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Por los que ya no están
from Cuenca Nazarena 2022
by editorialmic
(30 de marzo 2018 - 15 abril 2022)
Tengo una relación de amor - odio con este artículo. Es algo tremendamente doloroso, pero a la vez tan bonito de poder hacerlo, y más en “Cuenca Nazarena “. Es una historia íntima, contada con la voluntad de no huir de lo anecdótico y lo entrañable. Se trata de que todos los que nos han dejado desde que “El Jesús” descansara en sus borriquetas el pasado 30 de marzo de 2018, se mantengan vivos dentro de cada uno de nosotros.
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De pronto, he amanecido… y la memoria ha ido descorriendo cerraduras para devolverme intactas las imágenes y sentimientos que he compartido con todos y cada uno de los que nos han dejado en este tiempo. Un tiempo que hoy regresa... viene a llamarme con escenas que están dentro del ovillo enmarañado de mis recuerdos. - He despertado… y allí está Luis Benítez,- personaje carismático dentro de nuestra Hermandad-: “¿Chule dónde son las judías? Estoy esperando a que llegue mi primo Ramón y ahora nos vemos. Pídele a Julianito un cigarrillo, que estoy a ver si lo dejo.” Luis era un tipo especial. Una persona que se hacía querer por su gran simpatía y su don de gentes. Además, siempre le agradeceré que junto con Antonio Pérez Pinós, Luis Montero, Vicente de Miguel, Paco del Pozo y Tomás Belinchón, tomaran las riendas de la hermandad en el momento de más tensión e incomprensión de nuestra historia. - No sé por qué el Ángel de la Muerte se cebó en tan poco tiempo con una de las familias más queridas en la hermandad y se llevó a Mar y Luis Machetti Nuño. Pienso muchísimo en Luis, profundo “gentleman” de los que ya apenas quedan, impecable hasta con túnica. Cuando lo hago, una sonrisa estúpida se dibuja en mi rostro, porque pienso cómo somos los padres: Recuerdo como Luis se pasaba siempre súper nervioso todas las subastas hasta el momento en que su hijo, por fin, conseguía que se le adjudicara un banzo para el próximo desfile de “El Jesús”. Entonces, y solo entonces, su actitud cambiaba y su rostro reflejaba un semblante de relajación total. Luis era así, todo le parecía poco para su chico. Muchos años atrás, cuando llevé por primera vez sobre mis hombros a “La Verónica”, creo que en 1981, el que subía al Salvador hecho un manojo de nervios era yo. Había pasado la noche en duermevela, porque portar el paso junto a Luis me parecía algo inalcanzable. Desde que era niño oía su nombre en todas las subastas… Se portó extraordinariamente conmigo haciéndome sentir como un veterano más. Yo siempre quise devolverle la confianza con ese esfuerzo extralimitado propio del exceso de juventud.
De Mar, poco puedo decir. ¿Quién de mi generación no estuvo enamorado de ella? Era bella por fuera y por dentro; una mujer repleta de bondad y dulzura. Se casó con Javier y, juntos, eran la pareja perfecta. Estad tranquilos, “El Jesús” no sería reconocible sin la familia Machetti. Os supieron inculcar ese amor desaforado hacia Él: Javier, Ignacio, Juan, Cristina, Lucía, Eduardo, Marta, Sandro,
Por Jesús Millán de las Heras
María, Pablo, Julia y Luis. Ellos, ahora y desde hace ya algunos años, comprenden que participar con “El Jesús” es demasiado sentimental y expresa mucho. Casi se podría decir que te revuelve todo: te hace vibrar; te lleva a la fantasía y a la realidad; al pasado y al futuro; al dolor y a la calma;… y también a la satisfacción más profunda. - Como cada Lunes Santo, “El Jesús” está casi preparado sobre sus andas y se le están dando sus últimos retoques. Al fondo de la Iglesia, como refugiándose de esa multitud de gente entre hermanos y visitantes, se encuentra Félix Calzada. La enfermedad le va pasando factura y acude acompañado de su mujer… pero él, año tras año, no falta nunca. Si Félix no hubiera existido habría que haberlo inventado: hombre discreto y trabajador incansable. Aprendí mucho de él, y no solo a bajar el cirineo por las escaleras del coro, sino en nuestras interminables tertulias en el Fidel con Miguel Sarria. Hacían un buen tándem. Lo quise mucho, y creo que él lo sabía, aunque jamás se lo dije y me arrepiento de no haberlo hecho. - De Luis Fernández -Ferroli-, o de Eduardo Zafra, poco más puedo decir que no se haya dicho ya. Ferroli fue la persona que mejor ha llevado nuestro guión en los tiempos duros. En todas las juntas, Nazo, como siempre, “cabreado”, con su tono de voz habitual -es decir un poco más alto de lo normal-, siempre reivindicaba que Ferroli debería llevar el guión gratis y que había que nombrarlo portador perpetuo. Sobre Eduardo ya no puedo aportar más. Nazareno ejemplar, no solo del Jesús sino de todas sus hermandades. No conozco a nadie que no lo quisiera. Especialmente, le voy a echar muchísimo de menos el Viernes Santo, donde su ayuda era absolutamente esencial para mí, pero también en todos y cada uno de los días de mi vida.
Durante éste tiempo, ¡maldito tiempo!, nos han dejado muchos nazarenos más. Hermanos de todas las cofradías que formamos parte de esta celebración tan excepcional. Todos ellos son una parte importantísima de nuestra Semana Santa que no queremos ni debemos olvidar: cuando os marchasteis solo nos quedó la tristeza, y hoy, y para siempre, todos os merecéis nuestro mejor homenaje y nuestro eterno recuerdo.
No cabe duda que Nuestra Semana Santa tiene un profundo carácter sentimental: desde la inocencia de un niño que quiere descubrirlo todo; la pasión de un joven que se enamora sin medida; la añoranza de un hombre por redescubrir lo que dejó en su tierra; …y la ternura de un anciano que, hasta en el último momento de la vida, piensa en su hermandad de manera entrañable.
Para mí, lo maravilloso de nuestra Semana Santa es ir haciéndose mayor y no dejar de sentirla, porque es un canto amor en todas las etapas de la vida. Lo que ocurre en esta tierra cada primavera no es solo una procesión, es una declaración de amor a Dios.
Por todo esto me atrevo a proponeros amemos sin miedo y disfrutemos de nuestros momentos nazarenos en ésta fugaz vida.