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Sergio Montes Lozano
Sergio Montes Lozano | Joven miembro del Secretariado de Pastoral Juvenil y Orientación Vocacional de la Diócesis de Orihuela-Alicante.
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Hace unos meses el señor me regaló una experiencia inolvidable y difícil de expresar con palabras.
Me presento, me llamo Sergio y soy un joven de entre tantos que vive enamorado de Él.
El tercer fin de semana de septiembre de 2021 llegaba la cruz y el icono de la JMJ a nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante. Cuando la vi por primera vez me llené de alegría porque era consciente de que aquello que estaba pasando era algo histórico. La cruz llegaba a mi ciudad, Benidorm, y desde el primer momento que pude verla, no dejé de hacerlo. Sentía felicidad y alegría, estaba totalmente eufórico. Y no podía imaginarme que después de la misa de acogida a los símbolos, subiría a la furgoneta que los transportaría por toda la Diócesis durante un fin de semana. De camino a Alicante, Antonio, el sacerdote que conducía, me dijo: “Esta noche va a ser grande junto al Señor”. A lo que yo le contesté: “Para mí ya es grande poder estar junto a la Cruz y al icono durante dos días.” De hecho, cada destino junto a estos símbolos de la JMJ estuvieron llenos del Espíritu Santo: vigilias, oraciones, misas, testimonios…
Cuanto pesa la cruz para uno solo.
Cada vez que poniamos la cruz de pie sentía un gran apoyo detrás de todos los jóvenes que nos acompañaban en cada lugar. En estos momentos, hice una reflexión. Realmente, yo solo no podría cargar con aquellas cruces que se me presentan en mi vida. Por eso, el Señor nos pone los medios para que nunca nos sintamos abandonados.
La cruz sin Jesús es solo madera
Esto me recuerda a que Jesús está vivo porque después de la pasión vino la resurrección.
En mi vida he sentido a Jesús vivo sobre todo en unos de mis momentos más difíciles de mi vida, la muerte de mi padre. Una cruz demasiado grande a la que abrazar donde sentía que no estaba solo y ahí estaba Él. Asumir esta cruz me hizo entender que la vida no acaba aquí y es eterna.
Abrazar la cruz
¡Qué difícil es abrazar la cruz! Sin embargo, cuando lo haces te llenas de alegría y todas esas preocupaciones que te invaden tu dia a dia se las ofreces al señor confiando totalmente en Él.
No debemos de olvidar que el señor, nos quiere vivos, alegres, apasionados y con ganas por estar junto a Él.