cap. 5 / cuerpos que duelen: el género como dispositivo de poder
capítulo 5 Cuerpos que duelen: el género como dispositivo de poder Cecilia Baeza-Correa Bárbara Acuña-Jujihara
1. Introducción Las estadísticas acerca de las personas que padecen fibromialgia son explícitas: Las mujeres son quienes presentan con mayor frecuencia indicadores vinculados a esta enfermedad. En este capítulo abrimos la reflexión respecto al por qué de estas cifras, ¿Qué alternativas tenemos de realizar una lectura comprensiva acerca de este dato? Buscamos explorar en esta línea, hilvanando un relato que superponga el dolor, los cuerpos sexuados y la cultura, como parte de una vivencia que se corporaliza a través de la fibromialgia y que, si bien no apela directamente a su causalidad, sí da cuenta de la relevancia de observar de manera comprensiva el fenómeno del dolor, incorporando categorías como la cultura, el género y las relaciones de poder. La pregunta acerca de cómo el cuerpo se ve permeado por la cultura, es una interrogante recurrente dentro de los estudios culturales, principalmente de aquellos que realizan un acercamiento fenomenológico y comprensivo de la experiencia humana (Csordas, 1990; Sheper-Hughes & Lock, 1987; Lock, 1993; Reischer, 2004). Es desde ese paradigma donde nos situaremos, reconociendo que la cultura no es un todo homogéneo y que es posible identificar categorías que nos permiten distinguir las distintas “marcas” que van imbricándose en los cuerpos e incidiendo en la experiencia individual y colectiva, mediante el trazado producido por la intersección de constructos tales como son el género, la clase, la raza, entre otros (Crenshaw Williams, 1989). De este modo, en este artículo, nos focalizaremos en la manera en que el género va impregnando la vivencia, no sólo como una categoría diferenciadora, sino por sobre todo, como una categoría de poder. El dolor es una experiencia subjetiva difícil de aprehender, principalmente cuando no es posible remitirla a algún tipo de causa fisiológica (Good, 2003). En estos contextos, cuando no es posible identificar una causa u origen que permita situar la funcionalidad del dolor —ya sea en tanto manifestación de un trauma, lesión, enfermedad u otro proceso corporal con visible base fisiológica—, la vivencia del dolor se instala como una percepción compleja, altamente simbólica, en el curso de vida de quien lo experimenta; en este proceso, el dolor es valorado y significado desde una perspectiva individual, que a su vez está impregnada 47