Fiestas del Carmen Isla Cristina 2022
EMBLEMAS EN LA FLOTA TARRAFERA DE ISLA CRISTINA Por Vicente López Márquez
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esde finales del siglo XIX los conserveros isleños se las ingeniaron para conocer con anticipación la cantidad y la calidad de las capturas pesqueras de sus galeones antes de que éstos arribaran a puerto. Su objetivo era, por una parte, el de facilitar el proceso en las factorías sardineras, y por otra, la obtención de mayor beneficio económico. Dicho de otro modo, el conocimiento anticipado de la carga permitía la especulación con los precios en la lonja. En cuanto a la sardina destinada a cocción y enlatado con aceite, se precisaba de una inmediata manipulación con objeto de guardar el mayor grado de frescura posible. Por este motivo no era aconsejable que la pesca esperase a que las mujeres encargadas de su manipulación llegaran a la fábrica, sino que convenía que las operarias estuvieran ya dispuestas en el momento en que la sardina llegara a la factoría. El sistema que habían ingeniado para la comunicación entre los barcos y las factorías consistía en la emisión de señales mediante una bandera que se izaba en los galeones (barcos de tarrafa) en alta mar. Estas señales eran interpretadas por los armadores desde tierra. Como es sabido, se construyeron entonces los miradores de bandera en los domicilios de los industriales. En las fábricas también se construyeron miradores marítimos para avistar a los buques sardineros. Cuando se sustituyeron los galeones de remos por los de vapor, a partir de 1910, comenzaron a implantarse unos distintivos o emblemas en sus chimeneas al objeto de poder identificarlos con facilidad. En esa época la matrícula no resultaba visible y no existía todavía un marcaje estándar internacional. Los armadores de los galeones en algunos casos introdujeron el anagrama de su compañía en las chimeneas de sus embarcaciones y en otros, sencillamente, dibujaron un símbolo. Como ejemplo de la primera opción encontramos la compañía Sobrinos de Tomás López (Pérez Romeu) cuyo emblema era una T y una L inscritas en un círculo; también la casa Juan Zamorano Columé, que eligió sus iniciales, J y Z superpuestas; con el mismo criterio la sociedad Hermanos Cabot se decidieron por H y C y la Sociedad Martínez y Ródenas por MR. Como ejemplo del segundo caso, podemos señalar a la empresa armadora de Antonio Fumadó Rodríguez, que además tenía un distintivo diferente en cada barco mediante el añadido de una cruz de Santiago a su galeón “Tres Puñales”. El empresario Serafín Romeu Fages sencillamente se identificó con una S, aunque se ha constatado varios de sus barcos con la chimenea pintada de amarillo y negro (permaneciendo así cuando pasaron a integrarse en el Consorcio Nacional Almadrabero). El armador Eduardo Hernández Zapata y Cía distinguía todos sus buques con una E y una C superpuestas, muy visible en su galeón “Chico Grande”. Otro de los conserveros más relevantes, Juan Martín Cabet, pionero en la introducción de los galeones de vapor, exhibía las chimeneas de sus
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