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Esperanza Macarena Siempre
COFRADÍA NUESTRA SEÑORA REINA DE LA ESPERANZA MACARENA, SANTÍSIMO CRISTO DE LA ESPERANZA Y TRAICIÓN DE JUDAS
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Esperanza Macarena Siempre
José Lozano
Cuando aún llena nuestro universo, la luz de la Navidad para recordarnos, que la cuna de Belén, nos lleva a la Cruz del Calvario y que esta no sería posible sin aquella. Por esa alegría luminosa que da la cercanía física con nuestra Esperanza Macarena, cuando sale por nuestros labios su nombre, nuestra madre nos prepara para el encuentro con su hijo, allanado por ella, y en las manos de ambos, está el consuelo y el refugio, porque en las miradas de una y de otro, podemos encontrar la fuerza y la fe, para seguir adelante con nuestra vida. Sus ojos con las lágrimas de nuestra Divina Madre, son como voces que hablan sin palabras, a través de esos ojos, nos dicen que el camino se recorre día a día, que hay que poner la vista en el terreno que hay bajo nuestros pies o delante de ellos. Llamarnos cristianos y cofrades supone vivir la caridad en la cercanía de nuestra Esperanza y su hijo Jesús. Debemos acercarnos a nuestros hermanos cofrades para compartir no sólo nuestra Fe, sino nuestra manera peculiar de vivir esa Fe y en esa cercanía buscamos la de Cristo. Porque nos sostiene y nos alienta empujándonos hacia aquellos y el bien de nuestra Cofradía y de quienes la integran, para la mayor gloria del Dios Padre, su hijo Jesucristo y de su madre Esperanza Nuestra, y así en cualquier circunstancia, lugar o tiempo, poder mirarnos en ella como un espejo, sin sentir vergüenza de la imagen propia. En nuestro caso como cristianos, debería ser una máxima de vida, y si además somos cofrades eso se convierte en la máxima de la máxima, porque para nosotros el espejo es mucho más que un cristal. Es el rostro de la imagen en torno a la cual nos reunimos, y a ese espejo no se le puede ocultar nada y frente a él, nosotros contamos con otra arma más poderosa, la fe, la que ponemos en manos de Dios, confi ar y culti-
var la confi anza en su amor, quizás todo consista una vez más, en recordar aquello de dar sin esperar nada a cambio, porque entonces vuestra recompensa será grande y una cuestión de Fe, creer y confi ar aún sin entender, y creer y confi ar, incluso más allá de la misma Esperanza. Alguien dijo, “Haced lo que él os diga”, y en ese papel mediador, María, no hace nada más que lo que cualquier madre haría, allanar caminos, limar asperezas, mediar entre hermanos y que confi emos unos en otros a través de ella, y de la misma manera que nos acercamos a nuestra Madre terrenal, para pedirle consejos y ayuda, de la misma manera debemos acercarnos a nuestra Virgen con sinceridad y hablándole de corazón a corazón, sin temor a la respuesta que pueda darnos porque todos, absolutamente todos, en nuestro interior, sabemos lo que hemos hecho mal y lo que deberíamos de haber hecho y no lo hicimos, y aunque siempre nos conteste con su silencio, todo lo que recibiremos de ella será amor. Qué su mirada sea el espejo donde se refl eje nuestra mirada y que sea el ancla que nos una fuertemente a nuestro mundo. Haced lo que él os diga, pero también debemos hacer lo que ella nos diga, porque María es un símbolo de fe y de esperanza, María de la Esperanza, la que veneramos en su capilla, ya sea una representación o un símbolo, ella evoca a esa persona que fue real y que no solo vivió en una época, sino que sigue viviendo día a día en nuestros corazones, como lo siguen haciendo esos seres a los que tanto amamos y tanto recordamos, y que si la buscamos en nuestro yo más íntimo, siempre recibiremos de ella, comprensión, esperanza y mucho amor.