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• Hermandad de Ntro. Padre Jesús del Ecce Homo en su Sgda. Presentación al Pueblo y Mª Stma. del Amor y la Misericordia • Hermandad de la Guardia Pretoriana
Hermandad y cofradía de Ntro. Padre Jesús del Ecce Homo en su Sagrada Presentación al Pueblo y María Stma. del Amor y la Misericordia
“Venid hermanos y rezad, con pasión y humildad; mientras admiráis su belleza y os empapáis de su grandeza.”
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Si hay una palabra que ha cobrado sentido desde que comenzó esta pandemia es la palabra ESTAR. Así, en mayúsculas. Y os preguntaréis, ¿por qué?
Pues porque, desde luego, lo único que hemos pretendido desde un principio todos y cada uno de nosotros y nosotras, dentro de nuestras posibilidades; es estar. Estar cerca de aquellas personas que nos importan, de aquello que nos gusta, de lo que nos hace felices. De lo que nos hace libres.
Y también así, LIBRE, en mayúsculas, porque si hay algo que nos ha robado esta situación es la libertad. La libertad de movimiento, la libertad de acción, la libertad de disponer de nuestro tiempo, la libertad de muchas otras cosas más de nuestro día a día.
Y esto mismamente podríamos aplicarlo al mundo cofrade. Podemos ver como también nos ha despojado de mucho: entre otras cosas, nos ha privado de nuestra Semana Santa tal y como a los hermanos que vivimos esta bendita locura nos gusta. Llevamos varios años sin disfrutarla en su esencia: empezando por los fríos ensayos en el mes de enero, que se tornaban cálidos al comenzar a andar y escuchar esas dulces marchas.
Continuando con todos los actos pertinentes durante la cuaresma, y con el anuncio de la proximidad de ese olor a incienso, de ese replicar del tambor, de ese aviso de corneta, de ese racheo en las calles, de ese palio y su tintineo, de ese misterio a la voz de una levantá…
Todo eso, ha quedado como hibernando ante este momento que pasamos. Sin embargo, desde nuestra hermandad queremos que comprueben que hay algo que no nos ha podido arrebatar: el SENTIMIENTO, la ESPERANZA, la FE. Por esto, por estos pilares tan importantes en la vida en hermandad os pedimos que no caigáis en la tristeza. Que penséis, una vez más, que este verbo que subrayábamos al principio y poníamos en mayúsculas cobra todo el sentido del mundo.
Ahora es cuando tenemos que ESTAR verdaderamente. Ahora es cuando la palabra hermandad coge toda la fuerza posible, y no solo para nuestra semana grande, si no para todos y cada uno de los días que tiene el año. Porque, es cierto que nuestros cultos han cambiado; sin embargo, pensar que todo se presenta de forma diferente pero no por ello ha de ser distante.
La fe, la pasión; nos hacen permanecer juntos, nos hacen sentirnos unidos, y no desfallecer. Nos hacen ver, que tanto Cristo como María Santísima se encuentran en nosotros. Que ellos también han permanecido confinados, pero en el lugar que han estado siempre: en nuestros corazones.
Y por esto, porque sabemos que no saldrán de ese lugar jamás, los cofrades de alma no tememos que la normalidad que ansiamos, tarde en llegar. Porque vivimos cada momento que nos brinda nuestra hermandad como si fuese el último, abriendo el corazón y dedicando cada segundo a respirar de esta atmósfera que se crea y a impregnarnos de ella.
Porque hace un tiempo nos consagramos a hacerla grande, a verla prosperar a la par que envejecemos felizmente trabajando por ella y sabiendo que, algún día, parte de lo que es, es gracias a cada uno de nosotros, pero, sobre todo, a ese amor y misericordia que nos mueven.
Por esto hermanos, sabiendo que corren tiempos inciertos pero cada vez más alentadores, os invitamos a tirar de ese rincón de vuestros recuerdos y remorar esa cruz de guía, seguida de sus nazarenos que nos previenen de que lo más grande está por llegar, para saber plenamente que volveremos a tomar las calles como anhelamos. Sigamos codo con codo, sigamos siendo, más que nunca, hermandad.