COFRADÍA SANTÍSIMO CRISTO DE LA AGONÍA Y NUESTRA SEÑORA DE LA AMARGURA: Sentimiento Cofrade

COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA AGONÍA Y NUESTRA SEÑORA DE LA AMARGURA

Sentimiento Cofrade

Esmeralda Martínez Picazo

Cuando piden hablar de una cofradía, casi siempre se explica las imágenes que tienen, los tronos, los mantos, las joyas de la Virgen, etc… en fi n, el patrimonio material, cuando el mayor tesoro de una Cofradía son sus cofrades, las personas que día a día trabajan por y para la Cofradía, sin parar de crecer y vivir esperando que llegue, esa semana de Pasión, esa Semana Santa que a todos nos conmueve, año tras año. Los que desde niños empezamos de nazareno en una fi la, participando en las procesiones, repartiendo caramelos, sintiendo que eres algo especial cuando ves a tus amigos desde la acera y tú procesionando, primero de la mano de tu padre o de tu madre o de tus abuelos, y más tarde con tus amigos. Conforme creces, observas a los mayores que se encargan de cosas, de organizar, de preparar, de dirigir, unos en la banda, otros de costaleros y empieza a fl orecer la vocación de cada uno, soñando el día que podrás estar ahí con ellos. Cuando escuchas los ensayos de las bandas, te entra un escalofrío por el cuerpo, al oír un tambor o una corneta es revivir esa pasión que esperamos cada año y que está adormecida durante unos pocos meses. Pasan años forjando amistades, vas creciendo hasta que llega el momento en que tu sueño se puede hacer realidad. Das el salto a un grupo de trabajo y afl ora el sentimiento y la vocación en el momento que te piden ser costalero. Te invade un temor y una responsabilidad, al no creerte capaz de soportarlo. Los primeros ensayos son duros, pero el apoyo y la veteranía de los demás te tranquiliza y cada vez te sientes más seguro, así hasta llegar ese Viernes de Dolores, donde es el momento de la verdad, después será el Miércoles, Jueves y Viernes Santo, y hay que darlo todo, entregarnos en cuerpo y alma hasta llegar el Sábado de Gloria; cada día que sale nuestro Stmo. Cristo de la Agonía y Nuestra Señora de la Amargura a la calle, nosotros somos sus pies. Hay un momento justo antes de la salida del trono, que para todo costalero y cofrade es especial, todos colocados bajo nuestro puesto en el varal, momento de oración, la Catedral en silencio, el cuerpo en tensión, las piernas y brazos temblando, el estómago encogido, los ojos cerrados y los oídos abiertos para escuchar la llamada de nuestro capataz. Suena esa campana y como si todos fuésemos solo uno, el trono sube por igual. Año tras año se comparten muchos momentos, muchas emociones, se crea una hermandad especial entre los costaleros que traspasa esa Semana y se mantiene todo el año. Si llegado el momento te ves ejerciendo de capataz, es donde el peso y la responsabilidad se multiplican. La confi anza entre todos debe ser total, la seguridad de un

capataz se la dan sus costaleros, saber de la entrega y esfuerzo de cada uno de ellos y del grupo en conjunto. El ir bajo el varal, debe ser un momento de refl exión y tiempo de oración, es momento de pedir y agradecer, cuando las fuerzas fallan hay que agarrarse a la Fe y saber qué nos llevó a estar ahí. Se debe saber que somos elegidos, nada en la vida nos pasa, sin que nuestro Padre lo permita. Para un capataz, es duro ver en la mirada de sus costaleros, el refl ejo de esfuerzo, sufrimiento y dolor, aunque también es satisfactorio ver cómo ponen el corazón, y dan el alma, cómo se entienden con la mirada y con un solo toque o una sola voz saben lo que hay que hacer. No se puede estar más orgulloso. Nada de las vivencias dentro de una cofradía, difi ere mucho del día a día de la vida cotidiana, somos cristianos, vivimos en Comunidad, debemos ayudarnos en los malos momentos y disfrutar de los buenos, deberíamos ser ejemplo para las personas que nos ven trabajar en las parroquias, en los desfi les y en nuestra vida. Ser cofrade es compromiso, es entrega y representamos muchas cosas que con túnica y sin túnica debemos cumplir. Esto es fe, es tradición, es sentimiento y aunque pasen muchos años, siempre habrá un niño que mire con ojos de admiración y sueñe que un día será él quien esté bajo el trono, o con una corneta, un tambor o un llamador y se emocione cuando escuche una marcha y vea salir y desfi lar a sus Imágenes.

Santísimo Cristo de la Agonía. Autor: José Luis Ortiz López