2 minute read

Bodas de Oro del Concurso de AGrupaciones. Miguel Gómez Martínez

Next Article
Programación

Programación

Bodas de oro

del Concurso

Advertisement

“Pa” que vamos a nombrar… a esos valores, si en la mente de todos, están sus nombres”.

Aún guardo en mi retina, a pesar de haber pasado (demás) el medio siglo de existencia, aquel día de febrero de 1968 cuando de la mano de mi padre, Miguel Montera, llegué por primera vez al Teatro Gran Vía. A mis ocho años nunca supe dónde entraba hasta que no sonaron los primeros aplausos de un público enfervorizado que llenaba la platea. Desde la zona del “gallinero”, oí una voz: ¡Es mi niño!.... y confundido entre los vítores y el toque de pito de la leyenda viva del Carnaval isleño Enrique Jabares Beltrán, viví una de las experiencias más hermosas que me ha dado la vida…. Parece que fue ayer, aunque queda tan lejos y tan cerca a la vez que, el sueño lo toco con la punta de los dedos.

¡Enrique, Enrique…! ¿Podemos abrir? Un momento Juan. ¡Señores! ¿Estamos listos? Juanini está avisando. ¡¡¡Avante claro Enrique!!! ¡Abre Juan! “Yeyé de los años treinta… hacen su presentación, para cantarles a ustedes, todas sus canciones, con el corazón…”

Así comenzaron mis concursos carnavaleros. Así sin más pero sin menos, comenzamos a llevar esta nave tan hermosa hasta los confi nes de todos los mares calmos, aunque, muchas veces, los mares andaban tan revueltos que cuanto antes se olvidara la travesía, mejor, y hasta el año que viene.

Los viejos carnavaleros, como nos llaman hoy la nueva hornada salida de los hijos de la democracia, quizás, no estamos preparados para el Carnaval que hoy se hace; puede que al haber vivido las tres etapas del Carnaval isleño, no podamos entender lo sufi ciente el trabajo de hoy. Pero, tendrían que pararse a pensar, cuánto tendrían que respetar a aquellos hombres que casi sin saber y a riesgo de poner su libertad en juego, cómo tuvieron que hacer las agrupaciones para no pasarse de la raya inquisitorial. Sí. He dicho bien: inquisitorial, porque había que pasar una (en el menor de los casos) censura previa antes de cantar una letra siquiera en el escenario sopena de incluso quedar detenidos. ¡Cuánto han cambiado las cosas…! Afortunadamente la democracia nos hace ser libres en expresión, y el momento histórico es otro, pero, a veces, la palabra soez debería de ser como antes de 1976. ¿Dónde están aquellos: Cajones, moño y cara de ajo?, ¿Dónde quedó la doble intención?... ¿Y los bellísimos pasodobles a las reinas que se cantaban cuando los viejos estaban en liza? Quizás nos hemos quedado anticuados… Sí, será eso.

Los cincuenta años vividos desde aquel viejo 1968, deberían de servir para algo más que la celebración de las Bodas de Oro del concurso. La nueva hornada carnavalera, ha de mirar un poco atrás y tomar el testigo con la responsabilidad que da, ser hijos de un Carnaval que ni la dictadura militar fue capaz de acabar con él.

Miguel Gómez Martínez (Miguelín)

This article is from: