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Jóvenes de la Basílica
Junto a la cruz estaba María
Un joven de la comunidad parroquial de la Basílica Nuestra Señora del Socorro
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“Junto a la Cruz estaba María, […] y vio Jesús junto a su Madre, al discípulo al que tanto amaba”
Con el inicio del curso de catequesis, recibimos una gran noticia, la cruz de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud), en su peregrinar previo a la próxima JMJ que en 2023 tendrá lugar en Lisboa, quiso hacer parada en nuestra parroquia la tarde del 18 de septiembre. Enmarcado dicho acto en un ambiente especial, ya que ese mismo día, el que fuese párroco y rector de nuestra Basílica, Don Fernando Navarro Cremades, para muchos jóvenes de nuestra comunidad el único párroco que habían tenido a lo largo de sus vidas, recibía el nombramiento de hijo adoptivo de Aspe, nuestro grupo se preparaba para un acto inolvidable.
La iglesia abría sus puertas para llenarse de jóvenes y familias que fervorosamente querían adorar la cruz. Una cruz que ha recorrido el mundo. Una cruz que ha sido portada por manos entregadas. Una cruz custodiada por su Madre, representada en el icono de la Salus Populi Romani, que ¿dónde más significaría algo que en Aspe?, ya que en Roma es conocida como Nuestra Señora de las Nieves. Así, ambos símbolos, portados por hijos de Aspe, jóvenes de las comunidades del Buen Pastor y de la Basílica Nuestra Señora del Socorro, formaron en el presbiterio del templo la representación de un nuevo Gólgota. La cruz erigida como signo de salvación, a sus pies, su Madre, y junto a ella, todos los hijos amados por Él.
Hijos de Aspe y de otros lugares de la diócesis pudimos tener un rato de oración íntima y de reconocimiento de cómo el Señor actúa en nuestras vidas. Pues fueron jóvenes de las dos comunidades de nuestro pueblo, quienes dieron testimonio de cómo esa cruz había transformado sus vidas. Como pasara en el Gólgota con San Longino y tantos otros, esa cruz seguía salvando, esa Santa Cruz seguía hoy transformando vidas de gente que desde aquel momento, quería seguir agarrado a ese madero cada momento de su vida y formando junto a él familias cristianas o una vida pastoral al servicio de los fieles mediante el sacerdocio, nos demostraron que la escena del Calvario se repite cada día y ante una experiencia tan fuerte, solo cabe ponerse de rodillas, agarrarse a la cruz, y claudicar ante la idea de que la Semana Santa hemos de vivirla todo el año.