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En busca de San Jorge Cristóbal Albero Francés

EN BUSCA DE SAN JORGE

Cristóbal Albero Francés

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Es bien conocida la historia de nuestro Patrón San Jorge, tras muchísimos años de fiestas en su honor en nuestro pueblo y con tantos sermones y panegíricos del Santo en la Misa Mayor del 23 de abril, alabando sus virtudes de soldado romano y su martirio en defensa de su Fe cristiana. Esta le costó ser degollado tras innumerables padecimientos que nos harían estremecer si en la actualidad pudiéramos comprobarlo recibiendo la palma del martirio cuyos elocuentes oradores sagrados han elogiado.

La historia de San Jorge, de su pasión y su muerte, queda recogida en el enmarque del Imperio Romano, a principios del siglo IV. En el año 286, Diocleciano es proclamado emperador por los soldados y encamina todos sus esfuerzos a reforzar la autoridad imperial. En 302, Diocleciano inicia la llamada “gran persecución” contra el cristianismo, la cual fue muy dura y fue aliviada unos años más tarde cuando la política del nuevo emperador Constantino convierte al cristianismo en la religión oficial del Estado. En la persecución del año 303, es cuando se sitúa el martirio de San Jorge.

Pocos santos han recibido un reconocimiento tan universal como San Jorge. Como protector especial de los soldados, este héroe de la Fe ha inspirado a multitud de artistas en todos los ámbitos de la cultura y en todos los rincones del mundo: iconografías, pinturas, literatura y demás símbolos y escritos que le evocan. Se han levantado en su nombre multitud de iglesias por doquier y la veneración a este Santo es quizá la más reconocida mundialmente. Si bien es cierto que la iconografía y el simbolismo que rodea a San Jorge se presta a interpretaciones subjetivas de autor, igual ha ocurrido con la literatura que recoge su vida, puesto que no acoge del todo hechos históricos sino más bien leyendas que albergan relatos tildados en ocasiones de fantasiosos. El papa Gelasio, en el año 494 promulgó un decreto que distinguía las actas auténticas de los mártires cristianos de otras consideraciones apócrifas. La cuarta parte contenía las pasiones de San Jorge, pero el texto fue rechazado por Gelasio y éste puso la narración en boca de Pasícrates, compañero de Jorge y testigo de su pasión durante 7 años y que escribiría la historia por indicación del propio mártir. La narración de Pasícrates es la más maravillosa de cuantas se conocen de la pasión de San Jorge y, como tal, fue rechazada por la ortodoxia eclesiástica. Esta redacción original tuvo lugar en griego, pero de ella se conservan tan solo algunos fragmentos en un palimsesto del siglo V conservado en Viena. El relato de Pasícrates fue traducido al latín y de esta traducción se confeccionaron versiones orientales en copto, siríaco, armenio y etiópico. El texto copto incluye las tres muertes y resurrecciones de San Jorge. Por tres veces Jorge expira entre horribles su-

plicios y por tres veces Dios o San Miguel descienden del cielo para volverlo a la vida. Cuando San Jorge fue muerto por tercera vez el rey Dadiano ordenó que su cuerpo fuera llevado a la cima de una montaña, a fin de que las aves de rapiña lo devoraran y sus huesos dispersados no pudieran ser recogidos y venerados por los cristianos.

San Jorge fue decapitado el 23 de abril. Sus compañeros Pasícrates, Lucio y Cireno embalsamaron su cuerpo y lo llevaron desde Tiro a Joppe y de allí a Lydda, donde su tío materno, Andrés, se empeñó en la construcción de un pequeño martyrium en el que depositar su cuerpo. Más tarde este pequeño templo consagrado por Teodosio, obispo de Jerusalén, fue destruido por Euquio y la capilla fue reconstruida y ampliada por Constantino, quien levantó otra iglesia dedicada al santo en Constantinopla, alrededor del año 330. La favorecedora política constantiniana probaría la enorme rapidez con que se difundió el culto a San Jorge. A partir de este momento se inicia un crecimiento de las manifestaciones iconográficas que no cesarán hasta cubrir la mayor parte del territorio mundial. La iconografía de San Jorge se presenta en tres actitudes: figura de pie emulando la figura de un guerrero y propia del arte bizantino, representación a caballo (podría tener un origen egipcio) y, por último, la variante iconográfica del soldado montado en su caballo luchando contra el dragón. El episodio de la lucha contra el dragón está ausente de los manuscritos griegos, latinos y orientales antiguos y no se tiene constancia del mismo antes de los siglos XI-XII. Parece creíble pensar que fue traído a occidente desde Siria, tras la intervención de los cruzados en Tierra Santa. En cualquier caso, este episodio fue conocido a partir de la publicación de la “Leyenda Áurea” de Jacobo de la Vorágine (c. 1264). Aquí vienen recogidas vidas de santos cuya divulgación fue extraordinaria por todos los monasterios y círculos eclesiásticos.

El contenido del texto es en sustancia el siguiente:

“Jorge de Capadocia llegó a una ciudad de Libia llamada Silene, junto a la que vivía un dragón que aterrorizaba a la población. Los habitantes le proveían diariamente de ovejas, y terminadas éstas, hubieron de sortear entre sus propios hijos cuáles debían servir como alimento del monstruo. Le tocó un día a la hija del rey, pero en el momento que estaba a punto de devorar a la princesa, apareció San Jorge, que mató al dragón y salvó a la princesa.”

“San Jorge a caballo, alanceando al dragón”. Esmalte georgiano del siglo XV. Museo de Tiflis (Georgia).

La segunda parte del texto presenta el martirio del santo, en una mezcla de la más antigua versión de Pasícrates y de las actas oficiales. En el contexto cristiano, la victoria sobre el dragón simboliza el triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte. Algunos viajeros antiguos localizan en Beirut el escenario del combate contra el dragón, donde hoy está la mezquita de Al-Khidr, junto a la gruta de la “Virgen de las mamas”, que pasa por ser la antigua cueva de la bestia. San Jorge se convirtió en el protector de soberanos que luchaban contra el Islam, compitiendo en la península ibérica con Santiago, también especialista “matamoros” o, simplemente, aniquilador de enemigos.

San Jorge está presente prácticamente en toda España y, ya en el siglo X, se conocían sus actas de martirio insertas en el legendario de Madrid. En el siglo XVII es nombrado en el famoso libro de Miguel de Cervantes, El Quijote, donde dice así:

“Este caballero fue unos de los mejores andantes, que tuvo la milicia divina, llamose Don San Jorge, y fue además defensor de doncellas”.

El culto-veneración a los santos nace de la veneración a los mártires, esos cristianos que murieron durante las persecuciones al cristianismo y que no renegaron de su Fe católica. Las actas de los mártires nos dan testimonio de este culto.

“Cual liberador de los cautivos y protector de los necesitados, sanador de los enfermos y defensor de los creyentes: oh victorioso y gran mártir Jorge, intercede a Cristo Dios por la salvación de nuestras almas.”

“San Jorge” vestido a la romana. Icono bizantino de los siglos XI-XII. Catedral de la Dormición del Kremlin, Moscú.

BIBLIOGRAFÍA: “El Señor San Jorge Patrón de Aragón”. Colección de Pano y Ruata.

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