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Aurora Reyes, un perfil multifacético

Aurora Reyes,

UN PERFIL MULTIFACÉTICO

Andrés Ortiz Garay*

Cuando se recuerda a Aurora Reyes , lo más común es que se le distinga como la primera mujer muralista en México. Sin embargo, al investigar con más profundidad su vida y obra se revela un perfil multifacético: artista plástica, escritora, poeta, activista y maestra, sin dejar de lado su actuación como parte de una élite intelectual ni tampoco sus afanes personales como madre y abuela dedicada.

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algunas biografías (Aguilar, 2010; y Borealis, 2007) afirman que Aurora Reyes fue una hija de la Revolución. Su infancia y adolescencia transcurrieron al compás de grandes transformaciones sociales: el resto del mundo se convulsionaba con la Primera Guerra Mundial y con el consiguiente triunfo de una inaugural experiencia comunista en Rusia –que ella, como medio mundo, admiró durante mucho tiempo–; en tanto, en México se desarrollaba otra revolución, más caótica, montada a medias entre una vocación vagamente socialista, la reivindicación de un nacionalismo aún sin mayor sustento que el puro nombre de México y la destructiva intransigencia de los caudillos que la conducían. Luego, en su temprana juventud –una en la que

* Antropólogo. Ha laborado en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional Indigenista y el Instituto Nacional de Ecología. Para Correo del Maestro escribió las series “El fluir de la historia”, “Batallas históricas”, “Palabras, libros, historias”. el acceso a los métodos anticonceptivos no se resolvía con una rápida visita a la farmacia–, Aurora se convierte en madre, pero eso no detuvo su profesionalismo y a los 27 años obtiene una SEP) plaza en la Secretaría de Educación Pública ( que ejercerá continuamente hasta su jubilación, casi cuatro décadas después.

En 1936, el año siguiente a ese nombramiento como maestra, pinta su primer mural; es el México de un segundo empuje revolucionario que por medio del régimen cardenista extiende el reparto agrario, nacionaliza las riquezas energéticas del petróleo y la electricidad e impulsa un sistema educativo de corte socialista; mientras, Europa ve impávida cómo el führer alemán inicia en Renania la primera de sus conquistas.

Su edad de madurez (digamos que entre los treinta y los sesenta años de edad) coincide con el enfrentamiento contra el nazifascismo, los ho rrores perpetrados por todos los bandos combat i e n t e s e n l a S e g u n d a G u e r r a M u n d i a l y l a l u cha antimperialista en el llamado Tercer Mundo.

Para México, se trata de un tiempo en el que el afianzamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder político parece conducir al país a la modernidad, aunque igualmente equivale a la instauración de un nuevo tipo de sistema de gobierno monolítico al que se ha calificado como dictadura blanda. Aurora Reyes desarrolla su actividad profesional en el magisterio mientras que en su habilidad artística transita libremente entre la pintura y la poesía. Sus posturas críticas la llevan a desligarse de su afiliación al Partido Comunista Mexicano cuando son desoídas sus denuncias sobre los maltratos, fraudes y hasta abusos sexuales cometidos por algunos “camaradas” en un centro de salud para pacientes pobres.

S u s s e s e n t a a ñ o s d e e d a d ( 1 9 6 8 ) c o i n c i d e n c o n el estallido del movimiento juvenil en varias partes del mundo, el recrudecimiento de la guerra en Vietnam, el descrédito del bloque socialista tras la invasión de fuerzas del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia y, desde luego, con la represión gubernamental que culmina con la masacre de Tlatelolco en nuestro país (ella participa en varias de las marchas encabezadas por los estudiantes). A los setenta años y afectada por el reumatismo, es todavía capaz de pintar su último mural y de despreciar un seductor ofrecimiento que le hace el “señor presidente electo” (1970) porque ella no le perdona su papel en la matanza de Tlatelolco. Recordemos pues, en lo que sigue, las múltiples facetas de la vida y la obra artística de Aurora Reyes.

Antecedentes familiares

El general Bernardo Reyes, abuelo paterno de Aurora, fue un personaje destacado durante el porfiriato. Muchos lo consideraban como el mejor sucesor del general Porfirio Díaz y por eso se presentó como candidato en las elecciones para la presidencia de 1911, tras la caída del dictador (el vencedor fue Francisco Madero). Pero su papel y muerte al inicio de la llamada Decena Trágica conllevaron su desprestigio y el acoso a sus familiares. El padre de Aurora, León Reyes, nació en 1870 como fruto de una relación extramarital entre don Bernardo y la joven duranguense Teresa Palacios. Y aunque después el general se casó con Aurelia Ochoa (mujer con la que tuvo 12 hijos, entre ellos al famoso Alfonso Reyes), no descuidó del todo sus deberes paternales hacia su primogénito, reconociéndolo como parte de su familia y posibilitándole una carrera que lo llevó a estudiar ingeniería en el Colegio Militar de Chapultepec. Ya en el desempeño de su carrera en el ejército federal, el capitán León Reyes se casó con Luisa Flores, hija de una familia chihuahuense al parecer acomodada (dado que contaban con servidumbre doméstica de origen chino que, quizá entre otras cosas, enseñaron a Luisa –mujer inculta, pero inteligente al decir de la propia Aurora– a hacer pan).

Domiciliada en Hidalgo del Parral, Chihuahua, la pareja de León y Luisa vio nacer allí a su 1hija Aurora el 9 de septiembre de 1908. Un par de años después, se mudaron a otra población del mismo estado, Jiménez, que en aquel tiempo alcanzaba cierta prosperidad al haberse convertido en un importante centro ferroviario del norte de México (posiblemente el capitán Reyes participó en la construcción de la red ferrocarrilera e imagino que doña Luisa siguió contando con inmigrantes chinos para el servicio doméstico). Aunque Aurora era muy pequeña cuando vivió en Jiménez, más o menos de los tres a los cinco años, sus impresiones del desierto quedaron indeleblemente marcadas en sus recuerdos. Quizá más como memoria que sueña sensaciones

1 Ella tuvo otros dos hermanos, de los que la separaban largos lapsos, pues Luis León nació en 1916 y Horacio en 1924.

que como reflujo de vivencias experimentadas, su posterior evocación de esa temprana niñez en el desierto se convierte en uno de los conceptos recurrentes de su obra, especialmente en su poesía; así lo refrendó ella misma:

Cuando tenía 5 años, vivíamos en Jiménez, Chih. Nuestra casa emergía, con sus blancas paredes, a las orillas mismas del desierto, sirviéndole de apéndice a la última calleja de aquel pueblo. Todos los días había que estarse defendiendo de la invasión constante de la arena que, como gris ceniza, todo lo cubría. El inmenso desierto, en lucha contra el hombre, alargaba insaciable sus estériles formas, se nos metía a diario por la calle, invadiendo las casas y las almas (citado en Aguilar, 2010, p. 27).

En febrero de 1913, el capitán León Reyes partió presuroso a la ciudad de México para asistir al funeral de su padre, y poco tiempo después lo alcanzaron allí su esposa y su hija. Pero el régimen huertista veía con gran desconfianza al vástago del general caído y por eso León tuvo que permanecer prácticamente en la clandestinidad. Doña Luisa adquirió entonces un papel preponderante en la economía familiar; entre otros trabajos horneaba el pan que los chinos le habían enseñado a hacer, y la pequeña Aurora era la encargada de venderlo en las proximidades de la vecindad donde vivían, en la plaza de Comonfort, en La Lagunilla. Inmersa en el contexto social de ese famoso barrio bravo, la niña Aurora n o s ó l o a p re n d i ó a d o m i n a r e l á s p e ro a u n q u e florido lenguaje de la leperada, sino que –algo mucho más importante– se forjó en ella un ca2rácter combativo que en el futuro distinguiría su

2 Ella contaba que, para defenderse de los chamacos que le querían robar los bísquets que vendía, llevaba además de los panes en una tabla, una bolsa repleta de piedras para repeler a los tunantes.

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Aurora Reyes y Frida Kahlo, compañera de la escuela preparatoria y con quien entabló una relación de por vida

actuación personal; asimismo obtuvo un conocimiento íntimo de la marginalidad, la miseria y el desamparo en que vivían los estratos más bajos de la sociedad capitalina. Dado que en esa época, Aurora inició su formación escolar en un plantel llamado República de Cuba, imagino que h a b r á s i d o e n t o n c e s c u a n d o p r i m e ro s e l e d e s pertó el amor por lo cubano y cuando empezó a comprender la importancia de la educación com o i n s t r u m e n t o d e re d e n c i ó n p a r a l a s m a s a s marginadas de la sociedad mexicana.

En 1921 se matriculó en la Escuela Nacional Preparatoria, a la que asistía en el turno matutino, pues en la tarde-noche también tomaba clases en la Academia de San Carlos, de alguna manera enfilándose ya hacia su gran pasión por el dibujo y la pintura. Entre sus compañeros de la prepa estaba Frida Kahlo, con quien entabló una relación de por vida. Pero no logra terminar el ciclo preparatoriano. Acostumbrada a dirimir

los agravios de acuerdo con los modos bravos de La Lagunilla, se enfrentó a una prefecta de la p re p a q u e h a c í a m o f a d e l o s v í n c u l o s d e L e ó n Reyes con Diego Rivera y otros maestros de San Carlos, y que además tildaba a Aurora de libertina y jefa de una banda de ladrones. Un derechazo bien plantado y una rápida serie de puntapiés dejaron fuera de combate a la prefecta, y a Aurora, fuera de la escuela, pues tal acto le valió la expulsión. La fiereza demostrada en esa ocasión, hizo patente que el apodo familiar de Aurora, la Cachorra, no carecía de significado.

Sus estudios se centraron entonces a tiempo completo en la Academia de San Carlos. A pesar de sus buenas calificaciones, no alcanzó a graduarse. Con 18 años de edad, Aurora Reyes se embarazó de un hombre mayor que ella, Manuel de la Fuente, y se fue a vivir con él. Poco después de que naciera Héctor (1926), su primer hijo, se descubrió que aquel hombre era casado. El escándalo armado por la esposa legal llevó a la detención de la pareja, acusada de bigamia; pero gracias al ya para entonces recuperado fuero del capitán Reyes, su hija pudo librarse de mayores consecuencias. Tres años después, Aurora Reyes contrajo nupcias con Jorge de Godoy, un periodista que además de su columna en el periódico La Prensa publicó algunos libros de cierta fama en aquel tiempo. Godoy dio su apellido al niño y los tres se fueron a vivir a Coyoacán, donde la familia se incrementó con el nacimiento de otro hijo (1931), al que llamaron Jorge, como su padre. El matrimonio se disolvió unos años después debido al alcoholismo de Godoy y los malos tratos que daba a su esposa. A partir de entonces, Aurora Reyes pudo ejercer sin trabas su independencia personal, dedicándose de lleno al desarrollo de sus actividades profesionales y a la crianza de sus hijos.

Aunque sólo sea de paso, recordemos también que Aurora era sobrina de Alfonso Reyes, considerado uno de los mayores exponentes de la literatura mexicana. Pero sus vínculos –a pesar de la manifiesta admiración que ella sentía por su tío– se basaron más en el mutuo reconocimiento de un parentesco consanguíneo que en una afinidad determinada por compartir vivencias ligadas a relaciones familiares más cercanas: “Los unía el amor por Bernardo Reyes, pero los separaba una biografía distinta” (Aguilar, 2010, p. 25).

Primera mujer muralista en México

Aunque algunas mujeres participaron como asistentes en los primeros trabajos del muralismo mexicano, la concepción, desarrollo, control de la producción y desde luego la autoría, permanecieron en manos masculinas al menos hasta bien entrados los años treinta. Tanto en su práctica, como en los estudios que se han dedicado al tema, el muralismo posrevolucionario es visto como una actividad y una creación de hombres. Sin embargo, podemos mencionar a las estadounidenses Ione Robinson, las hermanas Marion y Grace Greenwood, y Ryah Ludins, así como a la mexicana Isabel Villaseñor y la guatemalteca Rina Lazo, pues todas ellas participaron en proyectos de muralismo, ya fuese como asistentes o como titulares.

La competencia para conseguir recursos financieros y espacios públicos para pintar murales se volvió un asunto sumamente disputado. No se trataba sólo de la habilidad artística del pintor, sino que debía estar bien relacionado en las altas esferas políticas y financieras, y sin duda, la temática de su proyecto debía ser acorde con la agenda gubernamental, pues el muralismo se volvió también una actividad muy p o l i t i z a d a . Tr a s e l i m p u l s o d a d o p o r J o s é Va s concelos (que fue el máximo exponente de la teoría del mestizaje como puntal del nacionalismo cultural) cuando estuvo al frente de la SEP,

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Aurora Reyes, Atentado a las maestras rurales, 1936, mural al fresco, 2 × 4 m

se dio una cierta rescisión en la importancia del m u r a l i s m o c o m o p r i o r i d a d e n l a a g e n d a g u bernamental; no cesó del todo su producción, pero se destinó menos presupuesto del gobierno para esos proyectos. Se abrió entonces una mayor posibilidad para las mujeres, quienes no desdeñaron recibir menos recursos para realizar su trabajo, al contrario de lo que sucedía con sus contrapartes masculinas, que con sus egos inflados por el éxito logrado durante el esplendor del “Renacimiento mexicano” no estaban para nada interesadas en recibir pagas menores por su trabajo.

E n e s t e c o n t e x t o , A u ro r a R e y e s re c i b i ó e n 1936 su primera comisión para pintar un mural. Contaba entonces con 28 años de edad y era miembro de la Liga de Escritores y Artistas ReLEAR). Esta organización –ligada volucionarios ( a la Internacional Comunista– extendió una invitación a sus afiliados para presentar proyectos de murales que se efectuarían en los muros de escuelas. Reyes presentó “La lucha de los maest ro s c o n t r a l o s c r i s t e ro s ” , q u e f u e a p ro b a d o y que una vez terminado se tituló Atentado a las 3maestras rurales. La obra se pintó en el vestíbulo del Centro Escolar Revolución (ubicado en la intersección de las avenidas Arcos de Belén y Niños Héroes, en el Centro Histórico de la ciudad de México) una escuela que el régimen del presidente Lázaro Cárdenas seleccionó para fungir como plantel-insignia del modelo pedagógico 4 Para ofrecer una for-de la educación socialista. mación más integral se le equipó con instalaciones deportivas (gimnasio, alberca, canchas para varios deportes y una pista de atletismo), talleres

3 Los títulos de varias obras de Aurora Reyes suelen variar según quien los cite; aquí sigo los que consigna Margarita Aguilar

Urbán en “Los murales de Aurora Reyes: una revisión general” (véase: Aguilar, 2008). 4 La construcción del conjunto constituía una especie de metáfora de la transformación de un espacio de encarcelamiento, represión e injusticias del antiguo régimen (pues el predio donde se edificó la escuela había albergado la siniestra cárcel de Belén) que así se transformaba en uno dedicado al fomento de la educación y la cultura.

para el aprendizaje de oficios y una nutrida biblioteca. Además se erigieron esculturas, vitrales y murales que crearon artistas afiliados a la LEAR. El mural de Aurora Reyes muestra a una maestra rural siendo arrastrada y maltratada por cristeros fanáticos, uno con billetes en la mano que la jala de la cabellera (pintado en una postura corporal que recuerda la forma de la cruz gamada de los nazis), y otro que porta un escapulario en el cuello y golpea a la maestra con la culata de su rifle; a un lado, tres alumnos observan con temor la tragedia (y sólo uno, que es niña, con un vestido blanco que la hace resaltar dentro del trío, parece enfrentar con valentía la violencia de 5lo que están presenciando).

Otros murales de Reyes

La actividad de Aurora Reyes como muralista se plasmó en siete obras que fueron creadas en un lapso de 42 años. Desde luego, tal temporalidad involucra diferentes contextos históricos, así como diversas condiciones tanto en lo que respecta a la propia evolución del muralismo como al desarrollo artístico y personal de la autora. Seis de esos murales están bien localizados. Aparte del ya referido, otros cuatro forman un conjunto pictórico y conceptual que está ubicado en el auditorio “15 de mayo” del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en Belisario Domínguez 32, también en el Centro Histórico de la capital del país. Las obras que lo integran son Trayectoria de la cultura en México, Presencia del maestro en los movimientos históricos

5 Bajo los auspicios del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), este sitio fue declarado “monumento artístico” mediante un decreto presidencial del 16 de noviembre de 2018.

Desgraciadamente, y no obstante esta denominación, las obras pictóricas han sufrido el desgaste del tiempo y no han contado con interés público ni con los fondos necesarios para su restauración. de la patria, Constructores de la cultura nacional y Espacio, objetivo futuro. Este conjunto lo creó Aurora Reyes cuando tenía 53 años y había transcurrido casi un cuarto de siglo desde que pintó Atentado a las maestras rurales. En aquel primero, los escasos ocho metros cuadrados de que disponía concentran, en una única escena, la gran carga emocional y simbólica que comportaba la lucha por llevar adelante la educación laica en un país donde el fanatismo auspiciado por el clero católico aún oponía gran resistencia al cambio civilizatorio (¿y todavía?). Pero ante los 334 metros cuadrados de paredes en el edificio del SNTE ella pudo desplegar su poder creativo en 1961-62, realizando una portentosa síntesis de su visión acerca del devenir humano que tiene como aspectos centrales: a) la evolución de la cultura universal ejemplificada con la perpetuación del rico bagaje originado en los antiguos pueblos de la América prehispánica (los íconos que representan al maíz, los conocimientos astronómicos o, quizá mucho más, el primordial papel de lo femenino son, entre otros pero sin duda, simbolizaciones que dan cuenta de ese bagaje); b) el enorme aporte de las maestras y l o s m a e s t ro s e n l a h i s t o r i a d e M é x i c o , y a s e a como profesionales del magisterio o c o m o s e re s h u m a n o s m a y o r m e n t e o c u p a d o s en la creación y transmisión de la cultura y el conocimiento (desde la mujer tlacuila y los danzantes hasta los próceres –algunos ilustrados y otros no tant o – , l o s re t r a t o s i d e n t i f i c a b l e s h a b l a n d e e s t e t e m a ) ; c ) e l o f re c i m i e n t o d e u n a i d e a d e e s p e ranza forjada a través de la unión entre el pasado y el presente de un país que todavía cifraba su viabilidad como entidad singularizada en su encaminamiento hacia la modernidad universal sin hacer a un lado las bondades de su propia historia (¿y aún lo hace?).

Cuando pintó los murales del SNTE, Reyes seguía siendo una defensora convencida del muralismo como arte que debía representar la reali-

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Aurora Reyes, Presencia del maestro en los movimientos históricos de la patria (detalle), 1962, mural al temple clásico, Auditorio “15 de mayo” del SNTE

dad y simbolizar contenidos sociales. De hecho, denostaba un tanto la pintura abstracta que se hallaba en boga en ese tiempo, calificando a sus creadores como “pintores sin causa” (en parangón con los afamados “rebeldes sin causa” de la juventud de los sesenta) y sus obras como “uno de los muchos males de la época” (Aguilar, 2010, p. 134). Pero los posicionamientos en torno a la estética habían cambiado y, tal vez en consonancia con ello, este trabajo le valió fuertes críticas por parte de varios representantes de la nueva postura estética; en todo caso, la obra de Reyes plasSNTE no alcanzó gran di-mada en el edificio del fusión ni le otorgó una consagración que habría sido más justa.

El primer encuentro, su último mural, lo pintó en 1978 en el Salón de Cabildos de la delegación (hoy alcaldía) de Coyoacán. Con setenta años a cuestas, verdaderamente debe considerarse una proeza por el enorme esfuerzo y desgaste físico que requería subirse a los andamios para llenar de formas y colores los 25 metros cuadrados que ocupa esa pintura. Su temática se centra en el encuentro entre los conquistadores españoles y los indígenas nativos de Coyoacán. Los primeros están claramente representados como aviesos y entre ellos destacan la Malinche que, altiva, sujeta a un mastín de presa, y una mujer blanca, en actitud sumisa, que tal vez representa a Catalina Juárez (la esposa “legal” de Cortés que m u r i ó e n c i rc u n s t a n c i a s n u n c a b i e n a c l a r a d a s –una hipótesis es que él la asesinó– poco después de su arribo a Coyoacán, donde el conquistador había instalado sus reales mientras se limpiaban

Aurora Reyes junto a su último mural, El primer encuentro (1978), en el Salón de Cabildos de la delegación (hoy alcaldía) de Coyoacán, en la capital de México

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los restos de lo que había sido la orgullosa ciudad de Tenochtitlan). Los indígenas, en cambio, están representados por cuatro dignatarios, dos de los cuales portan flores y frutos de la tierra, y por toda una escenificación que muestra varios aspectos de la civilización nahua que dominaba el valle de México. Mientras que en la parte de arriba del cuadro un etéreo Cuauhtémoc, alimentado por el Sol, se lanza decidido contra los i n v a s o re s . E n e s t a o b r a , A u ro r a R e y e s p l a s m ó su visión de la conquista europea de la América autóctona, de nuevo privilegiando la fuerza del legado de los pueblos originarios de aquel Nuevo Mundo por sobre la codicia de los del Viejo.

Además, la imaginería de este mural refleja su amor por Coyoacán, barrio antiguo y pletórico de historia, tanto la citadina como la suya propia; pues ella vivió en los años treinta en una gran finca del rumbo que era propiedad de su esposo, Jorge de Godoy (o de la familia de éste), y es lógico suponer que visitaba con frecuencia la Casa Azul, el famoso hogar de su amiga Frida Kahlo y de Diego Rivera (casa que en algún tiempo asiló a otro León proscrito, uno conocido con el sobrenombre de Trotsky). Amor conv e r t i d o e n a p e g o y d e s t i n o , A u ro r a R e y e s a d quiere un predio muy cercano al centro del viejo 6 entre las calles de Xochicaltitla y Hor-barrio,

6 Hoy, lo que conocemos como el Coyoacán antiguo está en realidad situado en el extremo septentrional de la demarcación política o alcaldía, que abarca unos 54 kilómetros cuadrados.

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Aurora Reyes, El primer encuentro, 1978, mural al temple clásico, 5 × 5 m, detalle

nos, en el que edificó la luminosa y cálida morada donde sus hijos y nietos crecieron, y donde una magnífica magnolia que alberga sus restos entre sus raíces, florece en cada vuelta del 7ciclo anual.

El séptimo mural de Aurora Reyes constituye un enigma. Se sabe que lo pintó en 1945, que tenía como temática el rebozo usado por las mu-

7 La casa de Xochicaltitla cuenta con muchas historias; según una, Aurora Reyes había visitado Cuba por primera vez en 1939 para asistir a un Congreso Nacional Femenino que se celebró en La Habana. Desde entonces, sus vínculos con Cuba y su gente permanecerían en el centro de sus afectos e intereses, tanto así que se dice que en esta casa escondió armas destinadas a los insurgentes comandados por Fidel Castro y

Ernesto Che Guevara. jeres mexicanas y que, al contrario de los otros seis, no estaba fijo en una pared, sino que podía ser transportado. Tras su exhibición en una feria ganadera organizada por la Confederación Nacional Campesina en un lugar no especificado, la obra desapareció sin mayor explicación.

Una última observación sobre esos murales. Es notorio que la fascinación por la maquinaria moderna está prácticamente ausente en su iconografía, al contrario de lo que sucede en las de otros muralistas contemporáneos (generalmente de sexo masculino). Para ella son más destacables los símbolos que representan la maternidad, la feminidad y de manera más general lo indígena, lo nativo. Si bien es cierto que en Trayectoria de la cultura en México Reyes plasma algunas

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Aurora Reyes, Presencia del maestro en los movimientos históricos de la patria (detalle), 1962, mural al temple clásico, Auditorio “15 de mayo” del SNTE

imágenes de la modernidad industrializada, los íconos utilizados para representarla tienen más relación con los conceptos de educación, ciencia y arte que con la máquina, la herramienta y el aparato.

La fama de Aurora Reyes como muralista no debe inducirnos a olvidar su gran destreza en la pintura de caballete. Su obra en esta rama del arte plástico es muy amplia y de una tesitura tan significativa como sus murales. En los temas de sus cuadros destaca el interés por la representación del rostro y la figura humanos, quizá con una preferencia por sus aspectos femeninos, pero la gama de lo abordado es muy extensa, por lo que resulta imposible detallarla aquí.

Una amistad tripartita

Aurora Reyes, Frida Kahlo y Concha Michel entablaron profundos lazos de amistad y cariño. Juntas analizaron críticamente su entorno social y compartieron teorías y prácticas de la transformación revolucionaria que les tocaba vivir. Su p ro f u n d o e n t e n d i m i e n t o m u t u o s e p l a s m ó e n poemas, pinturas y canciones que manifiestan un singular sentido del papel de la mujer y la feminidad en la evolución utópica del universo. Siguiendo conceptos mayormente elaborados 8 ellas participaban de un marco teó-por Michel rico que ha sido llamado “feminismo maternalista”, en el que –a grandes rasgos– la idea central es concebir el poder de la maternidad como eje fundamental de la identidad de las mujeres, pero con una proyección social que conduce a un mayor empoderamiento de la mujer y a su reivindicación de derechos humanos como la ciudadanía (que en principio se entiende como el derecho a votar y ser votadas), el acceso a la educación y la libertad sexual, que en ese entonces eran privilegios exclusivamente masculinos.

Durante la primera mitad del siglo XX se extendió, a nivel mundial, un discurso sobre el papel social de las mujeres, de la infancia y de la familia, que exaltaba la capacidad maternal de las mujeres y extendía al resto de la sociedad los valores de cui-

dado, crianza y moralidad ligados a ese rol. Este discurso, además de coincidir temporalmente con la creación del estado de bienestar en distintos

países, reforzó la división sexual sobre la que se pensó y construyó este nuevo modelo, división que es posible identificar a partir de las formas tan diferenciadas en las que mujeres y hombres fueron incorporados a la ciudadanía (Ortiz, 2016, p. 87).

Para Reyes, Michel y Kahlo, el pasado prehispánico de México representaba sobre todo una

8 Concha Michel y otras feministas mexicanas de esa época se inspiraban libremente en las ideas de Victoria Woodhull,

Charlotte Perkins Gilman, Ellen Richards y Margaret Sanger, entre otras precursoras anglosajonas del feminismo.

sociedad matrística (en vez de matriarcal) en la que la división sexual era más bien complement a r i a q u e i n t r í n s e c a m e n t e d i f e re n c i a d o r a , y l a transformación a la que se dirigía el movimiento posrevolucionario debía reivindicar de manera destacada la facultad de las mujeres como gest o r a s y p ro t e c t o r a s d e l a v i d a h u m a n a . D e s d e luego, esta facultad comportaba la necesidad de que ellas gozaran de la misma autoridad, derec h o s s o c i a l e s y p o d e re s e c o n ó m i c o s y p o l í t i c o s q u e l o s h o m b re s . Y a s í , d e s d e s u s re s p e c t i v o s campos de creación cultural, las tres amigas defendieron los derechos de “la otra mitad del cielo” usurpados por el patriarcado en su moderna versión capitalista.

Como tributo a esa amistad tripartita, Aurora Reyes pintó al óleo un alegórico retrato que tituló “Concha, Aurora y Frida” (1949). En ese cuadro, ellas aparecen bajo la forma de figuras emblemáticas de la artesanía mexicana tradicional. Frida es la “Catrina” (ícono del Día de Muertos que inicialmente fue popularizado en t r a b a j o s d e J o s é G u a d a l u p e P o s a d a y D i e g o Rivera), Concha es la “Tlanchana” (una sirena con guitarra similar a las figuras modeladas en barro de Metepec) y Aurora se representó a sí misma como muñeca de papel maché adornada con diseños otomíes (con base en los juguetes de ese tipo que se hacían originalmente en el Bajío guanajuatense).

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Aurora Reyes, Concha, Aurora y Frida, 1949

Otras facetas: docente, sindicalista, poeta

El desempeño de Aurora Reyes en el ámbito de la docencia fue fundamental para conformar su visión del país. Gran parte de sus preocupaciones sociales habrán adquirido una forma más decantada cuando en sus clases dimensionaba el impacto que provoca el desarrollo de habilidades artísticas en la formación de la conciencia humana. No descuidó el quehacer teórico en torno a las labores magisteriales; un interesante ejemplo de sus reflexiones sobre el proceso educativo es un documento inédito (1935) en el que SEPabordó las dificultades que enfrentaba la para lograr que su programa educativo alcanzara también a las escuelas de manejo privado.

Otra faceta más en la vida de Aurora Reyes se muestra en sus actividades como dirigente sindicalista en las que se inició en 1937 al ser designada secretaria de Acción Femenil en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la 9STERM). Desde esa posi-República Mexicana ( ción buscó obtener mejoras en las condiciones de las trabajadoras de la ciudad y el campo y pugnó por conseguir el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. Sus ideas sobre la concesión del voto ciudadano a las mujeres se reflejan en la siguiente cita:

Creo que la mujer sabe un poco más del sufrimiento que el hombre, ya que el porcentaje mayor de su energía está destinado a las atenciones de la generación de la especie humana [...] amén de que su trabajo ha sido siempre peor remunerado que el del hombre. Es evidente que sobre sus hombros gravita el último jalón de la miseria. Entonces, pese al temor que entre los círculos políticos ha causado la concesión de la ciudadanía

9 En ese mismo tiempo, su gran amiga Concha Michel ocupaba un puesto similar en la Confederación Nacional Campesina. a la mujer, es de esperarse que ella perciba con más certera intuición al gobernante que favorecerá su causa, que es la de sus hijos y quizás ella sea la que logre encontrar la fórmula (debe haberla) para que su voto sí sea tomado en cuenta (citado 10en Aguilar, 2010, p. 36).

Su actividad sindicalista obtuvo mejores resultados en lo referente a los derechos laborales de las madres trabajadoras. El periodo de incapacidad laboral por alumbramiento fue aumentado y en 1940 sus gestiones para crear guarderías para los niños pequeños de maestras y trabajadoras de la educación pública determinaron que dos escuelas primarias de la ciudad de México ofrecieran ese servicio.

En una faceta más personal que profesional, Aurora Reyes resulta una mujer repleta de vida. Por eso, ella no podía ser ajena a la bohemia, la tertulia y el ambiente festivo de la capital mexicana que coincidieron con su plena juventud. Hay recuerdos de ella como vehemente defensora de sus puntos de vista durante alguna francachela, como atrevida retadora de las convenciones burguesas acerca de que la mujer no debía hablar alto ni con malas palabras, que los hombres sí podían usar. Y no abundaré aquí en otros aspectos, como el de sus relaciones amorosas, pues este no es lugar para resaltar esos otros aspectos biográficos; creo que basta decir que Aurora era una mujer que en términos actuales llamaríamos “liberada”, por eso aquí nada más reproduzco una descripción de ella que hizo uno de sus con11 sitio de reunión de los tertulios en el Café París, antifranquistas y antinazis de aquellos días:

10 Margarita Aguilar cita un documento escrito por Reyes que ha permanecido inédito. 11 También participó activamente en el foro de discusiones llamado Tribuna de México (fue secretaria de la Mesa Directiva en 1941 y presidenta en 1946) que reunía a lo más granado de la intelectualidad del país.

La Cachorra es una mujer de carácter recio […] enérgica, firme, definida en su pensamiento, carga consigo lo revolucionario, como el guerrillero el fusil. Fiel, sincera en su arte, en cada expresión, en c a d a t r a z o , s e re f l e j a í n t e g r a ; h a y c i e r t a d u re z a en sus líneas, que, quien la conoce, no puede separarlas del sonido de su voz, de lo estricto cuando g e s t i c u l a . N o e s q u e d e s c o n o z c a l a t e r n u r a n i l a bondad, ni otros atributos espirituales integradores del carácter humano, sino que la Cachorra es entera; se da o se niega, pero absoluta; su concepto de la amistad no deja lugar a dudas de sus calida12des (citado en Aguilar, 2010, p. 41).

En 1950, como parte de los eventos conmemorativos del levantamiento maderista de 1910, el partido oficial organizó los “Juegos Florales de la Revolución”, el certamen de poesía lo ganó Reyes y eso posiblemente la animó a publicar un libro, Humanos paisajes, en el que integró perfectamente sus poemas y dibujos (la edición fue financiada en 1953 por el grupo Amigos del Café P a r í s ) . A n t e s y a h a b í a v i s t o l a l u z H o m b re d e UNAM, 1948), y luego siguieron Astro en México ( camino (SEP, 1951) y Nueve estancias en el desierto (Editorial del Magisterio, 1952). Después, entre 1958 y 1974 saldrían otras cuatro colecciones con 1 3 P e ro s e p u e d e d e c i r q u e A u ro r a s u s p o e m a s . Reyes permanece aún relegada en la lista de honor de las poetisas mexicanas del siglo XX.

Por lo dicho acerca de la edición de Humanos paisajes en 1953, no debe resultar muy sorprendente enterarnos de la faceta de Aurora Reyes como ilustradora. Su prolífica elaboración de alrededor de 550 ilustraciones para libros escolares, poemarios suyos y de otras autorías, cartillas alfabetizadoras y cívicas (al menos una en lengua maya), novelas, cuentos y un más am-

12 Aguilar cita un texto de Manuel González Calzada. 13 En 1981, la entonces delegación de Coyoacán publicó un volumen, Espiral en retorno, que reunía gran parte de su obra poética.

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En su libro, Humanos paisajes, Reyes integró perfectamente sus poemas y dibujos

plio repertorio de ediciones, evidencian que ella era tan experta con el lápiz como lo era con la brocha o el pincel.

En los años cincuenta dicta conferencias, la prensa publica entrevistas con ella o reseñas de las exposiciones –colectivas e individuales– en las que se exhiben sus pinturas y dibujos. Su personalidad recia y retadora, junto con su trabajo constante y crítico, la convierte en una figura atractiva para los medios de comunicación, que XX van alcanzando cada vez a mediados del siglo más una audiencia masiva. Con buen grado de sinceridad, la autodefinición de Aurora deja ver aquello que a los medios y el público les parece tan atractivo: “Yo soy completamente primitiva y salvaje. Amo por encima de todo la libertad. Este amor por la libertad es, incluso, un poco enfermizo, por excesivo” (citado en Aguilar, 2010, p. 46). Quizás excesivo, pero ciertamente certero,

ese amor libertario conduce a Aurora a un tipo de expresión que, montada entre la oratoria y la prosa escrita, constituye otra de sus facetas artísticas (una que me parece poco explorada en los trabajos dedicados a ella). La siguiente cita puede ejemplificar bien esto:

Hacia la izquierda un poco soñadores, inquietos, h a b l a d o re s , t r i s t e s , re n e g a d o s . A l a d e re c h a , t e rcos, desconfiados y graves. Por arriba, golfos, seguros, levantados y muy sentimentales. Por abajo, celosos, malditos y llorones y, sin discusión alguna, avorazados. De frente son fatalistas, matones, jugadores. Por la espalda, conchudos y de perfil [ … ] t a n t i t o t ro v a d o re s ( c i t a d o e n A g u i l a r, 2 0 0 8 , p. 47).

Quizás haya varias razones por las cuales la multifacética obra de Aurora Reyes permanece un tanto en el olvido. Una puede ser la discontinuidad en su actividad como “pintora pública”, pues hubo muchos años de diferencia entre uno y otro de sus murales. Otra sería la propia decadencia del muralismo como importante instrumento político que había sido favorecido por los regímenes gubernamentales que siguieron a la Revolución de 1910-1920. Más inexplicablemente está el hecho de que no se conozca ampliamente el resto de su obra pictórica ni su labor como poeta. Tal vez su afiliación al Partido Comunista Mexicano no haya sido del agrado del sentido oficialista que impregna mucho del conocimiento más popularizado acerca de la historia del arte moderno en nuestro país. ¿O, por lo menos en parte, este relegamiento será consecuencia de un veto que parece haberle impuesto 14un desairado presidente de México?

En todo caso, hay un gran desconocimiento de su obra poética y una especie de injusticia hacia su obra plástica; sus murales no han o b t e n i d o e l e s t a t u s d e p a t r i m o n i o n a c i o n a l n i han contado con presupuestos para su debida restauración. Su actuación como maestra transgeneracional y como activista social es comúnmente olvidada; y hasta su desempeño bohemio y su caracterización como una de las primeras “mujeres libres” en México suele ser relegado. Su designación como “primera muralista mexicana” es lo que más se repite en las páginas de internet que se ocupan de ella, y aunque esto pueda ser en sí misma una distinción no desdeñable, me parece que, más específicamente, Aurora Reyes adquiere un perfil histórico mucho más significativo y trascendente si enfocamos las múltiples facetas de su vida y su arte.

Referencias

AGUILAR, M. (2010). Aurora Reyes. Alma de montaña. Instituto

Chihuahuense de la Cultura. https://salondeletras.files. wordpress.co>m/2011/12/aurora-reyes-br.pdf ( 2 0 0 8 ) . L o s m u r a l e s d e A u ro r a R e y e s . U n a re v i s i ó n general. Crónicas, 13, 31-44. http://www.revistas.unam. mx/index.php/cronicas/article/view/17282/16466 BOREALIS, S. (2007). Aurora Reyes: A Woman who personifies the intersection of art and politics in revolutionary

Mexico [tesis de master en Arte, Department of Latin

American Studies, Tulane University]. ORTIZ, A. (2016). Feminismo y eugenesia en México. Articulaciones posrevolucionarias en Yucatán, Veracruz y Tabasco, 1915–1935 [tesis de maestría en Estudios de género, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, Centro de Estudios Sociológicos, El Colegio de México].

14 El episodio acerca de la negativa de Aurora a ocupar la dirección del INBA que le ofrecía Luis Echeverría tras ser electo presidente en 1970 aparece en varias de las fuentes consultadas. Según se dice, Echeverría, que había tenido alguna cercanía con ella antes de entrar de lleno en su carrera política en el PRI, fue hasta su casa en Coyoacán para invitarla a ocupar tal cargo; Aurora le dio con la puerta en las narices diciéndole que ella no trataba con asesinos (en referencia al rol jugado por el presidente en la matanza de Tlatelolco).

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