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La danza en el vacío / Rael Salvador pág
LA DANZA EN EL VACÍO
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POR RAEL SALVADOR*
En el penúltimo round, citando las palabras de otro boxeador, Philip Roth lo ha dejado claro: “Lo hice lo mejor que pude con lo que tenía”.
Antes de apagarse la luz final, Roth (19332018) ya no tenía palabras propias; besando la lona ensangrentada, en un último ejercicio de honestidad, cita la grandeza de Joe Louis.
Al carecer de fortaleza, soltaba: “Ya sólo hago el ridículo”. La batalla estaba dada, 85 años de ofrecer y recibir. ¿Un golpe más? Ni a las sombras. No, ahora su poder lo había abandonado. escritas, cabezazos que soportar, sumados equívocos de jueces, venganzas ciegas venidas del réferi y más golpes bajos por recibir… Y aún así: “¡Quiero estar!”. “¡Déjenme subir de nuevo al puto ring!”. “¡Mi alma lo necesita!”.
Roth es la lección final de un escritor vacío: tras haber retratado, título a título, la hermosa miseria de la condición humana, todo él se encuentra ya transmutado en libro : o la muerte lo lee o se va sin nada, recoge nada, se lleva nada, porque Philip Roth ya no es nada, sino su obra: La mancha humana, La conjura contra América, Me casé con un comunista, Pastoral americana, Némesis…
El tiempo justo de recoger la toalla, colgar los guantes, bajar el interruptor…
Ante la oferta de la gloria fácil, en estos tiempos de ideas fútiles y generalizadas, constructores de escribas y triunfos pactados —que se nos han convertido, gala de prensa incluida, más en reuniones de familia que en auténticos encuentros literarios—, pocos anteponen la verdad sellada en los guantes y, desclasificando la hombría histórica de los carteles de box, se muestran bajo la centelleante bata de la mentira: lloriqueos de palabras por escribir o ya
Lo que para otros derrotados de la vida, levantarse signifique encender un cerillo al paso de una dignidad que ya nadie ve, que a nadie importa, que ningún cabrón “Roth es la lección aprecia, Philip Roth sabe, de antefinal de un escritor mano, lo que es perder los ojos en el vacío: tras haber re- horizonte visual de lo morado, retratado, título a título, la hermosa miseria de la condición humana, todo él se coger los dientes como teclas de un piano venido del sexto piso, doblarse ante el navajazo de un hígado desencuentra ya trans- hecho, asfixiarse por las constricción mutado en libro” de las costillas, borbotear sangre —en el crepúsculo de los ídolos— como una nube rota… Todo ello haciéndose acompañar de la soledad sudorosa del filósofo que habita a todo pugilista añejo, seguido de los reclamos del magnate culoatornillado frente al escritorio y las monedas, enjuiciado eternamente por la familia… que no entendió el oficio, que no entiende el fracaso —el ninguneo estratégico— y que no entenderá la renuncia.
Subir y bajar del ring es similar a entrar a un prostíbulo y confundir los libros con las putas —las mujeres como “un trozo de carne”, diría, y por eso no le dieron el Nobel—, galantear con esa impostación de sonrisa fracturada y, de nuevo, pasada la danza, abandonar la contienda con un rictus de sorpresa y desencanto…
Si el destino de la existencia se asemeja al de un boxeador, habría que desatender el consejo de su mejor enemigo, Norman Mailer —“¡Los hombres duros no bailan!”— y empuñar con decisión el lápiz, ¡la navaja que disecciona todo a su lance…! ¡Entonces, ágil, como el elegante coraje de Uppercut y la lumbre, se escribirá de nuevo sobre la jodida roca de la vida!
raelart@hotmail.com *Escritor y editor
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HACE DEL CALABACEADO LA DANZA INSIGNIA DE BAJA CALIFORNIA
POR JEANETTE SÁNCHEZ*
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El Jarabe Tapatío, La Danza de los Viejitos, El Huapango, La Jarana, La Polka son algunas de las danzas típicas que, con sólo mencionarlas, nos refieren a un estado de la República Mexicana, pero hasta hace un par de meses Baja California carecía de una danza que lo representara de manera oficial.
Gracias al trabajo, la investigación, la promoción y la documentación del profesor Juan Gil Martínez Tadeo, acompañado por un equipo de bailarines, maestros y coreógrafos, logró que el pasado 1 de noviembre se publicara en el Periódico Oficial del Estado de Baja California la declaratoria del baile Calabaceado como Patrimonio Cultural, en el rubro de Valor Cultural-Manifestación de Interés Cultural.
De acuerdo al documento el “Decreto queda inscrito ante el Instituto de Cultura de Baja California y ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado en la sección denominada Registro Público del Patrimonio Cultural”.
Dicta también que “la designación busca proteger el valor cultural Calabaceado y el derecho de la comunidad al fomento de la cultura y los valores históricos, al mismo tiempo, sus características y elementos servirán para transmitir a residentes y visitantes las formas de vida y actividades que han permitido el desarrollo del estado y de la ciudad de Ensenada, lugar donde habitan los precursores cuyo carácter y esfuerzo lograron formar los cimientos de este proceso cultural”.
Además, precisa que “el Calabaceado, como valor cultural, ha sido un referente importante de la memoria colectiva de lo que hoy se conoce como Baja California, en él se hospedan los grandes relatos y los actores principales de esta expresión social y de él se desprenden tradiciones como La Fiesta de la Misión, por ello se identifica como un símbolo para la entidad”.
Pero, ¿qué tuvo que pasar antes de esta Declaratoria? Martínez Tadeo comparte las memorias del camino andado a lo largo de más de 35 años de trabajo en torno al tema.
Los antecedentes se remontan a la niñez de Martínez Tadeo, cuando a la edad de 9 ó 10 años viajó con su familia a la ciudad de Guadalajara. “En el Teatro Degollado estaba el grupo del maestro Rafael Zamarripa, de la Universidad de Guadalajara, bailando espectacular, eso me cautivó y llenó todos mis sentidos, se quedó muy presente en mi vida. Recuerdo que fue en unas Fiestas de Octubre, vimos a Amparo Ochoa y luego al ballet, fue un día de muchas emociones, yo vivía en un ranchito de Jalisco y nunca en mi vida había visto un ballet folclórico”.
Con esa grata impresión en su memoria, Juan Gil continuó con su vida y años más tarde, cuando ya estudiaba la secundaria llegó a Tijuana.
“Tuve la oportunidad de entrar a la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas, ahí ingresé al grupo folclórico, esa fue la primera vez que tuve clases formales de danza, yo tenía unos 16 años, en ese tiempo el ballet de la prepa lo dirigía la maestra Karla. Yo no era bueno para zapatear, era de los malos para el baile, pero la maestra me apoyó y logré estar en el grupo base. Fue en ese tiempo que conocí las danzas de varios estados de México, pero le decía a la maestra que bailáramos algo de Baja California y ella me decía que no había algo representativo. En aquellos tiempos la polka era el baile que representaba al norte, pero no al estado propiamente”.
Ese dato llamó la atención del hoy director del Grupo de Danza Folklórica Mexicana Kicukpaico, para emprender una investigación sobre la danza, era el año de 1982 y aunque existían varios grupos de danza folklórica nadie bailaba algo de Baja California.
“Me acuerdo que había una feria binacional de historia Tijuana-San Diego, organizada por la UABC, la UNAM y SDSU, ahí empecé a participar con algunas propuestas y en 1984 gané una Mención Honorífica por mis escritos sobre algunos datos históricos en torno a la danza en Baja California, esos escritos fueron mis primeros intentos por buscar una danza que nos representara. En 1986 salí de la prepa con el nombramiento como Mejor Bailarín y me llamaron del Conalep para crear un grupo de danza, yo no era maestro, pero el proyecto de abrir un taller de danza me llamó la atención y acepté”.
Ese mismo año inició con el taller de danza en Conalep Tijuana II y ahí logró llevar a los escenarios las primeras coreografías inspiradas en El Calabaceado.
“Con este ballet nos presentamos en las primeras ferias del Pescado y el Marisco, estuvimos trabajan-
Juan Gil Mar nez Tadeo.
do para el medio tiempo del Holiday Bowl en 1988. Luego me integré al Sistema Educativo en el área de Secundaria, ya como docente, y ahí inicié un taller para los estudiantes de secundaria y lo fusiono con los de Conalep para crear el Grupo Kicukpaico”.
Ya como profesor de danza, Martínez Tadeo fue invitado por el Comité de Festejos de Tijuana para proponer una danza que diera identidad.
“Yo mantuve siempre mis investigaciones en torno al tema, así que tenía suficiente información sobre danzas indígenas, otras de origen europeo con influencia inglesa, francesa, rusa, es decir, de las familias migrantes que llegaron a este territorio, pero mi experiencia aún era poca, no lograba convencer al Comité. Fue hasta 1989 cuando gané el primer lugar en la Feria Binacional y regresé con una nueva propuesta ante el Comité, pero tampoco los convencí”.
Para Martínez Gil hubo una nueva oportunidad cuando el profesor Mario Reyes Meléndrez, de la UABC, lo invitó a participar en la Fiesta de la Misión, sin imaginar lo que ahí encontraría.
“Yo estudiaba Turismo en UABC y fui a La Misión con mi ballet para llevar el baile Calabaceado, ahí es cuando me doy cuenta que no era un baile de ciudad, aunque en Tijuana se veía en lugares como en La Jungla, El Taconazo, en los rodeos y jaripeos de la zona del Mariano, en el Cortijo San José, en El Rancho Grande, había incluso concursos. Estando en el poblado veo que El Calabaceado pertenece a una comunidad y empiezo a hacer el trabajo con los pobladores de La Misión, estudié sus pasos, entrevisté a la gente, investigué y documenté todo sobre este baile. Ha sido un trabajo de mucha gente y ahora con la declaratoria es como ponerle una corona a todo esto. Mantuve el empeño para demostrar que no era sólo una idea mía, que el Calabaceado es parte de la identidad de los bajacalifornianos”.
Para el profe Juan ha sido vital el registro de los