Mitos y leyendas de Castilla y León

Page 1

Mitología popular, Pesadillas, Gigantes sometidos y adoctrinados, El Sol, la Luna y el

Nuberos Borrascosos, Hazañas de Culebrón, Alicornios, El Hombre Lobo, Arco Iris,

Duendes y Manonas, Enemiguillos, Trasgos,

Diablos constructores, El Monte de las Ánimas,

Anjanas Ninfas y otras hierbas Moros y Moras y Tesoros escondidos, la Griega y la Vieja del Monte,

Brujas sobre Aguas Turbulentas…

Textos por José L. Hernando Ilustraciones de Montse Rubio


1


Título: Mitos de Castilla y León © de los textos: José L. Hernando © de las ilustraciones: Montse Rubio Edición: Castilla Tradicional La Editorial de Urueña S.L. Maquetación: Consultoría Creativa ISBN: 978-84-936875-9-5 D.L.: VA -861-2010

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

2


Textos por JosĂŠ L. Hernando Ilustraciones de Montse Rubio

33


4


Mitología popular: fauna rara y extraña donde la haya… “Estos duendes o fantasmas, ordinariamente se sienten y tienen su primer ser, como la experiencia lo enseña, en caserones inhabitados y lóbregos, o en desvanes, o sótanos que de ordinario no se continúan. Luego se conoce que son animales engendrados de la corrupción de los vapores gruesos, que en semejantes desvanes, sótanos o lobregueces hay por falta de habitación, lumbre y comercio, que purifiquen el aire”. (Fray Antonio de Fuentelapeña, el Ente dilucidado. Discurso único novísimo que muestra hay en naturaleza animales irracionales invisibles y cuales sean (tratado de monstruos y fantasmas), ed. de Arsenio Dacosta, Zamora, 2007 (1676)) “¡Qué quimeras, qué extravagancias no se conservan en los pueblos a la sombra de el vano, pero ostentoso título de tradición! ¿No es cosa para perderse de risa el oír en este, en aquel y en el otro país, no solo a rústicos y niños, pero aun a venerados sacerdotes, que en tal o tal parte hai una mora encantada, la qual se ha aparecido diferentes veces? Assí se lo oyeron a sus padres y abuelos, y no es menester más. Si los apuran, alegarán testigos vivos que la vieron; pues en ningún país faltan embusteros que se complacen en confirmar tales patrañas”. (Benito Jerónimo Feijoo, Teatro Crítico Universal o discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores…, Madrid, 2002 (1733))

5


“Subsiste por de contado [en Asturias] la creencia en brujas y en el mal de ojo; pero se conocen además los siguientes personajes, casi todos de origen céltico: los nuberos, rectores y agentes de las tronadas, que corresponden a los tempestarii de las Galias, citados por San Agobardo y por las Capitulares de Carlomagno; la hueste o buena xente, procesión nocturna de almas en pena, común a todos los pueblos del Norte; los moros encantados, que guardan tesoros, tradición asimismo germánica; el cuélebre o serpiente voladora, encargada de la misma custodia (este mito puede ser clásico y se asemeja al del dragón de Jolcos o al del huerto de las Hespérides); las xanas, ninfas de las fuentes, malignas y traidoras, que roban y encantan niños. Si yo fuera tan sistemático por la derivación clásica, como los celtistas por la suya, asentaría de buen grado el parentesco de estas xanas con las ninfas que robaron al niño Hylas, Hylas puer, como se lee en la Argonáutica de Valerio Flaco y en otros poemas antiguos; pero no quiero abusar de las similitudes, y doy de barato a los partidarios de orígenes septentrionales la filiación de nuestras xanas de las ondinas de Germania y de cualquiera otra concepción fantástica que bien les pareciere”. (Marcelino Menéndez Pidal, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, 1946-48 (1880-1881)) “La vieja chismera que habla poco, debe de ser, según la piadosa opinión de albeitería, aunque alquimistas y sanapotras de Curiel sustentan la parte contraria, que es la mora encantada que duerme todo el año y recuerda la mañana de San Juan, y hay rústicos honrados que afirman que la vieron ogaño antes que saliese el sol á una fuente, discantando con un laúd”. (Carta de las setenta y dos necedades, ed. de Antonio Paz y Meliá, Madrid, 1902 (1530)) 6


“Tú no compriendes el canto del cuquiello, ni quieres creer en las xanas, y el trasgo, y el duende, y la huestia, y la santa compaña. Fías, en cambio, y crees en los hombres. ¿No te desengañaste entodavía? Dícesme que todos aquellos espíritus que yo veo con mis güeyos y oigo con mis oreyes endetro de regatos y bosques, o bien se posan en el tejao de mi casa, o entran por el cañón de la chimenea; dícesme que son na más que sombras de inorancia. Sombras, na más que sombras, son todos estos hombres y muyeres que nos arrodean”. (Ramón Pérez de Ayala, Tigre Juan, ed. de Andrés Amorós, Madrid, 1991 (1926)) “En el aire hay seres más extraños de lo que pudiera creerse. Los sábados presenciaba el desfile de las brujas hacia el aquelarre. Asomaban todas a un mismo tiempo por las bocas de las chimeneas, como si una batería de breves cañones de ladrillo disparase contra el cielo monstruosos proyectiles, y pasaban con la amarilla piel brillante de untos, en péndulo los pechos caprinos, apretadas las piernas huesudas contra la escoba. Los vampiros de labios rojos y rostro lívido se cruzaban conmigo en la negrura de las noches, y también los viejos nigromantes que cabalgan en gatos enfurecidos. Pero no todo era horror en los espacios. Hablaba a veces con los fantasmas candorosos que ven los niños en sueños, y cuando la luna llena iluminaba los campos dormidos, mis compañeros y yo, asidos en corro, volábamos tan rápidamente en torno de su fría hoguera, que los hombres nos veían como un halo enorme, transparente y magnífico. Pero todo acabó”. (Wenceslao Fernández Flórez, Fantasmas, Madrid, 1930)


Pesadillas clasicatorias A veces nos encontramos rodeados de pájaros de mal agüero, pero no es un fenómeno nuevo. Desde tiempos inmemorables nuestros ancestros han reconocido la existencia de extraños bichos de mal fario. El color negro y los negros, los zurdos, los inválidos y las mujeres se han llevado la peor parte. Y por extensión los infieles, moros, judíos, marranos, extranjeros, semovientes, gitanos, machorras, homosexuales, cómicos, mendigos y nigromantes. Fauna rara y extraña donde la haya que no siempre habitaba la noche aunque parezca que las sombras noctámbulas casen mejor con los malos. No nos equivoquemos, a lo largo de estas líneas ilustradas tampoco repasaremos bestiario/s cotidiano/s más fatídico/s: sableadores de taberna, patrones chupasangres, chivatos de campeonato, chaqueteros, virtuosas comadres, vendedores de humo, sacamuelas, mentirosos compulsivos, sembradores de bulos, especialistas en seguridad, exploradores de los soles más implacables, plagiarios y comeruedas…, sería como mentar la soga en casa del ahorcado, terrores más insoportables y sofisticados que exigirían muchísimos cántaros de mala baba. Repasando la galería de nuestros bichos mitológicos populares apreciamos que no suelen militar en división de honor tal cual hacen sus paisanos norteños y del Finisterre, mucho más publicitados, retratados y comercializados, pero los de aquí no son mancos porque podrían engrosar la alineación de cualquier equipo de grandes vuelos aunque casi nunca salgan en los medios, son más discretos y prefieren las ligas de aficionados. Otro asunto peliagudo es su equipación, son muy suyos y van vestidos como les viene en gana porque no frecuentan las mismas tiendas, y eso que ahora con la globalización -ya se sabe- es muy difícil ser original y sorprender al rival. 8


Pero nuestros bichos se las saben todas porque disponen de amplias arcas, son políglotas por experiencia (como el diablo), están muy viajados, nunca se jubilan y echan sus buenas risas a cuenta de los límites administrativos. Y no todo bicho viviente vale para ser mito popular, cualquier malo malísimo que se precie debe afrontar interminables estudios y cursar un montón de masters y seminarios sin derecho a beca, suelen ocultar su identidad, raramente están colegiados y es difícil que vengan en las Páginas Amarillas. No es sencillo apreciar sus habilidades o rarezas, nada cuesta tanto como etiquetarlos, porque enseguida nos calan y cambian de hábito, pelambrera y agua de colonia, aunque nuestros escritores del Siglo de Oro y del Romanticismo hicieron mucho por elevarlos al famoseo. En muchos casos resultan seres augurales, intemporales, miméticos y hermafroditas, pero también poseen impagables facultades como detectives, travestis, censores, zahoríes, sermoneros, detentes, atomizadores de conciencias, inhibidores sexuales y ángeles disuasorios.

9


10


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.