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José Mencías. Compositor de “Tulipas del Cielo”

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Cristo de Marfil

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“Me gustaría que ‘Tulipas del Cielo’ se convirtiera en una marcha popular, que la gente la tararee y los banceros la pidan”

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Por Berta López

En su Pregón de la Semana Santa de Cuenca del año 1986, Rafael Pérez habló de la otra Gran Semana, la que viven desde el cielo con la misma puntualidad, fe y amor que en la tierra aquellos nazarenos que ya acompañan a Nuestro Señor en procesión eterna. En 2017 su hijo, Rafael Pérez Caballero, dedicó su Cartel de la Pasión de aquel año a esa otra Gran Semana.

En Cuenca, la Semana Santa del cielo tenía un Pregón y un Cartel. Desde el 4 de febrero de 2022, tiene también una marcha procesional. Tulipas del Cielo, compuesta por José Mencías a petición de la Junta de Cofradías, viene a completar la terna y es, pandemia mediante, un homenaje a todos los nazarenos que se han añadido a las filas de la procesión celestial en estos dos años… y a quienes las forman desde tiempo inmemorial.

¿Cómo fue el proceso de composición de la marcha, a encargo de la JdC?

En septiembre de 2021, el presidente de la JdC, Jorge Sánchez, me trasladó la petición de la institución para componer una marcha especial, dedicada a los nazarenos que han fallecido a lo largo de los dos años de pandemia. La idea era estrenarla en el acto de presentación del Cartel, que desde la institución se estaba organizando ya en ese momento. El encargo supuso un honor para mí y valoré mucho que me dieran la oportunidad de componer algo así. Sin embargo, aunque mi primera reacción fue aceptar la propuesta, le pedí al presidente que me diera un poco de tiempo para pensarlo.

¿Por qué?

Quería esperar a ver si el proceso creativo daba sus frutos. Componer por encargo no es tan sencillo: puedes decir que sí pero, si las ideas no surgen o no fluyen, es un problema. Por eso les pedí tiempo para pensarlo. En ese tiempo empecé el proceso creativo y a escribir la marcha, vi que las ideas que tenía podían funcionar y eso me hizo decidirme. Acepté a finales de septiembre. Cuando volvimos a reunirnos en octubre para ver el progreso de la marcha ya tenía un midi con la pieza completa. A la Comisión Ejecutiva le gustó mucho el resultado. Dediqué el mes de noviembre a definir la instrumentación y los matices, al trabajo ‘fino’ de composición, por así decirlo. A principios de diciembre y con la marcha en atril, ya pudimos ensayar con la Banda Municipal de Música de Cuenca.

Has compuesto varias marchas para la Semana Santa de Cuenca, entre ellas La Palma al Viento (con Sergio Mateo), marcha icónica de las procesiones conquenses contemporáneas y que es muy diferente a Tulipas del Cielo, tanto en lo musical como, sobre todo, en cuanto a la temática. ¿Cómo ha sido componer con una premisa tan especial y específica como la que ha dado lugar a Tulipas del Cielo?

La verdad es que es complicado, por eso le dije al presidente que tenía que pensarlo y ver cómo surgían las ideas, porque

efectivamente no es lo mismo hacer una composición porque tú quieres hacerla y que te surge, que tener un objeto de la composición predeterminado que requiere pensar muy bien desde el principio qué es lo que la marcha debe transmitir. Cuando empecé a componer, me venían distintas sensaciones a la cabeza.

Lo primero, una sensación de rabia, de frustración, de ver cómo había personas, familiares, amigos, que de un día para otro se iban marchando sin que pudiéramos hacer nada. Yo siempre he dicho que lo sentía como un robo, como que nos robaban a la gente sin que pudiéramos evitarlo. Eso, mezclado con la pena de que se marchen. Sobre todo en los primeros meses de la pandemia, mi sensación es que vivimos una situación emocional que es como la pescadilla que se muerde la cola: rabia, frustración, pena, vuelta a la rabia… Y al final no hay más que hacer, es resignarse, aceptarlo y que las personas queden en el recuerdo y no se vayan del todo. Si las seguimos recordando, siempre van a estar ahí. Eso es lo que trato de plasmar en toda la marcha.

¿Cómo se trasladan esos sentimientos al lenguaje musical?

Al principio, con melodías tristes y con mucha potencia, como si transmitieran cólera y rabia. Pasado ese punto, de repente se suaviza la melodía para evocar tranquilidad y aceptación, pero vuelven de nuevo a surgir los pensamientos de rabia y de frustración y, con ellos, vuelve la música más enérgica, más potente. La resignación y el recuerdo que quedan siempre se reflejan en la última parte de la marcha, el trío, con una melodía más calmada que transmite la tranquilidad después de asimilarlo todo, esa tranquilidad que nos falta al principio de la marcha.

¿Por qué Tulipas del Cielo?

Quería reflejar el objetivo de la marcha, ese recuerdo a quienes ya no están pero nos ven desde el cielo, ya en el título. Barajé otros nombres, pero tulipas me gustaba y además no es una palabra que se haya utilizado mucho en marchas de Semana Santa. Y del cielo, porque hace referencia a todos esos hermanos que ya nos acompañan desde allí. Es para todos ellos, así que espero que, cuando la escuchen, la disfruten.

Después de todos estos meses de trabajo, llega el estreno el 4 de febrero en el Auditorio y esa ovación de casi cuatro minutos de la comunidad nazarena que escuchaba por primera vez tu nueva marcha. ¿Qué sentiste en ese momento?

Fue una sensación (sonríe) indescriptible. Magnífica. Lo primero porque aunque la habíamos ensayado desde principios de diciembre, por razones de protocolo sanitario la Banda de Música no ha podido ensayar al completo desde que empezó la pandemia [empezó a hacerlo a mediados de febrero, unos días después de que esta entrevista tuviera lugar]. Eso quiere decir que antes del estreno no había podido escuchar la marcha con la instrumentación completa. Siempre faltaban voces. Es evidente que la marcha está pensada para una media de 70-75 músicos y con toda la instrumentación que hay en la Banda de Música de Cuenca – porque la he compuesto pensando en que la interpretara esta Banda – y claro, el hecho de que en los ensayos hubiera la mitad de músicos o menos hizo que en ninguno se pudiera escuchar la marcha con todas las voces, toda la instrumentación y el volumen adecuado de cada uno de los instrumentos.

Por eso pienso que quien más expectación tenía por saber cómo iba a sonar la marcha, tal y como estaba concebida, era yo. Y el primer sorprendido fui yo, porque aunque pensaba que había conseguido trasladar a la partitura lo que tenía en la cabeza y lo que quería que sonara, hasta el momento del estreno no lo pude comprobar. Así que la primera sensación fue para mí de alivio y de decir ‘ha sonado todo tal y como yo quería que sonara’. Eso lo primero. Y luego, vista la acogida que ha tenido, estoy muy contento. A la salida del acto hubo gente que me comentó que incluso había derramado alguna lágrima, pensando en lo que transmitía la música y lo bonita que era. Yo estaba en una nube y por fin pude pensar que el objetivo se había cumplido. No me esperaba una acogida como ésta. Tengo que agradecer, cómo no, la interpretación de mis compañeros de la Banda de Música de Cuenca y a nuestro director, Juan Carlos Aguilar, por su predisposición y su buen hacer en todo momento.

Teniendo en cuenta las circunstancias que han rodeado la composición, ¿ha sido la marcha más difícil que has compuesto?

Sí, efectivamente ha sido la más difícil. Lo primero, por la temática y por el proceso de buscar las melodías más apropiadas que transmitiesen los sentimientos que quería. Y lo segundo por las circunstancias externas.

No haber podido escuchar la marcha completa hasta el último momento hizo que no pudiera corregir nada antes del estreno, en caso de que algo no hubiera funcionado como debía. Hasta el último momento ha sido estar en vilo, pensando en cómo iba a sonar. Así que sí, ha sido la más difícil. Además, ha sido la primera que he tenido por encargo y eso también le da un plus de presión. Tulipas del Cielo ha sido mi proyecto más difícil, hasta el momento.

¿Qué te gustaría que pasara con tu marcha a partir de ahora?

Yo lo que pretendo es que se oiga y que se convierta en una marcha popular, que no sea solo una marcha de concierto ni la típica marcha que se graba para un CD y solo la puedas escuchar en el coche. Ambas son cosas que me gustaría que ocurrieran, cómo no, porque siempre le dan relevancia a una marcha.

Pero no es para lo que está pensada, sino para que la gente la tararee en cualquier momento, para que los banceros la pidan porque les ayude a llevar el paso. Eso sería algo muy especial para mí. Lo mejor. Es lo que pasa por ejemplo con La Palma al Viento, que compuse con mi colega Sergio Mateo: cuando entro en alguna tasca o restaurante de Cuenca de los que tienen tradición nazarena, la ponen de fondo y veo que quienes están en la barra la tararean, sobre todo la parte del trío (tararea él mismo, para enfatizar sus palabras), me doy cuenta de que realmente la marcha ha calado, se ha hecho popular, ha gustado.

Tulipas del Cielo está pensada para eso, para que se haga popular, para que la disfrute la gente.

En clave de compositor

José Mencías Sanglada (Camporrobles, Valencia) es un enamorado de la música, en cualquiera de sus expresiones. Fue en el seno de la Unión Musical Mar-Chica de Camporrobles, su localidad natal, donde comenzó sus estudios musicales, para después continuar su formación en los conservatorios de Utiel, Requena y Buñol, donde obtiene el Premio Fin de Grado Medio en la especialidad de Saxofón.

Amante de la enseñanza tanto como de la interpretación, es diplomado en Magisterio Musical con Premio Extraordinario Fin de Carrera, al tiempo que cursa asignaturas de grado superior de música. Actualmente imparte clase en el C. E. I. P. ‘Santa Ana’ de la ciudad de Cuenca, labor que compagina con la de saxo tenor solista en la Banda Municipal de Música de Cuenca. Ecléctico en sus gustos musicales, es también integrante del muy querido grupo conquense de jazz ‘The Teachers Band’, así como dulzainero en el grupo folclórico ‘Tiruraina’, histórico en la tradición musical conquense.

Como compositor de Semana Santa, su pieza más icónica es sin duda La Palma al Viento (a la V. H y C. de Nazarenos de San Juan Apóstol Evangelista), compuesta a cuatro manos junto con el también integrante de la Banda de Música de Cuenca, Sergio Mateo. Además, Mencías ha compuesto Sendero de Promesas (a la Virgen de Tejeda), Eterna Melodía (a los músicos de la Banda Municipal de Cuenca) y Duelo (para Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías).

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