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Editorial «Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente» León Gieco Con la consigna «Futuro busca presente diferente de pasado», comenzamos este año llevados de la mano de la invitación a dar un nuevo paso, a ir más allá, que trae siempre la vida nueva. Desde los ritmos de la naturaleza, el otoño nos enseña con liviana gracia cómo dejar caer lo que ya cumplió un ciclo. Los amarillos, los naranjas y los rojos nos reconfortan con los cálidos tonos de la transformación. El calor engendra a los que se están haciendo en los úteros maternos y sana a los que ya estamos en el mundo. En los partos, es lo que favorece la corriente, relaja las cosas demasiado tensas, atrae el ansia de ser. Dice la Dra. Estés que el calor es un misterio; alumbra el virginal vuelo de las nuevas ideas; cualquier cosa que sea, el calor nos atrae cada vez más. Si algo puede prevenir las situaciones «altamente patógenas», al decir de Michel Odent, tan frecuentes alrededor de los partos y los nacimientos, es tomar consideración, cada vez un poco más, de las necesidades básicas fundamentales de las mujeres y los niños en ese delicado momento de sus vidas. Un momento que dará sustento a toda la trayectoria humana. El calor nos conduce en esa dirección, nos sensibiliza hacia allí y también nos trae de vuelta. Por eso este nuevo número es naranja y amarillo, acercando el calor de las nuevas ideas, volviendo a traer información sensible desde los inicios para todos los que, abriendo presente, se comprometen desde su deseo con la construcción del futuro.

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SECCIONES

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homenaje

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palabras grávidas

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testimonios

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incorporá arte

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para todos

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S TA F F Año 3 / Número 7 / Abril 2006 La reproducción de este material por cualquier medio es posible con la autorización de Editorial Creavida. Los artículos publicados son seleccionados por esta editorial. DIRECTORA Jaqui Zieler EQUIPO EDITORIAL Magui Cadot Grace Cobe Alicia Garibaldi Magdalena Garat Julia Rujinsky COORDINADORA DE EDICIÓN Flavia Tentori CORRECCIÓN EDITORIAL María Josefina Bulló DIAGRAMACIÓN & ARMADO Gustavo D. García gustavodanielgarcia@yahoo.com.ar FOTOS E ILUSTRACIONES Banco de Imágenes Editorial Creavida The Family of Children

Esta edición es propiedad de Fundación Creavida Cuit 30-70822501-7 Superí 1411 - Capital Federal - 1426 - Bs. As. - Argentina www.fundacioncreavida.org.ar creavida@fibertel.com.ar info@fundacioncreavida.org.ar


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SUMARIO 6. El tiempo para nacer 7. Congresos 10. No estimule el neocórtex de una mujer en trabajo de parto 13. Algo más sobre la oxitocina 14. Parir sobre los dos pies 17. Las mujeres y los niños primero 23. Sobre la educación perineal 27. La cuna 28. Cien promesas para mi bebé 30. Crónica del último encuentro de «los Talleres de Avellaneda» 32. Sobre la contemplación y los bebés 37. Una mirada sobre las parteras 42. Mi primer parto

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SEMANA MUNDIAL DEL PARTO RESPETADO ¡¡Participemos!! Este año se celebrará bajo el lema:

El

Tiempo para

Nacer

EVENTOS

Desde París, Vivi Tobi nos cuenta: «El tiempo para nacer» será el tema de la Tercera Semana Mundial del Parto Respetado, que tendrá lugar del 15 al 21 de mayo de 2006. Los usuarios del sistema de obstetricia denuncian el uso excesivo de técnicas médicas, los protocolos hospitalarios, la rentabilidad y la industrialización en lo que se refiere al nacimiento. En todos estos aspectos del nacimiento medicalizado, está presente la noción del «tiempo»: el miedo a sobrepasar la fecha límite, la inducción del parto, la ruptura de la bolsa de las aguas, la conducción activa del trabajo del parto, la sección del cordón umbilical… Pero podemos cambiar este proceso hablando del tiempo de manera positiva: el tiempo que uno se da —o que será necesario volver a tomar— para dar a luz y para nacer, tanto en lo físico como en lo psíquico. En función de sus competencias o de sus deseos, personas y asociaciones trabajarán para hacer resaltar las acciones acerca de este tema por medio de carteles, documentos, folletos… Existen muchas posibilidades para actuar en distintos niveles, como por ejemplo: exposiciones, reuniones, conferencias, etcétera. Te proponemos que participes de alguna manera: llevando la inquietud a la escuela de tus hijos, al hospital de tu barrio, organizando charlas o debates, escribiendo a diarios o revistas...

¡Al mundo lo hacemos entre todos! PARA MÁS INFORMACIÓN: Red Latinoamericana y del Caribe por laHumanización del Parto y del Nacimiento: www.relacahupan.org AFAR (Alianza Francesa para el Nacimiento Respetado), promotora de esta iniciativa: www.smar-contact.info CIMS (Coalition for Improving Maternity Services): www.motherfriendly.org

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Humanización del Nacimiento, esencial

El mes pasado, se realizó en Monterrey, México, la Conferencia Internacional Nacimiento Humanizado. Los conferencistas expusieron las nuevas maneras de ver la gestación, el nacimiento y el posparto basadas en las últimas investigaciones científicas. También mostraron múltiples maneras prácticas para humanizar nuestros procesos de nacimiento y posparto. Concluyeron sobre la vital necesidad de expandir estos conocimientos en las culturas hablándoles con claridad a nuestras familias, amistades, médicos, pacientes y estudiantes. Algunas de esas conclusiones fueron: PRIMER PRINCIPIO: Un ambiente óptimo en el útero proporcionará al bebé el mejor inicio en la vida. Antes de nacer, el bebé es un ser consciente y sensible que responde a su entorno, incluyendo las emociones de la madre y de otras personas presentes. Acciones: La madre y el bebé necesitan: -Una dieta nutricionalmente balanceada con los suplementos de vitaminas y minerales apropiados. -Un estilo de vida y medio ambiente lo más libre posible de sustancias tóxicas. -Ejercicios prenatales, caminar, yoga, canto. -Calma mental que puede incrementarse por medio de la meditación, enfocándose en historias positivas sobre un nacimiento natural y saludable. -Comunicación continua entre la madre y su bebé mediante la cual el bebé pueda sentirse deseado, bienvenido, seguro, nutrido, escuchado e incluido. SEGUNDO PRINCIPIO: Un parto natural tiene mayor posibilidad de darse en un medio ambiente que provea apoyo físico y emocional, libertad de movimiento y atención individualizada. Acciones: La madre y el padre deberán planear el nacimiento de su bebé: Considerando todas las opciones de parto (el propio hogar, un centro dedicado a partos o un hospital), elegir un sitio donde apoyen sus decisiones para

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CONGRESOS

un principio


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parir, dar a luz y vivir el posparto, tales como: -Acceso ilimitado de acompañantes del parto escogidos por la madre. -Libertad para que la madre pueda moverse y asumir la posición de su elección durante la labor del parto y del nacimiento (a menos que haya restricciones específicas requeridas para corregir alguna complicación). -Evitar procedimientos de rutina que no cuenten con el apoyo de evidencia científica, los cuales incluyen el rasurado de la zona púbica, la aplicación de enemas, IV, prevención de alimentos o líquidos, ruptura temprana de membranas, monitoreo fetal electrónico, inducción, uso de oxitocina, episiotomías y compresión del cordón umbilical antes de que deje de pulsar. -No administrar drogas y anestésicos de rutina, incluyendo epidurales. El parto en agua es una manera segura y efectiva para reducir las molestias del proceso de parto, prevenir desgarros y eliminar la necesidad de anestesia. -Proporcionar un ambiente que ofrezca: ·Uso mínimo de lenguaje por parte de las personas que atienden el parto. ·Privacidad durante el proceso de parto para no sentirse observada. ·Sentimiento de seguridad: tener a su lado a su madre, a una doula con experiencia o a una partera. ·Luz tenue en la sala de parto. ·Un lugar con temperatura adecuada para que la madre no sienta frío. ·Medir con cuidado los beneficios potenciales de los análisis recomendados, los procedimientos, los fármacos y las cirugías ante los riesgos a corto y largo plazo que presentan estas intervenciones, de acuerdo con la evidencia científica. ·Debemos conocer la información estadística actual de las prácticas de nacimiento, sus procesos y los resultados.

Elizabet Cholow, Co-Directora Nacer y Crecer. Paulina Gonzalez, Co-Directora Nacer y Crecer. Dr. Richardo Chapa, Gineco-Obstetra, Monterrey. Dr. Ricardo Herbert Jones, Gineco-Obstetra-Homeópata Porto Alegre, Brasil. Barbara B. Powers, Directora AMAYAL, Centro Educacional de Salud para el Bienestar Humano, AC. Dr. Juan Alberto Robledo, Pediatra, Monterrey. Joni Nicholls, Doula y Organizadora Partos Humanizados, Grupo Guadalajara, Jalisco, Mexico.

TERCER PRINCIPIO: El apego de la madre y el bebé es primal y establece la fundación del desarrollo óptimo del bebé al igual que todas sus futuras relaciones. Acciones: Escoger un lugar para el nacimiento que ofrezca apoyo al proceso de apego y en el que: -Se promueva el contacto con la piel y con los ojos, y el amamantamiento inmediatamente después del parto. -Se permita el contacto entre la madre y el bebé sin interrupciones durante las 24 horas del día. -Se promueva la lactancia durante la primera hora del nacimiento. -Se enseñe a la madre cómo amamantar y cómo mantener la lactancia, aun cuando tenga que ser separada de su bebé. -No se le dé al bebé agua o leche que no sea leche materna, a menos que esto sea médicamente indicado. -Se proteja a la madre y al bebé de sobreestímulos (luces fuertes y ruidos) o de traumas (separación de su madre para tomar muestras de sangre, baños, lavaje del estómago o circuncisión). CUARTO PRINCIPIO: Nuestros bebés están conscientes, son sensibles y comunicativos en la etapa de aprendizaje marcada durante el período prenatal y el nacimiento. Desafortunadamente, muchos bebés nos están mostrando marcas traumáticas y signos de estrés debidos a su experiencia durante el nacimiento.

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Acciones: -Durante todo tipo de comunicación, hay que considerar que el bebé es un ser consciente y presente. Debemos cuidarnos para orientar nuestras discusiones e interacciones directas con el bebé de una forma que promuevan sentimientos de seguridad y afecto. -El padre, la madre y el asistente al parto deberán resolver sus problemas emocionales antes del nacimiento. El estado emocional del médico o del asistente al parto y los padres influyen marcadamente al bebé durante el proceso de parto. Mientras todos se sientan seguros, apoyados y trabajando en armonía, se aportará al bebé una experiencia que lo beneficiará cuando se encuentre con retos en la vida. «Me siento seguro, apoyado y nunca estoy solo». -Cuando se presenten problemas o haya necesidad de realizar intervenciones, debe explicársele al bebé qué es lo que va a suceder y hablarle durante el proceso. Si se puede, debe efectuarse el procedimiento de manera lenta en lugar de apresurarla.Trabajar juntos y haciendo que el bebé se sienta incluido y apoyado directamente durante la intervención lo ayuda a no sentirse abrumado. Esto puede marcar la diferencia entre una experiencia traumática y una experiencia que establezca un sentido de éxito cuando se encuentre con retos. -Al momento de nacer, darle la bienvenida al bebé afectuosamente. El lenguaje usado en el nacimiento y el apego quedan literalmente impresos en la inteligencia emocional del bebé. Es una excelente oportunidad para dejar impresas las expectativas positivas sobre lo que es «entrar en el mundo y ser bienvenido». -El proceso de nacimiento, tanto para el bebé como para la madre, se termina cuando el bebé toma el pecho de su madre.Toda acción debe orientarse a evitar la menor interrupción e intervención posible desde que el bebé comienza a salir del cuerpo de su madre. Hay que retrasar todo proceso e intervenciones mientras nace el bebé y durante el período de posparto inmediato, a menos que algo sea necesario y requerido para el bienestar del bebé. -Retrasar la compresión del cordón hasta que haya cesado de pulsar. -Si la separación es necesaria, explicárselo al bebé. Decirle, por ejemplo: «Necesitamos observar tu respiración. Tu mamá irá a su habitación, pero nosotros permaneceremos contigo. Te llevaremos de nuevo con tu madre tan pronto como se pueda. Sabemos que estar separados es difícil, pero nosotros estaremos junto a ti, al igual que tu padre». Sobre el final, y con gran convicción, nos invitaron a «unirnos en la lucha por reducir los niveles de violencia que pueden resultar de los procedimientos graves y sobremedicalizados en el nacimiento y el posparto». ¡Forjemos un mundo mejor para nuestros hijos!

Agradecemos este informe a Barbara Brittingham Powers Directora, AMAYAL Centro Educacional de Salud para el Bienestar Humano A.C.

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Michel Odent "Nueva Forma de Hablar sobre el Nacimiento y el Amor"


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¡¡NO estimule el NEOCÓRTEX de una Mujer en

Trabajo de Parto!! Esta exhortación del Dr. Michel Odent, repetida, explicada y fundamentada de una y mil formas en sus libros, merecería una pancarta que permita recordarla siempre. Cuando se le pregunta al Dr. Odent cómo resumiría las necesidades de una mujer en trabajo de parto, responde:

«Lo que una mujer más necesita durante el trabajo de parto es estar protegida de cualquier estímulo a su neocórtex» Esto se debe a que la zona que está activa durante el proceso del parto es la parte primitiva del cerebro, que funciona como una glándula segregando hormonas. Las inhibiciones (frenos) a ese enorme y activo funcionamiento hormonal provienen del neocórtex. Desde el punto de vista práctico, el aspecto más importante de la fisiología del nacimiento es reducir la actividad cortical para que no haya interferencias en el funcionamiento del cerebro primitivo (aquel que trae inscripto el «saber parir»).

Neocórtex

¿Cuál es el estimulante específico? El lenguaje. Aun en los partos domiciliarios hay preguntas inocentes que, al llevar a la mujer al lenguaje, estimulan su neocórtex.

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número de cesáreas. El simple hecho de que una mujer en trabajo de parto sepa que sus funciones corporales son constantemente monitoreadas, y el estar atenta a lo que sucede a su alrededor son situaciones que estimulan su neocórtex y pueden producir un parto más difícil.

«Una vez —cuenta el Dr. Odent— escuché a una comadrona muy interesada en saber cuándo la mujer había orinado por última vez». ¿Qué preguntas les hacemos a las mujeres durante el trabajo de parto? ¿Son imprescindibles? Hay un viejo dicho francés que dice: «Antes de hablar, debemos dar vuelta siete veces la lengua dentro de la boca».

Pero hay un mecanismo fisiológico de protección contra la actividad del intelecto: poner el neocórtex en reposo para poder segregar las hormonas necesarias para las contracciones uterinas eficaces.

¿Cuáles son los otros estimulantes neocorticales? La luz. ¿Será por eso que la mayoría de los parDespués de tantos años de partos mecánicamentos comienzan de noche? ¡No bien sienten las te controlados, la necesidad de privacidad debe contracciones, las mujeres ser redescubierta. encienden la luz y se ponen a hablar con el marido! Después de tantos años de partos En sentido contrario, el Dr. Ni hablar de la intensidad de Odent cuenta que el año mecánicamente controlados, las luces que habitualmente pasado conoció una maternise encuentran en las salas de dad en San Petersburgo cuyo la necesidad de privacidad parto. índice de cesáreas es del 10%. Se trata de un ámbito debe ser redescubierta. Todo lo que estimule la sólo de mujeres; las comasegregación de adrenalidronas tienen el aspecto reana. Sentirse observada, guiasegurante y confiable de las da o tener miedo (¡y conocemos cuántas son las abuelas. «Hemos tardado mucho tiempo en redespreocupaciones de las mujeres a la hora de parir!). cubrir estas sencillas necesidades», reflexiona. Si nos sentimos en una situación de peligro, teneYa que la liberación de adrenalina es muy contamos que mirar, nos preguntamos qué pasa, nos giosa, las comadronas deberían cuidar que nadie ponemos a pensar qué vamos a hacer. libere adrenalina en el entorno de una mujer que está en trabajo de parto; también deberían conEn su banco de datos, el Dr. Odent ofrece gran trolar ellas mismas sus propios niveles de adrenacantidad de estudios científicos que demuestran lina para mantenerlos lo más bajos posibles. que cuando nos sentimos observados, estimulaDe nada vale decir «estoy tranquilo» cuando el mos nuestro neocórtex y segregamos adrenalina. apuro se nota en los gestos (la tensión muscular es Varios estudios coinciden, por ejemplo, en que el un efecto asociado de la secreción de adrenalina). monitoreo electrónico constante aumenta el ¡Los organismos se hablan entre sí!

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La tercera fase del trabajo de parto, antes del alumbramiento —momento clave para la instalación del vínculo—, es el punto más alto de liberación de oxitocina. Esta hormona es segregada por una estructura primitiva del cerebro. Es fundamental en toda la vida sexual, muy importante para la expulsión de la placenta durante la hora que sigue al nacimiento, y capaz de inducir el comportamiento maternal. Esta liberación depende de factores ambientales como, por ejemplo, que la mujer no tenga frío, que el lugar esté cálido. (Si una mujer tiembla después del parto, se debe a que no estaban dadas las condiciones fisiológicas). Pero, por sobre todo, la mujer debe poder mantenerse en contacto piel a piel con su bebé, poder olerlo y mirarlo a los ojos sin ninguna distracción.

Trabajo

Otra función importante para la matrona sería cuidar la intimidad de ese momento. Siempre hay alguien que quiere hacer o decir algo en los momentos posteriores al nacimiento. Al respecto, el Dr. Odent dice: «Si la interacción entre la madre y el bebé es perturbada por una tercera persona, la madre tendrá dificultades para liberar niveles suficientes de oxitocina y la expulsión de la placenta será más difícil». Estos sencillos conocimientos sobre la fisiología del parto deben ser divulgados, ya que uno de los obstáculos más importantes para cuestionar las condiciones del nacimiento es la profunda incomprensión que existe sobre este tema a escala cultural.

Neocórtex

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Parto

«Fisiológico» califica una referencia de la cual no conviene alejarse demasiado. Más allá de ciertos límites, comienzan los efectos patológicos secundarios, y debe tenerse conciencia de la amplitud de esa desviación.

Para la realización de este artículo, hemos tomado material tanto de conferencias dictadas por el Dr. Odent como de algunos de sus libros.

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Amigas Algo más

sobre la

oxitocina Un estudio norteamericano señala que las amigas contribuyen al fortalecimiento de la identidad y a la protección de nuestro futuro. Las amigas nos ayudan a recordar quiénes somos realmente. Después de cincuenta años de investigaciones, se ha logrado comprobar que existen sustancias químicas producidas por el cerebro que ayudan a crear y a mantener lazos de amistad entre las mujeres. Cuando la hormona llamada oxitocina se libera como parte de las reacciones femeninas frente a situaciones de estrés, las mujeres sienten la necesidad de proteger a sus hijos y de agruparse entre ellas. Cuando esto sucede, se produce una cantidad aún mayor de oxitocina que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto calmante. Los estrógenos femeninos aumentan la producción de esta hormona.

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SOCIEDAD, CIENCIA Y CREATIVIDAD

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El año pasado, estuvieron en Buenos Aires los doctores Leo Sorger y Elizabeth Noble. En esa ocasión ofrecieron un taller sobre el trabajo que realizan con embarazadas llamado

Parir

sobre los

dos pies El doctor Leo Sorger es médico obstetra holístico; lleva atendidos más de doscientos partos domiciliarios. Elizabeth Noble, su esposa, es fisioterapeuta y trabaja desde hace treinta años acompañando parejas embarazadas. Elizabeth es australiana; Leo, alemán. Viven y trabajan en los Estados Unidos. Han visitado y recorrido la Argentina, Chile y Uruguay para contactarse con gente que trabaje en su misma línea. Hablaron acerca de sus experiencias de vida y mostraron una fuerte convicción por lograr que las mujeres puedan parir de una manera natural, sin ningún tipo de intervención médica. El Dr. Sorger contó que cuando asiste partos, trata de no mirar a las mujeres para que no se sientan observadas, ya que esta situación suele inhibirles el trabajo de parto. Cuando se presentaron, dijo que había trabajado como obstetra hasta que conoció a Elizabeth. A partir de entonces, se convirtió en un obstetra-partero. Un día, cansado de hospitales, episiotomías, anestesias y camillas, decidió asistir sólo partos domiciliarios. De los doscientos cuarenta partos que acompañó en los hogares, ninguna mujer necesitó ser trasladada a un hospital, y sólo hubo dos casos en los que fue necesario realizar

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ral, y no sólo para el parto, ya que esta posición ayuda a prevenir todo tipo de trastornos en la zona pélvica (incontinencia, prolapsos). Debido al mal uso de esta musculatura, la mayoría de los seres humanos morimos como nacemos: usando pañales. Junto con Leo, mostraron una serie de ejercicios físicos para fortalecer esta zona del cuerpo. Ambos hicieron gran hincapié en las complicaciones producidas por el reposo durante el embarazo. Entre ellas, mencionaron el alto nivel de ansiedad que esta condición genera y los trastornos óseos que se producen al permanecer tanto tiempo en cama. Sugirieron buscar alternativas tales como masajes o natación. Elizabeth es especialista en embarazos gemelares y de mellizos. Contó que en los años sesenta y setenta, cuando esta circunstancia no solía ser detectada antes del parto y, por lo tanto, las mujeres no hacían reposo, tanto los gemelos como los mellizos nacían con mucho más peso que hoy en día, cuando hacer reposo es una indicación muy frecuente. En los Estados Unidos, una de cada siete mujeres debe mantenerse en cama durante su embarazo. Hablaron sobre la importancia de su trabajo con los futuros padres y de las condiciones en las que lo hacen. Siempre les piden que averigüen cómo fueron concebidos; si hubo problemas en el embarazo o si fueron gestados durante una época difícil para sus familias o para el entorno general (guerras, crisis económicas, etc.), ya que todas estas situaciones son variables que, seguramente, influirán en la gestación y en el nacimiento del futuro hijo. Sobre el final de la charla, nos facilitaron todos los datos estadísticos que avalaban sus testimonios y nos mostraron conmovedoras imágenes del parto de su segundo hijo.

una episiotomía. Elizabeth tuvo su segundo hijo en una pileta de agua caliente, en el jardín de su propia casa cuando tenía cuarenta y tres años. Muy alarmada, nos contó que hoy, en los Estados Unidos, las mujeres no quieren partos naturales, y que una de las principales causas de esta situación se debe a que la medicalización de las embarazadas comienza desde el inicio del embarazo. Con gran firmeza, dijo: «Hay que lograr que el parto vuelva a ser una celebración y no un acto médico. Es imperioso que las mujeres embarazadas empiecen, lo antes posible, a tomar contacto con su cuerpo, y que aprendan a conocerlo y a usarlo. Desde muy temprano —al principio del embarazo, si les es posible—, deben realizar algún tipo de trabajo físico, y relacionar lo que sienten con lo que hacen. La mujer embarazada debe escuchar, desde el inicio, a otras mujeres que han tenido experiencias diferentes de las que suceden en los hospitales». Con respecto al ejercicio físico, desaconsejó enfáticamente la gimnasia conocida como aerobics, ya que sus movimientos son demasiado bruscos, y la música que suele utilizarse es muy agresiva en ritmo y volumen tanto para el bebé como para la madre. Además, el contacto entre las participantes es ínfimo: no se puede hablar y, mucho menos, compartir vivencias. «Las mujeres debemos recordar que sabemos cómo parir; nuestro cuerpo sabe cómo hacerlo; no necesitamos que los médicos nos lo enseñen. Así como los pájaros vuelan y los peces nadan, las mujeres parimos», señaló. Habló, también, de la importancia de fortalecer los músculos pélvicos durante toda la vida: «La pelvis debe estar totalmente libre tanto durante el trabajo previo al parto como durante el parto en sí. Es necesario que la mujer dé a luz de pie o en cuclillas». Recomendó la posición de cuclillas en gene-

parir sobre los dos pies parir sobre los dos pies parir sobre los dos Como nos sucede cada vez que tenemos la oportunidad de compartir pies parir sobre los dos pies parir sobre los dos pies parir sobre los el entusiasmo y la pasión que nos despiertan estas experiencias, dos pies parir sobre los dos pies parir sobre los dos pies parir sobre cerramos el encuentro con la confianza renovada en la tarea. los dos pies parir sobre los dos pies parir sobre los dos pies parir

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HOMENAJE

En esta ocasión, nuestro homenaje es para el Dr. Jorge César Martínez, médico pediatra y neonatólogo, a quien apreciamos por su calidez y sensibilidad. Reunir la ternura con la práctica médica hace que ésta alcance más que a los cuerpos de las personas.

Quienes conozcan su trayectoria recordarán que realizó su entrenamiento como médico residente en Pediatría, en el Hospital de Niños de Buenos Aires, y que luego se trasladó a la Maternidad Sardá como Jefe de médicos residentes. En la actualidad, se desempeña allí como Jefe de la Unidad de Neonatología. Es profesor titular de Pediatría y Perinatología de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador de Buenos Aires y profesor consultor de la Rockefeller University, de Nueva York, Estados Unidos. También es miembro de numerosas sociedades científicas argentinas y del exterior. Su larga trayectoria y su interés en la investigación han llevado al Dr. Martínez a identificarse con las sensibles observaciones de grandes maestros como D. Winnicott, quien decía: «El vínculo de la mamá con su bebé es muy poderoso en el comienzo, y debemos hacer todo lo posible para apoyarlo en este peculiar momento de su vida». Quienes hayan visitado su sala en la Maternidad tendrán aún en la memoria el clima que supo crear para las mamás y sus bebés con carteles, colores, espacios. Él y su staff de médicos y enfermeras hacen excepcionales esfuerzos para estimular a los padres para que traigan sus dudas e inquietudes y, así, poder ofrecerles su inestimable apoyo y peculiar enfoque sobre la estimulación de la acción recíproca madre-hijo. Los que hemos tenido la oportunidad de conocerlo sabemos del enorme esfuerzo que hizo, y que aún hace, para llevar adelante tan importante empresa, estimulando a su entorno, abierto a las nuevas investigaciones, luchando contra las adversidades del sistema. Es muy grato escuchar el reconocimiento y la valoración por su trabajo en distintas partes del mundo gracias a los numerosos viajes que ha realizado para dar charlas y asistir a congresos. Como él mismo dice: «...impulsado por una fuerza poderosa que lo lleva a desarrollar con sus pacientes la filosofía de escuchar y no sólo de ordenar; de compartir y no sólo de dirigir; de aceptar y no siempre de imponer; de respetar, siempre respetar; de llorar si hay que llorar; y, sin temor ni vergüenza, de AMAR».

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Mujeres

¡Las mujeres y los niños primero!

Niños

Con este título, Myriam Szejer, psiquiatra y psicoanalista infantil, y Francine Caumel-Dauphin, partera, escribieron juntas un libro que forma parte de la colección La causa de los bebés, publicado por la Editorial Albin Michel, en el cual leemos: Nacer, a priori, no es un traumatismo, sino una etapa de la vida humana. En cambio, las condiciones en las cuales se desarrolla el nacimiento y la forma en que éste resuena en la historia del sujeto y su familia pueden ser traumáticas. En este sentido, la manera en que la medicina —aunque no sólo ella— recibe a las mujeres embarazadas, a las madres jóvenes y a los recién nacidos es determinante para el futuro de esos niños y para el modo en que la sociedad prepara su futuro. Entonces, ya nada puede continuar igual en obstetricia. Los años sesenta sistematizaron la tecnificación del parto; los setenta aportaron el nacimiento sin violencia; los ochenta, la peridural

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y las fecundaciones in vitro. Progresos fenomenales que trajeron como consecuencia tanto la disminución de la morbilidad y la mortalidad materna e infantil como el tratamiento de numerosas formas de esterilidad. Paralelamente, durante los años sesenta y setenta, el psicoanálisis se convirtió en una referencia del pensamiento y de la escucha en materia de la dificultad de vivir. Nacimiento sin violencia, atención acordada al sujeto; dentro de ese entusiasmo, nació un espíritu formidable. Pero, veinte años más tarde, hemos vuelto allí. Del lado del nacimiento, esta intensiva medicalización del embarazo y el advenimiento del diagnóstico prenatal han contribuido a la aparición del mito del bebé perfecto, calibrado, garantido. En detrimento de los recientes conocimientos sobre la sensorialidad y la sensibilidad del feto y del recién nacido, y sobre la importancia de la palabra, el bebé es considerado una persona, un sujeto humano, sólo en función de otros imperativos, y muy pocas veces durante todo el tiempo. En la lógica del fast food del mundo occidental, entrenados para creer en un dominio sin fallas sobre lo que sucede según supuestas normas, las parejas se encuentran sin recursos cuando descubren con angustia que ni ellos ni sus bebés son reductibles a grillas y a medidas de comportamiento. Si existen momentos en los que ese manejo se nos escapa, es justamente cuando estamos ante la vida y la muerte. Un movimiento de rechazo a la aplicación sistemática de la técnica médica comienza a aparecer en obstetricia. En Francia, como en la mayoría de los países llamados «ricos», ciertas mujeres eligen parir en su casa, entre los suyos, con un especialista del nacimiento que ellas conozcan, listas para enfrentar el dolor del parto, desde el momento en que tienen la garantía de que serán sostenidas todo el tiempo y la sensación de no ser desposeídas de su parto. Se les retruca que sacrifican la seguridad de ellas y de su niño. ¡Como si no se pudiera tener confianza en las parteras para ejercer su oficio! Desde el lado de la dificultad de vivir, la especialización ha destronado al psicoanálisis entre los profesionales del psiquismo, poniendo el adiestramiento y la eficacia a corto plazo en el lugar de las

reorganizaciones del inconsciente. Además, los formidables progresos de la farmacología psiquiátrica han tenido como efecto delimitar una lógica enfermedad-tratamiento médico, y la herramienta psicoanalítica, el acompañamiento, se ha vuelto cada vez más un lujo. En fin, con los imperativos de evaluación y acreditación que exige una gestión racional, a fin de poder rendir cuentas a todos los niveles, los profesionales de la salud pasan más tiempo introduciendo datos en sus computadoras que junto a los pacientes. En perinatalidad, las mujeres no son sujetos pensantes y hablantes, y los niños no son seres de lenguaje, sino objetos de múltiples engranajes que los sobrepasan. Para manejar la eficacia y detener los azares de la medicina perinatal, hemos hecho pasar el acompañamiento humano a un segundo plano. Quizás sea por esta razón que, a pesar del tratamiento médico de la maternidad, Francia se encuentra lejos de estar bien ubicada en materia de seguridad entre los países desarrollados. Dentro de una lógica económica, hemos puesto la prioridad sobre la eficacia técnica y, dentro de una lógica paranoica, sobre la disminución del riesgo. Pero dar la vida también es tomar riesgos y, en cierto modo, también es dar la muerte. En ese dominio, la aplicación de una lógica del principio de precaución consistiría en no dar más la vida. Cuando se quiere poner la seguridad en el lugar del acompañamiento, se está cometiendo un engaño. En el registro médico, desde la concepción hasta el nacimiento y la lactancia, sólo nos ocupamos, práctica y prioritariamente, de la salud física, como si la madre no fuera más que un cuerpo. En cuanto a la sociedad en su conjunto, hace que la tarea de las madres sea tan difícil que no protege a sus niños. La lógica a corto plazo —en vigor en la actualidad— no ve llegar otros costos que no son mensurables, pero cuyos efectos se verán un día cifrados sin que podamos reconocer su origen. Al no tomarnos un momento para cuestionar nuestros actos, nos salteamos el aspecto humano de la recepción de nuestra descendencia en el mundo mientras que, al mismo tiempo, rechazamos el hecho de medir las consecuencias que esta actitud tiene en relación con su futuro.

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efectos perversos para las mamás y también para sus bebés. El tiempo del embarazo, el tiempo del nacimiento, el tiempo de la entrada en la maternidad no pueden reducirse a un calendario médico. Resumirlo demasiado a una serie de fechas y medidas tiene como resultado, mirando a las mamás y a sus bebés, una forma de violencia institucional que, a veces, confina al maltrato. Por lo tanto, cuando observamos estos hábitos, es razonable pensar que podrían cambiar.

Por este motivo, debemos repensar con urgencia la forma en la que ponemos los términos de la ecuación «futuro». A la medicina le gustan sus proezas técnicas. Le cuesta más lo humano porque no tiene un modo de uso estándar. Los progresos adquiridos en materia de obstetricia hacen olvidar que el embarazo no es una enfermedad y que el 90% de las gestaciones no presentan dificultades. Tratar el embarazo como una enfermedad tiene

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PALABRAS GRร VIDAS

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La «abuelidad» está lejos de ser un estado espontáneo al que los ancianos se acomodan con la misma naturalidad con que cobran sus jubilaciones (y sería prudente suponer que en todo lo que implica «jubilarse» no sea tan fácil encontrar actitudes resignadas). La misma palabra «abuelo» —concluyente, definitiva— provoca un intenso escozor de incomodidad: «¡Si acababa de comenzar! ¡Dios mío!». Pero cuando uno mismo ha plantado casi un bosque para consagrar de la vida su esplendor que fluye al paso del tiempo, no es fácil mantenerse tan terco y negarse a que los nietos trepen por uno como si el abuelo fuera uno de esos sólidos árboles de abultado tronco. Así las cosas, se llega —como toda vez que algo nos mueve de lugar— a la pregunta fundamental: «¿Quién creo que soy?», o al menos: «¿Quién soy ahora?». «El abuelo», se contesta el abuelo, sin por ello dejar de pensar que usurpa el lugar de una creatividad que no le es propia. Una creatividad —la de los hijos— que obliga, por ejemplo, a cierto abuelo a rastrear el modo en que esa hija que ahora está por parir se hizo presente en su vida:

depositan en los brazos. A los bebés —tal vez— los ayude este primer «miramiento», pero es indudable que quienes sí lo precisan son los padres, que necesitan sentir la adhesiva fuerza de su voluntad de vivir, el gesto de un cuerpito que dice: «Estamos juntos en esto, y lo vamos a superar los dos». Pero veamos qué se dicen ahora estos dos seres, madre y abuelo recién estrenados: «Cuando por fin, a despecho de las estrictas normas, lo dejaron pasar a ver a su hija, encontró a Judith inesperadamente neutral después de la prueba: ni extenuada ni jubilosa, ni enferma ni buena, ni más vieja ni más joven que sus treinta y un años. Tenía puesto un camisón de hospital debajo del viejo albornoz azul celeste de Joan, y estaba sentada en el borde de la cama. Acababa de dar de mamar al niño, y las enfermeras se lo habían vuelto a llevar al nido. —No sé, papá —dijo—. Ha sido un poco extraño. Esta mañana me han puesto ese ser en los brazos y no tenía ni idea de qué hacer con él. No sabía casi dónde tenía la cabeza y dónde los pies. Tenía miedo de dejarlo caer y me sentía, ¿comprendes?, muy torpe. Se sentó en el sillón de cuero que Andy había ocupado la noche anterior y sonrió paternalmente. —Dejarás de sentirte torpe enseguida. —Sí, eso es lo que dice Paul. —Paul, el sabelotodo. Sólo por la manera en que Judith pronunciaba su nombre, se había ganado un ascenso inmerecido. Richard se notó más celoso y resentido frente a Paul y al niño que frente a Andy. Judith dijo: «Él ya es un gran padre». —A lo mejor es un papel más fácil. No hay todo ese..., ese tinglado. A lo mejor tú todavía sientes al niño como parte de ti, como un pie. Quiero decir, ¿cuánto sentimiento se puede desarrollar de buenas a primeras hacia un pie? ¿Cómo fue realmente el parto? Desde su primera infancia, Judith había sido del género fuerte e independiente, un poco opaca en sus sentimientos, con algo de la llaneza desenvuelta de su madre. —Bien —dijo—. El parto fue bueno. Paul hizo estupendamente lo de la respiración.

Memoria

«Pero la idea de que su primer nieto entrara en el mundo sin que él estuviera cerca era dolorosa. Judith había nacido en Inglaterra y la vio por primera vez muy envuelta en pañales, un bulto compacto de cara redonda y roja. Fue el primer recién nacido que tuvo en brazos; pensaba que sería una experiencia precaria, saturada de miedo a dejar caer algo tan valioso y frágil, pero no, hasta en el niño más diminuto había una fuerza adhesiva, un algo que encajaba activamente en tus brazos y tus manos, desterrando el temor. La cabeza caliente e insegura, los ojos errátiles como gotas opacas de un líquido celeste, la carita fruncida, colérica y musculada por la voluntad de vivir. "Estamos juntos en esto, papá", —le había asegurado el cuerpo de la nena— "y lo vamos a superar los dos"». Este abuelo —de un cuento de John Updike, «Abuelos»— sabe positivamente que hace mal no estar ahí para recibir a las criaturas: el miedo puede apoderarse del terreno, y uno quedar paralizado ante la enormidad de vida que le

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Hubo un momento en que se puso a cantar, y les hizo reír a todas las enfermeras. Pero en lo del método Lamaze no tenían razón. Duele. No hacían más que decir que era sólo presión, pero dolía, papá. La tibieza acudió a sus ojos al imaginarse a su hija sufriendo. Parpadeó, se puso de pie y le dio un besito en la frente, aquella frente ancha y pálida que desde el principio, por más que él la quisiera, guardaba tras de sí sus secretos, sus sensaciones, su identidad. —Debo irme. Las enfermeras quieren hacerte algo. —Ve a verlo, está a la vuelta de la esquina. A ver a quién crees tú que se parece. Mamá dice que se parece al abuelo, por la boca, que tiene un hoyito en el centro y baja en las comisuras. —A mí eso me hace pensar en la boca de Andy. No supondrás que él es el abuelo real, ¿verdad? Judith tardó un momento en comprender y darse cuenta de la ironía de su padre. Estaba tan atontolinada como él; a él lo habían comprimido durante la noche, y a ella la habían escindido en dos. —Por cierto —dijo—, tu madre te manda un beso. Andy tenía que volver corriendo a Boston a primera hora de la mañana, tan pronto como pudieran rescatar el coche del aparcamiento,

Nadie nos pertenece

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donde se quedó atrapado anoche. —Me lo ha contado todo. Han estado aquí, ella y Andy, nada más desayunar. Lo convencería ella, supongo. Richard se echó a reír. —Va a ser difícil seguir el ritmo de tu madre en esto de ser abuelos. —Sí. Tendrías que haberla visto sostener el niño. Ella sí sabía dónde tenía la cabeza. A él también le pareció evidente —cuando una enfermera acercó a su nieto a la ventana— que aquel pomelo rojizo, ceñudo, con los ojos cerrados y unos pocos mechones de pelo sedoso, claro como el de su padre, era una cabeza humana, y que los diminutos apéndices azules del otro extremo, sin envolver, eran dedos de los pies. —¿Quiere tomarlo en brazos? —le preguntó a través del cristal la enfermera, que era joven y negra. —¿Puedo? —Usted es el abuelo, ¿no? Los abuelos son personas especiales aquí. Y el cuerpo en miniatura del niño sí se adhirió a su pecho y a sus brazos, aunque más débilmente que los bebés que él había osado llamar suyos. Nadie nos pertenece, salvo en la memoria».


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Sobre la

educación perineal Reportaje a Vivi Tobi A partir de su encuentro con la Dra. Gasquet, en Francia, y después de muchos años de trabajar en sexualidad y con mujeres embarazadas, Vivi Tobi diseñó un programa de reeducación perineal femenina. Sabía ya, entonces, que nuestro periné no sólo está alejado de nuestros ojos, sino que las cuestiones que le atañen vienen de siglos de historia y represión. Su programa invita al reconocimiento corporal vivencial a través de ejercicios prácticos de sensopercepción, así como también aporta información teórica, proyección de videos, intercambio de experiencias, y aportes desde el arte, la música, la pintura y la literatura.

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Una escucha largamente esperada, inatendida, otorga el espacio de continuidad al diálogo y al surgimiento de tantas preguntas... de tantas palabras. ¿Algo cerrado que se va abriendo? Sí. En las representaciones aparecen tanto imágenes luminosas, aladas y potentes, como vallas, barreras y encierros. ¿Y luego? Comparten las dificultades: incontinencia, sequedad vaginal, dolor en la penetración, insensibilidad, molestias en la cicatriz de la episiotomía, dificultades orgásmicas, hemorroides posparto, problemas de constipación, prolapso...

¿Qué es la educación perineal? Es una propuesta para que la mujer se encuentre con una zona de su cuerpo de vital importancia para su genitalidad y su salud sexual. Brinda la posibilidad de recuperar la conciencia de una zona del cuerpo fundamental de sostén y pasaje como es el suelo pélvico. Está orientada tanto a prevenir la incontinencia urinaria y el prolapso como a promover la plenitud de la sexualidad.

¿Qué les ofrece el programa ante esas dificultades? A partir del reconocimiento de la fisiología del periné, empiezan a trabajarlas de manera activa, discriminando el movimiento, la respuesta; recuperando la tonicidad, la ejercitación concreta a través de ejercicios de contracción y relajación, así como de estiramiento, que son los fundamentos de una verdadera flexibilidad del periné, base de la salud perineal, que no es incompatible con la tonicidad.

¿Qué pasa en los grupos cuando las mujeres se encuentran con su periné? Primero, el desconocimiento de lo que hay «ahí abajo». Pasado ese primer momento de pudor, aparece la sorpresa, el temor... la ajenidad. El periné es algo íntimo, pero a lo que no tengo acceso. Luego aparece la curiosidad, el descubrimiento de una zona de potencia, el orgullo y, más tarde, la complicidad de develar algo muy guardado, encerrado en un sentido, oculto, que habilita un permiso para empezar a conversar.

¿Es sólo para mujeres que tuvieron traumatismos de parto? No. Todas las mujeres y también los varones, por ser bípedos, estamos sometidos a la fuerza de gravedad y a la sobrecarga cotidiana sobre el periné. Pero las mujeres, a raíz del peso de la gestación —más allá del tipo de partos que hayan vivido— tienen el periné más expuesto a esa sobrecarga. Por supuesto que ciertas maniobras de pujo forzado con respiración bloqueada lesionan el periné durante el parto; así como las posicio-

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nes antifisiológicas —como la litotomía— no favorecen la flexibilización del periné. La práctica indiscriminada de episiotomías, bajo el argumento de prevenir desgarros, es también una circunstancia que incrementa las posibles lesiones del periné porque esa condición del parto no respeta la fisiología. El cuidado del periné es importante en todos los momentos de la vida y no sólo en el posparto. Para las mujeres hiperactivas y las deportistas, o durante la menopausia, es importante tanto el cuidado como la reeducación del periné.

de cuclillas y —como dije antes para cualquier esfuerzo— pujar en la exhalación. Algunos profesionales argumentan la eficacia del pujo con respiración bloqueada, que si bien funciona con mayor rapidez, sobre todo en mujeres bajo efecto de anestesia peridural, no contempla la salud del periné. ¿Y en el posparto? En algunas culturas tradicionales, después de la salida de la placenta, la mujer debe elevar el útero con las manos y mantenerlo así mientras realiza diez contracciones del periné. Las parteras estimulan luego los músculos abdominales haciendo masajes para provocar la contracción refleja de los músculos profundos. Las japonesas se ocupan de recuperar la simetría de la pelvis antes de que la mujer vuelva a ponerse de pie. Otras matronas «cie-

¿De qué manera podemos cuidarlo? Fortaleciendo la musculatura perineal. Se aprende a controlar esa musculatura contrayendo el periné antes de hacer cualquier esfuerzo que comprometa los abdominales: saltar, levantar pesos, estornudar, toser, vomitar, inflar globos, gritar. Reconociendo las posturas en las que el periné está sobrecargado para poder bascular la pelvis, reorientando la postura. Trabajando siempre en exhalación porque, al exhalar, el diafragma sube y se descarga el peso que éste ejerce sobre el suelo pélvico. ¿Cuál es el trabajo durante el embarazo? Conocer la base de la pelvis, reconocer los músculos, los huesos y los órganos que lo componen. Autoobservación con espejo. Diferenciación de los esfínteres y de los diferentes músculos pelvianos. Familiarizarse en el contacto con los genitales. ¿Y en el parto mismo? Además de reconocer el funcionamiento de los músculos perineales que intervienen en el momento expulsivo, a partir de su relajamiento y su contracción, es importante explorar las diferentes posturas, en especial la posición

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Educación perineal

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rran» con una manta ceñida la apertura del útero, manteniendo así su calor. Existen otras maniobras muy precisas, como tracciones de las piernas o apoyo contra el sacro, con el mismo fin de cuidado. La mayoría de estas prácticas han sido abandonadas en las maternidades modernas. ¿Cuál es tu objetivo con este trabajo? Este trabajo es muy importante para mí porque integra todas las disciplinas en las que me formé: la psicología, la sexología, las terapias del movimiento y la salud perinatal. Mi propósito es contactar a las mujeres con su propio goce, con el erotismo, ampliar sus posibilidades sexuales, su potencialidad. Un periné vitalmente sano está en mejores condiciones para disfrutar, para sentir placer. Pero el conocimiento del periné no significa hacer pública una experiencia íntima. Nos enseña a tomar conciencia de su importancia resguardando los misterios de nuestras profundidades femeninas.

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CAMILO A. GIANI Cosecha interminable Ed. Corregidor, 1996

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Cien promesas

Bebé

para mi bebé

«No son los políticos ni los científicos quienes transformarán el mundo... Son las madres quienes poseen la clave del cambio, la llave para cambiar nuestro planeta herido. Prometámonos a nosotros mismos que las ayudaremos a cumplir sus promesas». Así escribe Deepak Chopra en el prólogo del libro de su hija Mallika, Cien promesas para mi bebé, publicado en 2005, en Barcelona, por Ediciones Océano.

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«Prometo enseñarte que tu intuición puede decirte lo que debes hacer si sigues el dictado de tu corazón». artículos y la experiencia de otras personas. La certeza de este conocimiento fue un punto decisivo en mi papel de madre: me dio la confianza para lograr un equilibrio entre todo lo que había aprendido y la corriente de amor y sabiduría que se liberaba al estar con mi hija. Para mí, ésa fue una lección muy importante que superó la esfera de la maternidad. Ahora veo con claridad que existe un equilibrio entre la información y la experiencia: el conocimiento intuitivo. Los hechos y la información nos enseñan cómo han sido las cosas hasta ahora y nos ayudan a evitar errores en el futuro, pero hay que ir mucho más allá de unos simples números, fechas, fórmulas y palabras. El éxito final se consigue con la experiencia, escuchando lo que nos dicen el corazón, nuestro entorno, nuestro espíritu y aquellos en quienes confiamos. La libertad con respecto a lo que los otros deciden sobre qué es bueno o malo, y a sus opiniones sobre lo que funciona y lo que no, nos da alas para volar y para vivir la vida de una forma completamente nueva.

Cuando me quedé embarazada, estaba obsesionada por saberlo todo, como por ejemplo: qué debía comer, cómo actuar, cómo pensar y cómo debía ser mi entorno; todo ello para estar segura de que mi hija se desarrollaría de la mejor manera posible. Recopilé libros sobre el embarazo y la infancia, navegué por Internet y recibí semanalmente información sobre el desarrollo de mi hija. Cuando tuve a Tara, la obsesión por estos libros se acentuó y los amontoné en mi mesita de noche. Llamaba a mi tía Amita, que es pediatra, y a Gigi, la madre más intuitiva que conozco, para preguntarles todo lo que se me ocurría sobre Tara, a fin de asegurarme de que estaba haciendo las cosas bien. De repente, un día me di cuenta de que yo estaba bien y de que Tara también lo estaba. Ambas estábamos bien e íbamos por el buen camino. Fue casi una revelación, porque estaba tan enfrascada buscando información de fuentes autorizadas que me había olvidado de hacerme caso a mí misma. La información me había dado confianza, pero fue mi intuición, la conciencia de mí misma y de mi hija, y el amor lo que me convirtieron en una buena madre. Me di cuenta de que el camino por seguir apareció ante mí cuando hice caso a mis instintos y cuando miraba a Tara y escuchaba lo que decía, en lenguaje verbal o no verbal. De forma innata, sabía cómo ser una buena madre; era un conocimiento que se forjaba en algo mucho más profundo que los libros, los

Reflexión Escribe una historia sobre algún momento de tu vida en el que tuviste que tomar una decisión importante siguiendo el dictado de tu corazón. ¿Cómo te sentiste? ¿Fue una decisión acertada?

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Crónica del último encuentro de

«los Talleres de Avellaneda» Hace ya unos meses, fuimos invitadas por la fundación Mujer, Paz y Desarrollo para participar de dos talleres de contención psicológica para mujeres, los cuales forman parte del proyecto de Refuerzo Alimentario, subvencionado por la Xunta de Galicia. El primero de ellos se llevó a cabo en la ciudad de Buenos Aires y el segundo, en la localidad de Avellaneda. En ambos casos, se trató de cuatro encuentros en los que se abordaron temas tales como embarazo, parto, crianza y doulas, entre otros. La Dra. Arianna Bonato —médica obstetra italiana, radicada en Barcelona y de visita actualmente en nuestro país— nos acompañó en nuestra última charla en Avellaneda, a fines de marzo pasado. Mirando en los ojos oscuros de las mujeres que encontré en Avellaneda aquella tarde, comprendí que si algo hay que nos une, que nos hace iguales más allá de lo cultural y lo económico es la facultad del gestar, del parir y del amamantar. Las tres son facultades que nos califican, antes que nada, como hembras de mamíferos de la especie humana, y aunque un día todas las otras afinidades femeninas desaparecieran, esta innata conciencia común nos permitiría reconocer la mujer robusta, dadora de vida, que alberga en cada una de nosotras. Llegaron con cara de rebeldes aburridas y salieron con la boca abierta en forma de sonrisa y los ojos húmedos, fuentes tiernas de agua liberadora. Sin preparación previa, intuimos que para abrir la puerta de la atención de estas jóvenes había que utilizar la llave de la emoción. Fue así como empecé a describir lo que es un recién nacido, alguien que, como me enseñó Catherine Dolto, «acaba de pasar de un estado a otro con todo lo que eso puede traer de emociones y sensaciones fuertes». Acompañada por una música dulce de nana, las invité a cerrar los ojos imaginando estar en el útero embarazado, un lugar líquido, pequeño, caliente, casi oscuro en el que los ruidos llegan desde lejos. Un lugar en el que hay libertad de

movimiento y de juego; una cuna segura, pero abierta al contacto con los padres. Les sorprendió saber que cuando una mujer empieza a sospechar su embarazo ya hay un corazón latiendo en su matriz, una nueva vida que se desarrolla con una velocidad impresionante y una perfección asombradora, y mientras este proceso sigue autónomo e imparable, todo cambia en su cuerpo de hembra: la piel, el pelo, el olor, las formas, la frecuencia cardiaca, los ritmos del sueño y de la vigilia, el humor y la energía. Es la naturaleza que toma otra vez el mando, desmontando nuestra frágil ilusión de autonomía. Adentrándonos en las maravillas de la vida intrauterina, la atención de las mamás iba creciendo, y reconocí, por algunas de ellas, un gesto de aprobación, una señal de que todo esto lo habían sospechado, intuido y percibido. Las que escuchaban estando embarazadas se acariciaban las panzas redondas, más seguras ahora de poder establecer con sus hijos un contacto de amor. Llegó el momento de hablar del parto, proceso maravilloso en el que nuestro cuerpo nos envía señales desconocidas que por ser tan fuertes y nuevas nos asustan. La panza se pone dura como una piedra, los huesos de la pelvis se abren, los

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genitales se hinchan, y un dolor sin medida se apodera de nuestro cuerpo. Respiren, todo tiene un sentido, y este dolor también. Seguirlo nos permite entrar en la oscuridad de la sin razón; nos invita a abandonar el control y dejarnos llevar a la deriva hacia uno de los eventos más antiguos y poderosos de la naturaleza. ¿Cuántas mujeres han pasado por allí? ¿Cuántos gritos se han gritado? ¿Cuánto sudor se ha sudado? ¿Cuánta sangre ha sangrado? ¿Cuántos partos se han parido? Aquí está la fuerza de nuestra experiencia común; en este dolor compartido, cada una puede encontrar los recursos para salir ganadora. Aunque en nuestros tiempos lo normal es parir en un hospital donde lo que más cuenta son los centímetros de dilatación, el plano en el que está la cabeza y que los latidos fetales no desaceleren, aun allí podemos ser protagonistas.Yo, obstetra, he sido muchas veces conquistada por las miradas asombradas de algunas de las mujeres que encontré en las camas de mi hospital público. Aun atadas, hambrientas y con sed, pidiendo incansables la compañía de una persona querida; aun así, la fuerza que tenían evocó en mí el respeto por el misterio que allí se cumplía: hembras heridas que todavía estaban vivas y poderosas para defender a sus bebés y al nacimiento que ellas esperaban. No tengan miedo de pedir lo que merecen, de pedir algo a lo que tienen derecho. Hay una ley en la Argentina que les permite parir con dignidad. «Una mujer que en una sala de parto tiene el coraje de decir lo que necesita está humanizando no sólo el parto que construye para sí misma y el tipo de bienvenida con que desea recibir a su hijo, sino que también, con su presencia, está ofreciendo la posibilidad de dar a conocer una manera distinta de hacer las cosas y permite, quizás, nuevas preguntas», recuerda Jaqui Zieler. Hablamos, entonces, de puerperio, de lactancia y de crianza. Con sus hijitos a upa, las chicas de Avellaneda, poco a poco, fueron expresando sus dudas, vivencias, preocupaciones. ¿Cómo no dejarse llevar por la cólera cuando los niños lloran, el marido nos exige, la comida no está hecha y las únicas ganas que tenemos son las de llorar? La respuesta vino esta vez del cuerpo, cuando propusimos un ejercicio tan sencillo como eficaz. Invitamos a las mamás a ponerse de pie, a cerrar y a endurecer las piernas y los glúteos, a contraer los abdominales, a cruzar los brazos y a cerrar la boca. ¿Cómo respirar, cómo pensar para poder solucio-

nar al menos una parte de los problemas encarceladas en tanta rigidez? Abrimos, entonces, piernas y brazos; relajamos nalgas y vientres; abrimos la boca. ¡Ah! ¡Qué fácil fue respirar, pensar y buscar soluciones! El cuerpo es un compañero que puede ser amigo o enemigo. Según el tiempo que le damos para descubrir las sensaciones que busca, es un recurso a menudo olvidado, pero cada vez más indispensable. Darle espacio al cuerpo puede sacarnos de una situación aparentemente sin solución. Varias fueron las mamás que lo confirmaron: admitieron que el bailar y cantar con sus hijitos les había permitido, a veces, volar lejos de las villas, de los maridos violentos, de las preocupaciones de cada día, del qué comeremos mañana. No tengan miedo de pedir ayuda, no tengan miedo de mostrar sus fragilidades y sus necesidades, que en el puerperio se multiplican. Siempre hay otra mujer, madre, amiga o hermana, que nos puede brindar apoyo emocional, un hombro sobre el cual llorar, unos brazos que nos pueden envolver en una contención amorosa. Fue hablar de algo asumido y lógico cuando defendimos la importancia del contacto del niño con el cuerpo de la mamá, su derecho a llorar cuando se siente solo, la idea de que junto con la leche pasa también el amor que hay que ofrecer sin avaricia ni reloj. Siempre me encantó la ternura natural del contacto de estas mujeres con sus niños, un lazo instintivo, toda emoción que no tiene nada de intelectual. Nadie se sorprende si uno de sus hijos está mamando desde hace más de dos años o si está durmiendo todavía con los papás. Los niños necesitan calor, amor y cariño; todo lo demás son conjeturas para la gente que ha estudiado y tiene títulos. Quizás para las mujeres y los hombres que han nacido en una villa la ternura del regazo materno sea la única ocasión en la vida para experimentar la sensación de una seguridad amorosa y, por eso, merece ser respetada y cuidada. Nos despedimos con besos y sonrisas, sostenidas por la conciencia de que ser madre es un don y una base sólida sobre la cual fundar nuestra dignidad, nuestra fuerza, nuestra conciencia, nuestra integridad de mujeres.

ARIANNA BONATO

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Sobre la contemplación y los

Bebés

transmitir todas las modulaciones que pueblan ese instante. Recuerdo a Sam Keen quien, en La vida apasionada, dice que nuestros cinco sentidos son como oráculos privados, un santuario donde podemos renovar el vínculo sagrado que nos une a la vida. Cuando completa su investigación, la bebé levanta la mirada (la retira, me atrevería a decir) le hace unos sonidos a su mamá, quien entiende que quiere cambiar de lugar, de posición o de objeto con el cual relacionarse, ya que todavía no se desplaza por sí misma. La acerca a una maceta con flores rojas. Esta vez estira las dos manitos, y todo su cuerpo avanza. ¿Es el color el que la impulsa de ese modo? Hay un tiempo calmo en ese entorno privilegiado de verano sin apuros ni interferencias; ella puede desplegar su iniciativa, estirar sus sentidos, expandirse, conocer. La tonalidad afectiva de los que la rodeamos en ese momento está en sintonía. No hay más estímulos que los que ofrece el jardín ni simultaneidad de experiencias. Ese ritmo le permite integrar lo que está viviendo. Los meditadores realizan numerosas prácticas para alcanzar esa actitud meditativa, para religarse de ese modo con el todo. Algunos maestros dicen que los adultos occidentales sólo llegamos a lograrlo por segundos porque algún pensamiento o recuerdo anterior se cruza inmediatamente. Cambio de escenario. Al mes siguiente, en Buenos Aires, una multitud rodea una cancha de tenis. El jugador yerra una pelota clave, y el público lleva sus manos a los ojos, la boca o la cabeza. Los cuerpos se crispan, los sentidos se cierran. Todo su cuerpo dice «no» a lo que están viendo.

Verano, en un tranquilo jardín del Uruguay. Observo una bebé de seis meses. Acaba de mamar. Está cómoda y tranquila. A nuestro alrededor se escucha el canto de los pájaros; el aire del mar es fresco y limpio; el sol es aún tibio en la mañana. Se sienta sobre las rodillas de su mamá y mira el jardín (lo «escanea», señalaría una amiga). Una hoja de helecho llama su atención. Su mirada parece acercarse a la ramita, apoyarse casi sobre su superficie y hasta penetrar en ella. Con la manito la toca, pero también la toca con los ojos. Creo que la degusta, la prueba, la saborea, la huele, la escucha..., aunque estos otros sentidos no sean visibles a mi mirar. Tiene una calma concentrada que le permite abrirse a la contemplación. Como una artista o una científica, un gran silencio interior parece habitarla y permitirle entregarse al descubrimiento del mundo. Su ser está entero y desnudo en el instante, absorta diría. Hay intimidad entre ella y la ramita. Imagino que es una revelación para sus sentidos, porque la he visto contemplar de ese modo, y por largo rato, el perro, el mar y las personas. Su atención, como un pulso, ritma y pausa la acción de su mano, su mirada, su boca. Con gran atención, realiza varias veces el gesto aunque cada vez parece ser única para ella y no una repetición (como podría nombrarla un observador externo como yo). Una gran cantidad de información vital está siendo transmitida a sus sentidos, y ellos están abiertos a recibirla. No hay aún palabras que medien esa transmisión. Intento rozar lo tan inmediato entrando yo, ahora, al sentir con la palabra. No sé si seré capaz de

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Recuerdo a la bebé. Todo su cuerpo decía «sí» a lo que estaba viendo. Sus sentidos abiertos estaban en armonía entre sí y con el entorno. En realidad, creo que esa distinción («ella» y «el entorno») era tan fluida que formaba un todo que emanaba esa sensación de intensa vitalidad y apertura. Otra característica de ese momento es que el tiempo parecía detenerse. La interioridad no era asaltada por la velocidad. Cuando observo un bebé inmerso en esa actividad contemplativa, me maravillo de las cualidades allí presentes: el bienestar, el interés, la apreciación, la entrega, el asombro, la corriente cálida y palpitante de comunicación, la relajación, la actitud despierta, la serenidad, la presencia, la compenetración envolvente, la profundidad, la intimidad confiada, la medida justa con que la vivencia llega a sus sentidos y, por lo tanto, es posible de integrar. Es una concentración comprometida, una participación de todo corazón en la existencia, saboreando el regalo de la vida. Toda esa información sensible viaja hacia capas más internas, sistemas más complejos que hacen al entramado de su ser que permiten que la experiencia sea, a la vez, «elaborativa». Me pregunto cómo proteger los entornos para no embotar los sentidos, cómo cultivar estas facultades humanas, qué sostén necesitan para seguir

desarrollándose a lo largo de la vida, cuál es el suelo fértil que podemos ofrecerles para que florezcan. Las ciencias del inicio de la vida incluyen estas preguntas como base de su investigación e interés para el desarrollo humano. Algunas parteras y obstetras coinciden en que los bebés nacidos de partos no interferidos manifiestan esa actitud contemplativa desde el momento mismo de nacer. Sabemos que las dos horas que siguen al nacimiento son especialmente significativas para religarse al nuevo mundo e instalarse en él. De la mano de los sentidos, entramos al mundo del sentimiento; es su fluir el que nos conduce e impulsa en el río de la vida. No es de supuestos saberes de los que sale el cuidado del mundo. El cuidado de los sentimientos es coextensivo al cuidado del mundo. Sabemos que estamos vivos porque sentimos. La máxima sería, entonces, «Siento, luego existo». ¿Qué calidad de contacto establecen nuestros sentidos con el mundo y con nosotros mismos? Ése es el primer lenguaje que reciben los bebés desde su gestación, del que llegan señales cargadas de sentido y de afectos. Con sus grandes ojos y sus pieles sensibles..., contemplan.

JAQUI ZIELER

¡Gracias a Naná y su mamá!

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La

Casa

Casa de las Parteras

TESTIMONIOS

Parteras

Sencillamente, un lugar donde se sueñan momentos, se tejen ideas, se lloran pasados, se gritan verdades, se amasan estrategias, se critica un sistema y se proyecta un futuro.

Somos un grupo de parteras que, luego de nuestra formación de grado y perteneciendo al sistema público de salud, comenzamos a ejercer atentas a las normas establecidas por el Ministerio de Salud, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y el Centro Latinoamericano de Perinatología, basándonos en el respeto a los derechos humanos y en el marco de la legislación vigente (Ley del Ejercicio Profesional, Ley de Derechos en el Nacimiento, etcétera). Hace un año logramos concentrar en un solo lugar físico todas nuestras actividades: las reuniones de parteras y futuras parteras, con otros profesionales, con mujeres y hombres, con bebés; los grupos de crianza; los controles prenatales; y los talleres de apoyo a la lactancia, de movimiento y de canto para embarazadas y puérperas. Nos animamos a «salir» gracias a las parejas que se nos acercaban. No deja de sorprendernos esto: ellas «saben» que hay otra forma de parir y de nacer. Algunas mujeres tienen información, buscan, leen, preguntan. Otras simplemente nos dicen: «Yo quiero que mi bebé nazca de otra manera; no sé por qué, pero si mi abuela...».

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La Casa de las Parteras Las mujeres llegan a las reuniones —a veces ni sabemos cómo— solas, en pareja, con otros hijos, quieren saber... preguntan, cuentan experiencias, lloran, se inquietan, dudan, temen y vuelven, proponen ellas: «A mí me gustaría así, de esta manera. ¿Se puede?». «¡Claro! ¡Vale!»

Y cuentan historias... Historias que escuchamos atentamente puesto que constituyen la tela que armará la prenda, y eso lo sabemos. ¿Qué nos dijeron cuando éramos pequeños? ¿Qué vimos? ¿Qué escuchamos? ¿Qué fuerte instinto pudieron acallar, generación tras generación, que ahora nos cuesta tanto recuperar?

Entre todos armamos un plan de parto, el más adecuado para cada caso. Humanizar es eso: puede ser tanto un parto en casa, sólo con parteras, como una cesárea indicada y programada en una institución que brinde la complejidad necesaria para aquella mujer que así lo precisa, pero humanizada, que respete los tiempos, el vínculo y la familia.

En virtud de que nuestra formación universitaria carece del perfil holístico y humanístico que pretendemos, nos vimos en la obligación de buscarlo por nuestros propios medios intercambiando material y conocimientos con grupos y personas más experimentados en el tema, tanto argentinos como extranjeros. Aquí, en la Argentina, este movimiento posee militantes fuertes, pero que, de alguna manera, discurren en la clandestinidad acostumbrados, quizás, por nuestra historia.

Esto quiere decir que aunque se trate de «La Casa de las Parteras» contamos con otros profesionales que comparten esta filosofía y trabajan con nosotras.

De un tiempo a esta parte, ¡nada de ocultarse! Se ha hecho la luz, se ha corrido el velo. Y venimos asomando... lentamente. Aparecen notas en los periódicos, pequeños lugarcitos en los congresos, grandes encuentros en otros países, Internet, fotos, videos, banquitos de madera, relatos...

Hoy nos llega el desafío junto con la obligación de transmitirles a nuestros hijos otra historia. Lo entendimos de este modo, y toda la gente que se acerca a «La Casa» cree en esto. La Fundación Creavida también lo cree así, y trabaja y lo difun-

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La Casa de las Parteras de permanentemente; Dando a Luz asesora y defiende usuarios; la Relacahupan (Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y del Nacimiento) nos conecta y arma la red. Y ellos llegan, despacio y atentos, crean lazos y vínculos fuertes con «La Casa», la hacen suya. Organizan eventos, vienen a las reuniones antes y después de parir porque creen que pueden serles útiles a otros, van a la cocina, preparan mate, atienden el teléfono, nos escriben cosas hermosas, pintan, esculpen y manifiestan su convicción, cada uno como sabe. Otros desean colaborar: «¿Qué podemos hacer por "La Casa"?», nos preguntan. Vemos crecer los niños y eso nos llena, completamente, los ojos y el alma. Desde el primer parto en casa de Ale y Vendy, quienes solas recibieron a Gaia a fines de 2002, hasta hoy —que ya hemos recibido aproximadamente sesenta bebés—, sólo es crecer y crecer, con todo lo bueno y malo que eso significa. Pero crecer nos asusta; luchamos por conseguir la habilitación como Casa de Partos, pero tememos las reacciones. Se acercan medios que quieren mostrar, contar y difundir. Nosotras preferimos ir muy despacio; sabemos esperar... en calma y con conciencia. MYRIAN VICECONTE

Las parteras u obstétricas son profesionales que se ocupan con plena autonomía y responsabilidad del bienestar físico y psíquico de la mujer sana, la pareja y la familia en el transcurso de este ciclo vital, en el contexto social en el que viva, reguladas y habilitadas sus incumbencias por la Ley 11745/95. COLEGIO DE OBSTÉTRICAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

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Una

mirada

sobre las

parteras

El siguiente texto es una síntesis de un capítulo del libro de Elizabeth Davis, Heart & Hands, A Midwife's Guide to Pregnancy and Birth. mos ubicados en el decimosexto puesto en el ranking mundial. Las parteras nunca hubieran sobrevivido abandonadas a sus propios recursos; eran pobres en su mayoría, no tenían poder y estaban desorganizadas. Es la propia comunidad que demanda atención brindada por parteras la que ha mantenido viva la profesión hasta estos días.Aparentemente, la partería es un hecho de la vida, perpetuada por las necesidades y los deseos de parir, de las mujeres y sus familias. Aunque las parteras empíricas (aquellas capacitadas por la experiencia) han trabajado casi continuamente en los Estados Unidos, el desarrollo de la enfermería en partería es indudablemente reciente. El Frontier Nursing Service comenzó a formar parteras en 1939, utilizando un modelo desarrollado en Inglaterra. Ahora hay casi treinta

Sin dudas, la partería es la profesión de asistencia más antigua del mundo. Muy desde el comienzo, las mujeres se han ayudado unas a otras para dar a luz. Quien estaba particularmente interesada y sintonizada surgía como la partera local, manejando las habilidades de sanación de su tiempo y de su cultura. Éste continúa siendo el caso en muchos países del Tercer Mundo, aún hoy. En los tiempos modernos, en Dinamarca, Holanda y Suecia, parir con parteras es la norma popular. De hecho, los cinco países en el mundo con los índices de mortalidad perinatal más bajos hacen un uso generoso de las parteras. ¡Ellas asisten el 70% de todos los nacimientos! En los Estados Unidos, donde debido al constreñimiento económico y político, las parteras asisten sólo el 5% de los nacimientos, la mortalidad perinatal es altamente alarmante: esta-

Parteras 37


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escuelas para la formación de enfermeras-parteras, pero las barreras para el ejercicio son considerables. Los médicos han mezclado sus opiniones sobre las enfermeras-parteras. Por un lado, las consideran una ayuda valiosa para absorber algo de la recarga laboral de un trabajo atareado, pero si desearan ejercer en forma independiente, se convertirían en competidoras económicas y en una amenaza. Desafortunadamente, las enfermeras-parteras han sido forzadas a aceptar la supervisión del médico como condición legal para trabajar. El médico espera que la enfermera juegue un rol subordinado. Sin embargo, las responsabilidades de la partera requieren que tenga autonomía para tomar sus propias decisiones en casos de crisis, y para realizar intervenciones, maniobras y procedimientos ante una situación de emergencia que se cruce dentro del campo de ejercicio del médico. La Alianza de Parteras de Norteamérica (MANA) fue fundada con esta visión e incluye entre sus rangos parteras «de cualquier tipo». La lucha por la partería autónoma es, de hecho, una batalla internacional; alrededor del mundo, las parteras son restringidas en su función. En Alemania, pueden asistir partos, pero no pueden brindar atención prenatal; en Italia, pueden brindar atención prenatal, pero deben llamar al médico cuando el parto es inminente. Para dirigir las luchas de las parteras por satisfacer las necesidades de la comunidad y ocupar su lugar por derecho en el sistema de salud, la Organización Mundial de la Salud esbozó la Definición Internacional de la Partería en 1972, la cual ha sido adoptada por la Confederación Internacional de Parteras (ICM) y la Federación Internacional de Tocoginecólogos (FIGO). Una partera es una persona que, habiendo sido admitida en un programa de educación de partería regular debidamente reconocido en la jurisdicción en la cual está ubicado, ha completado exitosamente este curso de estudios en partería y ha adquirido las calificaciones requeridas para estar registrada y legalmente matriculada para ejercer su profesión. Una partera debe ser capaz de brindarles a las mujeres la supervisión, la atención y el consejo necesarios durante el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el posparto; debe poder conducir los partos bajo su propia responsabilidad y atender al recién nacido.

Esta atención incluye la práctica de medidas preventivas, procurar asistencia médica, la detección de condiciones anormales tanto en la madre como en el niño, y la ejecución de medidas de emergencia en ausencia de ayuda médica. ¿Qué hace que la partería sea una opción tan deseada para parir? La partería es una profesión basada en la «promoción de la normalidad». Esencialmente, es un arte de servicio; en ello la partera debe reconocer, responder y cooperar con las fuerzas naturales. En este sentido, el trabajo de la partera está ecológicamente sintonizado e involucra la sabia utilización de los recursos y el respeto por el balance de la naturaleza. ¡Qué diferencia radical respecto de la infatuación de la medicina occidental con drogas e instrumentos! La atención de las parteras es una atención personalizada. La partera con experiencia sabe que existen muchas variaciones normales en los temas del embarazo, parto y posparto; es su trabajo descifrar los patrones y facilitar un resultado saludable. Al brindar una atención prenatal detallada, la partera pasa a ser tan familiar con cada cliente que será rápidamente alertada ante cualquier desviación de lo que es normal. El nacimiento es el toque

Una mirada 38


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za interior recién encontrada. Esto se opone de manera notable al abordaje de nuestra sociedad, enfocado y orientado hacia el hombre. Por lo tanto, la partera, guardiana y facilitadora de este proceso, es intrínsecamente feminista por la propia naturaleza de su trabajo. Sin dudas, la partera es una defensora del «poder elegir». Defiende con vigor el derecho de los padres de elegir el lugar del nacimiento mientras ella pelea por su propio derecho de ejercer en una variedad de establecimientos. Los privilegios en los hospitales son frecuentemente negados a las parteras o a quienes trabajan con ellas. El parto domiciliario todavía es considerado controversial, aunque las estadísticas han demostrado una y otra vez que el parto en casa es tan o más seguro que el parto hospitalario. La mayoría de las mujeres que quieren ser atendidas por parteras eligen parir en su domicilio. Las razones típicas incluyen más comodidad y menos intervención. Nuevamente, las investigaciones han demostrado que cuanto más relajada y calma está una mujer en su trabajo de parto, más eficientemente trabajará su cuerpo. Cuando ella está estresada o temerosa, su cuerpo libera hormonas (catecolaminas) que inhiben la dilatación cervical. Por último, la responsabilidad por el nacimiento pertenece a los padres. Está en ellos estar bien informados y elegir quién los atienda con cualidades personales y competencias para adaptarse a sus necesidades. Está en ellos reclamar su derecho de experimentar el íntimo evento del nacimiento como ellos lo elijan. Son ellos quienes abren las puertas para un gozo y completitud sin precedentes mientras asientan las bases que les permitirán vivir su maternidad y paternidad con fortaleza y sensibilidad.

final de una relación cuidadosamente desarrollada que incluye atención en los niveles físico, emocional e intelectual. Cada nacimiento tiene alguna posibilidad de complicaciones, pero la competencia de la partera está dirigida precisamente a manejar esta situación. Por este motivo, la esencia de la partería es mantenerse sensible en el momento, o en otras palabras, ser modesta y estar atenta. Pero este enfoque aparentemente simple no es fácil de sostener, es la antítesis del control. El problema más serio con la formación obstétrica actual es el énfasis en la patología dominante para que el estudiante aprenda no sólo a identificar, sino también a esperar las complicaciones. Generalmente, esto resulta en un profesional ansioso tanto por controlar el trabajo de parto como por prevenir lo inesperado, situaciones que impiden dejar que la naturaleza siga su curso. A menudo, la partería ha sido llamada «el arte de la invisibilidad», porque no es intervencionista, excepto para mantener el balance y reestablecer la armonía. Tengamos una mirada más cercana a la partera de hoy: ¿Cómo es como persona y qué rol juega en la sociedad? Ciertamente, las parteras vienen en toda clase de variedades de personalidad y perspectiva, pero la principal característica que parecen tener en común es la «persistencia». No importa si la partera es enfermera o si está formada empíricamente, debe enfrentar tremendos obstáculos para establecer y sostener su trabajo. Si ejerce ilegalmente, es especialmente difícil: debe arriesgar su libertad personal para sostener las responsabilidades para con sus clientes. Esto requiere un carácter fuerte e independiente y disponibilidad para ir en contra de las costumbres de la sociedad. Aquí yace el secreto de la notoriedad de una partera: es una rebelde... ¡y es una hembra en esto! La lección más potente del nacimiento natural es la revelación de la fuerza femenina esencial. La experiencia del nacimiento llama a la mujer a cambiar su piel social y descubrir sus capacidades únicas para cooperar con las fuerzas naturales y rendirse a ellas. El parto puede ser un acto que brinde muchísimo poder; puede transformar a una mujer, renovarla, fortalecer su fe y profundizar su identidad. Este cambio le permite maternar de un modo ferozmente independiente y con una certe-

sobre las parteras

ELIZABETH DAVIS Heart & Hands A Midwife`s Guide to Pregnancy and Birth 4ª edición Celestial Arts Berkeley / Toronto

Agradecemos a Marina Lembo la traducción de este texto.

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Encuentro de

Lectores

Mi primer parto Éste es el poético relato de mi primer parto. Era lunes. Me desperté y sentí como si tuviera un flujo grande. Fui a ver; era el tapón mucoso. Llamé a mi amiga Silvia y le dije: «Es hoy, vení a pasar esta noche conmigo». Trajo empanadas; comimos y sacamos una cartita de las Diosas (Tarot de energías femeninas «sanadoras»). Salió una carta que aconsejaba «soltar todo». ¿Qué es el parto sino soltar todo? Soltar ideas, juicios, prejuicios, preconceptos; soltar el cuerpo para ser y hacer lo que sienta; dejar ir el dolor; transformarse en movimiento interno; soltar las emociones, los sentimientos, las caretas, las imágenes y las personalidades conocidas o cómodas de una misma; dejarse ir. Atravesar un laberinto desconocido, guiado por la Madre Tierra y la Reina de la Noche (la Luna) del que seguramente no saldremos solas. A las once de la noche, tuve una contracción muy fuerte; ya no era la panza dura, parecía una puntada en el sacro. Me quise acostar y relajar; no pude. Era como un temblor ubicado ahí que continuaba; vi que «la cosa» venía en serio. Me levanté y me arrodillé contra la cama. Silvia me pasaba un aceitito natural en la zona que quería abrirse, sobre esos huesos que crean un espacio. Este movimiento duraba unos segundos; no me dolía, sólo sucedía. Por supuesto, era una sensación diferente de todo lo conocido. Después venían unos minutos de paz en los que bailábamos con mi música preferida o yo

Mi primer parto 42


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que sentía que podía abrirme. Para hacer fuerza, me agarraba de la pileta o de una barra que había en la mampara. Las fuerzas eran grandes, intensas, parecían pujos. Creo que esta etapa duró de una hora y media a dos. En cada pujo le agradecía a Dios, como si entregara mi acción al deseo de que esa fuerza más grande fuera la que actuara en mí. Los miedos: Cada tanto escuchaba algunos inventos trágicos de la cabeza; miedos que estaban ahí, que aparecían. La conciencia —el «yo» que puede elegir— los observaba sin identificarse, sin ser ellos, como si fueran una parte más del paisaje.Y yo «prefería confiar», apoyarme en la naturaleza, que marchaba con su ritmo irrefrenable y llegaba con su poder para abrir y abrir. De pronto, mi amiga, sentada en el suelo cerca de la puerta —y que sólo me miraba con atención—, dijo: «Algo está cambiando..., veo algo que se asoma..., falta poco. Parate..., ponete en cuclillas...». Yo sentía que las piernas me temblaban; tenía un cansancio tal que no me permitía pararme, menos aun sostener mi propio peso. Muy despacito, con voz llena de aire, dije: «No puedo, no puedo». Mi mamá, que estaba escuchando del otro lado de la puerta, entró en menos de un segundo y dijo: «¿¡Cómo que no podés!?». Me tomó por las axilas, desde la espalda, y me sostuvo en el aire. Un pujo fuerte y una sensación extraña, diferente y buena, como de algo que desagota, que por fin fluye. Ya había salido la cabecita. Unos segundos más y estuvo afuera hasta la mitad, hasta los hombros. Próximo pujo... y libertad total. Las manos de mi amiga por debajo, atajándolo; me sentí como un globo que se desinflaba. Ya estaba afuera. Fue increíble; un momento indescriptible, milagroso, único. Las tres gritamos de la emoción; creíamos haber preparado «el silencio» para recibirlo, para que se sintiera en paz, pero no pudimos. Nos surgió así, gritar en tribu. Él también lloró como nosotras, a los gritos, por unos segundos.

caminaba a zancadas (como las africanas), pisando fuerte, con todo el peso hacia la Tierra, con las piernas bien abiertas. Ese caminar contribuye a abrir el cuerpo y a entregar el bebé hacia abajo, guiado por la fuerza de la gravedad. Desde lo más profundo de mi ser, agradecía esta oportunidad y esta experiencia. Siempre confié en Algo Superior que nos guía, que permite y que, a veces, hasta empuja las circunstancias para beneficiar nuestro desarrollo. Hicimos una oración impulsada desde lo profundo, que es un modo de ponerse «en orden». Como a las dos de la mañana, llamé a mi mamá. Le conté que había empezado mi trabajo de parto, y cuando me preguntó si podía venir, le dije que sí. En menos de una hora, estaba al lado nuestro. Nos cambiaba la música. Cocinó arroz integral para que haya abundancia en la vida del bebé (dicen que hay que cocinarlo en la propia casa en el momento del trabajo de parto). Hizo mate para ella y mi amiga. A mí sólo me daban ganas de tomar, cada tanto, unos sorbitos de un vaso con agua y Terma. Estaba con la mirada hacia mi interior; cada vez estaba más dentro de mí, con la mirada hacia mi sentir, entre los sentimientos del alma y del físico, que cambiaba pidiendo atención, respiración, fuerza, soltar. Todo exigía presencia, compromiso corporal constante. En este movimiento que marchaba por sí mismo con su propia potencia, me fui aquietando. Sólo sentía paz bajo la ducha, que dejaba caer en la zona que se abría. Antes me había hecho unos baños de asiento con hojas de malva (porque es relajante) en la que luego sería la bañerita del bebé. La música fue acallándose. Yo ya no contestaba cuando me hablaban y me quedé esas últimas horas dentro del baño, el que —por chiquito o porque tenía tantos sitios de donde poder sostenerme— me daba la sensación de estar contenida. Pasé mucho tiempo sentada en el inodoro por-

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Cuando Silvia me lo alcanzó, hubo una especie de danza inexperta entre nuestras cuatro manos y su cuerpito cubierto de unto sebáceo —la grasita que lo cubría por completo y lo convertía en pescadito, tan suave y resbaloso—. Mi mamá, amorosa y generosa, le pasó la mano por la cabecita y la apoyó sobre mi cara, como un regalo inolvidable. Instantáneamente, cuando acerqué su boquita a mi pecho, pasó de esos primeros gritos a chupar la teta con desesperación, como si siempre lo hubiera hecho. Muy de a poco, despacio, abrazada al bebé en la teta, sostenida por Silvia y mi mamá, me fui sentando en el suelo sobre unas sábanas limpias, apoyada sobre los huesos de atrás porque sentía que la vagina y la cola estaban completamente abiertas, salidas para afuera, y no quería tocar ahí. Tampoco quería apoyarme sobre la derecha porque allí está la vena cava, a la que no hay que apretar para no provocar que salga sangre en exceso. En realidad, no había nada de sangre; el bebé estaba limpio, y yo también. Sabía que él no podía estar más arriba que el nivel de la placenta; por eso, ésta era la posición de seguridad en la que teníamos que estar, por cierto rara, como toda esta experiencia. Recién entonces pregunté su sexo; yo no se lo podía ver porque estaba en la teta. Creo que el cuerpo me temblaba suavemente. Fue varón. Es varón. Lo llamé Lautaro Antú. Fue cómico ver que todo lo que nos habíamos planteado hacer, y que nos parecía importante, sucedía de otro modo. Un ratito más tarde, mi mamá fue la genia que, mirándome la cara en el momento justo —en el mismo instante en el que puse una mueca de dolor—, supo que tenía la contracción necesaria, y me dijo: «¡Hacé fuerza!». Y ahí mismo salió la placenta, como quince o veinte minutos después que el bebé. Este momento se llama alumbramiento y sucede cuando el bebé ya aprendió a respirar tomando la teta. En el útero hay contracciones que van cerrando todo, ya que la conexión interna que hay entre el pecho y el útero avisa que «al estar sucediendo la succión, no tiene sentido que la placenta continúe

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adentro». El útero saca hacia afuera lo que ya no le hace falta y empieza a volver a su forma natural. Miramos la placenta con cuidado y vimos que estaba entera. Unos minutos después del alumbramiento, el cordón pasa «su vacuna natural» y deja de latir. Todo tiene una lógica perfecta y está relacionado entre sí. Un ratito después del parto, tocaron el timbre. Eran vecinos que llegaban preguntando si ahí había habido un nacimiento y nos dejaban sus felicitaciones. Mis parteras me llevaron a la cama, y allí nos quedamos desnuditos, mi bebé y yo, compartiendo el calor del cuerpo y la leche de la teta. Unas horas más tarde, me bañé; estuvimos listos para recibir visitas y compartir la alegría con mi papá, mi hermano y el padrino. Mis parteras no se cansaban de emocionarse y de relatar el parto una y otra vez.

Mi primer parto SOLEDAD SILVA Actriz y escritora Este artículo es parte del libro Gestando el mundo, próximo a editarse, en el que relata sus experiencias y rescata la conciencia femenina por la cual podemos modificar la propia historia y la de nuestros hijos. samasathya@yahoo.com

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La realización de esta revista es posible gracias al grupo editorial que la sostiene y a los profesionales, amigos y anunciantes que siempre la acompañan. Queremos agradecer muy especialmente la colaboración de Claudio Mc Key, Barbara Powers, Andrea Sujatovich y Marina Lembo.

Creávida se distribuye en los siguientes lugares: CAPITAL FEDERAL Dando a Luz: Montañeses 1977 - Cap. Fed. Terapeutikum: Ramallo 2606 - Cap. Fed. Madresencia: Arenales 2774 - PB "C" - Cap. Fed. Embarazo activo: (54-11) 4825 8234 - 15 5010 0504 - info@eactivo.com.ar / www.eactivo.com.ar Mami Sounds: Av. Dorrego 2693 - piso 4 "C"- Cap. Fed. Librería del Sol: Superí 1411- Cap. Fed. Lic. Silvia Kaspar: Moldes 3815 - Cap. Fed. INTERIOR Santa Fe: Claudia Barreyro, Nacerfe, Obispo Gelabert 3329 3000, casafiz@unl.edu.ar Córdoba: Soledad de la Riva, Criarte, Recta Martinolli 7035, 5147, Villa Belgrano - 35434444571. criarte@fullzero.com.ar Chubut: Debora Clavé, Belgrano 940, 9200, Esquel. 02945-15682596. deboraclave2002@yahoo.com.ar San Juan: Elena Szegedy, Joaquín V. Gonzalez 44, Sur 5400. Bariloche: Inés, Fundación Crianza Consciente, Quintral 1063, Bº Jardín Botánico - 02944-427987, 02944-15506656. crianzaconscientebariloche@speedy.com.ar Tucumán: Mara Mohedano, Hospital de Tucumán, Marcos Paz 837, 4000, San Miguel de Tucumán. maramohedano@hotmail.com EXTERIOR México: Barbara Powers, 5 de mayo 1209, Colonia Palo Blanco, Garza Garcia, N.L 66230. bbpowers@bprhealth.com México: Loredana Gurza Anipp, Aniceto Ortega 939-5, CP 03100, Colonia del Valle, DF 5520-18-25. anipp1@terra.com.mx Paraguay: Pili Peña Vazquez, Red Paraguaya de Humanización PARHUPAR. O`Higgins 580, Asunción. 595-21-606495 vapena@pla.net.py Uruguay: Verdún Sanchez, Av. Uruguay 1779, 004 apartamento "A" 11200, Montevideo. vsanchez@adinet.com.uy Chile: Yolanda Contreras Garcia, Dpto. de Obstetricia y Puericultura, Facultad de Medicina, Universidad de Concepción Casilla:160-C, Concepción.

SI TERMINÓ DE LEER ESTA REVISTA, POR FAVOR, NO LA TIRE. ¡PÁSELA! ¡Muchas gracias!


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