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El joven poeta que se hizo coach de vida / Fernando Reyes Trinid pág

LITERATURA DE MENTE

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El joven poeta que se hizo coach de vida

POR FERNANDO REYES TRINID*

Imagine usted que va a un curso de habilidades emocionales y resulta que el facilitador no llegó, nadie sabe por qué aún. Entonces, como suele ser en esos lugares, le encargan el grupo a un jovencito ricitos de oro con anteojos de fondo de botella. Al güerito lo metió su tío a esa institución sólo porque siempre lo escuchaba declamando poemas. “Ha de saber mucho”, pensó, pues lo veía leyendo en todo momento. Y efectivamente, el sobrino estudió de manera libérrima, literatura y filosofía, pero no tenía la más remota idea de cómo se da una clase, y mucho menos supo qué era esa cosa de “habilidades emocionales”.

—¿Cuáles son los temas que han visto?— preguntó a los participantes. Éstos se descosieron y le llovieron temas y temáticas de toda índole, de toda escuela, de la más intrincada psicoanalítica jungueana al más ramplón coaching de pacotilla. habla un poco de las teorías del apego, del evitativo y del ambivalente que es el que usted —según John Bowlby— padece, pero de nuevo el maestrín en vez del teórico le cita un fragmento de Rilke y sus Cartas a un joven poeta, que el joven poeta leyó antes de ser un joven poeta: “También es bueno amar, pues el amor es cosa difícil. El amor de un ser humano hacia otro es quizá lo más difícil que se nos haya encomendado...” Y usted quiere interrumpir al poetita pero éste continúa aun más efusivo: “...Con todo su ser con todas sus fuerzas reunidas en torno a su corazón solitario y angustiado, deben aprender a amar...” Y cuando usted está a punto de explotar, el coach poeta, de influencia rilkeana, cita a su magíster como si se tratara de Bowlby, Erickson, Hellingerg incluso el mismísimo Platón “... Amar no es, en un principio, nada que pueda significar absorberse en otro ser, ni entregarse ni unirse a él. Pues, ¿qué sería una unión entre seres inaca-

“No recordó su bados, faltos de luz y libertad? Amar es nombre, ni sabía si más bien una oportunidad, un motivo ésta se había quitado sublime, que se ofrece a cada individuo la vida, no importa- para madurar y llegar a ser algo en sí ba, lo que quedan son mismo...” las letras…”

El chico, para salir de apuros, organizó de inmediato en su mente un cúmulo de sus tantas lecturas aprendidas nemotécnicamente y les pidió:

—Dame un tema de los que hayan visto durante el curso, el que más te haya llamado la atención.

Entonces imagine usted que habla de la muerte, del duelo y sus etapas, según Kubler Ross, y el literato de inmediato le declama unos versos de Juan Ramón Jiménez: “Y yo me iré y se quedarán/ los pájaros cantando/ y se quedará mi huerto, con su verde árbol/ y con su pozo blanco...” pero usted quiere preguntar algo más, no se queda conforme pues cómo le hace con su enojo y su tristeza por la que se ha ido, y el maestro cegatón entonces le reza algo de Ayocuan Cuetzpaltin: “¿Qué podrá hacer mi corazón?/ En vano hemos llegado/ hemos brotado de la tierra/ ¿Sólo así he de irme/ como las flores perecieron?/ ¿Nada quedará de mi nombre?/ ¿Nada de mi fama aquí en la tierra?” ... Y un poco molesto usted le Entonces mientras usted se queda pensativo, una compañera de usted aprovecha la pasión del güerito y le pregunta cómo soltar una relación de pareja que ya no funciona, y por supuesto el nuevo “coachito” no le citará algo de Minuchin y la relacionalidad sistémica, pero sí unos versos de Alfonsina Storni: “…Echa a volar, mi amor no te detiene/ ¡Cómo te entiendo, bien, cómo te entiendo!/ Llore mi vida, mi corazón se apene/ Date a volar, amor, yo te comprendo/ Suelto tus alas, ve, pero te espero…”

Y cuando empezaban a encarrilarse con los temas del amor, la liberación, la individualidad y poemas de Emerson, Séneca o Tagore, llegó el tío dueño de la academia y les informó el motivo de la muerte del coach titular: lo encontraron colgado en la regadera de su casa con una carta de desamor. Los participantes del taller “Cómo desapegarte de una relación tóxica con autoestima” sabían bien que se trataba de una jovencita del mismo grupo, quien dejó el grupo, se fue con uno del grupo y dejó al experto en “relaciones de pareja”.

Foto: Archivo Palabra.

El joven poeta, que haría las veces de coach por los siguientes meses, reflexionando sobre la muerte decidida del otrora facilitador, pensaba en que Alfonsina Storni, Sylvia Plath, Virginia Woolf, Concha Urquiza o Violeta Parra se quitaron la vida no en una regadera, sino en el mar. Pensó en Camus y su idea de muerte y liberación. Pensó en el rifle de Hemingway, pero sobre todo pensó en qué les podría declamar al respecto y le llegaron como ráfaga los versos de una de su jóvenes maestras cuando estudiaba creación literaria. No recordó su nombre, ni sabía si ésta se había quitado la vida, no importaba, lo que quedan son las letras, lo que permanece es la esencia, el contenido:

He decidido no morir: mis flores suicidas hoy echaron raíces en un vaso de vodka pozos embriagados de aguaceros caudas perdidas ellos sin saberlo en el sonriente polvo de la esperanza que arde en mis dedos como un cigarro a medias.

ferreyes2004@yahoo.com.mx

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