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Recuerdos del Doctor Manuel Mozos Martínez-Crespo

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Sucedió así

Sucedió así

RECUERDOS DEL DOCTOR

MANUEL MOZOS MARTÍNEZ-CRESPO

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Un amigo de la de la infancia me ha pedido que escriba lo que recuerde sobre el doctor D . MANUEL MOZOS . Tengo que reconocer su constancia, no la del médico, sino la de mi amigo, ya que le voy dando largas, pero él insiste una y otra vez hasta que ya hoy me he puesto a ello .

He de reconocer que he estado buscando datos sobre Don Manolo para poder encuadrar mi historia con datos reales y fechas concretas, pero mi búsqueda ha sido infructuosa . Sé que los recuerdos cambian con el tiempo pero no obstante intentaré ser lo más ecuánime posible .

Mis abuelos paternos nacieron y vivieron en Briones toda su vida . Mi abuelo Emilio falleció en 1953, cuando yo tenía sólo cinco años . Rememoro, en mis recuerdos infantiles, que me llevaba a la huerta montado en su burro, a mí me llamaba “hijo” y cuando regresábamos a casa, mi madre, Pilar, había comprado dos mazapanes de Soto, uno para él y otro para mí . Mi abuelo tenía un bulto en la frente y pidió una consulta a un médico de Haro, en concreto a D . Manuel Mozos . Ni que decir tiene que mi abuelo tenía cáncer y falleció enseguida . Podía haber ido a otro médico, pero él eligió a Mozos .

Mi abuelo era un labrador modesto, pero tenía siete hijos, y cuando se repartió su herencia mi padre decidió venir a vivir a Haro . Uno de sus hermanos, Ángel, era transportista y le quitaron el carnet de conducir por un accidente que tuvo, mi padre fue a ayudarle, a pesar de que no tenía carnet . Se compró el Código de Circulación, se lo estudió y se sacó el carnet en poco tiempo . Pero esta historia se desvía de lo solicitado por mi amigo, por lo que no seguiré por ahí . Sólo puedo decir que mi familia, mis padres y mi hermano pequeño, se “igualaron” con Mozos .

Cuando alguien tenía cualquier enfermedad por nimia que fuera, un catarro, una gripe, unas anginas,… Don Manolo venía todos los días aunque no tuviera fiebre para ver qué tal estaba el enfermo .

En otra ocasión mi madre tuvo algo así como una pleura, o mejor dicho su inflamación, pleuritis, él le recomendó a un médico de Bilbao, cuyo nombre no me acuerdo, aunque creo que era Astarloa, le puso un tratamiento y volvió a Haro . Yo, con nueve años, no iba a la escuela por la mañana para “cuidar” a mi madre (lo pongo entre comillas ya que no sé cómo le cuidaría, hacía lo que podía), por la tarde iba al Colegio de la Milagrosa, con Sor Dionisia y a mi casa venía una señora, Paca, a hacer las labores . Ni que decir tiene que yo por la mañana iba a hacer los recados en la tienda de Gervasio y “la Manoli” en la calle Santa Lucía, o a por carne donde “la Egi”, todavía recuerdo “400 gramos de brazuelo con un poco de punta de pecho” . Pero iba a esos recados u otros después de recibir a Don Manolo el médico . Si, ya que vino a casa todos los días durante más de cuatro meses, hasta que mi madre se recuperó .

Con todo lo que voy contando, lo que más me impresionó fue cuando tuve dieciocho años . Volví a casa de Zaragoza por vacaciones de verano con unos dolores de cabeza impresionantes, mi madre, ¿ya he dicho que mi madre era Pilar, “la Pilar” ?, hizo lo que hacía siempre que había problemas médicos, llamar a Don Manolo, y como los problemas eran muy importantes también llamó a su hermana Lucía, de Miranda, y mi padre llamó a su hermano Pepe de Briones, enviando a su esposa Juli . Si, entonces era una familia tipo clan que se apoyaban entre ellos .

Cuando vino Don Manolo le pidió a mi madre una cazuela para hervir agua, la cazuela que le dio era pequeña, le pidió una mayor para poder poner agua hirviendo con una jeringuilla muy larga dentro, la pobre Pilar, mi madre, casi se desmaya al ver la jeringuilla . Yo estaba en la cama, me hizo levantar sentado, me tocó en la columna vertebral con el dedo y reaccioné moviendo mi cuerpo, como un escalofrío . Me miró fijamente y me dijo: “si haces ese movimiento cuando te meta la aguja se romperá y tendremos problemas muy gordos” . Me hizo una punción para extraer el líquido cefalorraquídeo . Luego había que analizarlo, lo llevó el marido de mi tía Lucía, mi tío Evaristo a la Farmacia de Aguirre que estaba en los soportales de la plaza de la Paz . Aguirre no pensaba trabajar ese fin de semana, no le tocaba de guardia, pero le dijo a mi tío que lo primero es lo primero, por lo que trabajaría el fin de semana dada la gravedad del análisis .

El lunes Don Manolo ya sabía que yo tenía inflamación de las meninges, meningitis, pero que no era tuberculosa por lo que no era contagiosa, si mis padres se fiaban de él no hacía falta internarme en un hospital, se comprometía a seguir la evolución de mi enfermedad en mi casa, vendría a verme las veces que hiciera falta . Y cumplió su palabra, venía dos o tres veces diarias, durante al menos tres meses . Por supuesto que me curé de la meningitis .

Para demostrar que era un médico todoterreno, en otra ocasión un primo mío, Jesús, hijo de mi tío Ángel, tuvo un accidente de camión en la carretera de Casalarreina, se rompió la pierna, le llevaron donde Don Manolo, le vendó la pierna, y antes de enviarle a la Policlínica de Vitoria, hizo algo humano, le preguntó si por el apellido era familia de Juanito Ollora, le dijo que si, que era su sobrino, así que nos avisó para que no fuera el sólo en la ambulancia, tuve la fortuna de estar en casa y poder acompañarle .

A lo largo de mi vida he tenido diferentes médicos de familia, pero ni que decir tiene que yo siempre he añorado a Don Manolo .

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