Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Nelson Marrero Diseño: Carla González SÁBADO 23.07.2011
CRITICA
Albert Camus y sus metáforas sobre la pena de muerte en la novela La Peste pág 5
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AÑOS DESPUÉS
JONÁS DE LA ROSA
La primera batalla por la autonomía universitaria (1961) y nacimiento de la FED
Páginas 6 y 7
A propósito de las células madre
Volver a Whitman siempre se puede
Así nació en RD industria azúcar
Tempranos éxitos médicos en San Pedro de Macorís (1930-40) con terapias fundadas en tejidos sanguíneos bajo los mismos principios con que hoy se experimenta con células madre.
Volver a Whitman en estos tiempos sirve para desintoxicarse, pues el autor del “Canto a mí mismo” tiene la rara virtud de los abrazos y el frescor del agua en busca de lo simple y lo tierno.
El director auxiliar del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de Nueva York, Anthony Stevens-Acevedo, revela nuevos documentos sobre comienzos de industria del azúcar.
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Areito Zona Areíto
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Edwin Disla (narrador y ensayista) Con su novela Dioses de cuello blanco protende desnudar a la sociedad contemporánea dominicana en la que a su juicio campean por su respeto señores de doble moral LA GUIA
CIELO NARANJA
Ubaldo Guzmán Molina
POR MIGUEL D. MENA
LIBROS
Leer a Whitman entre el Polígono y el Monumento Siempre que puedo vuelvo a Whit- raban lo inefable o al pasado, él se man. Es como desintoxicarte. En decidió por esos largos inventarios tiempos en que lo menos que quisieras sería enfrentarte a las palabras, el autor del “Canto a mí mismo” tiene esa rara virtud de los abrazos o el vaso de agua fresca. Hay autores que te acompañan en todos los recovecos de los huesos, pero un día sientes que Rimbaud, Vallejo, Pizarnik, están tan dentro que ya no puedes más. Con el autor de “Una temporada en el infierno” advertirás que el paisaje es muy intenso y tu levedad no será suficiente. Con César Vallejo todos tus dolores siempre estarán juntos. La esquina próxima será como lanzar dados, cualquier noticia del terruño podrá ser una pared descampanándose en medio de todos los relojes oxidados. Para quedarse en las esferas de “Poemas humanos”, o “Trilce” atravesarás por más camino que Kavafis y su Ithaka, dejarás montones de pañuelos en los muelles y quién sabe si al final serás redimido. Si la opción es Alexandra Pizarnik, que le pregunten a los fantasmas que no atravesaron noches de luna nueva porque de repente todos los cafés del mundo se habrán congelado ante unas palabras finales que nunca decidieron el juego. La lista de poetas podrán subir y bajar como la marea. Pero con Whitman están todos. Están sus introductores, como Rubén Darío y José Martí. Vendrán luego sus traductores y estudiosos, como León Felipe, Neruda o Borges. Al fin, tendremos a sus grandes lectores, como Pedro Mir y Juan Sánchez Lamouth, para sólo mencionar a los locales. Walt Whitman es una constelación. Descubrió, construyó y mantuvo lo más valioso: su yo nutricio. Mientras los clásicos del misticismo y del romanticismo inglés mi-
de gestos, siluetas e imaginarios de la nueva vida urbana, esa que se acompasaba por la fuerza del vapor y que pocos años antes había llegado a ser considerada como una especie de “cultura de las hormigas” por el genio de Domingo Faustino Sarmiento. Tensando esa línea entre la placidez rural de New Jersey y la marcha incesante del Bowery, el autor de “Hojas de hierba” cultivó un único tronco con miles de imágenes y pliegues donde hombre y paisaje congeniaban en esa búsqueda de armonía en el crecimiento. Sin alharacas confesionales, Whitman recuperaba tanto al “Walden” de sus días como a lecturas que tal vez no hizo con la dedicación suficiente y que con seguridad que ni tanta falta le hicieron. Pienso en el “Tao Te King” o en los textos de Confucio, como también podrían ser algunos pasajes de Meister Erckhard o los hai kais del clasicismo nipón. Desarropado, ligero, la atención de Whitman recupera la silueta de lo más simple, tierno y anónimo. Es la emoción ante acciones nimias, detalles poco aclarados por las grandes fotos, gestos no encajables dentro de las telarañas de un pensamiento que al final tendrá que aterrizar donde todos aterrizan, porque la poesía que vale será aquella que eleva, dignifica, congrega, la que te tira el ancla cuando pensabas que todos se habían largado. Walt estará contigo. -http://www.cielonaranja.com Espacio ::: Pensamiento ::: Caribe ::: Dominicano
Caamaño en Europa (1966-1967) La figura del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó es paradigmática en la sociedad dominicana. De un militar al servicio del establishment se convirtió en 1965 en un héroe de dimensiones internacionales y se casó con la gloria al enfrentar con gallardía a las tropas norteamericanas. La obra del ingeniero Hamlet Hermann, compañero de Caamaño en la guerra civil de 1965 y en la guerilla Caracoles de 1973, analiza el período en que Caamaño estuvo en Europa, sobre todo en Londres. Caamaño enfrentó crisis al llegar a Londres, entre las figuraron el cambio de horario, el idioma y estilo de la sociedad, profundizándose con la victoria de Balaguer en las elecciones de 1966, pese a que pensaba que Juan Bosch ganaría. Caamaño rehusó hacer amistades en Londres porque estaba convencido en un "volver a Santo Domingo", pero sobre la base de que no era por las vías fáciles, sino a defender a su pueblo con las armas. El libro analiza los efectos del exilio obligado impuesto por Estados Unidos a los militares constitucionalistas que defendieron en 1965 la soberanía nacional. Hermann es la persona que más ha hurgado y escrito sobre Caamaño, quien fue atrapado vivo y fusilado el 16 de febrero de 1973, doce días después desembarcar en Caracoles. A RD$850 en La Trinitaria y Cuesta. Ruidos de las cosas al caer La obra del colombiano Juan Gabriel Vásquez, ganadora del Premio Alfaguara 2011, se fundamenta en los recuerdos y peripecias de Antonio Yammara. La novela empieza así: “El primero de los hipopótamos, un macho del color de las perlas negras y tonelada y media de peso, cayó muerto a mediados
de 2009. Había escapado dos años atrás del antiguo zoológico de Pablo Escobar en el valle del Magdalena, y en ese tiempo de libertad había destruido cultivos, invadido abrevaderos, atemorizado a los pescadores y llegado a atacar a los sementales de una hacienda ganadera”. Al dubitativo Yammara se suma la figura de Ricardo Laverde, un antiguo aviador de tintes faulknerianos que ha pasado 20 años en la cárcel y que representa a la generación de los padres del protagonista. Este muere en 1996. En la contraportada del libro se señala que es la historia de una amistad frustrada. “Pero es también una doble historia de amor en tiempos poco propicios, y también una radiografía de una generación atrapada en el miedo”. A RD$750 en Cuesta, Avante, Amengual y Multicentro Churchill. _ ____________________________________________________________________________
Morirás mañana El peruano Jaime Bayly narra la historia del escritor Javier Garcés, a quien le han dado seis meses de vida por un cáncer cerebral y antes de morir decide asesinar a sus peores enemigos. Se trata de Hipólito Luna, un crítico despiadado; el anciano Aristóbulo Pérez, quien no premió una novela de Garcés; el director del diario El Faro de Lima, Profeto Serpa, por sacarle la columna de la publicación; Alma Rossi, mujer que lo engañó, y a Jorge Echeverría, editor ladrón. Para cometer los asesinatos, el escritor usa una pistola con silenciador heredada de su padre. Luna, Pérez y Serpa son eliminados con frialdad y la policía no tiene pista alguna que lo incriminen. Para matar a Echeverría usa como carnada a Alma, quien es amante del editor. Editada por Alfaguara, la obra está escrita en una prosa descarnada con cierta dosis de humor negro. La novela forma parte de una trilogía titulada El escritor sale a matar. A RD$595 en Cuesta, Avante, Multicentro Churchill, Plaza Lama y Carrefour. _ ____________________________________________________________________________
Memorias de una viuda En una mañana de febrero, Joyce Carol Oates trasladó a su marido Raymond Smith a urgencias aquejado de una neumonía; una semana después, ciertas complicaciones terminaban con su vida. Estas deslumbrantes páginas capturan el estado emocional de Oates tras la repentina muerte de su marido. La obra está Llenas de agudas reflexiones. En Cuesta a RD$1,400.
LA HISTORIA
1830
EXPULSIÓN. Abandona el pais expulsado por gobierno haitiano y con destino a La Habana, el arzobispo metropolitano Pedro de Valera, opositor a la ocupación haitiana.
_0000Ar_La HistoriaC orifices telephoned very spe edy mats, five sheep almost drun towed botulism silly trailers orifices tele phoned very speedy mats.188
1880
PROCLAMADO. Es declarado Presidente de la República el sacerdote Fernando Arturo de Meriño, electo con el apoyo del prestigio del general Gregorio Luperón.
1844
(DÍA 24) CON DUARTE Y CONTRA DUARTE. Llega a Santo Domingo una comisión de los pueblos del Cibao portadora de un documento dirigido a la Junta Central Gubernativa donde se proclamaba a Juan Pablo Duarte presidente de la República. En respuesta al pronunciamiento el grupo conservador encabezado por Santana y Bobadilla suscribió un texto con firmas de personas de la ciudad solicitando al gobierno declarar a Duarte y a sus compañeros “traidores a la patria”. En efecto, se emitió el decreto contra Duarte, Sánchez, Pina y otros considerándolos indignos y desterrándolos. _
1844
(DÍA 25) ¿CASTIGO? El arzobispo Tomás de Portes e Infante dirige a la nación una pastoral señalando que la ocupación haitiana obedecía a un “castigo de Dios”. Reclamó obediencia de todo el pueblo para con la Junta Central Gubernativa y el general Pedro Santana, amenazando con excomunión a quienes hicieren lo contrario. _
1899
(DÍA 26. LILÍS. Muere víctima de conspiración en Moca el dictador Ulises Hereaux.
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Horrores sin huellas de la Era de Trujillo Resumen La autora puso de relieve, enel primero de las dos artículos que componen este trabajo, la importancia que revisten los museos para la preservación de la historia de los pueblos y de las hondas heridas que causan las tiranías El caso de su padre, Eugenio Perdomo Ramírez, desaparecido sin vestigios bajo la dictadura de Trujillo , inspiró a Giannella Perdomo Pérez a escribir el texto. En la presente entrega, que cierra el tema, figuran testimonios de compañeros de celda de Eugenio Perdomo, únicos testigos de su trágico final. Lo que se lee a continuación completa los recuerdos del ingeniero José Israel Cuello sobre aquellos episodios.
GIANNELLA PERDOMO PÉREZ
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Fuimos sí trasladados todos a La Victoria la noche tenebrosa del 30 al 31 de enero de 1960, después de que se produjera el asesinato de la mayoría de "los panfleteros" a algunos de los cuales dejamos vivos en el patio de aquel recinto cuando éramos empujados al hacinamiento dentro de las "perreras" de la policía, esposados de dos en dos. “Al llegar a La Victoria nos llevaron a las zonas de sus "solitarias", mucho más amplias que las de La 40, pero mucho más sucias y repugnantes que aquellas por su tiempo de uso. Mientras las de la casa de torturas tenían un pequeño baño en cada uno, relativamente nuevo, las de La Victoria carecían de tal exquisitez, lo que obligaba a los prisioneros a hacer las necesidades fisiológicas en una lata vacía de aceite de maní que no se diferenciaba en nada de otra destinada al agua "potable” para beber y a una tercera contentiva de un menjurje que en la mañana y noche consistía en harina de trigo hervida y sin condimentos y a mediodía de un sopón donde era frecuente un condimento aterrador en la penumbra de aquel recinto: los ojos de las vacas. “En primera instancia nos colocaron en grupos de seis a ocho en cada celda, muy holgados, pero esa misma noche nos consolidaron en paquetes de treinta o más, de manera que en muchos casos hubo que alternarse para dormir acostados. “En esa celda de consolidados conocí, entre otros, a don Eugenio, cuando procedimos a identificarnos dentro de la más absoluta y tenebrosa oscuridad, y no sólo por el nombre sino por las ocupaciones así como por los vínculos familiares. “No fue esa misma noche que se los llevaron, a Papilín y a él, decía, porque la primera dosis de latas que recibimos merecieron la bendición de Papilín, que era seminarista, y no podía ser esa noche primera porque fue muy hondo en su espesura que se produjo el traslado. Cuando llegaron las latas, una con agua, otra con la harina y la tercera evidentemente empleada antes en heces fecales, todo el mundo las miró con cierta indiferencia. ¡Nadie las tocó! hasta que Papilín tomó la de harina, la bendijo diciendo que: “esa era la comida y que no debíamos debilitarnos”, tomando de inmediato un trago de aquello sin ocultar la repugnancia. “En esa celda estaban los que luego constituyeron en gran medida el primer grupo de prisioneros llevados al Palacio de Justicia para la farsa de un juicio en que se nos condenó a todos a 30 años de prisión y a 600 mil pesos de multa pagaderos a peso por día. “Unas horas después, tu papá y Papilín fueron sacados juntos de la celda y llevados, es de suponer, a La 40, donde no tengo idea de si alguien les vio y presumiblemente allí murieron". En el intercambio de recuerdos, José continúa relatando: "El de Freddy se complementa con el mío en el detalle referente a los dos días que estuvimos juntos, que yo no pude precisar antes pero que, al leer el suyo, pude recordar. O sea, no fueron devueltos a La 40 la misma noche de la llegada, y la fecha de Freddy es también más precisa, fue del 29 al 30 el traslado tenebroso. Los detalles de Leandro sobre su muerte son espeluznantes y la pieza utilizada para la ejecución aparece en los catálogos universales de la infamia como "el garrote vil" muy empleado en la Guerra Civil española".
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reddy Bonnelly, revolviendo sus vivencias, nos facilita datos de igual valor, al comentar: " Comparto casi todo lo dicho tanto por Leandro como por José, excepto con la fecha. Como te dije, donde por primera y única vez que vi a Eugenio fue cuando nos llevaron desde "La 40" a "La Victoria" el día 29 de enero, en la media noche, amaneciendo el 30; lo que no puedo precisar es si transcurrieron uno o dos días, es por eso que digo que pudo ser el 31 de enero o el 1ro. de febrero del 1960. “Ya en la ¨La Victoria¨, nos introdujeron a la solitaria de más o menos 6 pies de ancho por algunos 12 de largo. Nos metieron a 18 totalmente desnudos, en algunas otras celdas metieron hasta 22. Como no podíamos acostarnos todos, ya que el espacio no daba, Eugenio y yo nos quedamos parados hablando casi toda la noche, en espera de que algunos se despertaran y nos dieran el espacio. Hablamos mucho pero no puedo recordar lo que dijimos. Si sé que me dijo que era de Santiago y que tenía familia. Lo que no puedo precisar es si fueron uno o dos días, por eso digo que pudo ser el 31 de enero o el 1ro. de febrero del 1960, porque vinieron a buscar a Eugenio, en la tardecita, para llevarlo a La 40, antes de la hora de cenar en la referida área. Al poco tiempo, cuando nos dieron visita, Leandro me contó cómo sucedió.” “Entre los que ocupábamos esa celda—sigue contándome Freddy Bonnelly-- estaban Cayeyo Grisanti, Luis Ramón Peña González, (a) Papilín, mi hermano Carlos Sully, José Cuello, Feliz Germán, Manolito Baquero, Villamán Olsen, Sully Martínez Bonnelly, Moncho Imbert, Alfredo Bergés, René Del Risco Bermúdez, Paquitín Noriega, yo y seis más cuyos nombres no recuerdo. No recuerdo que a Papilín se lo llevaran ese día. Él fue quien inició rezar el rosario y a lo que yo
recuerde, se lo llevaron varios días después de esto y lo trajeron de nuevo a la celda. Él nos dijo que querían obligarlo a declarar que Mons. Pepén estaba involucrado pero que no lo hizo. Según recuerdo fue el 30 o 31 como a las 6 de la tarde que lo vinieron a buscar. ¡No volvimos a verles!” Sin mayor trascendencia en precisar las fechas, a finales de enero o principios de febrero del 1960, lo que sí importa registrar es que Eugenio Perdomo Ramírez y el seminarista Luis Ramón Peña González, (a) Papilín, de manera vil y cobarde fueron salvajemente “ajusticiados” en la abominable cárcel “La 40”.
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ara concluir, los museos memoriales recogen las historias de las naciones, escritas en las páginas del sacrificio de sus hijos. Con estas notas, pretendo aportar parte de las experiencias que familiarmente y sin mejores opciones, debimos asimilar durante la ¨Era Gloriosa¨ del ¨Benefactor de la Patria¨, justo durante el mes de junio, cuando la patria se viste de gala homenajeando a los hombres que conforman la Raza Inmortal y a todos aquellos que nos legaron el privilegio de sus luchas, además de reconocerles como miembros inolvidables del heroico Movimiento Clandestino 14 de Junio. ¡Que no se pierda nunca nuestra memoria histórica!. ¡Loor a los Mártires y Héroes de Junio! giannellaperdomo@hotmail.com
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do/ Julio González
Inmigrantes dispensados
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(1 de 6) Los extranjeros solteros que decidían emigrar a República Dominicana y que ya aquí, optaban por casarse por la Iglesia Católica, debían obtener una dispensa para la celebración de dicho sacramento. El referido protocolo se realizaba para asegurarse que el inmigrante no estaba casado en su país y que por tanto, no cometería un acto de bigamia. Para tal fin, este debía presentar la documentación pertinente, tal como un certificado de soltería de su parroquia nativa, u obtener testificaciones de otros nacionales de su país, que también hubiesen emigrado y conociesen su estado civil. Estos documentos nos arrojan interesantes informaciones genealógicas tales como su lugar de procedencia, edad, nombre de los padres y fecha para la cual llegaron al país, ocupación, así como su futura esposa. A continuación, transcribimos la información clave de algunos de estos documentos conservados en los archivos del Arzobispado de Santo Domingo. El 1 de diciembre de 1804 en Santiago a Juan Manuel Villamiral, de Pamplona, España, hijo de Juan José Villamiral y María de Ayala, quien casaría con María Díaz de León, hija de Manuel Díaz y Rosa de León. El 7 de octubre de 1806 en Santiago a Antonio González, del regimiento de La Habana, del Puerto de la Orotava, Santa Cruz de Tenerife, hijo de Gerónimo González y Catarina Homes, quien casaría con María de Vargas, hija legítima de José Pallero y Lucía de Vargas. El 7 de noviembre de 1806 en Santiago a Vizente Rodríguez, de Valladolid, España, perteneciente al Regimiento de Cantabria, quien casaría con María Martín, de 21 años, hija de Gabriel Martín y María Collado. El 31 de marzo de 1808 en Santiago a José Raimbaud, de Martinica, de la armada de Leclerc, hijo de Esteban Raimbaud y Rosa Piexeta, quien casaría con Úrsula Almonte hija de Blas de Almonte y Juana de los Ángeles. El 22 de marzo de 1811 en Santiago a José de Sierra, de 35 años, de Cádiz, Reino de España, hijo de Sebastián de Sierra y Rosalía del Pino, piloto del buque Palo Hincado, quien casaría con Isabel Rodríguez, hija de José Rodríguez y Petronila Rodríguez. El 26 de octubre de 1813 en Santiago a Manuel Aponte, de Mayagüez, Puerto Rico, hijo de José Aponte y Simona Rodríguez de Andrada (difunta), quien casaría con María Infante, hija de José Infante y Mauricia Villalba (difunta). El 5 de septiembre de 1814 en Santiago a Juan Curiel, natural de Curazao, emigró en 1809, hijo de Juan Valentín Curiel y Ana Luisa Curiel, quien casaría con Ramona Campos, hija natural de Antonia Campos. El 9 de mayo de 1825 en Santiago a Felipe de Flores, de La Habana, Cuba, residente en Montecristi, quien casaría con Leocadia de León. El 26 de enero de 1827 en Santiago a José Saleta, de 26 años, de Arenys del Mar, Cataluña, España, hijo de Andrés Saleta y Josefa Torres, quien casaría con María Antonia Pichardo, hija de Domingo Pichardo y María Dolores Pro. El 16 de enero de 1849 en Santiago a Jules Marius Philippe André, doctor en medicina, nacido en Rians, departamento Du Lac, Francia, hijo de Vincent Bruns André y Madelaine André, quien casaría con Rita Solano Brito. El 16 de junio de 1854 en Puerto Plata a Lorenzo de las Casas, de Génova, Italia, hijo de Pepín de las Casas y Cecilia Pepín, quien casaría con Honoria Imbert, hija de José María Imbert y María Francisca Delmonte. El 8 de julio de 1856 en Santiago a Anastacio Viñals Bruch, de Cordera, España, del Regimiento de Barcelona, quien casaría con María del Carmen Martínez, hija de Alejo Martínez y Josefa Julia. Instituto Dominicano de Genealogía
Médicos SPM adelantados a los tiempos
CARLOS JUAN MUSA
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as células madres dan origen a células especializadas de los tejidos, órganos y sistemas del cuerpo humano. Existen varios tipos de Células Madres, pero no todas son equivalentes. Hoy día, se está investigando la aplicación de células pluripotenciales inducidas a partir de células no pluripotenciales cultivadas en el laboratorio, mediante transferencia de una carga genética a partir de una célula madre usando como mensajero a vectores virales. La importancia de las células pluripotenciales radica en que parecen ser iguales a las células pluripotenciales naturales y que, al igual que éstas, tienen la factualidad de diferenciarse en cualesquiera de los tres tejidos germinales y, lo más importantes, sin la necesidad del uso de embriones, que ha sido el epicentro de profundas y enconadas discusiones. Para algunos académicos, el tratamiento con células madres pasa aún por el proceso de investigación previo a un tratamiento seguro, especialmente en el área cardiovascular. En esta materia, los investigadores están todavía, como se dice en el argot popular dominicano “chivos”, porque no quieren llegar a conclusiones acerca de su eficacia. En diferentes centros académicos de los Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina se están desarrollando programas a partir de células de bovinos y peces zebra; también se está implementando el uso de células madres en traumas de la médula espinal. Poco a poco, las autoridades sanitarias de diversos países están comenzando a dar autorización para estudios en seres humanos. En la actualidad existe un tratamiento regenerativo, muy bien establecido, para el trasplante de médula ósea, pero estos estudios se venían llevando a cabo desde el 1951 en ratones. Hasta marzo del 2011, ya se habían hecho 400.000 trasplantes. Lo que sucede es que algunos investigadores dicen sentirse inclinados a sobrevender los logros, pero que tienen que ser prudentes para no cometer errores. Todas estas notaciones vienen a cuento porque en el decenio de 1930-40, en el hospital Dr. Carl Th. Georg, de San Pedro de Macorís, República Dominicana, para las enfermedades de la piel, tales como piodermitis, se utilizaba un tratamiento denominado hemoterapia o autohemoterapia, que consistía en sacarle sangre al paciente vía venosa, para inyectarla vía intramuscular. Desde luego, eso tenía su técnica de cantidad sangre, días, músculo etc., y los resultados eran excelentes. Por herencia y conocimientos médicos transmitidos por mi pa-
dre, doctor Antonio Musa Dip, al día de hoy, aun seguimos utilizando el sistema obteniendo los mismos resultados. En mi humilde parecer, lo que acabamos de describir coincide en sus fundamentaciones, aunque no necesariamente en sus esencialidades, con muchos de los trabajos que en la actualidad se vienen realizando en el campo de la investigación con células madres. La diferencia es que antes era con tejido sanguíneo y ahora la célula madre se obtiene de grasa que se le extrae al mismo paciente o del cordón umbilical del recién nacido. En los últimos años, en medicina se está utilizando el sistema de guardar y mantener congeladas las células madres del cordón umbilical de los niños recién nacidos porque está comprobado que son únicas para toda la familia y ofrecen muchos más beneficios en comparación con otros tipos de células madres, ya que son inmunológicamente inmaduras y tienen mayor probabilidad de ser compatibles con otros miembros del clan familiar. Las células madres del cordón presentan menor rechazo al trasplantarse, comparadas con los trasplantes de otros tipos de células madres, y tienen la ventaja de estar disponibles inmediatamente cuando se necesiten. Asumimos la responsabilidad de preservar los tejidos del cordón umbilical de todos mis nietos. El procedimiento es un poco costoso pero, quien pueda hacerlo que lo haga, porque el futuro de la medicina descansa en las investigaciones que se están haciendo en esa dirección. Estamos seguros que, en un futuro no muy lejano, pacientes que tengan enfermedades degenerativas como: retinitis pigmentosa, enfermedad de azoor, esclerosis múltiple, lesión de la médula espinal, etc., serán sometidos a puntual terapia con células madres con resultados muy favorables. Nuestra recomendación va dirigida a aquellos pacientes con enfermedades, aún sin tratamiento etiológico o con enfermedades de tipo degenerativo, que acepten el implante de células madres porque puede ganarse más de lo que se pierde.
Crítica
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“La peste”, de Albert Camus
DIÓGENES CÉSPEDES
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esde la época de las apacibles colonias griegas en el norte de Africa hasta la destrucción con sal del Cartago de Aníbal Barca por el naciente imperio romano, sin contar los mitológicos amores de Dido y Eneas, la costa norafricana ha sido siempre un botín de los imperios europeos. Sin ir más lejos, las Católicas Majestades de España, a partir de Carlos Quinto, se apoderaron de casi todo el norte de África, excepto de Egipto, y hasta entrado el siglo XX conservaron la pequeña porción del Rif, el Río de Oro y la Guinea Ecuatorial. Los poetas españoles estaban felices con estas guerras de conquista. Góngora celebró la toma de Larache y en otro poema quedó la marca de la poesía imperial: “Servía en Orán al rey/un español con dos lanzas,/ y con el alma y la vida/a una gallarda africana. Los franceses se apoderaron de esa parte norafricana cuando Napoleón invadió Egipto y los sucesivos gobiernos se alzaron de la casi totalidad de la costa –Argelia, Túnez y Marruecos- y le dejaron, en el siglo XIX Egipto a los ingleses. La Alemania nazi, con el general Rommel a la cabeza, se apoderó de parte de África del Norte después de la declaración de la Segunda Guerra Mundial hasta que sus soldados fueron desalojados poco a poco a partir de la irrupción de los aliados en 1942. El reparto de la otra parte de África hasta llegar al cabo de la Buena Esperanza es historia conocida de todos. En este contexto se desarrolla la vida de Albert Camus, hijo de Lucien, colono pobre, encargado de un pequeño viñedo. El niño Albert nació en Mondovi, Argelia, en 1913 y sus estudios los termina en 1936 al obtener el diploma de estudios superiores (equivalente a la maestría de hoy). Su madre Catherine Sintès, era de origen español. Debido a su intermitente tuberculosis, Albert no pudo alistarse para combatir en la Segunda Guerra Mundial ni pudo presentarse a los exámenes para obtener lo que en Francia llaman la agregación, diploma equivalente al doctorado y que habilita a su dueño a trabajar como profesor de enseñanza secundaria, y luego, con otros estudios, en la universitaria. Pero la obra filosófica y de ficción que nos legó Camus le coloca por encima de cualquier agregación o doctorado en filosofía. He escrito el nombre de la madre no por su importancia biográfica, sino porque su apellido y el tema español serán un procedimiento escritural constante en casi todas las obras de ficción de Camus. Inaugura tal procedimiento en “El extranjero” con la creación del personaje de Raymond Sintès (París: Gallimard, Folio, 1980, p. 47), amigo de Mersó, y con cuyo revólver matará al árabe, delito por el que será condenado a muerte. En “La peste” (París: Gallimard, Le Livre de Poche, 1969), en cambio, Raymond Rambert (p. 12) es periodista, al igual que Camus en la vida real, y desempeña un papel importante en la obra, pues sobrevive hasta el final de la enfermedad simbólica que abate a la ciudad de Orán. La figura del quiasmo es pertinente en esta construcción de la ficción. Si la peste es metáfora de la pena de muerte en Francia, de la guerra mundial y de cualquier guerra, como la que estallará en Argelia en 1954, lo es también de la tuberculosis que aquejó a Camus en la vida real, así como de la peste bubónica o el tifo, enfermedades documentadas desde la Grecia clásica y el Medioevo hasta la época contemporánea, no es menos cierto que durante el período de estas calamidades ficticias el periodista Rambert está en Orán y su novia, a quien desea compulsivamente encontrar, se encuentra en París. En sentido inverso, Camus se encuentra en París a fin de enrolarse en el ejército, pero es rechazado debido a su estado de salud. Le acompaña en estas vicisitudes su segunda esposa, Francine Faure, con quien se casó en 1940. Cuando los aliados desembarcan en África del Norte el 8 de noviembre de 1942, Camus y Francine quedan separados por un buen tiempo y con los mismos deseos de reunirse, pues ella había regresado a Argelia, pero la peste como figura de la muerte y la enfermedad de su marido se lo impiden. Im-
posible entrar a Orán mientras dure la peste.
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a redacción de “La peste” comienza en 1941, en plena guerra, pero su publicación ocurre en 1947 y se convierte en un éxito. En ese mismo año de 1942 ven la luz pública “El extranjero” y “El mito de Sísifo”. La novela “La peste” posee un sistema de escritura más complejo que “El extranjero”. La multiplicidad de narradores y el recurso al buceo de la historia de las grandes pestes de la humanidad, obligan al organizador de la escritura a estructurar un narrador principal, el Dr. Rieux, y una multitud de narradores subalternos que cuentan su experiencia de la enfermedad que abate a la ciudad de Orán. Casi al final de la novela, a través del discurso que Tarou le dirige al narrador Rieux, sabe el lector que la peste a que el personaje se refiere, y en torno a la cual ha discurrido toda la escritura hasta ese momento, es la pena de muerte. Tarou descubrió que su padre, un eminente abogado, lograba condenas de muerte para los procesados y asistía a las ejecuciones sin el menor remordimiento y volvía a su casa como el mejor padre y marido del mundo y su hijo comenzó a reflexionar un día sobre esa conducta y descubrió que a su progenitor matar gente no le producía ningún remordimiento porque asesinaba en nombre de la ley. De ahí en adelante, Tarou se convirtió en el enemigo número uno de la pena de muerte, la cual equivalía para él a la peor peste de la historia, pues la peste misma como enfermedad mataba inocentes, sin distingo de raza, clase, ideología, sexo y religión. Leída de esta manera (pp. 197-205), la novela entonces entrega los sentidos profundos de esa metaforización de la peste de Orán, la cual se extenderá a toda Argelia cuando estalle formalmente en 1954 el verdadero rostro de la guerra anticolonial en contra de Francia, conflicto que cobrará cientos de miles de víctimas por fusilamientos, tortura, condena
Albert Camus
a muerte y terrorismo hasta desembocar en la independencia, cuyo origen comenzó con los levantamientos que motivaron los procesos políticos de 1937 y luego en 1945 con los grandes motines que estallaron en Sétif. Camus, sujeto múltiple y contradictorio, con sangre alsaciana y española, no estará ajeno a esos acontecimientos de guerra anticolonial en Argelia, como tampoco lo estuvo en los casos de la guerra civil española ni en el de la Segunda Guerra Mundial. Combatió en contra de estos hechos guerreristas con el mismo ardor con que se opuso a las dictaduras de partido único de Europa del Este, las cuales, en nombre de la misma razón de Estado de las dictaduras de derecha y las democracias occidentales, enviaban al patíbulo a los disidentes políticos apegados al criterio expuesto por el personaje Tarou en el sentido de que no hay asesinato más normal y común que el que autoriza la ley de la pena de muerte: “Por supuesto –le dice Tarou al Dr. Rieux- yo sabía que, también nosotros, pronunciábamos, a veces, condenas. Pero se me decía que esas muertes eran necesarias para construir un mundo donde no se mataría a nadie más.” (p. 200)
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Reportaje
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Rebeldía estudiantil tras ajusticiamiento REPRODUCIDA POR RAFAEL SEGURA
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ÁNGELA PEÑA
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as manifestaciones de estudiantes universitarios pidiendo la autonomía y el fuero de la Universidad de Santo Domingo, y la formación de la Federación de Estudiantes Dominicanos, FED, fueron las noticias de mayor impacto en la semana del 10 al 16 de julio, a pesar de los primeros mítines de campaña del PRD y del Partido Dominicano y de los reiterados ataques al Movimiento Popular Dominicano y a su dirigente, Máximo López Molina. Era la primera vez, después del ajusticiamiento, que los estudiantes de la casa de estudios tenían presencia pública para exponer sus demandas en una concentración que fue dispersada por la policía pese a haber sido celebrada en su Alma Mater, con el pretexto de que no tenían autorización. Con esa misma excusa fueron apresados y condenados a 20 pesos de multa Gustavo Alberto Vincent Cepeda, Tulio de Jesús Cepeda Ureña, Víctor Aquiles Bisonó Cepín, Héctor Francisco Gutiérrez Mendoza, Luis Alberto Perozo Valverde y Rafael Furcy Fondeur Madera, por haberse reunido en el parque “Colón”, de Santiago. El día diez, 300 estudiantes de la Universidad se agruparon para adelantar los planes de su petición pero su intención fue frustrada cuando hablaba Manuel de Jesús Rojas, estudiante de Derecho. A partir de entonces las comisiones que formaron para representar a su comunidad en sus reclamos estuvieron activas. Entregaron una carta al director de El Caribe, telegramas al Presidente Balaguer y a Hipólito Herrera Billini, secretario de Interior y Cultos, para externar sus solicitudes y asegurar que sus concentraciones no serían interrumpidas. Rojas Fernández, José Eugenio Villanueva Are, José Antonio Rodríguez Conde, Oscar Lama Habib, Rafael Pichardo, Amadeo Conde Sturla y Uraldo Francisco Roa firmaron un telegrama a Balaguer denunciando que “fuerzas policiales armadas de ametralladora invadieron” el recinto, disolviendo “de manera arbitraria e injustificada” la pacífica reunión, “violando flagrantemente la autonomía”. Exigieron garantías inmediatas para dicha autonomía y responsabilizaron al Gobierno de las consecuencias, en caso contrario. Es probable que sus determinaciones motivaran al rector, José Antonio Caro Álvarez, y al propio Balaguer, a celebrar encuentros con ellos. Balaguer ordenó la libertad de Rojas Fernández, acusado de participar en el incendio a Radio Caribe, y se lo entregó a su padre, Manuel de Jesús Rojas Delgado, en presencia de José Manuel Machado, procurador general de la República, y de Gustavo Adolfo Latour Batlle, juez de instrucción. Los universitarios siguieron en el candelero refutando unas declaraciones de Máximo López Molina quien aseguró el 11 de julio que el MPD controlaba “el abruptamente despertado cuerpo estudiantil de la Universidad de Santo Domingo”. Afirmó que los jóvenes hacían lo que él dijera porque los había organizado, lo que fue rechazado por José Eugenio Villanueva, portavoz de sus compañeros. Asdrúbal Domínguez, Víctor Manuel D’ Camps, Eduardo Houellemont Roque, Rafael F. Alburquerque de Castro, Iván Tavares Castellanos y los demás estudiantes citados, se reunieron con Herrera Billini y con Caro Álvarez para anunciarles lo que en principio se anunció como la reorganización de la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios, ANEU, que había existido hacía 30 años. Se rechazó el nombre de Federación Estudiantil Universitaria, FEU, “para evitar confusiones”. Finalmente se adoptó el de Federación de Estudiantes Dominicanos, FED, pues propugnaban por una agrupación general de estudiantes, no sólo de universitarios. Parece que este sonado despertar de los estudiantes motivó la suspensión, el 13, de la Guardia Universitaria, que se había dado a conocer por sus adhesiones y lealtad al régimen decapitado y a su “Jefe”. El 13 de julio quedó creada la FED en un acto en el edificio de ciencias médicas “Doc-
Ramfis y Miolán
Manuel de Jesús Rojas conversa con un oficial.
Carmen Mendoza de Cornielle
Víctor Manuel D’Camps
Rafael Alburquerque
tor Defilló” que congregó más de tres mil estudiantes pidiendo a Balaguer la autonomía, el fuero, derecho a representación en el Consejo Universitario, garantías para los que por motivo de encarcelamiento político interrumpieron sus estudios, entre otras conquistas. También esbozaron programas. Los oradores fueron Armando Hoepelman, Eduardo Delgado y José Antonio Villanueva. Víctor D’ Camps fue maestro de ceremonia y Rafael Alburquerque, actual vicepresidente de la República, leyó la carta al mandatario.
U
n comité provisional quedó formado por los estudiantes ya mencionados más Leopoldo Grullón, Miguel Genao, Daniel Céspedes, Alfredo Loinaz, Antonio Isa, Zaidita Lovatón, Mariano Fiallo, Rubén Álvarez Rodríguez, Antonio Cuello H. y Ubaldo Francisco Roa. El 31 de diciembre de 1961 el Presidente Balaguer concedió la autonomía y el fuero universitarios mediante la ley 5778. El 12 de junio de 1964 el Triunvirato suspendió el fuero. En campaña. Esa semana, Balaguer rebajó el precio del pan de agua a tres centavos y dos y tres por cinco centavos, en tres nuevos tamaños. El PRD recibió fuertes acusaciones del Partido Socialista Popular en el exilio que desde La Habana describió a Miolán, Silfa y Castillo como “repudiables agentes del imperialismo yanqui enviados por el Departamento de Estado para negociar con el gobierno trujillista su participación en un simulacro electoral” y Ángel Miolán, que había celebrado muy publicitados encuentros con Ramfis y Balaguer replicó que demasiado habían tardado los comunistas en comenzar sus ataques y que para el PSP no contaba el pueblo sino las órdenes del comunismo mundial que se encontraba en Moscú. El PRD celebró el 16 su primer mitin oficial de campaña para las elecciones de 1962, en el parque Colón. Hablaron a las masas Ignacio Agramonte, Ramón A. Castillo, Julio de Peña Santos, César A. Roque, Thelma Frías Montalvo, Pedro Martínez Ajesta, Carlos Manuel Céspedes, José del Carmen Rodríguez, Octavio Cabrera, José Francisco Peña Gómez, José Francisco Peynado Velás-
Ramón Pina Acevedo
Armando Hoepelman
quez, Francisco Gómez Estrella, Agustín Estévez y Ángel Miolán quien antes había “reflejado con franqueza la fe que le inspiraba el General Trujillo hijo”, y quien volvió a reiterar en la tribuna las garantías que éste le ofreció. En otro orden se evidenciaba el terror al comunismo no sólo con la prohibición por ley de esa práctica que se publicó el 15 de julio sino con los ataques que desde diversos frentes se hacían a López Molina. En la primera página del 12 La Nación le llamó tránsfuga, sin moral, perturbador de la paz y del progreso, agitador sin programa y reiteró su acusación de que el MPD era responsable del incendio de Radio Caribe. Por su lado, el Partido Dominicano también celebró en el parque Colón su primer mitin de campaña en el que dijeron discursos José Enrique Aybar, Osvaldo Báez Soler, Ramón Pina Acevedo, Carmen Mendoza de Cornielle, José Manuel Bello Cámpora, Alfredo Mere Márquez, Salvador Aybar Mella y Ernesto Sánchez Rubirosa, con nostálgicos elogios a Trujillo y a la “dolorosa circunstancia de haberlo perdido”, como expresó Báez Soler. Carmen Mendoza abogó porque tuvieran vigencia los postulados del Generalísimo y Pina Acevedo expresó: “La mano traidora de criminales empedernidos, con el 30 de mayo dejó sin vida al egregio héroe mas, el Partido Dominicano, el más alto símbolo político, tiene esa vida latente y habrá de tenerla mientras en el corazón de cada uno de sus miembros esté viva la consigna de Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad”.
AREร TO
Sรกbado 23 de julio de 2011
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Sábado 23 de julio de 2011
Viaje a los inicios
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Génesis en RD de la industria azucarera JONÁS DE LA ROSA
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ANTHONY STEVENS-ACEVEDO
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asta el día de hoy es muy escasa la información disponible sobre los primeros intentos de producción de azúcar de cañas, en lo que hoy son la República Dominicana y Haití, tras la siembra por Cristóbal Colón en 1493 de algunos pies o esquejes de la planta después de llevarla a La Española ese año desde las Islas Canarias. Los estudios publicados han aportado informaciones puntuales sobre algunos de sus primeros promotores en los años subsiguientes, ubicando hacia 1503, o sea, una década después, los esfuerzos iniciales de molienda de cañas para la confección de melazas. Nombres de colonizadores como Pedro de Atienza, Miguel Ballester, y Alonso Gutiérrez de Aguilón se asocian a esos intentos precursores. La historiografía sobre los primeros azúcares coloniales dominicanos también ha descrito ya como, transcurrida otra década, hacia 1514, aquellos intentos hasta ahora considerados primerizos dieron paso en La Española a las primeras instalaciones e iniciativas de manufactura capaces de producir lo que en el ‘Viejo Mundo’ se entendía como azúcar. Esa primera producción de azúcar, digamos, exportable, a mediados de la segunda década del siglo dieciséis se le ha reconocido desde antaño a un pionero como Gonzalo de Vellosa, y más recientemente, también a sus coetáneos Alonso Gutiérrez Aguilón y Hernando Gorjón. Desde hace más de un cuarto de siglo, sin embargo, ha estado disponible una información que, pasada por alto –o en todo caso difundida muy poco-- en las publicaciones sobre los comienzos del azúcar dominicano, arroja cierta luz sobre los afanes de los pioneros de la colonización de La Española por dedicarse a producir el edulcorante en la década que sigue a la primera siembra de cañas hecha por Colón. El dato se refiere a que, ya antes de julio de 1497, cuando todavía no habían pasado cinco años desde el “Descubrimiento”, algunos pobladores de La Española ya estaban considerando seriamente el cultivo de cañas de azúcar y la fundación de ingenios. Tan seriamente al menos como para comunicarle su inquietud a la máxima autoridad del imperio que ellos mismos estaban ayudando a construir en el “Nuevo Mundo” en calidad de súbditos suyos: los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. El dato aparece en una fuente que, como parte de investigaciones en curso en el Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY DSI, por sus siglas en inglés), hemos consultado por primera vez recientemente, y sobre la cual, hasta donde sabemos, no se ha dialogado ni escrito públicamente ni entre
los estudiosos de los comienzos de la historia dominicana. Es una comunicación de los Reyes Católicos dirigida a Cristóbal Colón como “nuestro almirante del Mar Oceano e nuestro visorrey e governador en la dicha ysla” (La Española) el 22 de julio de 1497, cuando Colón estaba todavía ocupado en los aprestos para su tercer viaje a las Indias. Publicado ya en 1984 y 1991 en una transcripción modernizada y simplificada (Francisco Solano: Cedulario de Tierras. Compilación de legislación agraria colonial (1497-1820). México: UNAM), una copia digital del original manuscrito, conservado en el Archivo General de Indias de Sevilla, está disponible también en el riquísimo portal digital PARES del Ministerio de Cultura de España. (Una transcripción paleográfica del documento será publicada en breve en el portal del CUNY DSI.) En su mensaje, que en esencia es una directriz fundacional sobre el tema del acceso a las tierras y su explotación económica en la joven colonia, y en particular sobre su uso agrícola, los reyes dan carta franca a Colón para que reparta tierras como propiedad privada a todo el que parezca en condiciones de ponerlas a producir y cumpla el requisito de construir casa y residir en La Española al menos durante cuatro años, con las salvedades de que se marquen físicamente los límites de las propiedades concedidas y que el palo brasil y los yacimientos metálicos (incluyendo, como era de esperar, los de oro y plata) se mantengan como propiedad exclusiva de la Corona. Al referirse a las formas propuestas para el uso de la tierra, los reyes mencionan explícitamente haber recibido con anterioridad solicitudes de los colonos de la isla, remotos precursores de los dominicanos de hoy, para que se les concedieran y asignaran tierras donde pudieran sembrar “cañaverales de açucar e otras plantas e haser e hedificar casas e molinos e engenios para el dicho açucar e otros hedificios provechosos e neçesarios para su bevir”. Como ocurre con frecuencia en el mundo de las investigaciones históricas, son estos unos datos breves pero que aportan una información que nos ayuda a visualizar la relación de los primeros colonos de La Española con el tema del azúcar de una manera más concreta, menos nebulosa que hasta ahora. El documento, sin mencionar nombres de pioneros individuales, deja claro que ya en 1497 había colonos en La Española pensando en producir azúcar, y con ideas concretas de cómo lograrlo: con la adquisición oficial de tierras donde producir la materia prima (la caña) bajo un esquema de propiedad privada y mediante la edificación de los ingenios o unidades de manufactura. Y por eso mismo resulta ser el documento más antiguo publicado hasta ahora donde se
mencionan las palabras ‘azúcar’ e ‘ingenio’ en relación al Nuevo Mundo. Los brevísimos comentarios de 1497 plantean el interesante escenario de unos colonos que, aparte del afán económico predominante de la época –la búsqueda y explotación del oro, la riqueza más simple—ya estaban imaginando la opción manufacturera, la concepción económica más modernizadora: la de producción de bienes con valor añadido. Indican también una mentalidad cívica o política de colonos que, además de haberse arriesgado a cruzar el Atlántico en busca de ciertos logros, querían obtener el respaldo institucional de su gobierno para enfrascarse en lo que en Europa era ya un negocio lucrativo, pero que en La Española representaba un empezar el negocio desde cero en una sociedad colonial que empezaba igualmente desde cero. En vista de estos datos, hay que concluir entonces que en La Española, la antepasada de la República Dominicana de hoy, se habló de –y se pensó en-- azúcar e ingenios azucareros prácticamente desde que se fundó. Que la minería del oro aluvial, mucho menos costosa, fuera la que se impusiera en la colonia durante sus dos primeras décadas, en una sociedad de emigrantes en su mayoría pobres y en situación de colonización inicial, es otra historia, más que entendible. Con estos datos de 1497, los esfuerzos de los pioneros azucareros de La Española de 1514 se pueden ver bajo una nueva luz, como continuadores de una inquietud que ya había empezado antes de que Colón regresara a las Indias en su tercer viaje. Lo cual no es una gran sorpresa cuando pensamos que lo de producir azúcar debió ser, en la mente de muchos de esos colonos, una industria y un negocio que habían visto funcionar como algo viable, y de hecho pujante, al otro lado del Atlántico, en las sociedades de origen de donde procedían. ? (*) Director Auxiliar del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.