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Editorial

Editorial

En agosto, en el pueblo de Iruyá al norte de la Argentina, se celebra el mes de la Madre Tierra. La Pachamama es honrada compartiendo con ella alimentos y bebidas entre otros rituales que permiten sentirla, agradecerle su generosidad y recordar el vínculo sagrado que nos une a ella. Después de la quietud del invierno, el interior de la Tierra comienza a albergar un movimiento que, al mes siguiente, se volverá visible con la llegada de la primavera. El cielo y la tierra se unirán, entonces, en el capullo de las flores, en la liberación de la mariposa del cuerpo de la oruga. La primavera es la fiesta del nacimiento. Las fuerzas contenidas en la tierra son inexorablemente impulsadas por su proceso de desarrollo hacia la manifestación exterior y mantienen con ella un vínculo contundente y delicado de sostén y alimento. Tiempo de un ciclo que se cumple sin prisa y sin pausa. ¿Qué necesita la vida en sus inicios? Estos meses abren una ventana privilegiada para la contemplación, la apreciación de la belleza y el aprendizaje. «... fácil ser primavera; encender todo lo que nació para ser encendido...». «... el nuevo amor que, recién descubierto, bajo un árbol del parque me incitaba a continuar en mí la primavera...». PABLO NERUDA

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SECCIONES

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homenaje

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testimonio

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incorporá arte

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para todos

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S TA F F Año 2 / Número 5 / Septiembre 2005 La reproducción de este material por cualquier medio es posible con la autorización de Editorial Creavida. Los artículos publicados son seleccionados por esta editorial. DIRECTORA Jaqui Zieler EQUIPO EDITORIAL Magui Cadot Grace Cobe Alicia Garibaldi Magdalena Garat Julia Rujinsky COORDINADORA DE EDICIÓN Flavia Tentori CORRECCIÓN EDITORIAL Maria Josefina Bulló DIAGRAMACIÓN & ARMADO Gustavo D. García gustavodanielgarcia@yahoo.com.ar

FOTOS E ILUSTRACIONES Banco de Imágenes Editorial Creavida Max Ernst Herran (La pasión y el principio)

Esta edición es propiedad de Fundación Creavida Cuit 30-70822501-7 Superí 1411 - Capital Federal - 1426 - Bs. As. - Argentina www.fundacioncreavida.org.ar creavida@fibertel.com.ar info@fundacioncreavida.org.ar


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SUMARIO 6. Nacer en la adversidad, apego y parentalidad 10. Catherine Dolto en la Argentina 12. El lenguaje de los bebés 14. La voz del Padre 17. Poesía 21. Padre e hijo 22. El amor maternal 25. Ser tres 30. Reportaje a Frans Veldman 35. El mejor lugar 39. El padre en la gestación y el nacimiento 44. Encuentro de lectores 47. Eventos internacionales

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CONGRESOS

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NACER en la ADVERSIDAD, APEGO y PARENTALIDAD

Nacer

Entre el 28 y el 30 de julio pasados, realizamos el IV Seminario Internacional de Salud Mental Perinatal «Nacer en la adversidad, apego y parentalidad», organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Sur de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

El seminario reunió a un destacado grupo de profesionales nacionales e internacionales quienes buscaron, a través de la interdisciplinariedad de sus experiencias, descubrir la mejor manera de apoyar a los futuros madres y padres con múltiples dificultades desde el inicio de su gestación para ofrecerles el mejor ambiente afectivo posible para orientar relaciones armónicas. Junto con pediatras, neonatólogos, psiquiatras, obstetras, asistentes sociales, parvularias, matronas, psicólogos, neurofisiólogos y abogados abordamos temas como el descubrimiento de la patología en medicina fetal, hospitalización neonatal y acompañamiento integral, el rol del estrés en el desarrollo del sistema nervioso del niño, y el nacer desde distintas perspectivas: de madres y padres adolescentes, en una familia maltratante, en una familia alcohólica y drogadicta, en la cárcel. En este contex-

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Adversidad

to, la deontología y los derechos de los bebés y de los padres del siglo XXI estuvieron obviamente presentes. Destacamos, en especial, sin desmerecer por ello a nuestros invitados nacionales, la participación de los dos invitados del extranjero: la especialista en Psiquiatría y Psicología perinatal, profesora del Servicio Universitario de Psiquiatría de Montpellier, Francia, Françoise Molénat, que trató con excelencia académica y calidez humana la problemática de la vulnerabilidad familiar y de las intervenciones en red perinatal para ges-

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CONGRESOS

Apego tionar las emociones rigurosa y éticamente; y el profesor de Filosofía y Lógica de la Universidad del Bío-Bío, investigador de culturas aborígenes, Ziley Mora, residente en México, quien se refirió magistralmente, sin dejar de lado el humor, al modo mapuche de venir a este mundo. Lo más singular y relevante del evento consistió en compartir experiencias de la clínica perinatal y en destacar el rol de las emociones que circulan entre sus protagonistas: la madre, el bebé, el padre y nosotros -los profesionales- como parte del equipo de salud más extenso. El acento de las presentaciones se situó en la interfase biomédica psicosocial o, si se prefiere, en la necesidad de integrar la eficiencia técnica y el gesto relacional imprescindible para poder «contener y sostener» -en el sentido de Winnicot- la díada y la tríada madre-padre-bebé entrelazadas en el dolor relacional. Nos referimos al dolor relacional dado por una diversidad de situaciones clínicas biológicas, psicosociales, psico(pato)lógicas, sociales, institucionales y a la iatrogenia del modelo biomédico cada vez que interfiere con la fluidez de los procesos perinatales propios de una cultura. Expusimos cómo, en todos los casos, el dolor relacional puede afectar la disponibilidad psíquica materna necesaria para configurar el sistema diádico altamente empático que permite compartir estados emocionales e intersubjetividades y, por ende, puede distorsionar el desarrollo del sí mismo emergente del niño. El dolor relacional de la madre fue representado por el desgarrador testimonio que dramatizó Malucha Pinto, escritora y actriz chilena, a través de la versión musicalizada de las «Cartas para Tomás». Esta tonalidad afectiva impregnó el escenario en el que se desenvolvió el seminario.

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Parentalidad La propuesta fundamental fue una contribución para el reconocimiento recíproco de las emociones entre profesionales y padres, para que un tratamiento riguroso de ellas pueda limitar el drama evolutivo de nacer en la adversidad; un drama en el cual la madre, el padre y el bebé están entrelazados en el dolor relacional actual y/o transgeneracional. Como señala Françoise Molénat: «El nacimiento es una oportunidad privilegiada para redefinir la identidad parental de adultos que otrora fueron niños que sufrieron».

Adversidad

Dra. MÓNICA KIMELMAN Directora del Seminario Responsable del Programa de Salud Mental Perinatal

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Reseña de la visita de la

Dra. CATHERINE DOLTO a la Argentina Abril 2005

La doctora Catherine Dolto, médica pediatra dedicada a la difusión e investigación de la Haptonomía, protagonista de un riquísimo camino de vida e hija de la prestigiosa psicoanalista de niños Françoise Dolto, visitó Buenos Aires a principios de abril de este año. Su estadía comenzó con la presentación de dos libros en el Centro Cultural San Martín: Infancias, escrito por su madre y prologado por ella, publicado por la editorial Libros del Zorzal y Haptonomía pre- y postnatal, por una ética de la seguridad afectiva, publicado por la Editorial Creavida. Un nutrido público conformado por profesionales de distintos ámbitos -médicos, parteras, psicólogos, educadores y terapeutas de las más variadas disciplinas- escucharon emocionados sus relatos sobre la difícil y transformadora infancia de su

madre mientras se proyectaban imágenes de la vida personal y profesional de Françoise. «Quiero que ella esté presente», nos dijo.Y así lo sentimos al trasladarnos, a través de sus palabras, a un pasado tan íntimo. Al día siguiente, visitó la Maternidad Sardá, donde comenzó a contarnos sobre la Haptonomía -llamada también «ciencia de la afectividad»-. En esa oportunidad, se centró, especialmente, en el ámbito perinatal. El personal médico y paramédico presente siguió asombrado las descripciones de esta profunda e innovadora ciencia. Al término de su charla, recorrió las instalaciones del hospital y conversó con las madres y bebés allí internados. Fue luego el turno de un intenso fin de semana en el que se presentó el seminario «La seguridad afectiva. Haptonomía, ciencia de la afectividad», que se realizó en el Liceo Franco Argentino.

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pensar esta ciencia a partir de una experiencia traumática que vivió durante la deportación de judíos en la Segunda Guerra. Allí vio personas -de quienes se esperaba lo peor- revelar tesoros de humanidad, y personas -de quienes se esperaba lo mejor- mostrar horrores inimaginables. Así, concibió este interrogante: «¿Podríamos imaginarnos una manera de cuidar -en el sentido más amplio del término- y de educar que nos permitiera hallar valores de humanidad en cada ser humano y que nos ayudara a expresar lo mejor de nosotros mismos teniendo en cuenta que tanto lo mejor como lo peor se encuentran potencialmente en nosotros desde nuestro nacimiento...?». Planteó, como una cuestión fundamental, la presencia del educador o del padre frente al niño: «El tono muscular y el tono psíquico forman juntos un solo tono que define la calidad de la presencia de una persona. Esta presencia tiene un lugar muy importante en la comunicación. Por este motivo, la calidad y la naturaleza de su presencia son tan importantes como lo que tiene para decir». Quienes estuvimos allí durante esos maravillosos días fuimos profundamente «tocados» y «llamados». Esos sentimientos emergentes, convocados tanto por la calidez de su presencia como por la calidad del seminario y del taller, siguen enseñándonos, y sus ecos aún resuenan en nosotros.

Describió a la Haptonomía como una ciencia que se ocupa de los seres humanos desde la concepción hasta la muerte y que se dirige al «sujeto» que hay en el otro. De acuerdo con este enfoque, el «llamado al otro» es central. Entre otros importantes conceptos, señaló: «Tanto como terapeutas como personas debemos estar atentos a llamar en el otro aquello que tal vez no vendría si no fuera especialmente invitado». Planteó y respondió, desde la visión de la Haptonomía, cuestiones tales como: ¿Cómo se construye la identidad? ¿Cómo se construye un yo consciente de sí y del otro? ¿Cómo es esta increíble historia de estar encarnado? ¿Cómo llevar adelante este anudamiento permanente entre la carne, el espíritu y la afectividad? Las imágenes que proyectó de bebés que habían sido acompañados haptonómicamente durante su gestación impactaron por sus miradas, por su apertura al mundo y por la verticalidad con la que se sostenían a sí mismos a partir del apoyo ofrecido por sus padres. Enriquecida por numerosos relatos clínicos, su disertación nos hizo sentir que la Haptonomía no es sólo «una mano que habla», sino también «una voz que toca». El domingo a la mañana, ofreció un taller para educadores y padres. Su voz nos fue envolviendo en un clima de agradable intimidad que despertó, en nuestro interior, sentimientos que afirmaban lo que nos relataban sus palabras. Señaló la importancia de no dejar nunca de tener confianza en los niños aunque se trate de malos alumnos. Como testimonio de esto, nos contó acerca de la confianza que sus padres tuvieron en ella para que pudiera llegar a ser quien es hoy. Nos habló, también, del creador de la Haptonomía, Frans Veldman, quien comenzó a

Las notas acerca de esta visita publicadas por los diarios Clarín y La Nación pueden leerse en www.fundacioncreavida.org.ar Las grabaciones del seminario y del taller están disponibles en DVD. creavida@fibertel.com.ar

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SOCIEDAD, CIENCIA Y CREATIVIDAD

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El

lenguaje de los

bebés

El lenguaje de los bebés: ¿sabemos entenderlo? Éste es el título de un libro en el que la investigadora Marie Claire Busnel presenta el desarrollo de las investigaciones realizadas por profesionales de la salud que trabajan con bebés, madres y padres. Constituye una importante contribución a los testimonios de las distintas formas en las que se manifiestan, en la vida postnatal, las apreciaciones hechas por el feto1 durante su experiencia intrauterina. A través de las investigaciones de Busnel, sabemos que el feto oye y escucha desde el sexto mes de gestación. Antes de ese momento, «oye» a través de la piel, como nos enseña la Haptonomía. Oye y escucha tanto las voces de su madre y de su padre como los ruidos que se producen fuera del útero. Los bebés tienen memoria: no sólo reconocen una música previamente oída, sino también olores. Entre otros sonidos, discriminan los agudos de los graves y pueden identificar su lengua materna. Actualmente, Busnel está estudiando las reacciones del feto tanto cuando su madre se dirige a él en voz alta como cuando lo hace a través de pensamientos. Los resultados no han sido publicados aún, pero adelanta que son sorprendentes. Con Myriam Szejer, aprendemos que el bebé -y también el feto- es un ser deseante, dotado de un irreductible deseo de vida. Lejos de ser un mero organismo en desarrollo, se trata de un individuo que expresa sus deseos y su personalidad, y lucha por su derecho a la vida y por el respeto a su autonomía e individualidad; tiene intencionalidad en sus actitudes, en su comportamiento y en sus manifestaciones motoras y semánticas.

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Cuando se contraría este deseo de vida, aparecen los síntomas. El llanto del bebé se entiende hoy como una tentativa de comunicación con la madre. La psicolingüista Benedicte de Boysson-Bardies nos enseña que el recién nacido, aun con pocas horas de vida, tiene sed de palabras: presta mucha atención y abre su boca para demostrar interés por las palabras que se le dirigen. El lenguaje de los recién nacidos -el modo en el que los bebés comprenden lo que se les dice- es un área que comienza a descubrirse. La sensorialidad fetal y precoz, y el lenguaje tienen la memoria como denominador común. En el área de las neurociencias, tres investigadores han hecho importantes contribuciones para el estudio de la memoria: Jean Paul Tassin, Gerald Edelman y Candace Pers. Tassin se basa en el modelo de tratamiento analógico del cerebro: la entrada repetida de una misma información crea una memoria. Cada memoria corresponde a un estado mínimo de energía. Este estado puede ser considerado un «tanque de impulsos» que atrae, en la dirección de la memoria almacenada, todas las informaciones que le son próximas y las vuelve analógicas a esa memoria. Así, el sistema nervioso central trata la información en paralelo y reconstituye, a partir de elementos dispersos, una información completa. Estas memorias se constituyen antes del nacimiento. Según Tassin, los mensajes sensoriales que el recién nacido recibe pueden ser tratados solamente de un modo analógico inconsciente. Por lo tanto, los recuerdos aprendidos no podrán ser traídos volitivamente a la conciencia, ya que han sido almacenados por un proceso que no es inmediatamente compatible con el funcionamiento del sistema nervioso central del adulto en estado de vigilia. Edelman demuestra que el cerebro evoluciona al agregar nuevas capacidades para crear un número

cada vez mayor de áreas operacionales, sin precisar de programas innatos para funciones específicas. Demuestra que, en el discurrir del desarrollo cerebral del embrión, se forma un esquema de conexiones extremadamente variable e individualizado entre las neuronas. Después del nacimiento, aparece un esquema de conexiones neuronales para cada individuo en respuesta a los estímulos sensoriales recibidos por el cerebro. Esto sucede no bien se seleccionan ciertas combinaciones de relaciones. La memoria no sería, entonces, la réplica de una imagen en el cerebro, sino una actividad que produce categorías nuevas de un pasado construido en función del presente, con una estimulación que activa formas de trazos a partir de los cuales se opera una reconstrucción que resulta un recuerdo. Pers investiga la función de los neuropéptidos (moléculas fabricadas por las células nerviosas) como vehiculizadores y distribuidores de las informaciones de todo el cuerpo. Estos componentes bioquímicos son las sustancias de la información, moléculas mensajeras que transportan, circulan y ligan el cerebro, el cuerpo y la mente, y posibilitan su procesamiento y su almacenamiento. Transitan entre los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino, y entre las funciones de estos sistemas; componen, de esta forma, una red de comunicación.

JOANNA WILHEIM Psicóloga Extracto de un capítulo de su libro: Qué es la psicología prenatal. Ediciones La casa del psicólogo Brasil, 2003.

1 En nuestra editorial preferimos la palabra «bebino», pero hemos respetado el término utilizado por la autora.

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La

Voz

Alberto Wang

del

Padre

Para muchos varones, todavía es un enigma descifrar qué es ser padre. Podríamos decir que el genitor es el padre biológico que genera a través de sus genes. Muy distinto es hablar de la función de ser padre. Hoy en día, un genitor o padre biológico no necesita estar presente ni siquiera en el momento de la fecundación. Un padre que cumple su función de padre se manifiesta desde su presencia irradiando su luz. Bernard This nos dice en su libro El Padre: acto de nacimiento: «El padre da a luz de múltiples maneras, dado que la luz se revela como la manifestación de su presencia. El padre aparece y la madre (mala) se convierte en buena. Estamos en presencia de una imagen del padre ideal. Cuando el sol sale, todo se ilumina. ¿Será el padre la encarnación viviente del astro solar que, triunfando sobre la oscuridad, viene a dar calor a la tierra?». Esta cita da origen a diferentes cuestionamientos: ¿Cómo se manifiesta la presencia de la figura paterna? ¿Qué significa la presencia del padre, más allá de que el varón sea o no el progenitor? ¿Es posible introyectar la presencia masculina durante el embarazo?

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Presencia de la figura paterna

Alberto Wang

Feijóo, en el libro Un niño melómano, nos habla de la audición sensible que un feto percibe tempranamente. Feijóo estudia el modo en que el niño, desde el útero, percibe los sonidos y lo ejemplifica con la siguiente anécdota: «A niños con seis meses de gestación se les hace escuchar determinadas melodías varias veces por semana y hasta el momento del parto. Las experiencias sobre esas escuchas son muy reveladoras. Los niños, luego de nacer, identifican las melodías en un estado de gran atención, se calman, dejan de llorar, se relajan, se armonizan». De hecho, el oído de un feto se desarrolla ampliamente a los cuatro meses y medio de gestación; es el primero de los sentidos en desarrollarse. A partir de esto, se han hecho varias experiencias, algunas a cargo de Alfred Tomatis, otro médico que ha creado e investigado varios sistemas ligados a la escucha fetal. En el libro de B. This, leemos sobre la siguiente experiencia realizada con un feto de ocho meses de gestación: «Se grabó la voz del padre pidiéndole que no pronunciara más de tres palabras: entendant, bien portant, souriant (oyendo, sano, sonriente). Pronunciadas con voz grave y haciendo sonar sus finales, estas palabras fueron emitidas, a partir del octavo mes, durante períodos de uno, tres y seis minutos después de los ejercicios de relajación de la madre a lo largo de ocho sesiones (dos sesiones por semana). Al nacer, los primeros gritos del niño resonaron con fuerza. El padre se dirigió espontáneamente a su mujer y a su hijo, pero su voz no aplacó estos gritos. Cuando se le pidió que pronunciara las tres palabras del mensaje, el niño cesó de gritar al instante y, sosegado, abrió los ojos». ¿No permiten estas experiencias concluir en que la voz del padre, grave, tranquilizadora, particularmente rica en armonías y sonoridades profundas, es útil en el momento del nacimiento para calmar los gritos de angustia del pequeño? No vacilo en afirmarlo si el padre y la madre viven en buen entendimiento e inteligencia. Esta anécdota me hizo reflexionar sobre la función del padre como una presencia que arroja luz a través de su voz y que se hace presente desde el instante mismo de la concepción. He visto reiteradamente la escena de hablarle al vientre de una mujer embarazada con la intención explícita de

Alberto Wang

Voz

Padre

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Alberto Wang

Voz

incentivar la escucha del feto. Sin embargo, es un error hablarle al vientre por esa vía. La escucha del feto, curiosamente, se transmite a partir de hablarle al oído de la madre. El sonido baja a través de toda la estructura ósea, desde el oído medio pasando por el martillo y por toda una cantidad de huesitos intermedios. Por resonancia vibratoria, las ondas se transmiten a través de la columna vertebral y por ella llegan al vientre. También se ha comprobado que llegan a ser escuchadas con más facilidad las frecuencias graves; es decir, los sonidos masculinos llegan más que los femeninos. Eso es mucho más simple de entender y se puede comprobar al meter la cabeza debajo del agua en una bañera llena. Así, nos daremos cuenta de que los sonidos retumban. Debajo del agua, el sonido viaja cuatro veces más rápido que en el aire. El agua filtra los sonidos agudos y permite la escucha de los sonidos graves con mayor facilidad. Se desprende, de lo ya dicho, que es rotunda y altamente recomendable la presencia del padre a través de su voz. Pero ¿desde qué actitud?, ¿con qué gesto sonoro? Entiendo por gesto sonoro aquella expresividad que vibra en cada voz humana. Vibración que se aleja de lo conceptual, del significado de las palabras. Vibración que percibe y expresa las emociones de un cuerpo en forma directa y que, en un feto, se perciben intensamente desde el sentido de la audición. El gesto sonoro permitirá que esos sonidos nutran amorosamente tanto al niño como a su madre. Si ésa es la intención, la ternura se hará presente ya sea al cantar, al tararear o, simplemente, al hablar. Suelo sugerirles a los varones que serán padres que elijan una melodía que sea significativa para ellos, emocionalmente hablando, y que la entonen de manera sistemática varias veces por semana. Que la canten suave y amorosamente en el oído de la mujer después de una profunda relajación, cuando madre y feto estén abiertos a una escucha muy atenta. Esta presencia es consciente y muy significativa, y es, también, una llave que posibilita abrir la comunicación entre el padre y su hijo antes, durante y después del parto. Es una presencia que irradia luminosidad, musicalidad, ternura, armonía y una plena «amorosidad» masculina.

ALBERTO WANG (Terapeuta, Investigador del sonido de la voz)

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Desde que naciste, soy mejor amante como si hubieras destapado mis conductos. Me han crecido los senos, el vientre y las caderas. Mi cuerpo expandido encontró su motivo. Tú circulaste por mí; hiciste un camino divino. Abriste un túnel, destapaste mi destino. Tú me has dado el soplo de la creación. Eres energía, luz del Sol. Tú me has deletreado la palabra amor: a eme o erre ce i te o. Desde que naciste, me siento flamante como si me hubieras prendido. Mi cuerpo desinhibido, de vanidad eximido. Mi cuerpo valiente parió a su pariente. Tú circulaste por mí... Tú me has dado el soplo de la creación... "A eme o erre" Del CD de Andrea Echeverri. www.aterciopelados.com Bogotá Dedicado a su hija.

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Madres

HOMENAJE

de la

Tierra

Madres

Bia Fioretti es brasileña, publicista y fotógrafa. Tiene 42 años. Investiga y fotografía la labor de las parteras tanto en Brasil como en otros lugares del mundo. Su objetivo es encontrar los rasgos que puedan tener en común para trazar el retrato de la esencia de lo femenino. Hace dos años inició su primer trabajo: el camino de las Tradiciones Sagradas, en el que colaboró con la preparación de un documento para formar una ONG que se ocupara de la preservación de las parteras del estado de Espíritu Santo. Esta organización fue ideada por una mujer, Ninom Rouse, que había vivido con los indios guaraníes del Brasil durante veinte años. Mientras vivió con ellos, Ninom desarrolló la habilidad de partera. Para conocer el modo de vida de las parteras de diferentes culturas, Bia viajó a varios sitios junto con Ninom y con Adriana Costa, responsable de la elaboración de proyectos sociales. Primero, fueron a una comunidad de caboclos (mestizos de indios con negros) donde descubrió el verdadero valor de una líder social. En esa comunidad, la partera es considerada una persona sabia y, como tal, es respetada. Es la consejera, la que se acerca a las familias, la que le enseña a la mujer a ser madre y a cuidar de sus hijos, la que transmite la sabiduría de los tés y de las hierbas. Comprobó, así, que una sociedad crece bien estructurada y con valores que se transmiten a los niños cuando respeta a las personas mayores y deposita confianza en ellas. En otra ocasión, visitó una comunidad quilombola de descendientes de esclavos. Allí constató el valor de la solidaridad por sobre cualquier otro interés; comprendió que el auxilio al prójimo es la base del comportamiento social en los medios más pobres. Dejar de trabajar para ayudar a parir a una mujer, volver a la propia casa y darles de comer a diez hijos sin tener nada es una actitud habitual para una partera. En una comunidad de inmigrantes checoslovacos que vive en Brasil desde hace cien años y que mantiene intactas sus tradiciones y su idioma, comprobó que es la matriarca quien transmite a su hija mayor los secretos de la partería, de los rezos y

Homenaje

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del uso curativo de las hierbas. La propia Bia nos cuenta: «A partir de esa vivencia, me dediqué a fotografiar a las parteras, a retratarlas para ilustrar la vida cotidiana de cada una. No tengo la pretensión de publicar reglas o técnicas de parto. Por las experiencias que he recogido, cada comunidad desarrolla su propia técnica, la cual está relacionada con su cultura, origen, tradición y ecosistema. Mi intención es valorizar a esas mujeres que siempre han sido discriminadas por las comunidades médicas y científicas; la profesión de partera no es reconocida en Brasil. Me propongo mostrar su esencia a partir de sus valores, costumbres y tradiciones. Como soy publicista y fotógrafa -no soy partera, antropóloga ni psicóloga-, intento hacer el retrato físico del comportamiento, pensamiento y filosofía de esas mujeres. Procuro demostrar que todas tienen los mismos principios, le dan el mismo valor al ser humano y sienten el mismo respeto por la vida a pesar de que sus culturas, etnias, orígenes y territorios son muy distintos. Estoy extendiendo este trabajo más allá de las fronteras de Brasil, en otros países de América Latina, en algunas regiones de los Estados Unidos y en Europa. He podido constatar que tanto las parteras pobres como las midwives formadas en las universidades tienen las mismas características. Veo a las parteras como guías que interfieren lo menos posible en este rito de pasaje que es el nacimiento; son mujeres que saben mantener vivos los lazos con lo sagrado y respetan las necesidades y el bienestar de la madre. Ellas "ritualizan" el nacimiento, saben asistir y transmitir seguridad y confianza. Una partera metropolitana, de una de las regiones más pobres de una ciudad del Norte de Brasil, me dijo: "Es importantísimo ver a alguien nacer. Me siento muy orgullosa porque mi madre era partera y mi abuela también lo fue. Todas nosotras, las parteras, fuimos escogidas por Dios porque tenemos vocación, coraje y realidad". Traduzco "vocación" como la sabiduría, el conocimiento, el don intuitivo y lo aprendido. Traduzco "coraje" como la misión de ejercer esa profesión y de ayudar al prójimo. Traduzco "realidad" como la toma de con-

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Aurora, partera guaraní, 86 años 430 partos. Falleció en 2005

Madre Guilhermina,109 años

Cecilia, 78 años - Hija de indio con italiano, casada con negro de la comunidad Quilombola - Partera quilombola.


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ciencia de las condiciones que ellas tienen para trabajar en el lugar en el que viven, luchar contra la miseria y enfrentar los prejuicios. El contexto en el que trabajan es muy complejo; hay registros de parteras que tardan horas en atravesar un monte para poder atender a una mujer. He escuchado historias de parteras que han sido violadas por andar solas de noche o que han sido picadas por cobras. En una oportunidad, vi a una partera llorar emocionada por haber tenido que quitarse su propia camisa para cubrir a un recién nacido porque la mamá no tenía con qué vestirlo. Decidí abrazar esta causa y escribir un libro para relatar la vida de esas mujeres y revelar sus rostros porque, a pesar de que viven en condiciones muy diferentes, siempre están dispuestas a ayudar; son mujeres decididas, felices. Las parteras son mujeres que guardan la sabiduría del conocimiento femenino; son las guardianas de la esencia de los valores de las mujeres. Nosotras, las mujeres del siglo XXI, hemos cortado los hilos que nos unían a nuestras madres, quienes, a su vez, y después de dos guerras, habían hecho lo mismo con sus propias madres, nuestras abuelas. Así, nos fuimos desconectando cada vez más de nuestras esencias más íntimas y sagradas. Las parteras tradicionales recibirán una herencia cultural de sus antepasadas y sabrán mantener y guardar esa sabiduría. Preservar y valorar a esas mujeres es una forma de rescatar esa esencia dentro de nosotras mismas. Quiero mostrar que aún podemos recuperar nuestros valores, costumbres y tradiciones; basta con comenzar a mirar nuestro pasado, a nuestros antecesores, a las personas mayores de nuestras familias y de nuestro entorno. Creo que cada una de nosotras debería valorar, en nuestras comunidades, a las mujeres que saben cómo mantener viva esa esencia».

Helena, 94 años Partera pomeranea

Maria dos Prazeres, 67 años 5000 partos

Homenaje

Mães da Pátria se llama el trabajo de Bia Fioretti. Puede accederse a él en: www.maesdapatria.com.br

Dole, de la tribu africana malunga; está ayudando a Terezinha, partera a quien le falta un ojo

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Padre

Padre

e

hijo

«El padre da con su esperma un abrigo negro para el alma, invisible en nuestras negras noches. Dio y da un revestimiento o envoltorio o baño para el alma hecho de intensidad, astucia, deseo de penetrar, vivacidad, impulso, atrevimiento. El regalo de nacimiento del padre es incalculable. Su regalo contribuye al amor al conocimiento, al amor a la acción, y a las distintas formas de honrar el mundo de las cosas. Hoy en día resulta importante nombrar algunos de los regalos paternos». «En nuestro tiempo, la mente intentaría definir el intercambio entre padre e hijo como una similitud de actitud, un remedo, pero yo creo que lo que en realidad sucede es un intercambio físico, como si una sustancia pasase directamente a las células. El cuerpo del hijo -no su mente- recibe, y el padre da este alimento a un nivel muy por debajo de la conciencia. Sus células reciben cierto conocimiento sobre el cuerpo masculino adulto. El cuerpo más joven aprende a qué frecuencia vibra el cuerpo masculino. Empieza a percibir la canción que cantan las células del varón adulto y cómo bailan las encantadoras, elegantes, solitarias, valientes, semiavergonzadas moléculas masculinas».

Hijo

«Ahora, de pie junto al padre, el cuerpo del hijo tiene la oportunidad de resintonizarse. Lentamente, a lo largo de meses o de años, las cuerdas del cuerpo del hijo empiezan a resonar de acuerdo con el áspero, a veces exigente, testicular, irreverente, impaciente, porfiado, impulsivo, silenciosamente amoroso cuerpo masculino del mayor. Tanto las células femeninas como las masculinas llevan una música maravillosa, pero el hijo necesita acompasarse tanto a la frecuencia masculina como a la femenina». ROBERT BLY Iron John, Madrid, Gaia, 1998

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El amor

AmorMaternal ¿Cómo nació la idea de escribir un libro sobre el amor?

En 1977 usted escribió en Tel Quel: "Una verdadera innovación femenina (en el terreno que sea) no es posible si antes no son aclaradas la maternidad, la creación femenina y la relación entre ellas". ¿Comenzó a dar una respuesta a esta cuestión en su libro?

Uno de los puntos de partida fue mi experiencia de la maternidad, ya que de todas las formas del amor que las mujeres podamos vivir -si fuera posible unificar esa multiplicidad femenina en un «nosotras» homogéneo-, creo que la experiencia de la maternidad nos confronta con el amor de una manera extremadamente intensa, muy regresiva y, al mismo tiempo, muy sublimada. Además, el texto más antiguo que formó parte de ese libro habla del amor maternal.

Sí, pero es una cuestión muy compleja. De hecho, el feminismo visible, oficial, ha propagado una concepción existencialista de la femineidad que consiste en disociar la mujer que realiza, la mujer profesional, intelectual, activa, de la mujer madre, la mujer esposa y la mujer en el hogar. Por razones que son perfectamente válidas en cierto marco social y en cierta óptica, este segundo aspecto se considera la esencia misma de la mujer esclava. Evidentemente, no se trata de negar la dificultad de esta condición femenina, pero esto ha sido tan dicho y de un modo tan esquemático que me parece que podemos intentar ver las cosas también de otra manera. Primero, para rehabilitar una parte enorme de la civilización que las mujeres han realizado en todos los tiempos en este margen de la cultura que es la maternidad, el hogar y el hecho de ser esposa. Este «margen» es el verdadero soporte sin el cual el edificio social y cultural no podría existir. No se trata, entonces, de desvalorizar este aspecto de las cosas. Se puede, también, ver su enorme valor como fundamento mismo de la civilización.Y después, desde otro lado, se puede tratar de integrar esas experiencias en la representación social, en los hechos culturales. No encerrar la maternidad, el hogar y el hecho de ser

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esposa en lo innombrable y en la afasia, sino ligar la palabra femenina y la expresión cultural de las mujeres a esas experiencias.

-y hasta poco espacio- para el afecto, para el amor. Esto conduce, evidentemente, a algo horrible que es la ruptura de la relación entre los sexos, que es cada vez más evidente en el mundo contemporáneo y que, quizás, sea uno de los males del siglo. Hay una forma de abismo que separa los dos sexos. Es un hecho real; es necesario asumir nuestras diferencias... Pero también asistimos a un enfriamiento de estas relaciones, a una especie de hielo en los lazos humanos, por esta imposibilidad de las mujeres -debido a razones sociales- de expresar sus emociones, su amor, su afecto. Finalmente, hay otra razón: la crisis económica que vivimos hoy es también una crisis religiosa. Muy profundamente, me parece que esta crisis de valores es una crisis de la relación amorosa como grado cero de la ética, como el escalón básico de la relación con el otro. ¿Sobre qué fundamento se crearía un edificio ético si no hay un mínimo del amor «al prójimo» expresado en nuestros textos sagrados y que, por más trillado que sea el término, marca la relación elemental con aquellos que nos rodean, con nuestros niños y con nuestros compañeros eróticos y sociales?

¿Su propia experiencia de la maternidad ha influido en sus investigaciones? ¿La semiótica, por ejemplo, no tiene una relación con lo maternal? El nacimiento de un niño es un acontecimiento extremadamente importante que revoluciona tanto el cuerpo como la vida psíquica de una mujer. La relación que una mujer puede tener con su propia madre y, por lo tanto, con su propia infancia adquiere una nueva luz. Se puede pensar que el interés de una crítica en relación con el lenguaje poético o en relación con el arte en general es una forma de adueñarse de sus propios momentos regresivos, de sus propias relaciones con la maternidad y con la infancia. Por ejemplo, si uno se interesa en las glosolalias de Artaud, en el ritmo de Mallarmé, en el baby-talk de Joyce, no es simplemente una curiosidad intelectual, fría por el lado de la razón; es, también, una tentativa de alcanzar aquello que, en el lenguaje, habla de lo arcaico, de algo ligado a un continente que se llama negro pero que es luminoso, cálido y, quizás, simplemente ocultado y negado por las necesidades de inserción social. Lo que me impacta cada vez más es, por ejemplo, cuánto nuestra afirmación de mujeres intelectuales, de mujeres con responsabilidades o, simplemente, de mujeres que tienen una profesión, nos obliga a movilizar nuestra agresividad o nuestras capacidades intelectuales y nos deja poco tiempo

¿Qué tipo de amor es, según usted, el amor maternal? ¿La maternidad es una creación? Una mujer embarazada es un ser doble. Por un lado, está el embarazo que sucede en nuestros cuerpos; con eso no podemos hacer nada, es la biología en acto. Por otra parte, está todo nuestro bagaje intelectual, sentimental y subjetivo

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ideal en vistas de un don, del cuerpo inefable y del lazo social- de una manera mucho más evidente que la que se juega en el deseo sexual o en la relación erótica... De allí, la potencia del amor maternal sobre el imaginario y también su dificultad, que ningún código moderno llega a elaborar. Después de la Virgen María, tenemos la píldora y los psicoterapeutas, pero no tenemos discursos laicos sobre el amor maternal... ¿No es ésta una de las razones de la crisis del feminismo? Es cierto también que, dentro de la relación madre-hijo, el componente del odio es muy intenso. Primero, por parte del niño: su necesidad psíquica para volverse autónomo pasa por un inmenso combate, por un desencadenamiento de la agresividad contra su engendradora, su madre. Esta situación comporta también su opuesto: no solamente debe defenderse de esa voracidad o de esta violencia, sino que, en el vínculo con el niño, ella revive su propio proceso de autonomía en relación con su madre. Estamos, entonces, en un vaso comunicante de odios. No hay que interpretar esto de una forma peyorativa, como una condena de la maternidad que se reduciría, automáticamente, a la imagen de una madre devoradora, de una madre odiosa. La violencia es un dado psíquico y antropológico, y su elaboración es una necesidad para la maduración del psiquismo y para el acceso a lo simbólico, tanto en lo que concierne al niño como en lo que se refiere a esa parte aún enigmática de la humanidad que llamamos «la femineidad». Darle un lenguaje al amor, pero también al odio específico de las mujeres es, quizás, un medio para cesar de valorizarnos o de desvalorizarnos: un medio para salir del mito de la Mujer, sea éste negativo o positivo, y para nombrar, con un discurso de mujeres, una experiencia compleja de la cual la maternidad es el nudo esencial.

que trata de pensar esta relación. Cuando el niño esta ahí -mientras la relación carnal perdura-, esta relación continúa, al menos, con un desplazamiento del acento sobre el aspecto simbólico, sobre el aspecto relacional: el discurso, la educación, la intelección, etcétera. Estamos obligados constantemente a hacer el puente entre los dos. Una maternidad lograda es un inmenso medio de sublimación, pero no un medio para negar el cuerpo, sino para asumirlo y desplazarlo dentro de una relación social que es el niño mismo... Desde este punto de vista, la maternidad es una creación. Es la gran creación. Se dice a menudo que los creadores de objetos de arte no hacen más que competir con la creación maternal. Ésta no es la comparación que me interesa hacer aquí, ya que la creación estética obedece a otras lógicas. Quiero, simplemente, insistir en el hecho de que la maternidad -cualesquiera fueran sus fracasos, ya que la maternidad exitosa es un mito- es el más fundamental e inmenso medio de civilización y de creación. El amor encuentra allí toda su fuerza y su complejidad, puesto que el lazo de la madre con su hijo comprende una recuperación de su narcisismo al mismo tiempo que la necesidad de extraerse de él, ligándose a él, pasando primero por una dimensión de idealización y luego, de don al otro por sobre todo. Con el hijo, esta idealización toca, inmediatamente, los valores sociales. El amor maternal comprende los dos extremos de la experiencia amorosa -el narcisismo y el

JULIA KRISTEVA (Escritora, Psicoanalista)

Este reportaje ha sido extraído del libro Maternidad en movimiento, de L. Gavarini, Ed. San Martín, Presses Universitaires de Grenoble, Quebec.

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SER TRES La primera vez que «fui tres» fue como hija de mi mamá y mi papá. Me encontré con un hombre que, como hijo, también tuvo su primer vivencia de «ser tres» con sus padres. Ahora estamos viviendo la segunda vez del «ser tres». Como dice Bernard This: «Para que un niño nazca, es preciso que veinte años antes hayan nacido dos niños».Y así fue. Al encontrarnos, desde el comienzo sentimos el espacio para, desde los dos, «ser tres». En principio, el tercero fue el amor a corazón abierto, el deseo, lo que sucedía cuando estábamos juntos. Mientras buscábamos «ser tres» con un hijo, no lo encontramos. La muerte de mi papá nos llevó a dejar la búsqueda por un rato. Al menos, de cierto modo. En tiempos de no buscar, igualmente descubrimos otras maneras de ir al encuentro: hicimos Constelaciones familiares, y las imágenes nos mostraron que «Ahora no; en un rato, sí»; los chequeos clínicos nos revelaron que no pasaba nada estructural. Mi ginecólogo antroposófico coincidió con los resultados y nos propuso algunos ajustes para tener en cuenta cuando quisiéramos volver a buscar. En medio de ese tiempo de repliegue, en un encuentro que recordamos, concebimos nuestro segundo «ser tres». Esta vez, como mamá y papá. ¿Cuándo empezamos a «ser tres»? ¿Cuando sentimos que teníamos en nuestro amor el espacio para «ser tres»? ¿Cuando lo deseamos y lo bus-

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camos? ¿Cuando nos ocupamos mientras nos cuidábamos para no serlo? ¿Desde que mi óvulo, su espermatozoide y el misterio dieron el tiempo y el espacio para la concepción? ¿O en estos últimos tiempos? Porque ahora «somos tres» con otra claridad. A los seis meses de embarazo, pudimos hacer nuestra luna de miel. ¡Y éramos tan tres! Tres para mi cuerpo en cada viaje (avión, micro, buggy y caminatas), tres en los paseos, tres en las posibilidades y en las imposibilidades, tres en los cansancios, tres en la alegría, tres en las fotos, tres en la cama. Y ahora mismo, también somos tres en casa mientras el bebé crece en mi panza. Y hablando de espacios..., vamos haciendo lugar en el dormitorio, en la cajonera, dando vuelta las cosas para que entre la cuna.

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El «ser tres» también está en el ir acomodando los tiempos y las economías, en las nuevas adquisiciones tamaño mini, en las actividades, en los nuevos temas de conversación, en el rodearnos de nuevas tríadas -a quienes vamos conociendo en los diferentes espacios que nos dan a las mujeres embarazadas, a las parejas gestantes-, en el estar como nunca antes con los queridos de siempre. ¿O empezaremos a «ser tres» cuando sea el parto y su nacimiento? ¿O es que cada una de las etapas es un nuevo «ser tres»?

ANDREA SUJATOVITCH (Psicóloga, Consteladora familiar)

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Bert Hellinger, quien diseñó un modo de encuentro con las raíces ancestrales de cada uno y una manera de ordenarlas para que la vida fluya con toda su fuerza, propone una visualización para tomar la vida.

El río de la vida Imaginá a tus padres frente a vos. Y por detrás de tus padres, a sus padres: tus cuatro abuelos. Todos venimos de dos padres y cuatro abuelos. Por detrás de tus abuelos, están sus padres: tus ocho bisabuelos. Aunque no los hayas conocido, imaginá sus lugares y sus presencias. Y por detrás de tus bisabuelos, sus padres: tus dieciséis tatarabuelos. Y así, por detrás de tus tatarabuelos, sus propios padres. Y por detrás de ellos, sus padres. Continuá así hasta donde puedas imaginar...

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...Y por detrás de los últimos, imaginá una fuerza misteriosa, generadora de vida, que como un río va llenandoa tus antepasados más lejanos, quienes, sin poder quitar ni añadir nada, pasan la vida hacia adelante, a sus hijos, quienes toman la vida y, sin poder añadir ni quitar nada, la pasan hacia adelante. Y así, el río de la vida va pasando de generación a generación, siempre hacia adelante. Imaginá, ahora, que llega a tus abuelos, que toman la vida tal como les fue dada y, sin poder quitar ni agregar nada, la pasan a tus dos padres. Y ahora, tus padres se llenan de vida. Podés verlos a todos. En el tomar y el dar la vida, son todos iguales y lo hicieron a la perfección. Todos la tomaron, todos la pasaron. Ahora, das media vuelta y te colocás respaldándote en tus padres. Sentí, con cada respiración, que tomás el río de la vida; que tomás la vida que viene de atrás, tal como llega a vos. En cada inspiración, la tomás y la conservás; en cada exhalación, te das y la expandís. Sin quitar ni agregar nada, te llenás de vida. (Si te es posible, la pasarás, vos también, a tu hijo o a tu hija, sin poder sumarle nada, sin poder quitarle nada. Pasás la vida hacia adelante). Abrí los ojos. Sintiendo la fuerza de la vida que te llega desde atrás, mirá hacia delante: allí está tu vida. Manteniendo la sensación de vida que te llega desde atrás, andá dando pequeños pasos, avanzando con el fluir del río de la vida; siempre manteniendo el contacto con lo que viene de atrás. La vida, siempre, como un río, avanza y fluye hacia adelante.

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Acerca de la paternidad en el contexto del acompañamiento afectivo

haptonómico perinatal Esta entrevista de Raymond Bela Iche a Frans Veldman fue publicada en el libro El acompañamiento afectivo haptonómico desde la concepción hasta la muerte, Haptonomía ciencia de la afectividad, editado por la Fundación de Haptonomía de España, 2003.

Raymond Bela Iche: ¿Qué significa para usted «ser padre»? Frans Veldman: En cierta manera, ya he respondido a esta cuestión. Puedo añadir ahora, hablando como «padre» en el sentido de pater familias -y no como «creador» de ciencia- los «deberes paternales» porque, para mí, ser «padre» es, ante todo, saber asumir los deberes y las responsabilidades inherentes a esta cualidad. Por «deberes paternales», entiendo, entre otros deberes, la «misión» de respetar, desde todas las consideraciones, la «individualidad» y el «carácter propio» del niño dados en su «constelación significativa». El niño tiene el derecho incontestable de ser reconocido y consolidado en su singularidad, es decir, de descubrir y de revelar el Bien que representa o que puede alcanzar. Esto implica que el padre debe hacer todo lo posible para hacer «autónomo» a su hijo ofreciéndole los estímulos adecuados. Estímulos y, sobre todo, incitaciones que soliciten el desarrollo de sus dones, talentos y facultades innatas. La labor del padre, en este terreno, difiere esencialmente de la labor de la madre. La misión de la madre -por su naturaleza y por sus disposiciones constitucionales y naturales- es principalmente la de revelar y realizar la facultad específicamente femenina de establecer un home, una «casa propia», un hogar de seguridad, caluroso, pleno de amor tierno. Un verdadero «nido de amor», primero en su regazo y, tras el nacimiento, sobre su regazo, en sus brazos y contra su seno. Paralelamente, la misión del padre es la de permitirle al niño abrirse al mundo al que debe entrar, guiarlo en este mundo y hacerlo independiente, autónomo.

Estas misiones no son mutuamente contradictorias ni mucho menos. Hay que valorar bien que una mujer es un ser humano privilegiado. Ella, y sólo ella, puede portar un bebé en su regazo, cerca de su corazón, en su «centro de afectividad». Este hecho exige una aproximación llena de respeto, de consideración, de estima y de atenciones. Es ella quien porta el secreto innato de la vida y del amor, innato como una intuición sagrada; lo que explica ese deseo fundamental interior que la incita o, a veces, incluso, la impulsa hacia sus fines. Y es este hecho, esta aspiración intuitiva a menudo inconsciente, la que en ocasiones la convierte en débil entre las manos del hombre. Este hecho me ha llevado a concluir que en los contactos afectivo-táctiles de los actos de amor y de los impulsos eróticos es primordialmente el hombre quien asume la «responsabilidad» principal de la «concepción» de un niño. Es él -por la eyaculación de su esperma- el primer responsable de la fecundación. La responsabilidad de la madre es de una naturaleza distinta de la del hombre porque, en el «momento supremo», no es ella la que en su naturaleza intuitiva, receptiva, al alcanzar la acmé de este encuentro de amor, puede intervenir o reaccionar para evitar la fecundación, suponiendo que ella lo desee. Si tuviera que estar atenta y vigilante para evitarlo, no podría verdaderamente vivir la delectación, el placer fundamental que le corresponde y le pertenece. Justamente, la angustia de una fecundación no deseada es la que, con frecuencia, hace que muchas mujeres no alcancen este placer esencial; se provoca, así, ausencia

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vital intrínseco que lleva aparejado un gozo óptimo) que acompaña al cumplimiento de un deseo vital. El placer y el gozo son el apogeo de todo verdadero encuentro de amor. Es, precisamente, la aspiración a la delectación -la activación y la actualización de los deseos de los dos amantes en buena armonía, unidad y unanimidad- lo que revela y hace vivir en reciprocidad el Bien que representa y que significa el uno para el otro. El acto de amor de la concepción de un ser humano debería -por su propia naturaleza- ser un acto en contexto del Eros. Cuando dos amantes sinceros -«padres antes del acto procreador»- lo consideran conscientemente en su reencuentro de amor, crean el porvenir de «su» hijo. Cuando sus deseos del alma -y el amor que los une- los llevan a concebir «a sabiendas», la confirmación afectiva de su hijo toma su razón de ser en el mismo acto de creación. No se puede negar que, desde la fusión de los gametos, el individuo en gestación está caracterizado por su «constelación significativa» que engloba la totalidad de sus factores genéticos, la historia de su ascendencia, las propiedades ancladas en su genoma, la especificidad de sus talentos, dones y facultades; en resumen: su naturaleza única, que lo distingue de cualquier otro individuo. La vida interior del alma humana, encarnada en la vida corporal, comienza ciertamente en el momento de la concepción, de la fusión de los gametos, desde que la unidad de las primeras células vitales se ha formado. Aunque los dos padres juntos sean responsables del niño que crean, es el padre, sobre todo y primordialmente, quien debe ser consciente de su responsabilidad. Él es -en primera instancia- el que debe garantizar la «viabilidad» de su hijo, en el verdadero sentido de la palabra, y crear las circunstancias para que la madre pueda consagrarse completa y exclusivamente a su deber que no es otro que el de guiar y acompañar al niño en un ambiente de seguridad, de ternura, de calor, de solicitud y de consolidación existencial; en resu-

de orgasmos, frigidez o aversión hacia todo contacto erótico. En el «acto de amor» que implica la concepción, deseada o no, de un ser humano es donde se manifiesta la «responsabilidad» de un hombre y -digámoslo claramente- de un «padre». El verdadero amante -el verdadero padre- sabe asumir esta responsabilidad y aceptar las consecuencias. ¿Pero por qué hablar solamente de la «responsabilidad del padre» y no de la «responsabilidad compartida de los amantes»? ¿Engendrar un niño, un ser humano, es decir, crear la vida es, acaso, un acto tan negligente que no debemos tener en cuenta sus responsabilidades cuando nos encontramos en un acto de amor que, ante todo, debe ser un acto de confirmación afectiva del ser querido? Para mí -y sobre todo en el cuadro de la ciencia de la afectividad que es la Haptonomía-, la «responsabilidad del padre» comienza con la «concepción» de un niño, de su niño, y ningún hombre tiene el derecho de sustraerse o de intentar escapar a esta responsabilidad. R. B. I.: ¿Mediante qué proceso uno se convierte en padre? F.V.:Ya he dado elementos de respuesta en lo que precede. «Racional, biológica y moralmente se llega a ser padre mediante el acto de la fecundación con el que se inicia la concepción de un ser humano». Por ello, este acto debe ser cuidadosamente tomado en consideración; se deben contemplar todas las implicaciones y responsabilidades, y no debe ser cumplimentado más que tras una madura reflexión. Tal respuesta exige una observación matizada para evitar todo malentendido. Debe quedar claro que distingo explícita e implícitamente el «acto de amor de la concepción» de un ser humano de «los actos de amor» que son inherentes a las interacciones eróticas. Interacciones que juegan un papel esencial en la felicidad de amarse, que se expresan mediante el deseo fundamental de vivir juntos la «delectación» (el placer

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men, en un ambiente «afectivo-confirmante de amor» que proporcione al niño vivencias que le aseguren, en el «sentir», vivirse como Bueno-en-sí, en un bienestar que conforma el fundamento sólido para una vida autónoma y en total autenticidad-de-sí.

es el nuestro!) nos dan un cierto derecho de devenir en "madre y padre", y de serlo». «Ser padres» es precisamente eso, y es el padre el que debe crear el ambiente, las condiciones y las posibilidades para que la mujer pueda ser «madre» en todos los sentidos, significaciones y dimensiones de la palabra. Estando «al lado de la madre», codo a codo, socorriéndola y dándole seguridad de forma incesante, el hombre se revela «padre» en un equilibrio tal en el que no hay sumisión del uno al otro ni autoridad dominante. Por lo mismo, el tirano doméstico, el déspota, no es nunca «padre» en el verdadero sentido del término. El buen -el verdadero- padre, el pater familias, es el guía y el acompañante que les abre a sus hijos camino de vida, ayudándolos y -si es necesario- protegiéndolos, haciéndolos autónomos, apelando a sus dones, talentos, aptitudes y posibilidades -sus responsabilidadesmediante un reto que los invita a expandirse. No es solamente el creador de esta vida que nace en el seno de la madre, sino que también es, al mismo tiempo -y esto es lo más importante-, el creador de este ambiente de amor -este biotipo vital- en el que tanto la madre como el niño pueden complacerse, «crecer» y desarrollarse. Ése es, exactamente, el origen de la palabra pater: ser al mismo tiempo el «creador» y el «protector» de la vida que hemos ayudado a surgir y a germinar; lo que implica el deber de crear las circunstancias que garanticen la optimización del desarrollo de esta vida en todas sus dimensiones. Juntos, el padre y la madre, son los «padres». Los que poriunt (ponen en el mundo, engendran), los que se ponen en la base de una nueva generación. El nacimiento -el partus, el punto de partida- es la conclusión de su acto de amor que ha llevado a la concepción, a la creación de este niño. Este fin arduamente esperado es, sin embargo, el punto de partida de su deber parental: guiar y acompañar a su hijo hacia una vida autónoma. Por ello, el «padre» debería, en la medida de lo posible, estar presente y asistir afectivamente al nacimiento dentro de un papel activo, en el que acompañe a la madre y al hijo en la hora de su entrada en el mundo -que es su hora-; entrada que el niño escoge por sí mismo, bien guiado y asistido por el amor de sus

R. B. I.: ¿Cómo puede la Haptonomía ayudar a ser padre antes del nacimiento y en el nacimiento? F. V.: Un hombre llega a ser «padre» desde el mismo momento en que puede asumir su responsabilidad frente al niño que ha creado con la eyaculación de su esperma en el seno de la mujer. Igualmente, una mujer que esté al corriente de su período de fecundación y de receptividad se hace «madre» desde el momento en que ella abre su regazo para recibir y aspirar el esperma que va a fecundar su óvulo maduro, que está a la espera. Es, entonces, en ese «acto-de-amorde-concepción» cuando comienza la «responsabilidad parental», puesto que la decisión «consciente» de crear un niño implica que la mujer asume su responsabilidad de ser madre y que el padre asume su responsabilidad de acompañar, de socorrer y de asistir a la (su) mujer de forma tal que ella pueda consagrarse -sobre todo en las primeras fases de la vida y durante la primera infancia- enteramente a su «deber» maternal. Es una idea totalmente falsa que se tenga un derecho incontestable a un niño: el derecho de tener un niño, el derecho de ser madre o padre. No existe más que un derecho fundamental, incontestable e innegable; se trata del «derecho del niño a ser concebido a sabiendas» en un ambiente de amor afectivo-confirmante que le proporcione todas las posibilidades para expandirse con sus dones, talentos y facultades, y para establecer un «estado fundamental de seguridad», que va parejo a un «sentimiento de completitud» que lo hace autónomo en total autenticidad. Sólo los padres que pueden asumir su responsabilidad, respetar este derecho fundamental y garantizar su disponibilidad en un ambiente afectivo-confirmante durante las fases cruciales y esenciales del crecimiento y de la maduración de su hijo podrían decir: «Nuestro deseo vital de acompañar a un niño -"nuestro hijo"- y de ayudarlo a expandir su propia autenticidad; el hecho de estar enteramente disponibles y responsables para guiar y acompañar a nuestro hijo en camino (¡que no

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cimientos en el terreno de la vida afectiva humanatendrá en cuenta estas necesidades y sabrá respetar las condiciones aquí descriptas. La Haptonomía enfoca la preparación de los padres para sus tareas y les enseña a desarrollar sus facultades innatas. Lo que precede permite comprender que pueden sentirse padre y madre mediante el desarrollo adecuado de «sus facultades psicotáctiles» en las que la «ternura» juega un papel dominante. Es preciso que el padre aprenda a distinguir el «tacto" de los «contactos psicotáctiles afectivo-confirmantes haptonómicos» y comprenda que la caricia implica y provoca algo diferente de la «ternura». El padre que ha sabido desarrollar sus facultades haptonómicas de contactos táctiles (¡que nada tienen que ver con el tocar!) se vuelve -por la naturaleza de este contacto afectivoconfirmante- «tocante» en el sentido emotivo, es decir, entra en contacto con la vida interior, con la vida íntima -el «alma»tanto de su mujer como de su(s) hijo(s); lo que implica que se instaura un estar-juntos que tiene la cualidad de un consensus. Un consensus afectivo que une sin prender, sin quitarle la autonomía al otro y que constituye un verdadero sentimiento de solidaridad: un «saberse y sentirse juntos», un «estar en una unión muy poderosa en total independencia». ¿Acaso no se llama a esto «Amor»?

padres. El lugar del padre, en este momento, estaría al lado de su mujer, a la que ayudaría y sostendría con toda su presencia y su ternura. De esta forma, el nacimiento se convierte en un verdadero acto de amor que culmina el acto de amor de la concepción. La presencia del padre en el nacimiento supone esta asistencia afectiva. Un padre que no sepa vivir esta asistencia puede ser un aguafiestas cuya presencia podría perturbar en vez de ayudar. Por este motivo, la presencia del padre no debe ser exigida u obligada; al contrario, si éste es el caso, es mejor renunciar a su presencia. R. B. I.: ¿Cómo puede uno sentirse padre mediante el tacto? ¿Cómo puede un padre ser «contactante»? F.V.: [Veldman explica el trabajo haptonómico durante la gestación con los padres y agrega] ... trabajamos preparando a la madre y al padre para sus tareas activas de guía y de acompañamiento afectivos durante las horas en las que el niño franquea su camino hacia el mundo. En el curso de estas horas, es preciso que los padres conjuntamente, habiendo preparado su papel en buena coordinación y cooperación, encuentren el ambiente adecuado y bien adaptado para el fin que es: hacer nacer a su hijo como un acto de amor. En tales circunstancias, es preciso que toda asistencia médico-técnica se sitúe en segundo plano de tal forma que no pueda turbar, a causa de intervenciones indiscretas o inútiles, el ambiente afectivo de amor. Para que todo resulte normal, sería preferible, por lo tanto, que el padre estuviera presente desde el inicio de las primeras contracciones para asistir a su mujer y vivir el nacimiento de su hijo juntos, en un ambiente de amor y de felicidad. Su presencia le dará a la madre la seguridad de que no está sola, abandonada; le permitirá sentirse y saberse sostenida por el amor del padre, de quien ella tiene la mayor de las necesidades durante estas horas supremas. Una obstetricia moderna -digna de ser llamada «humana» y bien adaptada a las últimas concepciones y cono-

R. B. I.: Participar activamente en el parto y en el nacimiento de su hijo, ¿le permite al padre ocupar su lugar más fácilmente? F. V.: La conclusión de lo dicho anteriormente debe ser clara. Si el padre acompaña a su mujer desde la concepción con una afectividad confirmante sincera, participa activamente tanto en el embarazo como en el nacimiento de su hijo; su lugar está ya incontestablemente marcado y ocupado. Está en su sitio desde el primer instante; un lugar del cual no debe nunca dejarse desalojar.

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R. B. I.: Cuando usted le propone al padre, tras el nacimiento, colocar al niño sobre el vientre de su madre y presentárselo, ¿piensa que la situación es adecuada? ¿No cree que debería ser la madre quién deba presentar el niño a su padre como lo subrayó Lacan? F.V.: Se trata de un acto sensato cuyo interés ha sido numerosas veces probado. Se debe colocar al niño sobre el regazo de su madre -regazo del que acaba de salir- de inmediato tras el nacimiento para que se sienta tranquilizado y asegurado en este contacto piel a piel y para que escuche el latido del corazón tan íntimo y tan familiar de su madre hasta que respire de forma autónoma y el cordón deje de latir. Creo que esto representa un acto que, cada vez más, se convierte en una actitud aceptada. En lo que concierne a la segunda parte de su pregunta, las ideas de Lacan no son las mías, y no comparto en absoluto su opinión sobre el hecho de que deba ser la madre quien presente el niño a su padre.Al contrario, el acto que incumbe específicamente al padre es el del détachement [desligamiento]. Mediante este acto, hace autónomo a su hijo de tal forma que éste mantiene su propia cabeza para mirar el mundo en que se encuentra, bien sostenido en su base. El niño se siente en seguridad, y, de esta forma, se instaura el «sentimiento de seguridad de base» del que precisa fuertemente para la expansión de su autenticidad. El nacimiento ya es en sí un primer détachement de la madre; un détachement esencial que se realiza, en primera instancia, por el corte del cordón umbilical efectuado por el padre. Se produce un real desligamiento cuando el niño, aún sobre el regazo de su madre para descansar tras su entrada activa en el mundo, respira libremente, y el cordón -que ha dejado de latir- rompe la última unión vital que lo unía a su madre a través de la placenta y pone fin a un estado cuasi simbiótico con ella. Se continúa con la «apertura al mundo»: el padre -tras este desligamiento del niño- refuerza el détachement sosteniendo bien su base, elevándolo con un movimiento suave y volviéndolo hacia el mundo. Es un momento emotivo en el que se ve al niño, asombrado, abrirse al mundo como una flor que se despliega. Mediante este acto que da seguridad, el «padre» presenta y muestra con orgullo el niño a la «madre» de forma que ella lo vea por completo en un «estado de autonomía primordial». Tras esta acción -que no dura más que algunos minutos, pero que es de una cualidad fundamental y esencial para que el niño se sienta verdaderamente liberado del estado cuasi simbiótico del regazo-, el padre

vuelve a entregarle a la madre el niño desligado, liberado y asegurado. Lo coloca sobre su regazo de forma tal que pueda desarrollar el comportamiento de libido vitalis de inmediato. El niño trepa -bien sostenido por la mano de su madre- en busca del pezón para asirlo y nutrirse, y, finalmente, para reposar contra el seno de su madre, cercano a su corazón. R. B. I.: ¿Le parece diferente el amor paternal del amor maternal? ¿Cree usted que existe un «instinto paternal»? F.V.: En lugar de hablar de «instinto»-una noción ambivalente- sería preferible hablar de «intuición» que es una noción más creativa y humana. Existe, a mi entender, una «intuición ontogénica paternal», pero, en nuestra cultura, estas facultades innatas de nuestra naturaleza humana quedan cada vez más en barbecho a causa de la hiperracionalización de nuestra civilización, lo que conlleva su subdesarrollo o su atrofia. Según mis observaciones, se puede distinguir ciertamente por su naturaleza específica el amor paternal del amor materno. Por ello, el amor de un padre no puede reemplazar completamente el amor maternal y, a la inversa, el amor de una madre no puede sustituir en todas sus dimensiones al amor paternal. Justamente por estas razones, el niño precisa para su expansión, su crecimiento, su evolución y su maduración -para su individuación y su identificación- de una madre y de un padre. La falta de uno de los dos tiene repercusiones para su propio devenir, ¡repercusiones que no hay que subestimar! No hay que confundir -en este contexto- «instinto» e «intuición» con la noción de «amar». EI amor paternal no se diferencia humanamente del amor maternal, pero no se puede negar que, desde el punto de vista del niño, pueden existir grandes diferencias entre las vivencias del uno o del otro que condicionan los lazos totalmente distintos con la madre y con el padre.

Paternidad Agradecemos sentidamente al Dr. Jaime Robert su autorización para la publicación de este artículo. Dada su extensión, no ha sido posible publicar más que algunos extractos. Puede leerse completo en www.fundacioncreavida.org.ar

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El mejor lugar

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Casa de Nacimiento El

COMIENZO

TESTIMONIOS

y la

ESPERANZA

Elena Ixcot es guatemalteca. Junto con sus compañeras comadronas participó del Congreso «La Naturaleza del Nacimiento» en Morelos, México, el pasado mes de julio. Allí tuvimos la ocasión de mantener esta charla.

Elena: Desde la llegada de los españoles, la vida de las mujeres cambió completamente. Para los mayas, las mujeres somos la imagen de la Madre Tierra que da vida a los alimentos como la mujer da vida a los hijos. Las jóvenes desconocen la historia de nuestras raíces. El sexo es ahora diversión. No se respeta a la mujer como ella merece y menos aún cuando está embarazada, cuando hay que honrar al ser que lleva en su vientre. Muchas veces, cuando una mujer está embarazada, se la toma en broma y no se respeta su estado. Quisiera hablar con las jóvenes sobre sexualidad, para que recuperen ese sentimiento sagrado.

Creá vida: ¿Cómo fue su recorrido? Elena: Salí de mi país en 1982 por la guerra y me refugié en México durante dos años. Después, cuando la persecución llegó al estado de Chiapas, ya no se podía vivir allí. El 24 de marzo de 1984 llegué al Norte. Casualmente, ese mismo día, pero en 1980 había sido asesinado Monseñor Romero en El Salvador.

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Al principio, no quería hablar de las masacres, los secuestros, la quema de casas, la muerte de niños... [Mientras lo dice, se le llenan los ojos de lágrimas y casi puedo ver las imágenes pasar por su mente]. Si me quedaba en silencio, me convertía en cómplice de los asesinos. Así que, poco a poco, fui perdiendo el miedo, me fui dando cuenta de que tenía derechos y comencé a hablar sobre el valor de mi cultura, los tejidos, el significado de los diseños, los colores sagrados y los números.

Así, en 1999 empezamos el trabajo. Al principio, consistió en obtener la plata para hacer una Casa Maternal de Nacimiento. Hicimos subastas y rifas, vendimos comidas, recibimos donaciones anónimas y de las parteras norteamericanas. Juntamos casi 200.000 dólares; compramos un lote de tierra y comenzamos la construcción supervisadas por las mismas parteras, porque los ingenieros nos cobraban muy caro y no teníamos tanto dinero. Finalmente, la inauguramos hace un año. Las mujeres están muy contentas. Allí son atendidas con cariño; vienen con sus familias; cocinan mientras llega el momento del parto...

C.: ¿Qué la decidió a dedicarse a esta causa? Elena: En una visita a Guatemala, tuve una reunión con las comadronas y, como el gobierno no le daba apoyo a la población maya, les dije que nosotras debíamos hacer algo, porque si seguíamos esperando ¿quién iba a hacer algo por nosotras? Había que mostrar que teníamos capacidad, que éramos buenas artistas, pero no habíamos tenido la oportunidad de demostrarlo.

C.: ¿Cómo trabajan? Elena: En la organización hay veinticuatro parteras; catorce de ellas trabajan activamente en el centro; las otras viven lejos; hacen turnos de entre dos y veinticuatro horas. Siembran hierbas medicinales, les enseñan a otras comadronas y

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reciben a quienes vienen a compartir sus experiencias. Debido a toda la discriminación que recibieron, muchas mujeres son muy tímidas; antes no se animaban a ser revisadas por los médicos y ahora, en la Casa de Nacimiento, sí se animan. Les hablamos mucho, porque sabemos que es una manera muy eficaz de apoyarlas y de darles ánimo.

C.: ¿Cuál considera usted que es, actualmente, el trabajo más importante por realizar? Elena: Los mayas nos preocupamos por todo el mundo, por las consecuencias de todo lo que el ser humano ha provocado en la naturaleza por desligarse de ella. Yo viajo por todas partes; he ido hasta Alemania para dar charlas sobre nuestra cultura. Nuestra preocupación como mujeres y como madres es encontrar la forma de conectarnos nuevamente con la Madre Naturaleza para cuidarla y amarla, porque ella es la madre de todos. Cuando yo era niña, las abuelas de mi país nos hablaban del respeto al agua, de usarla solamente cuando había necesidad de hacerlo; nos enseñaban que no era un juguete, que era sagrada. También nos decían que no había que tirar abajo los árboles; basta con ver todo lo que sucede ahora con la tala indiscriminada. Lamentablemente, los problemas del trabajo y de la supervivencia no nos dejan ver lo que está pasando alrededor de nosotros en el mundo...

Casa de Nacimiento

Esperanza 38


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El Padre en la Gestación y el

Nacimiento

¿Sueñan los niños varones con ser padres cuando sean grandes? Una vez escuché decir en un congreso a un psicólogo chileno que cuando una niña tiene su primera menstruación alguna mujer de su entorno le dice que a partir de ese momento puede ser madre; en cambio, se preguntaba si algún hombre le dice al varón adolescente que sus primeras eyaculaciones indican el inicio de su posibilidad de ser padre. Las clases de educación sexual que recibimos en la escuela están lejos de permitir a los jóvenes una reflexión sobre la paternidad.

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La transmisión vertical de una generación a la siguiente sobre el «ser padre» suele venir más de la imitación o de la oposición que de una reflexión compartida entre hombres. No se trata de un saber hacer aprendido en manuales de un supuesto buen padre, sino de ese tiempo de sueños, sentimientos, pensamientos, conversaciones, preguntas, encuentros y diálogos que hacen a toda construcción humana en la vida. Nuestras culturas occidentales no han preservado tampoco rituales de iniciación u otras formas de transmisión de conocimientos de los mayores hacia los más jóvenes que sean para ellos eficaces y confiables para moverse en el mundo emocional. Los modelos patriarcales no hacen felices a muchos jóvenes que buscan relacionarse y convivir de otra manera. En este tiempo vertiginoso que nos llama al movimiento, son cada vez más los hombres que se preguntan sobre su lugar en la gestación y el nacimiento de sus hijos.Todos aquellos que han podido ser protagonistas de esos momentos dan testimonio luego de una profunda ligazón con los hijos que fueron consciente y afectuosamente acompañados durante su gestación y recibidos por ellos en el parto. Hombres que encuentran la ternura, la protección y el apoyo a la vida, y rodean con ella a sus compañeras y a sus bebés. Entre los trobriandeses de Nueva Guinea, se cree que es el hombre quien da forma a los hijos, no por la sangre o alguna sustancia corporal que tengan en común, sino a través de las repetidas relaciones sexuales que tiene con su mujer durante la gestación, como escultores que tallan y modelan con su sexo los niños in utero1. A través de la antropología, podemos conocer las tan variadas formas que el «ser padre» toma en cada cultura. Hay hombres que engordan a la par de sus mujeres mientras están gestando; otros se ponen a producir como nunca antes. Quienes se atreven a entrar en relación con sus bebés se sienten invitados a descubrir aspectos de su afectividad desconocidos hasta entonces. Siempre digo que el famoso «pan debajo del brazo», que dicen que traen los hijos, debe de ser este regalo de conocimiento y expansión del corazón que nos permite saber algo distinto sobre la vida y sobre nosotros mismos, en este momento como en pocos otros. Hasta los abuelos pueden ser «tocados» por ese expansivo Bien que trae la vida en sus inicios.

Hace poco, un hombre, cuya hija estaba a punto de parir y convertirlo en abuelo, me contó que había tenido una hermosa y profunda conversación con ella sobre la vida de ambos, su relación, las emociones que le despertaba ese niño por nacer y el orgullo que sentía como padre de la mujer gestora de vida que ella estaba siendo. Pocos días después, se inició el trabajo de parto. El hombre a punto de ser abuelo entraba en una sesión de relajación; su hija, en la sala de parto. Durante las horas que siguieron, él se sorprendió de las imágenes y de los sentimientos que lo llevaban, sin que los provocara expresamente, a acompañar el nacimiento de su nieto. Grande fue su sorpresa después, al enterarse que ambas situaciones habían sucedido a la misma hora. Bella, la cualidad del afecto que circulaba en el aire de esa habitación mientras se abrazaba con su hija y su yerno, y le daba la bienvenida a su pequeño nieto. Así, la «nueva paternidad», como muchos llaman a este movimiento de búsqueda entre los hombres de su rol de padres, no atañe sólo a los nuevos padres, sino a todos aquellos varones que se animan a desplegar otras posibilidades en la relación con sus hijos. La puerta está abierta. No soy padre, así que esta reflexión está escrita desde la hija de mi padre, desde la madre que soy junto al hombre que es el padre de nuestro hijo, desde la mujer que mira a los hombres que son padres y desde la profesional que escucha a los varones que están construyendo al padre que serán. Cuando mi hijo tenía tres años, me preguntó, con sus genitales en la mano, por dónde saldrían sus bebés cuando estuviera embarazado. A mi respuesta sobre que eran las mujeres quienes llevan a los hijos en la panza, recibí sólo una mirada airada. Desde el momento de la concepción, el hombre y la mujer comienzan a andar el camino de devenir en los padres de ese bebé. Muchos hombres dicen que no es hasta el momento en el que el niño comienza a crecer -la edad en la que sitúan tal hecho varía para cada uno- cuando ellos sienten lo que es ser padres. Sus mujeres, sin embargo, expresan desde temprano la necesidad de que se acerquen a ellas y al bebé en la gestación. Encrucijada atravesada no sólo por la historia de cada uno, sino fuertemente por lo socialcultural. Más allá del modelo de la familia burguesa, otras formas de la parentalidad ponen en cuestión el lugar del hombre a la hora de tener hijos. El padre

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y la madre traen la historia del femenino y el masculino del linaje del que provenimos; encuentros, desencuentros, luchas, amores y otras pasiones que serán el piso desde el que iniciamos nuestra vida. Qué es ser hombre y qué es ser mujer viene en esa información con la que llegamos al mundo y que se desplegará al proponer caminos a lo largo de la vida. En la tribu papúa de Nueva Guinea, no existía el concepto de «padre», sino el de tama, que quiere decir 'compañero de la madre', quien también protegía a las criaturas de las mujeres que convivían con él.2 En las primeras horas de vida aérea, el bebé pasa su mirada del padre a la madre y de vuelta de uno a otro, si se le da el tiempo y el espacio necesarios para que pueda hacerlo, religándose a través de ellos a este nuevo modo de vida tan diferente para él. He visto padres angustiados en las salas de parto salir corriendo detrás del neonatólogo que separaba a sus criaturas de la madre para realizar exámenes de rutina, procurando, a través de sus gestos y sus palabras, reasegurar a los bebés. ¿Es padre el genitor? ¿El padre es el que educa? ¿El padre es el compañero de la madre? Antes de la genética, para comprobar la paternidad, la madre romana colocaba su bebé en el piso ante los pies del hombre, si éste lo alzaba, se consideraba que era su padre. En su libro Diario de una obstetra3, la Dra. Evelyne Petroff dice que muchos padres se acercan, durante la gestación de sus bebés, en busca de una experiencia emocional que les permita sentir cómo es esa vivencia de conducir un niño hacia la vida. El abordaje haptonómico que ella ofrece les permite, antes del nacimiento, constituir ya una tríada. Observa que los miedos al parto se desarman de este modo y pueden ocupar, en ese momento, su lugar específico que no es el de un simple acompañante, sino el lugar de un hombre que está convirtiéndose en padre. Cuando un hombre ha aprendido durante el embarazo a acompañar los movimientos del bebé, el nacimiento se vuelve una verdadera experiencia física compartida entre el hombre y la mujer. En ese contexto muy particular, el hombre ya no es el testigo satélite que no sabe

dónde ponerse; se convierte en actor y en parte tomada del nacimiento. Es cierto, también, que si bien para algunos hombres lo traumático puede ser no tener su lugar en el parto de sus hijos, para otros -quizás para aquellos que no han encontrado ese lugar en el tejido conjunto del embarazo-, la obligatoriedad de su presencia en ese momento (por razones que van desde el deseo de sus mujeres hasta una moderna presión sobre lo que se espera de un buen padre) resulta traumática. Michel Odent da testimonio de esa evidencia en su libro El granjero y el obstetra4. Sería bueno no hacer de estas búsquedas una moda que, en realidad, obturaría su propio sentido. Es artesanal la tarea de bucear y de reordenar la propia historia para realizar este delicado tejido como para apretarse en un rol que pueda adquirirse ya hecho, tal como lo ofrecen las modas, que no es muy diferente de copiar sin cuestionar los modelos en los que crecimos. El movimiento de humanización del nacimiento incluye la reflexión sobre este tema como uno de los puntos centrales y necesarios para los cambios por los que trabaja. Son los hombres y las mujeres quienes transformarán los nacimientos a través de sus cambios y cuestionamientos. Somos todos los humanos los que recuperamos el sentido de la maternidad «entrañable»2, el bienestar y las relaciones de protección mutua al descubrir las necesidades afectivas de la vida desde sus inicios, con la disposición para rasgar las piedras que permitan rescatar lo esencial y aprender de lo vivo. Esta reflexión lleva la esperanza de que cada uno pueda encontrar su lugar limpiando «lo que no» para dar lugar a nuevas posibilidades que inviten al surgimiento de sentimientos y de gestos que, quizás, sólo estén esperando ser descubiertos dentro de cada uno. Justamente, los gestos que abren la puerta al mundo para darles la bienvenida a sus hijos.

JAQUI ZIELER

1 Le Nouvel Observateur, 1999. 2 La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente, de Casilda Rodrigañez y Ana Cachaferro, España, Nosa y Jara Editores, 1995. 3 Carnets d'une obstetricienne, de Evelyne Petroff, París, Ed. Albin, 2002. 4 El granjero y el obstetra, de Michel Odent, Buenos Aires, Editorial Creavida, 2002.

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Incorporรกa rte COLECCIร N CREAVIDA: Una Editorial acerca del nacimiento y el inicio de la vida.

Libros

LIBROS

Nacimiento Renacido Dr. Michel Odent

www.fundacioncreavida.org.ar

Web

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La colección de libros y videos de la Editorial Creavida puede solicitarse en: creavida@fibertel.com.ar Librería del Sol: Superí 1411, Buenos Aires, Argentina

REFLEXIONANDO... sobre el inicio de la vida

Una propuesta de talleres, debates y conferencias en distintos ámbitos como escuelas, hospitales, Grupos de Mujeres o Grupos de Padres, con los videos de las conferencias brindadas por los profesionales extranjeros que hemos invitado a la Argentina para hablar sobre este tema: el Dr. Michel Odent, en abril de 2003; la Dra. Robbie Davis Floyd, en mayo del 2004; y la Dra. Catherine Dolto, en abril de 2005.

Videos

VIDEOS

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Encuentro de

Lectores

OCTAVIO: Padre, acompañante y partero

Encuentro ra honorable de Caraiba, que ayudaría a Natureza en el parto. Stella, una antigua amiga y vecina que tenía muchos años de experiencia como enfermera y decenas de partos bien hechos -incluso los de sus propios hijos- también nos ayudaría. El miércoles de Ceniza me desperté y vi a Natureza observando el sol nacer sobre el horizonte. Me miró y me dijo: «Será hoy: tengo plena seguridad; ya estoy sintiendo algunas sensaciones diferentes...». Entonces, llamé a la Sra. María y a Stella para que la examinaran. Ambas confirmaron que todavía era muy pronto para el inicio del trabajo de parto propiamente dicho y me pidieron que les enviara un nuevo aviso cuando las contracciones fueran menos espaciadas. Natureza lavó las últimas ropitas de María, y pasamos el resto de la mañana acostados en el césped del jardín, debajo de las sombras de los coqueiros, intentando imaginar cómo sería la carita de María. Durante todo ese tiempo, Natureza estuvo tranquila y confiada. Por la tarde, las contracciones aumentaron de intensidad, y los intervalos comenzaron a ser más cortos. Llamé a la Sra. María alrededor de las tres; examinó a Natureza y nos dijo que volvería cerca de las seis, ya que hasta esa hora no tendría mucho por hacer. Las contracciones aumentaron de ritmo e intensidad, pero Natureza no se quejó de ningún dolor. Los movimientos que Sonia le había enseñado, la respiración adecuada y un poco de baile al estilo

En el sexto mes del embarazo de María -nuestra hija-, Natureza y yo escuchamos por primera vez el nombre de Leboyer. Sonia, nuestra amiga de San Pablo, respetada neuropediatra y madre de dos hijas nacidas de partos domiciliarios, nos envió su libro, Nacer sonriendo. La lectura fue como un cachetazo. Nos dimos cuenta de las desventajas que representaba el parto hospitalario para la madre y el bebé, y, por el contrario, cuán saludable sería para ambas si María pudiera nacer de acuerdo con las condiciones propuestas por el obstetra francés, en nuestra propia casa, en la pequeña aldea de Caraiva, en Bahía, a casi cien kilómetros del hospital más cercano. Para este propósito, Caraiva es perfecta: es absolutamente rústica, no hay energía eléctrica ni automóviles. Las calles son de arena, lo que favorece el fortalecimiento de los músculos de las piernas, y la temperatura es agradable durante el verano, ya que el viento marítimo de la bahía es constante. Su belleza natural es totalmente absorbente y cautivante. Natureza se esforzó para prepararse adecuadamente y, siguiendo las indicaciones de Sonia, dedicó gran parte de su tiempo a fortalecer su cuerpo: nadó y bailó forro, hizo jardinería y lavó ropa, siempre de rodillas. Pasamos un verano feliz, preparándonos emocionalmente para la gran ocasión que se avecinaba. Dos o tres semanas antes de la fecha probable del parto, acordamos con la Sra. María, partera y figu-

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kundalaini parecían dar resultados óptimos. Con el caer de la noche, llegaron Stella y la Sra. María: estaban muy satisfechas con el estado de Natureza porque tenía una buena dilatación. A partir de las ocho de la noche, las contracciones comenzaron a tener mucha intensidad, pero eran sensaciones soportables; Natureza no acusaba dolor. Ya se había dado cuenta de que la incomodidad disminuía si caminaba durante los intervalos entre las contracciones y, cuando éstas volvían, se apoyaba

parto. Sus ojitos miraban para todas partes, sin señal de miedo o de dolor. Sus bracitos se movían de un lado para el otro mientras nos observaba sin hacer ningún ruido. Su tranquilidad era llamativa. Esperamos unos minutos para cortar el cordón a fin de posibilitarle que respirara por las dos vías, y reducir así la incomodidad de su primera expansión pulmonar. Luego, Natureza se levantó y se fue sola al baño para lavarse. Mientras tanto, la Sra. María y Stella le daban el primer baño a nuestra

sobre mí -que estaba de pie detrás de ella-, extendía los brazos para atrás y me tomaba del cuello. Alrededor de las ocho y media, Stella me pidió que me agachara para ver la cabecita de María, todavía envuelta por la bolsa, pero perfectamente visible. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando vi sus oscuros pelitos por primerísima vez. Alentamos a Natureza para que hiciera fuerza al mismo tiempo que yo llamaba a María dulcemente y le decía que estábamos todos esperándola, que podía venir tranquila... En la contracción siguiente, salió su cabecita; fue un momento de intensa e inolvidable emoción. María llegó con los ojitos bien abiertos. Una contracción más, y pasaron los hombritos; algunos segundos después, ella ya había nacido... Siempre recordaremos perfectamente ese momento que fue el más lindo y más importante de nuestras vidas. Yo estaba muy emocionado; lo único que podía decir era: «¡Qué linda que es!». De hecho, María nació preciosa; no estaba hinchada ni tenía ninguna deformación causada por el

pequeñita. María nació exactamente a las nueve y diez. Una hora después, más o menos, cuando terminó su primera mamada, nos regaló su primera sonrisa. Después, abrimos dos botellas de vino blanco italiano y brindamos por su feliz llegada al planeta Tierra.

Lectores

OTAVIO VIZEU GIL tiene 46 años. Es abogado. Está casado con NATUREZA CHAVES de 23 años. Viven en Río de Janeiro.

Este texto ha sido extractado del libro Mulheres contam o parto, de Adriana Tanese Nogueira y Ciça Lessa, San Pablo, Editora Italia Nova, 2003. Agradecemos la generosa colaboración de Oscar Gawromski.

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Para

To d o s

AMAMARTE Grupo de Apoyo a la Lactancia Materna y a la Crianza ¡Nos mudamos! Club Ferroviario de Victoria, Simón de Iriondo 1240 (a 3 cuadras de la estación Victoria TBA) Encuentros: viernes de 13:30 a 15:30 Entrada libre y gratuita. Próximos talleres: El juego, alimento vital para el desarrollo. Masajes para bebés. ¿Límites? La sexualidad en el puerperio. Viernes 18 de noviembre: ¡3º Aniversario! Encuentro con festejo especial. Tel.: Mariana: 4746-6467 / Andrea: 4745-8331 Roxana Baroni roxanabaroni@arnet.com.ar Tel.: 4746-5084 / 15-54591262 Grupo AMAMARTE Lactancia Materna y Crianza amamarte@amamarte.com.ar Miembro de Dando a Luz DANDO A LUZ Los segundos lunes de cada mes de 9:30 a 11:00 y los segundos miércoles de 17:00 a 18:30 en Montañeses 1977, Belgrano (a dos cuadras de Barrancas de Belgrano). Si desean recibir un aviso todos los meses unos días antes, tienen que enviar un correo electrónico en blanco a: dandoa-luz-alta@elistas.net Son encuentros abiertos y gratuitos acerca de las etapas del parto y del nacimiento, rutinas y procedimientos institucionales, estrategias, plan de parto y nacimiento, derechos como usuarios del sistema salud. Septiembre: lunes 12 y miércoles 14 Octubre: lunes 10 y miércoles 12 Noviembre: lunes 14 y miércoles 9 Diciembre: lunes 12 y miércoles 14 Mariana Gimenez elolivo@ciudad.com.ar Dando a Luz Por el derecho a un embarazo, parto y nacimiento respetados y seguros Asociación de Usuarios www.dandoaluz.org.ar LIBERPARTO Liberparto, un espacio para repensar el nacimiento Porque el parto y el nacimiento pueden ser cuidados y respetados... Porque para elegir necesitamos conocer las opciones... Porque parir y nacer son momentos mágicos y fundantes en nuestra vida, la de nuestra pareja y la de nuestros hijos... Encuentros abiertos y gratuitos, con proyección de videos, todos los primeros jueves de cada mes, de 19:00 a 21:00. Santa Fe 2927 PB "B", (esquina Agüero), Cap. Fed. Informes: Paula Horn: paula_horn@arnet.com.ar / 4718-0491 Sandra Laporta: sandralaporta@yahoo.com / 4672-7548

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Eventos internacionales El 2005 avanzó pleno en propuestas de conferencias, seminarios y encuentros en distintos lugares del mundo.

Eventos

En enero, la Universidad de Concepción reunió en Chile a numerosos participantes bajo el nombre de «Segundo Seminario Internacional de Embarazo y Nacimiento Conscientes». En febrero, la organización «La causa de los bebés» convocó en París a un coloquio sobre «El arte de alimentar a los bebés» con la presencia de oradores como Boris Cyrulnik, y la investigadora en Etología, Marie Claire Busnel. Otra vez en Chile, ahora en Santiago, se realizó el IV Seminario Internacional de Salud Mental Perinatal «Nacer en la adversidad, apego y parentalidad». En julio, en la Universidad de Zaragoza, se dictó el curso «Maternidad y primera infancia». Ese mismo mes, en México, la conferencia sobre «La naturaleza del nacimiento» recibió más de cuatrocientas parteras de todo el mundo. En septiembre, la revista Midwifery Today realizará en Bahamas una conferencia «Sharing the culture of birth», y en París, la UNESCO ha convocado a un encuentro sobre «La universalidad del femenino». Durante el mes de octubre, España será sede de cuatro eventos en distintas ciudades; uno de ellos, convocado por la revista Obstare. En noviembre, la Red Latinoamericana para la Humanización del Parto y Nacimiento espera, en Río de Janeiro, mil visitantes de toda Latinoamérica. El Dr. Michel Odent ha cruzado siete veces el océano para dictar conferencias en los lugares más remotos de la Tierra. Estos eventos nos muestran, como decíamos en el número anterior, que el movimiento de humanización del nacimiento hace ya sentir su contundente presencia en los distintos ámbitos de nuestras culturas. ¡¡¡Aleluya!!!

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Queremos ayudarte en el cuidado de tu familia El uso de la electricidad tiene algunos riesgos, que ahora son más evidentes con la llegada de tu hijo. Cuando tu bebé comience a gatear o a caminar por la casa, muchísimas cosas que se encuentran en ella, despertarán en él su curiosidad, y que él se encargará de ver y tocar para de esa manera incorporarlas a su saber. Como dicen las abuelas, más vale prevenir que curar. Es por ello que te acercamos algunos consejos para disfrutar al máximo de tu hijo, y para protegerlos de los peligros potenciales de la electricidad. Debés tener presente estos consejos: Revisá con un electricista matriculado la instalación eléctrica de tu casa. Si en tu hogar los conductores eléctricos son alambre con aislamiento de tela y goma, significa que la instalación tiene más de treinta años de uso. Para evitar fugas, es recomendable reemplazar los antiguos conductores por cables de tipo ignífugo, antillama. Eliminá los cables provisorios, que no estén en los caños de luz reglamentarios. Reemplazá los interruptores defectuosos. Coloca protectores para niños en los tomacorrientes, especialmente los cercanos al piso. Recordá que esta prohibido el uso de triples y adaptadores. Evitá la conexión de múltiples aparatos, en un solo tomacorriente, inclusive a través de «zapatillas». Si tu instalación no cuenta con un disyuntor, te sugerimos que hagas instales en tu hogar uno por intermedio de un profesional matriculado. Comprobá el correcto funcionamiento del disyuntor, pulsando semestralmente el botón del frente, identificado por la letra «T» (Test). Es importante conocer y saber que: Los disyuntores o interruptores diferenciales tienen tres principales razones de uso: En primer lugar detectan la fuga de corriente, evitando pérdidas de energía. Por lo tanto evitan la facturación de energía NO consumida. En segundo lugar, protegen tu casa y tu instalación eléctrica contra riesgo de incendio. Los accidentes y desperfectos eléctricos, son las principales causas de los incendios en el hogar. Por último, y lo más importante, protege contra la electrocución a las personas y animales, y te permite disfrutar con tus hijos del confort y bienestar que brinda la energía eléctrica.


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La realización de esta revista es posible gracias al grupo editorial que la sostiene y a los profesionales, amigos y anunciantes que siempre la acompañan.

Queremos agradecer muy especialmente la colaboración de Guillermo Hermida, Marina Marazzi, Claudio Mc Key, Jaime Robert, Vladimiro Tentori y Alberto Wang.

Creávida se distribuye en los siguientes lugares: Dando a Luz: Montañeses 1977 Terapeutikum: Ramallo 2606

Librería del Sol: Superí 1411 Lic. Silvia Kaspar: Moldes 3815

SI TERMINÓ DE LEER ESTA REVISTA, POR FAVOR, NO LA TIRE. ¡PÁSELA! ¡Muchas gracias!


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