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Miguel Llorca Corbí
Cultura, tradición, fervor y sentimiento: la Semana Santa de Alicante.
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Miguel Llorca Corbí | Delegado Protocolo y Relaciones Externas de la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Alicante
Significa para mí un tremendo orgullo y un inmenso placer dirigirme a todos ustedes, vecinos y vecinas de Aspe, municipio que siente la fe y la tradición de sus costumbres como parte fundamental de su vida. Desde el momento en el que me propusieron participar y contribuir con mi impronta en la confección de esta revista oficial, sólo se me vino a la cabeza una imagen: la de la Virgen de las Nieves, vuestra excelsa patrona. Talla mariana que, en sí misma y en torno a ella, representa el sentir devocional que caracteriza a la población. Uno de vuestros buques insignia y del que debéis sentiros muy orgullosos; pues durante unos días vuestro pueblo se convierte en el epicentro de las festividades dada la importancia que tiene ésta, una de las mayores manifestaciones de religiosidad popular más importantes de la región.
Sin embargo, no fue el único impacto que me trasladó hasta la localidad. Debe ser cosa del destino o de la irracionalidad más pura que enseguida relacionase Aspe con el maravilloso paso de misterio del Ecce-Homo. No sé cómo lo conocí ni cuando fue la primera vez que lo vi. Debió ser por redes sociales porque todavía no se ha dado la circunstancia de encontrarme al Señor en su presentación al pueblo procesionando por las calles en la Semana Santa aspense.
En cualquier caso, esta jugada que me pasó la memoria pone de manifiesto que nuestra provincia goza de un patrimonio escultórico que la sitúa en el mapa como uno de los puntos de referencia en cuanto a cultura e imaginería religiosa, se refiere. Bajo mi humilde opinión, el hecho de percibir una obra y otorgarle cierta calidad en su vertiente artística genera
un recuerdo que, al recibir cualquier estímulo, esboza una representación en nuestras mentes de la manera más fidedigna posible. Eso me ocurre a mí con Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo. Aguado Hernández ha conseguido el efecto evocador que cualquier talla debería alcanzar a través de su propia fisionomía. Sobrecogedora es la mirada desgarrada del Cristo y realistas sus facciones de abatimiento que, sin duda, nos acercan al dolor y el desaliento que giran en torno al momento en el que Pilatos lo presenta ante el pueblo de Jerusalén.
Nadie es profeta en su tierra, y quizás no sea yo la persona más indicada o curtida para acercarles algunos detalles de la Semana Santa de Alicante, una tradición que aglutina más de cuatro siglos de historia. Muchos son los hitos y los acontecimientos más destacados que podría contarles si nos remontamos a los anales de la celebración, pero intentaré condensar en unas cuantas líneas lo que significa para los alicantinos una de las festividades más importantes y señaladas en nuestro calendario festivo y cultural. Como amante de mi ciudad y un apasionado de nuestras fiestas, costumbres y tradiciones, supone para mí una profunda satisfacción hablarles de la Semana Santa Alicantina.
Desde bien pequeño siempre había jugado a “sacar” y organizar mis propias procesiones a escala reducida. Con unas cajas de zapatos, una silla amarilla, una capa de un disfraz de Carnaval, un San Pancracio y unas cuantas flores y hojas del campo, me bastaba para armar el tinglado en los pasillos de casa y recrear los cortejos que veía en la Carrera Oficial de la ciudad. En mi etapa escolar, nada más me gustaba que salir de clase y esperar que mi madre me llevase de la mano a ver las procesiones de la Semana Santa de Alicante. Uno de los primeros recuerdos que tengo es de las cofradías del Martes Santo. Si cierro los ojos, se me vienen a la mente los colores dorado viejo y morado que configuran la indumentaria de Stabat Mater, la Hermandad de los Maristas. También recuerdo a la perfección la bajada del palio de la Virgen de los Dolores y San Juan de la Palma por la avenida de la Constitución, la primera de las vías que conformaban el que hace unos años era el recorrido oficial.
Debe ser que recuerdo esta jornada con especial emoción porque no la conocí hasta bien mayor. Continúa siendo una reivindicación del colectivo cofrade alicantino que los días santos sean no lectivos en la ciudad. La mayoría de los escolares disfrutan de nuestra Semana Santa a partir del Miércoles Santo, cuando los colegios dan por iniciadas sus vacaciones. No se entiende que en una festividad que cuenta con una importante participación de centros escolares,
dada su implicación con las propias corporaciones, no se haya alcanzado el objetivo de una demanda que viene de varios años atrás. De momento, nos tenemos que conformar con que la Generalitat haya accedido a que el Martes Santo sea el último día de clase en los colegios.
Hablar de la Semana Santa de Alicante es hablar de cultura, tradición, fervor y sentimiento. En definitiva, un compendio de atributos que la hacen única si tenemos en cuenta la situación geográfica de la ciudad y su clima, entre primaveral y veraniego, prácticamente durante todo el año. La oferta turística de Alicante durante estos días propicia que sea uno de los destinos preferentes para todos aquellos que quieren conocernos. La propia celebración, la oferta gastronómica y cultural, nuestras playas y el tiempo se conjugan a la perfección para rendir honor a eso que dicen de que Alicante es “La Millor Terreta del Món”.
Jesús Triunfante es el encargado de abrir los desfiles procesionales que se suceden durante toda la semana. La conocida popularmente con el apelativo cariñoso de “La Burrita” marca el inicio de la Semana Santa en la mañana del Domingo de Ramos. El cortejo parte desde los jardines del Palacio de la Diputación Provincial y al conjunto escultórico de la entrada de Cristo en Jerusalén le acompañan cientos de alicantinos que portan sus palmas blancas y ramas de olivo, previamente bendecidos por el párroco y consiliario de la corporación en las puertas de la institución. Tengo la suerte de pertenecer a esta familia, quizás no tan numerosa como el resto, pero que abre sus puertas a toda la ciudadanía para celebrar este misterio, símbolo de la esperanza ante la llegada del Hijo de Dios. No deja de resultarme curioso como aquel niño que iba de la mano de sus padres a ver la procesión, ahora tiene la suerte de estar cerca de la imagen y poder ser partícipe de la vida de la Hermandad. Estoy convencido de que dentro de unos años veremos a Jesús Triunfante portado por su propia cuadrilla de costaleros.
Siempre defiendo que la Semana Santa Alicantina es única, o distinta a la del resto de poblaciones donde también se celebra, por el variopinto estilo de sus Hermandades y Cofradías. Las corporaciones en nómina de la ciudad se caracterizan por adoptar una idiosincrasia o identidad que las diferencia de las demás. Una jornada, como la tarde/noche del Jueves Santo, puede dar cuenta de esta heterogeneidad a la que hago alusión. Los Franciscanos y la Santa Cena aportan la jovialidad y la frescura de los infantes característica de las Hermandades de colegio. Por su parte, la Cofradía de Benalúa nos traslada a las procesiones más propias de la zona de Cartagena y Murcia. Rozando la media noche, “los Sacos” y la Hermandad del Stmo. Cristo de la Buena Muerte nos acercan hacia las dos Castillas, donde prevalecen la austeridad y el silencio en los cortejos.
Lo mismo ocurre con el repertorio musical, con la procedencia y autoría de las imágenes y con la indumentaria. En Alicante podemos escuchar marchas de todos los estilos y adaptadas a todas las formas de andar de los distintos pasos y tronos. Además, procedentes de cualquier punto de la geografía nacional, bandas sinfónicas, de cornetas y tambores, sociedades y agrupaciones musicales se dan cita en la ciudad para configurar otro de los elementos indispensables de esta celebración: el acompañamiento musical a los santos titulares. Durante la Cuaresma tiene lugar uno de los actos de mayor relevancia en el panorama de la música cofrade de la provincia. El Certamen Nacional de Bandas “Ciudad de Alicante” congrega a músicos de distintas zonas del país para ofrecer un concierto que, en cada edición, nos trae sones de pasión en la antesala de la celebración de los días santos. Tres agrupaciones distintas parten en pasacalles desde diversos puntos de la ciudad y más tarde convergen en la plaza del Ayuntamiento para ofrecer un espectáculo sonoro único.
La Semana Santa de Alicante ha sufrido un crecimiento exponencial en los últimos años. Todo esto, gracias al trabajo incansable de las Hermandades y Cofradías que hoy en día, y a pesar de las adversidades derivadas de la pandemia, siguen centrando sus esfuerzos y trabajando en aras de dotar a sus corporaciones de un patrimonio de calidad. Algunas de ellas han renovado sus imágenes titulares en los últimos años. La última incorporación se produjo el pasado mes de octubre de 2021, con la llegada de una nueva advocación mariana a la ciudad. Nuestra Buena
Madre Dolorosa y del Santo Sudario es una magnífica talla completa del escultor Ramón Cuenca, que el próximo Martes Santo cerrará, por primera vez en su historia, el cortejo de la Hermandad de Stabat Mater.
Cada procesión tiene sus peculiaridades y sus puntos de interés, pero todas comparten el aroma y el sabor mediterráneo propio de esta tierra, único y característico dada la proximidad de la urbe al mar. Con sus matices y sus connotaciones de la época primaveral, la luz del día, y una vez caída la tarde, nos ofrece imágenes inéditas de los santos a su paso por las calles de Alicante. Además, la humedad y el rocío de la noche consiguen que los aromas a clavo y canela del incienso se condensen en nubes que hacen mucho más notable su percepción. En definitiva, se crea una atmósfera especial que nos alienta a vivir los días santos con especial intensidad en las calles y plazas de la ciudad.
Si hablamos del mar Mediterráneo, que baña la costa de Alicante, éste también adquiere cierta importancia en la Semana de Pasión. Hay una imagen cristifera que nos regala una peculiar estampa en la tarde/ noche del Lunes Santo. El Cristo “El Morenet” de los Hombres del Mar, en su regreso a la Ermita de la Virgen del Socorro, recorre el paseo marítimo hasta llegar a un a pasarela luminosa que conecta la playa del Postiguet con su barrio, el del Arrabal Roig. El vaivén de las olas, la luz de la luna y los hachones del paso del Señor, que yace muerto en la cruz se conjugan a la perfección para configurar un retorno de los más pintoresco y que no deja indiferente a nadie.
Advocación marinera también reciben el Cristo de la Expiración, titular de la Hermandad del Stmo. Cristo del Mar, Ntra. Sra. de los Dolores Coronada y San Juan de la Palma, por un lado. Por otro, la Virgen de la Soledad “La Marinera” de la Cofradía del Divino Amor, siendo la imagen mariana más antigua de la ciudad, cuya talla data del año 1710. El primero llega a la ciudad en barco la tarde del Viernes de Dolores para desembarcar en el puesto deportivo y realizar su posterior Vía Crucis hasta la Basílica de Santa María. Los tunos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante son los encargados de portar cada Miércoles Santo a la Virgen por la que el pueblo de Alicante tiene una especial devoción. En la actualidad permanece expuesta a culto en el monasterio de la Santa Faz, donde la custodian las Monjas de la Sangre. La reliquia más preciada para el pueblo alicantino y “La Marinera” aguardan en la pedanía que visitamos los ciudadanos dos jueves más tardes de Semana Santa, cuando realizamos la tradicional romería hasta el caserío, la segunda más importante de España después de la del Rocío.
La imponente talla del Cristo del Mar es una de las cuentas que posee la ciudad de Alicante y que nacieron de la gubia del gran escultor sevillano Antonio Castillo Lastrucci. Parte de su gran contribución a la Semana Santa de Alicante se la debemos a D. Tomás Valcárcel Deza, uno de nuestros ilustres más universales al que la ciudad le estará eternamente agradecida por todo lo que hizo en vida a beneficio de nuestras costumbres y tradiciones más arraigadas. Como curiosidad, puedo contarles que el Cristo de la Expiración llegó a Alicante metido en un arcón que contenía una embarcación. Cuando desclavaron la caja, encontraron en su interior una nota que rezaba:
Por “fandanguillos” ¡Ay, ay, ay… ¡Cristo de la expiración Manda un kilo de turrón, a los que te han enviado, metido en este cajón.
Una anécdota que pone de manifiesto la buena sintonía que existía entre la ciudad y el tallista hispalense, considerado uno de los mejores escultores e imagineros de su época. Desde estas líneas, os invito a que comparéis la imagen del paso de Cristo de la Hermandad de San Benito con la del Ecce-Homo de Alicante. Estamos ante una reproducción casi exacta del misterio de la presentación al pueblo, que procesiona en Sevilla cada Martes Santo.
Ser cofrade de la Semana Santa de Alicante me ha portado muchas alegrías. No deja de sorprenderme comprobar como mi esfuerzo y trabajo me han llevado a alcanzar cargos de gran responsabilidad. Además de hermano de Jesús Triunfante, soy integrante del grupo de mayordomía de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder y Ntra. Sra. de la Esperanza Coronada y, desde 2021, miembro de la junta de gobierno de la Hermandad Penitencia Mater Desolata, asumiendo las competencias que conciernen a la organización del cortejo procesional. Este año será la primera vez, desde su bendición en el año 2018, que el Cristo de la Expiración y el Espíritu Santo, obra de José María Lea, posesione en la tarde del Vienes Santo.
Sin duda, uno de los momentos más dulces de mi trayectoria se produce cuando Alfredo Llopis, persona a la que quiero y admiro, se pone en contacto conmigo para proponerme formar parte del equipo de su candidatura a presidir la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Alicante. Accedí sin pensármelo dos veces y en los comicios del mes de julio su propuesta resultó la ganadora en unas elecciones muy ajustadas. Con 21 años y desde entonces soy el jefe de Protocolo y Relaciones Externas del Consejo Rector, un grupo de cofrades maravillosos que he podido conocer gracias a la confianza que depositó el actual presidente en mí para desarrollar dicho cometido.
Estamos a punto de alcanzar los 4 años que, por consiguiente, marcan la conclusión de la legislatura. Un periodo marcado por la pandemia y por las precipitaciones que nos arrebataron media Semana Santa en 2019. A pesar de los infortunios, han cuatro ejercicios de gran intensidad de los que extraigo cosas muy buenas. La Junta Mayor ha sido una ventana a la experiencia y que me ha permitido conocer a muchas personas. Algunas se han convertido en grandes amigos. Durante el mandato pudimos celebrar el 75º aniversario de la entidad y dos pregones que corrieron a cargo de Monseñor Amigo Vallejo y del gran locutor Luis del Olmo.
Se da la feliz circunstancia que desde el pasado 11 de febrero, la Semana Santa de Alicante es una Fiesta de Interés Turístico Nacional. Un hito que está marcando el preludio de la vuelta de las cofradías a las calles de la ciudad.
Ha sido un placer dirigirme a todos ustedes.
Quedan invitados a vivir y disfrutar de la Semana Santa de Alicante, una ciudad abierta y hospitalaria, que acoge a todo el mundo.