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Presidente de la JMCH de Aspe

César Mira Botella

Presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de Aspe

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Siempre con Esperanza, esta Semana Santa del año 2022 tiene que ser la del reencuentro en la calle, la de la recuperación de gestos, costumbres, ritos y tradiciones que no por repetidas a lo largo de los años pierden vigencia y conforman en su conjunto la identidad de lo que es y significa la Semana Santa para todos los aspenses.

Siempre es esperada, qué duda cabe. Pero este año llega, posiblemente, cuando más falta hace. Con proyectos nuevos de una nueva Junta Mayor. Porque las cosas, estas cosas de Dios, no ocurren porque sí. Gracias.

Está siendo demasiado duro de soportar, se nos ha ido mucha gente en este camino. Se han marchado cofrades de los que dejan huella y un gran vacío, esta Semana Santa es para ellos. Pero en medio de tanto llanto, queda la ESPERANZA (sí, con mayúsculas, la de verdad).

La Esperanza es más necesaria que nunca. La Esperanza en el pronto restablecimiento de nuestra Semana Santa y nos permita volver a juntarnos, Esperanza en que este virus lo venzamos, y también en que la epidemia no podrá con nuestras vidas, nuestros trabajos. Esperanza en que algún día, podremos volver a reunir a nuestras familias, con normalidad, abrazar a nuestros amigos, besar a nuestros hermanos. Y también en que llegará el día en que nuestros tronos salgan de sus diferentes lugares y la Esperanza recorra con toda la normalidad las calles de Aspe.

Tenemos ya muy cercana la Semana Santa de este año 2022, una semana muy importante siempre para todos los cristianos, porque en ella conmemoramos los misterios de la condena, muerte y resurrección del Señor. Es nuestra semana, la de todos los cristianos, porque en ella celebramos los grandes misterios con los que fuimos redimidos de nuestra condena, nuestra muerte y nuestro pecado.

En unas circunstancias como las que hemos vivido y estamos viviendo, circunstancias que tanto han hecho y están haciendo sufrir a tantas personas y familias, podemos fácilmente dejarnos llevar de nuestro dolor personal y familiar y vivir la Semana Santa solo en lo que tiene de dolor y muerte, sintiendo cerca solo al Cristo que sufre y muere.

La Semana Santa y Cristo, protagonista y centro de esta, nos invita a todos a vivirla con Esperanza, porque Cristo murió, pero resucitó, y de su muerte y resurrección participamos todos. No podemos quedarnos solo en el dolor de nuestra vida, ni el dolor y la muerte del Viernes Santo, es necesario que vivamos en nuestro corazón la alegría del Sábado Santo, la alegría de la resurrección del Señor, porque nosotros no seguimos a un muerto, sino a Cristo vivo y resucitado, ni participamos solo de su muerte, sino también de su Resurrección. Cristo resucitado nos invita a todos a vivir la Semana Santa, desde el convencimiento de que Él sigue a nuestro lado, que murió, pero ha resucitado, nos acompaña vivo y nos vuelve a decir una vez más: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt, 28,20).

Vivamos la Semana Santa con Esperanza a la normalidad, y viviendo desde la esperanza en que también nosotros somos llamados a resucitar con Él y tenemos que vivir ya como verdaderos resucitados y, desde esta resurrección, suya y nuestra, encontrar sentido a todos nuestro dolores y sufrimientos.

Siempre con Esperanza, y con la mirada a nuestra Madre, la Virgen de las Nieves.

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