festivo, visitamos la casa de don Valdemar Salas, el propietario del terreno de

Luis Sergio Martínez Guzmán

Luis Sergio Martínez Guzmán

Visita de los alumnos a los cultivos de caña

cultivo. Entre las muchas cosas rescatables de la conversación, destacan algunos comentarios como los siguientes:

• El cultivo de la caña en la región se estableció hace aproximadamente cincuenta años, con la llegada del ingenio en la década de 1970. Antes de ello, las tierras se utilizaban para producir maíz y frijol; otra parte era para árboles de mango y de otras frutas. Una amplia porción de tierra era para que pastara el ganado, que se mantiene hasta la fecha en menor cantidad. • Con la llegada del ingenio azucarero, los productores abandonaron el maíz para producir caña casi de manera exclusiva. • El ingenio determina cuándo se siembra, se fertiliza o se aplica pesticida, se quema y corta la caña. Ellos generan un calendario de quemas e informan al productor. • El ingenio vende los materiales e insumos al productor. • Con respecto a las razones de la quema de los cultivos, siempre se ha hecho de esa manera y esto elimina la presencia de culebras al tiempo que facilita el corte.

El hecho de que “siempre se haya hecho de esa manera” sugiere que no se haya reflexionado sobre ello, que se realice como una práctica heredada. En ese caso, es razonable pensar que tampoco exista una percepción del proceso de emisiones contaminantes y su efecto sobre el medio, aun en el entorno inmediato, es decir, en el ámbito local.

Cuando se les interrogó en referencia a cuáles son los animales que mueren durante el proceso de quemado, mencionaron a las culebras (Colubridae), iguanas (Iguanidae), armadillos (Dasypodidae), tlacuaches o zarigüeyas (Didelphidae), conejos (Leporidae) y tuzas (Geomyidae). Sin ocultar la sonrisa, comentan que también mueren algunos perros y gatos que accidentalmente se encuentran en el lugar y no pueden escapar. El rostro de los estudiantes reflejó el desagrado ante tal afirmación: la muerte de un perro o un gato invade la zona conocida del estudiante.

Con respecto a que el quemado del cultivo facilite el corte, explican que así eliminan la broza al pie de la caña. Uno de los alumnos preguntó si nuestro anfitrión consideraba que el quemado liberaba contaminantes en forma de cenizas que llegaban a la zona urbana de Huixtla. El productor respondió que “lo importante” es que haya dinero aquí (golpeando el bolsillo de su pantalón); que ya todo está contaminado, y quemar o no quemar no resuelve nada. “Además, todos quieren dinero, también ustedes para gastar en la escuela”, concluyó. Los jóvenes permanecieron en silencio.

Las respuestas de otros dos productores que encontramos en el camino no difieren: mencionan sin problemas la muerte de algunos animales. Uno de ellos nos dijo que, semanas antes del corte, el ingenio dispersa “madurador” por medio de avionetas. También comenta que algunas pocas plantas de plátano que sembró en el perímetro de su terreno se secaron después de esa aplicación.

De vuelta a las aulas, conversamos sobre los resultados de la entrevista. Se explicó que las prácticas heredadas construyen la forma en que las personas actúan –en este caso, para producir y comercializar–, pero que este componente cultural no es inamovible; sin embargo, para modificarlo debe producirse una experiencia nueva que permita comparar y decidir en razón de lo que comprendemos.

Alguien preguntó si era cierto que el quemado y la contaminación resultan necesarios. Apuntamos la pregunta en el cuaderno para tratar de contestarla más adelante. En lo personal tengo una idea al respecto, pero no quise interrumpir las deducciones de los chicos.

A fin de provocar una reflexión en cuanto a la forma en que percibimos a los animales, pregunté: ¿Qué es más bonito, una culebra o un perro? La pregunta les parece tonta porque todos votan levantando la mano a favor de la belleza del perro (me queda claro que se refieren al perro que pertenece a la familia). ¿Y qué es más hermoso, un tlacuache o un gato? Una vez más gana por unanimidad el animal doméstico. Nos alarma de manera distinta la muerte de un perro

o de un gato en comparación con la de un cerdo o una gallina, una culebra o un tlacuache, un sapo o una tuza.

Estas consideraciones parten del afecto que culturalmente prodigamos a los animales con los que generamos una convivencia cercana: gatos, perros, pájaros, por citar a los más comunes. Por supuesto, ello está ligado a nuestra idea de lo estético, por esta razón los sapos o cerdos no son la mascota número uno. Sin embargo, en términos globales, la fauna silvestre tiene una función más importante en las cadenas y redes alimenticias, y para ilustrarlo mencioné el caso de los gusanos y su efecto en el suelo.

Esta primera consulta a productores aportó datos y evidenció la necesidad de ampliarlos. En lo personal me condujo a reflexionar sobre lo que Boada menciona en referencia al proceso de comprensión de los ecosistemas:

Esta perspectiva puede alcanzarse con un uso de las fuentes documentales obligadas, pero también e inexcusablemente con la ayuda de una buena observación, realizando un buen trabajo de campo y consultando con lo que hemos llamado humanotecas vivientes, es decir, con aquellas personas cuya historia vital está cargada de matices y conocimientos sobre el medio, desde una perspectiva de conocimiento popular empírico, de la que son depositarios y actores los indígenas, los campesinos, las mujeres (Boada y Toledo, 2003: 100).

Sigo estando de acuerdo en la enorme valía de la consulta a los adultos mayores, aunque para nuestro caso no corresponde porque la persona que llevaba la voz apenas rebasa los cincuenta años. Así, cuando se dio la instauración del ingenio y su dinámica de trabajo, esta persona apenas tendría cerca de diez años, por lo que no dispondría de elementos para realizar una crítica válida. Por otra parte, los entrevistados de mayor edad no se mostraron demasiado participativos, lo cual, conjugado con nuestra poca pericia en la entrevista, no generó más información en torno al periodo previo a los monocultivos.

El lado oscuro

El siguiente paso fue concertar la visita al ingenio azucarero. Por necesidades de la empresa, la atención se limitó a las instalaciones del laboratorio de campo donde se revisa la calidad de la caña. Como ya anticipé, del resultado de esta revisión depende que el ingenio determine el momento para el quemado y la cosecha de los cultivos.

Desde muy temprano llegan los productores con muestras seleccionadas por inspectores que laboran para el ingenio. Estas muestras son evaluadas con respecto a presencia de plagas –como la del gusano cogollero (Spodoptera frugiperda)–, existencia de sólidos solubles (Brix) y determinación de sacarosa (Pol) por medio de polarímetro. Estos factores sirven para determinar el que-

Luis Sergio Martínez Guzmán

Luis Sergio Martínez Guzmán

Visita al ingenio azucarero

mado y la recogida del fruto; los mismos datos son usados para tasar el pago por tonelada que se realiza al productor.

La explicación del proceso fue eximia. Al llegar a la pregunta que motivó nuestra visita –para qué se quema el cultivo antes de cosechar–, nos respondieron que era para eliminar la broza, lo cual favorece al productor porque paga menos por mano de obra. La siguiente pregunta fue personal, con referencia a si hay alguna manera de evitar el quemado, quizá cortando sin quemar. La encargada me observó fijamente y me dijo que si no se quema, el azúcar que se obtiene es de menor calidad. Esta parte se aleja de la razón que dio al inicio.

Pregunté en cuanto a si este proceso era completamente necesario considerando que es un proceso contaminante. La misma persona, con una sonrisa condescendiente y gesto de infinita paciencia para con una pregunta tonta, me indicó llena de suficiencia: “¿Cómo va a ser contaminante esa ceniza si es

producto de quemar plantas?” Me queda claro que lo que me está diciendo es una tontería. A continuación, les explicó a los alumnos que la ceniza resulta molesta porque ensucia la ropa, pero que no es dañina; en fin, que no es un contaminante.

Sospecho que esta es la versión oficial para estudiantes de educación primaria y productores con formación elemental. A pesar de considerar que podríamos tener una breve discusión, me evito el conflicto y agradecemos la información; los chicos tendrán oportunidad de llegar a sus propias conclusiones. La siguiente semana invitaríamos a la escuela a una epidemióloga que ya explicaría su opinión al respecto.

Apuntes desde la opinión médica

Recibimos en la escuela la visita de una epidemióloga, quien comentó que existe un problema para el estudio de la forma en que afecta la ceniza a la población de Huixtla. En primer lugar, por el poco personal que labora en el Centro de Salud; y en segundo lugar, porque el periodo de quema de los plantíos coincide con la campaña de enfermedades Luis Sergio Martínez Guzmán estacionales, es decir, un problema respiratorio pudiera deberse a la presencia de contaminantes en el aire o al ligero descenso de temperatura en la región y, en ambos casos, manifestarse como un cuadro alérgico. Coincidimos en que la determinación del agente etiológico podría dar luz en este sentido, pero tamUna epidemióloga nos habló de los problemas que hay para el es- bién en que la carencia de personal e tudio de la forma en que afecta la ceniza a la población de Huixtla infraestructura de salud no hace viable este trabajo. La explicación sigue en torno a las enfermedades de vías respiratorias, cómo afecta el empleo de leña para cocinar o, en las urbes, respirar partículas existentes en el aire que rebasan cierto límite. Uno de los chicos pregunta de forma directa si esos problemas de los que hablaba se generan por la presencia de ceniza en el aire. La doctora comenta que quizá el verdadero problema no sea la ceniza tal como la vemos en el aire, sino aquella que tiene un tamaño que no nos permite apreciarla, pero la estamos respirando. Me doy cuenta de que el alumno relaciona la información previa porque pregunta si la ceniza en el aire es contaminante, si puede producir esos padecimientos que la doctora menciona, aunque provenga de quemar plantas. La doctora me observa como pidiendo contexto a la pregunta. Le explico que teníamos la idea de que, si se produce por el quemado de una planta, la ceniza

podía no ser mala o no tan dañina. Ella explica que el humo liberado durante las quemas tiene cenizas visibles y otras partículas pequeñas, de muchas otras sustancias químicas que forman parte del humo y que son liberadas al mismo tiempo. La exposición a ello produce los padecimientos que había mencionado. No importa si lo que se quema son plantas.

En los apuntes de esta visita, nos quedó claro que el humo y las partículas liberadas durante las quemas pueden generar problemas respiratorios, agravar problemas preexistentes, y que incluso se les asocia con la ocurrencia de infartos y ciertos tipos de cáncer.

Como es comprensible, por el nivel de los estudiantes no se aborda la naturaleza del material particulado (menor a 2.5 micras de diámetro). No obstante, meses más adelante retomamos este punto cuando abordamos el estudio del sistema respiratorio: uno de los equipos mencionó la función de las vellosidades de la nariz y nos explicó que actúan como un filtro, pero que existen partículas pequeñas que no pueden retener cuando la exposición es permanente, como sucede, entre otros eventos, cuando se mantienen las quemas en los cultivos de caña.

Que hable la ciencia

Hacia el mes de febrero de 2019 aún seguimos reuniendo ideas acerca del problema de la quema de los cultivos, así que organizamos una visita al Colegio de la Frontera Sur en Tapachula, Chiapas. Dado que el viaje implica un gasto para el traslado y utilizamos un día inhábil, asiste un grupo muy reducido, de apenas tres alumnos, acompañados de un padre de familia.

La conversación con un investigador respecto a la práctica del quemado nos confirma algunos datos: el quemado produce la liberación de dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno, así como de derivados de azufre que forman parte de los gases de efecto invernadero (GEI). En cuanto a si estas sustancias liberadas a la atmósfera son contaminan- Luis Sergio Martínez Guzmán tes, nos refiere que son contaminantes todas aquellas sustancias que no deberían estar en un sistema o que se encuentran en cantidades que exceden la composición del sistema a que nos referimos. Este acercamiento a la definición es coincidente con lo afirmado por Boada:

La contaminación atmosférica se debe a la alteración de la concentración o composición de los gases que la forman, es decir, se produce cuando contiene sustancias ajenas o bien cuando algunos de sus componentes tienen una concentración mayor a la normal (Boada y Toledo, 2003: 91).

Por otra parte, el investigador del Colegio de la Frontera Sur comenta que en las zonas costeras, como la franja donde se ubica Huixtla, en Chiapas, puede generarse la idea de que el contaminante no afecta, supuesto que se deriva de que no es percibido a simple vista. Sin embargo, el hecho de que el contaminante no se acumule como sucede en otras ciudades no significa que desaparezca. Más tarde o más temprano, esas emisiones interactúan con los distintos sistemas o se manifiestan como gases de efecto invernadero.

La atmósfera es un medio en movimiento, con turbulencias, que hacen que la dispersión de los contaminantes no sea uniforme […] las circunstancias meteorológicas determinan en gran medida la calidad del aire, puesto que, según cuáles sean, el contaminante se dispersará con mayor o menor dificultad. Estos movimientos del aire y las turbulencias ayudan a diluir los contaminantes, pero los de larga duración pueden ser transportados a largas distancias antes de volver a la superficie de la Tierra [y] tienen incidencia fuera del ámbito donde se han producido (Boada y Toledo, 2003: 92). Para ilustrar este fenómeno, el investigador nos comentó que, en el caso de la disminución en la capa de ozono, se ubica un agujero en la Antártida, en esta zona cuya densidad de población es muy baja. La dinámica de dispersión acarrea los gases responsables (CFC, clorofluorocarbono) desde las zonas densamente pobladas hasta aquellas latitudes. Esto demuestra que un contaminante no desaparece, y no debemos Shutterstock olvidar que el planeta, en el Ártico o en el Antártico, sigue siendo el mismo. Agregado al impacto de las sustancias que se emiten, sin importar quién sea el causante, se sabe que los países más afectados serán los menos desarrollados, y principalmente las zonas costeras. Así, los gases de efecto invernadero han influido e influirán en procesos de deshielo, con la consecuente elevación en el nivel del mar de tal magnitud que zonas amplias pueden desaparecer. En este punto, el padre de familia que Los gases de efecto invernadero han influido en el deshielo de la nos acompañaba se mostró interesado y Antártida preguntó si Chiapas era una zona como

la que el doctor mencionaba, es decir, zona costera, con rezago, en un país en vías de desarrollo. El entrevistado dijo que sí. Me pareció importante aprovechar ese momento para estimular la reflexión en torno a un punto que habíamos detectado en las entrevistas con padres de familia: Huixtla y sus actividades agrícolas como emisoras de contaminantes.

El investigador nos explicó que, en efecto, la quema de los cultivos de caña es una práctica indeseable cuando se considera la contaminación en el ámbito global. Que las emisiones de dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOx) y derivados de azufre permanecen y afectan, las veamos o no. A las personas en las zonas rurales no siempre les parece que se esté contaminando, pues consideran que el mero hecho de que existan plantíos en derredor garantiza la condición amigable con el medio ambiente, pero no siempre es así.

Pregunté –con toda la intención– en torno al aumento de los cultivos de palma africana (Elaeis guineensis) en la costa de Chiapas. El primer error es pensar, dijo, que la in- Shutterstock troducción de los monocultivos implica en automático una recuperación de la biodiversidad, ya que no todo lo verde plantado corrige el impacto de las actividades humanas.

Específicamente en el tramo de Huixtla a Tapachula se introdujo el cultivo de palma africana. Para ello se talaron árboles maderables y frutales propios de la región. En el ecosistema original, forjado durante muchos años, existían relaciones que se interrumpieron y que no pueden reactivarse tan rápido como quisiéramos por el mero hecho de volver a plantar. Los productores se deslumbraron porque el primer año se regalaron palmas y se prometió comprar todo lo que produjeran, pues había el furor del biocombustible, cuya operatividad no resultó cierta y dejó deforestadas grandes Palma africana (Elaeis guineensis) extensiones.

En cuanto a la quema del cultivo de la caña, tendríamos que pensar cómo afecta el proceso de quemado a la biota del suelo. Las consecuencias de esa quema están relacionadas con la liberación de gases de efecto invernadero, pero también con la disminución de las formas vivas presentes en el suelo y el hecho de que, en cada evento, se propicia una mayor dependencia del uso de fertilizantes.

De vuelta en el salón de clases, compartimos con el grupo esta información.

La visión de las prácticas agrícolas en el ámbito local no genera un impacto despreciable o menor en el ámbito global. Es vital comprender que no estamos buscando al culpable como elemento único, sino reconocer que todos los actos suman y que, a partir de las actividades antropogénicas y la intensificación de sus formas de producción, se han registrado cambios que están afectando ya la forma en que vivimos.

En la última década, a los fenómenos globales ya reconocidos durante el decenio de 1980, tales como el exceso de bióxido de carbono […] o la reducción de la capa de ozono […] se ha venido a agregar nuevos procesos de dimensión planetaria. […] En los últimos años se acumularon suficientes evidencias que demostraron la existencia de fenómenos no registrados anteriormente, tales como el incremento en el número e intensidad de los ciclones, la producción de gases contaminantes de la atmósfera derivados de las quemas agrícolas […], y el registro de 1997 y 1998 como los años más calientes de la historia reciente (Boada y Toledo, 2003: 182).

La parte que nos toca se refiere a comprender el impacto de la actividad comunitaria. En nuestro caso, el tiempo que se ha mantenido ha generado un proceso de normalización, de tal suerte que aun observando la caída de los residuos no se le asocia con la generación de gases de efecto invernadero ni con su potencial como causante de enfermedades.

Las tendencias correspondientes a las emisiones de GEI provenientes de las actividades agrícolas […] para los años 1990, 2000 y 2011 representaron 17%, 15% y 13% del total de GEI respectivamente, aunque en términos absolutos se registró un incremento. Esta es un área que ofrece grandes oportunidades para disminuir la generación de GEI, lo cual, además de contribuir a la mitigación del cambio climático, aportará beneficios en la salud humana, en los ecosistemas y en la calidad del suelo, ya que muchos de los GEI provenientes de esta actividad están relacionados a los agroquímicos y a las quemas agropecuarias anuales (Molina, Sarukhán y Carabias, 2017).

La información indica que una modificación de las prácticas locales tendría un efecto real. Es necesario dejar de esperar que alguien más lo haga. Es urgente tomar conciencia de que la contribución al problema desde las áreas rurales existe, y que también podríamos convertirnos en parte de la solución. Las modificaciones no vendrán desde un coordinador global cuyo decreto cambie las condiciones por enunciarlas. Es preciso sumar acciones, pequeñas acciones desde pequeñas comunidades.

Y ahora, ¿qué hacemos?

En el mes de abril, previo al receso vacacional de Semana Santa (2019), conversamos con los jóvenes en el sentido de qué hacer desde la escuela para tratar de mejorar las condiciones del lugar en que vivimos. La mayoría está de acuerdo en que debemos informar a los demás grupos lo que sabemos; otros consideran que hay que hacer un escrito al ingenio; otros, que debe denunciarse ante la presidencia municipal o que la información no debe quedarse en la escuela, sino enviarse a un periódico local como denuncia pública.

Los acuerdos se resumieron en tres acciones:

• Elaboración de un video que informe de las actividades realizadas a fin de distribuirlo en redes (así evitamos el uso de papel para trípticos, que era una de las ideas originales). • Llamar a un representante del área de salud municipal para preguntarle si el ayuntamiento sabe de estas condiciones y tiene algún plan para abordarlo. • Informar a la comunidad escolar del resultado de nuestra actividad a través de una exposición fotográfica. Se acordó hacerla coincidir con la reunión de la representación de salud municipal y organizarla por segmentos según el origen de la información.

Luis Sergio Martínez Guzmán

Luis Sergio Martínez Guzmán

Preparación de exposición fotográfica para informar a la comunidad escolar sobre los resultados de la actividad de investigación

El último bimestre en el programa escolar de Ciencias indica que se lleve a cabo un proyecto escolar. Estas actividades se corresponden con ese objetivo, en la forma de una campaña de concientización, labor que desarrollaron los alumnos debido a la afinidad con las actividades acordadas.

La elaboración del video se efectuó con recursos personales dado que en la escuela no hay equipos de cómputo para uso de los estudiantes. Conseguimos un permiso especial de la escuela para que algunos de ellos pudieran llevar sus teléfonos celulares y compartiéramos las fotografías necesarias en la edición.

Decidimos hacer una narración para el video en la voz de dos niñas, que al final no fue utilizado por solicitud de los padres de familia.1 El video se puede ver en <www.youtube.com/watch?v=TN3ZwsNNgB8> con la voz del autor de estas líneas.

En la sesión con autoridades del municipio, nos enteramos de que el área de Salud Municipal no tiene acuerdos o estrategias sobre la problemática del quemado, tampoco en torno a informar a la población, monitoreo de niveles de contaminación, dar seguimiento a número de casos de enfermedades de vías respiratorias imputables al proceso de quema, o acción alguna que sugiera que hay conciencia sobre la relevancia de esta problemática. La oficina de Ecología y Medio Ambiente se mostró interesada en los datos correspondientes a las máquinas que realizan el corte de la caña en verde.

Al cierre de este escrito, estamos realizando gestiones dirigidas a que exista un acuerdo a fin de que Salud Municipal y la inspección escolar de la zona 010, a cargo de la región, sea informada por el ingenio azucarero en torno a la calendarización de las quemas. Se espera que esta información permita a las autoridades emitir boletines que limiten la activación física escolar en los momentos de mayor emisión contaminante. Este acto no resuelve el problema, pero sienta un precedente de acción en torno a él.

Cuando buscaba información para elaborar el video, encontré por casualidad un comentario interesante en una publicación de Facebook. Pensando en contactar con esa persona hice una búsqueda en su perfil y encontré un blog de su autoría. Le envié un correo y unos días después logramos hacer contacto. Su nombre es Ignacio Gei, ex profesor de la cátedra de Derecho y Legislación Ambiental en la Universidad Blas Pascal, en Argentina; posee gran experiencia en este ámbito, ya que colaboró como responsable del área de derecho ambiental del Comité de Enlace en Argentina, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el ciclo 1995-1996.

De forma muy amable, el maestro Gei accedió a tener con nosotros una videoconferencia en la que formuló algunas reflexiones y recomendaciones en

1 Los padres de familia comentaron de forma particular que no querían que en el video aparecieran las voces y nombres de sus niñas. Ellos consideran que denunciar estos hechos señalando al ingenio azucarero como responsable puede generar problemas o algún tipo de represalias.

torno al problema de nuestra región. De sus muchas aportaciones, menciono algunas que enriquecieron la forma en que veíamos el problema: • El problema no es sólo de México o Chiapas; a lo largo de Latinoamérica existen leyes en torno a las prácticas agrícolas, pero en los hechos no siempre se cumplen. • En una provincia de Argentina (Tucumán), la quema de cultivos de azúcar está prohibida. • Las iniciativas más importantes son las que surgen de los núcleos sociales, dado que implican que los participantes saben lo que se debe realizar y están dispuestos a llevarlo a cabo; además, la administración pública podría tener intereses respecto a la permanencia de las prácticas vigentes. • Como elemento base es posible demostrar, desde los colectivos escolares, que las prácticas pueden ser modificadas; quizá a través de resultados experimentales, como en el caso de la calidad del azúcar que se obtiene con la quema y sin ella. • En cuanto a la calidad del aire en el municipio, también es importante una investigación con la colaboración de otras escuelas.

Como resulta evidente, conviene que los estudiantes perciban que no se trata de un problema local en su naturaleza o consecuencias; que estos procesos suman a las condiciones de su entorno inmediato, pero también en los niveles regional y global; y que existen otros grupos preocupados por las condiciones actuales dedicados a buscar alternativas al proceso.

De algunas de las opiniones del maestro Gei no podemos ocuparnos en lo inmediato. Él habla desde la experiencia de la educación superior; algunas de las ideas que surgen no podemos abordarlas en la educación básica. Sin embargo, es necesario que los estudiantes tengan la experiencia de identificar una problemática y ofrecer soluciones; así como forjar una opinión fundada en el conocimiento y comprensión de una pluralidad de razones que los diferentes actores tienen para hacer lo que hacen de la forma en que lo hacen.

Referencias

BOADA, M., y V. Toledo (2018). El planeta, nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad. México: Fondo de Cultura Económica.

LOVELOCK, J. (1985). Gaia. Una nueva visión de la vida sobre la tierra. Barcelona: Ediciones Orbis.

MOLINA, M., J. Sarukhán y J. Carabias (2017). El cambio climático. México: Fondo de Cultura

Económica.

SEP, Secretaría de Educación Pública (2011). Programa de estudios 2011. Guía para el maestro. Educación básica. Secundaria. Ciencias. México: SEP.

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