CARTAGENA SEMANA SANTA 2025

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Coordinador de la Cofradía del Santísimo y Real Cristo del Socorro

Javier Pavía Galán

Coordinador de la Cofradía California

Rafael Manuel del Baño Zapata

José Diego García Mercader

Coordinador de la Cofradía Marraja

José Luis Sáez Hernández

Coordinador de la Cofradía de Nuestro Padre

Jesús Resucitado

Susana Mendoza Bernal

SUMARIO

Edita: Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cartagena.

Producción

COFRADÍA DEL SANTÍSIMO Y REAL CRISTO

COFRADÍA CALIFORNIA

COFRADÍA MARRAJA

COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS

Obispo de Cartagena

A LAS HERMANADADES Y COFRADÍAS EN EL AÑO SANTO DE LA ESPERANZA

Diócesis de Cartagena, 2025

La paz del Señor sea con todos vosotros, hermanos cofrades:

El tiempo pasa veloz, pero aquí estamos siempre vivos, siempre en acción, siempre preparando con mucho empeño el acontecimiento central del año, que comienza en el camino cuaresmal y nos conducirá a las celebraciones pascuales, habiéndonos centrado en Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp. 2, 8). Unidos a la invitación del Santo Padre, el Papa Francisco, nos preparamos para renovar nuestra esperanza con el corazón abierto al amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. Este es el verdadero sentido de ser cofrade y de participar en este misterio de amor, este es del camino cristiano, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

Es verdad que vosotros estáis preparando la Semana Santa todo el año, pero ha llegado el momento de poneros en marcha, porque Dios nos ha vuelto a recordar la necesidad de vivir la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt. 20, 19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su corazón abierto.

En vuestra experiencia de salir a la calle con el misterio del Amor de Dios no podemos olvidar «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan,

en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian»... ¡Qué poca cosa se necesita para ser testigos de la esperanza!, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia».

El tiempo ya próximo a la Semana Santa, tenedlo en cuenta, es para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia que Dios tiene con nosotros. Eso sí, debemos aprovecharlo para una oportunidad para la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co. 5, 20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón con nuestras palabras y gestos, siendo capaces de reconstruir nuestra fraternidad. A esta esperanza nos acogemos todos los cristianos, porque estamos llamados a ello durante este Año Santo 2025.

Queridos cofrades, pensad si podéis este año intensificar vuestros buenos propósitos, el estilo que caracteriza a un verdadero cofrade que sabe que sirve al Señor en una eficaz labor evangelizadora, con sencillez, pero con la convicción de la necesidad de cuidar la relación con Dios y con los hermanos. Buscad con anhelo lo esencial, lo que verdaderamente importa, sabiendo dejar atrás todo lo que no ayude a vivir una plena fraternidad, pero pedid la ayuda de Dios, que la regala en abundancia. El camino para estar en contacto continuo con el Señor es sencillo, el recogimiento y la vida interior, la oración sincera sabiendo que estás delante de quien te ama. Esto te ayudará a iluminar los desafíos de la vida y a tomar las correctas decisiones en medio de las responsabilidades.

Os deseo que viváis una Semana Santa y todo el año con esperanza, como testigos del tiempo nuevo, en el que Dios «hace nuevas todas las cosas» (cf. Ap. 21,1-6); conforme a la esperanza de Cristo que entregó su vida en la cruz y que Dios resucitó al tercer día, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza (cf. 1 p. 3,15).

Os espero este año 2025 en la Catedral, templo jubilar, pasada la Semana Santa, para dar gracias al Señor por lo vivido y también para lucrar las indulgencias que el Papa Francisco nos ha concedido.

José Manuel Lorca Planes Obispo de Cartagena
Saluda

Delegado Diocesano para las Hermandades y Cofradías

“…Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti! Hay esperanza para cada uno de nosotros. Pero no os olvidéis hermanos que Dios perdona todo, que Dios perdona siempre. No os olvidéis de esto, que es un modo de entender la esperanza en el Señor… Esta es la señal para recuperar la esperanza perdida: renovarla dentro de nosotros, sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo rápidamente. ¡Y hay tantas desolaciones en nuestro tiempo! Pensemos en las guerras, en los niños ametrallados, en las bombas sobre las escuelas y sobre los hospitales. Disponeos rápidamente, sin aminorar el paso, dejándose atraer por la Buena Noticia”.

Estas palabras las pronunció el Papa Francisco el pasado 24 de diciembre de 2024. Con ellas, no sólo inauguraba un nuevo Año Jubilar, sino que introducía a toda la Iglesia por las sendas de un nuevo tiempo de gracia para renovar la esperanza a la que estamos llamados desde nuestro bautismo.

El Papa es consciente de la multitud de causas que han provocado que algo tan importante como la esperanza se nos haya robado, pero también de las causas que para cada ser humano tiene esto. Nosotros, los cristianos, somo poseedores de esta virtud tan importante, pero no somos dueños, por lo que también se nos invita, fuertemente, a que, renovada, la sembremos en el corazón de la gente y de los hermanos que nos rodean y, así, iluminemos el mundo.

Creo que para los cofrades en particular podría ser una buena sugeren-

cia que en este Año Jubilar se organizaran charlas y retiros con el fin de profundizar en lo que la Esperanza como virtud teologal significa. Sabéis que estamos llamados a ser agentes de pastoral, anunciadores del Reino de Dios y, por tanto, sembradores de Fe, Esperanza y Caridad. La Cuaresma, en la que, a partir del miércoles día cinco de marzo, con la imposición de la ceniza nos adentramos, puede ser también una buena oportunidad para promover todo esto.

En realidad, queridos cofrades, la Cuaresma, en sí misma es un camino de esperanza. Así lo afirmaba el Papa Francisco en la catequesis semanal del uno de marzo de 2017: “Podemos imaginar, dijo, al Señor resucitado, que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y a que nosotros nos encaminamos hacia Él, que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un tiempo de penitencia, incluso de mortificación, pero no es un fin en sí misma: el fin es hacernos resurgir con Cristo, para renovar nuestra identidad bautismal; es decir, renacer de nuevo “desde arriba”, desde el amor de Dios. Por eso la Cuaresma es, por su naturaleza, un tiempo de esperanza”.

Al escribiros estas líneas deseo que verdaderamente sea así para todos

vosotros: que entréis por las sendas que este Año Jubilar nos marca y renovéis esta virtud, de tal manera, que alegre vuestro corazón en particular, y, por medio vuestro, el trabajo de cada una de vuestras hermandades y cofradías, pero también la de la vida de vuestras familias, y la de tantas personas que, por distintas razones, han entrado en un bucle fatal de desesperanza. Por eso os pido también, que estéis atentos a los demás hermanos como el mismo Jesús lo está, conmovido por tantas desgracias, pidiéndoos que seáis sus ojos y, sobre todo, con un corazón como el suyo, sus manos y sus pies, que actúen con prontitud ante las necesidades del prójimo.

En el tiempo que llevo como delegado de Hermandades y Cofradías, he podido reunirme con un gran número de Cabildos y Juntas de Gobierno. Deseo continuar con esta tarea, pues creo que es la mejor manera de acompañaros y crecer juntos, para de ese modo cumplir con el cometido al que nuestro Obispo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo nos llama: servir al pueblo de Dios con la caridad que urge en Cristo Jesús.

Os animo a vivir una Cuaresma y una Semana Santa intensa, con hondura espiritual, para que, al llegar la Pascua, tiempo de la Resurrección, al dejar vuestros tronos, túnicas y capirotes, o vuestros instrumentos musicales, lo que hayáis vivido os sirva para fortalecer la Fe, vivir con una Caridad ardiente y desear sembrar la Esperanza en la que Cristo nos sumerge.

Alfonso Alburquerque García Delegado Diocesnao para las hermandades y cofradías

Saluda

Alcaldesa de Cartagena

Un año más, las calles de Cartagena se preparan para acoger nuestras procesiones, envueltas en el sonido de nuestras características marchas, la luz de los tronos y el fervor de penitentes, nazarenos y portapasos. La Semana Santa en Cartagena es mucho más que un pasaje del calendario litúrgico; es el alma de la ciudad que respira tradición, arte y devoción, y que abre sus puertas al mundo para compartir un legado único.

Desde hace siglos, las Cofradías de pasión han tejido un patrimonio emocional que trasciende lo material. Las imágenes que desfilan por nuestras calles —fruto del genio de grandes imagineros y del cuidado incansable de generaciones de cofrades— son mucho más que obras de arte. Son símbolos de la fe que nos une. Este año, celebramos efe -

mérides clave: el centenario de la llegada de la Virgen de la Piedad, los 100 años de la Agrupación del Santo Sepulcro, los 80 de las primeras procesiones del Resucitado y el 25 aniversario de la coronación de la Virgen del Primer Dolor. Cada una de estas conmemoraciones reafirma que nuestra Semana Santa es un tesoro vivo, sostenido por el compromiso de quienes dedican horas, esfuerzo, compromiso y todo su corazón a engrandecerlo.

Nuestra Semana Grande también dinamiza el municipio. Miles de visitantes llegan cada año atraídos por la solemnidad, la majestuosidad y la singularidad de nuestras procesiones, declaradas de Interés Turístico Internacional. Este impacto proyecta el nombre de Cartagena, en donde los hoteles, comercios y restaurantes bu-

llen durante esos días. Más allá de los números, lo relevante es el reconocimiento global a una celebración que nos identifica y nos enorgullece.

En Cartagena, la Semana Santa no se contempla, se vive. Cada momento es una lección de fe Las procesiones son catequesis en movimiento, donde el Misterio Pascual se hace visible para todos. Es en las calles donde el dolor de la Pasión nos conmueve y la Resurrección se proclama con alegría. Todo ello mantiene y aumenta el compromiso del Ayuntamiento de Cartagena con la Junta de Cofradías y con nuestra Semana Santa, a la que, desde estas líneas, invito a todos a vivir con la pasión y la esperanza que merece.

Alcaldesa de Cartagena Noelia Arroyo

Junta de Cofradías de Cartagena

Estimados hermanos cofrades, cartageneros y visitantes:

Aquí tenéis, en vuestras manos, esta publicación dedicada a nuestra Semana Santa. Os saludo y os invito a que encontréis en ella una muestra de las inquietudes de nuestras cuatro Cofradías que, a través de estas pocas páginas, tratan de mostraros retazos de nuestra historia, patrimonio y tradiciones.

La Semana Santa de Cartagena es, sin duda, una de las más bellas y emotivas de España, reconocida por su singularidad y por el amor con el que cuidamos cada detalle, está declarada de “Interés Turístico Internacional”.

Cartagena, con su historia cargada de tradición y espiritualidad, se viste de gala para dar la bienvenida a estos días en los que nuestra Fe cobra vida en las calles, en la devoción de quienes portan los tronos, en la música de nuestras bandas, y en el recogimiento de cada una de las procesiones. Porque, nuestra Semana Santa, no es solo un acontecimiento religioso, sino

también un homenaje a la cultura y al arte, y el sentimiento de un pueblo que sabe vivir con intensidad y orgullo sus tradiciones. Cada trono que se alza, cada manto bordado, cada farol que ilumina nuestras calles nos habla del esfuerzo, del sacrificio y del amor de quienes, año tras año, hacen posible este prodigio.

Desde los mayores que han transmitido esta Fe durante generaciones, hasta los más pequeños, que miran con ojos ilusionados los cortejos procesionales, somos un solo pueblo que late al unísono en torno a la Cruz, la Corona de Espinas y el Sudario, esperando con ilusión la mañana de la Resurrección.

Quiero agradeceros, de corazón, a todos los que hacéis posible que esta tradición siga viva: a los miembros de nuestras cofradías, nazarenos, penitentes, músicos, portapasos y colaboradores que, con humildad y devoción, dan lo mejor de sí para mantener viva esta tradición; a las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, que nos custodian, y protegen el patrimonio que las cofradías ponemos

en las calles, tanto humano como en obras de arte; a las autoridades que apoyan y valoran nuestra Semana Santa; y, sobre todo, a cada cartagenero y visitante que, con su presencia, da sentido a esta celebración. Es para vosotros, los que nos contempláis, para los que se hace este esfuerzo, para cumplir lo que dijo Nuestro Señor “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio” (Marcos 16, 15-18).

Desde esta junta de Cofradías, que tengo el honor de presidir, os aseguro que las Cofradías pondremos todo nuestro esfuerzo para que esta Semana Santa siga siendo un orgullo para Cartagena y para cada uno de vosotros.

Que Dios nos bendiga y nos conceda la Paz.

Javier Pavía Galán Presidente
Saluda

De generación en generación: el Vía Crucis del Cristo del Socorro

Echando la vista atrás, y al preguntar a nuestros mayores, nos hablan con emoción de aquella salida del Vía Crucis desde la Catedral Vieja de Cartagena. Lo recuerdan como un momento único y especial: la madrugada en absoluto silencio, solo roto por el eco de los pasos y las oraciones de los fieles. En la Capilla del Duque de Veragua, dentro de la Catedral Antigua, se daban las indicaciones para la procesión. Se pedía a los hermanos que estuvieran en la iglesia a las tres de la mañana, con el sayal de penitencia doblado bajo el brazo, vistiéndose y desvistiéndose dentro del templo, sin exhibirse en público. Además, cada uno debía llevar flores para el trono y, durante el recorrido, rezar sin distracciones, manteniendo siempre la distancia con el hermano que iba delante.

La procesión comenzaba a las tres y media de la madrugada, recorriendo las calles de la Concepción, la plaza de San Ginés de la Jara, San Antonio el Pobre, Caballero y Caridad, hasta llegar al templo a las cinco de la mañana, donde se celebraba la misa y los hermanos recibían la Sagrada Comunión, previa confesión. En la iglesia, entraban hasta el Altar Mayor por el pasillo central, mientras que el trono permanecía en la parte trasera.

Hoy, la salida ha cambiado y el entorno es distinto, pero la emoción sigue intacta. Lo importante no es desde dónde parte, sino lo que representa: el inicio del Viernes de Dolores, el Vía Crucis que sigue uniendo a Cartagena en la misma devoción de siempre. Familias enteras se visten y suben la empinada Calle Concepción con el verdugo en mano y el corazón encogido.

Inicio de la procesión en la ubicación y carpa actual.

Suena la campanilla y, por los altavoces, una voz resuena: “Primera Estación: Jesús es condenado a muerte”. Un sobrecogedor silencio invade las calles, roto solo por el rezo del Vía Crucis, el sonido sordo del tambor y el eco de los hachotes apoyándose en el suelo.

Tradición y juventud: un legado compartido

La Cofradía del Cristo del Socorro se presenta cada año ante Cartagena, pero esta tradición no es solo un legado del pasado. Se mantiene viva gracias al compromiso de los cofrades y a

la voluntad de los jóvenes por aprender de sus predecesores y continuar con la tradición.

Nuestro capellán, Don Lázaro Gomariz López, junto con otros sacerdotes que lo acompañan en el cortejo, abre el rezo con unas palabras y una reflexión sobre la Pasión. Con ello, inicia nuestra Semana Santa, la primera de España y del mundo, como él mismo suele recalcar.

Cofrades de todas las edades acompañan al Cristo y a su Madre, la Soledad del Consuelo, cubiertos por el verdugo que nos iguala a todos en la fe y el recogimiento de esta acción de penitencia. Muchos de nosotros crecimos contemplando la procesión, soñando con el día en que seríamos lo suficientemente mayores para formar parte de ella.

“Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz”, y el Cristo del Socorro saluda a Cartagena desde la Plaza de San Ginés, tan emblemática en la historia de nuestra cofradía. Allí, junto a la multitud que se congrega, una imagen destaca en el fondo: el azulejo que representa nuestra imagen fundacional, el Cristo llamado Moreno. De orígenes inciertos y devoción profunda, fue perdido en la guerra, pero su presencia sigue viva en nuestro corazón y en nuestra medalla.

El cristo del milagro, el que dio origen a la leyenda, y a la hermandad, que fue perdido en guerra y que los hermanos

llevamos en el corazón, espiritual y físicamente, en nuestra medalla. Muchos de nosotros lo reconocemos a través de las pocas imágenes que nos han llegado a la actualidad, y las historias y anécdotas que se han ido traspasando de generación en generación. En nuestro imaginario lo vemos regio en la capilla, llena de adornos de esplendor barroco, junto con las presencias de todos aquellos que hicieron posible que esta advocación y veneración llegara hasta nosotros.

Tres advocaciones de la Virgen en la madrugada

En la “Cuarta Estación: Jesús encuentra a su Madre”, nos en-

contramos con la antigua patrona de Cartagena, en la Iglesia de Santa María, donde Nuestra Señora del Rosell espera con los brazos abiertos. Postrados ante su sereno rostro, los cartageneros entonamos la Salve Cartagenera, un himno de fe y gratitud que nos une aún más en estos días de Semana Santa.

Nuestra advocación, la Soledad del Consuelo, se presenta junto al Cristo con la corona de espinas en sus manos, y durante el recorrido, la vemos cara a cara con las patronas de la ciudad, la histórica y la actual. Esta imagen, procesionada por primera vez en el Vía Crucis de 2003, fue realizada por el escultor murciano José Antonio Hernández Navarro. Este, comen-

Titulares en la puerta de Santa María para la ofrenda a la Virgen del Rosell.
Incorporación de la figura de la Virgen a la procesión, con la Virgen venerada en el Calvario. Virgen del Consuelo de Antonio Mengual en el recorrido de la procesión.

zó sus andanzas en varios talleres de escultores de la región hasta montar un estudio propio. Ha realizado innumerables tallas procesionales para las Cofradías de la región y de otros municipios como Cuenca o Valladolid. Entre sus obras existen innumerables tallas procesionales para nuestra Semana Santa como La Virgen del Rosario de la Cofradía California, la Magdalena de la Cofradía Marraja, o el Ángel de la Cruz Triunfante del Resucitado, entre otras.

Antes de ella, en 1978, se incorporó al cortejo la Virgen de la Soledad de la Ermita del Monte Calvario. Un año después, se estrenó la primera talla propia de la cofradía, la Virgen del Consuelo, obra de Antonio García Mengual. Este escultor, de origen murciano, es reconocido y con innumerables premios y otras tallas a la Semana Santa de Cartagena, como el paso de la Lanzada de la Cofradía Marraja, como a otras Semanas Santas de la Región y otras comunidades.

Un recorrido de fe y emoción

“Sexta Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús”, y continuamos hacia la Basílica de la Caridad. En nuestro paso por Capitanía, nos detenemos junto al monumento del procesionista. En cada estación, los penitentes nos volteamos para mirar al Cristo del Socorro. Pero hay un momento especial: su sombra se proyecta sobre la fachada del Gran Hotel, el emblemático edificio modernista del arquitecto Víctor Beltrí. Una estampa que parece detener el tiempo y llena de emoción a quienes la contemplan.

Nuestro Cristo, con su piel morena, reminiscencia de la imagen fundacional, nos mira incluso a través de su sombra. Realizado en 1965 por el cartagenero Manuel Sánchez Ardil, su expresión de sufrimiento antes de expirar nos conmueve profundamente.

En los primeros años de este tercer refundamiento, sin embargo, se procesionó a otra imagen, el Cristo de Olot

Virgen del Consuelo frente a la Virgen de la Caridad.
Imagen Cristo Moreno Antiguo en la Capilla del Duque de Veragua.

venerado en la misma Santa María de la Asunción, que nos ha dejado testimonio visual de esas primeras procesiones de la cofradía en el pasado siglo. Tallado junto con su hijo; de Sánchez Ardil Cartagena también recibió el Monumento al Procesionista y el Icue, entre otras muchas obras.

Esta imagen encabeza el imaginario de la cofradía. Los más jóvenes hemos aprendido a reconocerlo, a buscarlo en Santo Domingo, donde reside, y más recientemente lo hemos sabido ubicar como su predecesor lo hizo, entre las paredes, ahora desprovistas de ornamento, de la Catedral. Desde un campo teñido de rojo, asilvestrado, y con tintes morados, el Cristo nos deja estampas en las diferentes calles y enclaves que visita la procesión, recuerdos en la memoria que cofrades y público llevamos en la mente.

Ya entrada la noche, nos acercamos al momento más solemne. “Undécima

Estación: Jesús es clavado en la Cruz”. En la Basílica de la Caridad, se celebra la Eucaristía y se consagra el inicio de la Semana Santa. Tres imágenes se encuentran: la Virgen de la Caridad, que recibe la primera misa en su día grande; el Cristo del Socorro, portador de los ruegos de Cartagena; y la Soledad del Consuelo, que acompaña a su Hijo en la Pasión.

Algunos jóvenes y que ya no lo son tanto, podemos situarnos en otro mo-

mento, también en la basílica, pero unas semanas antes; seguramente, una de nuestras primeras veces vistiendo la túnica morada, pero esta vez en un Miércoles de Ceniza, para la ofrenda de flores a la virgen en la Llamada.

Al salir, la madrugada se disipa y el alba comienza a despuntar. En la “Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz”, el mundo se sumerge en un silencio profundo. Con una nueva luz, contemplamos al Socorro y a su Madre en la última parte del recorrido.

Pasada queda la noche para una mañana jubilosa, o agridulce, pues la estación de penitencia no puede ser

eterna. Y con ellos, nuestros titulares, que han renovado su salida otro año más, y han seguido aprendiendo de nosotros, de nuestras alegrías y penas en los rezos y de los de Cartagena, caminamos hacia el lugar de encuentro.

Un final lleno de emoción y promesas de futuro

En la Plaza de San Ginés resuena la última estación: “Decimocuarta Estación: Cristo es sepultado” Nos detenemos a los pies de la cuesta de la Concepción, donde la Virgen de la Soledad del Consuelo y el Cristo del Socorro se encuentran en el último rezo. La procesión culmina con la Salve Cartagenera y la subida final de los tronos, llevados con esfuerzo, devoción y amor por la Semana Santa. Los hermanos que esperan arriba reciben la imagen con vítores y aplausos, celebrando que un año más el Vía Crucis ha sido tan solemne y sobrecogedor como siempre.

Pero el compromiso de los jóvenes con el Vía Crucis no se limita a esa madrugada. Durante todo el año, muchos participamos en la cofradía y en agrupaciones, colaborando en actos y encuentros. Además, en un mundo donde las distracciones son constantes, el Viacrucis se convierte en una oportunidad para que conectemos con nuestras raíces y valores espirituales.

Cristo del Socorro recogiéndose en la Catedral.
Cristo del socorro a la salida de la Caridad.

Los tiempos cambian, y la cofradía ha sabido adaptarse. Redes sociales y plataformas digitales acercan esta tradición a más personas, asegurando que el Vía Crucis del Cristo del Socorro siga siendo un punto de encuentro entre fe, comunidad y crecimiento personal. Con nuestra entrega y pasión, demostramos que esta no es solo una historia del pasado, sino una tradición viva, que sigue latiendo con fuerza en cada generación. Entrelazamos los recuerdos y las vivencias de nuestros mayores, con lo que realizamos en la actualidad y los deseos que buscamos para una futura cofradía.

Bibliografía

Carralero Alarcón, Jose Luis y Jorge Espín García, 2009. Treinta y tres corazones. Cartagena: Cofradía del Real y Stmo. Cristo del Socorro.

Ferrándiz Aruaji, Carlos, 1989. La casa ducal de Veragua y la Cofradía del Cristo del Socorro de Cartagena. Cartagena: Cofradía del Real y Stmo. Cristo del Socorro.

Ferrándiz, Carlos et. al., 1991. Cofradía del Cristo del Socorro: Trescientos años (1691-1991). Cartagena: Cajamurcia.

Subida al punto de recogida de la Virgen de la Soledad del Consuelo.
Cristo de Olot procesionado en los primeros años tras el refundamiento de 1961.
Recogida del Cristo del Socorro.
COFRADÍA
Foto: José Diego García.

Hermano Mayor de la Cofradía California

Queridos cofrades y amigos de la Semana Santa de Cartagena:

Es un honor dirigirme a todos vosotros a través de las páginas de la revista de la Junta de Cofradías 2025, un testimonio vivo de nuestra fe, tradición y compromiso con la Semana Santa de nuestra querida ciudad.

Como Hermano Mayor de la Cofradía California, es para mí un privilegio y un sueño cumplido poder compartir con todos vosotros este momento tan especial en nuestra historia. Este año se presenta ante nosotros como una ocasión digna de recordar.

La Cofradía California se encuentra de enhorabuena con la inauguración de nuestra nueva sede en la emblemática calle del Aire, número 22. Este espacio, concebido como una sala multiusos, no solo fortalece nuestra presencia en el corazón de Cartagena, sino que también se erige como un lugar de encuentro y convivencia para todos los californios.

Bajo el nombre de Espiga Dorada, esta sede aspira a ser un centro de actividad, de encuentro fraternal y de difusión de nuestra identidad. Un espacio donde se fortalezcan nuestros lazos y se mantenga viva la esencia de nuestra Cofradía. Además, con esta apertura, damos vida a la calle del Aire, centro neurálgico de la Semana Santa cartagenera, contribuyendo a realzar su relevancia en nuestra tradición.

El pasado 13 de febrero tuvimos el honor de celebrar el acto de inauguración con la bendición de Monseñor José Manuel Lorca Planes, obispo de la Diócesis de Cartagena, acompañado de autoridades civiles y militares, así como de numerosos hermanos que compartieron con nosotros este emotivo momento.

En esta ocasión tan especial, también tuvimos el privilegio de inaugurar la exposición titulada “La Cofradía California y el esplendor de la Cartagena barroca”, comisariada por D. Álvaro Hernández Vicente, quien nos deleitó con su magistral explicación, transportándonos a una época de esplendor y devoción que perdura en el tiempo.

Afrontamos esta Semana Santa con la ilusión renovada y el compromiso de mantener vivo el legado de nuestra Cofradía. Que nuestros desfiles pasionarios sean reflejo de fe, tradición y elegancia, dejando una huella imborrable en el corazón de Cartagena.

Que la Virgen del Primer Dolor y Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento nos guíen y protejan en este camino de fe y esperanza.

Un fraternal saludo en Cristo, Pedro Ayala Gallego Hermano mayor cofradía california

Saluda

Magna Exposición:

“La Cofradía California y el esplendor de la Cartagena barroca”
Nueva sede de la Cofradía California, en la Calle del Aire nº 22 de Cartagena. Antigua Espiga Dorada. Foto: José Diego García.
Foto: José Diego García.
Foto: José Diego García.

Segundo Libro de Cabildos y Cuentas de 1761 a 1786, permite conocer en profundidad el devenir histórico de la Cofradía del Prendimiento durante 25 años del siglo XVIII, su época fundacional

Fotos: José Diego García.

Luis de Vicente Mercado y la nueva tipología de trono en la procesión de Miércoles Santo

Tradicionalmente, al establecer los rasgos distintivos característicos de las procesiones cartageneras, siempre se ha hablado de una trilogía fundamental: orden, flor y luz, añadiendo a ello que las dos últimas de las características citadas unidas conformaban el denominado “trono de estilo cartagenero”, surgido en el último tercio del siglo XIX en el proceso renovador de las procesiones y cuya definición se atribuye al arquitecto y hermano mayor californio Carlos Mancha y al escultor Francisco Requena. La construcción de estos tronos en la Cofradía California, primero para la Virgen del Primer Dolor y San Juan y, posteriormente, para Santiago y San Pedro sirvió para renovar las ya muy viejas peanas, probablemente originales del siglo XVIII, dedicadas a portar las citadas imágenes aisladas en la procesión de Miércoles Santo.

Sin embargo, los cuatro grupos escultóricos, que, junto con las imágenes citadas anteriormente, conformaban dicha procesión, se mantuvieron aún bastante tiempo en sus peanas originales del siglo XVIII. Dichas peanas, probablemente, habían sufrido reformas y restauraciones a lo largo del tiempo, pero, en general, se encontraban en un estado bastante deficiente y desdecían del esplendor y lujo que se quiso conferir a la procesión del Prendimiento a partir de esos momentos y, especialmente, en los años 20 del siglo XX. Es por ello por lo que, en estos momentos, los cofrades californios, encabezados por su inquieto hermano mayor Casiano Ros, realizaron, junto con otras muy numerosas inversiones patrimoniales, una renovación total de estas peanas, comenzando por la del grupo titular, el Prendimiento. Para ello recurrieron a un exitoso artista granadino que, muy poco tiempo antes, había empezado a trabajar para las cofradías de Semana Santa de Málaga. Se trataba de Luis de Vicente Mercado, quien desplegó su genio creador, cercenado muy poco después por su pronto fallecimiento,

para las cofradías de ambas ciudades que, tanto en su configuración urbana y actividad económica, como en sus manifestaciones pasionarias, tienen muchas similitudes que merecerían un estudio detallado, siendo los tronos del artista granadino sólo uno de los muchos rasgos comunes entre ambas semanas santas.

Uno de los tesoros patrimoniales que conservamos actualmente los californios es, precisamente, el conjunto de tronos realizados por el artista y entregados a la Cofradía entre 1925 y 1929: Prendimiento, Oración en el Huerto y Ósculo. Estos, tanto cuando se construyeron, como en la actualidad, han sido muy positivamente valorados por los cofrades y cartageneros en general, pero, quizás, no se ha tomado conciencia de que su importancia y significado se extiende mucho más allá de las propias obras, influyendo en gran manera en tallistas que con posterioridad han trabajado para nuestra Cofradía y han conformado otra tipología de trono característica de la procesión del Prendimiento, junto con la ya establecida “de estilo cartagenero”, que en este caso se suele denominar “de estilo barroco”,1 aunque en Málaga a este tipo de peanas las conocen como “tronos malagueños”,2 integrándose en dicha tipología los propios tronos de Luis de Vicente, a los que cabría añadir otras obras de Rafael Terón, Rafael Eleuterio y la familia Lorente para la procesión de Miércoles Santo, e, incluso, para alguna otra procesión cartagenera.

Por otra parte, el hecho de que los tres tronos californios sean las únicas obras que se han conservado de Luis de Vicente, a causa de la destrucción de las siete peanas que realizó para Málaga en los episodios iconoclastas de 1931 y 1936, aumenta aún más si cabe su valor como testimonio del trabajo de un artista que, a un gran talento como tallista, añadió también notables muestras de gran calidad en sus obras de escultura, relieve y pintura.

El surgimiento de un artista: Luis de Vicente y sus primeras obras para la Semana Santa de Málaga

Luis de Vicente Mercado había nacido en Granada en 1884 y se formó en la Escuela de Artes Industriales de dicha localidad, estableciendo muy pronto en la misma ciudad un taller dedicado a la realización de complementos procesionales en madera y trabajando también como maestro de taller de Talla en Madera en la Escuela de Artes y Oficios granadina.3 Probablemente y con cierta lógica, debió de realizar algunas obras menores para Granada, sin embargo, no se conoce ningún trabajo suyo hasta que resultó ganador de un concurso nacional convocado en 1921 por la Hermandad del Paso de Málaga para realizar un trono para la Virgen de la Esperanza, lo que permitió descubrirlo a sus propios paisanos granadinos, quienes lo calificaban de “obrero de verdadero mérito que había surgido en el mundo del arte sin otros padrinos que su trabajo y valor material”. 4

Precisamente, de dicha obra, que, con un coste de 32.000 pesetas, se materializó en la Semana Santa de 19225, año siguiente al de la celebración del concurso, se conserva en el Archivo de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús, popularmente conocida en Málaga como Paso y Esperanza, la Memoria Descriptiva de las nuevas andas para la Virgen presentada por Luis de Vicente al concurso.6 En dicha memoria aparecen plasmadas todas las características que quería desarrollar el artista en el nuevo trono y que distinguirán la mayor parte de sus obras:

• Utilización de cartelas, entendiendo este término en sentido distinto al que se suele utilizar en la Semana Santa de Cartagena, 7 con símbolos heráldicos de la Cofradía o ciudad (en este caso Málaga o Cartagena).

• Realización de otras cartelas con relieves figurativos relativos a episodios de la Pasión.

• Talla de figuras exentas de ángeles, evangelistas, santos, etc. que en ocasiones sirven para sustentar los candelabros de iluminación (que es lo que, habitualmente, se conoce en Cartagena como cartelas).8

• Remate de las esquinas de las peanas con grandes ménsulas de talla.

• Recubrimiento de la madera con pan de oro de ley bruñido en combinación con mate para destacar los efectos de claro oscuro

• Los escudos, relieves y figuras exentas suelen ir policromados y estofados

El estreno del trono de la Esperanza causó sensación en la ciudad de Málaga por su novedad y marcó “el punto de inflexión en la tipología del trono malagueño moderno (…) el efectismo retablístico que propone esta obra barroca genera un gran atractivo formal y visual como nunca antes se había conseguido para un elemento procesional tan característico como es el trono”.9

El éxito conseguido por Luis de Vicente en Málaga hizo que se multiplicaran los encargos para la misma ciudad y, así en la Semana Santa de 1924 estrenará dos

obras: el trono para el Señor del Paso,10 perteneciente a la misma cofradía que el ya realizado de la Esperanza, y el del Santísimo Cristo de la Sangre.11 En el primero de ellos se pueden observar algunas características que posteriormente repetirá en los tronos cartageneros, fundamentalmente el Prendimiento y la Oración en el Huerto: la aparición de relieves con escenas de la Pasión, la utilización de óleos con alegorías, las esculturas exentas (en este caso de apóstoles, frente a los ángeles en los tronos cartageneros) y la utilización de hojas, volutas, etc. talladas magníficamente en las que se aumenta el sentido de profundidad de la talla mediante baterías de luces ocultas entre las tallas. 12

Las Semanas Santas de Málaga y Cartagena y Luis de Vicente

Si observamos detenidamente los desfiles procesionales de distintas ciudades andaluzas hoy en día, es evidente que el modelo sevillano es el que habitualmente más se repite. No obstante, Málaga es una notable excepción, ya que en su Semana Santa aparecen diversas características que la hacen diferente, sobre todo en la forma de portar los pasos, y cuyas similitudes con Cartagena son evidentes.

El estudio de los motivos de dicha similitud no es objeto de este artículo,

pero cabría señalar que el deseo de engrandecer los desfiles pasionarios de la ciudad andaluza está directamente relacionado con el interés en ellos de la burguesía comercial e industrial de la ciudad, que se dio cuenta de las posibilidades de atracción turística de los desfiles pasionarios, al igual como ya ocurría con los festejos de Carnaval, y, por tanto, de generación de beneficios económicos para la ciudad. Probablemente, esta particularidad malagueña sea la que más haya influido en una estética notablemente distinta de la de otras semanas santas andaluzas y en su similitud con la cartagenera, en la que también participó notablemen-

AGRM, Archivo Casaú. Fotografías antiguas de los tres tronos que realizó Luis de Vicente para los californios: Prendimiento (1925), Oración en el Huerto (1926) y Ósculo (1929).
Trono del Nazareno del Paso de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús (1924). Fotografía publicada en La Saeta, 1926. COFRADÍA
Trono del Prendimiento. Cuerpo superior de Luis de Vicente (1925) y cuerpo inferior de Rafael Eleuterio (1970). Procesión de Miércoles Santo. Foto: Andrés Hernández Martínez.

te la burguesía comercial e industrial. Quizás en Cartagena dicho grupo socioeconómico comenzó a interesarse por las procesiones durante el siglo XIX, con anterioridad a lo ocurrido en Málaga, pero en la ciudad andaluza el empuje fue mucho más rápido y eficaz entre la segunda y tercera década del siglo XX. El hecho de la relativa cercanía de ambas ciudades portuarias generó indudablemente contactos y es probable que fueran cartageneros con intereses comerciales o industriales en Málaga los que informaron a los cofrades californios, que deseaban mejorar los tronos de la procesión del Prendimiento, del gran éxito de un novel tallista y escultor granadino que había realizado hasta ese momento tres tronos espectaculares para las procesiones de esta ciudad. A esto habría que añadir los contactos que tenían algunos procesionistas con Granada, ciudad en la que tenía establecido su taller Luis de Vicente.13 Todo ello motivó que los californios se pusieran en contacto con el tallista granadino y que este acudiera a Cartagena para presentar un boceto14 y firmar el contrato del nuevo trono para el titular de la Cofradía. Luis de Vicente adujo como méritos para que

los californios le confirmaran el encargo “otras obras suyas que lucen en las procesiones andaluzas, que son verdaderas joyas de arte y que garantizan lo que será esta nueva emprendida”.15

La primera obra de Luis de Vicente para los californios: el trono del Prendimiento

La construcción e incorporación a la procesión de Miércoles Santo del nuevo trono del titular californio se enmarca, como se ha señalado, en el proceso de renovación de esta durante el mandato del hermano mayor Casiano Ros. Dicho proceso renovador tuvo un notable seguimiento por parte de los propios cofrades y de los cartageneros en general a través de la prensa. Es por ello que durante la construcción del nuevo trono, a pesar de realizarse en la lejana localidad, para los medios de locomoción de entonces, de Granada, se ofrecieron noticias aportadas por cartageneros residentes en la ciudad andaluza, quienes habían contemplado los trabajos y reseñaban que se trataba de

una “admirable obra de arte”, resaltando especialmente las características que individualizan la obra de Luis de Vicente y le dan su notable personalidad, como “los bajo relieves grandiosos” o los “ángeles tallados con sin igual maestría”. 16 Para incentivar la expectación ante la que, sin duda, se trataba de una de las obras más importantes que habían realizado los californios en bastante tiempo, los cofrades anunciaron que el trono se estrenaría, portando sus imágenes y acompañado de la Mesa de la Cofradía California, en el Traslado de San Pedro, saliendo el Martes Santo desde el Arsenal.17 No obstante, finalmente, argumentando problemas de peso y alumbrado, no se llevó a cabo el estreno el Martes Santo, sino ya el Miércoles Santo. 18

La llegada del trono provocó un notable revuelo en Cartagena, dada, como señala Diego Ortiz 19, la gran calidad artística de la obra, invitando la Cofradía tras el montaje en la capilla california de la iglesia de Santa María, a su contemplación a cuantos lo desearan.20 Prueba de ello fue la publicación de sendos artículos des-

Relieve de la Flagelación del trono del Prendimiento. Luis de Vicente (1925). Foto: José Diego García.

criptivos en términos muy elogiosos, indudablemente muy merecidos. Así, Óscar Nevado en un artículo titulado “Un trono que es una maravilla” 21 resaltaba que era una “obra de talla maravillosa, llena de acierto y de exquisito arte” en la que destacaba la “elegancia de líneas que suaviza y afina al estilo barroco, esbeltez airosa en los suntuosos candelabros; soltura y belleza en el difícil movimiento de paños que acompañan a las figuras

escultóricas de unos ángeles primorosos”, la “filigrana de las cartelas” con los relieves, la “prodigiosa talla” dando la “sensación de un arte depurado, de un exquisito gusto y de una concepción tan felizmente llevada a cabo, que satisface plenamente, tanto como asombra el mérito del trabajo, que acredita y da nombre al artista”. Por otro lado, otro articulista del que desconocemos su nombre resaltaba “la esbeltez de líneas, relieves escultóricos, riqueza del dorado y acertadísima disposición de luces” que hacían del paso “una verdadera joya”. 22 Incluso la prensa de la ciudad natal de Luis de Vicente se hizo eco del estreno del trono, calificado como “de los mejores tronos que figuran en las suntuosas procesiones” de Cartagena, animando a que se visitase nuestra Semana Santa y lamentando que los artistas granadinos tuvieran que ser reconocidos fuera de su lugar habitual de trabajo. 23

Desde luego los californios quedaron enormemente satisfechos del trabajo de Luis de Vicente, celebrando el tradicional banquete de Martes Santo de la Cofradía en su honor.24Además, parece que también el tallista, dada

su presencia en Cartagena para realizar el montaje del trono, fue invitado a participar delante de su obra en la procesión de Miércoles Santo. Luis Linares relata una anécdota que señala que el artista quedó impactado durante su participación en la procesión cuando, ya en la calle de San Miguel, al volverse vio salir de la iglesia, pues en 1925 todavía salía la procesión por dicho lugar, el trono de Santiago, que entonces seguía al del Prendimiento,

Relieve de la Caída del trono del Prendimiento. La Vía Dolorosa. Luis de Vicente (1925). Foto: José Diego García.

intensamente iluminado con energía eléctrica y adornado con numerosas flores, manifestando su incredulidad por que aquel armazón de madera y hierro que había visto en el interior de Santa María se hubiese transformado en un espectacular trono de estilo cartagenero. Admirado, exclamó: “¡Esto sí que es un trono, no lo que hago yo! Si mis malagueños conocieran esto se volverían locos”. 25 No podemos certificar la veracidad de la anécdota, pero lo que sí es cierto es que, a raíz de la visita del tallista a Cartagena y su contemplación de los tronos de estilo cartagenero, comenzó a utilizar en otros tronos realizados para Málaga material visto en Cartagena como “las maravillosas tulipas talladas de color caramelo y blancas de la Fábrica de Cristal de la ciudad murciana”26 quedando actualmente como reminiscencia de ello las tulipas que aún hoy día utiliza el trono de la Virgen de la Esperanza.

Las dudas de los procesionistas y la respuesta de Luis de Vicente: el trono de la Oración en el Huerto

La respuesta de procesionistas y espectadores ante el trono del Prendimiento fue, tal y como se ha comentado, de admiración generalizada. No obstante, se tenía asumido entre los procesionistas que el modelo genuino de nuestras procesiones era el denominado de estilo cartagenero y, como es habitual, ante esta novedosa obra artística surgieron los “peros”. Así, nada más finalizar la Semana Santa de 1925, en respuesta a los comentarios de que los californios querían encargar al artista granadino otros tronos para el resto de grupos de la procesión de Miércoles Santo, surgieron voces que sostenían que la tipología iniciada por el trono del Prendimiento “no debe imperar en nuestras procesiones”, argumentando que, a pesar del escaso valor intrínseco de los tronos de estilo cartagenero, la forma de arreglarlos producía “un conjunto tan lindo que obliga a manifestar al forastero que pasos así no se arreglan en ninguna población de España”.

27 Al día siguiente, probablemente el

mismo escritor continuó con el tema en el mismo periódico afirmando, no sabemos si porque ese era el deseo de los californios o porque él deseaba imponer su opinión, que estaba previsto que Luis de Vicente realizara un proyecto para el trono de la Oración en el Huerto, pero en un estilo que se podría calificar de híbrido, 28 en “estilo cartagenero en cuanto se refiere a cartelajes” y volviendo a ser un “nuevo alarde de talla”, tal y como había resultado en el caso del Prendimiento, en el resto del trono.29

Afortunadamente, el artista granadino no se dejó presionar en este sentido, y tras el encargo realizado por los californios 30 trabajó intensamente en el nuevo trono manteniendo sus convicciones artísticas, de tal manera que estuviese listo para la Semana Santa de ese año. El propio tallista acudió a Cartagena para realizar el montaje y se repitió la expectación por contemplar otra magnífica obra: “Cada caja que Luis de Vicente ha ido abriendo ha sido una sorpresa para los que le ayudaban”. El periodista consideraba que el trono de la Oración era un “alarde de arte y belleza donde el escultor Sr. Vicente ha puesto toda su inspiración” y sus manos magistrales “han labrado en madera la más hermosa obra de arte que pudiéramos imaginar”, 31 aspectos que se vieron complementados por la iluminación eléctrica ya característica de Cartagena y que finalmente dio lugar a un trono “con exquisito gusto y derroche de arte”. 32 El autor, una vez finalizado el montaje, permaneció en la ciudad, quizás para acompañar en su primera salida a su nueva obra como ya había hecho con el Prendimiento, o al menos para contemplar la procesión, pues está documentado que, días después de que Luis de Vicente comenzara sus trabajos de montaje del nuevo trono, llegó a la ciudad su esposa para asistir a las procesiones de ese año.33

No obstante, parece que los reticentes con la obra de Luis de Vicente siguieron insistiendo en sus críticas, tal y como había ocurrido cuando se anunció la realización del nuevo trono, expresando un cronista, que firmaba como J. de C., que la obra

del tallista granadino pecaba de “monotonía o pesadez” y de abuso de la ornamentación floral e indicando que él hubiera preferido “ornamentación combinada o mixta”, aunque sin aclarar realmente qué significaba eso. 34 A pesar de estos comentarios el éxito del trono de la Oración en el Huerto entre los cartageneros fue absoluto y su calidad artística innegable.

Por otra parte, en estos años Luis de Vicente siguió trabajando para la Semana Santa malagueña. Así, en el mismo año de la realización de la Oración en el Huerto para los californios, 1926, construyó un nuevo trono para María Santísima del Amor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno el Rico y María Santísima del Amor 35 y realizó un proyecto para la Agrupación de Cofradías de Málaga de un trono para un paso que estaba previsto que patrocinara dicha Agrupación de Cofradías y que era el de la Resurrección del Divino Redentor que, por causas desconocidas, quedó sin ejecutar, a pesar de los elogios y aprobación de la comisión encargada de la selección de la obra, que pretendía que se llevara a cabo para la Semana Santa de 1928.36

En 1927 realizó un nuevo trono para María Santísima de la Amargura de la Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura Coronada, conocida popularmente como Zamarrilla37 y al año siguiente de 1928 otro para Nuestro Padre Jesús Nazareno El Rico 38de la Cofradía del mismo nombre y para la que ya había realizado el trono de su Virgen que tenía la advocación del Amor.

La obra póstuma de Luis de Vicente: el trono del Ósculo y la reparación del de la Oración en el Huerto.

Los éxitos obtenidos en Cartagena por el artista granadino motivaron que los californios decidieran seguir con el plan que tenían trazado para realizar peanas nuevas para todos los grupos de la procesión de Miércoles

Trono de la Oración en el Huerto. Cuerpo superior de Luis de Vicente (1926). Cuerpo inferior de Rafael Eleuterio (1970). Procesión de Miércoles Santo. Foto: Andrés Hernández Martínez.

Santo, continuando con la del Ósculo, cuyo nuevo trono, que se iba a encargar a Vicente, fue aprobado en un Cabildo que se celebró a principios de julio de 192739. El dejar transcurrir más de un año desde el estreno de la Oración en el Huerto para realizar el encargo, estuvo motivado, casi con total seguridad, por motivos económicos. Para formalizar dicho encargo, el tallista acudió a la ciudad y presentó dos modelos,40 uno para el Ósculo y

otro para realizar en un futuro probablemente para la Samaritana, aunque también cabría la posibilidad de que fuese para la Cena, 41 que desde 1908 no participaba en la procesión y cuya reincorporación se llevaba planteando desde hacía tiempo.

No obstante, el fallecimiento del artista el 30 de noviembre de 1928,42 vino a truncar repentinamente su prometedora carrera artística y obligó a que los dos trabajos que tenía entre manos hubieran de ser terminados por su taller, en el que, entre otros, trabajaba su hijo. Así, a su fallecimiento estaba realizando el nuevo trono de Consolación y Lágrimas de la Cofradía de la Sangre de Málaga,43 en el que se sigue apreciando su magnífico trabajo no sólo en las tallas, sino también en relieves y esculturas. Y también trabajaba en el trono californio del Ósculo, que con seguridad estaba aún en sus primeros pasos, ya que en la obra que entregó su hijo se aprecia el habitual magnífico trabajo de talla (en el que es evidente que colaboraba mucho más intensamente el taller), quedando vacías, sin embargo, las cuatro cartelas que figuran en el frente, trasera y laterales del trono y que estarían des-

tinadas a recibir relieves o pinturas como en sus otros trabajos. Únicamente, el magnífico tallado y dorado del trono se vio complementado con 4 cabezas de ángeles44 de calidad notablemente inferior a las del resto de su obra escultórica y que debieron de ser realizadas por alguno de los discípulos del taller que no alcanzó en este aspecto la habilidad del maestro o por el escultor, también granadino, Benito Barbero Martínez a quien la familia

Cartelas con pinturas de ángeles con instrumentos de la Pasión del trono de la Oración en el Huerto. Luis de Vicente (1926). Foto: José Diego García.

de Luis de Vicente pidió ayuda para terminar sus obras inacabadas. 45

El fallecimiento del artista produjo honda conmoción en la Cofradía California, que, según se recogía en la prensa cartagenera, lo había nombrado hermano de esta en una fecha que no conocemos, rindiéndole un homenaje póstumo en la Capilla del Prendimiento. 46

No obstante, la expectación por la llegada del nuevo trono volvió a ser la misma que se había producido con sus dos predecesores, acudiendo el hijo del artista a la ciudad para realizar la entrega y el montaje,47 ya que, como en los otros casos, el trono llegó desmontado a Cartagena, produciéndose de nuevo comentarios de admiración tras la finalización del montaje. 48 Sin embargo, no sólo se produjeron señales de admiración, sino también de alarma, al comprobar los cofrades que, una vez montado, el trono tendría serias dificultades para salir por la puerta de la iglesia por la que hasta entonces lo hacía la procesión california, situada

en la calle de San Miguel. Ello provocó que, urgentemente, se solicitase al Obispo autorización para abrir la nueva puerta, que ya estaba en proyecto, en el centro de la fachada principal de la iglesia de Santa María de Gracia que da a la calle del Aire.49 Es conocida la anécdota que señala que el prelado autorizó lo que demandaban los californios, pero les advirtió con sorna que, en el futuro, realizaran tronos para puertas y no puertas para tronos. 50

Los tronos de Luis de Vicente influyeron notablemente, no sólo por su calidad artística, en la configuración actual de las procesiones californias ya que, además de provocar la apertura de una nueva puerta en Santa María de Gracia, obligaron a modificar el itinerario tradicional de la procesión que discurría por calles estrechas y trasladarlo a otras más anchas, por las que estuvo discurriendo sin modificaciones casi 70 años, que permitirían mejorar su lucimiento. Así, en el año 1929, fecha del estreno del Ósculo, se mantuvo el itinerario tradicional,

que, entre otras calles, obligaba a pasar por la angosta esquina que forman las calles Cuatro Santos y Jara. El tamaño del nuevo trono hizo que fuera necesario acortar los varales de este, pues era imposible que girara en dicha esquina. 51 Según la tradición oral, recogida por Diego Ortiz, 52 dicho acortamiento se realizó durante la procesión con serruchos, aunque consideramos que, por lo que figura en las fuentes escritas, esto se realizó antes de la procesión, 53 pues, previendo los cofrades lo que podía pasar en dicha esquina, ya habían preparado unas varas más cortas, que impedirían llevar el número de portapasos que habría sido necesario para cargar el trono con comodidad. Lo que sí se produjo en ese mismo lugar fue la rotura de una de las cartelas de luz del trono de la Oración en el Huerto que fue reparado por los operarios que habían venido a montar el Ósculo. 54No conocemos el alcance de los daños en el trono de la Oración, pero sí que los operarios, que debían de ser habilidosos en el trabajo de las tallas, los repararon.

Trono del Ósculo. Cuerpo superior de Luis de Vicente (1929). Ampliación de tallas del cuerpo superior y cuerpo inferior de Rafael Eleuterio (19721974) Foto: José Diego García.

Fue en los momentos finales de la vida de Luis de Vicente donde se documentan también algunos diseños de obras menores, en comparación con los tronos de Cartagena y Málaga, que tampoco pudo ver terminadas por su fallecimiento, para su ciudad natal de Granada, tales como las banderolas, ciriales y mazas destinadas a la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de la Alhambra de la ciudad andaluza. 55

Rafael Manuel del Baño Zapata

Trono del Ósculo. Cuerpo superior de Luis de Vicente (1929). Ampliación de tallas del cuerpo superior y cuerpo inferior de Rafael Eleuterio (1972-1974) Foto: José Diego García.

Notas

1 La utilización del término “barroco” en el mundillo procesionista cartagenero suele ser bastante poco acertada y en general simplista, atribuyéndose tal carácter a obras muy diferentes entre sí, que sólo tienen en común la exuberancia decorativa. No obstante, con las obras de Luis de Vicente parece existir unanimidad, no sólo en Cartagena, en atribuirle tal carácter. Así, el diario madrileño El Siglo Futuro al describir en el momento de su construcción una de las obras realizadas por el artista para Málaga, las andas para el Nazareno del Paso de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús, las calificaba del “más puro estilo barroco”. El Siglo Futuro, 1-4-1924

2 Marina, Alejandro, “Pasiones bañadas por el Mediterráneo I” en Recopilación de artículos sobre la Semana Santa de Málaga publicados por distintos medios entre 2013 y 2016, https://issuu. com/moraoyverde/docs/portada-fusionado/s/11695847, consultado 4-8-2024

3 Castro Vílchez, José Antonio, “Luis de Vicente (Granada 1884-1928)”, Oración en el Huerto 1758-2003. 75 aniversario. pp. 67-75

4 Granada Gráfica, abril 1922

5 La Saeta, Málaga, 1922 s/p

6 Memoria descriptiva de unas andas-trono para Nuestra Señora por el escultor Luis de Vicente de Granada. Mayo MXMXXI, citado por Salinas, Alberto, “Los tronos desaparecidos de la Esperanza”, Esperanza. Anuario de la Pontificia y Real Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza, 2016, pp. 54-61

7 Por cartela se entiende en general “decoración enmarcando a modo de orla una parte central destinada a recibir emblemas, leyendas, etc.”, en Fatás, G. y Borrás, G.M., Diccionario de términos de Arte, Alianza-Ediciones del Prado, 1993, p. 56

8 Véase Mínguez Lasheras, Francisco, Diccionario ilustrado del habla procesionil cartagenera,

Cartagena, 2004, p. 79. Cartela: “pirámide luminosa con la que se alumbran los tronos”

9 Marina, Alejandro, op. cit.

10 La Saeta, Málaga, 1924, s/p

11 La Saeta, Málaga, 1925, s/p

12 La Saeta, Málaga, 1924, s/p

13 Cartagena Nueva, 3-4-1925

14 El boceto apareció publicado con posterioridad en El Liberal de Murcia, 6-11-1924

15 Cartagena Nueva, 20-8-1924

16 El Porvenir, 18-2-1925

17 El Eco de Cartagena, 19 y 28-2-1925

18 Cartagena Nueva, 8-4-1925

19 Ortiz Martínez, Diego, Los tronos. Semana Santa de Cartagena, El Faro, Cartagena, 2007, p. 22

20 Cartagena Nueva, 4-4-1925

21 Cartagena Nueva, 31-3-1925

22 El Porvenir, 11-4-1925

23 Granada Gráfica, marzo de 1925

24 El Eco de Cartagena, 8-4-1925

25 Linares Ferrando, Luis F. “Los tronos de estilo malagueño de Luis de Vicente Mercado”, Haz de Lictores, n.º 19, 2018, pp. 57-60. El artículo está escrito por Luis Francisco Linares citando como fuente a su padre.

26 Marina, Alejandro, op. cit.

27 Cartagena Nueva, 24-4-1925

28 Baño Zapata, Rafael Manuel del, “Los tronos californios de Luis de Vicente frente a los tronos de estilo cartagenero”, Sentencia, n.º 15, 2010, pp. 14-16

29 Cartagena Nueva, 25-4-1925

30 El Eco de Cartagena, 22-1-1926

31 Cartagena Nueva, 24-3-1926

32 El Porvenir, 30-3-1926

33 Cartagena Nueva, 28-3-1926

34 La Razón, 1 y 2-4-1926

35 La Saeta, Málaga, 1926, s/p

36 Castro Vílchez, José Antonio, op. cit. p. 73

37 La Saeta, Málaga, 1927, s/p

38 La Saeta, Málaga, 1928, s/p

39 El Eco de Cartagena, 5-7-1927

40 El Porvenir, 26-7-1928; Cartagena Nueva, 277-1928 y La Verdad, 29-7-1928

41 Ya en 1925, tras el éxito del Prendimiento, se dijo que el siguiente trono que realizaría Luis de Vicente sería el de la Cena, aunque no fue así. Véase Cartagena Nueva, 25-4-1925

42 Castro Vílchez, José Antonio, op. cit. p. 75, citando a Aróstegui Mejías, Antonio y López Ruiz, Antonio, 60 años de arte granadino (1900-1962), p. 248

43 La Saeta, Málaga, 1929 y 1930, s/p

44 Dichas cabezas fueron retiradas del trono del Ósculo en 1972 cuando Rafael Eleuterio lo amplió, siendo colocadas, tras restaurarlas en 1974 Sánchez Lozano, en el trono de la Virgen de la Esperanza. Posteriormente, también se retiraron de este último trono. Véase Ruiz Manteca, Rafael, El Beso de Judas en la Semana Santa de Cartagena, 2ª ed., 2004, p. 67, citando un testimonio oral de Balbino de la Cerra.

45 Ortiz Martínez, Diego, “El escultor y tallista granadino Luis de Vicente y sus obras para la Cofradía California”, El Flagelo, 22, 2012, pp. 27-35

46 El Porvenir, 14-12-1928

47 El Porvenir, 14-3-1929

48 El Eco de Cartagena, 30-3-1929

49 El Porvenir, 21-3-1929

50 Baño Zapata, Rafael Manuel del, “La puerta california de Santa María de Gracia”, Haz de Lictores, n.º 10, 2009, pp. 51-53

51 Cartagena Nueva, 6-4-1930

52 Ortiz Martínez, Diego, “Los tronos…, p. 25

53 Baño Zapata, Rafael Manuel del, “La puerta…”

54 Cartagena Nueva, 6-4-1930

55 Ortiz Martínez, Diego, “El escultor…” y López-Guadalupe Muñoz, M.C. y López-Guadalupe Muñoz, J.J.: Historia viva de la Semana Santa de Granada. Arte y devoción. Granada 2000 p. 315.

La impronta de la obra de Luis de Vicente en el Miércoles Santo californio

El escultor Luis de Vicente Mercado murió en Granada, ciudad donde ejercía el cargo de director de la Escuela de Bellas Artes1 y tenía establecido su estudio, a comienzos de diciembre de 19282, cuando su taller se encontraba inmerso en el proceso de creación de los tronos de María Santísima de Consolación y Lágrimas3, para la Archicofradía de la Sangre de la ciudad de Málaga4, y el del grupo de El ósculo, para la cofradía california de Cartagena. La adquisición de este último trono había sido acordada en el cabildo celebrado el 4 de julio del año 19275, aunque la obra finalizada no llegó a Cartagena hasta marzo de 19296, tres meses después de haber fallecido el artista. Esta entrega póstuma cerraba definitivamente, por razones obvias, la relación entre Luis de Vicente y los californios, surgida unos años antes, concretamente en 1924, cuando se le encargó el trono para El Prendimiento, titular de la cofradía california7. Fruto de la cual fueron tres magníficas obras que enriquecieron notablemente la procesión cartagenera del Prendimiento de Cristo y que aún hoy, después de un siglo, podemos seguir admirando cada noche de Miércoles Santo, pues, además de los dos tronos antes mencionados, también había ejecutado otro en el año 1926 para el grupo de La oración en el huerto8.

Los tronos de Luis de Vicente representaron entonces el inicio de la renovación de las procesiones cartageneras, como expresaba el diario Cartagena Nueva, en abril de 1925, con motivo del estreno del trono de El Prendimiento9; si bien, unos días más tarde, en el mismo periódico podía leerse, en relación al nuevo trono de La oración el huerto, cuyo boceto estaba preparando entonces el escultor granadino, que las cartelas serían en estilo cartagenero, con el fin de poder ser adornadas con flores, aunque se mantendría la riqueza de las tallas10. Prueba fehaciente de que no a todos debió de complacer la transformación experi-

mentada por el trono de El Prendimiento. De hecho, para algunos procesionistas, estos cambios en la manera de concebir los tronos suponían alejarse de la tradición cartagenera y acercarse a la manera andaluza de entender la Semana Santa, especialmente la de Málaga y Sevilla11. Una afirmación atinada si tenemos en cuenta que los siete tronos que el artista realizó para la ciudad de Málaga, entre los años 1922 y 192812, aunque destruidos durante los años de la II República, fueron durante la posguerra el referente para la construcción de nuevos tronos en dicha ciudad, dando origen a una corriente denominada como “estilo malagueño”13. Pero además, los tronos cartageneros de Luis de Vicente, y en particular el de El Prendimiento, pudieron tener un antecedente lejano en el de El Gran Poder de Sevilla, un trono barroco construido, entre los años 1688 y 1692, por el escultor Francisco Ruiz Gijón14, que sin duda el granadino debía de conocer, donde, tanto en la alternancia de formas cóncavas y convexas, ejecutadas en madera tallada y dorada, como en las tarjeas o altorrelieves enmarcados por angelitos, centrando los cuatro lados del paso, podemos encontrar el precedente del trono del Titular de la cofradía california. Así pues, algunas de las reformas emprendidas por las cofradías pasionarias de Cartagena, en la década de los años veinte del pasado siglo, que contribuyeron a conferirle una personalidad propia y su actual configuración, estaban inspiradas en la Semana Santa de Andalucía, como podemos ver también en el hecho de que para poder participar en la por entonces nueva procesión del Silencio, los hermanos debían solicitarlo previamente al hermano mayor y obtener su correspondiente número de orden y una contraseña15, una acción que recuerda a la de sacar la papeleta de sitio que los cofrades andaluces siguen realizando hoy en día para poder participar en la procesión que organiza su hermandad, ocupando su lugar correspondiente16

Los tronos de Luis de Vicente, con sus formas sinuosas y proporcionadas, sus tallas simétricas y atrevidas y su compleja y variada ornamentación a base de ángeles policromados y tondos con altorrelieves o pinturas, se encuadrarían dentro de la corriente neobarroca, surgida en Francia en la segunda mitad del siglo XIX. Un estilo que a los cofrades californios de la época debió de parecerle el más adecuado para renovar los tronos destinados a procesionar los grupos escultóricos realizados por Francisco Salzillo en el siglo XVIII. Así, cuando Luis de Vicente falleció, a finales de 1928, no sólo se encontraba trabajando para los californios en el proyecto del trono de El ósculo, sino que también debía tener comprometida la realización de un cuarto trono para la cofradía cartagenera, dado que en el verano de 1928 había viajado a Cartagena para someter a la aprobación de los cofrades dos modelos de tronos17

No sabemos con seguridad cuál pudo ser ese último trono que Luis de Vicente sólo debió de llegar a esbozar con el fin de presentarlo al cabildo, aunque probablemente fuera el destinado a portar el grupo de La conversión de la mujer samaritana. Las noticias conservadas demuestran que californios, en la segunda mitad de la década de 1920, tenían proyectado completar la renovación los cuatro tronos donde procesionaban los grupos de Francisco Salzillo. Así, en el verano del año 1927, en el mismo cabildo donde se aprobó contratar el trono de El ósculo, se acordó también convocar un concurso entre artistas cartageneros con el fin de que La samaritana pudiese estrenar un nuevo trono la próxima Semana Santa18. Certamen que no debió de celebrarse, dado que no ha quedado constancia en la prensa periódica de la época, posiblemente porque, con buen criterio, debió parecer oportuno que este proyecto lo realizase también el mismo artista que estaba trabajando esos años para la cofradía, lo que explicaría porque

Luis de Vicente en el verano de 1928 presentó dos proyectos al cabildo. De hecho, apenas unos meses después de su fallecimiento, en octubre de 1929, se le encargó a Aurelio Ureña el nuevo trono para La samaritana, una obra que no desmerecía la de Luis de Vicente, según se reseñaba en la prensa local19. Argumentos que demuestran el interés que tenían los californios, en esos años, por contar con uno nuevo trono para este paso procesional y que apoyarían que fuese el otro modelo de trono que en 1928 presentó Luis de Vicente al cabildo.

La otra posibilidad es que el proyecto no realizado de este escultor para los californios fuese un trono para el grupo de La Santa Cena, como dejaba entrever Cartagena Nueva en abril de 1925, donde podía leerse que “con el tiempo saldrá el trono de “La Cena” pero el escultor necesita por lo menos tres años para hacerlo”20, refiriéndose a Luis de Vicente. Pero la noticia publicada parece más la expresión de una aspiración a medio o largo plazo, que un proyecto en el que por entonces estuviesen implicados los cofrades. De hecho, habrá que esperar a 1930 para que, en la cofradía califor-

nia, se comience a tratar seriamente la posibilidad de recuperar el paso de La Cena21, cuando ya había fallecido el escultor granadino.

El primer trono que adquirió la cofradía california tras morir Luis de Vicente, como se mencionó anteriormente, fue el de La conversión de la mujer samaritana. Un trabajo de Aurelio Ureña, estrenado en 193122, destinado, sin duda, a la inevitable comparación con los del artista granadino, ya que, probablemente, sustituía al trono diseñado por éste para dicho grupo escultórico, o en cualquier caso representaba la conclusión del proyecto de renovación de los tronos de la procesión del Prendimiento, donde Luis de Vicente había tenido un destacado protagonismo. Obra de una extraordinaria calidad, el trono de La samaritana, sin embargo, se aleja formalmente de los del artista granadino. Así, frente a la sinuosidad y los juegos de curvas de los tronos de Luis de Vicente, el de Ureña destaca por su acusada geometría, constituyendo un cubo perfecto de grandes proporciones, una alegoría por sí mismo de la divinidad, aunque, posiblemente, también pudo estar in-

fluenciado por los postulados del Art decó y su gusto por las líneas rectas, tan en boga en esos años. Esta estructura cúbica sirve de anclaje a un rico programa escultórico que le confiere un notable movimiento y una profunda carga simbólica en relación con el poder salvífico del agua, y por ende del bautismo, que nos redime de nuestros pecados y nos abre las puertas de la salvación.

Aunque muy distintos en sus aspectos formales, los tronos californios de Luis de Vicente y el de Aurelio Ureña comparten un mismo concepto o esquema compositivo: unas formas dinámicas, una gran expresividad y una serie de elementos decorativos que conforman un programa iconográfico, más o menos complejo, que complementa la escena evangélica que procesionan. Así, si en el de La samaritana, como se comentaba, la decoración alude a la salvación por medio del bautismo y al valor de la caridad y las obras de misericordia para los cofrades; en el trono de El Prendimiento los altorrelieves que lo adornan, donde se representan La entrada de Jesús en Jerusalén, La flagelación y La Vía Dolorosa, constituyen

Trono de la Conversión de la Samaritana. Autor: Aurelio Ureña. Año 1931. Foto José Diego García. COFRADÍA

una sinopsis de la Pasión que refuerza el sentido profundo del Prendimiento de Cristo como eje y auténtico centro pasionario para los cofrades californios. Asimismo, en el de La oración en el huerto, los óvalos pintados, donde aparecen unos angelitos portando los instrumentos de la Pasión, representan una alegoría del martirio del Hijo del Hombre en relación con la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní. No encontramos, sin embargo, estas decoraciones figuradas en el trono de El ósculo, aunque los tondos circulares presentes en sus cuatro lados hacen pensar que debían estar previstas; pero la muerte del escultor dejó está obra inconclusa, sin una decoración figurada, como los dos anteriores. Aunque es tradición, conservada entre los cofrades, que los laterales estaban decorados con unas cabezas de querubines que cuando se reformó el trono, en los años setenta del pasado siglo, pasaron a decorar el nuevo trono de la Virgen de la Esperanza para la noche del Jueves Santo23. A pesar de que pueden apreciarse en alguna de las fotografías conservadas del trono original, la calidad de estos querubines pondría en duda la autoría de Luis de Vicente. Por tanto, la ausencia de escenas, esculpidas o pintadas, en el trono de El ósculo sugiere que estos elementos eran debidos directamente a la mano del maestro, por lo que, tras su muerte, el taller sólo pudo concluir el trabajo de talla y dorado, quedando posiblemente el trono sin terminar.

En esencia los tronos de Luis de Vicente son un cuerpo de madera tallada y dorada con abundantes decoraciones figuradas, que lo dotan de movimiento, expresión y una gran plasticidad. Un esquema que, a partir de entonces, los cofrades californios van a tener en cuenta a la hora de diseñar sus nuevos tronos, especialmente los destinados a la procesión de Miércoles Santo. Así, cuando en 1935 se constituyó la agrupación de La Santa Cena, el nuevo trono, para procesionar el grupo escultórico de Antonio Riudavets, se le encargó al tallista cartagenero Emilio Latorre y el dorado de este a Enrique Navarro24. Sin embargo, existe alguna controversia en relación con la autoría del trono, ya que en el inventario de la Comunidad

de Autónoma de la Región de Murcia (CARM) aparece como obra de Federico Latorre25, autor al que también lo atribuye Ortiz Martínez en Los tronos. Semana Santa de Cartagena26, mientras que Hernández Martínez, en el libro escrito con motivo del 75 aniversario fundacional de la agrupación de La Cena, refiere que el autor de trono fue Federico García Latorre27. No obstante, todo parece indicar que el autor de este trono fue Emilio Latorre, ya que aparece como tal en distintos periódicos de la provincia de Murcia y en distintas fechas28, y asimismo en el Inventario Patrimonial de la Cofradía California, corrigiendo la autoría de Federico Latorre que aparecía en el inventario hecho por la Comunidad Autónoma29. Sin embargo, aunque en el inventario de la cofradía se hace referencia a que el autor podría ser el lorquino Emilio Latorre López, activo en las fechas en las que se hizo el trono30, las reiteradas menciones en los diarios locales al que el autor era cartagenero parecen desmentirlo, a pesar de no haberse podido localizar hasta la fecha ninguna información sobre el mencionado tallista. De hecho, Ortiz Martínez plantea que el autor pudiese ser granadino debido al estilo del trono y afirma, asimismo, que se asegura que falleció sin terminarlo31. Esta última noticia la podría corroborar la reseña del entierro de Emilio Latorre publicada en La Tierra, un diario cartagenero, en agosto de 193632.

Las primeras referencias sobre este trono para La Cena mencionan que sería adornado con guirnaldas y bajorrelieves cincelados en plata, por lo que se había solicitado presupuesto a una afamada casa alemana33, aunque, posteriormente, se habla también de que se había tratado con una firma de Zaragoza además de la citada casa de Berlín34; sin embargo, en la revista Cartago-Nova editada en abril de 1936 se hace mención de que el trono iba adornado con medallones realizados por escultores murcianos35. En cualquier caso, el trono de La Cena seguía el diseño de los de Luis de Vicente, con sus tallas en madera dorada y decoraciones figuradas. Una obra que, en cuanto a calidades, debía estar a la par de las del granadino, ya que la cofradía

presupuestó en 1935 la cantidad de 25.000 pesetas para su realización36, un montante que no difería mucho del valor estimado de los tronos de Luis de Vicente, que se calculaba por entonces en unas 30.000 pesetas37

El trono de La Cena fue reformado en el año 1965 por el tallista Rafael Eleuterio Aguilar38, que sustituyó las antiguas cartelas por otras curvilíneas de madera tallada y dorada, con un mayor movimiento que las desechadas, más acordes con las de los tronos de Luis de Vicente, además de mejorar las tallas del cuerpo o base del trono, en cuyo frente se realizó una especie de capilla para albergar una reproducción del Santo Cáliz que se conserva en la seo valenciana. La decoración se completó con una serie de adornos metálicos realizados en el Centro de Bronces Religiosos de Valencia, entre los que destacaban sendas placas plateadas destinadas al centro de los costados del trono, donde se plasmaron las escenas de El Prendimiento y Jesús ante Poncio Pilato, obras del orfebre José Bonacho David39

Con anterioridad a estas reformas efectuadas en el trono de La Santa Cena, el tallista cartagenero Rafael Eleuterio, discípulo de Aladino Ferrer, ya había trabajado para la cofradía california, siendo el autor del trono de La coronación de espinas40, que se contrató en julio de 196241 y desfiló por primera vez la noche del Miércoles Santo de 196342. Rafael Eleuterio, en una entrevista concedida a El Noticiero, refería que el nuevo trono era “Barroco florentino con figuras y relieves de Renacimiento italiano”43. Obra que sigue, en esencia, el estilo de Luis de Vicente, con un cuerpo a base de grandes y movidas tallas de madera, doradas por Enrique Carabal Rubio44, entre las que se enmarcan una serie de figuras y relieves, en color caoba, que lo adornan: los cuatro evangelistas, en las esquinas, escenas de la Pasión California, en los laterales, y sendos relieves con San Cristóbal con el Niño, en el frente, y Santa Bárbara, en la parte posterior, patronos del gremio de transportistas y de CAMPSA, respectivamente, entidades que contribuyeron a financiar su coste. Este trono fue la primera obra importante que rea-

Trono de la Coronación de Espinas. Autor: Rafael Eleuterio. Año 1963. Foto José Diego García.

lizó Rafael Eleuterio para la Semana Santa de Cartagena, como él mismo reseñaba en la prensa local45. Durante muchos años el trono estuvo desfilando sin cartelas, algo que resultaba extraño, por lo que se le añadieron en el año 197146. Las cartelas, realizadas en madera dorada y tallada, además de completar la estética del trono, contribuyeron también a reforzar el parecido con los de Luis de Vicente. Unos años después, en 1966, Rafael Eleuterio realizó también el trono para el Ángel de la Pasión, trono insignia de la agrupación sanjuanista, siguiendo un diseño del hermano de la agrupación Antonio López Chumilla47, donde de nuevo el tallista cartagenero utiliza como decoración una airosas y grandes tallas doradas.

A comienzos de los años setenta del pasado siglo XX, Rafael Eleuterio va a intervenir en las tres obras de Luis de Vicente que se conservan en la cofradía california. Así, en 1970 amplió el trono de El Prendimiento48; de manera que el trono del escultor granadino pasó a constituir un segundo cuerpo, al ser colocado sobre una base de madera dorada, adornada con tallas que seguían fielmente el estilo del autor del trono. Eleuterio en este trabajo no sólo respetó la obra original, que puede distinguirse fácilmente, sino que también supo acentuar el dinamismo que le había impregnado Luis de Vicente, confiriéndole de este modo una gran belleza y plasticidad. Al año si-

guiente, Rafael Eleuterio amplió también el trono de La oración en el huerto49 siguiendo el mismo esquema que en el de El Prendimiento, es decir, el original de Luis de Vicente pasó a ser un segundo cuerpo dispuesto sobre una base decorada con tallas de madera doradas e inspiradas en las primitivas. Coincidiendo con esta reforma se restauraron, además, las figuras de los ángeles y las pinturas del trono por José Sánchez Lozano y Ramón Alonso Luzzy, respectivamente50. Estas dos ampliaciones efectuadas por Rafael Eleuterio constituyen, posiblemente, su mejor trabajo para la cofradía california.

La reforma y ampliación del trono de El ósculo, también realizada por el tallista Rafael Eleuterio, entre 1972 y 197451, fue muy diferente, debido a que, en este caso, era necesario ensanchar también la superficie del trono para poder adaptar el grupo escultórico de Mariano Benlliure, de mayor tamaño que las figuras de Salzillo destruidas en 1936. Esto implicó trazar una cruz sobre el suelo y abrir el trono en cuatro partes, para posteriormente ensancharlo y alargarlo52. Eleuterio recompuso el nuevo cuerpo del trono con unas delicadas tallas en madera dorada, siguiendo los modelos de Luis de Vicente, que armonizaban perfectamente con las existentes. No obstante, como consecuencia de que al agrandarlo se perdieron las proporciones originales, el trono perdió,

pese a su indudable calidad, parte de su primitiva elegancia, siendo el resultado final muy diferente al de los otros dos tronos antes comentados.

El primer trono que utilizó El Cristo de la Flagelación, una obra de Vicente Segura del año 194753, difería totalmente de los que desfilaban en la procesión del Prendimiento, al ser casi todo metálico54, por lo que pronto se decidió sustituirlo por otro más acorde con el cortejo californio, al considerarse que restaba magnificencia a la imagen de Mariano Benlluire55. El nuevo trono, estrenado 1950, fue realizado en los talleres de la casa Plata

Meneses S.A. de Madrid y constaba de tres cuerpos, el superior de plata, donde se ubicaban las cartelas, también metálicas; el central en madera tallada, decorado con una serie de figuras femeninas; y el inferior de madera pulida56. El trono fue reformado en 1966, ensanchándose la base con el fin de colocar sobre ella las cartelas y facilitar la visión de la imagen57

A pesar de sus diferencias formales con los de Luis de Vicente, el dorado del cuerpo central y la presencia de las figuras femeninas hacen que armonice con el estilo de la procesión y además logran que visualmente se integre en ese conjunto homogéneo que forman los tronos californios de Miércoles Santo.

A partir de los trabajos de Rafael Eleuterio, sin duda, el mejor intér-

Detalles del trono de la Coronación de Espinas. Fotos: José Diego García.

prete en Cartagena de la obra de Luis de Vicente, los nuevos tronos que se van a ir incorporando sucesivamente al Miércoles Santo cartagenero seguirán el camino iniciado por el trono de La Flagelación en 1950, es decir, un predominio de tallas ampulosas y movidas en madera dorada que consiguen crear una unidad estilística que singulariza la procesión california por antonomasia.

A finales de los años setenta, en 1979, se incorporó a la procesión del Prendimiento el trono de El Juicio de Jesús, una obra de Rafael Terón Navarro construida en 1970, destinada originariamente a figurar en la procesión del Silencio, procesionando el grupo de La vuelta del Calvario58. Este trono, constituido por dos cuerpos de dimensiones muy similares, está adornado con una exuberante y rica decoración, que recorre todo el perímetro, realizada en madera tallada y dorada, con unas grandes cartelas fabricadas en esos mismos materiales. Rafael Terón también fue el autor del primer trono que utilizó el grupo de La sentencia, cuando se incorporó en 1986

a la procesión del Prendimiento59, ya que los primeros años procesionó sobre el trono que este artesano había hecho en 1964 para La entrada de Jesús en Jerusalén60, con una decoración muy similar a la del trono de El Juicio de Jesús, que también podemos observar el carro insignia de la cofradía realizado por este mismo tallista en 198661, trono que abre la mayoría de las procesiones que organiza la cofradía, entre ellas la del Prendimiento. Posteriormente, en el año 2000 se realizó un nuevo trono para La sentencia, que se decoró a base de grandes y movidas tallas de madera dorada, realizadas por Juan Miguel Cervilla, discípulo de Rafael Eleuterio62, donde se pueden apreciar la influencia del inconfundible estilo de Eleuterio Aguilar.

Adentrados en el siglo XXI, se incorporaron dos nuevos tronos a la procesión california del Miércoles Santo, el de El arrepentimiento de San Pedro, en 2004, y el de Santiago en el lavatorio de los pies, en 2024, en los que se siguió el estilo que se había ido configurando en la cofradía a lo largo de la segunda mitad del pasado siglo. Así, el

trono para el grupo de San Pedro fue encargado a la empresa Hermanos Lorente S.L.63, y consta de dos cuerpos realizados en madera dorada con grandes tallas que siguen el estilo de las de Luis de Vicente y Rafael Eleuterio, con cuatro tondos en el centro de las cuatro caras de cada uno de los dos cuerpos; en los superiores se colocaron escudos tallados de instituciones relacionadas con la agrupación sampedrista y en los inferiores unas pinturas alusivas a la vida del apóstol, realizadas por José Bernal. De modo que, en esencia, este trono sigue el esquema de los de Luis de Vicente. Por su parte, el trono de El lavatorio de los pies también se ajustó al modelo de los tronos californios de Miércoles Santo, al estar elaborado con tallas doradas y cartelas arboriformes realizadas también en madera trabajada y dorada, trabajo que realizó la empresa murciana Victoria Delis64.

La obra de Luis de Vicente, desde la llegada del trono de El Prendimiento en 1925, se convirtió en un referente para los cofrades californios y en una manera de concebir los tronos siguiendo las pau-

Detalle de las tallas y del cáliz de la Santa Cena. Emilio Latorre (1935) y Rafael Eleuterio (1965). Foto Juan Sáez.
Detalles cartelas trono de la Flagelación. Autor: Casa Meneses. Madrid. 1950. Fotos: José Diego García.

tas marcadas por el artista granadino: tallas grandes y muy dinámicas, cartelas igualmente de madera dorada y tallada, dotadas de movimiento y ampulosidad, y unas decoraciones a base de elementos figurados y policromados que destacan entre las formas doradas. Esta manera de entender un trono la vamos a encontrar desde entonces en todos los tronos californios de Miércoles Santo, excepto los denominados de estilo cartagenero, configurando lo que podríamos denominar tronos de “estilo californio”, parafraseando a los cofrades malagueños, que hablan de tronos de “estilo malagueño” en referencia a aquellos inspirados en los modelos de Luis de Vicente.

Ángel Julio Huertas Amorós

Notas

1 El Porvenir (Cartagena), 20 de agosto de 1924: 1.

2 El Porvenir (Cartagena), 3 de diciembre de 1928: 1.

3 El trono malagueño por un granadino. https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2013/03/02/trono malageño-granadino-28751679.html (última consulta 14 de agosto de 2023).

4 https://archicofradiadelasangre.es/maria-santisima-de-consolacion-y-lagrimas/ (última consulta 14 de agosto de 2023).

5 El Eco de Cartagena (Cartagena), 5 de julio de 1927: 1.

6 La Tierra (Cartagena), 16 de marzo de 1929: 3.

7 El Eco de Cartagena (Cartagena), 20 de agosto de 1924: 1.

8 El Eco de Cartagena (Cartagena), 29 de marzo de 1926: 1.

9 Cartagena Nueva (Cartagena), 3 de abril de 1925: 1.

10 Cartagena Nueva (Cartagena), 25 de abril de 1925: 1.

11 Campillo C. Al margen de las procesiones. Cartagena Nueva (Cartagena), 24 de abril de 1925: 4.

12 El trono malagueño por un granadino. Ob. cit.

13 Palomo Cruz AJ. Semana Santa de Málaga. Córdoba: Ed. Almuzara. Colección Andalucía; 2022. 95p.

14 https://www.gran-poder.es/patrimonio/patrimonio-mueble/paso-de-jesus-del-gran-poder/ (última consulta 23 de febrero de 2025).

15 Cartagena Nueva (Cartagena), 10 de marzo de 1928: 4.

16 https://esperanzadetriana.es/2024/01/08/ normas-para-la-obtencion-de-la-papeleta-de-sitio-3/ (última consulta 9 de febrero 2025).

17 Cartagena Nueva (Cartagena), 27 de julio de 1928: 1.; El Porvenir (Cartagena), 26 de julio de 1928: 1.

18 El Eco de Cartagena (Cartagena), 5 de julio de 1927: 1

19 La Verdad (Murcia), 24 de octubre de 1929: 2.

20 Cartagena Nueva (Cartagena), 25 de abril de 1925: 1.

21 Pagán Pérez A. Un nuevo enfoque en la recuperación del Paso de la Santa Cena en

el seno de la Cofradía del Prendimiento de Cartagena I (1935-1940). El Flagelo 2019: 35-39.

22 Cartagena Nueva (Cartagena), 7 de marzo de 1931: 2.

23 Ruiz Manteca R. El beso de Judas en la Semana Santa de Cartagena. Cartagena. Agrupación del Ósculo. Cofradía California. 1989: p. 77.

24 El Noticiero (Cartagena), 12 de junio de 1935: 1.

25 Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento (en adelante ACNPJPP). Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de la Santa Cena.

26 Ortiz Martínez D. Los tronos. Semana Santa de Cartagena. Cartagena. Ed. Diario El Faro; 2007: pp. 40 y 59.

27 Hernández Martínez A. Santa Cena. Oro viejo de pasión California. Cartagena. Ed. Aglaya; 2004: p. 71.

28 El Noticiero (Cartagena), 12 de junio de 1935: 1; y La Verdad (Murcia), 11 de junio de 1935: 6.

29 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de la Santa Cena.

30 Ibidem.

31 Ortiz Martínez D. Los tronos… Ob. cit.: p. 40.

32 La Tierra (Cartagena), 7 de agosto de 1936: 3.

33 La Verdad (Murcia), 11 de junio de 1935: 6.

34 El Noticiero (Cartagena), 12 de junio de 1935: 1.

35 Cartago-Nova (Cartagena), 1 de abril de 1936: 6-7.

36 La Verdad (Murcia), 11 de junio de 1935: 6.

37 Cartagena Nueva (Cartagena), 6 de abril de 1930: 1

38 Ortiz Martínez D. Los tronos… Ob. cit.: p. 59.

39 Hernández Martínez A. Santa Cena…Ob. cit.: p. 132; y ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de la Santa Cena.

40 Ortiz Martínez D. Los tronos… Ob. cit.: p. 59

41 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de La Coronación de Espinas.

42 El Noticiero (Cartagena), 25 de marzo de 1963: 5.

43 El Noticiero (Cartagena), 14 de marzo de 1963: 4.

44 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de La Coronación de Espinas

45 El Noticiero (Cartagena), 14 de marzo de 1963: 4.

46 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de La Coronación de Espinas

47 Ortiz Martínez D. Los tronos…Ob. cit.: p. 59.

48 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono del Prendimiento.

49 El Noticiero (Cartagena), 2 de marzo de 1971: 3.

50 Ibidem.

51 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono del Ósculo.

52 Ruiz Manteca R. El Beso de Judas…Ob. cit.: p. 77.

53 El Noticiero (Cartagena), 1 de abril de 1947: 3.

54 El Noticiero (Cartagena), 5 de marzo de 1947: 1.

55 Botí Espinosa MV. Flagelación. Cincuenta aniversario, 1946-1996. Cartagena. Agrupación del Santísimo Cristo de la Flagelación; 1996: p. 78.

56 El Noticiero (Cartagena), 1 de marzo de 1950: 1.

57 Botí Espinosa MV. Flagelación…Ob. cit.: pp. 106-108.

58 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono del Juicio de Jesús y El Noticiero (Cartagena), 2 de marzo de 1971: 3.

59 https://cofradiacalifornia.es/agrupaciones/agrupación-de-la-sentencia/ (última consulta 25 de febrero de 2025).

60 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono de la burrica.

61 ACNPJPP. Inventario Patrimonial de la Cofradía California (Base de datos Access). Trono insignia de la cofradía.

62 https://cofradiacalifornia.es/agrupaciones/agrupación-de-la-sentencia/ (última consulta 25 de febrero de 2025).

63 Boletín Cofrade. Informativo de la cofradía california (núm.14); 2004: pp. 30-31

64 ACNPJPP. Comisión de Arte. Informes de fecha 2 de junio de 2016 y 14 de septiembre de 2022.

Tronos de la Flagelación y la Sentencia. Foto: José Diego García.

Cofradía y caridad

Queridos hermanos:

En esta ocasión y con estas líneas quiero recabar vuestra atención sobre uno de los pilares fundamentales de las cofradías. De un principio que da sentido a la existencia de estas y que refleja el auténtico compromiso cristiano con los más necesitados. Me estoy refiriendo a la caridad.

Y es que más allá de la organización de cultos y procesiones, las Cofradías en general, y la Marraja en particular, tienen la misión de ser un testimonio vivo del Evangelio, promoviendo la solidaridad, el servicio y el amor al prójimo.

Jesús nos dejó el mandamiento más importante: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22, 37-39).

Las cofradías, como asociaciones de fieles, tienen que asumir este mandamiento como un compromiso ineludible. Su acción social es una manifestación de la fe, pues el amor a Dios se demuestra en el amor al hermano, especialmente al que sufre.

Los marrajos desde el año 1996 unen sus esfuerzos en torno a la Fundación Marraja, que nació con el fin prioritario de encauzar la caridad cofrade a través de la asistencia social a las personas más desfavorecidas, a las personas mayores que sin recursos o con éstos muy limitados, conviven en una vivienda como una auténtica familia, recibiendo el cuidado, atención y el afecto por parte de voluntarios de la Cofradía Marraja.

Y es que la caridad no solo es una cuestión de asistencia material, sino también de cercanía, comprensión y fraternidad. Ser cofrade implica vivir la fe con un profundo sentido de comunidad y servicio.

El amor al prójimo se debe traducir en gestos cotidianos dentro de la Cofradía. En el apoyo a hermanos que

atraviesan dificultades. En la visita a enfermos. En generar conciencia solidaria y en la educación en valores de generosidad y compromiso entre los jóvenes cofrades.

Sin duda los jóvenes tienen mucho que ofrecer. Lo han demostrado desplazándose a Valencia a trabajar como voluntarios, en ayuda de los damnificados por la DANA, en sus actividades de carácter solidario (Cruces de Mayo, campeonatos de fútbol, visitas a la Fundación…). La Cofradía espera mucho de ellos porque el futuro, ya presente, es de ellos.

Una cofradía no se define solo por su patrimonio artístico o sus procesiones, sino por la calidad humana de sus miembros y su capacidad de transformar la realidad con acciones concretas de amor y servicio.

La caridad cofrade es el reflejo más auténtico del Evangelio en acción.

Una cofradía que no vive la caridad pierde su esencia cristiana. El apóstol que llegó a las costas de Santa Lucía para que naciera en España la Luz del Evangelio decía: Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo

tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2, 17).

La fe en Cristo siempre produce buenas obras. La llamada de Cristo a servir a los demás debe ser el motor que impulse a nuestra cofradía a seguir siendo faros de esperanza y ayuda en la sociedad.

Y estamos en año jubilar. El Papa Francisco ha establecido como lema de este año el de “testigos de la Esperanza”.

Como nos recordaba nuestro capellán en la conferencia titulada “La Piedad de la Piedad”, que pronunció en la Iglesia de Santa María de Gracia, junto a la imagen de la Santísima Virgen de la Piedad, con motivo del centenario de la llegada de la imagen, como cofrades tenemos que estar comprometidos a:

1. Seguir al Nazareno

2. Al amor Fraterno

3. A evangelizar

4. A orar.

5. A ejercer la Caridad.

Solo a través de la caridad, las Cofradías cumplen verdaderamente su misión evangelizadora, demostrando que la devoción a nuestro Padre Jesús Nazareno y a la Virgen de la Soledad no es sólo una expresión de fe, sino también un compromiso de amor al prójimo.

Desde la Cofradía hemos enviado ayuda a Honduras, hemos recogido alimentos, hemos realizado campañas en torno a la Fundación, hemos recogido juguetes para los niños más desfavorecidos, contribuimos con Cáritas a través del comedor solidario. Sin duda este compromiso es el fundamento por el que se ha creado, desde siempre, una cofradía.

Y así creo que debe seguir siendo.

Francisco Pagán Martín-Portugués Hermano Mayor

Dos centenarios marrajos

I.- Introducción: los motivos

Por estas fechas se cumplen dos centenarios importantes tanto para la Cofradía Marraja como para la Semana Santa de Cartagena. En ellos, el motivo de la celebración es distinta.

El primero, es el centenario de la constitución como Agrupación del “Santo Sepulcro”, la decana de las Agrupaciones de la Semana Santa de Cartagena y que, como veremos, facilitó en general la continuada presencia de los “pasos” en los cortejos pasionarios, con organización y economía propia.

La decisión de reunir a hermanos devotos en torno a las distintas advocaciones por medio de Agrupaciones dinamizará y organizará las anquilosadas estructuras de la Cofradías. Estos procesos constitutivos son largos y dependen de la medición o la toma de referencia del momento o los tiempos. Aquí se resalta la idea constitutiva, el germen que desata el proceso que finaliza con el pleno desarrollo de la agrupación “en la calle”. Esos inicios para los marrajos surgen en 1925, cuando un grupo de hermanos deciden abandonar el anterior sistema de penitentes y portapasos pagados, sin vinculación a la Agrupación, para formar “subcofradías” que se nutrirán de hermanos voluntarios, devotos, altruistas y generosos con su Agrupación, que promoverán el avance y modernización de nuestra Semana Santa.

Así las Agrupaciones tendrán autonomía para gestionar su patrimonio y la composición de la parte de su discurso pasionario en la procesión, siempre bajo la suprema coordinación de la Cofradía, que coadyuvará a mejorar y completar el patrimonio de las nuevas organizaciones que se acrecentará siempre en aras de la mejora en calidad y estética; por lo que su impulso fue fundamental.

El segundo centenario no celebra la constitución de una Agrupación,

sino la llegada a Cartagena de la Virgen de la Piedad de Capuz Al no existir Agrupación, fue la Cofradía quien impulsó la necesidad de disponer de un conjunto de calidad artística que, a su vez, aglutinará el fervor popular acrecentado en la época hacia la Patrona de Cartagena, encarnada ahora en la Piedad marraja y que arrastrará tras ella la promesa de varias generaciones de cartageneros que se ha mantenido saludablemente hasta hoy.

Sirvan estas páginas para recoger los principales acontecimientos que impulsaron la toma de estas dos importantes decisiones que despejarán tanto el futuro organizativo de la Cofradía, como al enriquecimiento de la imaginería, convirtiendo a José Capuz en el escultor contemporáneo de los marrajos. Para ello he recopilado fundamentalmente información que proviene y cito profusamente de dos enamorados de sus agrupaciones: Joaquín Roca Dorda del Santo Sepulcro, y Ernesto Ruiz Vinader de la Piedad; sin despreciar, por supuesto, muchos artículos, publicaciones y autores que han dedicado tiempo y conocimiento en investigar estos hechos con precisión y profundidad.

A veces, los relatos de procesiones están tintados de anecdotarios que se mueven en el proceloso territorio que separa lo que sucedió del mito, y que resultan curiosos cuando no heroicos, pero que ofrecen una visión del espíritu profundo de cada momento histórico; eso sí, siempre advirtiendo de la naturaleza de lo contado para no llamara a engaño a nadie.

Pues bien, con el agradecimiento a todos los que han dedicado su tiempo y esfuerzo en investigar y construir la historia de la Agrupación del Sepulcro y de la llegada y mantenimiento de la fe y devoción por la Virgen de la Piedad de la Cofradía Marraja y de la Semana Santa de Cartagena,

realizo este recuerdo de los hitos más importantes de estos dos centenarios que los marrajos celebramos como se merecen.

II.- La conjunción en la veintena del s. XX de diversas personalidades en torno a los marrajos, y sus primeros y magníficos resultados

2.1.- El hermano mayor Juan Antonio Gómez Quiles (1924-1936). Impulsor de la “modernización” de la Cofradía Marraja.

La elección de Gómez Quiles como hermano mayor de la Cofradía en 1924 y el grupo de marrajos de los que se rodeó fueron fundamentales para adoptar decisiones que trascenderán hasta nuestros días.

Gómez Quiles era un ambicioso hombre en los ámbitos comercial, bancario y social de la ciudad; auténtico mecenas, también para la Cofradía Marraja, para la que aportó muchos donativos y utilizó su influencia en pos de los marrajos. Este hermano mayor, de interesante personalidad e ideas, tanto para los Marrajos como para la Semana Santa de Cartagena, fue quien elige al escultor José Capuz para la ejecución primero de la Piedad y luego del Cristo Yacente y a la casa Granda para la construcción de su trono-catafalco. La trasformación del cortejo pasionario y su configuración casi definitiva en relación con el que conocemos hoy se deben a él.

Gómez Quiles era consciente de la necesidad de los marrajos de renovar su patrimonio artístico, para lo que necesitaba de un artista que supiera traducir estos deseos de magnificencia que sabía que era la característica a la que aspiraban las procesiones de Cartagena, y a través de su amigo y marrajo José Fuentes, residente en Madrid por trabajar en el Banco de España, conoció a José Capuz y promovió inicialmente el encargo del grupo de la Piedad al escultor.1

1 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, “Volver a Capuz”; Cartagena 2015, Revista Ecos del Nazareno, editada por la Cofradía Marraja. pg. 20.

2.2.- El escultor José Capuz Mamano y su relación con la Casa Granda de Madrid.

La generación de artistas que representa Capuz es deudora del S. XIX francés, de Rodin, y se integra en una corriente que busca la sencillez de las formas y el purismo de los volúmenes; con vinculaciones también con la escultura arcaica griega, el arte africano y el Art-decó, ya que esta última era una de las corrientes artísticas que predominaban en la veintena del S. XX, y en esos años Capuz era ya uno de los escultores más importantes de Madrid. Cuando le encargan el grupo de la Piedad, ya era un tallista consolidado.2

Capuz trabajó en los talleres de la Casa Granda a partir de 1914, tras regresar a España de su pensionado en la Academia Española de Roma desde 1906. Allí, entre otros lugares, recogió influencias del último Miguel Angel; de la riqueza de matices de raigambre impresionista de Rodin, o la simplificación que aportaba el arte del antiguo Egipto muy de moda por

las investigaciones arqueológicas de la época; también adopta la lección del naturalismo, y de la simplificación formal del arcaísmo griego, entre otras corrientes.3

En definitiva, Capuz no es un imaginero al uso. Su dedicación a la imaginería religiosa es una consecuencia del mercado escultórico español de la época, pero con felices consecuencias al incorporar al género, anclado en la tradición, las corrientes artísticas del momento a través de su propio lenguaje artístico, empapado de modernidad y que desembocará en la profunda renovación de un género que parecía seguir un camino distinto de la evolución general del arte escultórico.

Así pues, éste es el artista elegido por los marrajos para encomendarle la renovación de su imaginería, que empezó con la Piedad en 1924 y continuó con el Cristo Yacente. Desde entonces la colaboración con la Cofradía morada será una constante en su carrera profesional, de donde surgirán las obras que más han influido en la renovación del género escultórico procesional. Y, pese a los condicionamientos al que lo sometían los marrajos, Capuz fue capaz de aportar su estilo particular imbuido de modernidad, trasformando temas antiguos en piezas de arte nuevas y a la vez absolutamente contemporáneas en cuanto a su concepción estética.

Antes que la Piedad, Capuz talló para los marrajos una desaparecida Soledad; fueron estas primeras obras las que convencieron a los morados de que este escultor era indiscutiblemente el artista que necesitaban para acometer este proceso de renovación, lo que previó perfectamente el hermano mayor Gómez Quiles. También influyó la “presión” mediática del momento, puesto que la prensa insinuaba la necesidad de un escultor de fama “para que se vayan sustituyendo las efigies de los tronos por otras en la que haga un verdadero derroche de arte”, Y es que la

2 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 21.

Cofradía Marraja, desde la modernidad y las vanguardias del S. XX, tuvo que competir con el barroquismo del S. XVIII, dominado por la figura y escuela de Francisco Salcillo, cuya reiterada estética ha llegado hasta hoy a base de la saturación del modelo. Pero Capuz romperá con tal estética y aportará una nueva configuración a las procesiones marrajas, imbuido en los conocimientos artísticos asimilados, como queda dicho.4

En Madrid, Capuz estaba muy vinculado al taller de arte sacro del Padre Félix Granda, quien también estaba al día en las últimas tendencias estéticas y artísticas en arte religioso, y que fue otro gran renovador del ajuar litúrgico tanto para manifestaciones públicas, como privadas dentro de los templos españoles. Para ello, Granda supo rodearse de los mejores artistas.

El director de la revista “Razón y Fe” señalaba cuatro objetivos fundamentales en la obra de Félix Granda: la dignidad, consistente en la utilización de materiales preciosos en los objetos litúrgicos, siguiendo la tradición bíblica del templo de Salomón. La belleza, puesto que el objeto destinado al culto, “no podrá ser siempre rico; pero deberá ser siempre bello”; la religiosidad, por su inspiración en las

3 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El Santo Sepulcro de Cartagena, imagen y símbolo”, Cartagena 2000. Edita, Agr. del Santo Sepulcro y Expolio de Jesús, Cofradía Marraja, pp. 35-36.

4 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 23.

COFRADÍA MARRAJA
José Capuz Mamano. Foto: archivo de la Cofradía Marraja.
Félix Granda Buylla. Foto: internet, acceso público.

Sagradas Escrituras, y su preferencia por mostrar un ideal serenamente espiritualizado; —de ahí su preferencia por Capuz, cuya obra tiene una concentrada espiritualidad y serenidad clasicista—; y la popularidad, donde Granda despliega varios niveles de significación de sus obras, dependiendo del grado de preparación cultural del espectador, ya que pretende abarcarlos a todos para imbuirlos de su espíritu evangelizador por medio del símbolo.5

Todos los ingredientes para la renovación del cortejo pasionario del Viernes Santo marrajo estaban desplegados, y así las siguientes décadas completaron la moderna belleza plástica del discurso pasional de la magna procesión marraja del Santo Entierro.

2.3.- El cambio en la configuración estética marraja: dos imágenes y un trono-catafalco.

A.- El primer ingrediente de este cambio lo constituye la imagen de la Piedad, de 1925. Frente a la comparativa habitual como “réplica” de la Caridad; es preciso realizar un estudio algo más detallado. La Piedad es un encargo para procesionar, lo que suponía eliminar la frontalidad que tiene la Caridad, pensada para estar situada en un camarín y ser contemplada únicamente de frente. Cuando Capuz la realiza tuvo que conjugar los factores característicos de una imagen de procesión, de ahí las características del estilo, así el juego con los volúmenes geométricos como ocurre con el paño de pureza, que se extiende por encima de un monte también simplificado. Pero le añade detalles como el gesto de la mirada de la Virgen hacia Cristo muerto, que la diferencia con la Caridad; porque en la Piedad existe un juego más envolvente que pretende atraer la mirada del espectador hacia la belleza de la anatomía de Cristo; o el lenguaje de la mano extendida de la Virgen, cargada de significado por sí

B.- El Cristo Yacente, de 1926, fue un encargo complicado al tratarse del eje central del discurso de la procesión marraja del Santo Entierro. Su iconografía, de larga tradición en la historia de la escultura española e italiana, dejaba pocas variantes al escultor. Pero Capuz, conocedor tanto de los objetivos de la imaginería pasionaria como ya de las procesiones cartageneras (presenció la del viernes santo de 1925 para contemplar en la calle a “su Piedad”), opta por recostar al yacente al levantarle la cabeza y apoyarla sobre grandes almohadones con decoración floral estilo art-decó, postura que facilita la contemplación del rostro realista de Cristo muerto; también le levanta las rodillas y lo gira hacia un lado, lo que rompe una visión única para ofrecer distintas posiciones para contemplarlo: derecha e izquierda, y detrás y delante de la imagen. Con estas modificaciones trasforma un cadáver en un Cristo dinámico. Otros detalles como el paño de pureza, con

5 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, op. cit. pg. 46.

6 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 23.

7 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 27.

8 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 27.

9 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, op. cit. pg. 46.

10 HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS, op. cit. pg. 24; la cita está tomada de este ensayo. sola. Las dos imágenes de Cristo también son diferentes, el de la Piedad está tallado y policromado de forma que aparenta ser de piel.6

pliegues geométricos —como la Piedad— totalmente cubistas sitúan la obra como ejecutada por un artista de vanguardia, conocedor de todos los movimientos del momento.7

El que fuera cronista de Cartagena Alberto Colao, resumió muy bien la importancia de Capuz en la pasionaria marraja y cartagenera: “Si para ver a Miguel Ángel hay que acudir a Florencia, Roma… Si para ver a Gregorio Fernández hay que acudir a Valladolid… Si para ver a Martínez Montañés hay que acudir a Sevilla, para contemplar a Capuz hay que estar en Cartagena en un Viernes Santo Marrajo”.8

C.- La elevación del rostro de Cristo sobre almohadones ha hecho considerar a algunos estudiosos en la materia, como Elías Hernández Albaladejo y José Francisco López Martínez, que existiera conexión entre ambas obras ideadas al unísono9, el del Yacente y su catafalco funerario. Así, tal elevación formaría parte y complemento de la creación excepcional entre Félix Granda y su mejor escultor, José Capuz, donde ambos fusionaron lo mejor de sus estilos para configurar ambas piezas como un todo unitario, para convertir al conjunto en la pieza más excepcional de la noche del Viernes Santo Marraja.10

El trono excede su función de “soporte ambulante de la imagen sagrada”, para desplegar un completo programa iconográfico. A la cabecera del Cristo se sitúa un ángel portador de Luz, que se convierte en la pieza relevante para la interpretación del conjunto, ya que trasforma la aislada imagen del Yacente en parte de un aparato alegórico que proyecta un mensaje trascendente: el de la muerte temporal de Cristo, alumbrado por el ángel, símbolo de la venidera Resurrección. Así el conjunto se convierte en el centro de la procesión del Viernes Santo, al trasformar los artistas el catafalco funerario en un auténtico carro triunfal, al estilo imperial romano, donde

Boceto de la Piedad. Archivo de la Cofradía Marraja.

la vida triunfa sobre la muerte.11 No obsta decir que el ángel es una obra atribuida formalmente a Capuz, pese a no llevar su firma.12

que esté terminado en color caoba y dorado, para que no quepa duda de que es un elemento del trono. Y a la vez, permite el dialogo que se preten-

Pese a su posición, el ángel no discute el protagonismo con la imagen central del Yacente, sino que se complementan y realzan; no es casual

de entre el conjunto y el espectador, al dirigir el ángel su mirada de confianza al público al que hace partícipe en la promesa de la Resurrección. Por

último, la composición piramidal del conjunto incide en el significado de montaña sagrada como escenario de la teofanía, al utilizar una imagen asimilada desde la antigüedad a la idea de sepultura como lugar de contacto entre la divinidad —el vértice de la pirámide— y lo terrenal —la base de la misma—.13 En definitiva, la lectura dinámica del todo unitario imagen-catafalco discurre desde la lamentación y veneración de Cristo muerto, hasta la glorificación espiritual de la llama de la fe en la Resurrección.14

III.- La decana de las agrupaciones cartageneras, el centenario del Santo Sepulcro

Su fundación tiene un nombre propio, el de Cleto Sanz Miralles, principal impulsor y quien fuera su presidente desde entonces y hasta 1961 cuando lo dejó por voluntad propia.

Fue en la veintena del S. XX cuando la Cofradía Marraja impulsó la creación de “subcofradías” esto es, Agrupaciones. Uno de los motivos era el económico, que a veces impedía la

11 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El ángel del Santo Sepulcro”, Cartagena, 2021; Revista Ecos del Nazareno, 2021, Editada por la Cofradía Marraja. Pg. 15.

12 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, El ángel del Santo Sepulcro”, Cartagena, 2021; Revista Ecos del Nazareno, 2021, Editada por la Cofradía Marraja. Pg. 15.

13 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El ángel del Santo Sepulcro”, Cartagena, 2021; Revista Ecos del Nazareno, Editada por la Cofradía Marraja, pg. 17.

14 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El ángel del Santo Sepulcro”, Cartagena, 2021; Revista Ecos del Nazareno, Editada por la Cofradía Marraja. Pg. 15.

Detalle del ángel del Sepulcro. Página web Cofradía Marraja.
Cleto Sanz Miralles, Presidente-Fundador de la Agrupación del Santo Sepulcro. (Imagen: Libro “Los Hijos del Yacente”, Edita Agr. Santo Sepulcro – Marrajos).
COFRADÍA MARRAJA

salida en procesión de los distintos “pasos”, por lo que se recurría a todo tipo de actividades para conseguir dinero: actos culturales, artísticos, verbenas, tómbolas, mesas petitorias y huchas colocadas en los comercios de los cofrades etc.15 Esto conllevaría a la desaparición progresiva de penitentes “mercenarios” o pagados pertenecientes a gremios de la ciudad, como la asociación de dependientes entre otras, o voluntariosos como los soldados de la guarnición. Éstos sólo participaban puntualmente en la Semana Santa y fueron cediendo a favor de la figura del cofrade, del hermano de agrupación, que hará de ser marrajo una situación permanente en el tiempo, comprometido con la mejora de las procesiones durante todo el año. Cleto Sanz y un grupo reducido de cofrades fueron iniciadores de este proceso.16

Esto coincidió con la elección como hermano mayor de Gómez Quiles, y del comisario general Juan Muñoz-Delgado que no estaban en absoluto satisfechos con la situación descrita. Cleto Sanz compartía con ellos este sentimiento que llevó al renacimiento de las procesiones marrajas por medio de la creación de la primera Agrupación. Ya en 1924, Cleto, sastre de profesión, acostumbraba a salir con el sudario del Santo Entierro en la procesión, al que acompañaban Juan Jorquera y Emilio Barba. Tras ellos desfilaban soldados de la guarnición vistiendo atuendos de penitente pobres y descuidados, y que por una peseta y un “conco” (una mona) desfilaban mezclados con algún que otro voluntario perteneciente a algún gremio o círculo cultural de la ciudad. Don Cleto consideró que sería mejor que procesionaran voluntarios vocacionales que penitentes

“contratados”, porque cuidarían mejor del vestuario, trono e imagen, y de su decoración y conservación. Para la Semana Santa de 1925 ya existía un importante número de hermanos sepulcristas que completaron una de las dos filas de penitentes que sustituyeron (incluso llegando a pagarles el estipendio de sus bolsillos) a los “forzosos” contratados.17

La prensa se hizo eco de las cualidades de las “subcofradías” afirmando que de esta manera “Las procesiones han llegado a una modalidad nueva y que está llamada a proporcionarles inusitado esplendor. Son las subcofradías nacidas en el seno de la Cofradía Marraja; una de las primeras características de estas y que afectan al orden económico y organización es que merced a los hermanos que las integran, se van suprimiendo los pagos de alquileres, con lo que además del gasto que se evita se tiene a la conservación de los tercios, al mejoramiento de la presencia, vistiéndoles con pulcritud y siendo cada uno de los componentes un mantenedor del orden y la brillantez de la procesión”

Por ello, en 1925 el hermano Mayor Gómez Quiles y el comisario Muñoz-Delgado animaron así a Cleto: “a partir de ahora… Cleto, que esto se haga así todos los años… quedáis facultados para organizaros vosotros mismos; en cuanto a la salida, las mejoras y los gastos”.18

Al año siguiente, 1926, el tercio saldría prácticamente completo con hermanos de la neófita Agrupación, ya con la imagen del Yacente de Capuz, aunque aún dependerían para salir de las previsiones económicas de la Cofradía y de la colaboración de bienhechores. El propio Cleto lo contará en 1930 para la revista Cartago-Nova. Es interesante la reflexión que hace sobre la creación de agru-

paciones “en lugar de salir las vísperas de las procesiones, en busca de quién quisiera costear los tronos, hubiera unos cuantos entusiastas que se encargaran de reunir fondos durante todo el año; para de esta forma descargar a la Cofradía de preocupaciones y gastos. Esto me sirvió de acicate”, así definía Cleto su concepto del “marrajo permanente”.19

También en septiembre de 1926 la configuración como Agrupación quedaría completada, auspiciada por el éxito en la captación de hermanos. No obsta lo anterior para que, de facto, estos hermanos previamente ya se hubieran unido para preparar la salida y gestionar la traída del Yacente, siendo esta una secuencia habitual.20

Cuenta Joaquín Roca Dorda21 que la constitución fue perfectamente planificada, primero en 1925 con la decisión de crear la Agrupación, que se completó en 1926 cuando llegó a Cartagena la imagen del Cristo Yacente de Capuz. El diario “El Porvenir” de 27-3-1926 informó de la llegada de la obra, que se expuso en el salón de actos del Ayuntamiento, y que calificó como de soberbia escultura que, antes de su llegada, ya fue elogiada en el taller del imaginero en Madrid por el escultor Mariano Benlliure, y el escritor de la Generación del 98 Pio Baroja, quien le rindió “el homenaje de su mudo elogio, con la emocionada contemplación silenciosa por espacio de más de dos horas ante la portentosa escultura.22

Pocos días después de ser expuesto el Yacente participó en la procesión del Santo Entierro con su flamante tercio compuesto fundamentalmente por hermanos propios. La procesión salió a las 20:00 horas desde la Iglesia de Santo Domingo, sita en la calle Mayor y se dirigió hacia la plaza de Prefumo

15 RUIZ VINADER, ERNESTO, “La historia de la Piedad de Cartagena”, Cartagena, 1995; Edita: Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja. pp. 36-37,

16 ROCA DORDA, JOAQUÍN: “Los Hijos del Yacente”, Cartagena, 2000; Edita Agr. Sto. Sepulcro y Expolio de Jesús – Cofradía Marraja; pg. 25: donde cita a la revista Capirote de los años 1997 y 1999.

17 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 56 y 57.

18 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 62.

19 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 59-60.

20 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 61-62.

21 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 12.

22 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El Santo Sepulcro de Cartagena, imagen y símbolo”, Cartagena, 2000; pp. 40. Edita, Agr. Sto. Sepulcro y Expolio de Jesús - Cofradía Marraja, pg. 40, donde cita al diario “Cartagena Nueva” de fecha 28-3-1926.

(hoy de San Sebastián), y continuó por calle Honda, glorieta S. Francisco (lados Este, Sur y Oeste), Arco de la Caridad, plaza de Risueño, Duque, Cuatro Santos, Aire, Osuna (hoy del Cañón) y calle Mayor a la Iglesia. Tras el trono del Sepulcro iba situada la plana mayor de la Cofradía, la Corporación Municipal, el Obispo de Cartagena bajo palio, y la banda de Infantería de Marina interpretando la nueva composición “Cristo Yacente”, compuesta por el cartagenero Julio Hernández y que sólo sonaría ese año.

Por indicación del escultor, el Cristo no iba dentro de la urna que llevaba el antiguo trono, se le redujo de flor y se dispuso la iluminación de forma que mejorara la visibilidad de la imagen; pero un trono tan elevado impedía una contemplación adecuada de Cristo muerto. Capuz, que participó en la procesión con la plana mayor marraja, fue felicitado por la categoría artística de la escultura del Yacente.23

Visto el resultado, tras la Semana Santa se acordó conseguir un trono acorde con las características de la escultura. Nuevamente la figura del hermano mayor Gómez Quiles favorecería la decisión. Y pronto se hizo el encargo a la Casa Granda de Madrid.

La elección del artista para ejecutar el trono fue decisión de la Cofradía, que se lo encargó a la empresa “Talleres de Arte, S. A.”, propiedad del religioso Félix Granda Buylla con sede en Madrid. El trono llegó a Cartagena el día 7-4-1927, y también fue expuesto en el vestíbulo del Ayuntamiento, siendo admirado por quien lo visitó. El diario “El Eco” de 8-4-1927 lo describe así “Se trata de una rica y magnífica obra de arte que ciertamente ha de enorgullecer su posesión no solo a los cofrades de Nuestro Padre Jesús Nazareno sino a todos los cartageneros”.24

El nuevo trono nada tenía que ver con los denominados de “estilo cartagenero”; por lo que había que interpretarlo conforme con las corrientes estéticas que, desde el último tercio del S. XIX abogaban por una renovación en el fondo y forma del arte sacro. Y Granda era claro exponente de dicha corriente renovadora que, anclada en la tradición del pasado, pudiera responder a la realidad y necesidades espirituales del presente.25

Será el Viernes Santo 15-4-1927, cuando tercio imagen y trono desfilaron juntos por primera vez, con el orgullo del presidente, la Agrupación, y del hermano mayor Gómez Quiles que tanto lo había apoyado. Félix Granda, que se encontraba en Cartagena, fue muy felicitado. La expectación del cortejo fue el maravilloso trono de Granda que “El Porvenir” del 16-4-1927 lo recogió así: “el nuevo y rico trono del Sepulcro, con una acertada tonalidad de luz fue muy admirado, recreándose los ojos en la artística y suntuosa obra” 26 Ya la salida en procesión del Sepulcro el Viernes Santo de 1928 fue costeada íntegramente por los hermanos de la Agrupación.

La II República supondrá un mazazo para la existencia de las Cofradías y de sus cortejos; a las trabas de las

instituciones oficiales habrá que unir los problemas de las hermandades. No hay subvenciones municipales y gran número de hermanos abandona por lo que disminuye lo recaudado por cuotas”.27

En 1932, tras una inicial negativa de los cofrades a sacar las procesiones, finalmente saldrán consiguiendo subvención municipal. Pero los tronos tienen que ir protegidos por Guardias Civiles armados; tras el Sepulcro no hay autoridad alguna que lo acompañe, tampoco piquetes militares sustituidos por los tercios de granaderos de ambas Cofradías. Pese a ello la procesión sale sin incidentes. En 1933 el ambiente se enrarece aún más con un ambiente de inseguridad lejano a la confianza existente el año anterior, cualquier incidente es considerado como un ataque y siembra el pánico en las procesiones de Miércoles y Viernes Santo; la situación empeora en 1934 con la indecisión de los hermanos cofrades a participar en los cortejos, visto los sucesos del año anterior. La visita en Semana Santa del ministro de Marina, el cartagenero Juan José Rocha, obliga a la organización apresurada de un programa de festejos. El ministro llega acompañado por Juan Muñoz-Delgado, primer comisario marrajo, para presenciar la procesión del Santo Entierro. Finalmente, las procesiones transcurren sin novedad. En 1935 Rocha vuelve como ministro de Estado el Domingo de Ramos. Su presencia tranquiliza el ambiente y las procesiones transcurran sin incidentes. Ya no habría más procesiones hasta el final de la Guerra Civil.

Como toda Agrupación que se precie, los del Sepulcro también tienen anecdotario, así en los inicios de la Guerra Civil cuando gran parte del patrimonio artístico de las Cofradías

23 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 65, donde cita la información del diario “El Porvenir” de fecha 3-4-1926.

24 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 67.

25 LÓPEZ MARTÍNEZ, JOSÉ FRANCISCO, “El Santo Sepulcro de Cartagena, imagen y símbolo”, Cartagena, 2000 pp. 40. Edita, Agr. Sto. Sepulcro y Expolio de Jesús-Cofradía Marraja, pg. 69,

26 RODA DORDA, JOAQUÍN, op. cit., pg. 69.

27 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 79, donde cita a “Las Cofradías de Cartagena durante el S. XX, Diego Victoria Moreno, pp. 373 y ss.; en la obra “Las Cofradías Pasionarias de Cartagena I y II” varios autores, Cartagena, 1991, edita, Asamblea Regional de Murcia, y dirigida por Carlos Ferrándiz, y Ángel J. García Bravo.

Trono sepulcro de frente. Página web Cofradía Marraja.
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se destruyó, quien fuera cronista oficial de Cartagena Federico Casal, consiguió “salvar” por medio de gestiones, trucos y riesgos una parte reducida del patrimonio, entre ellos el Cristo Yacente, asegurando que lo trasladó a su domicilio en la calle Gisbert (donde luego estaría la Cofradía en los años 90 del S. XX), para colocarlo sobre una cama en una habitación de invitados y cubriéndolo con una sábana. Allí habría de pasar toda la guerra. Parece ser que “la sobrecogedora grandeza de la imagen, parcialmente descubierta, sobre un lecho a la mortecina luz de la tarde del invierno cartagenero, jamás sería olvidada por quienes tuvieron la ocasión de contemplarla”; y parece ser que entre el secreto a voces y el respeto al difunto, la casa no fue registrada. Sin embargo, otras opiniones afirman que habiéndolo sido por un pelotón, éste huyó aterrorizado pensando que allí había un muerto real. Sea como fuere, el Yacente se libró de una destrucción segura.28

El trono de Granda pasó la Guerra el almacén marrajo de la calle del Adarve, sus vicisitudes durante este periodo fueron similares a las de la imagen de la Piedad. El hermano del Sepulcro Ángel Tarifa cuenta que “el trono fue cubierto con sacas de correos simulando un gran montón de correspondencia, por lo que no fue visto por personas ajenas a la cofradía, además de ser muy pocas las que estaban en el secreto”. 29

La reconstrucción del patrimonio cofrade tras la Guerra se produjo, entre otros motivos, gracias a la existencia de Agrupaciones, cosa que a primeros de siglo no hubiera sido posible con la estructura monolítica de las Cofradías.

En 1944 la Agrupación debatió instalar una faldeta en el trono que ocultara los portapasos bajo el trono. A favor se argumentó que produciría

28 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 15.

29 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 99.

30 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 122.

31 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 132.

un efecto sorprendente, y en contra se calificó la idea de antihigiénica, cosas de la época. Finalmente se colocaron las faldetas, y también volvió a desfilar tras el trono el palio vacío portado por hermanos de la Agrupación de Jesús Nazareno.30

D. Cleto, cómo no, promoverá a mediados de los años 40 otra innovación en el desfile del trono que cambiará la forma posterior de procesionar muchos tronos de la Semana Santa cartagenera; el presidente había observado que el cabeceo del catafalco al mecerlo no era apropiado para el Yacente, al no provocar un andar sobrecogedor como merece un Cristo muerto, sino que daba la impresión de andar de forma errática y poco natural. De esta forma se fraguó la idea de colocar ruedas al trono. Aparte de los motivos estéticos también lo fue eliminar a unos portapasos hasta entonces contratados entre el personal de los muelles, que adolecían tanto de la motivación suficiente como, en ocasiones. de la compostura adecuada para portar con devoción al Yacente; también influyó el ahorro económico que suponía. El hermano Hernansáez diseñó la utilización de un chasis modificado de algún vehículo, y encontró en un desguace de material de guerra existente en Santa Ana el chasis de un camión soviético que podía servir. Una vez recibida la autorización del Almirante Bastarreche y Díez de Bulnes, fue adaptado al trono por el Garaje de Huertas de la calle del Carmen. Tras ser probado de noche por las calles del itinerario del Viernes Santo y comprobado su buen funcionamiento, incluso en las curvas más cerradas, se estrenó en la procesión.31

En 1975 se celebraron las bodas de oro de la agrupación. Entre los actos conmemorativos se instauró el Sábado de Pasión la misa de la Agrupación que, en memoria de los hermanos difuntos se celebra desde entonces. Y en la procesión 28-3-1975 el tercio desfiló con hachotes y bordado de las faldetas del trono restaurados, aparte de la innovación en la altura del trono e iluminación comentados. Sobre la altura finalmente hubo problemas para que los portapasos se ubicaran debajo del trono, y la luz fue severamente criticada a nivel popular pero también por los medios de comunicación, por lo que hubo que desechar tales novedades en 1976.34

En 1977 el catafalco-trono del Yacente fue restaurado. En principio se propuso que fuera la casa Granda la que lo hiciera, pero fue descartado porque los talleres no se comprometieron a hacer un presupuesto de gastos por adelantado, aparte de los ries-

En 1961 Cleto, tras 36 años como presidente (y desde 1944 presidente a perpetuidad), da muestras de cansancio y por mor de la edad presenta su dimisión irrevocable al hermano mayor. Pese a querer que reconsiderara su decisión, finalmente los sepulcristas asumen el final de una etapa con el nombramiento de un nuevo presidente en la persona de D. Joaquín García Acosta. Cleto será nombrado presidente de honor de la Agrupación y permanecerá a modo de gran consejero, por su experiencia y sabiduría procesionil.32 A primeros de mayo de 1970 fallecerá discretamente, y con él una parte importante de la historia viva de la Agrupación del Sepulcro como queda referido. Como no tenía hijos, sus enseres de procesión terminaron en manos de sus hermanos del sepulcro, así la medalla fue regalada por su viuda, Dña. Dolores López, a Fernando Ferrández Flores, y su cruz de nazareno a D. Pedro Ferrández Flores quien fuera presidente de la agrupación y posteriormente hermano mayor de la Cofradía.33

32 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit., pp. 201-202.

33 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 219.

34 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 228-229.

gos de seguridad del traslado de este a Madrid. El ofrecimiento del hermano de la Agrupación Francisco Paredes Barranco para restaurarlo en el taller de su propiedad, en colaboración con el también hermano Gregorio Sánchez Ibernon hizo que se confiara en ellos, y la restauración se prolongó entre septiembre de 1977 y hasta el 3-3-1978, en que fue expuesto en el Palacio de Herodes, antiguo almacén marrajo del barrio de la Concepción. El trono fue desmontado pieza por pieza y fue minuciosamente tratado y restaurado, incluso se descubrieron

muchos detalles desconocidos del mismo. El importe de esta fue donativo de la madrina Dña. Tesi Guzmán.35

Los años 80 serán los de la incorporación de la mujer a la Agrupación, así se proyectó realizar el paso del Expolio de Jesús. Ya en los años 40 tres precursoras portaban en la procesión las alegorías de la Pasión (esponja, corona y clavos), incluso de manera esporádica alguna desfiló con hachote en el tercio. Y en 1981 se incorporarían mujeres otra vez en las alegorías, guiones, bandera y libros. Será el 1

35 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 233-234.

de abril de 1981 cuando el diario “La Verdad” anunció que, dos días antes ,la junta general del Sepulcro acordó la creación de una Agrupación —hoy tercio— que saldrá en la procesión de la Mañana en 1982. En principio se trataría de la negación de San Pedro, estando ya contratado el escultor sevillano Juan Abascal Fuentes gracias a la intermediación de D. José Manuel Fernández Melero, director de zona de la Caja de Ahorros del Sureste de España, quien conocía al imaginero. El nuevo hermano mayor José Luis Meseguer Jorquera planteó el cambio en la advocación para no colisionar con la Agrupación california de San Pedro. Así la Junta de Arte propuso la alternativa de procesionar el “Expolio de Jesús”, que en principio no contó con el beneplácito de la Agrupación, pero la intervención de su presidente y primer comisario marrajo Pedro Ferrández Flores convenció a los hermanos, que aceptaron la sugerencia de la Cofradía.

Así en junta general se constituye la nueva Agrupación que queda integrada dentro de la del Sepulcro, que se estrenaría en la procesión del Encuentro del día 9 de abril. Previamente, los días 4 y 5 de abril las nuevas imágenes, el Cristo del Expolio y un soldado romano marrajo, fueron expuestas en

Sepulcro: detalle. Página web Cofradía Marraja.
Cristo del Expolio, detalle. Página web Cofradía Marraja.
COFRADÍA MARRAJA

la Capilla Marraja. Anécdota de la primera salida fue que, como el trono no estaba terminado, se utilizó el del Cristo de los Estudiantes, lo mismo sucedió con el sudario que fue el antiguo de la Agonía; contándose con la presencia del escultor en la procesión. Sin embargo, el nuevo tercio permanecería tan sólo dos años en esta procesión, ya que a partir de 1984 se incorporó a la del Santo Entierro por quedar mejor dentro del discurso de este cortejo.

En 1989 se sustituyó el maderamen interior del trono de Granda al estar deteriorado por la “invasión de un gran ejército de xilófagos”, así se restauró el bastidor interior del trono por uno de hierro, trabajo que se hizo por hermanos del Sepulcro en el Palacio de Herodes. Pero el problema no quedó ahí, el 1 junio, la Agrupación comunica a la Cofradía que también la imagen del yacente presenta síntomas parecidos, por lo que se sospecha que los xilófagos también “invadieron” al Cristo, por lo que se solicita que sea inspeccionada por técnicos.36

Los años noventa serán de colaboración y profundización en los valores cristianos por renovados derroteros de participación social, y en la mejora de la presencia de la Agrupación en el

Viernes Santo. La toma de conciencia sobre la importancia del patrimonio heredado conllevó a la decisión sobre su mantenimiento en las mejores condiciones, cuidados y control para evitar el deterioro.

El Viernes Santo de 1998 contó con la presencia como maceros de dos poetas españoles, el premio Nacional de Poesía José Hierro, al que acompañó otro destacado poeta y escritor alicantino, Antonio Porpetta. Ambos salieron, previa autorización de la alcaldesa. Casualidad o no, al año siguiente, el 23 de abril de 1999, Hierro obtuvo merecidamente el Premio Cervantes de las letras.37

Del 27 de enero al 7 de febrero de 1999, la Cofradía Marraja participó en MUNARCO (Muestra Nacional de Artesanía Cofrade). La joya de la exposición marraja fue el trono del Sepulcro, que presidía el espacio reservado a los marrajos, y que fue admirado por cuantos lo visitaron, siendo la primera vez que el catafalco viajaba a una exposición, la importancia del acontecimiento y la relevancia de la Semana Santa sevillana facilitaron la decisión de los marrajos.38

Este año de 2025 los del Sepulcro (y Expolio). con su presidenta Nie -

ves Terry Cortejosa a la cabeza. recogen el testigo iniciado por el gran precursor Cleto, de obligado recuerdo. Cien años después de la fundación la presidenta considera que la importancia de esta celebración no es la vanagloria de los actuales hermanos por cumplir cien años, sino prestar justo tributo a la memoria de Cleto Sanz Miralles, insigne marrajo a quien la Semana Santa de Cartagena debe su configuración organizativa actual, con el recuerdo de sus palabras: “La Cofradía siempre ha ofrecido como ejemplo a seguir a esta del Sepulcro, primera en formarse y modelo de obediencia para con su madre, la Cofradía Marraja”.

Joaquín Roca Dorda termina su libro del 75 aniversario, del que he extraído mucha de la información que aquí se utiliza, con una frase que sirve también para la celebración del centenario, y que me permito parafrasear: “ Seguimos siendo los mismos, un conjunto de marrajos, agrupados por un común futuro de devoción; ahora con dos amores, al Yacente y al Jesús del Expolio. En resumen, al Cristo muerto, pero no vencido por la muerte; y al Cristo vivo hombre, por doliente humillado, pero tampoco vencido por sus humilladores y, por consiguiente, triunfante en esa humillación que quieren infringirle” 39

36 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pp. 269-270.

37 RODA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 300.

38 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 301.

39 ROCA DORDA, JOAQUÍN, op. cit. pg. 304.

Cristo-trono sepulcro. Página web Cofradía Marraja.

IV.- Cien años de la llegada a Cartagena del tren más piadoso

Seguramente, el maquinista del ferrocarril que en sus bodegas albergaba la imagen de la Piedad de Capuz, desconocía la relevancia que iba a tener la llegada de dicha talla a la estación de destino, Cartagena, el Lunes Santo de 1925.

Remontándonos mínimamente en el tiempo, fue en 1906 cuando el paso de la Piedad se incorporó a la procesión del Santo Entierro; para ello se dispuso de una imagen que el tallista murciano Francisco Sánchez Araciel realizó para el oratorio que tenía en su casa de los Molinos el comisario general marrajo Nicolás Berizo. La inclusión en la procesión del Santo Entierro tuvo doble motivación: completar la narrativa que imponía la procesión, y aprovechar la “revalorización” de la Patrona de Cartagena tras ser entronizada en 1893 en su nuevo templo. Entre 1907 y 1909 la Piedad no salió por la imposibilidad de los marrajos de sacar las procesiones, y entre 1910 y 1913 por la negativa del Sr. Berizo de ceder la imagen a los marrajos, pese a ser comisario general. Tan sólo se reincorporó a las procesiones de 1914 y 1915 gracias a la intercesión del que D. José López-Pinto Berizo, sobrino del propietario, y que fuera hermano mayor marrajo. Esto motivó el encargo a unos talleres que fabricaban imágenes en serie de Olot (Gerona) de un nuevo grupo de la Piedad que procesionó hasta 1924,40 y cuyo molde, en pasta de madera, realizó el escultor Miguel Blay Fábrega.

Fue el recién elegido hermano mayor Juan Antonio Gómez Quiles quien comisionó a su comisario general Juan Muñoz Delgado para que gestionase con el escultor José Capuz la ejecución de una imagen de la Pie-

dad que sustituyera a la de Olot. Tras la Semana Santa de 1924, en cabildo de 5 de abril, Gómez Quiles asumió el compromiso de buscar un escultor de reputado prestigio, deseosa la Cofradía de disponer de tallas de calidad artística que enriquecieran el patrimonio marrajo. El encargo conllevaba la realización de una imagen con una iconografía lo más parecida posible a la Patrona de Cartagena, lo que venía motivado también por la previa Coronación Canónica de la Caridad el 17 de abril 1923, con motivo del bicentenario de su arribada a Cartagena, que suscitó una renovada devoción por la Patrona, a la vez que cierto rechazo cofrade por la imagen marraja de la Piedad de Olot, de escasa calidad artística.41

El encargo se acordó en cabildo de 21-5-1924, el hermano mayor Gómez Quiles hizo propio el deseo de la Cofradía de sustituir gradualmente las imágenes que hasta ese momento se procesionaban por otras en las que “se hiciera un verdadero derroche de arte”.42

La llegada de la imagen a Cartagena fue considerada por la prensa como un acontecimiento especial para el que la Cofradía Marraja se esmeró en preparar un acto solemne. La imagen llegó el Lunes Santo 6 de abril de 1925. El “Eco de Cartagena”, en información del día 7, lo reseñó como un día intensamente cartagenero en el que sobre las 16:30 horas los granaderos marrajos anunciaron con su pasacalle el traslado en procesión de la nueva imagen desde la estación del ferrocarril “M. Z. A.”. El cortejo comenzó a las 17 horas volcándose “toda Cartagena” al recibimiento de la imagen. Cuando la efigie dolorida y angustiada de la Virgen, colocada sobre unas andas cuajadas de flores, apareció en el centro del marco de la puerta principal de la

estación, el arcipreste Sr. Cavero procedió a bendecirla mientras la banda “del 70” entonaba la Marcha Real y el capellán del Nazareno, D. Antonio Sánchez, daba fervorosos vivas a la “Patrona cartagenera” siendo respondido por la cantidad de fieles que llenaban el lugar. La procesión iba encabezada por la banda de música del Regimiento 70 seguida por los cofrades y las andas con la imagen de estreno de la Piedad. Tras ella presidía el hermano mayor Gómez Quiles, la “plana mayor” de la Cofradía Marraja, y una nutrida representación de la Cofradía California encabezada por su hermano mayor Casiano Ros, expresamente invitados por los morados; cerraba el cortejo la escuadra de Granaderos marrajos.43 44

Lunes Santo de 1925: llegada de la Piedad a Cartagena. Foto: Libro “Historia de la Piedad”, Edita: Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja.

Al compás de marchas como “al pie de la cruz”, cuyo autor era el poeta cartagenero Julio Hernández, el cortejo transcurrió por las calles, llenas de público, de San Diego, Duque, San Francisco, Glorieta, Honda, Prefumo y Mayor hasta el templo de Santo Domingo, donde la tiple Caridad Arnau acompañada por el marino y compositor D. Jerónimo Oliver entono el “Ave María” de Mercadante.45

Nada más desembalar a la imagen en la Estación, se le colocó sobre el pecho un corazón con siete puñales (el mis-

40 ORTIZ MARTINEZ, DIEGO, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-2000”, Cartagena 2000; Edita Agr. Stma. Virgen de la Piedad–Cofradía Marraja, pp. 155-158.

41 BASTIDA MARTINEZ, DOMINGO ANDRES op. cit. pp. 53 y 57.

42 ORTIZ MARTINEZ, DIEGO, op. cit., pg. 159.

43 RUIZ VINADER, ERNESTO, “Historia de la Piedad de Cartagena”, Cartagena 1995, Edita Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja, pp. 26-27. Donde cita la información del diario “El Eco”.

44 PAGAN PÉREZ, ALFONSO, “La llegada de la Virgen de la Piedad a Cartagena en 1925”, Cartagena 2000, Revista Ecos del Nazareno, Edita: Cofradía Marraja, pg. 24.

45 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 27-29.

COFRADÍA MARRAJA

mo que llevara la antecesora imagen de Olot); siete puñales que responden a la iconografía propia de la Virgen de la Caridad,46 y que más adelante será corregida por los hermanos de la futura Agrupación piadosa.

Cuatro días después de su llegada, Viernes Santo 10 de abril de 1925, la Piedad participó por primera vez en la procesión del Santo Entierro, costeando su salida el Casino Taurino, siendo comisarios del trono D. Baldomero Meca, D. Federico de la Torre y D. Sebastián Tobal, y con música a cargo de la banda del Regimiento de Cartagena. Las estrecheces económicas de la época se resolvieron utilizando como vestuario unas túnicas y capas moradas prestadas por la Agonía.

Ya este año, la Piedad estuvo acompañada por un “grupo particular de devotas”, que fue creciendo hasta que años después la Cofradía tuviera que adoptar medidas para evitar el deslucimiento de la procesión, ya que a continuación desfilaba el Sepulcro.47

Cuenta Juan Jorquera del Valle que el escultor nunca había realizado imágenes de procesión iluminadas con electricidad, por ello, cuando se encendió la iluminación del trono, la imagen se mostraba como “desvaída y con los colores de la policromía difuminados”, no luciendo como en su llegada, a primera hora de la tarde, con luz solar. El escultor estuvo presente en las pruebas de iluminación y esta situación no agradó a nadie, motivo por el que, tras la Semana Santa, la imagen fue trasladada al taller de Capuz en Madrid para intensificar algunos tonos de la policromía original.48 Para el Viernes Santo de 1926 la imagen

46 PAGAN PÉREZ, ALFONSO, op. cit. pg. 24.

procesionó con la nueva policromía, encontrándose en la ciudad el escultor para entregar la talla del Cristo Yacente, ya policromada para aguantar la luz eléctrica, e informando el periódico “El Porvenir” que el imaginero fue felicitado reiteradamente durante el recorrido de la procesión.49

También este año de 1926 los protectores de la imagen barajaron la posibilidad de constituirse en Agrupación, como ya había hecho el Santo Sepulcro. Esta iniciativa sirvió para que solicitaran a la Junta de Mesa de la Cofradía tanto esto como, en 1927, la realización de un nuevo trono, ya que la imagen no lucía como debiera en el pequeño trono heredado de la anterior de Olot,50 pero la Cofradía entonces estaba embarcada en la ejecución del trono del Sepulcro, por lo que estableció un plazo suspensivo de unos dos años para acometer dicho proyecto. Por ello, el acuerdo de elaboración de un nuevo trono se demoró hasta el Cabildo de Mesa de 22-4-1928, que se encargó al tallista cartagenero Aladino Ferrer con proyecto del pintor Francisco Portela. El trono se construyó los talleres de Ferrer sitos la Calle Gisbert, frente a las escuelas graduadas, lugar donde la Cofradía Marraja tuvo su sede posteriormente en los años 90 del S. XX.51 En 1929 se estrenó el nuevo trono hecho en caoba de Cuba sin dorar y con sólo algunos toques plateados, que fue sufragado por suscripción popular. Se expuso el 25-3-1929 en el salón de entrada al Palacio Municipal, muy elogiado por el acierto en la elección del tallista. El Viernes Santo 29 de abril de ese año, la Virgen de la Piedad procesionó entronizada en su nueva peana. El uso de madera de caoba en vez

de pino lo convirtió en el trono más pesado del momento.52

Uno de los motivos para hacer el encargo a Ferrer, aparte de su maestría, fue que era marrajo; de hecho, ese comisionó en 1925 para hacerse cargo de la imagen de La Piedad en el estudio de Capuz e, igualmente en 1930, para recoger el grupo del Descendimiento; y posiblemente también en 1926 para recoger el Cristo Yacente, ya que Aladino vistió el traje de penitente del Sepulcro.53

El periódico “El Porvenir” de 21-31929, lo describió como elegante y severo, siendo su estilo del más puro Renacimiento, que presentaba en los cuatro ángulos unos ángeles en plata de tamaño natural, muestra de que en Cartagena hay sobrados elementos para construir obras bellas, por lo que no era preciso acudir a otros sitios cuando aquí contamos con excelentes artistas.54

Finalmente, y tras la insistencia de los hermanos protectores de la Piedad, que desde 1926 costeaban su salida en la procesión marraja del Santo Entierro, la Junta de Mesa de 26-21929 acordó la constitución de la Agrupación, siendo su primer presidente Juan Pérez Campos-Piernas, un procesionista todoterreno y práctico, “de los que han desfilado, han llevado un hachote, un sudario o lo que hubiera de llevar y han sabido crear y mandar y decidir y conocer todos los secretos de una procesión por dentro. Y engrandecer la Cofradía”. 55

Cada año aumentaban los devotos que en la procesión del Santo Entierro iban en pos de la Piedad. Esto suponía tanto la insuficiencia de es-

47 CASAL, FEDERICO, “Guía de Semana Santa en Cartagena”, 1931.

48 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 31, donde cita a Jorquera del Valle.

49 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 33, donde cita al diario “El porvenir” de fecha 3-4-1926.

50 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 34.

51 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 36-29, que cita al diario “El Porvenir” de 2-5-1928.

52 GARCIA SOLER, JOSÉ ENRIQUE, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-1975” Cartagena 2000, Edita: Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja, pg. 223.

53 GARCIA SOLER, JOSÉ ENRIQUE, op. cit. pp. 222-223.

54 ORTIZ MARTINEZ, DIEGO, “Aladino Ferrer, tallista y marrajo. Su producción artística anterior a la Guerra Civil”, Cartagena 2012, Revista Ecos del Nazareno, edita: Cofradía Marraja; pp. 15-16.

55 DIAZ MANRESA, RICARDO, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-2000”, Varios Autores, Cartagena 2000; Edita Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja, pg. 115.

pacio para las promesas como cierto deslucimiento del cortejo al dificultar el orden de la procesión. La Cofradía decidió que las promesas acompañaran a la Piedad en su traslado del Lunes Santo desde los almacenes de la calle del Adarve hasta la Iglesia de Santo Domingo; de esta forma el cortejo del Santo Entierro recuperaba su orden y, a la vez, se favorecía el cumplimiento de las promesas de los fieles devotos cartageneros. Así comenzó la procesión de las promesas del Lunes Santo que se celebró por primera vez el 14 de abril de 1930. Con carácter previo, “El Eco de Cartagena” de 8-4-1930 informó de este cambio.56 Y con posterioridad el mismo diario ya consideraba a este traslado como “nueva procesión” resaltando el matiz de manifestación religiosa de carácter eminentemente popular. También el diario “El Porvenir” del mismo día de la procesión, justificaba el traslado de las promesas al Lunes Santo por el gran fervor religioso que el grupo escultórico ya tenía en la sociedad cartagenera.

La ocasión también mereció el estreno del vestuario del tercio, consistente en túnica morada, cinturón de cáñamo, capa y capirote azul, y emblema bordado en plata.

La procesión comenzó a las 21:30 horas con el despeje de la guardia, los guiones, representación de Jesús Nazareno con su sudario, e igual con la Agonía, Descendimiento, Sepulcro, San Juan, Soledad y Piedad. Banda y regimiento Cartagena, Mesa de la Cofradía, Presidencia de las Juntas de Señoras y Caballeros, tercio y trono, devotos y guardia municipal.

Y el itinerario, que dejaba traslucir que ya no se trataba de un mero traslado, comenzó en el almacén del Adarve, Arco de la Caridad, Caridad, Plaza del Sevillano, San Fer-

nando, Baños del Carmen (hoy Juan XXIII), Canales, Carmen, Puertas de Murcia, Prefumo, Mayor a la Iglesia de Santo Domingo.

En los años siguientes la devoción popular por la Piedad fue en aumento, y que desde entonces y hasta ahora no ha dejado de crecer y transmitirse generacionalmente.

Trono de la Piedad, Viernes Santo de 1940 (fuente: libro “75 años de una imagen, 19252000”, Edita: Agrupación Stma. Virgen de la Piedad, Marrajos).

La situación política y social de 1936 impidió la salida de las procesiones. Meses después gran parte del patrimonio cofrade fue saqueado y destruido. Muchas imágenes se perdieron para siempre y con ellas un valioso patrimonio histórico-artístico de las Cofradías y de Cartagena. La Piedad fue de las pocas que no fueron destruidas, porque pasó los años de la Guerra Civil depositada en la capilla que ocupaba en la Iglesia de Santo Domingo, trasformada en almacén de víveres, quedando literalmente enterrada entre sacos de patatas y naranjas. Al terminar la contienda se comprobó que, pese a las condiciones, la imagen no

había sufrido grandes desperfectos, que consistieron en la falta del dedo índice de la mano alzada y, en las rodillas del Cristo, aparecían huellas de las palas utilizadas para recoger los víveres depositados.57

Recién terminada la guerra, al atardecer del Viernes Santo 7 de abril de 1939 y a petición de las autoridades, se celebró una procesión en acción de gracias; Balbino de la Cerra Barceló cuenta que la procesión fue organizada conjuntamente por ambas Cofradías. La única imagen que salió fue la de la Piedad, colocada sobre el antiguo trono de Jesús Nazareno, puesto que el suyo había quedado muy deteriorado. El cortejo salió del vestíbulo del Ayuntamiento, con el sudario del titular de la Cofradía Marraja y portando los penitentes (marrajos y californios) los hachotes de San Juan marrajo que lucía en la procesión de la mañana. Viernes Santo y lluvia otra vez fueron pareja, lloviendo de forma torrencial durante el trayecto, lo que no impidió que el fervor popular aguantara el chaparrón hasta que finalmente, y a los sones de la Marcha Real, la Virgen se recogiera en el vestíbulo del Ayuntamiento.58

Tan sólo tres días después de este acontecimiento, el Domingo de Resurrección, la Virgen de la Caridad también salió en procesión de gracia y, curiosamente, la imagen fue dispuesta en el trono de la Piedad hecho por Aladino Ferrer, adornado con ramas de almendro.59

Tras la Guerra, en 1940 la Piedad volvió a salir el Lunes Santo desde Santo Domingo hasta el año 1944, ya con un itinerario muy parecido al actual.60 El trono tuvo que ser restaurado en profundidad, al igual que la imagen, inicialmente reparada por el escultor valenciano José Alfonso Rigall, que realizaba la mili en Cartagena, pero el

56 FERRANDEZ FLORES, PEDRO, “La Cofradía de la calle del Adarve y la memoria fotográfica” Cartagena 2012; Revista Ecos del Nazareno, edita Cofradía Marraja, pg. 23.

57 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 52-53.

58 BASTIDA MARTINEZ, DOMINGO ANDRÉS, op. cit. Pp. 82-83.

59 MINGUEZ LASHERAS, FRANCISCO, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-1975”, varios autores, Artes Gráficas Galindo, Torre Pacheco, 2000. Pg. 75.

60 RUIZ VINADER, ERNESTO, Historia de la Piedad de Cartagena”, Cartagena 1995, Edita Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja, pg. 152, donde cita a Juan Jorquera del Valle.

COFRADÍA MARRAJA

resultado no satisfizo ni a la Agrupación ni a la Cofradía. Finalmente, la imagen viajó al taller de su autor José Capuz a principios de 1942, estando restaurada antes de Semana Santa.

En 1943, “El Noticiero” de 7 de abril informó que para la procesión del Lunes Santo el trono sería portado a hombros por “hermanos cofrades, promesas y combatientes de la División Azul”, constando en los archivos de la Cofradía que fueron 39 los portapasos así designados. Este fue el germen de la de la agrupación de portapasos-promesas que se constituyó en 1945, y cuyo primer presidente y fundador fue Juan Jorquera del Valle.

1945, constitución del Grupo de Portapasos Promesas de la Piedad. En el centro Cleto Sanz y a su derecha el fundador del grupo, Juan Jorquera del Valle. (fuente: Revista “Ecos del Nazareno”, 1981)

El inicio del canto de la salve a la llegada de la Piedad a la (ahora) basílica de la Caridad comenzó el lunes santo de 1944, cuando la banda de música dirigida por el maestro Espada junto con el orfeón infantil de la Casa de la Misericordia, entonó la Salve, emotivo acto que a partir de entonces se repite en dicho momento, cuando el trono de la Piedad se encara con la imagen de la Patrona de Cartagena; acto considerado por José Monerri Murcia, que fuera cronista de Cartagena, como “Salve de las Salves”, y que describe en su pregón de la Semana Santa de 1999 así: “cuando la Piedad da frente a la Caridad en su templo, con su imponente séquito de promesas. Allí se cantan esa Salve nuestra, que ahí adquiere tonalidades muy especiales porque parecen

derretirse los corazones mientras se quiebran las voces”.61

Constituida la Agrupación de portapasos-promesas, en 1946 la Cofradía denominó a dicha procesión del Lunes Santo como “Procesión de promesas de la Stma. Virgen de la Piedad”, Este año el trono de Aladino Ferrer fue reformado en profundidad, se doró por los hermanos Lorente y por José Navarro y se instalaron nuevas cartelas. La reforma convirtió a este trono en el más grande hasta entonces de la Cofradía Marraja cuyo peso rondada las dos toneladas, lo que conllevó el incremento del número de portapasos para el año 47, en el que una nueva tradición comenzaba, el de la entrega de un ramo de rosas negras y claveles morados a la llegada del trono a la Caridad el Lunes Santo, para conmemorar el día en que la conocida meretriz Caridad “la Negra” y sus pupilas evitaron que la imagen de la Virgen de la Caridad fuera quemada por exaltados en los albores de la Guerra Civil.

La conmemoración del veinticinco aniversario de la llegada de la imagen de la Piedad a Cartagena fue austera por problemas económicos; pero se puede destacar el librito escrito por D. Juan Jorquera del Valle recordatorio del origen de la Cofradía, y del desarrollo de la agrupación en sus primeros 25 años. También se concedieron indulgencias por cien días por el Administrador Apostólico Ilmo. y Excmo. Sr. D. José García Goldaraz (Obispo de Orihuela); y se celebró una eucaristía la mañana del Lunes Santo en Santa María de Gracia ante el trono de la Virgen, con la asistencia de los portapasos-promesas, la Junta de Mesa de la Cofradía con el hermano mayor al frente y los hermanos de la Agrupación de la Piedad; misa oficiada por el Capellán de la Cofradía Rvdo. D. Antonio Riquelme. Al año siguiente esta eucaristía, promovida por la agrupación de portapasos, constituyó el inicio de

la ya tradicional misa de Lunes Santo en la Caridad.62

Avanzando en el tiempo, 1963 supuso para los piadosos el comienzo de lo que se puede denominar como la “era de las operaciones”, consistentes en la movilización popular para recaudar fondos para la consecución de grandes proyectos de la Agrupación, vinculados con la gran devoción de los cartageneros a la Piedad. Caben destacar las dos más importantes y que comenzaron casi a la vez, la primera, para elaborar una nueva corona para la Virgen, y la otra para realizar un nuevo trono para la procesión del Viernes Santo.63

La primera, denominada “operación plata”, se inició por acuerdo de directiva de la Agrupación de fecha 181-1964, y consistió en la elaboración de una corona y un corazón para la Virgen de la Piedad. Varios directivos con el presidente a la cabeza dieron ejemplo y fueron los primeros donantes, que fue seguido por muchos cartageneros que aportaron todo tipo de objetos (medallas, pulseras, cadenas, cucharillas, etc.) con los que se pudo fabricar corona y corazón donde se grabaron la relación de donantes. Fue el orfebre de Murcia Vicente Segura quien realizó el corazón, con siete puñales, lo que dio lugar a que la directiva de la Agrupación de 22-2-1964, tras estudiar el asunto, decidiera que el relato de la pasión que encarnaba la Virgen de la Piedad estaba en el momento sexto de los siete dolores que se atribuyen al sufrimiento de la Virgen, así, tras el Lunes Santo de dicho año, el orfebre retiró el séptimo puñal, que sí lo lleva la Virgen de la Caridad como iconografía propia.64

La coronación de la Virgen se produjo el Lunes Santo día 23 de marzo de 1964. La procesión comenzó a las 21:00 horas desde Santa María, formando parte del cortejo los sudarios de las ya entonces cuatro cofradías pasionarias con sus hermanos mayores a

61 MONERRI MURCIA, JOSÉ, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-1975”, varios autores, Cartagena, 2000. Edita: Agr. Stma. Virgen de la Piedad – Cofradía Marraja. Pp. 199-200.

62 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 75.

63 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 95.

64 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 106.

la cabeza, Juan Alesson por los californios, Eduardo Cañavate Navarro por el Resucitado, Juan Jorquera del Valle por los del Socorro, y Antonio Ramos Carratalá por los marrajos. La Virgen entronizada comenzó la procesión sin corona ni corazón, produciéndose su imposición en una tribuna situada en la puerta del Ayuntamiento, donde esperaban las autoridades religiosas civiles y militares, y actuando el alcalde D. Federico Trillo Figueroa, junto con su esposa Dña. Eloísa Martínez-Conde, como padrinos de la coronación.65

La corona fue portada en procesión por uno de los promotores de la “operación”, el hermano Antonio Rodríguez Robles, El Alcalde-padrino en su discurso afirmó que “la Cofradía Marraja ha querido en este Lunes Santo coronar a su Virgen de la Piedad, que lleva riadas de cartageneros en penitencia. Yo tengo que alabar el gesto de la cofradía que quiere ofrendar una corona hecha por suscripción popular y que viene a ser una prueba más de la generosidad del pueblo de Cartagena”. De allí la procesión continuó su recorrido hasta llegar a la

Basílica de la Caridad, donde le sería impuesto el corazón, nuevamente a los sones de la Salve.66

Terminada esta operación, la agrupación se embarcó en la del trono, también a ejecutar en plata, para realzar a la Virgen en la procesión del Viernes Santo e incrementar el patrimonio de la Cofradía. Se deseaba que fuera el trono definitivo para la devota imagen. El nuevo trono se bendijo el Lunes Santo 12 de abril de 1965, a falta de terminarlo completamente, porque sólo estaba terminado el primer piso y del segundo sólo llevaba cuatro medallones de los cuatro Santos cartageneros, hechos por el escultor Sánchez Lozano. Provisionalmente se le instalaron las 4 cartelas del trono anterior para las esquinas y otras dos en los laterales de la Virgen prestadas por la Cofradía. Este trono, metálico y por tanto excesivamente pesado, inicial y sorprendentemente se procesionó el Lunes Santo a hombros de cien portapasos. Su anchura y largura provocaron incidencias durante el recorrido por lo dificultoso de su maniobrabilidad. El excesivo peso provocó que cuando los portapasos, agotados, llegaron a la Iglesia de la Caridad, se tuviera que recurrir a voluntarios de refresco para que portaran el mismo. La experiencia obligó a que en la procesión de Viernes Santo el trono saliera ya a ruedas.67

Lo anterior originó la necesidad de construir un trono específico para el Lunes Santo que pudiera ser portado por sus portapasos. El mismo se estrenó el Lunes Santo 8 de abril de 1968. El encargo lo realizó el hermano de la agrupación Raimundo Martínez Meca, en madera y con apliques en la peana de unos ángeles de bronce, las cuatro cartelas fueron las confeccionadas en 1947 en Valencia para el anterior trono. Esta peana resultó mucho menos pesada que el de plata para ser portado por sus promesas.68

Habrá que esperar a 1972 para completar el trono de plata y dar por concluida esta “operación”. Previa-

65 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 101.

66 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 101 y 104.

67 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 110-111.

68 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 118 y 120.

Piedad: Corona. Foto: página web Cofradía Marraja.
COFRADÍA MARRAJA

mente ya se habían estrenado las cuatro cartelas de estilo imperial con cuentas de cristal tallado realizadas por el artista cartagenero José Montserrat, sustituyendo las dos cartelas prestadas por la Cofradía, situadas a los costados de la Virgen, por dos jarrones de plata, y que a su vez fueron sustituidos en 1972 por dos cartelas laterales más pequeñas que las de las esquinas y realizadas por el mismo artista. El anterior trono de Aladino pasó a partir de 1966 a ser procesionado hasta hoy por la Agrupación de Santa María Magdalena.69

Para la procesión del Viernes Santo de 1975 la Agrupación estrenó la pegadiza marcha “Plegaria” del maestro Torres Escribano, inspirada en un motete de D. Manuel Hernández Espada realizado a su vez para ser interpretado en la novena de la Virgen de la Caridad, marcha bien acogida por la prensa local que la describieron como impresionante por “la grandeza de su sonoridad”.

En 1976 la Agrupación celebró las bodas de oro de la llegada de la Virgen (con un año de retraso), y

entre los muchos actos celebrados hay que destacar, como resumen el regalo que hizo el presidente de la Agrupación José Luis Meseguer Jorquera de una toalla para la Cruz confeccionada en Lorca por la Sección Femenina, y la publicación de un libro conmemorativo del aniversario denominado “Bodas de oro de la Piedad”, con la participación en prosa y verso de los escritores y poetas cartageneros de la época. La lluvia, cómo no, hizo acto de presencia el Viernes Santo, por lo que se decidió que la procesión saliera a en la madrugada del Domingo de Resurrección, deslucida por la falta de muchas bandas de música por tener otros compromisos. De ahí surgió la idea de sacar la música “enlatada” o “en conserva”, la Piedad fue pionera en este experimento, y así se hizo en 1977. Las pruebas en la iglesia resultaron satisfactorias, pero no así durante la procesión, por lo que se decidió prescindir del invento y desfilar sólo con el ritmo de los tambores. La polémica estaba servida; a favor, el ahorro económico y la posibilidad de llevar música en caso de trasladar la procesión de momento en caso de lluvia; en contra, la estética en de la banda de música en directo y en la calle, como uno de los signos distintivos de nuestras procesiones. No obstante, en 1978 se repitió el experimento tan sólo en la procesión del Viernes Santo, y pese a que la música enlatada sonó mejor, esta innovación no era del agrado en el ámbito procesionista y en particular entre los hermanos de la Agrupación, por lo que en ese momento terminó el “invento”.70

1979 fue el año de la constitución de la Junta de Damas de la Agrupación de la Stma. Virgen de la Piedad, iniciativa del presidente José Luis Meseguer que contó inmediatamente con el apoyo del hermano mayor José María de Lara Muñoz-Delgado, siendo nombrada su esposa, Dña. Carmen Carbajal de Lara, primera presidenta. Así el 13 de abril las damas comenzaron su fructífera andadura en esta Junta y entre ellas, la búsqueda de un lugar adecuado para que la Virgen pudiera ser venerada durante

69 MINGUEZ LASHERAS, FRANCISCO, “Historia de la Piedad de Cartagena”, varios autores, Cartagena 1995, Edita, Gráficas Gómez, pg. 170.

70 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 138-143.

Piedad: Trono plata. Página web Cofradía Marraja.

todo el año por los devotos, en vez de permanecer en el almacén de tronos. El lugar designado temporalmente fue la capilla de la Sagrada Familia en las Iglesia de Santa María de Gracia, mientras se acondicionaba una capilla en la sala existente al fondo de la nave lateral izquierda, justo donde estaba la entrada a la Cofradía Marraja, que fue terminada el 6-3-1982 y lugar donde se le rinde culto desde entonces.71

Dos acontecimientos de la década de los 80 calificaron a la Piedad como “Virgen viajera”. En 1980 la Piedad viajó a Barcelona, a la exposición conmemorativa de la Semana Santa de la Región de Murcia en Cataluña en el salón del Tinell del palacio de San Jorge, viaje autorizado por la Junta de Mesa celebrada el 12-2-1980. De esta forma la Piedad se desplazó a Barcelona del el 4 al 17 de marzo. Entre los encargados de montar la exposición estuvieron los piadosos Antonio Rodríguez Robles, Ascensio de Jódar, y el californio Pedro Pena.72

Para consolidar dicha fama, el 22-51987 La Virgen volvió a viajar, ahora al santuario oscense de Torreciudad, en representación de la Patrona de Cartagena. Para tal ocasión la imagen lució un corazón que era parte del tesoro artístico de la Caridad con más de 200 años de antigüedad, al igual que una antiquísima toalla. Esta peregrinación tuvo resonancia a nivel nacional, así, la agencia EFE lo recogió, con fortuna, en información de fecha 245-1987: “alrededor de un millar de cartageneros peregrinaron al santuario de Torreciudad (Huesca), para acompañar a su patrona la Virgen de la Caridad, representada por una Piedad, de 500 kilos y 2 metros de altura”.73

El interés por ser portapaso de la Piedad conllevó, aparte de aligerarlo de peso, a realizar un nuevo trono para el Lunes Santo; aunque la idea nació en el año 1984, no será hasta la Se-

mana Santa de 1987 el momento de su estreno. El mismo, costeado por la Agrupación de la Piedad, fue construido por el tallista Sr. Lorente, el ebanista Roque García Vera y por el hermano de la Agrupación Raimundo Martínez Meca, alma mater del mismo. Al trono se le incorporaron unas tallas guardadas en el almacén marrajo y que cedió la agrupación del Santo Entierro. La estructura metálica evitaba problemas de xilófagos, el campo de velas también fue de estreno, las cartelas fueron modificadas y se añadieron nuevas varas para los portapasos. El trono fue bendecido en la Iglesia de Santa María de Gracia, por el Rvdo. D. José Miguel Vecina, capellán del Sto. Entierro, el Domingo de Ramos día 12-4-1987. La ampliación definitiva del trono se producirá en 1992 cuando se introdujo la “sexta vara” para poder acoplar más y mejor a los portapasos en el trono.74

En junta general extraordinaria de la Agrupación celebrada el 19 de noviembre de 1991, se acordó la incorporación oficial de la mujer como penitente de hecho y de derecho, lo que inmediatamente se materializó en la Semana Santa de 1992 con la incorporación femenina a los tercios piadosos.75

La crisis económica que asoló a España en 1992, tras las celebraciones del V Centenario (Expo de Sevilla y Olimpiada de Barcelona), se hizo patente en la industria y comercio cartagenero con los problemas sociolaborales aparejados. El entonces hermano mayor Pedro Ferrández Flores decidió que las procesiones marrajas de 1993 fueran austeras. La Piedad se unió al dolor que la crisis extendía a muchas familias cartageneras e impulsada por los hermanos Rodríguez Robles y Ángel Gómez, la Junta de Mesa autorizó el 22-3-1993 que el Lunes Santo, a las 19:00 horas se celebrara una eucaristía, en la

71 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 146 y 154.

72 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 148 y 151.

73 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 170 y 173.

74 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 176.

75 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 197.

76 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pg. 199.

77 RUIZ VINADER, ERNESTO, op. cit. pp. 199 y 201.

rampa de Santa María con carácter previo a la salida de la procesión, que ofició el recordado obispo de la Diócesis Monseñor D. Javier Azagra Labiano, y que fue promocionada por la Junta de Cofradías. De esta forma, la Piedad de los marrajos se solidarizaba con quienes lo estaban pasando mal.76

Fue también este año en el que la Piedad marraja se hermanó con la Cofradía del mismo nombre de San Pedro del Pinatar, que ese año sería coronada canónicamente. Resultó que la corona de la Piedad de San Pedro no llegó a tiempo y el acto se celebró con la corona de capilla de la imagen marraja.77 Ese Lunes Santo el presidente pinatarense acompañó en la procesión a los marrajos de la Piedad. Este hermanamiento y vinculación han llegado hasta hoy gracias al interés mostrado por los hermanos de la Piedad auspiciada primero por el hermano Mayor José Miguel Méndez Martínez, por el actual Francisco Pagán Martín-Portugués, y por la presidenta pinatarense Dña. Inmaculada de la Borbolla Trespalacios, que considera a su Cofradía como “los Marrajos de San Pedro del Pinatar”, y a cuya procesión de Martes Santo acuden desde entonces representantes de la Cofradía Marraja, incluidos desde hace unos años el tercio de Granaderos.

El día 17-3-1995 el erudito y piadoso Ernesto Ruiz Vinader publicó un li-

Piedad: misa crisis 1993. Foto archivo de la Cofradía Marraja.
COFRADÍA MARRAJA

bro en el que se recoge pormenorizadamente la “Historia de la Piedad”, de donde este cronista ha sacado numerosos datos y anécdotas que reflejan el cariño popular por la Piedad demostrado por los cartageneros desde el mismo instante en que el ferrocarril que trasladaba a la imagen llegó a esta tierra de Caridad que es Cartagena.

En 1996 la imagen se sometió a una profunda restauración a manos de Javier Bernal Casanova (Restaurador de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia), recuperándose la policromía original, oculta por repintes y capas de suciedad.78

Con motivo del 75 aniversario de la imagen, la Junta de Mesa autorizó celebrar un traslado conmemorativo de la Piedad desde la estación del ferrocarril el día 8-4-2000. El mismo comenzó a las 17 horas y siguió el mismo itinerario que cuando llegó a Cartagena.79

Recientemente, en 2014, con motivo del cincuentenario de la Coronación Canónica, la Agrupación de Portapasos Promesas organizó el primer “Concurso Nacional de Saetas”, cuyas semifinales se celebran desde entonces en la casa del Grupo Folclórico “Ciudad de Cartagena” de la diputación cartagenera de La Palma, y la final en la Iglesia de Santa María de Gracia, delante de la Piedad de Capuz. Gracias a este concurso se han recuperado las saetas en la Semana Santa de Cartagena, cante que expresa un arte y una tradición propia de esta comarca; desde entonces el premiado anualmente interpreta una saeta ante la Virgen de la Piedad durante la procesión del Lunes Santo. En 2025 se celebra su décima edición, que ha superado las mejores expectativas puestas por sus organizadores.

Y, a modo de epílogo, hoy en día la situación de las Cofradías y Agrupaciones no tiene nada que ver con

la de los momentos fundacionales e iniciales, o con la llegada de imágenes icónicas para nuestras Semana Santa. Como cuenta Ricardo Diaz Manresa80 las aguas bajan ahora ricas y calmadas para las Cofradías; pero quizá también ahora, adentrados en el siglo XXI y, tornando la vista atrás, también podemos comprobar los retos a los que las Cofradías y sus Agrupaciones se enfrentan; entre ellos, la endogamia del cofrade, que muchas veces sólo mira hacia adentro y que ha heredado —casi— todo. Los retos ahora están no sólo en conservar y transmitir el patrimonio heredado, sino también en mirar hacia la sociedad, para conseguir e infundir el respeto por los valores cristianos y culturales, que las Cofradías y sus procesiones pretenden continuar transmitiendo a una sociedad que, por qué no decirlo, está huera de valores, donde la tolerancia por el hecho religioso y cultural cristiano, se encuentra en los últimos peldaños de lo digno del mínimo respeto por parte de ciertos sectores radicales de nuestra sociedad. Vale.81

78 ORTIZ MARTINEZ, DIEGO, “La Piedad, 75 años de una imagen, 1925-2000” varios autores, Cartagena 2000, Edita Agr. Stma. Virgen de la Piedad-Cofradía Marraja; pg. 161.

79 BASTIDA MARTINEZ, DOMINGO, op. cit. pp. 108-109.

80 DIAZ MANRESA, RICARDO, op. cit. pp. 123-124.

81 BIBLIOGRAFÍA BÁSICA UTILIZADA: - ROCA DORDA, JOAQUÍN, “Los hijos del Yacente”, Cartagena 2000, Edita Agr. Sto. Entierro y Expolio de Jesús, Cofradía Marraja. - RUIZ VINADER, ERNESTO, “Historia de la Piedad de Cartagena”, Cartagena, 1995. Edita: Agr. Stma. Virgen de la Piedad, Cofradía Marraja.

Saluda

Hermana Mayor del Resucitado

Queridos hermanos y hermanas en la fe:

Como en años anteriores es un orgullo poder dirigirme a vosotros desde estas páginas, en nombre de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado y como parte de esta Junta de Cofradías que une a las cuatro grandes Cofradías de nuestra Semana Santa: del Socorro, California, Marraja, y Resucitado.

Este año, la Cofradía del Resucitado vive un momento histórico y de gran emoción. Celebramos el 80 aniversario de nuestra primera procesión resucitada, ocho décadas de fe, devoción y testimonio del mensaje de la Pascua en las calles de nuestra ciudad. Un camino construido con el esfuerzo de generaciones de cofrades que han hecho posible que cada Domingo de Resurrección sigamos anunciando la victoria de Cristo sobre la muerte.

Además, este año culminamos con éxito un proyecto fundamental para nuestra Cofradía como es la restauración de las 23 imágenes que procesionamos cada Domingo de Resurrección, un esfuerzo extraordinario que pone de manifiesto nuestro compromiso con la conservación de nuestro valioso patrimonio y con la belleza de nuestra Semana Santa. A ello se suma con orgullo la incorporación de la nueva imagen de San Juan, obra del escultor Antonio Jesús Yuste Navarro, una pieza que sin duda enriquecerá aún más nuestra procesión siendo testimonio de la evolución y el crecimiento de nuestra Cofradía, siempre fiel a sus raíces, pero con la mirada puesta en el futuro.

La Semana Santa es el reflejo de nuestra identidad, un sentimiento vivo que cada año renovamos con fervor y entrega. Cada procesión, cada acto, cada oración nos une en un mismo sentir, recordándonos que, más allá de los colores y los emblemas, somos

una sola muestra de fe. Como Hermana Mayor del Resucitado, tengo el privilegio de representar el culmen de nuestra Pasión: la victoria de la Vida sobre la muerte, la esperanza que nunca se apaga, el gozo de la Resurrección que nos ilumina y nos impulsa a seguir caminando juntos.

A mis hermanos californios, marrajos y del socorro, mi gratitud y reconocimiento por la labor incansable que realizamos unidos para engrandecer nuestra Semana Santa. A todos los cofrades, os animo a vivir con plenitud nuestra fe y tradición, con el compromiso de ser testigos de ese amor que nos une y que nos hace, cada año, volver a las calles con el mismo fervor.

Que el Cristo Resucitado nos guíe y nos conceda la fuerza para seguir trabajando por nuestra Iglesia, por nuestra ciudad y por nuestras cofradías.

Con todo mi afecto y devoción,

Marien García Boj

Hermana Mayor de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado

80 años de procesiones Resucitadas, 1945-2025

La Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado se ha convertido, por méritos propios, en una de las instituciones más relevantes de la ciudad de Cartagena, tal y como ha venido manifestando a lo largo de sus ochenta y dos años de Historia.

La posibilidad de la creación de una procesión en honor a Nuestro Padre Jesús del Resucitado quedó plasmada en una idea lanzada por el articulista Casiano Campillo en la revista local Carthago Nova en el año 1928. En el artículo incidía en que ese mismo año la Cofradía California habían creado la llamada «Procesión del Silencio», el Jueves Santo, con lo que adelantaban a la Cofradía Marraja en número de cortejos. Así, el citado periodista escribía:

“…de esperar es que los morados, que de antiguo vencían en número de procesiones a los de enfrente, organicen un moderno cortejo procesionil, que bien pudiera ser la procesión del Resucitado, y de esta forma podríamos disfrutar de casi una total semana procesionista. Todo será que lo piensen, pues la buena voluntad da siempre frutos favorables”.

No sabemos si tal comentario del citado periodista era de su propia cosecha o pertenecía a una idea ya latente en el ámbito procesionista cartagenero. Sea cual sea la realidad, nada se hizo entonces y tendrían que pasar algunos años, los que discurrieron entra 1928 y 1940, para que se volviera a recoger en la prensa esta idea. Así al terminar la Semana Santa de 1941, la primera en la que hubo procesiones tras el paréntesis de la Guerra Civil fue cuando en la Hoja Oficial de Cartagena, el articulista y cofrade Marrajo Juan Jorquera del Valle, escribió el 27 de marzo que “apenas transcurridos unos días del final de esta Semana Santa, los morados anuncian de una manera casi oficial la constitución de una nueva agrupación en su seno».

Se iniciaban así, los primeros pasos para la materialización de una nueva

procesión, que supondría la conclusión perfecta a un recorrido pasional único, acorde con la propia liturgia católica. A si pues, el 18 de abril de 1943, la imagen de nuestro Padre Jesús Resucitado, realizada por el imaginero murciano D. Juan González Moreno, recorrería por primera vez las calles de una Cartagena que celebro con gran solemnidad dicho acontecimiento, tal y como se recoge en la prensa local, “…las calles se llenaron de gente, que los balcones se engalanaron pro-

fusamente, que fue constante el repiqueteo de campanas y el estallido de cohetes, y que sobre Jesús Resucitado llovieron los pétalos de rosa”.

Diversos acontecimientos y desencuentros entre la agrupación titular de esa procesión y la Cofradía Marraja, llevaron a que apenas unos meses después y gracias a la mediación, de entre otros personajes, el propio González Moreno, el Exmo. y Rvdmo. Obispo de la Diócesis de Cartagena,

D. Miguel de los Santos Gómara, el 29 de diciembre de 1943 reconociera como cofradía completamente autónoma a los del Resucitado.

Los inicios de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado serian realmente complicados, debido principalmente a la situación socioeconómica que se vivía en esos momentos, pero lo cierto es que los hermanos de la nueva cofradía, encabezados por su primer Hermano Mayor, D. José Antonio Pérez González, supieron dar forma y carácter a una procesión, que siguiendo las trazas de D. Miguel Fernández Rochera, pondría cada año, desde el 1 de Abril de 1945 la procesión de la Resurrección de Cristo en las calles de Cartagena.

Por tanto, en asistimos en este curso cofrade a la celebración del 80 aniversario de las procesiones organizadas por la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. cofradía, un aniversario con el que los resucitados queremos rendir un profundo homenaje a aquellas personas que a lo largo de estos años nos han legado el importantísimo patrimonio artístico, materia y humano que configura nuestra hermandad.

En estos últimos años, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado y las once agrupaciones que la componen, han realizado de manera conjunta una importantísima labor de conservación y restauración del patrimonio, así como la mejora de aquellos enseres, o incluso imágenes que se procesionan la mañana del Domingo de Resurrección. Este importantísimo proyecto ha convertido en la actualidad la institución en una de las más sensibilizadas con la protección, conservación y difusión del patrimonio históricos, artístico y cultural. De esta manera, los cofrades del resucitado buscamos garantizar y proteger un patrimonio común a toda la ciudadanía de Cartagena y a cuantas gentes nos visitan durante los once días en los que trascurre nuestra Fiesta Mayor.

Con motivo este aniversario, la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado desea poner en marcha un ambicioso proyecto, centrado

en una serie de actos de significativa relevancia para la ciudad y nuestra comunidad autónoma, a los que se sumarán los actos ya tradicionales organizados habitualmente por la cofradía, los cuales quedan conformados de la siguiente manera:

• 6 de febrero de 2025, presentación del cartel anunciador y del programa de actos.

La elección del día 6 de febrero se debe, fundamentalmente, a que sería precisamente ese día, pero ochenta años antes cuando la Cofradía del Resucitado, reunida en Cabildo General va a acordar su primera salida en procesión. En este momento, el recelo de las cofradías ya existentes en la ciudad se realizaría con anterioridad al miércoles de ceniza.

Tanto el cartel como el logotipo anunciador estarán realizados por el artista cartagenero D. Miguel Acosta Pastor.

• 11 de marzo, formación cofrade. Resurrexit, un acto en honor a Nuestro Padre Jesús Resucitado. Dentro del importantísimo programa de formación cofrade, en la cuaresma de 2025, será Rvdo. D. José Ruiz García, delegado de enseñanza de la Diócesis de Cartagena, y anterior capellán de la cofradía, a quien se le debe la creación de este acto en honor a nuestro Titular en el año 2000, de manera conjunta con el Ilmo. Sr. D. Benito Martínez Escolar, Hermano Mayor de Honor del Resucitado.

• 13 de marzo, Pregón de Juventud. En los días previos a la celebración del acto litúrgico más importante de la cofradía, el Resurrexit, en honor a Nuestro Padre Jesús Resucitado, se celebrará el X Pregón de Juventud, el mismo será pronunciado por la actual Mayordomo de Juventud y presidenta de la Agrupación de la Aparición de Jesús a Santo Tomás, Dña. Rita Aguera Cañavate.

• 15 de marzo, Resurrexit. El sábado 15 de marzo, los tambores y cornetines de la Agrupa -

ción de Escoltas y Honores anunciarán al pueblo de Cartagena la celebración del Solemne Resurrexit en honor a Nuestro Padre Jesús Resucitado. Durante la celebración de dicho acto, los hermanos del Resucitado presentaremos la magnífica restauración del Titular de la Cofradía, realizada por el Centro de Restauración de la Región de Murcia. El mismo, se alzará sobre un altar elaborado específicamente para dicho acontecimiento. Será al día siguiente cuando la agrupación de Soldados Romanos, con sus tradicionales heraldos, anuncien con enorme alegría que el Señor, el Domingo de Gloria vencerá a la muerte.

• 1 de abril, libro Maiestas. Tras la finalización de los arduos trabajos de restauración y conservación emprendidos por la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado, de manera conjunta con las agrupaciones que la conforman, llevada a cabo principalmente por la restauradora cartagenera Dña. Macarena Poblaciones Magro, con la intervención de la doradora Dña. Paloma de Sagazan en los trabajos de conservación de estofas y restauración de los dorados en mal estado, la cofradía a editado un catálogo en el que se pone en valor el importantísimo patrimonio escultórico atesorado por la cofradía, firmado por la gubia de artistas tales como Juan González Moreno, Federico Coullaut Valera o José Hernández Navarro, a los que se añadirá el prestigioso escultor ciezano Antonio Jesús Yuste Navarro, con la imagen de San Juan Evangelista.

La elección de la fecha de su presentación, al igual que sucediera con la elegida para la presentación del cartel anunciador y el programa de actos con motivo del Ochenta Aniversario de Procesiones Resucitadas no es casualidad, pues el 1 de abril 2025 se cumplirán ochenta años desde que aquella primera procesión traspasase el dintel del templo de Santa María de Gracia. 12 de abril, Cabildo de las Monas.

• 20 de abril, Domingo de Resurrección.

La novedad en la procesión del próximo Domingo de Resurrección radicará principalmente en la recuperación del recorrido histórico utilizado durante décadas por la cofradía. Así mismo, será la primera vez que procesione la nueva imagen de San Juan Evangelista, obra del ciezano Antonio Jesús Yuste Navarro, que acompañará a las rejuvenecidas imágenes de la cofradía.

• 17 de mayo, noche de los museos. Desde el año 2015 la Cofradía del Resucitado ha estado presente en todas las ediciones de la Noche de los Museos, actividad cultural realizada con motivo del día internacional de los Museos, por parte del Ayto. de Cartagena. participación motivada fundamentalmente por la entonces Mayordomo de Arte Dña. Susana Mendoza Bernal y su equipo, y con la colaboración de un nutrido grupo de jóvenes resucitados.

Este año, con motivo de la celebración del aniversario, dicha muestra versará sobre la primera salida procesional de la cofradía, la cual, se realizó aún sin la constitución en su seno de las primeras agrupaciones, que se constituirán oficialmente tras el verano del año 1945.

• 29 de mayo, Misa de Cumplimiento Pascual.

Como viene recogido en los Estatutos de la cofradía blanca, tras la celebración de la procesión del Domingo de Resurrección tiene la obligación de la celebración de una Misa de Cumplimiento Pascual, la misma se celebra tradicionalmente vinculada a la celebración litúrgica de la Ascensión de Cristo. Este año, al ser especial, se celebrará el día tradicional de dicha fiesta, el jueves.

• 30 de mayo, Exaltación en honor de NPJR, y presentación de la macha Dies Triunfalis.

El viernes posterior a la celebración del cumplimiento pascual, se celebrará una exaltación en honor al Resucitado, la cual será realizada por D. Joaquín Bernal Canga, responsable de Juventud de la Delegación de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Cartagena. Joaquín es un notable orador que ya ha realizado importantísimos pregones y exaltaciones a lo largo de toda la geografía regional. Así mismo, durante el acto se presentará la marcha compuesta para la cofradía por el relevante compositor D. Jesús Año, dicha pieza será un notable reflejo de la alegría por el triunfo de la vida sobre la muerte.

• 31 de mayo, Procesión triunfal de Nuestro Padre Jesús Resucitado. Como broche de oro a los actos de este aniversario, por primera vez en la historia de la cofradía se realizará una procesión extraordinaria con la imagen de Nuestro Padre Jesús Resucitado, la misma tratará de recrear aquella procesión del primero de abril de 1945, con la participación de la viga y heraldos de la cofradía, el sudario de Vicente Ros, un tercio a imagen del de ese momento, portando los tradicionales banderines diseñados por el querido y recordado D. Miguel Fernández Rochera, el trono de Nuestro Padre Jesús Resucitado, portado por todos aquellos hermanos de la cofradía que lo deseen, la participación de pequeños monaguillos, que portarán alitas de ángel y harán sonar sus campanillas, y por último la mesa de la cofradía. Dicho acto supondrá un momento muy especial para todos los cartageneros, que verán la imagen de Cristo Resucitado “Triunfar” por las calles más emblemáticas de nuestra ciudad, tal y como sucedió ochenta años antes.

Pedro Antonio Giménez Saura

Primer Mayordomo Cofradía del Resucitado

La Resurrección de Cristo: Alegría y Esperanza del Cristiano

“¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado…!” (Lc 24, 34)

El Domingo de Resurrección es la máxima demostración del amor de Dios hacia nosotros. No hay alegría más grande para el cristiano que saber que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha abierto con ello las puertas del cielo. Su sacrificio en la cruz no fue el final, sino el comienzo de nuestra esperanza, la afirmación de que aquello que enseñó y vivió con sus discípulos era cierto.

Para llegar a la Resurrección, también nosotros debemos recorrer nuestra propia Cuaresma. Un camino de cuarenta días que nos invita a la conversión, a revisar nuestro corazón y nuestra vida, a renunciar a aquello que nos aleja de Dios y a abrirnos a su amor. No es un simple periodo de penitencia, sino un tiempo para el encuentro con el Amor verdadero, que nos conduce a la alegría y la esperanza de la Pascua.

Durante la Semana Santa vivimos intensamente cada momento de la pasión, el sufrimiento y la entrega de Cristo. Pero es el Domingo de Resurrección el que da sentido a nuestra fe, el domingo por excelencia; el que nos recuerda que estamos llamados a otra vida, la que será para siempre. Una semana de pasión que da paso a la vida, Cristo vive, y con Él, cada uno de nosotros también. Nos ha dado una alegría que no se apaga, una certeza que nos llena de confianza: no estamos solos, Dios Padre nos ama.

“Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Salmo 117). El salmista, inspirado por la esperanza, ya vislumbraba en sus palabras la gloria de la Resurrección, invitándonos a experimentar la inmensa alegría de la vida nueva que nos ha sido regalada.

La Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado tiene la misión

de dar testimonio de esta alegría. No somos simples espectadores, sino testigos vivos de la Resurrección, no podemos guardarnos esa emoción, sino que tenemos la labor de salir a compartirla. Nuestro desfilar es mucho más que un acto de tradición: es una proclamación de fe, un compromiso con la Buena Nueva.

El año pasado, sin embargo, la lluvia, pero sobre todo la amenaza de viento que ponía en riesgo no solo el patrimonio, el cual hay que cuidar con esmero, sino también a las personas, impidieron que nuestra procesión saliera a la calle. Fue un fin de semana difícil, lleno de incertidumbre y de decisiones complicadas. La ilusión

de un año entero de preparación se vio truncada; todo un año trabajando incansablemente por este día para ver silenciadas las ilusiones de niños y mayores, su compromiso y esfuerzo… Pero tal vez ese día el Señor quiso que viviéramos su Resurrección en los corazones de cada uno de nosotros, en la oración compartida y en la comunión de todos los cartageneros que se acercaron a la iglesia de Santa María para arroparnos con su presencia y su cariño. Fue un recordatorio de que la fe no depende de las circunstancias externas, sino de nuestra entrega sincera a Cristo.

Este año volveremos a salir con renovada alegría, con la firme convicción de que la Pascua es un tiempo de gozo y esperanza. Nuestra Cofradía se hará presente para proclamar, una vez más, que la vida ha vencido a la muerte. Saldremos a las calles de Cartagena no solo con nuestras imágenes, sino con la certeza de que Él está vivo y nos llama a vivir en él, volveremos, si Él así lo quiere, a anunciarlo por todos los rincones de nuestra ciudad llevando nuestra fe a muchos corazones.

Bandas de música, soldados romanos, escoltas y honores comenzarán a animar la mañana del primer día de la semana en la que el sol hará brillar el mensaje que queremos anunciar; nazarenos blancos, pequeños y mayores, nos alegrarán con sus risas y sus caramelos; penitentes, con sus trajes planchados con tanto esmero, llenarán las calles de color e ilusión y desfilaremos celebrando el triunfo de Nuestro Señor; disfrutaremos del anuncio del Santo Ángel de la Cruz Triunfante que dará luz a nuestras calles para adelantarnos que Jesús está entre nosotros.

Contemplaremos desfilar a Cristo que nos invita a dejarnos amar por él, a ser portadores de su mensaje, a contagiar de fe y esperanza a las nuevas generaciones siendo para ellos ejemplo de que Él vive en cada uno de nosotros y vive para siempre. Y este año podremos verlo desfilar más resplandeciente que nunca.

Desde que tengo memoria, la imagen de Nuestro Padre Jesús Resuci-

tado ha sido para mí luz en medio de la oscuridad. En los momentos de dolor, de duda o de pérdida, saber que Jesús venció a la muerte me ha dado la fuerza para seguir adelante. La fe en su Resurrección no es una ilusión ni un consuelo pasajero, sino la roca firme sobre la que se edifica mi vida y me permite verla de otra manera. A buen seguro que desde el cielo nuestros seres queridos, que ya

gozan de ese amor que Cristo vino a enseñarnos, tienen una vida nueva más plena y feliz, la vida verdadera, donde ya no habrá llanto ni dolor y sí felicidad plena.

Podremos contemplar a esos soldados que, perplejos y asustados, presencian la majestad de Cristo Resucitado; el sepulcro vacío, con su ángel anunciando que Jesús ya no está allí; a María Magdalena, embargada por la emoción del reencuentro; a los discípulos de Emaús, quienes, al partir el pan, reconocen al Maestro; a Tomás, cuya incredulidad se desvanece ante la presencia del Señor. El Lago Tiberíades iluminará las calles con su resplandeciente blanco y fucsia, colores que devolverán la luz y la alegría a la ciudad. Este año, además, tendremos el privilegio de admirar la nueva imagen de San Juan, el discípulo amado, aquel que supo ver con los ojos de la fe que la vida había vencido a la muerte.

Y así, llegaremos al culmen de nuestra procesión con la Madre, que avanza al encuentro de todos nosotros, rebosante de una alegría contenida. Disfrutaremos viendo a la Virgen del Amor Hermoso, Madre de la Sabiduría, desfilando por las calles de nuestra ciudad, mecida con devoción por sus portapasos y escoltada por su tercio y por sus damas, irradiando esperanza y amor en cada paso; acompañaremos a la Madre que siempre dijo Sí a Dios conocedora de que la promesa se había cumplido. Y así veremos cumplida nuestra misión, llevar el mensaje de la Resurrección a todo aquel que quiera escucharnos.

Que esta Pascua renueve en cada uno de nuestros corazones la certeza de que Cristo ha resucitado y nos espera en la vida eterna. Que el Resucitado nos bendiga y nos fortalezca en nuestra misión de ser luz en el mundo.

¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

A falta de pan… Noche de los Museos

A menudo aún hoy se escucha en tertulias entre cofrades y cartageneros aquel mantra tan manido del ¿para cuándo un museo de la Semana Santa de Cartagena? Y cierto es que una Semana Grande como la de nuestra ciudad, bien merecería un espacio que la impulsara durante todo el año. Pero ¿Que es un museo?

Para buena parte de la población los museos son un mero contenedor de obras de arte donde tachar “los imprescindibles” a medida que se hace la visita, como si de la lista de la compra se tratara. Y a mi modo de ver, es perfectamente válido, en cualquier caso, se está consumiendo cultura y algo quedará.

Sin embargo, no podemos perder de vista que fundamentalmente un museo es un espacio en el que se materializa e ilustra la historia y la cultura a través de los objetos que allí se custodian y exponen. Es, haciendo un símil con lo sacro, un relicario donde se guarda lo más preciado de un pueblo: sus tradiciones, su idiosincrasia, su identidad y el modo de entender el mundo de las gentes de un lugar. ¿Y qué podría ser más propio del carácter cartagenero que su Semana Santa? En cualquier caso, la realidad es que a falta de pan...Noche de los Museos.

En los últimos años las distintas cofradías de Cartagena han hecho de este acontecimiento cultural un capítulo más de sus actividades a lo largo del año. Ya no es una anécdota participar de ello, sino más bien todo lo contrario, un evento al que no se puede faltar.

Quizá la mejor consecuencia de la participación de las cofradías en La Noche de los Museos sea precisamente que cada año buscamos temas y trabajamos nuevas ideas que puedan sorprender al visitante. Y es que conforme han ido pasando los años, el nivel de las propuestas de todas las hermandades ha ido subiendo. No

hay nada mejor que una competencia sana para que uno intente dar lo mejor de sí mismo.

Desde que se realizara la primera exposición dedicada al imaginero Federico Coullaut-Valera, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado ha participado de forma ininterrumpida en todas sus ediciones, a excepción del paréntesis que supuso para todos la pandemia.

Desde entonces ha habido exposiciones de todo tipo. Desde “Puntadas de Pasión”, con la que pudimos disfrutar de los mejores bordados de nuestras Agrupaciones a otras dedicadas a la pintura que nos permitieron reunir las obras pictóricas más destacadas del Domingo de Resurrección, pasando por “Camino de Resurrección” centrada en el que fuera durante años el titular de los hermanos blancos. 2021 sería el año del escultor Hernández Navarro, quién ha creado obras tan especiales para nuestra procesión como el Santo Ángel de la Cruz Triunfante o La Aparición de Jesús a los apóstoles en el Lago Tiberiades y a quien se quiso rendir un pequeño homenaje.

También hemos contado con ediciones dedicadas a grupos escultóricos en concreto. Tal fue el caso de “Mane Nobiscum”, con los Discípulos de Emaús como protagonistas tras un largo y dificilísimo proceso de restauración. En aquella ocasión los personajes se presentaban de forma muy cercana al espectador, pudiendo deleitarnos con los detalles más impactantes salidos de la gubia de Coullaut-Valera. Y como elemento central, una mesa ricamente vestida con las mejores frutas y viandas.

Sin duda, el punto de inflexión fue “Porta Coeli” en 2022. Aquel año nuestra capilla en Santa María se convirtió en una auténtica cámara del tesoro de objetos relacionados con la Virgen del Amor Hermoso. Algunas de las piezas expuestas se encontraban en colecciones familiares, como por ejemplo un retrato perteneciente a la familia Boj en el que se podía comprobar que las joyas que portaba la retratada, forman hoy parte del ajuar de la Virgen. Otras maravillas nunca habían salido de la sede resucitada, como la caja de madera original en la que había llegado a Cartagena la aureola rematada por esmaltes con las letanías de la Virgen realizada por la casa Orrico.

guir aquel efecto, que se llegó a coser una túnica “Ad hoc” para aquellas pocas horas.

Era una ocasión ideal para acercar el patrimonio resucitado a fieles y curiosos. La dificultad de apreciar las tallas al paso de la procesión se podía convertir ahora en todo lo contrario. Poder admirarlas con atención, detenerse, mirar de tú a tú a una imagen de devoción y volver a conectar con la fe. Y esto es algo de lo que hemos podido ser testigos más de una vez.

Por supuesto no iban a ser todo cosas buenas y hubo que superar muchos retos. Quebraderos de cabeza para idear la mejor composición en el escaso espacio de la capilla, la iluminación, velar por la seguridad de las piezas, buscar soluciones creativas a los contratiempos... Poco a poco fuimos puliendo detalles, mejorando y riéndonos al recordar aquello que alguna vez vivimos como una auténtica crisis de último minuto.

Cabe hacer una mención especial para un elemento que, aunque pudiera parecer accesorio o secundario, es COFRADÍA

Pero aquella noche el verdadero reto era recrear en el altar de la capilla, una conocida fotografía antigua de la madre resucitada en la que la sencillez con que iba vestida contrastaba con la profusión de flor en torno a la imagen. Tal fue el empeño en conse-

¿Pero, por qué participar en la Noche de los Museos? Es obvio que en un principio nos sentimos atraídos por la idea de formar parte de la mayor cita cultural de Cartagena y su comarca. Pero muy pronto nos dimos cuenta de las oportunidades que ofrecía aquella noche.

En nuestro caso para lograrlo, las distintas secciones de la Cofradía trabajan codo con codo para conseguir el mejor resultado posible contando con un equipo interdisciplinar formado por el primer mayordomo, la mayordomía de archivo, la de guardalmacén, la de arte, el equipo de movimiento de imágenes y un largo etcétera de dedicados colaboradores y amigos. A todos ellos, gracias de todo corazón.

importantísimo para atraer al público y que el mensaje llegue. Me refiero al cartel que año tras año se realiza para cada una de las ediciones. Una labor creativa que aúna diseño, concepto, calidad artística y coherencia con nuestra imagen como hermandad. Gracias a Miguel Acosta quién con estas verdaderas obras de arte está dejando, sin pretenderlo, un legado único para la Cofradía del Resucitado.

Pero para la Cofradía del Resucitado, una segunda consecuencia, de la que nos sentimos muy orgullosos, ha sido el cada vez mayor conocimiento de nuestro patrimonio y su puesta en valor. Esto nos ha permitido rescatar del olvido tesoros que por distintos motivos ya no forman parte del cortejo del Domingo de Resurrección.

No quisiera terminar sin invitarles a que compartan con nosotros la velada del próximo 17 de mayo. Como no podía ser de otro modo, este año volveremos a asistir a la cita sin falta. Y aunque no podemos desvelar más por el momento, ofreceremos una muestra que se une a los múltiples actos preparados con motivo del aniversario que celebramos este 2025 bajo el lema “80 años de procesiones resucitadas”.

Macarena Sevilla González Mayordomo de Arte

COFRADÍA

Conservar el patrimonio: un imperativo

El ejemplo de la Cofradía del Resucitado

El ser humano tiende a conservar todo cuanto le merece la pena. Es el único ser de toda la creación —de momento la ciencia no ha demostrado lo contrario— preocupado en trascenderse a sí mismo y dejar un legado a las próximas generaciones. Esta es la clave en que se desarrolla el devenir histórico del hombre, la que determina cómo leemos nuestro pasado, cómo nos situamos en el presente y cómo nos proyectamos hacia el futuro. Aunque parezca paradójico, esto no es algo propio sólo de unos pocos, bien por una mentalidad conservadora, bien por “afición” a la historia. Todos soñamos con otras generaciones de humanos posteriores a nosotros, para las cuales esperamos que habiten en un mundo cuidado, que gocen de bienestar, con tantas o más garantías de derechos que nosotros; en definitiva, que les llegue todo lo bueno y bello que ha disfrutado.

Tan es así, que si esto no se diera no podríamos de civilización, de cultura, de religión… ni del propio ser huma-

no. En este aspecto, el ser humano es constitutivamente tradicional. El término tradición viene de su homólogo latino traditio, que a su vez comparte su raíz con el verbo tradere, “entregar”. En línea a esto, el ser humano se va formando en la continua apertura a lo que no es él, a lo que recibe de otros y él mismo entregará. No aprendemos a andar solos. Necesitamos que otros antes que nosotros nos enseñen a leer. Tampoco llegamos a entrar en relación con Dios sin escuchar aquellas oraciones que, salidas de la boca de nuestros padres y abuelos, permanecen siempre en nuestro corazón.

Pero —y he aquí una interesante paradoja—, para ser fieles a quienes nos han legado el mundo, la cultura y la fe, estos no pueden quedarse “fosilizados” en una postura fija. Hemos heredado realidades dinámicas —como la vida misma— que hay que cuidar, alimentar y hacer crecer. Por esto, cuanto hemos recibido es asimismo sometido a revisión, desvestido de unos elementos y vestido con otros. En palabras del adagio latino, non nova, sed nove: “no cosas nuevas, pero sí de un modo nuevo”. Se requiere una renovación según el principio del equilibrio continui-

dad-ruptura (equilibrio que ha permitido a lo largo de los siglos el paulatino avance de la sociedad).

Nuestras queridas procesiones de Semana Santa en Cartagena son buen ejemplo de ello. Hunden sus raíces siglos atrás, pero no son para nada como entonces. Si el Duque de Veragua volviera para ver procesionar a su Cristo del Socorro, quedaría profundamente extrañado. Igual que aquellos que erigieron la Cofradía de Jesús Nazareno en el entonces convento dominico de san Isidoro, así como los que un 13 de junio de 1747 constituyeron la del Cristo del Prendimiento. Incluso el Resucitado, que hace ochenta años que pisamos las calles de Cartagena por primera vez, puede acusar una nutrida serie de cambios en estas ocho décadas.

Las procesiones que conoció la Cartagena barroca tienen poco que ver con las que disfrutamos en la actualidad. Pero es que podemos decir lo mismo de las procesiones de la Cartagena decimonónica e, incluso, de la “belle époque” del siglo XX. Son las mismas, pero no son iguales. A veces por necesidad, otras por conveniencia, han ido evolucionando adecuadamente hasta alcanzar su actual configuración. Y, si siguen vivas, lo seguirán haciendo. Los cartageneros del siglo XXII heredarán una Semana Santa que de seguro diferirá en ciertos aspectos de la del 2025. Pero seguirán conectándose a través de esta con nosotros, y con los cartageneros que hace ochenta años tuvieron la feliz intuición de la necesidad de completar el relato pasional con su hecho clave, la Resurrección; se conectarán con los primeros cartageneros que se dejaron conmover por Jesús prendido, con los pescadores devotos del Nazareno de Santo Domingo y con el duque de Veragua y su hijo sanado al paso del Cristo moreno de Santa María… ¡y con tantos más! Imperceptiblemente, se unirán también a tantos otros fuera de los límites de nuestra ciudad, conectados a su vez —generación tras generación— a aquellos primeros galileos que asistieron al hecho más grande de la historia: ¡Cristo ha resucitado!

COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS RESUCITADO

Llegados a este punto, temo que se pueda dar la impresión de que este proceso es algo “automático”, que sucede por sí solo. Y en cierto modo, así es: hagamos o dejemos de hacer, esto determinará el mundo que legaremos a la generación siguiente. La tradición tiene este punto “fatal”. Pero nos señala, en última instancia, la imposibilidad de que permanezcamos en el cauce de la historia como espectadores pasivos. Por eso, mejor hacer lo mejor posible para que quienes han de venir tras nosotros nos puedan juzgar con misericordia e, incluso, mirarnos con admiración.

Siguiendo por esta línea, parece obvio lo que voy a decir ahora. Y es que uno de los mejores medios para actuar en beneficio de todos es la conservación del patrimonio, así como el —coherente— incremento de este. Realmente parece que venir ahora con esto es algo de Perogrullo;

es más, seguramente ya hayas oído bastante sobre el tema si has asistido a las formaciones de la cofradía. Pero la realidad nos hace constatar que se hace necesario volver periódicamente sobre el tema e insistir en él.

Aviso que lo que voy a decir no va tanto por el cómo conservar, sino por qué; de hecho, seguro que el lector se ha podido percatar llegado a este punto. No ahondaré en tecnicismos ni en metodologías, que para eso ya hay muchos profesionales mucho más autorizados que yo. Pero sí quisiera hacer una precisión antes de continuar. Al hablar de patrimonio podemos distinguir dos categorías fundamentales: material e inmaterial. Encontramos dentro del patrimonio material de la Semana Santa de Cartagena elementos como las imágenes, los tronos, los textiles, etc. En cuanto al inmaterial, situaríamos en este grupo elementos como la forma de

desfilar o la música, entre otros. Hasta este momento, cuando hemos venido hablando en estas páginas de nuestra Semana Santa nos hemos referido a este sentido lato del término patrimonio: a lo material y lo inmaterial, a ese conjunto de elementos que, como teselas de un mosaico, conforman un “todo” del gran patrimonio que supone nuestra Semana grande. En este sentido, podremos decir que la conservación del patrimonio procesionista de Cartagena es verdaderamente cosa de todos (no sólo del guardalmacén o de la mayordomía de arte, por ejemplo). Cuantos formamos parte de una cofradía y de una agrupación somos —directa o indirectamente— “conservadores” de nuestra Semana Santa.

No obstante, fuera de estas páginas lo habitual es que nos refiramos al elemento material cuando hablamos de conservación del patrimonio. Y es normal. Primero, porque el elemento material que manejamos en las cofradías —esculturas, tallas, pinturas, textiles, orfebrería…— es, en muchas ocasiones, de una calidad artística excepcional. Segundo, porque requiere del empeño y cuidado especial tanto de personas particulares como de la institución en general. Las labores de conservación precisan de inversión económica del ente corporativo, además de formación para quienes se encargan de la custodia de los bienes materiales de la cofradía. Más concretamente, si hablamos ya de restauración, este es un campo en el que se restringe la actuación a personal cualificado; subrayo lo de cualificado ya que es común que en nuestros entornos haya personas con algún conocimiento y buena voluntad que nos ofrezcan “un apaño” más económico o incluso gratis, pero ya sabemos cómo acaba la historia.

Pero al mirar a la Cofradía del Resucitado, mi cofradía, puedo observar la agradable excepción que en esto supone. Desde hace años viene involucrándose con especial interés en la conservación y restauración de su patrimonio. La práctica totalidad de las imágenes que se participan en la procesión del Domingo de Resurrección han sido recientemente restauradas por Macarena Poblaciones (a excepción del Cristo Resucitado, que fue llevado al Centro

Regional de Restauración). Asimismo, las distintas agrupaciones están colaborando en la conservación de sus tronos.

Mención especial merece la nueva imagen de San Juan de Yuste Navarro. Esta incorporación es un ejemplo de cómo proceder a la hora de sumar patrimonio a una Cofradía como la del Resucitado y, más ampliamente, a una Semana Santa como la de Cartagena. La obra del imaginero de Cieza viene a sustituir la de Mengual, pero no por ello rompe con la estética que le precede; por el contrario, esta se inserta a la perfección en el marco de las procesiones de Cartagena. Representa al Discípulo Amado según acostumbramos en la Trimilenaria: enhiesto, señalando con su mano derecha el camino que transita el Señor mientras sostiene la palma con la izquierda. Con gran finura en sus acabados, nos muestra a un Juan decidido, firme (recordemos que fue el único de los apóstoles presente al pie de la cruz), que camina hacia el sepulcro atónito aún por la noticia de las mujeres. Es, en cualquier caso, una obra de categoría para una Semana Santa de categoría, incorporada en base a la dinámica de continuidad-ruptura que debería marcar todo avance en nuestras procesiones (especialmente en cuanto a lo artístico se refiere).

La difusión del patrimonio también beneficia a su conservación (pues para

conservar hay primero que valorar, y para valorar hay que conocer). La apuesta expositiva que hace cada año la Cofradía del Resucitado (también la California y la Marraja, por supuesto) es un medio acertado para dar a conocer y poner en valor nuestro patrimonio. También es de especial interés la participación del Resucitado en otras exposiciones, como la realizada sobre Miguel Fernández Rochera, primer mayordomo de Arte de nuestra Cofradía y gran ideario iconográfico de la misma. Al fin y al cabo, nuestro patrimonio encuentra su plena “realización” cuando es puesto al servicio de toda Cartagena —evangelizándola de una manera tan discreta como eficaz—.

Llegando al fin de estas líneas, conviene que recapitulemos. No podemos eludir la responsabilidad de conservar nuestro patrimonio, máxime si lo que queremos es que los cartageneros de las próximas décadas —y, por qué no, de los próximos siglos— puedan vivir una Semana Santa tan magnífica como la nuestra o más. Ello requiere de nosotros nuestra colaboración activa y, en los casos más delicados, la inversión por parte de las instituciones en la labor de los profesionales del sector de la restauración. En cualquier caso, ante la necesidad de conservar y restaurar nuestro patrimonio, decir “no” no es una opción válida si queremos ser consecuentes a nuestro carisma: anunciar a todos que Cristo ha resucitado, y esto por el camino de la belleza que inunda las calles de Cartagena cada mañana del Domingo de Resurrección.

En efecto, la conservación de nuestro patrimonio se muestra ante nosotros como un auténtico imperativo. Porque conservar nuestro patrimonio es conservar lo que somos, y es conservar nuestra Semana Santa, la que tanto queremos y de la que tan orgullosos nos sentimos.

Fr. Ángel García Martínez, OP

Real Convento de Predicadores (Valencia) Hermano de la Cofradía del Resucitado COFRADÍA

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