PEQUEÑA HISTORIA
de
San Jorge
PEQUEÑA HISTORIA
de
San Jorge Textos: Narcís Sayrach Ilustraciones: Pilarín Bayés Traducción: Sonia Tapia
1ª edición: julio de 2016 © Texto: Narcís Sayrach © Ilustraciones: Pilarín Bayés © Traducción: Sonia Tapia © Editorial Mediterrània, SL Casp, 108, 8ª planta 08010 Barcelona Tel.: (+34) 93 218 34 58 - Fax: 93 265 65 23 editorial@editorialmediterrania.com www.editorialmediterrania.com ISBN: 978-84-9979-486-0 DL: B-16689-2016 Fotocomposición e impresión: Ormoprint, Barcelona
San Jorge, personaje de Cataluña Esta pequeña historia nos habla de un personaje extraordinario, san Jorge, una de las figuras más importantes de la historia de Cataluña. No hay prácticamente nadie que no haya oído hablar de él, cosa que no puede decirse de otras grandes figuras históricas. Y no solo es un perso naje conocido por todos, sino que san Jorge es una figura muy querida por los catalanes. Cataluña quiere tenerlo presente, y por eso el pueblo ha co locado imágenes suyas en lugares visibles y signifi cativos por todo el país. Algo que tampoco pasa con ningún otro personaje catalán. Esta es una presencia especialmente desbordan te en la ciudad de Barcelona, haciendo honor a su condición de capital de Cataluña. Hasta se podría trazar una interesante ruta de san Jorge dentro de la Ciudad Condal, que abarcaría cerca de un cente nar de obras, algunas de ellas muy valiosas.
Si paseamos por el barrio gótico, lo encontraremos en los edificios más representativos de la Edad Media. En la catedral, Antoni Claperós esculpió en piedra, hacia 1467, la bella clave del templete del surtidor del claustro. Si entramos en el Ayuntamiento, lo veremos en la escultura de Josep Llimona como un intrépido guerrero, erguido al pie de la escalinata, como si saliera a recibirnos. En el antiguo palacio del Lloctinent, el escultor Josep M. Subirachs lo ha representado en la espléndida puerta de bronce que da acceso al Salón del Trono. En la capilla de Santa Àgata, antigua iglesia de los condes reyes de Cataluña, lo vemos en una de las tablas del reta blo de Jaume Huguet. No obstante, es en el palacio de la Generalitat donde esta presencia se torna exuberante. San Jorge preside sus dos fachadas: la antigua o gótica, con el extraordinario medallón de Pere Joan (1418) y la actual o renacentista, con la escultura ecuestre de Andreu Aleu. El interior, además de la capilla y el salón de San Jorge, está lleno de referencias. Si salimos del barrio gótico, la representación ico nográfica de san Jorge es todavía más esplendorosa.
¿Quién no recuerda el conjunto escultórico moder nista denominado «Cançó popular» (Canción popular), que preside el Palau de la Música Catalana? De entre el pueblo surge con fuerza nuestro personaje con una señera ondeante. Podríamos recorrer el Palacio de Justicia, el Hospital de Sant Pau, la Casa de les Punxes, la Casa Serra —sede actual de la Diputación de Barcelona—, la histórica cafetería de Els Quatre Gats… En Montjuïc, la ciudad le ha erigido un monumen to en la plaza que lleva su nombre. Josep Llimona lo esculpió a caballo, despojado de toda vestidura, con la lanza en la mano y el cuerpo inclinado como para acometer a cualquiera que amenazara el bien de la ciudad que contempla extendida a sus pies. Si recorremos el Passeig de Gràcia, la fachada de la Casa Batlló captará de inmediato nuestra atención: las calaveras de los balcones, el colorido del edificio y el dragón que lo corona, la cruz… Posiblemente nos encontremos delante de uno de los monumentos más insólitos que se han dedicado a san Jorge. Se trata de una alegoría de la escena mítica de la lucha de san Jorge contra el dragón. Antoni Gaudí quería que los niños aprendieran a querer al patrón de Cataluña y por eso colocó una escultura en el parvulario que construyó junto al templo de la Sagrada Familia. La profusa ruta de san Jorge no finaliza en la ciudad de Barcelona. Continúa en Montserrat, en Montblanc, en el pueblo de Sant Jordi Desvalls en el Gironès, en la sierra de Sant Jordi en la Noguera, en el golfo de Sant Jordi del Delta del Ebro, en la Paeria de Lleida. Desde la costa hasta el interior, san Jorge está por toda Cataluña. Y más allá, por otros países de cultura catalana, como Alcoi o Banyeres de Mariola en el País Valencià, en Mallorca, etcétera.
Encontramos a san Jorge en los orígenes de nuestro país Cuando Cataluña comenzaba a formarse como na ción, recluida en los valles de los Pirineos de la par te sur de la llamada Marca Hispánica, sabemos que una de las figuras emblemáticas de nuestra histo ria, el abad Oliba, en el año 1032 consagraba un altar del monasterio benedictino de Ripoll dedicado a nuestro personaje. De tal manera que podríamos aplicar a san Jorge los versos que Mossèn Cinto Verdaguer dedicaba en el Virolai a la Virgen de Montserrat: «Con vuestro nombre comienza nues tra historia». Tres siglos antes, en el viii, san Jorge ya era conocido en Cataluña.
Los monarcas catalanes y la Generalitat fueron los grandes impulsores de san Jorge en Cataluña La figura de san Jorge despertaba una gran devo ción en los monarcas catalanes. Pedro II el Católico fundó en el año 1201 la orden de San Jorge de Alfama, con la finalidad de repoblar y proteger las tierras conquistadas, que iban desde Tortosa hasta Cambrils. Su hijo, el rey Jaime I, vivía tan intensa mente su amor por san Jorge que llegó a sentir su presencia en los momentos más decisivos de su vida, como fueron la conquista de Mallorca —según ha quedado escrito en sus Cròniques— y de la ciudad de Valencia. Acontecimientos estos que los pintores Pere Niçard y Marçal de Sas plasmaron en dos obras espléndidas. Pedro IV el Ceremonioso es, no obstan te, el monarca que más destacó por su devoción a san Jorge. Además de fundar diversas cofradías bajo su patrocinio, emprendió toda una serie de ac ciones para poder conseguir la preciada reliquia del supuesto cráneo del santo, que en aquellos tiempos se encontraba primero en Livadia, después en la isla de Egina y hoy en día en la basílica benedictina de la isla de San Giorgio Maggiore (Venecia). Por todo esto entró en litigio con la monarquía inglesa, que también estaba interesada en la reliquia.
La Generalitat medieval —denominada entonces Diputació del General de Catalunya— tuvo un papel muy destacado en favor de san Jorge. Ya desde muy pronto, en 1300, lo tomo como patrón. Desde entonces hasta hoy, la Creu de Sant Jordi (Cruz de San Jorge) será el distintivo propio de la institución. Era tal la estima de la Generalitat por este personaje que no paró hasta conseguir que las Cortes Catalanas lo proclamasen patrón de todos los catalanes. Primero lo intentó cuando las Cortes se encontraban reunidas en Monzón, en 1436, pero no fue hasta el 17 de abril de 1456 cuando aquellas, convocadas en el claustro de la catedral de Barcelona, atendieron a la petición de la Generalitat y declararon oficial la fiesta de San Jorge, que se convirtió entonces en patrón de Cataluña.
Cataluña hace de san Jorge un símbolo nacional Con el movimiento de finales del siglo xix denomi nado Renaixença, que se caracteriza por el deseo de recuperar la identidad nacional, Cataluña buscó en el pasado los signos propios de su manera de ser, y encontró en san Jorge la figura que mejor la definía. Así fue como san Jorge se convirtió en símbolo de la catalanidad, aspecto que se manifies ta de muchísimas maneras. Mossèn Cinto Verdaguer, la figura capital de la lengua catalana de la Renaixença, escogió la ermi ta de Sant Jordi de Puigseslloses, cerca de Vic, para celebrar allí su primera misa. Varias instituciones muy significativas nacidas a partir de la Renaixença se pusieron bajo su patrocinio, como el Centre Excursionista de Cataluña (creado en 1890), el Orfeó Català (1891), el Institut d’Estudis Catalans (1907)… y más recientemente, en 1951, en plena dictadura, nació un grupo coral que adoptó, de manera inten cionada, el nombre de Coral Sant Jordi, en claro desafío al régimen totalitario. Y más tarde, a finales de 1988, se creó la asociación Amics de Sant Jordi, una entidad plenamente jordiana «por su carácter de fidelidad a la tierra». Además de las institucio nes, son muchas las manifestaciones que expresan la estima que suscita la figura de san Jorge. La Unió Catalanista, en los años 1899 y 1900 editó dos series de sellos patrióticos con la imagen del santo, y acuñaba monedas con una bella figura moder nista de este personaje, diseñada por el escultor Vallmitjana. En el año 1956 se creó el galardón Sant Jordi de Cinematografía. Desafiando la amenaza de convertir
la literatura catalana en una literatura de segundo orden con la política expansionista de premios en castellano, en 1960 se instituyó el Premio Sant Jordi de novela. La Universitat Autònoma de Barcelona creó en 1979 la Medalla de la Universitat de Bellaterra con la figura del santo. En 1981, la Generalitat de Cataluña instituyó el galardón Creu de Sant Jordi. En 1992 se inauguró el Palau Sant Jordi, emblema de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Un largo etcétera se podría añadir como testimo nio del tributo que Cataluña rinde a su patrón.
El día de San Jorge, rosas y libros El día 23 de abril se celebra la festividad de San Jorge. A pesar de no ser fiesta oficial, Cataluña la ha transformado en el día más cívico, más luminoso y más patriótico. El historiador Josep Benet lo ex presa con estas palabras: «La festividad de San Jorge es la fiesta catalana más bella y completa. La que más enorgullece a los catalanes y, a la vez, nuestra fiesta más admirada por los foráneos que han tenido la suerte de vivir este día en Barcelona. Arranca de la Cataluña medieval y no obstante es la más viva y moderna». Este día, el Palau de la Generalitat es, como en la Edad Media, todo un jardín de rosas. La rosa roja, cuanto más roja mejor, es la rosa de san Jorge. Representa el rojo de la sangre del martirio. Diversas narraciones han querido dar una expli cación poética al origen de esta bonita tradición de regalar rosas a la mujer querida. Dicen que cuan do san Jorge fue decapitado, su cabeza cayó por tierra y allí por donde rodó surgió un vergel de rosas rojas. Otras historias legendarias cuentan que el dragón al que se enfrentó nuestro héroe, para liberar a una doncella que estaba a punto de ser devo rada, se fundió al morir con la tierra, donde flore ció una rosa roja que el santo recogió para ofrecer a la dama. Lo cierto es que esta tradición tiene sus oríge nes en tiempos de la Diputació del General. Cuando los estamentos representados en las Cortes salían de la capilla de Sant Jordi del Palau de la Generalitat, donde habían celebrado la fies ta del santo, hacían una ofrenda de rosas a sus damas. Desde entonces se mantiene este gesto tan lleno de significado. Barcelona conserva asi mismo la tradición de visitar la capilla del santo: una larga fila ininterrumpida de gente aguarda durante su día para poder entrar en el Palau y rendir homenaje al patrón de Cataluña.
Más recientemente, desde el año 1926, se incorpora la costumbre de regalar libros en este día. Su origen es contradictorio. El gesto nació durante la dictadura de Primo de Rivera, que suprimió la Mancomunitat de Catalunya y dio soporte a la ins titución del Día del Libro por toda España con la in tención de desvincular una fiesta tan impregnada de catalanidad. San Jorge, no obstante, también venció a este dragón. El libro, la cultura y la lengua son precisamente la razón de ser de Cataluña. El Día del Libro, en lugar de ser un elemento distorsio nador, se ha incorporado por completo a la festivi dad y la ha enriquecido. Últimamente la festividad de San Jorge ha alcan zado una proyección internacional. Desde 1986, la Asociación Japonesa de Amistad con Cataluña la celebra con el nombre de Sant Jordi’s Day, y las calles de las principales ciudades de Japón se ador nan con tenderetes de libros y de flores. A partir de 1996, la Unesco ha declarado el día de San Jorge Día Mundial del Libro, una iniciativa del Gremio de Editores de Cataluña, con el apoyo de la Generalitat.
San Jorge nos abre al mundo En cuanto salimos de Cataluña, nos damos cuenta de que san Jorge —este personaje que los catala nes sentimos tan nuestro— pertenece también a muchos otros pueblos. San Jorge es, antes que nada, un personaje de la Iglesia, un santo. Las diversas creencias cristianas —la católica, la ortodoxa y la protestante— le otor gan un lugar destacado desde los primeros siglos del cristianismo. Le han sido consagrados miles de templos. Es pues en estos lugares donde nos re encontraremos con san Jorge: por toda Europa y en muchos puntos del mundo. Desde magníficas catedrales, basílicas, monasterios o templos parro quiales hasta humildes iglesias y ermitas llevan su nombre. Nuestro personaje, sin embargo, no queda reclui do ni mucho menos en las iglesias. San Jorge per tenece al pueblo, es patrimonio de la gente, ya sea creyente o no. Veremos su imagen en muchos edi ficios de carácter civil. Da nombre a muchas calles y plazas, e incluso a poblaciones. En Francia, le llaman Saint-Georges; en Italia, San Giorgio; en Dinamarca, Sankt Jorgen; en Eslovenia, Senjur, Sveti-Jurij o Jurjevo; en Galicia, Sao Xurxo o San Jorge… También hay puntos geográficos bautiza dos con el topónimo de nuestro personaje: lagos, islas, estrechos, golfos, colinas… Incluso la Luna cuenta con un cráter denominado San Jorge.
Viendo a nuestro santo tan presente por todas partes, no nos extraña que haya otras naciones que tam bién lo tengan como patrón, como Portugal, la anti gua confederación del reino de Aragón, Inglaterra, Serbia, Grecia, las antiguas repúblicas de Génova y de Venecia, Lituania, Rusia, Georgia, Etiopía… además de muchísimas ciudades. Si viajamos descubriremos que nuestro persona je, el san Jorge que nos identifica como catalanes, nos une con Europa y nos abre al mundo. Pero, en realidad, ¿quién era san Jorge? ¿Quién era este personaje cuyo recuerdo perdura tan viva mente? ¿Era de verdad una figura tan extraordina ria como para que al cabo de tantos siglos Cataluña —como muchos otros pueblos— siga atraída por él?
Su presencia se advierte en las más diversas mani festaciones de la vida cotidiana: programas, invita ciones, participaciones de acontecimientos familia res o sociales, monedas, sellos, exlibris, estampas, postales, historietas de tebeo y chistes gráficos aparecen con la imagen de san Jorge. Es un amplio material que hace las delicias de todos los amantes del coleccionismo. Resulta extraordinario constatar con qué abundan cia y variedad ha sido reproducida su imagen por artistas de todos los tiempos: Durero, Van Eyck, Carpaccio, Rafael, Tintoretto, Rubens, Velázquez, Goya y otros más modernos, como Kandinsky o Dalí.
El san Jorge histórico San Jorge, hasta su muerte, era una persona muy normal, tanto que apenas sabemos nada de su vida. No era un personaje catalán. Había nacido en un país muy lejano, con un paisaje extraordinario y fantástico, denominado Capadocia, hoy en día una región de la actual Turquía. Vale la pena ir a cono cer este país, de pueblos de construcción troglodita en tierras volcánicas a las que la erosión ha confe rido formas de fantasía. De la vida real de nuestro santo solo sabemos una cosa: que murió mártir. El emperador Diocleciano decretó en el año 303 un edicto que obligaba a re negar de su fe a quienes creían que Jesús era el hijo del único Dios. Muchos cristianos se mantuvie ron fieles a sus creencias y murieron en el martirio. San Jorge fue uno de ellos. Siendo tribuno del ejér cito romano, selló con la muerte su fidelidad a aquello en lo que creía. No claudicó, y eso es lo que lo hace importante. Por desgracia, no nos han llegado las actas histó ricas que verifican esta muerte, como tampoco las de tantos otros mártires. Los conocimientos que tenemos nos llegan por la tradición de las diversas comunidades cristianas, que la han mantenido viva a partir de su muerte. ¿Qué debía de tener el mártir Jordi para que fue ra considerado desde muy pronto como el mártir por excelencia? Las iglesias cristianas orientales lo denominaban el megalomártir, una palabra griega que quiere decir «el gran mártir». Pocos años después de la muerte de san Jorge, en el mismo siglo IV, san Juan Crisóstomo lo califi ca de «príncipe de los mártires», y san Gregorio Taumaturgo, de «ilustre y excelente». El testimonio del mártir Jordi confirmaba la fe de los creyentes en unos momentos muy difíciles. Muy pronto las diversas comunidades cristianas del entorno de los hechos (griegas, etíopes, arme nias, sirias, persas) dedicaron templos en su honor y dieron comienzo a un culto que se ha mantenido vivo de manera ininterrumpida hasta nuestros días. Ciertamente hay quien niega la autenticidad de san Jorge basándose en la falta de documentos
históricos que acrediten su existencia. Otros, a cau sa de las leyendas que también muy pronto acom pañaron a la figura del mártir, lo han reducido a un simple mito. Todo esto no es de extrañar, teniendo en cuenta que, puestos a dudar, hay quien niega incluso la misma autenticidad de los evangelios.
La importancia de llamarse Jordi El nombre de las cosas en muchas ocasiones las de fine hasta el punto de resultar de lo más adecuado. El nombre de «Jordi» procede del griego Georgós, que quiere decir «hombre de la tierra», el que tra baja la tierra. Para los catalanes, el hecho de que Jordi sea un hombre del campo, el hombre que ama y cultiva la tierra, que se siente identificado con ella, ha hecho más atractiva la figura del santo, una figura que también es la del mártir, la de una persona de fide lidad incuestionable. San Jorge despierta en los catalanes sentimien tos de patria, de país, de voluntad de ser fieles a nosotros mismos, a nuestras raíces, a nuestra len gua y nuestra cultura. San Jorge nos lleva a com prometernos con nuestra gente. Se ha convertido en uno de los símbolos más hermosos y definitorios de nuestro pueblo.
San Jorge es un personaje rodeado de leyendas ¿Qué pasa cuando hay un vacío, una falta de datos en la historia, como es el caso de san Jorge? Pues que se mitifican tanto los hechos como el persona je. Aquello que no cuenta la historia, lo aporta la imaginación popular. Y cuanto más importante es el personaje, más se aureola a la persona y nacen explicaciones legendarias. La figura de este mártir ha dado pie a diversas y hermosas leyendas. A continuación, presentamos las más importantes. La pasión o los tormentos del martirio Es la leyenda más antigua y la más querida por las antiguas comunidades cristianas. Describe toda una serie de tormentos que sufrió nuestro mártir antes de ser decapitado: lo atan a una rueda de cuchillos, lo fustigan, lo queman en la hoguera, lo arrastran atado a unos caballos, lo envenenan, lo arrojan a un horno de cal viva… Es una narración de episodios de una lucha homérica, en la que resalta la fortaleza del mártir cristiano. La lucha contra un dragón en defensa de la princesa Es la leyenda universalmente conocida, escrita y di vulgada por Jacobus de Voragine en 1264. Describe con gran riqueza y plasticidad la valerosa lucha del santo contra un dragón para salvar a la princesa que iba a ser devorada, ante la atemorizada mira da de todo el pueblo que sufría los estragos de aquella bestia infernal. Es una narración que re cuerda a los grandes héroes de la mitología anti gua, que también luchan contra el mal. Esta leyenda causó un gran impacto en una época guerrera y caballeresca, la medieval, y convirtió a san Jorge en el modelo de buen caballero. Cataluña ha hecho de ella una lectura muy lúcida y actual. San Jorge, fiel a su pueblo, lo libera de toda clase de dra gones que le impiden realizarse con justicia y libertad.
El san Jorge verde El nombre «Jordi» en árabe es khidnr, que significa «verde». Proviene de una creencia de algunos pueblos de la Europa oriental, principalmente Eslovenia, según la cual por allí por donde nuestro héroe pasaba, pisaba o se sentaba, todo se llena ba de verdor. El hecho de que la festividad de San Jorge sea el 23 de abril, en época plenamente primaveral, da origen a esta leyenda de carácter alegre, juvenil y amo roso de nuestro santo, una leyenda que encaja con la tradición catalana de regalar rosas el día de San Jorge. Las leyendas guerreras Existen numerosas leyendas surgidas en torno a acontecimientos bélicos en los cuales interviene san Jorge junto a los guerreros cristianos: en la batalla de Antioquía con los croatas (1096), en Huesca junto a Pedro I, en la conquista de Barcelona en ayuda del conde Borrell II, en las conquistas de Mallorca y de Valencia (hecho este mencio nado por el propio Jaime I)…
Punto final Sabemos muy poca cosa sobre la vida histórica de san Jorge, pero sí disponemos de mucha infor mación sobre su presencia en la historia de nues tro pueblo y en muchos otros de Europa y del mundo. Algunos de estos datos han sido reflejados en estas páginas, pero muchos otros se han que dado en el tintero.
También os puede interesar:
Pequeñas historias de nuestros pintores: Ilustradas por
Pilarín Bayés
PEQUEÑA HISTORIA dE
Picasso
PEQUEÑAS HISTORIAS de nuestros pintores PEQUEÑA HISTORIA DE
Picasso
Fina duran i Riu 16 páginas
PEQUEÑA HISTORIA dE
Eduard Fornés i Gili 16 páginas
PEQUEÑA HISTORIA
de
PEQUEÑA HISTORIA dE
Antonio Machado
Joan Miró Fina duran i Riu 16 páginas
Pilarín Bayés es una de las dibujantes catalanas más importantes de la actualidad. Más de cuarenta años de trayectoria profesional avalan la indudable categoría de esta artista que, a lo largo de su extensa carrera, ha ilustrado con color, detalle, humor y ternura más de 700 libros. Desde muy pequeña mostró una enorme facilidad para el dibujo, y posteriormente completó sus estudios de bellas artes en la escuela Sant Jordi de Barcelona. ella se considera a sí misma, sobre todo, una dibujante de personajes, faceta en la que se inició gracias a la pedagoga Marta Mata y a la editorial la Galera, y que consolidó después en la revista juvenil Cavall Fort y en la colección Pequeñas Historias. Observar sus dibujos es revivir historias, sonreír gracias a mil detalles, percibir los guiños que nos hace con sus personajes…
Puede encontrar más
PeQUeÑAS HISTORIAS y otros productos en nuestra web:
www.editorialmediterrania.cat
10 Pequeña historia de Antonio Machado Pack_DaMiPi_ESP.indd 1
CUB_MACHADO_CAST.indd 1
04/07/12 13:28
PEQUEÑA HISTORIA DE
Dalí PEQUEÑAS HISTORIAS
4 Pequeña historia de Picasso Dalí
PEQUEÑA HISTORIA DE
Joan Miró
Picasso • Dalí • Joan Miró
de nuestros pintores
PEQUEÑAS HISTORIAS
PEQUEÑAS HISTORIAS
ISBN: 978-84-9979-019-0
Picasso
Picasso • Dalí • Joan Miró
PEQUEÑA HISTORIA
de
Pequeña historia de Picasso Pequeña historia de Dalí Pequeña historia de Joan Miró
21/1/11 09:26:15
PEQUEÑA HISTORIA
de
Goya
20 Pequeña historia de Goya PEQUEÑA HISTORIA
de
García Lorca
CUB_GARCIA_LORCA_CAST.indd 1
04/07/12 13:28
33 Pequeña historia de García Lorca
PEQUEÑA HISTORIA
de
Miguel de Cervantes
193 Pequeña historia de Miguel de Cervantes PEQUEÑA HISTORIA
de
CUB_PH Velazquez_CAST.indd 3
Velázquez
09/10/13 12:44
284 Pequeña historia de Velázquez
Encontraréis la lista completa de la colección en www.editorialmediterrania.com
85
PEQUEÑAS HISTORIAS
www.editorialmediterrania.com