Xavier Ponsoda i Martí
Puzzles con mayor GdP personal
¿MONTAR PUZZLES ES UN DEPORTE? Montar puzzles te relaja, te permite aislarte de la rutina, de los problemas, es una buena terapia y un buen ejercicio mental. Creo que debería ser considerado un deporte, como el ajedrez, aunque no existe unanimidad en este aspecto. Sin embargo, es una actividad que cumple todas las normas: requiere una habilidad específica, se puede entrenar y permite competir, de hecho, hay campeonatos. A pesar de todo esto, montar puzzles se suele encasillar dentro del mundo de los juguetes y está destinado al ámbito individual; es más, el estereotipo de un adulto que monta puzzles es el de una persona «rarita», no es algo muy generalizado. En cambio, no ocurre lo mismo con los que juegan a las consolas. Quienes disfrutamos de esta afición/deporte queremos –como en cualquier otra– mejorar, buscar referentes, emular hazañas e intentar superarlas. Lo que nos diferencia del resto de deportes es que nosotros hemos avanzado poco en estos aspectos. Nuestra afición/deporte tiene unas características propias. Entre estas destaca, por ejemplo, que no se realizan partidas entre dos oponentes, como sí ocurre en el tenis o ajedrez. Es cierto que existe la variante de competición llamada «puzzlechess» en la que ambos oponentes ponen piezas, por turnos, compartiendo el mismo puzzle, que es pequeño y con los bordes ya puestos. No es el formato habitual de concurso, por ello nos centraremos el formato en el que cada concursante tiene su puzzle. Para ello, seguiremos comparándolo con el tenis y el ajedrez. En el tenis, cada jugador va sumando puntos según como vaya quedando en los distintos campeonatos en los que participe, y estos tienen distinto valor en función de la categoría del torneo, lo cual influye en la cantidad de deportistas de primer nivel que participan. En el caso de los puzzles podríamos establecer campeonatos de distinto nivel, en base a unos parámetros y establecer 30
un sistema de puntos. No es igual ganar un concurso de carácter local, al que no podrá acudir todo el mundo, que otro de carácter nacional que intentará ir todo el mundo. Por poner un ejemplo, ganar un concurso nacional podría dar 10 puntos y ganar un concurso local podría dar entre 2 y 6 puntos. En el caso del ajedrez, el sistema es diferente. Cada jugador tiene un indicador (Elo) que se mejora a medida que vas ganando partidas a jugadores de mayor nivel, o bajando según ocurra lo contrario. Para el caso de los puzzles, además del factor del prestigio del concurso, entraría en juego el perfil de quienes concursan. En este sentido, ganar un concurso nacional podría seguir dando 10 puntos, pero ganar un concurso local que congrega a quienes tienen el máximo nivel podría aumentar el nivel a entre 4 y 8 puntos. Del mismo modo, un concurso con participación poco «avanzada» podría reducir el rendimiento a entre 1 y 4 puntos. De esta manera, tras un debido estudio y perfeccionamiento del sistema, nos permitiría obtener un auténtico ranking de quien participe en concursos y, además establecer récords anuales, plurianuales… de toda clase, como en todos los deportes. Sin embargo, en una partida de ajedrez, las 16 piezas de cada jugador son siempre las mismas, No se esperan grandes cambios entre una partida y la siguiente. En la pista de tenis puede cambiar el tipo de suelo, la temperatura, el viento, la posición del sol y algún aspecto más. Todos estos factores sí que condicionan las posibilidades de ganar de manera bastante notable. ¿Cuál es el caso de los puzzles? Un mundo aparte, no es igual montar un puzzle de 1000 piezas que de 500 o comparar uno de flores variadas con uno de unos rascacielos. ¿Debemos, por tanto, clasificar los torneos según el tamaño y según la imagen que se represente? Posiblemente.