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Pulsiones para la creación / Enrique Botello págs
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MI MUSEO FAVORITO
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De tanta ronda por mi museo favorito, voy conociendo y reconociendo los distintos comportamientos de los vendedores: hay mucha variedad, en general son muy amigables: otros al contrario, cuando entras a su local pareciera que nunca Pulsiones para la te hubieran conocido. No todos son dueños del negocio, y se nota, mayormente siguen instrucciones y son inflexibles con los precios. Así, los pocos, ofercreación tan a costos muy accesibles. De un tiempo para acá, en un pasillo empecé a ver que se pusieron a la venta pinturas, en su mayoría hechas con acrílicos, de reproducciones de escenas de naturaleza, animales, caricaturas, super héroes y otros temas. Primero en un local y luego en otro, pude distinguir que ese otro, tenía piezas con POR ENRIQUE BOTELLO* características diferentes, a pesar de manejar temáticas diferentes. De vez en vez, pasaba a ese local, se llama “El wicho”, ahí recuerdo compré unos sartenes franceses de cobre con revestimiento de níquel y también una cámara Nikon, una F, con un lente 50 mm de apertura 1.4, ¡una joya!
“Estas pulsiones las envidiarían muchos egresados de las escuelas de arte que a veces, se pierden en la academia”
En un principio, lo atendía su dueño, Óscar y, eventualmente, su hijo; al parecer es ciclista, pues siempre tienen algunos artículos relacionados al ciclismo. Hace poco tiempo, noté que lo atendía una chica, Marbella, esposa de Óscar, siempre sonriente y atenta igual que el resto, se nota pues que es un negocio familiar.
Recientemente, al entrar, veo que Marbella está pintando sobre un lienzo, es un bastidor sobre el que está impreso un mapa estilo vintage, sobre éste, pinta una figura de Mickey Mouse y pega unas estampas de la Torre Eiffel, me acerco y le pregunto sobre el proceso.
Óscar me cuenta que descubrió que tenía habilidades para dibujar y pintar cuando le empezó a ayudar a su vecino a hacer trazos para sus pinturas y se dio cuenta que lo podía hacer mejor, y sí, empezó a ver videos en la plataforma de YouTube sobre tópicos de pintura y ahora domina algunas técnicas de trazos, mezclas, delineados, esfumados y mucho más.
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Marbella empezó a secundar a su marido y fue más allá: empezó a intervenir cuadros ya hechos, pero su sentido de la estética se va moldeando poco a poco, me cuenta que la elección de los cuadros a intervenir no es casual… sólo a los que les ve potencial.
Lo que me parece muy valioso, son las pulsiones que llevan a este matrimonio a la creación de estas piezas. No son obras de arte, carecen de muchas cosas, pero tienen un elemento muy importante: la pasión al hacerlas.
Me comparten con emoción, lo que han aprendido, la intención de lo que están trabajando y como, gozan hacerlo. Estas pulsiones las envidiarían muchos egresados de las escuelas de arte que, a veces, se pierden en la academia. No debe ser necesariamente el camino en el proceso de creación artística, pero sí encontrar motivaciones que no necesariamente encuentras en la escuela.
Seguramente Óscar y Marbella serían y tienen la posibilidad, de ser creadores con un buen nivel de manufactura y contenido, mientras tanto Marbella me cuenta: “Aquí nada tiramos, con todo se puede crear: cuadros rotos, decoraciones, plantas, cajas, discos cassettes, collares. Cualquier cosa puede volver a vivir”.
chocorrol_@hotmail.com *Fotógrafo y docente de la Facultad de Artes (UABC)
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Qué sí es la crítica, y cuándo y dónde cabe su ejercicio
POR CARLOS-BLAS GALINDO*
Me precio de haber esclarecido —para mí, inicialmente, y espero que lo haya logrado asimismo para quienes lean mis escritos— desde el ocaso de la década de los años 80 de la pasada centuria, qué es lo que considero como lo específico de mi quehacer como crítico de obras de arte plásticas, visuales y conceptuales. Esto no siempre fue así ya que, al inicio de mi trayectoria —y claro está que antes de tener tal claridad—, cometí unos cuantos yerros al respecto, mismos que estoy seguro de haber remontado aun cuando, en varios casos, sus secuelas aún permanezcan. Rememoro, a manera de ejemplos, dos situaciones aciagas. En 1988 se me encomendó el prólogo para las imágenes que se incluirían en el volumen colectivo intitulado Entretejedura que coeditaron el gobierno de la capital de nuestro país y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). En ese libro se reunieron textos literarios, así como ilustraciones o viñetas, materiales acerca de los cuales habríamos de referirnos dos prologuistas. Óscar Oliva (1938, Premio Nacional de Artes y Literatura 2021) realizó el prólogo para la parte escrita; siempre generoso y comprensivo, él cumplió sobradamente con su encomienda de comentar los textos incluidos. Yo, por el contrario, sometí a un severo escrutinio las imágenes a las cuales se me pedía referirme, pues estaba estrenando mi método para la crítica. Entre otros resultados llegué a la conclusión de que uno de los autores de imágenes no contaba con la solvencia mínima indispensable para publicarlas. Y dado que las presentó como dibujante (siendo, como lo es, un espléndido autor de obras post escultóricas, escultóricas, de intervención y de instalación, así como de obras de arte público para sitios específicos fuera de nuestro país, amén de practicar el performance y de ser un espléndido serigrafista e impresor) el resultado fue que, a partir de entonces, y hasta el momento de escribir este texto, el responsable de aquellos trazos (con quien cultivo una estrecha y fructífera relación de amistad) no ha vuelto a enviar dibujos de su autoría a certámenes o procesos de selección por posibles juicios que resulten similares, en importancia, a los de aquella edición. que también externó su decisión de dar por concluida su trayectoria como grabadora a partir de entonces. Nunca nos distanciamos; sin embargo, no he tenido oportunidad de verificar si cumplió sus amenazas, pues en los datos biográficos que de esta artista visual son consultables en la red se consignan varias exposiciones individuales suyas posteriores a aquélla, sólo que no se aclara si mostró grabados o no, puesto que también practicó la pintura y trabajó con solvencia con técnicas de elaboración de obras de papel con procedimientos tradicionales japoneses. Años después, esa profesora de diseño y autora de una espléndida publicación sobre el cartel polaco realizado entre 1945 y 2006 y yo retomamos e intensificamos nuestros vínculos amistosos. Nos reunimos para comer juntos varias veces. Acudí a la presentación de su libro sobre el cartel polaco de la segunda mitad del siglo XX. Tuve el placer de recibirla en mi oficina. Hicimos planes editoriales. Ella, mi amiga, desafortunadamente ya no vive.
También en 1988 se me encomendó el texto de presentación para una muestra individual de una artista visual que había nacido en Polonia y que era docente tanto en la Universidad Iberoamericana como en la unidad Xochimilco de la UAM. Cuando estuve en presencia de los huecograbados que ella exhibiría resulté gratamente impactado por la elocuencia, por las soluciones temáticas, así como por el esmero técnico, cromático y formal con el que había trabajado e impreso esas estampas. Se trataba de una exposición muy completa de grabados con los que ella había viajado desde su país natal. En mi escrito la conminé a retomar en México su carrera en el campo de la gráfica, pues me resultaba claro que ésta se anticipaba por demás promisoria; lo hice un poco a manera de invitación para que dejara de exponer únicamente obras de fechas anteriores a 1980, año en el que trasladó su lugar de residencia a nuestro país. Su reacción fue la de declarar que no exhibiría de nueva cuenta aquellos grabados, pero lo más lamentable fue
Debe haber sido en aquel 1988 cuando entendí que el ejercicio crítico no tiene cabida en el prólogo de un volumen en el que se incluyan ilustraciones o viñetas “Tengo para mí que el propósito primordial de la actividad crítica es el a las cuales haya que referirse, así como tampoco la tiene en un texto de presentación para un catálogo o de poner en valor el en un texto de sala para una muestra grado de importan- de arte. Y no por las consecuencias cia con el que cuente que los dos escritos referidos a mauna obra o un con- nera de ejemplos hayan tenido, sinojunto de obras para impulsar el desarrollo de la cultura artística” porque el terreno de la crítica está en lo periodístico: en las hoy casi inexistentes secciones de cultura de los diarios, en las revistas culturales como lo es Palabra, en las publicaciones especializadas y, hoy por hoy, en las llamadas redes sociales. Lo que nunca pasó por mi mente, al fungir como orador en la ceremonia de premiación de algún concurso de artes plásticas, visuales o conceptuales — lo cual he hecho en múltiples ocasiones, antes y después de 1988—, fue pronunciar un discurso crítico en detrimento de la persona que hubiera resultado galardonada y, menos todavía, recomendarle a esa persona ganadora cómo debió haber hecho la obra con la que ya había sido premiada por un jurado. Cometí los errores que ya reseñé cuando tenía 33 años (joven, pero no tanto, y 34 años antes de