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Cosas de Haro, ¡lástima

Por Atamauri

El tren ya había pasado Iturrimurri y dejaba oír su pitido en la cercana caseta al antiguo paso a nivel de El Pardo,anunciando su llegada .

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Su marcha era rápida, para aquella época de comienzo del siglo XX, pero ello no impediría que un conocido vecino de Haro, destacado por sus travesuras que le habían bautizado con el sobrenombre de Veneno, se subiese a uno de los vagones, pero sin lograr su intento del todo, posiblemente por su estado algo ebrio, pues si bien había logrado aferrarse al carruaje no podría subirse del todo quedando medio suspendido en difícil posición .

En tal postura llegaría al puentecillo que cruza la carretera de Vitoria, frente a Bodegas Muga y CVNE, cuando ya por que le faltasen las fuerzas para sostenerse, ya porque querría bajarse antes de llegar a la estación, el caso es que caería al suelo con la mala fortuna de meter el pie izquierdo entre las ruedas, que se lo seccionarían casi por completo dejando un charco de sangre con un calcetín del herido .

Veneno sería inmediatamente socorrido por el obrero Daniel Vargas, que se encontraba en el camino de la estación cuando ocurrió la desgracia, y por los empleados de la Compañía del ferrocarril, quienes lo recogieron y llevaron a la sala de viajeros .

El médico de Briñas Ricardo Martínez, que casualmente allí se encontraba, le prestaría los primeros auxilios, acompañándole al Hospital de Madre de Dios donde sería trasladado en una camilla .

Poco más tarde un gran gentío, sobre todo de muchachos, ocuparía el andén de la estación comentando el suceso y a un amigo del herido le daría un síncope, recobrando pronto el conocimiento . Momento en que haría acto de presencia la inigualable imaginación jarrera, corriéndose la voz de que el accidentado había intentado incorporarse al tren en Briones, debiendo ser el Jefe de estación quien contradijese tal inventiva esperando que tan desdichado suceso sirviese de advertencia y escarmiento a los chicos que con frecuencia se subían al tren a su paso por el Puente de Hierro .

Sin embargo, lo más destacado de la desgraciada peripecia sería el comportamiento del herido que lejos de sentirse abatido daría muestra de una gran serenidad y entereza, tal vez ayudado por la ingesta etílica, respondiendo a la pregunta que sobre su estado le haría la hermana de la Caridad que le atendía en el Hospital:

¡¡¡SOLO SIENTO, LE DIJO, QUEDARME COJO AHORA QUE VA A COMENZAR LA GUERRA!!!

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