ABBÁ L e ó n
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Manuel Jáñez.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
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Sumario Saluda Obispo de León
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Saluda Alcalde de León
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Saluda Hermano Mayor
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Nuestra Obra Social
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Una única Pasión. Grupo Joven
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El Encuentro Nacional de Cofradías, en León
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Con la túnica de Cristo. Carlos Amigo
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Fe y Religiosidad
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Historia y Arte
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Semana Santa
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Lírica y Pasión
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Edita: Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses” Coordina: Enrique Máximo Val Mayado
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ABBÁ
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Saluda Obispo A LAS COFRADÍAS DE SEMANA SANTA DE LEÓN EN EL AÑO DEL SEÑOR 2020 Queridos hermanos Papones:
"Paz a vosotros”, los que desde los balcones o en las calles y las plazas os conmovéis al contemplar los pasos que recrean los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Con el afecto y estima de siempre hacia vosotros, vuestras cofradías y hermandades de la Semana Santa de León os envío un saludo cordial, anticipo del que todos compartimos al llegar la solemnidad de la Resurrección del Señor, la Pascua de los cristianos. No hay mejor expresión que ese saludo que nuestro Redentor, resucitado y glorioso dirigió a los Apóstoles en las primeras apariciones: "Paz a vosotros" (In24,36). En vosotros quiero extender el saludo a todos los leoneses y a cuantos nos visiten durante la Semana Santa.
"Paz a vosotros", los que viviendo en León o residiendo fuera por imperativos de la vida o de la profesión, añoráis durante estos días vuestra infancia o juventud. "Paz a vosotros”, los que abrumados por el peso de ¿quién sabe qué cruz? seguís avanzando en el camino de la vida. "Paz a vosotros", los que os sentís hermanados por quien nos encargó que nos amaramos los unos a los otros como Él nos amó.
"Paz a vosotros ", los que, de algún modo, dais testimonio de nuestra fe en el misterio de Jesucristo muerto y resucitado para nuestra salvación.
"Paz a vosotros", muy especialmente, los niños y los jóvenes que se van incorporando con ilusión y alegría a esta expresión de fe y de humanidad.
"Paz a vosotros", los que celebráis el misterio pascual de Jesucristo en las iglesias guiados por la palabra de Dios y la liturgia.
"Paz a vosotros" y que cada uno perciba mi deseo como creyente y como pastor de la Iglesia de que todos los leoneses sin excepción sean felices.
"Paz a vosotros", los que protagonizáis un año más y por las calles la expresión plástica y tradicional de nuestra Semana Santa.
"Paz a cada uno " en su circunstancia vital o existencial.
"Paz a vosotros ", los que mantenéis viva la participación de todo el pueblo leonés en estos días de profundo arraigo familiar, social y cultural.
Con mi todo afecto y bendición:
"Paz a vosotros ", los que lleváis las imágenes de Jesucristo y de su Madre Santísima con fe y devoción.
D. Julián, obispo de León
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Saluda Alcalde Pocas cosas concitan tanto consenso en la ciudad de León como el orgullo de pertenencia a las cofradías y el honor de ser uno de ellos, la devoción de los hermanos y hermanas hace que se unan como uno solo entorno a su cofradía y transmitan, más allá de ella, este hecho diferencial especial que constituye ser papón y que no se circunscribe a los días grandes de Pasión pero que alcanza en ellos su momento más emotivo y trascendente. Los valores que transmiten estos papones se trasladan a las calles, las aceras y, por supuesto, a quienes vivirían la Semana Santa como meros espectadores si no fuera algo tan grande que nadie se puede mantener al margen. Nadie queda aislado en esta ceremonia de tradición, pasión, fe y religiosidad, hermandad y penitencia, arte y música, dedicación y colaboración, devoción y orgullo sin paliativos. Todo. La Semana Santa de León es un infinito de sensaciones y sentimiento que unen y consolidan todo. Porque existen ritos, ceremonias, actos señeros por los que el tiempo cuando pasa sólo los engrandece. Eso es lo que ocurre con la Semana Santa leonesa. Los años transcurridos desde que las primeras cofradías penitenciales comenzaron a sacar a las calles su fe, en forma de procesión, han hecho grandes tanto a las hermandades como a los papones y a los miles de leoneses que, cada año, acuden con entrega a ver el procesionar de estos pasos por el Casco Antiguo.
iconografía y la liturgia han consolidado los siglos de penitencia y hermandad llevándolos, cada año, un poco más allá. El paso del tiempo y el trabajo de todos los hermanos y hermanas han traído el reconocimiento turístico internacional y han mantenido, en paralelo, la pureza del origen en la fe, la penitencia y la solidaridad. Así, no es de extrañar que, en cada entrega, la Semana Santa de León sea mejor. Los actos de la Semana Santa de León, las cofradías, la historia de nuestros pasos son una de las mejores formas que tenemos para hacer llegar a nuestros niños y niñas, a los visitantes, a los leoneses y leonesas, a la religión, a la fe y, también y, sobre todo, a la tradición secular de nuestros mayores. El Ayuntamiento de León continuará adelante, apoyando y consolidando, todas y cada una de las iniciativas que permitan avanzar a nuestras hermandades procesionales, que permitan mantener en valor e incrementar los pasos de cada cofradía y que posibiliten, en definitiva, que nuestra Semana Santa sea conocida más y mejor en nuestra ciudad y, por supuesto, fuera de ella… por todas las generaciones y, especialmente, por aquellos en cuyas manos estará conservar estos ritos y tradiciones en las próximas décadas. Palabra de papón y de alcalde.
D. José Antonio Diez Díaz Alcalde de León
La conservación de las tradiciones, la calidad de los pasos, la recuperación de la 8
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Saluda
del Hermano r o y a M
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stimados Hermanos y Hermanas de esta Sacramental y Penitencial Cofradía, Después de casi dos años como Hermano Mayor y, sobre todo, como miembro de la actual Junta de Gobierno, creo que ha llegado el momento de hacer balance ante todos vosotros. Cuando empezamos esta andadura me comprometí, en nombre de la Junta de Gobierno y en el mío propio, en conseguir que nuestra Sacramental y Penitencial retomara el camino que nos marcaron nuestros fundadores y nuestro principal valedor, el que fuera Abad de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro y Hermano Mayor Honorario, D. Antonio Viñayo González, quien nos transmitió la herencia secular, eucarística y mariana de la Basílica Isidoriana, asociándonos al culto y devoción del Cabildo que, desde su creación milenaria, ha consagrado su existencia a los mismos fines que dieron origen y razón de ser a nuestra asociación. La Basílica nos ha facilitado los símbolos para nuestro escudo y ha puesto en nuestras manos los cetros que, durante siglos, presidieron cada sábado la procesión capitular que entonaba la Salve ante la Imagen de Nuestra Señora, Nuestra Piedad. Es esta procesión la que seguimos realizando todos los sábados, y la principal razón de la fundación de nuestra Cofradía, junto con la Adoración al Santísimo Sacramento. Hoy puedo afirmar que, poco a poco, se están consiguiendo los objetivos que nos habíamos marcado, y que espero sirvan de guía y cimiento para el futuro de esta cofradía tan especial dentro de León y su Semana Santa. Se están retomando y rescatando todas las celebraciones y procesiones en las que históricamente participaba la Cofradía dentro de la Basílica, que vienen reflejadas en nuestros estatutos y regímenes internos, y a las que os animo a participar. En la pasada Semana Santa hemos realizado nuestro primer “Vía Lucis” como colofón a la Vigilia Pascual que, como cada Sábado Santo, se celebra en la Basílica, y en la que la Cofradía participa activamente desde su fundación. Asimismo, en junio de 2019 hemos puesto al culto en 9
la Iglesia de San Marcos a Nuestra Señora La Virgen de la Esperanza coincidiendo con su “XV” aniversario, culminando con ello un trabajo iniciado por mi predecesor el Hermano Mayor José Manuel Fernández Laiz. Algo muy importante y un deber en una Cofradía Católica es su labor social. Ciertamente es un orgullo para una Cofradía tan pequeña haber conseguido organizar su primer concierto benéfico, en esta ocasión a favor de ALCLES (Asociación de Lucha contra la Leucemia y Enfermedades de la Sangre). Han sido muchas horas de trabajo duro con un resultado impresionante, llenando la iglesia de Renueva. Por ello, desde estas líneas quiero, por una parte, transmitir a todos los hermanos y hermanas que su participación y apoyo en este tipo de iniciativas resulta de vital importancia y, por otra, mi agradecimiento a la Coral Isidoriana, a la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Victoria y a la Unidad de Música de la Academia Básica del Aire por su participación desinteresada en dicho concierto. Al mismo tiempo hemos sentado las bases para continuar y, en lo posible, finalizar los proyectos ya en marcha e iniciar otros nuevos con el fin de atender nuevas necesidades para, con ello, engrandecer, un poquito más si cabe, Nuestra Semana Santa. Otra gran noticia es la reedición este año de nuestra revista “Abbá”, sin duda una de las de mayor prestigio en la Semana Santa Leonesa. Por último, agradecer el trabajo que vienen realizando la Junta de Gobierno y un gran número de hermanos y hermanas para conseguir todas estas metas, siendo mi más sincero deseo el que toda la Cofradía participe y se involucre, de una u otra forma, en los actos, celebraciones e iniciativas que, sin duda, seguiremos organizando, con mención especial este año para el “XXXIII Encuentro Nacional de Cofradías” que tendrá lugar en León el próximo mes de septiembre. Un abrazo en Jesús Sacramentado. D. Javier Fernández Llamas
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Nuestracial Obra So “ U N A TA R E A D E T O D O S ” (…) “¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley. —Anda entonces y haz tú lo mismo — concluyó Jesús. “Parábola del buen samaritano” (Lc. 10, 2537) De entre los fines que la “Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses” tiene contemplados en sus estatutos (arts. 3 y 12), el de dar testimonio de servicio a Dios nuestro Señor y ayuda a los hermanos, llevando a cabo obras de asistencia a favor de las personas y colectivos más desfavorecidos, es uno de los más complejos y en el que pretendemos volcar una parte importante de nuestros esfuerzos. El área de acción social de la Cofradía ha iniciado una nueva etapa, fruto de la cual ha sido el primer concierto solidario que se celebró en la Iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva de León, el pasado día 15 de diciembre de 2019, bajo el lema “Música por la Vida”. El objetivo era aportar nuestro granito de arena en la lucha que la Asociación ALCLES está llevando a cabo, desde hace 25 años, contra la leucemia y las enfermedades de la sangre. El resultado no pudo ser más satisfactorio habida cuenta de la gran acogida que tuvo el evento, congregando en la Iglesia a más de 500 personas entre público asistente y participantes. Gracias a las 460 entradas vendidas, de las 600 que se pusieron a la venta, y a las aportaciones anónimas que se recogieron a través de la Fila 0, se pudieron recaudar 2.440 euros para los fines de ALCLES. Ello fue posible gracias a la inestimable colaboración y a la mano tendida no solo de la propia asociación, sino también del párroco de Renueva, de los distintos establecimientos de la ciudad que se implicaron en el evento, de la respuesta de los propios hermanos de la Cofradía y, muy especialmente, de la Coral Isidoriana,
la Banda de Cornetas y Tambores del Stmo. Cristo de la Victoria y la Unidad de Música de la Academia Básica del Aire. A todos ellos la Cofradía quiere transmitirles su más sincero agradecimiento, así como el deseo y, por supuesto, el orgullo de que sigan acompañándonos cada año a recorrer el camino de la solidaridad y la Caridad. Tampoco podemos olvidarnos, por supuesto, de la colaboración que, desde hace años, la Cofradía viene manteniendo también con la Asociación Leonesa de Caridad (ASLECA). Pero esto tan solo es el comienzo, puesto que, además de consolidar estas actividades, desde la Cofradía se está trabajando en la puesta en marcha de nuevas iniciativas, ya sea para recaudar fondos para ayudar a los más necesitados, ya sea para la recogida de alimentos, ropa, material escolar, libros, y todas aquellas actividades que contribuyan a aliviar la situación de los más desfavorecidos. Todo aquel que desee colaborar con la obra social de la Cofradía, en la modalidad que desee, puede hacerlo dirigiéndose bien a través de nuestra web o redes sociales, bien a través de la dirección e-mail que tiene habilitada la Secretaría, o bien cada sábado en horario de 19 a 20h en nuestra sede de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro. Esperamos una masiva respuesta de la solidaridad, no sólo de los propios hermanos del Sacramentado, como coloquialmente se nos conoce, sino también de aquellos que visitan nuestra web y redes sociales, que visitan nuestra sede, o que acuden a los actos que celebra la Cofradía y quieran sentirse partícipes de nuestra obra social. Desde el área de acción social queremos agradecer la colaboración de todos los que están haciendo realidad esta labor, y animar a todos aquellos que aún no se han decidido a hacerlo: contamos con todos, con los que puedan dedicar un ratito de su tiempo, con los que puedan colaborar económicamente, con los que puedan aportar ideas… Os necesitamos a todos, porque es tarea de todos. La Junta de Gobierno 10
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Una unica
Pasion
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ace ya tres años que un tímido, pero nutrido grupo de jóvenes papones, anda dando “guerra” por la ciudad de León y por el resto de la geografía española. Ya son varias las ciudades (Sevilla, Palencia, Córdoba, Santander, Ponferrada, Alzira…) que han podido comprobar, de primera mano, que los Jóvenes papones de León no tienen colores, tienen pasión, pasión por su Semana Santa. El objetivo con el que nació este grupo fue el de servir como nexo de unión para todos los jóvenes de la Semana Santa de León, y podemos decir orgullosos que lo estamos consiguiendo; todas y cada una de las Cofradías y Hermandades de la Semana Santa Leonesa aportan jóvenes a este grupo, y eso hace que se reafirme el buen trabajo que se ha llevado a cabo estos 3 años por parte de todos. Y, por ello, animamos a todas las partes implicadas en este gran proyecto a seguir poniendo su granito de arena para que podamos seguir creciendo, con paso firme, año tras año. Como otros años, el Grupo de Jóvenes Papones de León ha organizado diversas actividades a lo largo del año, como son, El III Encuentro Local, la Gymkana Cofrade, la misa de nuestro patrón San Juan Evangelista, sin olvidarnos de la participación de JPL, un año más, en el VIII JOHC, que esta vez tuvo lugar en Alzira.
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Para todo aquel que aún no conozca lo que es un JOHC, le haremos un pequeño resumen a continuación. El JOHC o Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías es, como su propio nombre indica, un encuentro que se desarrolla a lo largo de 4 días en una ciudad de España y que reúne a miles de jóvenes de toda la geografía española. A lo largo de esos 4 días se suceden ponencias, charlas, tours turísticos, fiestas (somos jóvenes) y, por supuesto, actos religiosos. Este año en Alzira, además de todo lo anteriormente dicho, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una autentica paella valenciana y de una pequeña mascletá. Y recogiendo este testigo está Valladolid, que se alzó con el honor de ser la siguiente ciudad organizadora para el año 2020. JOHC al que queremos asistir con una nutrida comitiva haciéndonos aún más presentes a nivel nacional. Año tras año, los jóvenes de diferentes ciudades nos insisten en las ganas que tiene de conocer nuestra Semana Santa porque, aunque a veces seamos muy cazurros y nos creamos menos que los demás -esto va intrínseco en el leonés-, nuestra Semana Santa es muy conocida en nuestro país y además tiene fama de ser una gran Semana Santa, así que… ¿por qué no soñar con un futuro JOCH en León?…
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El Encuentro Nacional de Cofradías, en León
En el lejano 1985, tras varios años de gestiones y reuniones previas, un grupo de cofrades se reúne en Villagarcía de Campos (Valladolid) para compartir sus experiencias sobre la Semana Santa. Una forma de aprender del resto de las cofradías y conocer cómo afrontar los diferentes retos formativos y divulgativos, ante un futuro más o menos incierto. La iniciativa se consolida en 1988 y se inician así los Encuentros Nacionales con un peregrinar por diferentes puntos de la geografía española. En cada cita anual, se conoce la Semana Santa de la localidad organizadora y se comparten preocupaciones comunes. Quizá hoy en día, las redes sociales e internet permiten ese flujo de información que, en los orígenes de los encuentros, se realizaba de palabra o por el intercambio de publicaciones escritas o audiovisuales. De esa época procede la ingente cantidad de folletos, libros, postales y vídeos que algunos de los cofrades asistentes hemos venido recopilando a lo largo de los años. En nuestro recorrido por España, hemos descubierto expresiones de la Semana Santa tan singulares como los Armats de Tarragona, los doseles de Alzira, la Semana Santa Marinera de Valencia, la austeridad de las tallas de Medina del Campo, el contraste del silencio orante con el bullicio de las calles de Jerez, la vinculación con la mar de los cofrades de Cangas de Morrazo o Vigo, la sobriedad de las procesiones de la meseta, las heroicas recuperaciones del patrimonio cofrade en momentos complicados de nuestra historia o la vinculación de la Legión con la Semana Santa ceutí, por citar solo algunas de ellas. Además, hemos conocido la vida cofrade de cada localidad con sus particularidades en los nombres, cargos de los miembros de las juntas de gobierno, actividades, repercusión en la sociedad local, interesantísimos y variados museos, capillas,
escultores, iniciativas turísticas, acciones formativas, etc. Como se puede apreciar, los Encuentros sirven para conocer la diversidad de la Semana Santa en los diferentes lugares descubriendo la riqueza artística, humana, cultural y religiosa que se atesora. Y se puede concluir, sin temor a equivocarse, que no hay una Semana Santa mejor que otra, sino que todas y cada una de ellas contienen la historia y las tradiciones multiseculares de la sociedad en la que están incardinadas. Ese descubrimiento de las peculiaridades de cada celebración se ha realizado mediante visitas a templos, museos, exposiciones, muestras culturales, participación en cultos públicos y procesiones extraordinarias (sin duda alguna uno de los actos más recodados por todos los asistentes). Momentos complementados con un tiempo de encuentro personal entre los cofrades participantes para seguir afianzando las relaciones −muchas devenidas en duraderas amistades−, ampliar los conocimientos e intercambiar experiencias. Los cofrades leoneses hemos venido participando, en un reducido grupo, desde los orígenes de los encuentros y congresos. Hemos llevado, puntualmente, información de nuestra Semana Santa a cada uno. Incluso publicamos las actas del II Congreso Nacional celebrado en León en 1992, que no habían visto la luz. Poco a poco, nos hemos ido ganando la confianza del resto de los participantes, estableciendo lazos de fraternidad y colaboración que nos han permitido obtener la concesión del 33º Encuentro para nuestra ciudad en 2020. Nuestra gestión en los años precedentes se materializó en que ninguna otra población aspirante optase, oficialmente, a celebrar el Encuentro. Nos planteamos este año por una razón de peso: la apertura del Museo Diocesano y de la Semana Santa. La exposición extraordinaria de este Encuentro se materializará en el 12
mismo y, a la vez, daremos una gran difusión, entre todos los cofrades de España, de este hecho histórico para nuestra Semana Santa y, por extensión, para la diócesis y ciudad de León. Con el trabajo ejecutado y las expectativas creadas, no podemos fallar en la realización de un Encuentro histórico, cuyo lema central será “Pueblo de Dios en salida… Cofradías en Camino” siguiendo los pasos del Congreso de Laicos recientemente celebrado. Tenemos un lugar excepcional, nuestro nuevo museo y el apoyo de las instituciones: Obispado, Ayuntamiento y Junta de Castilla y León. La ciudad debe ofrecer a los visitantes su acogida y sus mejores galas como lo hace durante la Semana Santa y, por supuesto, las Cofradías y Hermandades de la ciudad con todos sus hermanos. Es, pues, el momento de exteriorizar cuanto sabemos hacer como cofrades, presentando nuestra imaginería, música, gastronomía, variedad, riqueza cultural, obras sociales, tradiciones, cultos ordinarios y extraordinarios, historia y modernidad, silencio y alegría, etc. En resumen, toda la amplia muestra de nuestra Semana Santa que siempre se ha definido como ecléctica. Pongamos todo nuestro empeño en ello, no nos guardemos nada, porque quienes nos visiten no pueden hacerlo durante la Semana Santa, pero nos tomarán como referencia para sus localidades y, sin duda, hablarán mucho de nosotros. Procuremos mostrar todo lo bueno que tenemos. Si no lo hacemos, habremos perdido la mejor oportunidad que nos ha brindado la historia para dejar constancia de que nuestra Semana Santa es una de las más importantes de España. Ese ha de ser nuestro compromiso y nuestro objetivo. Ahora, hagámoslo realidad. D. José Antonio Fresno Castro Director del 33º Encuentro Nacional de Cofradías
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a c i n u t a l n o C de Cristo
Dios habla en su Hijo Jesucristo. No podíamos encontrar un lenguaje más elocuente, más claro, más sabio. Es el que comprenden los sencillos los humildes. Se busca a Cristo pues solamente en su compañía se puede encontrar la luz y la serenidad que se necesita. Oír sus palabras, mirar sus gestos, meterse en sus sentimientos, vivir su entrega y su ilimitada confianza en el Padre Dios.
Seguimos a Cristo, al que unos maldicen y otros olvidan, pero para los hermanos y cofrades es sabiduría y fuerza de Dios. Nuestra gloria es la cruz de Cristo y no podemos daros otro pan sino aquel del que nosotros mismos nos alimentamos: la fe en la Palabra de Dios, los sacramentos y el mandamiento del amor fraterno y las bienaventuranzas. Son muchas y muy variadas las expresiones religiosas de nuestra Iglesia. Pero, en medio de esa riqueza de manifestaciones siempre, como la más esencial, el misterio de Cristo. Y, junto a Cristo, la imprescindible presencia de la Virgen María en
multitud de títulos y advocaciones con las que se expresa un amor único y sincero. María es el camino de la misericordia, la protectora del género humano, la madre llena de piedad para sus hijos. Contemplar de esta manera a la Virgen María llena de confianza a los fieles que a Ella acuden y les colma de santa alegría al ver la grandeza del Señor con tan humilde Esclava. Este acercamiento a María se convierte en impulso de devoción y estímulo para acercarse más a Jesús, que es la verdadera causa de la alegría de la Iglesia. La presentación, en títulos, méritos y devociones es generosa y variada. En la vida y conducta, claridad y firmeza: Cristo y María y los misterios de Dios que el Señor y la Virgen ofrecen. Los titulares, las imágenes, significan el misterio en el que se cree y que se desea proclamar de una manera pública y testimonial. Se escucha la palabra de Cristo, sabiendo que es lámpara y luz para caminar con rectitud y acierto cristiano. Junto a Cristo estará la humildad, la columna, la Cruz. El que quiere seguir a su Señor ya conoce de las exigencias de esta fidelidad.
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de Cristo; con entrañas de caridad y de misericordia para ayudar y compadecerse de los pobres y desvalidos; con la túnica de un hombre nuevo que es Cristo; teniendo en el corazón y en los labios la palabra de Dios. En este XXV aniversario de la fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús, el mejor vestido, la túnica por la que seáis reconocidos como verdaderos cofrades de vuestra Hermandad serán vuestras obras de justicia, de bondad y de caridad. Todo ello será para honra y gloria del Señor. Que el honor sea para Dios; la justicia reconozca el derecho de los más débiles; que la paz esté siempre en el distintivo de nobleza de corazón y que resplandezca en las obras de misericordia: compartir, consolar, ayudar. Habrá que despojarse de los harapos del orgullo, del egoísmo, de la enemistad, que son obras de tinieblas y revestirse de las armas de la luz (Rm 13,12). Por lo demás, como dice el apóstol San Pablo, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud, cruz y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta (Flp 4, 9).
La imagen, en cada uno de los misterios, no sólo representa un acontecimiento histórico y pasado, sino la realidad de los flagelados, las espinas y las cruces de la enfermedad, la pobreza, la humillación, el hambre y la sed de muchos hombres y mujeres de este mundo. La respuesta no puede ser otra que la de la solidaridad, la caridad fraterna, la ayuda efectiva. Algo muy querido entre los miembros de nuestras hermandades y cofradías es la túnica. Se la venera y guarda con esmero. Cuando se pone por primera vez es motivo de fiesta para la familia y, al final de la existencia en este mundo, se la quiere llevar como sudario y prenda de reconocimiento en el encuentro definitivo con el Señor. En el día del bautismo, al imponernos la vestidura blanca nos dijeron: sois ya criaturas nuevas y habéis sido revestidos de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de vuestra dignidad de cristianos. Ayudados por la palabra y el ejemplo de los vuestros, conservadla sin mancha hasta la vida eterna. Esa fue la primera y la más importante y necesaria de las túnicas que teníamos que llevar. Tiempo después llegaría la de tu Cofradía. Son tiempos recios, decía Santa Teresa. Tiempos de relativismo, inestabilidad, ambigüedad moral, olvido de Dios. Tiempos que nos dejan como a la intemperie de nuestras convicciones. Por todo ello habrá que revestirse de humildad, como discípulos
D. Carlos Amigo Vallejo Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla 14
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“ La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón”. (Papa Francisco I)
“FE Y RELIGIOSIDAD” 17
Das Leiden Jesu
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La Virgen Maria recorria a diario
el Via Crucis Cuando se visita Tierra Santa, el llamado “5º Evangelio”, pues las piedras y la geografía hablan, es habitual para todos los peregrinos hacer el “Vía Crucis” recorriendo la Vía Dolorosa. El Directorio sobre la Piedad Popular y la liturgia, publicado por la Congregación del Culto Divino y la disciplina de los sacramentos (ciudad del Vaticano 2002); señala en relación al “Vía Crucis”: Nos 131-135. “Entre los ejercicios de piedad con los que los fieles veneran la Pasión del Señor, hay pocos que sean tan estimados como el Vía Crucis. A través de este ejercicio de piedad los fieles recorren, participando con su afecto, el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena…” “Su forma actual, que está ya atestiguada en la 1ª mitad del siglo XVII, el Vía Crucis, difundido sobre todo por San Leonardo de Porto Mauricio (+1751).” Pero remontándome a la antigüedad cristiana, encontramos a la Peregrina Egeria; originaria del Bierzo o de Galicia. Dama hispano-romana que a finales del siglo IV, llena de piedad se aventuró en un viaje de varios años por el medio oriente. Su famoso diario donde plasmó la peregrinación fue encontrado en 1884 por el investigador Gian Francesco Gamurrini, en la biblioteca de la Confraternita dei Laici en Arezzo (Italia). Dicho diario atestigua como los peregrinos y fieles de Jerusalén recorrían la vía dolorosa desde el Monte de los olivos, hasta el Calvario (Itinerarium Egeriae XXXVI, 3. CCL 175, 80). Pero fue la Virgen María misma quien inició la sacramental piedad de recorrer la vía dolorosa. Así lo atestigua un apócrifo siriaco del siglo V, “De transitus Mariae” y las visiones de la monja Alemana, la Beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824) que con sus visiones certifica esta antiquísima Tradición. Según “De transitus Mariae” se narra que la Virgen María caminaba habitualmente por los sitios donde su amado hijo había sufrido y derramado su sangre, llegando hasta el Gólgota y el sepulcro. “y los guardias veían a la Virgen María llegar cada día al sepulcro y sobre el Gólgota, y llorar y decir, con las manos en alto y el rostro en tierra: ¡Oh Señor y Dios mío sácame de este mundo perverso, pues temo que los judíos, mis enemigos me den muerte!” (cf. Dictionnaire de Spiritualité, II, col. 2577). Y continúa diciendo el apócrifo siriaco que las autoridades estaban molestas e incómodas con este gesto de la Virgen y que querían prohibirle ir a rezar.
La Tradición de la Iglesia y la vida de Fe de los cristianos se ha movido entre la Mímesis-imitación y Anámnesis-memorial, entre Epíclesis-invocación del Espíritu y Doxología-glorificación. En este sentido la Virgen María, primera cristiana, ha celebrado el misterio de su hijo recorriendo los lugares donde ha derramado su sangre, que era igualmente de la Virgen María, pues de ella procedía, si se puede expresar así, todo lo genético de su hijo.” Que mejor argumento para celebrar el Vía Crucis, si ella, la primera cristiana lo ha iniciado para que sigamos nosotros. Siempre se ha dicho de María, “que lo que se diga de ella, paralelamente se puede afirmar de la Iglesia”, pues ella es la imagen perfecta de la Iglesia. María es sin lugar a dudas “Socia Passionis”. Otro dato que, como apuntaba antes, justifica el título de este artículo, lo aporta la Beata Ana Catalina Emmerich en sus visiones. Una de estas visiones referidas a la vida de la Virgen en Éfeso dice: “Detrás de la casa, alejándome un poco por el camino hacia el monte, la Santísima Virgen se había preparado una especie de Vía Crucis. Cuando todavía vivía en Jerusalén, después de la muerte del Señor, María nunca dejó de hacer allí su vía crucis, con lágrimas y compartiendo la Pasión. Había medido en pasos las distancias entre los lugares del camino donde Jesús había padecido y su amor no podía vivir sin la permanente contemplación del Vía Crucis”. En las visiones la Beata Ana Catalina decía que la Virgen había marcado con piedras o con señales en algún árbol, los lugares más significativos de su Anámnesis (memoria) de amor a la Pasión de su hijo. Ella lo había guardado todo en su corazón. Afirma en otra de las visiones que la Virgen en un bosque cercano a su casa de Éfeso había situado el Calvario. Es impresionante confirmar hoy que la piedad popular a lo largo de los siglos ha hecho lo mismo y lo curioso del caso es que no se tenían las anteriores noticias. Cuántos pueblos, monasterios y ciudades medievales y de siglos posteriores, conservan el Vía Crucis en una montaña o incluso urbanos. Todo esto lo ha iniciado el amor de la Madre afligidísima María. Que este misterio de Piedad Sacramental nos mueva a amar a Jesucristo y su Misterio Pascual. ¡Feliz Pascua!
Añado a lo anterior las palabras del Papa Francisco en su viaje a Tierra Santa en Mayo de 2014. “Imitemos a la Virgen María y a San Juan, y permanezcamos junto a las muchas cruces en las que Jesús está todavía crucificado. Este es el camino en el que el Redentor nos llama a seguirlo. No hay otro, es este.” (Iglesia de la Agonía en Getsemaní, 26-V-2014). 19
D. Manuel Santos Fláker Labanda Delegado Episcopal para la Junta Mayor de la Semana Santa
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Las Procesiones y la Semana Santa Estamos preparando los actos de la semana litúrgica más importante del año, la Semana Santa, en la que los católicos celebramos, recordamos y conmemoramos los principales misterios de nuestra fe: la Pasión, Muerte de Nuestro Señor y su gloriosa Resurrección. En estas fechas, es común ver en diferentes países, diversas procesiones, como muestra de religiosidad popular y de piedad hacia nuestro Señor Jesucristo, la Virgen. Dichas celebraciones nos ofrecen una nueva oportunidad a los hermanos y hermanas, para revisar los motivos profundos que nos llevan a vivir estas jornadas procesionales. 20
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El Catecismo de la Santa Iglesia Católica nos habla de las procesiones en su número 1674: Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc. (cf. Concilio de Nicea DS 601;603; Concilio de Trento.
El Código de Derecho Canónico también nos define lo que es una procesión: ‘Bajo el nombre de sagradas procesiones se da a entender las solemnes rogativas que hace el pueblo fiel, conducido por el clero, yendo ordenadamente de un lugar sagrado a otro lugar sagrado, para promover la devoción de los fieles, para conmemorar los beneficios de Dios y darle gracias por ello, o para implorar el auxilio divino’ (canon 1290,1) ¿Pero dónde surge esta práctica? El hombre es un ser en camino. “Somos un pueblo que camina”, hemos cantado muchas veces en nuestras celebraciones. Se va haciendo mientras camina. No puede permanecer quieto; necesita metas que pongan en movimiento todas sus capacidades.
El catecismo considera las procesiones una forma de expresión de piedad del pueblo cristiano, lo que se conoce como “religiosidad popular”, similar a visitar santuarios, peregrinaciones, etc. Pues bien, durante todo el tiempo que dura la Semana Santa, es muy frecuente encontrarnos con pasos, y personas que van en procesión, con imágenes de Cristo, y los momentos más importantes de su vida: La Santa Cena, la Flagelación, Cristo cargando la Cruz, la Crucifixión, Santo entierro, Resurrección, etc. Digamos es una manera de evangelizar por medio de las imágenes y recordar al pueblo el tiempo que están viviendo en estas fechas memorables de la Semana Santa.
Y no es posible la aventura de la vida caminando en solitario. Vamos todos en el mismo barco y nuestra suerte está vinculada a la de los demás. Por eso, la fiesta y la procesión, son un fuerte correctivo al individualismo insolidario. No hay fiesta popular que se precie sin su correspondiente procesión. La gente acude masivamente a las fiestas y a las procesiones porque: hay en ellas un rito que cumplir, un camino que recorrer, una música que disfrutar, una belleza que admi21
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rar, un santo a quien implorar, una memoria que acoger, una identidad que reconocer, un futuro que labrar... Cada fiesta y cada procesión es como una respuesta a la pregunta del salmista: «Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?» ¡Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor! Procesiones, ¿para qué? Quien las observa desde fuera, y los que participamos en ellas, debemos preguntarnos para qué sirve mover una imagen de un sitio a otro o hacer con ella un recorrido por la calle. Nos convendrá explicar un poco el significado de la palabra “procesión”. La palabra “procesión” viene del verbo latino “procedére”, que significa marchar, ir hacia delante. Cuando esta marcha se realiza con otros, en grupo, suele manifestar el deseo de ir hacia el mismo sitio, la misma meta, alcanzar el mismo objetivo. La procesión es una expresión de culto de carácter universal en la que la piedad y la liturgia establecen una relación muy peculiar. Crea en el grupo lazos de unión de uno otro tipo, y se convierte en un lenguaje común de mucha expresividad. La Eucaristía y la Procesión. La Eucaristía arroja una luz potente sobre el sentido de la procesión: toda procesión parte y al mismo tiempo nos conduce al encuentro de Cristo Salvador, salvación que se hace real y eficaz en la Eucaristía. De hecho, dentro de la celebración de la Eucaristía tienen lugar una serie de procesiones que son necesarias para el desarrollo de la misma: * la procesión de entrada del ministro y los celebrantes; * la procesión hacia el ambón para proclamar el Evangelio; * la procesión para presentar las ofrendas; * el momento de recibir la comunión, que también se considera procesión. De la Eucaristía parten todas las procesiones y hacia ella tienen que dirigirse. La Procesión tiene su culmen en la Eucaristía Variedad de procesiones. En los primeros siglos de la era cristiana fue muy común ver reunidos a los cristianos, aun en tiempo de persecución, para llevar en procesión a los cuerpos de los mártires hasta el lugar de su sepulcro. Las procesiones cristianas se inician llevando al recién bautizado desde la pila bautismal hasta el altar, signo de que la vida que ha comenzado en el Bautismo ha de ser alimentada en la Eucaristía y en la que encontrará su plenitud. La piedad popular amplió con el tiempo el número de procesiones, tanto para honrar a la Virgen y a los santos,
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como para meditar los aspectos de la pasión. Pronto los fieles comenzaron a acudir en peregrinación a visitar los Lugares Santos: Belén, Jerusalén, en Roma, los sepulcros de S. Pedro y S. Pablo, la Tumba del Apóstol Santiago en Compostela. En Jerusalén, la peregrina Eteria habla de cómo toda la comunidad, los días señalados (como el Domingo de Ramos, por ejemplo), marchaban en procesión a uno de los Lugares Santos (Calvario, Monte de los Olivos, etc.) para conmemorar un acontecimiento de la salvación, terminado con la celebración de la Eucaristía. RIESGOS Pero las procesiones pueden conllevar también, si no se cuidan, ciertos riesgos, como pueden ser: Que estas manifestaciones religiosas prevalezcan sobre los sacramentos. Considerar la procesión como el acto principal de la fiesta. Convertirla en un acto folclórico o cultural. Convertirla en mero espectáculo. Convertirla en manifestación de lujo y ostentación. Se hace necesaria una catequesis adecuada sobre su sentido sagrado y esta es la finalidad de esta breve aportación a la revista de la Cofradía Sacramental y Penitencial Sugerencias. La procesión no es una marcha sin rumbo. Nos convoca, a través de una imagen, alguien que nos conecta con algo que hemos oído, leído o celebrado en la Eucaristía. Ese alguien vive, no es un icono sin vida. Por eso, algo tan simple como * el respeto a la imagen y lo que representa, * los adornos y todo el entorno * las joyas que porta y la forma de colocarlas, * la devoción y el silencio en el recorrido, * la dignidad en el vestir y en las palabras, * la música o los cantos que suenan, * los movimientos... tienen que ser acordes con el Misterio de Dios, de la Virgen o de los Santos a los que se recuerdan, y a la dignidad de la persona que lo porta sobre sus hombros o lo acompaña. Así, pues, las procesiones tienen el alto significado de anticipar simbólicamente el misterio último de la Iglesia, que es la entrada en el Reino Celestial; las procesiones ponen de manifiesto el gran misterio de la Iglesia en constante peregrinación hacia el cielo. Además de esto, son un acto de culto público a Dios, que al mismo tiempo lleva consigo un carácter de proclamación y manifestación externa y pública de la fe.
D. Francisco Rodríguez Llamazares Abad de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro
Tiempo de Salvacion La Cuaresma, unos años madrugadora y otros años más atrasada, es la antesala de la Semana Mayor para un buen Hermano cofrade. La Iglesia nos ofrece este tiempo de preparación con el fin de que celebremos como conviene los días grandes de la Semana Santa. En todas las Cofradías se nota una mayor actividad, y la nuestra no podía ser una excepción. Como en tantas otras cosas, es muy importante que tengamos siempre presente el fin por el que realizamos aquello. En nuestro caso, como bien sabemos, la finalidad de todos los preparativos, los desvelos e incluso los nervios de estos días, es celebrar que Dios Padre nos ha salvado en Jesús. A Jesús le contemplamos cuando nace en Belén, cuando predica por los caminos de Palestina, y sobre todo cuando ofrece su vida por nosotros muriendo en la Cruz. Desde ella nos da la mejor lección de entrega y amor, sublimando el dolor y dando un nuevo sentido a la vida y a todas las realidades. Cada vez que miramos al Jesús que llevamos en el paso sobre nuestros hombros o al que acompañamos en silencio durante la procesión, deberíamos descubrir en él un libro abierto que nos habla del amor, y que nos invita a seguir su ejemplo, poniendo nuestra vida al servicio de los demás. Pero no nos quedamos en el Viernes Santo, sino que celebramos también la Pascua de Resurrección, porque nuestra vida unida a la de Jesús, gozará de una felicidad que, aquí, siempre es efímera. Un buen hermano cofrade, como todo cristiano, ha de aprovechar estas fechas para renovar su vida. Y, si anda un poco perdido o le falla la fe, ha de saber que Dios lo busca, y lo recibirá con misericordia y con gran alegría, como hijo suyo que es. En cualquier caso, nos conviene recordar que cuando hacemos algo, no sólo hemos de ver el resultado, sino también cuidar y purificar las motivaciones. Y aquí es donde, quizás, hayamos de incidir más, porque esas motivaciones dan la calidad a aquello que hacemos. “Sería hermoso que” - al mismo tiempo que preparamos y soñamos con procesionar el Sábado de Pasión y el Sábado Santo, vayamos rezando un poco más en algún momento, leyendo algún pasaje del Evangelio y, ¿por qué no?, preparándonos para el encuentro con Dios que nos ofrece su perdón y su ayuda para ser mejores hijos. (Recordemos: ¡somos Hermanos de la Sacramental y Penitencial Cofradía…!, y la Penitencia nos invita a esto). “Sería hermoso que” - con la ayuda que hemos pedido a Dios al rezar, tratásemos de cumplir mejor con el deber de cada día en el
Penitentes durante la procesión del Sábado de Pasión
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trabajo que traemos entre manos, y que, además, vivamos abiertos a las necesidades de los demás, poniendo el Amor en nuestras relaciones con ellos. Que no tengamos miedo a presentarnos como cristianos, dando la cara por ese Jesús a quien procesionamos a hombros por las calles. “Sería hermoso que” - colaborásemos con los demás Hermanos de nuestra Cofradía, y de aquellas otras a las que pertenezcamos, nunca como competidores o críticos despiadados, sino sumando esfuerzos para que todo salga bien. También esto dará calidad al entusiasmo, al afecto y tantos desvelos como derrochamos preparando los tronos y poniendo con mimo todo lo necesario para que “mi Cristo” o “mi Virgen” vayan preciosos. “Sería hermoso que” - acudiéramos al templo a las celebraciones litúrgicas, en las que se realiza sacramentalmente aquello que, luego, tratamos de transmitir en nuestras procesiones. Tenemos en nuestras manos conservar el alma de la Semana Santa, no dejando que ese nombre se vaya vaciando de contenido. Nadie aceptaría que se adornasen los tronos con flores de plástico por muy perfectas que fueran esas flores. De la misma manera, hemos de cuidar de la Semana Santa para que no se convierta en algo, más o menos perfecto, pero sin alma, y sin vida. Nosotros, los hermanos cofrades, tenemos en nuestras manos la posibilidad de que la Semana Santa sea algo vivo que alimente nuestra fe y la de quienes contemplen nuestros desfiles procesionales. Merece la pena intentarlo. Jesús y María, a quienes miramos con especial fervor estos días, nos ayudarán. Todos saldremos ganando.
Canto de la Salve en la misa conventual de los sábados
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D. Teodomiro Álvarez García. Consiliario de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses
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Las Novenas Desde hace ya mucho tiempo, León vive pendiente de su Semana Santa, que, a decir de los visitantes entendidos, es una de las más hermosas de España, siempre dentro del cauce riguroso de la tradición y de la liturgia. Así pues, con motivo de esta cercana Semana Santa 2020, tiempo de preparación que nos dispone a recibir las gracias divinas, tanto las Cofradías como otras instituciones, sienten la necesidad apremiante de acercar al pueblo esa costumbre ‘sobrenatural’ de experiencia religiosa, como son las Novenas. En este aspecto, es para mí un honor participar en este proyecto, haciendo un dibujo breve de lo que significan las novenas en la Iglesia Católica. En primer lugar, hay que manifestar, que la palabra ‘Novena’ viene del vocablo latino “novem”, que significa nueve. Dicho lo cual, es conveniente resaltar, que la Iglesia, aunque tome prestadas muchas palabras y actuaciones de otras culturas y civilizaciones, no se identifica con ninguna, aunque no es menos verdad, que su contacto con ellas constituye para la Iglesia un cúmulo de grandes aportaciones, que enriquecen nuestra cultura religiosa. Sin duda, en este planteamiento se da, pues, un intercambio de bienes al estar las raíces entrelazadas. No olvidemos, que la Iglesia empezó hablado arameo, hebreo, griego, latín. En este sentido, la cultura griega y la primitiva cultura romana, anteriores al cristianismo, ya tenían en su acerbo religioso las prácticas novenarias para pedir la intercesión de sus dioses. Sabían ya montar sus dispositivos de defensa contra el infortunio. Para ello,
tenían multitud de dioses celestes especializados en proteger ganados, curar enfermedades, procurar éxito en la batalla o negociar la salvación del alma. En los tiempos primitivos había una comunicación extraordinaria entre lo natural de la vida y lo sobrenatural; un intercambio normalizado entre las miserias de la tierra y el poder de los dioses del Olimpo griego o del Panteón romano, porque la presencia y acción de lo sobrenatural era aplastante. La Novena en nuestra Iglesia es una devoción religiosa que nace sustancialmente, como en la antigüedad, debido a esta debilidad humana, cercada desde siempre por infinidad de peligros y mil miedos. El hombre es como un mendigo que pide sin cesar. Pide, porque es el ser de la esperanza, de las esperanzas infinitas. Una de estas formas de pedir es la novena. Como su nombre indica, esta petición u oración intensiva se hace generalmente durante nueve días consecutivos y van dirigidas fundamentalmente a los Santos, a la Virgen o al mismo Dios, al que a veces, no nos atrevemos a pedirle que nos asegure el bien, solo que nos libre del mal, sin pensar que, “solo Dios basta” como decía Santa Teresa. La novena es, pues, una oración intensiva, humilde, confiada y perseverante. Es remar mar adentro y echar las redes para pescar (Lc 5,4). Sí, para pescar. Entonces, lo que hasta ahora había sido imposible, por medio de una novena, se vuelve asombrosamente posible. Entre las innúmeras novenas que abarca el santoral, es posible que la más extendi-
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Indulgencia del siglo XVIII concedida por el papa Clemente XIII De Ecelan - Trabajo propio, Dominio público, https:// commons.wikimedia.org/w/ index.php?curid=5216545
da sea la que se hace en honor a la Virgen, porque la confianza y el amor hacia Ella han gozado desde siempre de un seguidismo asombroso y entusiasmado. Desde el inicio del cristianismo, la Virgen, ha sido, para el pueblo, un faro de atracción deslumbrante. Y a sus santuarios acuden en multitud las gentes aquejadas por los dolores del alma y del cuerpo. Uno puede ser ateo, anticlerical, etc., pero, según donde viva, que nadie se meta con su Pilarica, su Santina, su Virgen del Carmen, su Virgen del Rosario, su Virgen Blanca, su Montserrat o nuestra Virgen del Camino, como registros orientativos.
tante, hizo de motor de empuje a un florecimiento asombroso de una religiosidad frondosa, una religiosidad que desborda las iglesias de gente, las llenas de retablos barrocos y empieza a volcarse en el espacio público con manifestaciones, procesiones, etc. Las gentes rezaban, asistían a los oficios divinos. Se “hablaba cristiano”. “En España todo es fe”, aseguraba un viajero francés. En este Siglo de Oro, donde se enhebra un enorme éxito en el campo literario, del arte, de la fe, que sigue fascinando a toda Europa y donde, además, “el español se habla en Paris, Viena, Milán”, -aseguraba Voltaire-, surgen con fuerza las cofradías, las procesiones, los sermones encendidos y, sobre todo, las novenas. Éstas adquieren rango de consideración especial en este siglo XVII, cuando el Papa Alejandro VII concede la primera indulgencia a una de ellas en honor a San Francisco Javier. A partir de aquí, las novenas se popularizaron enormemente, siendo acompañadas por ayunos, sacramento de la reconciliación, eucaristía, misas y nuevos propósitos de mejora en la comunicación con Dios, porque en definitiva novena es igual a oración.
Una novena bien dirigida es capaz de inquietar a la sociedad y envolverla en un caudal espiritual miraculoso. En todo caso, la novena siempre da frutos, su viento, con más o menos intensidad, acabará acariciando nuestro ramaje. Para comprenderlo hay que estar atentos a mensajes entreverados: una mirada, un suave movimiento, un pensamiento, un cambio casi imperceptible, etc. Estas cosas minúsculas pueden traer alguna respuesta. Las novenas no forman parte de la liturgia habitual, pero son como una mina escondida que nos pone en longitud de onda con el cielo. Cuando se hace una novena se busca la fuente de agua limpia. “Qué bien sé yo la fuente que mana y corre/ aunque es de noche”, escribía san Juan de la Cruz.
No olvidemos, para terminar, que las novenas deben cumplir cinco importantes premisas: humildad, confianza, perseverancia, oración y esperanza. Esperanza en la perfecta confianza en Dios. Y, esa esperanza es la que nos puede meter de lleno en la historia de la salvación//
El auge más notorio de las novenas aparece en los siglos XVI y, sobre todo, XVII, aparejadas al hundimiento de los Austrias, tras la paz de Westfalia. A partir de ahí, España presenta una cara triste y resentida. El hambre sube de Andalucía y se enlaza con la peste que baja de Castilla. Todo ello, coincidiendo también con la Contrarreforma, que fue la respuesta de la Iglesia Católica a la Reforma de Lutero. Ello, no obs-
D. Ovidio Álvarez Suárez Párroco de Santa Marina la Real y canónigo de San Isidoro
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¿Estamos para dar una respuesta? ¿Te resulta fácil dar una respuesta? ¿Tienes respuestas que dar en tu vida? ¿Es posible que, por todas las preguntas que te haces tú, o de las que te vienen de fuera, puedas sentirte abrumado? ¿Qué campo elegirías para dar una respuesta más confortable? ¿Nunca te lo has preguntado? ¿Desde donde pueden llegarte esas preguntas? En ellas has de dar una respuesta de tu identidad, de lo cual debes de tener una conciencia muy clara, para poder complacer y convencer. Tantas preguntas se nos acercan o adivinamos en el amanecer de cada día, que uno termina por convencerse que nos es completamente necesario el conocer todo aquello de lo cual tengamos que dar una respuesta a quién nos la solicite, o a quiénes, por nuestras formas de hacer, busquen en nosotros una correspondencia que nos manifieste una cara con una identificación determinada. Todos, mientras vivimos, estamos en esa etapa tan prolongada de nuestra vida en que tenemos que dedicar el tiempo “para conocer más” y así “poder decir mejor.”. Puede ser un eslogan muy interesante para todos: “CONOCER PARA DECIR”. ¿Nos creemos con un mensaje concreto y suficiente, capaz de ser transmitido para aquellos que nos miran y esperan de nosotros algo que llame la atención? ¿Te crees que, como hermano de la Cofradía, tienes la capacidad para llamar la atención y atraer a todos cuantos te miren? ¿Qué tienes que ofrecer? Quienes tienen la suerte, porque así lo han elegido, de mantener una referencia que encierra dentro de sí una gran profundidad, no suelen despistarse en su
camino y su mirada refleja lo que han querido llevar en su corazón. En un mundo que avanza, técnica y racionalmente a un ritmo de vértigo, los católicos, ponte tú en el hueco o espacio que tu querida Cofradía te concede, bajo esa condición, hemos de dar respuesta, no tanto a los interrogantes que la ciencia nos plantea (aunque también) sino, todavía más y mejor, dar un verdadero testimonio de lo que creemos y deseamos vivir. No nos conformemos con ser o pertenecer sino con vivir. Esa puede ser la mejor forma de responder y dar una imagen bella de tu Cofradía. Es aquí donde, a muchos católicos, hermanos de la Sacramental, nos ganan por goleada -no tanto porque no sepamos responder a muchos retos que la sociedad nos plantea- sino porque, en realidad, existe un desconocimiento o desinterés por aquello en lo que creemos o en Aquel que hemos tomado como rostro preferente y atractivo, o en Ella, Virgen de la Esperanza, que cautiva nuestras miradas y engendra tanto amor. Quédate con esta última pregunta. Si para la vida tenemos tantas respuestas... ¿qué ocurriría si te preguntasen ¿qué es para ti Jesús, nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, amparo de los leoneses? ¿Te da miedo tener que responder y confesar que el silencio, la timidez o el bloqueo mental y verbal sería tu única respuesta? Estamos para responder mejor. ¡INTÉNTALO! D. José Luis Olivares Canónigo Emérito del Cabildo de San Isidoro 27
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1. La Semana Santa es la mejor manifestación pública de la piedad popular, transparencia del amor de un pueblo que vive con un hondo fervor religioso la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. El Sábado de Pasión quitará el precinto y se abrirán las puertas del Cielo para ver a Jesucristo y a la Virgen Santa María recorriendo solemnemente las calles y plazas de nuestra ciudad leonesa durante ocho días. La Semana de Pasión la llevamos en lo más profundo de nuestras almas, así nos la transmitieron gozosamente nuestros padres y nuestros abuelos, movidos por la fe y el amor a Cristo y a su bendita Madre. Ese amor a Dios y a nuestra Madre de la Piedad quiero compartir especialmente con todos los actores que con esfuerzo generoso habéis recogido la antorcha encendida y año tras año fortalecéis la llama con piadosa dedicación. Yo quisiera que estas palabras movidas por el amor y esperanza, puedan repercutir a través de vuestro testimonio de cofrades en todos los rincones de nuestro pueblo cristiano; desde la más alta clase social hasta los más desfavorecidos, en los creyentes y en los que no lo son, en los marginados, en los privados de libertad, en los que conviven con la lacra de la droga, en los enfermos, en los que se sienten en soledad; también son nuestros hermanos. A todos ellos quisiera que llegara vuestro testimonio, para que fortaleciendo nuestra fe podamos tener la esperanza de conseguir un mundo más justo, más fraterno y más festivo. Que a nadie dejemos solo en la cuneta de la vida. Entre todos hemos de poder hacer un mundo más acorde con el Proyecto de Dios. 2. Sólo pretendo “acentuar” dos grandes experiencias: la alegría de la Pascua y el silencio ante la Cruz, que despierten con fuerza en quienes se acercan, con limpia mirada, a los bellos tronos que reproducen aquellos importantes acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. 2. 1. LA SEMANA SANTA ES FUENTE INAGOTABLE DE ALEGRÍA. No puede haber una alegría mayor y más profunda que la que brota de la vivencia personal de lo que significa para uno mismo y para la humanidad la Pasión y Resurrección del Señor. Alegría es una palabra que puede parecer extraña en el contexto de la Semana Santa; pero alegría es lo que san Juan nos dice que llenó el corazón de los discípulos cuando Jesús se apareció en medio de ellos enseñándoles sus manos taladradas y su costado traspasado. “Gran alegría” es lo que, afirma san Mateo, sentían las dos Marías cuando corrían a llevar a los discípulos la noticia de la resurrección que el ángel acababa de manifestarles junto al sepulcro.
Alegría es lo que sustituyó a la tristeza que vivían aquellos caminantes de Emaús la tarde de Pascua cuando Jesús se hace presente en el Camino. Todo ha cambiado ya para siempre. La tristeza se ha transformado en alegría. En una alegría nueva que nunca se había producido hasta ese momento. Una alegría distinta de todas las demás. Cuando san Lucas concluye su evangelio relatando la ascensión de Jesús, después de afirmar: “Él se separó de los discípulos” y añade que éstos, pese a esa ausencia del Maestro, “se volvieron a Jerusalén llenos de alegría”. Alegría es la gran palabra que corona todo Evangelio y que corona la Semana Santa. Una alegría profunda, inagotable; una alegría que ha llegado hasta nosotros porque la Iglesia nos la ha traído y que mana para siempre y para todos desde el sepulcro de Cristo vacío. Es la alegría plena del creyente que vive la honda convicción de que Jesús verdaderamente ha resucitado, que está vivo, que está aquí, que está ahora mismo con nosotros. Camina con nosotros. Es también la alegría de poder anunciar la redención de la humanidad, unida y vinculada a la resurrección de Jesús. Recordemos el Vía Crucis: “por tu santa Cruz redimiste al mundo”. Alegría porque la muerte de Jesús abre el perdón, la vida eterna, la felicidad plena, la puerta del Cielo para todo el que quiere entrar ¡Cómo no van a ser razones para nuestra autentica alegría, que contrasta con las falsas alegrías en las que tantas veces nos refugiamos! La historia de la humanidad tiene un antes y un después de Cristo. La historia cambió para siempre cuando hace dos mil veinte años, Jesús murió en la cruz por cada uno de nosotros y resucitó al tercer día, inaugurando una vida nueva, distinta, completa; una vida 28
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Alegria de la Pascua y Silencio ante la Cruz
hombres, donde Él aceptó humildemente que lo pusiéramos. Dios está en la cruz. El Dios encarnado, nacido de María. Dios está sufriendo en su piel, en su carne, en su propio cuerpo cada uno de los golpes que el mal asesta a la humanidad en cualquier lugar del mundo, atrayendo hacia sí todo el pecado del mundo. Dios está en cada vida truncada. En cada niño maltratado, en cada lugar donde el mal impone su poder, en cada violencia, en cada injusticia, en cada humillación de toda persona humana. ¿Por qué, Señor, permaneces callado?, preguntamos. Dios se nos ha acercado tanto que incluso hemos podido matarlo. Dios no calla porque esté lejos, Dios calla porque agoniza por nosotros. Dios guarda silencio por respeto a la libertad del hombre, y porque está muriendo por nosotros, para resucitar por nosotros. Nuestra libertad permanece intacta al precio de su vida, entregada libremente para la salvación de los hombres.
que Dios ha querido que sea también la nuestra. Lo ha querido sin que lo merezcamos, lo ha querido como un don, por pura bondad para con nosotros. ¡Amigos! os recuerdo, tenemos abierto el camino de la alegría. Tomarlo depende de nosotros 2.2. ELOCUENTE SILENCIO DE CRISTO EN LA CRUZ. Con frecuencia la alegría del cristiano parece chocar con la realidad de las cosas. Con la realidad del sufrimiento e incluso de la muerte. Con la realidad de la injusticia de tantos y tantos hechos cotidianos en los que no parece existir modo alguno de reconocer la presencia de Dios vivo: ¿Dónde está Dios cuando la vida humana es tratada con desprecio, hasta el punto de reconocer como un derecho la decisión de poner fin a la vida propia y a la vida de los demás? ¿Dónde, cuando la mentira parece triunfar sobre la verdad? ¿Dónde está Dios cuando la vida de un niño se pierde sin que ni siquiera se llegue a percibir su valor? ¿Dónde, cuándo las familias se rompen, cuando incluso se las ataca desde las instancias que debieran protegerlas? ¿Dónde está Dios cuando se le echa de menos, cuando se humilla al débil, cuando se pisotea la dignidad humana? ¿Dónde está cuando la historia escoge el camino equivocado, cuando hasta Él parece habernos abandonado? *Todas estas preguntas y otras muchas pueden concentrarse en el interrogante que formuló el Papa Benedicto XVI ante las puertas del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, hace unos años: “¿Por qué, Señor, permaneciste callado?” ¿Por qué, Señor, permaneces en silencio cuando tu obra se aparta de Ti? La respuesta a la pregunta sobre dónde está Dios mientras el hombre sufre, nos la proporciona la Semana Santa. Dios está en la cruz. Dios está donde lo pusimos los 29
Dios habla por medio de su silencio. En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo. La experiencia de la lejanía del Dios Omnipotente y Padre, que vive Jesús colgado del leño de la Cruz, le llevó a exclamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Después de la muerte de Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando “el Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían desde hace siglos” (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la voz de Dios colmada de amor por la humanidad. Si Dios habla al hombre en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación silenciosa que nos sumerge en la fuente del Amor y nos conduce hacia nuestros hermanos, para sentir su dolor y ofrecer la Luz de Cristo, su Mensaje de Vida, su Don de un amor infinito. Ojalá la Semana Santa del año 2020 nos ayude a vivir las dos grandes experiencias de la Alegría de la Pascua y el elocuente Silencio ante la Cruz Gloriosa de Jesucristo y comunicarla a los demás. D. Pascual Díez Escanciano Canónigo Emérito del Cabildo de San Isidoro
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Si Dios Quiere Se dice que murió un señor que era muy rico y poderoso, pero también bueno y caritativo. Dios se lo llevó al Cielo. Apenas había echado un vistazo a tantas maravillas, en las que ni siquiera había soñado, se encontró con un amigo que había muerto un mes antes. Después de un fortísimo abrazo, el recién llegado preguntó a su amigo: Oye, Manolo, ¿Ya has visto a Dios? Sí, le contestó éste. Verás: anda por ahí entre la gente y comparte con todos. Ayer estábamos un grupo sentados a una mesa preciosa comentando nuestras cosas y cada vez que se levantaba uno se despedía diciendo: hasta mañana si Dios quiere. Ya quedábamos sólo tres cuando se
levantó uno y dijo: hasta mañana si yo quiero. ¿Entendido? ¡Pues claro! Es una pena que una fórmula de despedida como esta vaya desapareciendo de entre nosotros a medida que el secularismo, paso previo al agnosticismo y ateísmo, vaya abriéndose camino en nuestro mundo. Soy un poco pesimista, lo reconozco, pero también soy providencialista y creo firmemente que pasará este aluvión de apatía e indiferencia religiosa, como pasa una tormenta de verano y las aguas limpias de la fe volverán a su cauce de tiempos pasados y mejores.
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Y ya que de chascarrillo anda la cosa, vengamos a otro del mismo tenor, que también este género literario tiene su valor didáctico y su moraleja.
quiere, que venga a buscarme, si Dios quiere”. Pues claro, claro. ¿Dónde podemos ir o qué podemos hacer sin contar con el beneplácito divino?
Para que nadie me tache de plagio, tengo que decir que la historieta que viene a continuación la he tomado de un librito de bolsillo, sólo 47 páginas, que escribió un sacerdote, párroco de un pueblo llamada Vedra en la provincia de A Coruña. Vamos allá. Un marido le dijo a su mujer a la hora de la cena: “ Mañana iré a la feria y compraré un burro”. La mujer le contestó: “ Mañana, si Dios quiere”. El marido insistió: “ Quiera Dios o no quiera, mañana iré a la feria y traeré un burro”. (Como el librito aludido es un alegato contra la blasfemia, aprovecho la ocasión para decir que la expresión del marido también entra en el catálogo de las blasfemias).
Una visión cristiana de la vida nos hace ver y entender que todo en la vida de cada uno está subordinado a la voluntad de Dios, que hasta tiene contados los cabellos de nuestra cabeza y no deja que caiga una hoja de un árbol sin su consentimiento. Qué bien encaja aquí aquello que se dice que dijo San Francisco de Asís: “Dos cosas hay en el mundo que no te abandonarán jamás; el ojo de Dios, que siempre te ve, y el corazón de la madre que a todas partes te sigue”. ¿No es cierto que todo esto vale para todos, incluso para los miembros de una cofradía penitencial de Semana Santa y también para el que esto deja escrito?
Pero ocurrió que cuando nuestro hombrecito iba camino de la feria tropezó en una piedra y cayó en un pequeño pozo que unos obreros habían hecho el día anterior para sacar arena para una obra. El resultado, una pierna rota. A un vecino suyo que también iba a la feria le rogó: “ Si Dios quiere, vuelve a mi casa, si Dios quiere, y dile a mi mujer, si Dios
D. Telmo Díez Villarroel “Presidente de la Comisión de control del Instituto para la Sustentación del Clero”
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Ser Papon ser Laico y ser Misionero LAICOS COMPROMETIDOS El fin de semana del 14 al 16 de febrero se celebró en Madrid un congreso organizado por la Comisión de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal. Para muchos no tuvo ningún eco y nunca oirán hablar de ello, pero bajo el lema «Pueblo de Dios en salida» se reunieron más de dos mil personas laicas para hablar de su misión en la iglesia. A veces se dice que los laicos son los segundones de la Iglesia, pero eso no es así. La labor de los laicos no solo se reconoce ahora en este congreso, ya en la constitución Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II se afirma que los laicos «ejercen en la iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde», «el carácter secular es propio y peculiar de los laicos», «están llamados para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangelizador, contribuyan a la santificación del mundo desde dentro a modo de fermento» (LG 31) y concluye «lo que el alma es en el cuerpo, eso han de ser los cristianos en el mundo» (LG 38). Hoy la Iglesia se hace más consciente de esta fuerza que somos los laicos y que debe volver a la pureza de los orígenes, que se caracterizó por la presencia de los laicos en la evangelización de los pueblos y en la extensión del cristianismo. Pero esto no es algo casual, no es un accidente en nuestra vida. Dios nos ha llamado. El laicado es pues una vocación, somos llamados a trabajar, desde nuestro día a día, en la misión evangelizadora de la Iglesia. La misión «no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí
mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar» (EG 273). El papa Francisco nos dice que la fuente de esta misión es nuestra memoria agradecida de Cristo que queremos compartir. Es absurdo que queramos conservar para nosotros esa alegría que procede del Evangelio. Como también es absurdo que queramos comunicar algo que no hemos sentido. El propio papa reconoce que solo se comienza a ser cristiano a través de un encuentro que da un nuevo horizonte a nuestra vida. Recibimos el don de la fe, pero si no se cuida, si no hay un discernimiento o una conversión personal, ese don se aletarga en nuestro corazón. Ese encuentro, ese despertar podemos hallarlo en la contemplación de la naturaleza. O podemos descubrirlo en el esfuerzo comunitario de pujar un trono por las calles. Incluso rezando al paso de la Virgen de la Piedad y del Milagro.
UN NUEVO PENTECOSTÉS Es el momento de poner en juego nuestros talentos, de volver a hacer brillar la vocación de los laicos, de hacer que los laicos seamos protagonistas de la misión salvadora de la Iglesia, no sólo los actores de reparto. Pero hemos de estar atentos a algunas distorsiones que pueden ensombrecer nuestro mensaje. Son “virus” que nos afectan a todos. El “virus” del clericalismo; que nos hace creer que toda la vida de la iglesia está solo a cargo de los sacerdotes. El “virus” de la autoreferencialidad; que es como aquella cofradía que solo admite la contemplación de sus pasos por los hermanos y en su capilla, que no sale de la comodidad de su entorno. El “virus” de la mundalidad; de dejarnos convencer por la sociedad a la que le puede gustar que nuestros tronos procesionen junto a la carroza de los reyes magos, perdiendo toda trascen33
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El primer anuncio. El primer anuncio somos nosotros mismos: nuestro testimonio de vida. Hacernos presentes en nuestro entorno, disponibles para escuchar y acompañar anunciando con lenguaje adecuado y con creatividad. Nuestra parroquia, nuestro trabajo, nuestra cofradía como elementos principales de este anuncio gracias a nuestro testimonio diario de vida. Acompañamiento. Una actitud pastoral básica. Todos debemos ser acompañados en el proceso de nuestra fe, especialmente los jóvenes y los matrimonios, favoreciendo el discernimiento de nuestra propia vocación. El acompañamiento requiere comunidades de acogida cercanas y de trato personal. Nuestra cofradía puede ser uno de los cauces que nos ayude a integrar en nuestra vida el mensaje del evangelio si permanece abierta, atenta y acogedora.
dencia, todo mensaje, procesionando por procesionar. Este renovado pentecostés es el impulso de una iglesia nueva, lista para salir, atenta a las necesidades de todos. Una Iglesia misionera basada en la sinodalidad, la corresponsabilidad y la comunión. La sinodalidad que implica caminar juntos, atentos siempre a lo que dicen todos, a la participación y el discernimiento. Una iglesia corresponsable en la que se valore el papel que cada uno —hombre o mujer, laico o consagrado— desarrolla. Una iglesia en comunión, que integra cada carisma y en la diversidad se fortalece.
LAS ACTITUDES El Espíritu Santo es el que nos mueve a la conversión y nos envía a la misión, el que nos acompaña y mantiene viva nuestra fe. Si queremos ser sal y luz de nuestro entorno debemos saber que es importante: • Anunciar el evangelio sin descanso recordando a todos las tres verdades: Dios te ama, Cristo te salva, el Espíritu da la vida y te acompaña en esa vida. • Estar cerca de la gente. «La misión es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo por su pueblo» (EG 268).
Procesos formativos. La formación como elemento básico del cristiano, desde la infancia hasta la madurez, con el laico como protagonista. Formación permanente sobre los sacramentos y la doctrina social de la iglesia. Para la correcta vivencia y cimentación de nuestra fe es importante que nuestra cofradía, como grupo de referencia, nos aporte esa formación constante. • Dialogar y encontrar para conocernos y amarnos. No podemos transformar la vida de nadie si no nos acercamos y hablamos con él. • Ser una iglesia de puertas abiertas y puentes tendidos, siempre atenta a los que buscan. Nosotros ofrecemos nuestra luz, estímulo y aliento. • Vivir desde la oración y los sacramentos. No seremos capaces de afrontar este reto sin la fuerza de la oración y la energía de los sacramentos. • Salir a las periferias, poniéndonos en camino con actitud humilde para acoger y caminar juntos. • Tener como prioridad a los pobres, con nuestra cercanía y alimento. • Cuidar lo pequeño. Para llegar a lo grande hay que ir a pequeños pasos. Y para conseguirlo todo hace falta alegría, escucha y empatía
UN CAMINO DE CUATRO CARRILES El congreso ha marcado cuatro propuestas, cuatro caminos para el futuro: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública. Representan el camino natural de nuestro proceso de fe y son a la vez la tarea que se nos encomienda.
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Presencia en la vida pública. Si el laico se realiza en el mundo, esta presencia en la vida pública es connatural a su misión. Es importante establecer y normalizar procesos de diálogo con la sociedad civil y con la ciencia. Debemos fomentar, formar y cultivar nuestra presencia en la calle, nuestra participación en la vida pública y política, aprovechándonos de nuestra riqueza asociativa.
SOMOS LOS ELEGIDOS En este momento somos conscientes de nuestra vocación de laicos. Alegres por haber sido elegidos, valiéndonos de nuestras virtudes y nuestras debilidades, adecuadamente formados, reforzados por la oración y guiados por el Espíritu, debemos ser capaces de descubrir nuestro papel, nuestra misión y llevarla a fin con alegría y en comunión con todos. Pero al final nos quedará una conclusión: este nuevo Pentecostés, o lo hacemos los laicos, o no se hará.
D. Luis Miguel Álvarez Domínguez Presidente del Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna de León
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Diez sugerencias a un adorador eucaristico Como uno ya es un poco mayor, o viejo, como queráis, tiene que aligerar el baúl de recuerdos y de papeles guardados en otros momentos, con mucho cariño, me topé con este decálogo, que ofrecí a los hermanos del turno 30, en la vigilia del mes de julio del año 2004, y ahora que, después de 40 años de adorador nocturno, se ve uno obligado a arriar velas, los ofrezco a la revista ABBA con la sana ilusión de que puedan hacer mucho bien a los futuros jóvenes adoradores. Un abrazo y una oración, Carlos Santos. 1. ¡MOTÍVATE! Ten muy claro un motivo para tu momento de adoración: «El Señor está ahí y te llama». La Biblia nos dice que Dios tiene sus delicias tratando con nosotros. San Juan de la Cruz asegura que, aún esos ratos de oración débil, «los tiene Dios en mucho». No busques mejor motivo... 2. ¡DESCÁLZATE! Cuando uno visita «Tierra Santa» te dicen: Aquí nació Jesús, aquí hizo tal o cual cosa, aquí murió... desde aquí subió a los Cielos... Ante el Sagrario o la Custodia tu fe te dice: «Él está aquí...». Por eso recuerda lo que Dios dijo a Moisés al entrar en su presencia: «Descálzate porque el lugar que pisas es santo», Ante la Eucaristía... Descalza tu cuerpo: Cuida tu postura, relaja tus músculos, aquieta tu respirar. Descalza tu mente: Recoge tus sentidos, recuerdos, afectos, etc. Descalza tu espíritu: «Sólo los limpios de corazón verán a Dios» ... 3. ¡ESCUCHA! Eres orante en la medida que eres buscador y escucha de tu Dios. Está en cada criatura. Está en cada acontecimiento. Está en su Palabra. Está, sustancialmente, en su Eucaristía. Tu escucha ha de ser... «contemplativa». Esto es, todo lo has de buscar, con «paz», con «amor» y con «espíritu de fe». Reconociendo que sólo descubrimos lo que el Espíritu nos muestra. 4. ¡DIALOGA! (Comulgas) Con un Dios «cercano». Nunca como en la Eucaristía Dios es Emmanuel. Con un Dios «alimento». Tu camino es duro y largo. En más de una ocasión dices que «no puedes más». 35
Con un Dios «compartido». Por todos cuantos comemos ese mismo Pan o bebemos esa misma Sangre. Si Él se partió y repartió por el bien de todos, también tú debes partirte y entregarte por los demás... Con un Dios «oculto». Pese a su «real Presencia», la Eucaristía sigue siendo «Misterio de Fe». Sólo en la medida en que -con la fuerza del Espíritu-logres contemplar a Dios tras de esas apariencias de pan y vino, lo contemplarás al trasluz de cada hecho de vida. Es, en fin, el Dios «que vino» y el Dios «que vendrá». Y por ello, no puede haber recuerdo ni esperanza que no puedas proyectar en la blanca pantalla de una Hostia consagrada. 5. ¡ADORA! La «adoración» es la cima de toda modulación orante. Tanto, que sólo a Dios podemos y debemos... «adorar». La actitud adoradora parte de una radical y sincera «humildad». Se manifiesta en una inefable sensación de «asombro». Esto es, en una especie de estremecimiento del alma ante la grandeza de Dios y las maravillas que ha hecho y hace sobre todos y sobre mí. Se polariza en un tipo de oración que es: teocéntrica, entusiasta, desinteresada y por lo mismo, pura alabanza divina. Y puede proyectarse en determinados gestos (genuflexiones, postraciones, brazos y manos recogidos o elevados a lo alto, etc.) 6. ¡CALLA! (importancia del silencio) ... “yo le miro y Él me mira...
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7. ¡AGRADECE! Tras de una experiencia adoradora, sólo puede saltarte una palabra entre el corazón y labios: ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Señor! Gracias por... No olvides que el coeficiente de tu gratitud marcará el de tu «saberte amado de Dios»: Base de toda vida de fe. Agradece, sobre todo, su don de la Eucaristía. 8.¡INTERCEDE! Como Moisés un día; como el mismo Cristo más tarde; todo adorador tiene que asumir ante el Señor un rol sacerdotal ineludible. Y unas veces harás de altar. Y otras te tocará ofrecerte como víctima. Y siempre como puente entre Dios y los hombres. Por todo ello, no finalices nunca tu momento de adoración sin presentar al Señor las intenciones de su Vicario, las de quienes se han acogido explícitamente a tu oración, las de tu prelado diocesano, las de todos los hombres de buena voluntad. Pide, en fin, sintonizando con las alegrías y dolores de toda la Humanidad. 9.¡ENTRÉGATE! Si toda oración ha de concluir en compromiso, mucho más la «adoración». En efecto, «los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad», dice san Juan. En espíritu, esto es, ofreciéndose por entero a Aquel a quien adoras. En verdad. Sin quedarse mirando al cielo; embobados ante la grandeza y maravillas divinas. 10. ¡VIVE! ¡Salta continuamente de la adoración a la vida y de ésta a aquélla! Lo conseguirás si... Ves a Dios en. todas partes... Lo estimas sobre todas las cosas... Lo ves como meta de todos tus caminos y objeto de todos tus deseos... Lo sientes como algo muy cercano y... Concibes tu vida como un ir gritando: «¡Qué admirable, Señor, es tu nombre en toda la Tierra»!
D. Carlos Santos Vega Consiliario desde el 30 de noviembre de 1997 hasta el 30 de octubre de 2019, del turno 30 de la Adoración Nocturna de León organizado por la Cofradía bajo la advocación “Nuestro Padre Jesús Sacramentado”
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Las Cuatro Semanas Santas Podríamos dedicar, en este artículo para nuestra revista, un tiempo para hablar, de que hay cuatro 'Semanas Santas'. Dejando aparte la Semana de quien contempla estos días como jornadas de vacaciones, para viajar y para descansar, la de los espléndidos folletos de turismo que todos conocemos. ESTÁ ANTE TODO LA SEMANA SANTA DE JESUS: LA PRIMERA DE TODAS, la última Semana de Jesús en la tierra de los hombres. Es la Semana Santa de verdad, la que nunca perderá su fuerza y su sentido, sino que será y es la fuerza y el sentido de todas las demás. Aquellas procesiones, las primeras de todas, aquellos pasos de aquellos pies, y aquella sangre de aquellos días, han enderezado para siempre los caminos y los pasos de la Humanidad, y han lavado y ahogado las culpas de los hombres. A ella se referirán todas las demás Semanas Santas de todos los lugares y de todos los tiempos. Y si de ella no viven y si su fuego no alienta, malos pasos seguirán. Junto a esta Semana Santa de Jerusalén, está LA SEMANA SANTA DE LOS TEMPLOS. La de todos los templos, las de nuestras parroquias. Es la Semana Santa de las celebraciones litúrgicas, la que se hace memoria viva en el corazón de los cristianos, Palabra y ceremonia. Palma y grito de júbilo, oraciones y celebraciones de los labios, del corazón, y de la vida.
Ésta es la Semana Santa de los templos que puede quedarse en rito de cantos repetidos, en simple eco de cosas olvidadas, puede ser lamento o aleluya de los labios, y no del corazón y de la vida. Puede quedarse en cumplimiento sin hermandad y sin compromiso. Pero aquellos que recuerden y acojan a Jesús, no podrán pasar sin ella, no podrán vivir sin caminar de la Palma, al Jueves Santo de la Eucaristía o al Viernes Santo del dolor y la entrega, para llegar al Aleluya de la Resurrección. Será el mismo Señor quien nos recuerde que no es bueno quedarse tras los bancos, que hay que salir, que hay que dejar el amparo del templo para llevar a la calle, al hogar, a la escuela, al hospital, al taller, o la oficina, el Amor y la Paz que son su gesto. Y siempre con la mano en la mano del hermano, para saber, sentir y recordar que todos somos hijos de Dios y que Cristo ha entregado su vida por todos nosotros. Y ESTÁ LA SEMANA SANTA DE LAS CALLES. La de los penitentes anónimos, los nazarenos del capirote y la túnica, la de los tronos, las luces, las flores, las filas en la acera, la del costalero de paso acompasado al vecino. Es la Semana Santa de las Imágenes sangrantes o dolidas, compasivas y condolientes, es el Cristo crucificado, el Nazareno, y la Virgen de los Dolores, o Virgen del Amor y de la Esperanza, y la de la Piedad. Es la Semana Santa de las bandas de cornetas y tambores, y de las agru-
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paciones musicales, que con sus músicas ayudan a llevar el paso firme. Es la Semana Santa de los cirios encendidos y los pasos bailando. La de las emociones de anónimos viandantes, que al pasar cruzan sus ojos con el mirar de los ojos que miran de lo alto, los ojos de Jesús y de María que desde arriba del 'paso', nos buscan a cada uno. Es la Semana de los Pasos y el Sermón de la Siete Palabras, de la procesión de Ramos o la del encuentro del día de la Resurrección. Ésta es la Semana Santa de las Cofradías en sus calles. Y nadie debería buscar con tanta pasión como el ser por estas calles una catequesis viva, un anuncio del Evangelio en imágenes y de personas creyentes. PERO ESTÁ ADEMÁS LA SEMANA SANTA DEL MUNDO, con sus Procesiones y sus itinerarios, los que marca el hambre, la enfermedad, la guerra, la persecución, la falta de trabajo, la explotación, la violencia de género, la injusticia. Sus vestidos no son sedas, ni rasos ni brocados. Sus bocamangas no lucen calados, ni encajes. Sus colores son sólo el rojo de la sangre y el negro del cansancio, y a veces, muchas veces, el negro de la muerte. Los títulos son los mismos que los
de las Imágenes que surcan nuestras calles: Traición y Prendimiento, Negación y Caída, Agonía y Sepulcro, Angustias y Dolor, Amargura y Soledad. Y hay también Misericordia y Esperanza, Paz, Hermandad, Encuentro y Consuelo. Y no sabremos nunca -a veces ni queremos ni hacemos por saber- los 'pasos' de otros 'Cristos' que sufren a nuestro lado. Hay muchas Semanas así, son Semanas Santas de más de siete días, de más de 365, de todos los días, de todas las semanas, de todos los años. Hay muchas Semanas Santas, muchas Procesiones y muchos itinerarios de dolor y amargura, que se nos invita a tratar con acogida, con cariño y con misericordia. No quiero separar ninguna de las cuatro. La Semana Santa de las calles, la de las Procesiones, no puede tener otra referencia que la Semana Santa de Jesús en Jerusalén, y no puede prescindir de la Semana Santa de los templos, la de las celebraciones, que es la que realmente hace presente hoy aquella de Jesús. Pero tampoco puede olvidar la Semana Santa de los sufrimientos de los hombres y mujeres de hoy, sino para ganar en
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sensibilidad y en iniciativas de solidaridad, cercanía y ayuda. He creído que mi palabra y mi aliento no debía hacer otra cosa que animar a buscar la verdad de cuanto hacemos, animar a ser protagonistas, testigos, no mirones que ni entienden ni quieren entender. He querido ayudarles a recordar, a mirar, a oír, a leer, a orar: en la historia, en el culto, en la calle, y en el suelo. Yo no he dicho nada nuevo. Oigamos todos juntos el Pregón, el anuncio que nos hace el mejor Pregonero, Jesucristo: "Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los Profetas escribieron del Hijo del Hombre: será entregado en manos de gentiles, se burlarán de él, será insultado; después de azotarle le matarán. Pero Al tercer día resucitará para darnos Vida y Esperanza".
D. Juan Jesús Fernández Corral Párroco de La Robla y Canónigo de San Isidoro
“La ciencia que el oído percibe, derrámala por la boca. Agranda aún más la sabiduría compartiéndola con otros." San Isidoro de Sevilla
“HISTORIA Y ARTE” 39
Foto:Fernando Ruiz Tomé ©Museo san Isidoro. Real Colegiata de san Isidoro
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La excelente vinculación del Ayuntamiento de León con las prácticas religiosas cuaresmales, está acreditada en el acuerdo tomado el 6 de abril de 1514 por los ‘Señores Justicia y Regimiento’. Casi dos siglos después, la publicación del ‘Libro de Políticas Ceremonias’, obra del Marqués de Fuente Oyuelo, fechado en 1693, dejaba establecido por escrito aquello que “pendía de la memoria”, es decir, el protocolo de la municipalidad legionense. Dicho opúsculo, en el capítulo XXXII, y en relación con el asunto que nos ocupa, dice al respecto: ‘Un mes antes de la Cuaresma elige la Ciudad por nombramiento un Caballero Regidor, a cuyo cuidado está encargar los sermones que se le predican en aquel santo tiempo todos los miércoles y viernes de él, menos los de la Semana Santa, procurando sean los mejores que hubiere, y hacer poner un estrado para las Señoras que quisieren oírlos (...) y se advierte que estos días, Frontal, Casulla y Paño de púlpito son de la Ciudad y con sus Armas’. Hasta bien avanzado el siglo XIX, los miércoles y viernes de Cuaresma, y, desde luego, el Miércoles de Ceniza, nuestro Ayuntamiento asistía ‘en forma de ciudad’, con los cuatro maceros, a los sermones de penitencia en la iglesia de San Marcelo; luego, el Domingo de Ramos, a la ceremonia, propia del día, en la Catedral, tal como lo hace hoy; el Jueves Santo, de tarde, con varas, pero sin maceros, a la procesión de la Cruz, y, como aún en nuestros días puede comprobarse, el Viernes Santo, a la procesión del Santo Entierro de Cristo. En el ámbito puramente eclesiástico, famosos y muy concurridos fueron los “Misereres” de San Martín, así como los “Vía Crucis”, que, organizados por los PP. Capuchinos con la colaboración de la Venerable Orden Tercera, se iniciaban en el Convento de San Francisco el Real, y seguían por el “Túnel”, hoy calle de Covadonga, hasta la Barbacana del Bernesga, actual Papalaguinda. Los religiosos del Serafín de Asís portaban los atributos de la Pasión y se sometían a edificantes ejercicios de piedad, en consonancia con el fervor que embargaba sus almas. Ahora bien, siempre fueron muy celebradas las funciones vespertinas que todos los domingos de cuaresma se oficiaban en la Real Colegiata de San Isidoro, que, como se sabe, goza, desde tiempo inmemorial, del augusto privilegio que supone la exposición perenne del Santísimo Sacramento, gracia singular de la que sólo disfrutan en España la Catedral de Lugo y la iglesia isidoriana. Dichas funciones comenzaban tres días antes del Miércoles de Ceniza, con la celebración del solemnísimo “Triduo de las Cuarenta Horas”, que comenzaba, a las cinco y media de la tarde, con la estación al Santísimo Sacramento. Luego, himno y rezo del Trisagio de la Santísima Trinidad, “a toda orquesta”, que “contra el poder infernal es auxilio poderoso y, en este mar proceloso, puerto en que cesa el quebranto […] de la muerte repentina, del rayo exterminador, de la peste y del temblor, libra esta oración divina; ella la mente ilumina y disipa nuestro llanto […] Es el iris que se ostenta precursor de la bonanza. Es áncora de esperanza. Es la deshecha tormenta. Es la brújula que orienta al tender la noche el manto”. Con antífonas
La ciudad de Leon y el tiempo de Cuaresma 40
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de esta singular belleza, impetraban los fieles asistentes la protección del Cielo. Seguía el Sermón, pronunciado por oradores sagrados de reconocido prestigio y contrastada solvencia. Finalmente, el obispo de la diócesis impartía la bendición con el Santísimo Sacramento, acabando con motetes a Jesús Sacramentado. Con su Divina Majestad, el tercer día, se organizaba una procesión dentro del templo, portando hachas encendidas los capitulares de los Cabildos de la Catedral y de San Isidoro. Por su parte, otros sacerdotes y seglares llevaban velas. A la conclusión su Señoría Ilustrísima, dicho a la vieja usanza, daba la bendición con el Santísimo. En la referencia de donde hemos tomado estos datos, [Boletín del Clero del Obispado de León, nº 10, de fecha 7 de marzo de 1878], se dice también: “El Prelado [D. Saturnino Fernández de Castro y de la Cotera, (1875-1883), que fue luego Arzobispo de Burgos] aconsejó muy encarecidamente que se asistieran a la explicación de la Doctrina y al sermón que habría en aquella iglesia en los Domingos de Cuaresma, anunciando que él sería el primero que subiría a la Cátedra del Espíritu Santo, Dios mediante, en el domingo próximo”. “Cuarenta Horas” es el tiempo que se estima que permaneció en el sepulcro el cuerpo muerto de Cristo, Nuestro Señor. La iniciativa de consagrar dicho período temporal a la adoración del Santísimo expuesto durante los días de Carnaval, partió de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán. A raíz de los atenta-
dos herejes contra Jesús Sacramentado, el papa Clemente VIII, mediante la Encíclica “Graves et Diutarnae”, de fecha 25 de noviembre de 1592, transformó la práctica de las “Cuarenta Horas” en adoración perpetua al Santísimo Sacramento expuesto en el altar. La fundación de la Adoración Nocturna se considera que tiene su antecedente más lejano en esta piadosa práctica. En nuestra ciudad, el 4 de marzo de 1889, Domingo de Carnaval, un grupo de caballeros católicos leoneses, reunidos bajo la presidencia de Luis de Trelles y Noguerol, fundador del Centro Eucarístico de Madrid, ofrecieron al Señor las primicias de su adoración y desagravio y acordaron solemnemente fundar una Sección de la Adoración Nocturna en León. Para ello, contaron con la previa autorización del prelado legionense, que a la sazón lo era D. Francisco Gómez-Salazar y Lucio-Villegas, quien ocupó la Silla de San Froilán desde el 9 de septiembre de 1886 hasta el 12 de noviembre de 1904, fecha en que cesó, voluntariamente, por motivos de salud. Gómez-Salazar fue, pues, el último obispo de León del siglo XIX y el primero del siglo XX. El acta de constitución de la Adoración Nocturna de León dice que “los adoradores nocturnos repartidos en dos turnos comenzaron a practicar su instituto. Asistieron al primer turno 30 socios y fueron éstos favorecidos con la presidencia de honor de varios sacerdotes, entre los que se halló en ambas vigilias, el Ilmo. Sr. Magistral de la Iglesia Colegiata de San Isidoro [D. Alejandro Rodríguez Meana]… La segunda vigilia se hizo al día siguiente, con igual número de socios”. Así 41
nació en nuestra ciudad esta obra benemérita, fundada por aquel caballero andante de la Eucaristía, Luis de Trelles Noguerol, que llegó a fundar más de 14 secciones en España. Como indiqué antes, después, todos los domingos de Cuaresma, en funciones vespertinas también, y a la precitada hora de las cinco y media de la tarde, se llevaban a cabo los ejercicios siguientes. Primero, Estación y Santo Rosario; luego, durante treinta minutos, explicación de un punto de la doctrina cristiana y canto de la Salve. Finalizada ésta había sermón. Con el cántico “Perdón, oh, Dios mío”, concluían los actos. Los fieles que asistían a estos ejercicios obtenían indulgencia plenaria, confesando y comulgando durante ellos. Y el pastor diocesano concedía además “cuarenta días de indulgencia por asistir a la explicación doctrinal y otros cuarenta por oír el Sermón”. Hasta aquí, unas pinceladas acerca de la vida de la ciudad de León en el siglo XIX. Actualmente, durante el santo tiempo de Cuaresma, las funciones dominicales, en sesión vespertina, siguen celebrándose con igual solemnidad en la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, de las cuales, tal como decían entonces las crónicas de la época, “siempre se pueden esperar los mejores frutos”. D. Máximo Cayón Diéguez Cronista oficial de la ciudad de León
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Nuestro paso titular testigo de la historia La Virgen de la Piedad y del Milagro
La Virgen de la Piedad y del Milagro sale de la Basílica de san Isidoro cada sábado de pasión portada por 60 braceros y braceras con túnica azul para recorrer las calles leonesas. A pesar de que en el ideario popular triunfa la “Pietá” del Vaticano realizada por el indiscutiblemente genial Miguel Ángel, las representaciones de la Madre con su Hijo muerto en el regazo nacen en los conventos femeninos del valle del Rin en el siglo XIV. Esta iconografía se denomina “Vesperbild” aludiendo al rezo de las vísperas del Viernes Santo, hora canónica en la que se recuerda a Cristo muerto, descendido de la cruz y puesto en brazos de su madre. Desde allí se propagará a lo largo del siglo XV a través de diversas vías, por un lado, gracias a las ilustraciones de los libros como el Libro de las muy ricas horas del duque de Berry; por otro, a través de las cofradías de Nuestra Señora de la Piedad, muy populares en territorios franceses; También influyó principalmente la crisis espiritual que trajo consigo el denominado Cisma de Occidente (1378-1417) y el movimiento de artistas que dio origen al estilo gótico internacional. En León proliferarán estas representaciones con la llegada de estos maestros en el último tercio del siglo XV y tendrán su etapa de máximo esplendor a lo largo del siglo XVI dentro de la estética barroca, en que cobrará fuerza esta representación de la muerte de Cristo y de su sufrimiento humano. Por esta razón se incluirán en el arte funerario. Precisamente a este periodo pertenece nuestra escultura. Así, en esta Piedad se representa a la Virgen, coronada como reina, en posición sedente con una túnica roja cubierta totalmente con su manto y bajo él, una blanca toca que no nos permite ver sus cabellos. En su regazo encontramos a Cristo que yace muerto y es sostenido por la Virgen que pasa su brazo por debajo de su pesado cuerpo. El sufrimiento de Cristo queda patente con las heridas de costado, rodillas, pies y manos que se representan sangrantes. La muerte se manifiesta en el hieratismo de su rostro y sus extremidades, así como en la lividez de la cara que es casi azulada. La escultura mantiene una pronunciada diagonal con la cabeza caída hacia atrás que incrementa el dramatismo. La tristeza de la Virgen, en posición mística, se pone de manifiesto en la mirada baja y perdida que muestra un dolor íntimo, así como en las lágrimas que abiertamente corren sobre sus mejillas, cuya belleza se resalta con su rostro perfectamente pulido. Esta tipología de Piedad enlaza con otros modelos existentes en la región como la Piedad de Valdemora, en la que Cristo se estira en diagonal hacia el lado opuesto
de la rodilla que le sirve de apoyo, así como con otras esculturas realizadas por Juan de Juni y Gregorio Fernández. Esta imagen mariana no aparece ni en la Biblia ni en los evangelios apócrifos. Tiene su germen en el texto del evangelista san Lucas cuando refiere la presentación del niño en el templo y Simeón le dice a María “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones” (Lc 2, 35). En el siglo XI san Anselmo de Canterbury y san Bernardo de Claraval incluyen la devoción de la Dolorosa en la literatura mística que derivará en varias representaciones iconográficas entre ellas, en la Piedad. Otros autores se sumarán a esta corriente como el franciscano Jacopone de Todi que incluirá los “Stabat Mater” en los 42
breviarios de la pasión; las Meditationes Vitae Christi, textos devocionales atribuidos a san Buenaventura, las Revelaciones de santa Brígida de Suecia o el “Planctus Mariae” del cisterciense Ogiero de Locedio, entre otros. Todos ellos buscan, en las emociones que ella padece, así como en su indescriptible dolor, una manera para llegar al corazón de los fieles. La escultura objeto de nuestro estudio, guarda relación iconográfica con otras obras que se encuentran en el Museo de la Real Colegiata de san Isidoro, como un pequeño portapaz en que se representa una Piedad decorada con pilares y cresterías, bajo una capilla gótica con arcos, botareles, ventanas y asa. Esta pequeña pieza fue donada a la Colegiata por Juan de León con anterioridad al año 1509, siendo realizada por el gran orfebre Enri-
que de Arfe, también llamado Enrique de Colonia y guarda similitudes con la que este maestro realizó para la capilla real de Granada. El modelo emparenta con la Piedad de la Iglesia de Nuestra Señora del Mercado con el rostro de Cristo vuelto hacia arriba y cuyo cuerpo se acomoda a la curvatura del regazo de la Madre, quien le mira fijamente. También enlaza con la escultura de la Virgen de las Angustias, datada entre 1715-1720, también en el Museo de san Isidoro, realizada por Juan Alonso Villabrille y Ron, un escultor barroco español, que destaca por el por el virtuosismo en la talla y el alto grado de realismo. Con su postura y la delicadeza de sus rostros busca la expresión, transmitir los sentimientos y las emociones. Pudo llegar aquí como una donación del abad Fernando Ignacio de Arango y Queipo. Esta escultura nos recuerda a la Virgen de las Angustias de Juan de Juni, pero con los brazos extendidos acentuando la expresividad. Por último, tiene relación con la pintura de la cámara de doña Sancha situada sobre el Panteón Real, cuya escena principal es una crucifixión en la que encontramos una “deésis”, Cristo crucificado entre la Virgen y san Juan. La Virgen desmayada por el dolor que tiene sobre ella una filactelia que señala: “O Fili mi dvlcissime qve ficisti que cavsa mortis tue hevme”. El texto que acompaña a las imágenes guarda relación con el profeta Jeremías cuando en el libro de las Lamentaciones 1,12 recoge " Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor ", palabras que se atribuyen a la Virgen María en la piedad popular.
de Castilla y don Pedro el rey de Aragón. Durante el mismo, las tropas enemigas tomaron Puente Castro y los leoneses consultaron a santo Martino sobre si podrían resistir. Este relato se confunde con una leyenda que señala como en aquel año de 1196, la Virgen de la Piedad de la ermita situada en el barrio de san Esteban, perteneciente al monasterio de san Isidoro, sudó sangre, lo que santo Martino interpretó como la señal de que se acercaba una encarnizada lucha, pero que los enemigos no pasarían de Puente Castro.
Esta frase, que sirvió a los monjes de la colegiata para la meditación sobre los dolores de la Virgen, la encontramos también en la talla de Nuestra Señora del Camino conocida como “Virgen del Camino”, pues esta es la frase que recorre su peana. Se trata de unas palabras que se referían a Cristo, pero a partir del Siglo XV se comienza a atribuir a la Virgen María y, en este caso, a los peregrinos del Camino de Santiago y por extensión a todos los cristianos que atraviesan momentos de dolor.
Así el santo profetizó que la ciudad de León no sería tomada gracias a la mediación de san Isidoro. Efectivamente lo que ocurrió fue que el rey Alfonso VIII al recibir noticias de que Castilla estaba siendo atacada, levantó el cerco de León para ir a defender sus territorios. Cuenta la leyenda que, a raíz de este milagro, la imagen de la ermita fue llevada a san Isidoro.
Por ultimo no podemos dejar de analizar el sobrenombre de “Virgen del Milagro”. La historia enlaza con un manuscrito muy apreciado en la Edad Media “Los Milagros de san Isidoro” que fue escrito en latín en el año 1223 por el canónigo de san Isidoro, don Lucas de Tuy. De este manuscrito el archivo capitular de san Isidoro conserva hoy tres copias datadas en el siglo XVI y una versión llevada a cabo por otro canónigo de san Isidoro, fray José Manzano editada en Salamanca en el año 1732 bajo el título "Vida y portentosos milagros del glorioso san Isidoro, Arzobispo de Sevilla".
Aunando la historia y la leyenda, siglos más tarde esta venerada escultura, que goza de gran devoción en la Basílica y que tiene la iconografía de la Piedad, es denominada por los leoneses como la Virgen de la Piedad y del Milagro. Dra. Raquel Jaén González Directora técnica del Museo san Isidoro de León Real Colegiata de san Isidoro
BIBLIOGRAFÍA
En el libro de Lucas de Tuy (capítulo LXXI) trata “De cómo la ciudad de León se defendió por consejo y revelación de santo Martino, que no la tomasen los reyes de Castilla y Aragón, que la tenían cercada”. La versión de Manzano relata este mismo episodio en el capítulo XV “Prosigue la misma materia de el capítulo antecedente y se da cuenta de otros milagros, que Dios obró por su siervo”, en referencia a los milagros obrados por santo Martino. Ambos textos relatan el asedio a la ciudad de León efectuado por don Alfonso VIII
GÓMEZ MORENO, Manuel, Catálogo Monumental de la Provincia de León, León 1979. GÓMEZ RASCÓN, Máximo, Iconografía de la Piedad en la diócesis de León, León, 2006. HERRÁEZ ORTEGA, María Victoria, Enrique de Arfe y la orfebrería gótica en León, León, 1988. LUCAS DE TUY, Milagros de San Isidoro, edición facsímil, coordinación editorial Jose Manuel Martinez Rodriguez, traducción Juan de Robles (1525) transcripción Julio Pérez Llamazares e introducción Antonio Viñayo González. LLAMAZARES RODRÍGUEZ, Fernando, “Dos nuevas obras de Alonso Villabrille y Ron”, en Estudios de Arte. Homenaje al profesor Martín González, Valladolid, 1995. MANZANO, Fray José, Vida y portentosos milagros del glorioso san Isidoro, Arzobispo de Sevilla, Salamanca, 1732. MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José, Escultura Barroca en España, 1600-1700. Madrid, 1983. PÉREZ LLAMAZARES, Julio, Historia de la Real Colegiata de San Isidoro de León, León, 1982. PÉREZ LLAMAZARES, Julio, Catálogo de los códices y documentos de la Real Colegiata de san Isidoro de León, León, 1923. SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier, Los Arfes. Escultores de plata y oro (1501-1603), Madrid, 1920. VIÑAYO GONZÁLEZ, Antonio, Real Colegiata de San Isidoro: Historia, arte y vida, León, 1998.
Foto: Fernando Ruiz Tomé ©Museo San Isidoro. Real Colegiata de San Isidoro
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
El archivo y la biblioteca De La Real Colegiata De San Isidoro De León «Los archivos eclesiásticos, conservando la genuina y espontánea documentación nacida en relación con las personas y con los acontecimientos, cultivan la memoria de la vida de la Iglesia y manifiestan el sentido de Tradición».
LOS ARCHIVOS ECLESIÁSTICOS Las palabras que encabezan esta colaboración pertenecen a la «Carta circular sobre la función pastoral de los archivos eclesiásticos» que la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia publicó el 2 de febrero de 1997. Esta carta es un verdadero documento programático que, desde la perspectiva de una actual reflexión teológica y pastoral, sitúa los archivos eclesiásticos en el contexto de la misión misma de la Iglesia, al mismo tiempo que ofrece algunas orientaciones de tipo práctico sobre su funcionamiento y organización. Desde esta visión, los archivos se encuadran en el contexto de toda la acción pastoral de la Iglesia. El documento citado 44
ofrece también una visión de los mismos como testimonios de la evangelización que la comunidad de los creyentes y las instituciones eclesiásticas han ido realizando en los más variados ámbitos, lugares y momentos históricos. Así, la ingente documentación que la Iglesia atesora es un testimonio de fe, no una mera recolección de documentos. Por esta razón, quienes se dedican a la investigación en estos archivos están llamados a sentir la misma exhortación de Dios dirigida a Moisés ante la zarza ardiente: «Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado» (Éx 3, 5). Por otro lado, guardar memoria de los hechos de su pasado es coherente con el ser
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mismo de la Iglesia; en efecto, desde sus mismos orígenes ésta asumió plenamente el concepto de memorial existente en el pueblo de Israel. La Iglesia, más que nadie, es la que cada día hace memoria de los hechos y dichos de Cristo hasta su regreso al final de los tiempos. Por ello, conservar la memoria de los hechos y dichos de su propia historia en los archivos eclesiásticos es, en cierto modo, mostrar los ecos y vestigios del paso del Señor Jesús por la historia (cf. S. Pablo VI, Alocución a los archiveros eclesiásticos, 26 de septiembre de 1963). Con el papa Francisco reconocemos que la Iglesia «no le teme a la historia, de hecho, la ama, y quisiera amarla más y mejor, como Dios la ama» (Discurso a los funcionarios de los Archivos Secretos del Vaticano, 4 de marzo de 2019).
EL ARCHIVO DE LA REAL COLEGIATA DE SAN ISIDORO El archivo de san Isidoro refleja, como no puede ser de otra manera, la historia viva de esta institución y, por extensión, también de la ciudad de León, dada su peculiar relación histórica entre ambas. Junto con las preciosas producciones artísticas y su exquisita arquitectura en los más diversos estilos (especialmente románico y renacentista), el archivo de san Isidoro es el testigo silencioso de los complejos avatares de la Real Colegiata. Para comprenderlos, aún a riesgo de ser impreciso por razón de la brevedad, describiremos sintéticamente los grandes períodos que tejen la historia de este real sitio: El Infantado de san Pelayo, fundado por Sancho I en el año 966 cuando traslada la comunidad de «Dominas» desde el monasterio de Palat del Rey (construido por el rey Ramiro II el siglo X para su hija Elvira) al monasterio de san Pelayo erigido junto a otro más pequeño de san Juan Bautista. El infantado perduró en la zona de san Isidoro hasta el año 1148, cuando Alfonso VII traslada el monasterio a Carbajal de la Legua. El palacio real donde García I establece su sede regia en el segundo lustro del siglo X. Es comúnmente aceptado que el reino leones perdura hasta su unión con el condado de Castilla durante el reinado de Fernando III en 1230, si bien es cierto que León continuó manteniendo sus instituciones, legislación y autonomía propias. Precisamente el documento más antiguo que se conserva en el archivo isidoriano proviene del período real y se remonta a los tiempos de Fernando I, quien ocupaba en ese momento la sede regia en León junto con su esposa
doña Sancha. Con motivo de la llegada de las reliquias del santo obispo hispalense y la dedicación de la iglesia el 21 de diciembre del año 1063, los reyes hacen una generosa donación a la iglesia monástica y palaciega de san Juan Bautista (antes de san Pelayo, como se ha indicado) en la que hacen entrega de ricos objetos para el culto y una serie de posesiones pertenecientes a su reino, encabezadas por los monasterios de san Julián (en la ribera del Torío) y de san Félix (en la Cepeda). Desde ese momento, la Iglesia comenzó a intitularse únicamente con el nombre del santo obispo de Sevilla. El monasterio de canónigos regulares de san Agustín, que llega a san Isidoro en 1148 por deseo de Alfonso VII desde Carbajal de la Legua. Allí se habían retirado un grupo de canónigos de la catedral de León adoptando la regla de san Agustín por razón de que el resto de los capitulares catedralicios había relajado sus costumbres y habían tomado la decisión de secularizarse en el año 1144. El primer abad del nuevo monasterio masculino fue D. Pedro Arias, que murió dos años después de llegar a la capital leonesa. Finalmente, el período del Cabildo colegial secular, desde el año 1956 hasta nuestros días. El obispo Mons. D. Luis Almarcha instituye en san Isidoro un nuevo cabildo compuesto por presbíteros diocesanos ante la inminente desaparición del cabildo regular agustiniano por ancianidad de los existentes y por la ausencia de vocaciones. El último abad – prior de san Isidoro perteneciente al cabildo regular fue D. Julio Pérez Llamazares, que falleció en la Nochebuena del año 1970 con los 92 recién cumplidos y dejando en su haber, entre otros muchos trabajos a favor de esta secular institución, un más que meritorio esfuerzo de organización, sistematización y ordenación del archivo y de la biblioteca isidorianos con dos publicaciones de referencia imprescindible, usadas todavía hoy para la consulta y el estudio: el «Catálogo de los códices y documentos de la Real Colegiata de san Isidoro» (año 1923) y el «Catálogo de los incunables y libros antiguos, raros y curiosos de la Real Colegiata de san Isidoro de León» (año 1943). La colección diplomática y documental (aproximadamente 809 documentos) que componen el archivo antiguo de san Isidoro fueron sistematizados por el citado abad Julio Pérez, según la siguiente clasificación: documentos pontificios, documentos eclesiásticos, documentos reales y documentos particulares. Esta organización subyace, como no puede ser de otra manera, en la magna obra del abad Antonio Viñayo titulada «Archivo capi-
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tular de san Isidoro de León: índice registro de la documentación en papel y pergaminos incorporados (1172-2005)», publicada por la Universidad de León en el año 2010; este índice ofrece la distribución de la documentación siguiendo el orden correlativo de sus cajas contenedoras desde la número 1 hasta la 396. Los grandes capítulos en los que se divide son: archivo y scriptorium, personas, instituciones de la colegiata, extracapitulares. Entre ellos, el que más espacio ocupa es el tercero, en el que se multiplican los apartados y subapartados. Es digna de mención y, quizá, la herramienta más útil para la búsqueda, la separata que completa la publicación y que contiene los índices toponímico y onomástico.
LA BIBLIOTECA ANTIGUA DE SAN ISIDORO La biblioteca histórica de san Isidoro está ciertamente muy emparentada con el archivo isidoriano no sólo porque comparten el espacio físico dentro de la Colegiata sino porque, cada uno a su manera, refleja la historia, la vitalidad y los avatares de la misma. La biblioteca antigua se compone de cerca de dos mil volúmenes, datados desde el siglo X hasta el XVIII. Entre todos esos volúmenes, destacan los ciento cincuenta y cinco códices, que pueden ser considerados verdaderamente los «reyes» de la biblioteca; ellos son auténticas obras de arte únicas del período medieval, manuscritos donde los delicados copistas y miniaturistas han dejado su hermosa caligrafía y las decoraciones miniadas más hermosas y expresivas. La Biblia visigótico – mozárabe del año 960 es un buen ejemplo de ello; fue realizada en el monasterio de Valeránica y de ella se tiene noticia del calígrafo (Sancho) y del miniaturista (Florencio), cuyos nombres y representación aparecen a modo de colofón. Pero, para citar un códice todo él de factura isidoriana, hay que considerar la espléndida Biblia del siglo XII, o «Biblia románica», realizada en el scriptorium de san Isidoro, quizá bajo la dirección y órdenes de santo Martino. Ésta es copia del texto bíblico de aquélla del siglo X, pero con el estilo de letra carolina y las miniaturas según el nuevo estilo de la época. Fue concluida en marzo de 1162 siendo abad Menendo, durante el reinado de Fernando II. Después de los códices, merecen especial mención los incunables que se conservan en la Colegiata. Como se sabe, por «incunable» se entiende los libros impresos desde la invención de la imprenta hasta el año 1500. En la biblioteca se cobijan unos 300 ejemplares, una cantidad nada despreciable si tenemos
La Colegiata sufrió momentos de decadencia, pobreza y ataques a su patrimonio, pero es necesario entonar una loa agradecida a quienes, antes que nosotros y a lo largo de los siglos, a pesar de las dificultades de todo tipo, han sabido conservar y transmitir el importante legado cultural de este lugar. Los canónigos de las distintas épocas, cumpliendo rectamente sus obligaciones, se esforzaron en que no se perdieran los tesoros del archivo y la biblioteca, lo cual supondría una pérdida no sólo para la Colegiata sino para toda la sociedad leonesa en general. Concluyo con las palabras del gran papa san Pablo VI, que supo iniciar un camino de apertura y diálogo con la cultura que la Iglesia de hoy sigue transitando:
en cuenta la dificultad para la adquisición y transporte de los libros en aquel momento. Un buen ejemplo de estos incunables es el conocidísimo «Macer floridus». Cuyo título se completa con las sugerentes palabras: «de viribus herbarum, famosissimus medicus et medicorum speculum». Se trata de un libro de botánica, un herbario; algo nada extraño en un monasterio, cuyos monjes tenían que recurrir al conocimiento de las plantas con fines medicinales. Se trata de un compendio de las plantas ordenado alfabéticamente; cada entrada ofrece una breve descripción de la planta, su clasificación, la indicación de su origen, el hábitat, las condiciones de cultivo, así como las enfermedades que curaba y el grabado de la misma (en total cuenta con 65 grabados). De esta obra se desconoce la fecha y el nombre del editor, si bien es una reproducción exacta de otra impresa en París en el año 1496.
«La cultura histórica es necesaria, nace del ingenio creador del hombre, de su índole, de la necesidad de conocer la vida católica, la cual posee una tradición, es coherente, y desarrolla a lo largo de los siglos un proyecto que podríamos calificar más bien como un misterio. Es Cristo que obra en el tiempo y que escribe, ciertamente él, su historia, de manera que los trozos sueltos de las cartas que nosotros componemos son ecos y huellas del paso de la Iglesia, mejor dicho, del paso por el mundo del Señor Jesús. Y he aquí que, entonces, el tener admiración por estas cartas, por los documentos, por los archivos, quiere decir como consecuencia, participar en el culto de Cristo, tener el sentido de la Iglesia, darnos a nosotros mismos y dar a quien vendrá, la historia del paso, es decir del “transitus Domini” por el mundo» (Pablo VI, Alocución a los archiveros eclesiásticos, 26 septiembre de 1963). D. Luis García Gutiérrez Canónigo archivero y director del Museo de san Isidoro
La biblioteca conserva también una importante colección titulada como «libros raros». Se trata de unos 1055 libros impresos entre los siglos XVI y XVIII de muy variado estilo y con un contenido singular, no siempre concomitante con la vida de un monasterio. Como perla baste citar el Novus Orbis, una publicación más que singular y que ha sido una pieza destacada en varias exposiciones, entre la que destaca la «Expo» de Sevilla del año 1992, que fue expuesto en el pabellón de la Santa Sede. La obra contiene los relatos de los navegantes Cristóbal Colón, Pedro Alonso Negro, Vicente Yáñez Pinzón y Alberico Vespucio hacia el Nuevo Mundo; fue impresa en Basilea (Suiza) en el año 1532 por el impresor Juan Hervagium.
CONCLUSIÓN La Colegiata de san Isidoro es una institución singular y con una tradición histórica de siglos que hacen de ella un referente para la cultura. Por providencia divina, el lugar donde los reyes establecieron su palacio tuvo, un siglo después, el patrocinio y las reliquias del doctor de las Españas; de esta manera, quien fue erudito polímata en su tiempo, se convirtió en el protector de la Colegiata que lleva su nombre y que atesora un esplendor histórico – artístico de primer nivel. Su archivo y biblioteca son testimonio de ello. 46
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Berenguela de Leon
I N FA N TA L E O N E S A , R E I N A D E J E R U S A L É N Y E M P E R AT R I Z D E C O N S TA N T I N O P L A Jean, fue el primer rey de Jerusalén que visitó Europa; había decidido solicitar la ayuda de las potencias cristianas frente a las incursiones musulmanas. Deseaba, igualmente, encontrar un marido adecuado para su hija, para asegurar la continuidad del gobierno cristiano de Tierra Santa. Marchó a Italia en octubre de 1222 para asistir a la conferencia sobre una nueva cruzada. El Papa Honorio III y el Emperador Federico II se reunieron en Ferentino en marzo de 1223 para trazar la campaña; Jean estuvo presente también y prometió entregar a Federico II a su hija en matrimonio, siempre que el Emperador alemán se comprometiese a mantenerle, con carácter vitalicio, como Rey de Jerusalén. Desde Italia, Jean de Brienne, de 45 años, decidió peregrinar a Santiago de Compostela en marzo de 1224. Según la Crónica Latina de los Reyes de Castilla, aprovechó su presencia en el Reino de León para pedir la mano de una de las hijas mayores de Alfonso IX de León (1171-1230) y Teresa de Portugal (1191-1198), Sancha o Dulce, ya que Alfonso le había prometido el Reino si se casaba con una de sus hijas. Este matrimonio hubiese podido desbaratar el acceso al trono leonés del medio hermano de ambas, Fernando III de Castilla, hijo del segundo matrimonio de Alfonso IX (al haber sido anulado el primero por el Papa Celestino III, por ser ambos contrayentes nietos de Alfonso Enríquez de Portugal). Para evitarlo, la madre de Fernando, Berenguela de
El Reino de León, a través de los miembros de sus Familias Regias, formó parte, obviamente, no sólo de la Historia de España, sino también de la europea y, sobre todo, en la época de las Cruzadas, de la del Próximo Oriente. La vida de Berenguela de León (1204-1237) es una historia digna de ser cantada por los juglares en las Cortes del Medievo: Joven Infanta Leonesa desposada con el Rey de Jerusalén y que terminará su vida como Emperatriz del Imperio Bizantino. ¿Quién fue el apuesto galán que alcanzó la mano de la bella Berenguela? Fue el benjamín de Érard II, conde de Brienne, e Inés de Montfaucon. Pasó la primera parte de su vida como un noble de menor importancia, hasta que, en 1208, y según la Crónica de Ernoul los señores principales de Jerusalén enviaron emisarios a Francia para solicitar a Felipe II Augusto que escogiese a un noble francés para desposar a la Reina María de Montferrato. Gracias a la amistad de Jean de Brienne con el Rey, éste hizo los arreglos pertinentes para que se casara con la citada María, Reina del Estado cruzado de Jerusalén. Jean llegó a la ciudad palestina de Acre el 13 de septiembre de 1210, el Patriarca de Jerusalén, Alberto de Vercelli, le casó con María al día siguiente, y fue coronado en Tiro el 3 de octubre. María murió poco después de dar a luz a su hija, Yolanda, en 1212. Jean fue nombrado regente de su pequeña hija, que heredaría la corona jerosolimitana con el nombre de Isabel II. 47
de un Regente-Emperador para Balduino. Eligieron a Jean de Brienne, aliado de la Santa Sede, como una especie de tutor principal. Jean y Berenguela no llegaron a la capital de Bizancio hasta 1231, y ese mismo año fueron coronados con todo boato y esplendor Emperadores en Santa Sofía de Constantinopla.
Castilla (1180-1246), decidió dar a Jean la mano de su hija, Berenguela de León. Y fue la Reina de Francia, Blanca de Castilla, hermana de la Reina Berenguela, y madre de Luis IX (San Luis), quien desempeñó un papel destacado en convencer a Jean para que desposase a su sobrina. El matrimonio se celebró en Burgos en mayo de 1224. La Corte Leonesa siempre había demostrado una especial devoción por los Santos Lugares, así la Reina Urraca I de León, había encomendado al capellán de la Iglesia de San Martín de León, un franco llamado Teobaldo, que construyera un templo bajo la advocación del Santo Sepulcro, destinado a hospital y cementerio de peregrinos, el cual fue donado en 1122 a la Orden del mismo nombre. La iglesia bajo la advocación del Santo Sepulcro y de Santa Ana, se convertiría en parroquia, en el año 1204.
Balduino II siguió siendo el co-emperador junior y único heredero del trono, además, para establecer firmemente la alianza dinástica de los dos co-emperadores, se había comprometido con María de Brienne , de alrededor de cinco años, hija de Jean y Berenguela, el 19 de abril de 1229. El tratado también estipuló que, aunque Balduino obtendría el gobierno de los territorios de Asia Menor cuando cumpliese veinte años, quedaría como monarca sólo tras la muerte de Jean. El matrimonio no se celebró hasta 1234, cuando María tenía unos diez años y Balduino unos diecisiete. Berenguela de León fue pues, Reina consorte de Jerusalén, un año y Emperatriz consorte de Bizancio, siete años, sus hijos fueron reyes en diversos principados del próximo Oriente y su hija María, Emperatriz del Imperio Latino de Constantinopla. Alberic de Trois-Fontaines registra que Jean murió el 27 de marzo de 1237, con una edad aproximada de 61 años, los “Obituaires de Sens Tomé “ de la Abadía de Maubuisson, por su parte, señalan que Berenguela murió el 12 de abril de 1237, con una edad aproximada de 33 años, sobreviviendo a su esposo sólo por dieciséis días, ambos fueron enterrados en Santa Sofía de Constantinopla.
Berenguela, en la línea de su antepasada Urraca, se esforzó, como Reina consorte de Jerusalén, primero, y, después, como Emperatriz de Constantinopla, en promover el culto al Santo Sepulcro, en el Reino Leonés, a través del envío de valiosas y numerosas reliquias y joyas desde Tierra Santa. Jean de Brienne, en 1225, confirmó el matrimonio de su hija Isabel con el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, Federico II, que así se convirtió en Rey de Jerusalén, ya que una vez casado con Isabel y pese al acuerdo previamente firmado con su suegro, se negó a que este permaneciera como Rey de Jerusalén. Del matrimonio entre Jean y Berenguela nacieron cuatro hijos: Alfonso de Brienne, Luis de Acre, Juan de Acre y María de Brienne. En 1229, el trono del Imperio latino de Constantinopla había sido heredado por Balduino II, un niño de doce años. Los barones del Imperio decidieron garantizar la seguridad del Imperio mediante el nombramiento
D. María Jesús G. Armesto Historiadora Orientalista 48
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Perfiles de mujer en San Isidoro:
Sancha Raimundez
Hablar de San Isidoro es hablar de la infanta Sancha, hermana del emperador Alfonso VII (1105-1157). Su relevancia está determinada por su itinerario vital, herencia digna de la personalidad de sus antecesoras femeninas, su bisabuela, sus tías y su madre, que tuvieron tan importante papel en el Reino de León y Castilla en los siglos XI y XII. Su nombre, Sancha, se repite en el linaje regio. Su bisabuela la reina Sancha logró la transición pacífica entre el linaje asturleonés y el navarro mediante su matrimonio con Fernando I y dio savia nueva a un reino pujante. Su hijo Alfonso VI, fue el mejor de nuestros reyes leoneses cuya política abrió camino a la prosperidad y a la configuración del Imperio leonés. Sancha debe a su madre, sin duda, el carácter y la determinación política, valores que pondrá al servicio del reino y de su hermano el emperador.
pautas ya marcadas por su abuelo Alfonso VI y su madre Urraca. Muy pronto Sancha entrará por mérito propio en la política del Imperio como titular del señorío del Infantado de San Isidoro. El señorío estaba formado, por un lado, por bienes que poseía la infanta por herencia de sus progenitores y cuya propiedad era plena y autónoma, por otro, por bienes del Infantado, esto es, una cesión de territorios por parte del rey y que ejercía su dominio de administración y disfrute pero que no pueden ser enajenados. Este título y su dominio se vincula a un monasterio, en nuestro caso, a San Isidoro. Su palacio se hallaba junto a la iglesia y desde allí administró y gobernó sus bienes. Los dominios de Sancha se extienden por cinco áreas geográficas: Tierra de Campos, Valle de Torío, Covarrubias, El Bierzo y Asturias. A su muerte, en 1159, esta institución centenaria desaparece, por mandato del rey Fernando II. En León, además de San Isidoro, poseía los monasterios de San Miguel de Escalada, San pedro de Eslonza y Vega. Era señora de Villafranca y Villabuena, además del monasterio de Carracedo. En Asturias, incluía el monasterio de San Pelayo de Oviedo, y el territorio de Gozón. En Galicia sus posesiones se delimitan por los ríos Ulla y Tambre.
San Isidoro es el marco institucional donde estas mujeres desarrollaron sus capacidades políticas y mantuvieron, en ciertos momentos críticos, el equilibrio de poderes. La institución fundada por la monarquía asturleonesa, el infantado, será el marco de acción. Hija primogénita de la reina Urraca y del conde Raimundo de Borgoña su fecha de nacimiento es incierta, para unos en 1095, para otros en 1099, año en que su tía abuela la infanta Elvira la cita en su testamento realizado en Tábara (Zamora). Su infancia transcurrió en estas tierras zamoranas, junto a su tía. A la muerte de ésta debió trasladarse con sus padres a Galicia. Fue educada en igualdad de condiciones que su hermano, si creemos a los cronistas Colmenares y Yepes. Su maestro fue el francés Pedro de Agen, y don Bernardo, ambos obispos de Segovia y Zamora respectivamente. Su formación y cultura a la europea seguía las
La primera actuación pública de Sancha data de 1112, durante la estancia de la corte en Samos, suscribiendo la donación de su madre Urraca al monasterio benedictino de las villas de Parada y Beilén. Con todo será el año 1118 el que marque el comienzo de la vida activa pública de la infanta ininterrumpida hasta su fallecimiento. Tras la muerte de su madre, el papel de Sancha en la política del reino adquiere mayor relieve. Su intervención se aprecia en la documentación otorgando su consentimiento previo a las
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decisiones y concesiones del emperador destinadas a la Iglesia. Su misión como administradora de monasterios e iglesias llevó a Sancha a inclinar los afectos de su hermano hacia aquellas instituciones vinculadas a ella personalmente. Ella interviene directamente en la fundación como canónica de San Isidoro en 1148.
En el archivo catedralicio de Segovia se conserva en pergamino el testamento de doña Sancha. Es el único ejemplar que conocemos de sus últimas voluntades. En él la propia infanta determina el reparto de sus tenencias entre su familia, entre los nobles de su curia, e instituciones eclesiásticas. La atención de la infanta recae en una parte de las tenencias. El resto de las posesiones revierten al patrimonio real para su disposición. Corresponde cumplir con esta mandación a Fernando II el cual desmembrará lo que queda del Infantado entre la nobleza.
Además de su política con la Iglesia conocemos su papel como consejera. Su relieve en la corte será especial desde la coronación como emperador de Alfonso VII hasta el punto que su hermano le concede el título de “reina”. Esto nos recuerda el papel similar que jugó la infanta Urraca con su hermano Alfonso VI. Ella era consejera de su hermano y también fue llamada reina por él acrecentando su fama. La Chronica Adefonsi Imperatoris destaca su figura compartiendo las decisiones políticas con su hermano: “todo lo que el rey hiciera, antes tomaba consejo con su mujer y con su hermana la infanta Sancha que gozaban de alto criterio Lucas de Tuy, cronista leonés, en la Crónica de España, dedica unas líneas a describir la personalidad de Sancha: Esta muy sabia reina Sancha en cuanto vivió quedó virgen y llamóse esposa del muy santo confesor Isidoro.
El primer asunto a tratar es la sepultura de su cuerpo, que no queda claro, ya que no dice a qué centro religioso dona su cuerpo. Sabemos que en 1127 hace privilegio de donación de su cuerpo a la iglesia de Compostela, pero esta donación no se lleva a efecto. Finalmente, es enterrada en el panteón real de San Isidoro. Posiblemente por considerarlo el lógico no tanto por ser de condición regia, sino por ser señora del Infantado. Recordemos que, en la fecha de su muerte, 1159, Compostela ya era la sede del panteón real. El enterramiento en San Isidoro estaría implícito ya que se ocupará especialmente en sus mandas testamentarias entregando la mitad de la villa de Villafranca del Bierzo a la canónica para financiar las obras de la nueva iglesia románica.
Entre sus funciones las señoras del infantazgo tenían competencias en la educación de las jóvenes infantas. Bajo la tutela de Sancha estuvo la infanta Urraca hasta los 12 años, cuando es dada en matrimonio con el rey García de Navarra. En 1141, Sancha acompaña a su protegida en el viaje a Navarra junto con una corte de jóvenes de la nobleza leonesa. Dotó a su sobrina con joyas y riquezas. En su testamento no se olvidará de su favorita a la que concede el infantado de Asturias. Otra joven protegida de la reina Sancha será la hija del conde don Rodrigo, llamada también Urraca, a la que deja el monasterio de Covarrubias, mientras permaneciera soltera.
Su sepultura será el último monumento regio del panteón. Descrito por Yepes como “de jaspe” en su tapa se inscribe un epitafio funerario en verso cuyo contenido expresa el sentimiento de la sociedad leonesa por su reina infanta Hesperiae speculum, decus orbis, gloria Regni… justitia culmen et pietatis apex… Espejo de España, decoro del mundo, gloria del reino, culmen de justicia y cima de piedad. El dominio del Infantado, dotado de numerosas iglesias, monasterios, propiedades y territorios, permitió que esta mujer medieval pudiera vivir con libertad, sin trabas sociales o institucionales, gracias a su rico patrimonio. Su poder le permitió dirimir en los conflictos del momento, en los las disputas entre diócesis, entre obispos y monasterios. Como reina administraba justicia en causas civiles y emitía sentencias. Tal era su fuerza política. Ahora bien, por encima de sus capacidades intelectuales y políticas Sancha destacó por su sensatez como consejera, por su espíritu de justicia y piedad que le confirió no solo el título de reina sino de santa. Su cuerpo incorrupto reposa en el Panteón isidoriano. Su sepultura y su epitafio son el testimonio público y permanente de la notoriedad de esta mujer excepcional.
Buena prueba de su actividad en la corte la tenemos en su diplomatario, casi cien documentos intitulados por ella personalmente, además de sus numerosas intervenciones en los privilegios de su hermano, son un buen testimonio. Toda esa actividad precisaba de una curia propia e independiente de la curia regia de su hermano, cuyos cargos eran nombrados por ella misma. El oficial a la cabeza es el mayordomo cuyo nombre más estable en el cargo será Nicolás Peláez (1142-1158). Dado el disperso patrimonio el mayordomo contaba con un subalterno nombrado por él mismo en la persona de Pedro Iohannes. Otro oficial de la curia era el merino. Cada infantado contaba con su propio merino, así pues, contará con cinco. El cargo de capellán era detentado por un canónigo de San Isidoro. No podía ser de otra manera dado que el monasterio era la sede principal de la institución del Infantado. No debemos confundir el cargo de capellán con el de clérigo de la infanta que tiene que ver más con las tareas de escriba o notario de la infanta. Además de los cargos administrativos, existe un ejército propio, a la cabeza los milites, miembros de la alta nobleza leonesa, como Abril, Martín Cornel, Fernando Braóliz, y también de la nobleza gallega como Pedro Carnota.
Dª María Encarnación Martín López Universidad de León
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Del ultraje a la devocion: la iconografia del Cautivo “Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y lo llevaron primeramente ante Anás.” (Jn, 18:12)
Este versículo es el pasaje bíblico que inspira el modelo iconográfico de Jesús Cautivo, cuyo elemento definitorio no es otro que las manos atadas, durante un lapso temporal que abarca desde el Prendimiento, en Getsemaní, pasando por los juicios ante Anás, Caifás, Herodes y Pilatos, hasta el momento en que Cristo es designado como Ecce Homo, el rey burlado, mostrado ante los judíos, al que, por mofa, colocan una caña como cetro, una corona de espinas y un manto púrpura, símbolos todos de la realeza. Así, la representación de Jesús Cautivo se trata, pues, de la imagen de un preso que es juzgado y condenado. Se tiene por cierto que el origen histórico de dicho modelo iconográfico se encuentra en las Ordenes de la Merced y de la Trinidad, fundadas para auxiliar y libertar a los cristianos cautivos por el poder musulmán. Los corsarios berberiscos apresaban en las costas andaluzas a numerosos campesinos, comerciantes o marineros, que eran llevados a los baños de Argel desde donde se pedía un rescate por ellos. Mercedarios y trinitarios llegaban incluso a ofrecerse a sí mismos a cambio de estos presos. Son, por tanto, estas dos órdenes las que mayoritariamente propagan la devoción a Jesús Nazareno Cautivo, por ser fiel reflejo de la realidad de aquellos a quienes asistían. Es en este preciso momento cuando se encarga posiblemente al taller de Juan de Mesa una talla que, según las fuentes escritas, habría sido llevada por los frailes capuchinos a la Mámora, San Miguel de Ultramar para los cristianos, para que recibiera culto por los soldados. Sin embargo, en 1681 la ciudad cae ante el sultán de Marruecos quien envía la imagen a Mequinez, como símbolo de su victoria, donde es arrastrada por las calles para ultraje y escarnio de la fe cristiana. Viendo lo sucedido, un trinitario intentó pagar el rescate de la talla, y tras reunir la orden la cantidad fijada por los musulmanes, la imagen fue devuelta a la capital, donde fue des-
Fotografía: archivo Cofradía Jesús Sacramentado 51
En la actualidad vestido con la túnica blanca
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En la actualidad vestido con la túnica blanca
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ca blanca
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agraviada. Desde entonces, la imagen de Jesús Nazareno Rescatado pasó a denominarse ‘de Medinaceli’ por estar alojada en una capilla propiedad de esta Casa ducal, contando a partir de ese momento con su protección. Todo este íter histórico, marcado por momentos significativos de devoción y reconocimiento popular, logra crear y consolidar una iconografía estable dentro de los modelos artísticos; así, los elementos distintivos de dicha imagen son, fundamentalmente, el escapulario trinitario y la túnica morada, alusiva al epíteto nazareno. Esta imagen de Jesús Cautivo seguirá extendiéndose por toda la geografía española durante los siglos siguientes, hasta que, en la Málaga de 1938, José Martín Simón realiza la talla de un Ecce Homo de tal perfección corporal que suscita el escándalo del entonces obispo Balbino Santos. Esta controversia obliga a los hermanos de la Cofradía de Jesús Cautivo a ocultar la corporalidad de la nueva imagen con una improvisada túnica blanca; hecho que configura definitivamente la iconografía de Jesús Cautivo, convirtiendo la imagen en prototipo y modelo, debido a la enorme devoción que suscitaría la obra de Martín Simón desde el día en que procesiona por primera vez. No obstante, la creación artística, ahondando en el genio y la devoción, ha seguido evolucionando, dando lugar a diferentes misterios, cada uno de ellos con pequeños matices. Sevilla tendrá una especial relevancia en el desarrollo de la iconografía del Cautivo. Cabe recordar que aquella primitiva talla de Jesus Rescatado, en su periplo hacia Madrid, estuvo durante varios meses en la ciudad hispalense y allí se generó una enorme devoción popular que llevaría a la realización de una talla similar ante el sentimiento de orfandad dejado por la partida de la anterior a la capital, estando siempre ligada a la Orden trinitaria y que actualmente recibe culto en la iglesia de San Ildefonso. En Sevilla tendrá otro momento de auge entrado el SXX ya que el modelo iconográfico se incorpora a otros pasos de Misterio (Prendimiento, Jesús ante Anás, ante Caifás, Desprecio de Herodes, Presentación al pueblo...) y después del precedente malagueño comenzará a incorporarse también el uso de la túnica blanca. En León, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses, decide en 2011 incorporar un nuevo paso de misterio con la advocación de Jesús de la Esperanza Cautivo ante Anás, en la que el imaginero sevillano Jaime Babío representa el pasaje del Evangelio de San Juan. Jesús es llevado ante Anás y recibe un golpe en su cara por parte de uno de los sirvientes. La novedad respecto al modelo sevillano popularmente conocido como “la Bofetá” (Jesús ante Anás) es que en el ejemplo leonés, la agresión ya se ha producido y queda patente en la mejilla y la nariz de Cristo, inflamadas y enrojecidas fruto del golpe; es un momento de tensión contenida, de resignación y de entereza. La mirada de Jesús es un claro reflejo de ello, con los ojos al borde del llanto provocado por el dolor. Esta tensión se remarca también con la abultada vena del cuello. Otro detalle muy bien analizado por el imaginero es la hematidrosis sufrida momentos antes de ser llevado ante Anás, en el Huerto de los Olivos: el sudor de sangre que se refleja por toda la frente de Jesús. Por todo ello, es conveniente recordar que el Cautivo de León es heredero de un modelo iconográfico cuyo precedente inmediato se ha de buscar en la talla malagueña homónima, si bien en el pasaje leonés aun no le ha sido colocada la corona de espinas, que será clavada en su sien tras el último juicio ante Pilatos. Ecce Homo antes de ser Cautivo Fotografías: archivo Cofradía Jesús Sacramentado.
D. David Arias Álvarez Hermano de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses (Licenciado en Historia del Arte) 53
Conciencia y verdad en la Teologia del Cardenal Newman Su carta al duque de Norfolk
El Cardenal John Henry Newman
se afirma, sino de la obediencia a la verdad que paso a paso se le abría.
I
Newman experimentó que conciencia y verdad se pertenecen, se sostienen y se iluminan recíprocamente; que la obediencia a la conciencia conduce a la obediencia a la verdad. Recurriendo frecuentemente a la experiencia propia, el pensamiento de Newman sobre la conciencia es moderno y personalista, caracterizado por una evidente impronta agustiniana. Para entrar en la cuestión, es necesario describir brevemente el significado de la conciencia según Newman.
El pasado mes de octubre era canonizado en Roma John Henry, Cardenal Newman, único inglés en serlo en los últimos cuarenta años. Newman, profesor de Oxford, abandonó la comunión anglicana en 1845 y se convirtió al catolicismo. En el pensamiento moderno, la palabra “conciencia” significa que en materia de moral y de religión, la dimensión subjetiva, el individuo, constituye la última instancia de la decisión. La concepción que Newman tiene de la conciencia es diametralmente opuesta. Para él “conciencia” significa la capacidad de verdad del hombre: la capacidad de reconocer en los ámbitos decisivos de su existencia —religión y moral— una verdad, “la” verdad. La conciencia, la capacidad del hombre para reconocer la verdad, le impone al mismo tiempo el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y de someterse a ella allí donde la encuentre. Conciencia es capacidad de verdad y obediencia en relación con la verdad, que se muestra al hombre que busca con corazón abierto. El camino de la conversión de Newman es un camino de la conciencia, no un camino de la subjetividad que
II
Con el tiempo, el término conciencia ha asumido múltiples significados, que en parte son incluso contradictorios entre sí. Newman —se lee en Sermon Notes— describe el motivo central de estos contrastes con las siguientes palabras: “En cuanto a la conciencia, para el hombre existen dos modalidades de seguirla. En la primera, la conciencia forma sólo una especie de intuición hacia lo que es oportuno, una tendencia que nos recomienda una cosa u otra. En la
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
la búsqueda ilimitada del placer y del poder y la complacencia sin límites oscurecen el mundo y hacen cada vez más difícil la convivencia pacífica entre los hombres.
Una de las obras más conocidas de Newman: Apologia pro Vita Sua
segunda, es el eco de la voz de Dios. Todo depende de esta diferencia. La primera vía no es la de la fe; la segunda lo es”. En la célebre Carta al Duque de Norfolk (1874), Newman profundiza en esta temática. Escribe al respecto: Cuando los hombres apelan a los derechos de la conciencia, no entienden en absoluto los derechos del Creador, ni el deber que, tanto en el pensamiento como en la acción, tiene la criatura hacia Él. Ellos entienden el derecho de pensar, hablar, escribir y actuar según el propio juicio y el propio ánimo sin pensar en Dios (…). La conciencia tiene derechos porque tiene deberes; pero al día de hoy, para buena parte de la gente, el derecho y la libertad de conciencia consisten precisamente en desembarazarse de la conciencia, en ignorar al Legislador y Juez, en ser independientes de obligaciones que no se ven. Consiste en la libertad de abrazar o no una religión (…). La conciencia es una consejera severa, pero en este siglo se ha reemplazado con una falsificación de la que los dieciocho siglos precedentes jamás habían oído hablar o de la que, si hubieran oído, nunca se habrían dejado engañar: es el derecho a actuar según el propio placer. Esta descripción vale también para nuestro tiempo: la conciencia se confunde hoy con la opinión personal, el sentimiento subjetivo, el arbitrio. Para muchos ya no significa la responsabilidad de la criatura frente al Otro, sino la total independencia, la absoluta autonomía, la pura subjetividad. El santuario de la conciencia ha sido “desacralizado”. La responsabilidad frente al Otro se ha desterrado de la conciencia. Las consecuencias de esta interpretación secularizada de la conciencia están a la vista. Emancipándose de la responsabilidad respecto a Dios, el hombre, de hecho, tiende a segregarse hasta del prójimo. Vive en el mundo del propio yo, a menudo sin preocuparse del otro, sin interesarse por el prójimo, sin sentirse corresponsable del otro. El puro individualismo,
Newman en cambio defiende el significado trascendente de la conciencia. Para él la conciencia no es una realidad puramente autónoma, sino esencialmente teocéntrica —un “santuario” en el cual el Otro se dirige personalmente a cada alma—. Con los grandes doctores de la Iglesia él confirma que el Creador ha impreso su ley en la criatura racional. La conciencia es el originario vicario de Cristo, profética en sus palabras, soberana en su perentoriedad, sacerdotal en sus bendiciones y en sus anatemas; y si alguna vez decayera en la Iglesia el eterno sacerdocio, en la conciencia permanecería el principio sacerdotal y ella tendría su dominio”.
III
En la conciencia el hombre no percibe sólo la voz del propio yo. Newman compara la conciencia con un mensajero de Dios que nos habla como detrás de un velo. Se atreve incluso a denominar la conciencia como el originario vicario de Cristo y de atribuirle los tres “oficios” mesiánicos del profeta, del rey y del sacerdote. La conciencia es profeta en cuanto que predice si una acción es buena o no; es rey porque nos manda con autoridad; es sacerdote en cuanto que nos “bendice” después de haber realizado una acción buena —esto significa no sólo la experiencia gratificante de la buena conciencia, sino también la bendición que el bien comporta siempre para el hombre y para el mundo— o nos “condena” tras una mala acción —o sea, expresión de la mala conciencia y de las consecuencias negativas del pecado en el hombre y en la sociedad—. Para nosotros es importante que, según Newman, la conciencia está enlazada con la responsabilidad respecto al Otro, en cuanto que constituye un principio inscrito en la naturaleza de cada hombre que requiere obediencia, debe formarse y se remite por encima de nosotros mismos hacia Dios, por el bien propio y ajeno. Newman no niega las tradicionales “pruebas de Dios”, sino que es del parecer de que éstas conducen al hombre sólo a una imagen abstracta de Dios: a un primer Motor, a quien ordena todas las cosas, un Creador y Guía del mundo. Su vía de la conciencia en cambio conduce al hombre hacia un Dios que está en una relación personal con cada uno, que le habla, le muestra sus defectos, le llama a la conversión, le guía al conocimiento de la verdad, le impulsa a hacer el bien, se presenta como su supremo Señor y Juez. Las actitudes morales fundamentales, que brotan de la obediencia a la conciencia, forman, siguiendo a Newman, el “organum investigandi que se nos ha dado para ganar la verdad religiosa: esto
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Volumen en el que se encuentra su famosa Carta al Duque de Norfolk, comentada en estas notas.
conduciría a la mente, con una sucesión infalible, desde el rechazo del ateísmo al teísmo y del teísmo al cristianismo, y del cristianismo a la religión evangélica, y de ésta al catolicismo”. En la Apología pro Vita Sua, Newman afirma de modo audaz: Llegué a la conclusión de que, en una verdadera filosofía, no había solución intermedia entre el ateísmo y el catolicismo, y que un espíritu plenamente coherente, en las circunstancias en que se halla aquí abajo, debe abrazar o el uno o el otro. Y estoy sin embargo convencido de esto: yo soy católico en virtud de mi fe en Dios; y si se me pregunta por qué creo en Dios, respondo: porque creo en mí mismo. Encuentro, en efecto, imposible creer en mi propia existencia (y de este hecho estoy perfectamente seguro) sin creer también en la existencia de Quien vive en mi conciencia como un Ser Personal, que todo ve, todo juzga.
IV
Las afirmaciones más relevantes sobre el tema conciencia e Iglesia se encuentran en la citada Carta al Duque de Norfolk. En este ensayo, Newman rechaza la acusación de que tras la proclamación del dogma sobre la infalibilidad del Papa, los católicos ya no podrían servir al Estado como buenos ciudadanos, pues estarían obligados a entregar la propia conciencia al Papa. Para responder a semejantes ideas, entonces difundidas en Inglaterra, Newman aclara de manera magistral la relación entre la autoridad de la conciencia y la autoridad del Papa. La autoridad del Papa está fundada en la revelación, expresión de la bondad divina respecto al hombre. Dios ha entregado su revelación a la Iglesia y, en virtud de su Espíritu, se hace garante
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
afirmación válida sobre la materia”. Si una persona acoge una doctrina revelada y enseñada por la Iglesia, no se trata prioritariamente de una cuestión de conciencia, sino de fe. Así que un creyente que considera que debe rechazar una doctrina de fe, no puede remitirse a su conciencia. O mejor, su conciencia ya no está iluminada por la fe. La conciencia del fiel siempre debe ser una conciencia eclesial formada por la fe. Pero la autoridad de la Iglesia y del Papa tiene límites. No tiene nada en común con el arbitrio o con los modelos de dominio de este mundo, estando inseparablemente unida al sentido de fe infalible de todo el pueblo de Dios y a la misión específica de los teólogos. La autoridad de la Iglesia se refiere sólo al ámbito de la verdad revelada y necesaria para la salvación. Si el Papa toma decisiones en el terreno de la disciplina o de la administración, obviamente no se trata de intervenciones infalibles.
Cor ad cor loquitur (El corazón habla al corazón) lema del escudo cardenalicio de John Henry Newman
Sin embargo incluso aquí Newman ofrece criterios claros y precisos para el creyente: “Prima facie es su estricto deber, también por un sentido de lealtad, creer que el Papa tiene razón y actuar por ello en conformidad. Así que debe vencer esa mezquina, inicua, egoísta y vulgar propensión de la propia naturaleza, la cual, en cuanto oye hablar de mandato, se sitúa en contraposición al superior que lo ha impartido; se pregunta si este último no habrá ido más allá de sus propios derechos, complaciéndose en afrontar todo con escepticismo en los juicios y en la acción. No debe alimentar ningún testarudo propósito de ejercer el derecho de pensar, decir y hacer lo que le parece y apetece, sin preocuparse mínimamente de lo verdadero y de lo falso, de lo justo y de lo injusto, de la obligación misma de la obediencia, si es posible, y de ese amor que nos impulsa a hablar como habla el propio superior y a estar siempre a su lado en cualquier caso. Si esta regla fundamental se observara, los conflictos entre la autoridad del Pontífice y la autoridad de la conciencia serían extremadamente raros. Por otro lado, al ser, en los casos extraordinarios, la conciencia de cada uno libre de actuar según el propio talento, tenemos la garantía y la seguridad (…) de que ningún Papa jamás podrá crear para sus objetivos personales (…) una falsa conciencia (Carta al Duque de Norfolk).
de que ésta sea preservada, interpretada y transmitida de modo infalible en la Iglesia y por medio de la Iglesia. Si una persona acoge en la fe esta misión de la Iglesia, entiende en su propia conciencia que debe obedecer a la Iglesia y al Papa. Newman, en consecuencia, puede escribir: Si el vicario de Cristo hablara contra la conciencia, en el auténtico significado del término, cometería un suicidio; suprimiría la base sobre la que se apoyan sus pies. Su auténtica misión es proclamar la ley moral; proteger y reforzar esa ‘Luz que ilumina a cada hombre que viene a este mundo’. Sobre la ley y sobre la santidad de la conciencia se fundan tanto su autoridad en teoría como su poder en la práctica (…). Su raison d’être es la de ser el ejemplo de la ley moral y de la conciencia. La realidad de su misión es la respuesta al lamento de cuantos sienten la insuficiencia de la luz natural; y la insuficiencia de esta luz es la justificación de su misión (Carta al Duque de Norfolk). No obedecemos al Papa porque alguien nos obliga a hacerlo, sino porque estamos personalmente convencidos en la fe de que el Señor —a través de él y de los obispos en comunión con él— guía a la Iglesia preservándola en la verdad. La conciencia formada por la fe conduce al hombre a la obediencia libre y madura respecto al Papa. Por otro lado, la Iglesia, el Papa y los obispos iluminan la conciencia necesitada de un apoyo claro y preciso. Newman afirma: …el sentimiento de lo justo y de lo injusto, que en la religión es el primer elemento, es tan delicado, tan irregular, tan fácil de confundirse, de oscurecerse, pervertirse, tan sutil en sus métodos de razonamiento, tan maleable desde la educación, tan influenciado por el orgullo y las pasiones, tan inestable en su curso que, en la lucha por la existencia, entre los múltiples ejercicios y triunfos de la mente humana, este sentimiento al mismo tiempo es el mayor y el más oscuro de los maestros; y la Iglesia, el Papa, la jerarquía constituyen, en la Providencia divina, la respuesta a una necesidad urgente.
Newman concluye sus afirmaciones sobre la conciencia en la Carta al Duque de Norfolk con el siguiente brindis famoso: “Si se me obligara a introducir la religión en los brindis después de un almuerzo (cosa que, en verdad, no me parece lo más oportuno), brindaré, si deseáis, por el Papa; sin embargo, antes por la Conciencia; después por el Papa”. Esta ocurrencia, que expresa también el fino humor de Newman, significa ante todo que nuestra obediencia al Papa no es una obediencia ciega, sino sostenida por la conciencia formada por la racionalidad de la fe. Quien en la fe ha acogido la misión del Papa, le escuchará por convicción personal de conciencia. En este sentido, primero viene la conciencia, aquella iluminada por la fe; y después el Papa. Mantiene Newman la correlación entre conciencia e Iglesia. No es posible remitirse a él o a su citado brindis para contraponer la autoridad de la conciencia con la del Papa. Ambas autoridades, la subjetiva y la objetiva, permanecen dependientes una de otra. Hoy la palabra conciencia es un término equívoco y frecuentemente malentendido. Con su camino de vida y su sólida doctrina, san John Henry Newman puede ayudarnos a redescubrir el verdadero significado de la conciencia como eco de la voz de Dios, rechazando al mismo tiempo interpretaciones insuficientes y erradas. Newman siempre afirmó plenamente la dignidad de la conciencia subjetiva, sin desviarse jamás de la verdad objetiva. Él no diría: conciencia sí —Dios o fe o Iglesia no; sino más bien: conciencia sí— y precisamente por eso Dios y fe e Iglesia también sí. La conciencia es la abogada de la verdad en nuestro corazón; es “el originario vicario de Cristo”.
Al respecto la Iglesia es una gran ayuda no sólo para la conciencia del creyente individual. Ofrece también un servicio insustituible para la sociedad como abogada de los derechos y de las libertades inalienables de los hombres. Esos derechos y libertades, enraizados en la dignidad de la persona humana, forman la base de los Estados constitucionales modernos, pero como tales no pueden someterse a las reglas democráticas mayoritarias. Defendiendo la dignidad de la persona humana, creada por Dios y redimida por Cristo, y subrayando sus derechos y deberes fundamentales, la Iglesia cumple por lo tanto una misión de extraordinaria importancia para las sociedades modernas.
V
De acuerdo con Newman no puede existir un choque directo entre la conciencia y la doctrina de la Iglesia. La conciencia, en efecto, carece de competencia en las cuestiones de la doctrina revelada, custodiada de modo infalible por la Iglesia. Newman sabe que “en las cosas doctrinales ‘la majestad de la conciencia’ no es el tribunal adecuado para aquello que querría tener como
D. Juan Lanero Diácono Catedrático de Filología Inglesa 56
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Pervivencias Geograficas en la Real Colegiata de San Isidoro de Leon
Los Mapas Cuadrados Y La Turquía De San Juan Es un milagro que después de saqueos, robos, desamortizaciones, episodios bélicos y otras andanzas podamos contemplar las joyas isidorianas. Sin ningún género de dudas nuestro agradecimiento está dedicado a los múltiples cabildos isidorianos y a una figura desapercibida, como fue Don José Álvarez Miranda obispo de la diócesis, cuya heráldica está en la sillería de la basílica. Dos son las pervivencias geográficas que después de cientos de años permanecen en la real Colegiata de San Isidoro de León: LA PRIMERA BAJO LAS BÓVEDAS DE JUAN DE BADAJOZ EL MOZO, construidas en el primer tercio del siglo XVI. Allí se emplaza la biblioteca capitular de cuyos fondos nos importa el códice titulado Codex Biblicus Legionensis o Biblia visigótica mozárabe del año 960, obra terminada en el monasterio de Santa María y San Pedro de Valeránica, localizado en el lugar de Tordomar, Behetría de Santo Domingo de Silos, repoblado por mozárabes, donde sobresale el experto en miniaturas fray Florencio y el calígrafo Sancho. Si importante es este códice, no menos lo es el también isidoriano Beato de Facundo copista que pudo estar relacionado con el Scriptorium de Sahagún en el año 1047, quien minió esta obra para los reyes de Castilla y León, obra conocida como el Beato de Fernando I y doña Sancha ubicado en la (vitrina 14-2) de la Biblioteca Nacional de Madrid. Ambas obras son Donnatio Regia, con una diferencia de 87 años y antero-posteriores al mítico año 1000. Desgraciadamente esta última obra fue objeto de real rapiña, como otras tantas, aunque muchas han regresado. Ambas obras mantienen en su compleja arquitectura el apartado dedicado a las Genealogías de Jesús, labor muy interesante pues hay dos partes muy diferenciadas, desde la creación del mundo con Adán hasta Noé, y desde el diluvio hasta el nacimiento de Jesús hijo putativo de José y de María, ambos de la tribu de Judá. Noé es el desencadenante de la división del mundo y poblamiento de las tierras y continentes conocidos que eran tres: Europa, Asia y África esta conocida como Libia. Tres continentes a los que han de dirigirse los hijos salvados del diluvio universal. Tres continentes que se irán poblando
y tres espacios que han de ser objeto de la buena nueva. Fue necesaria la representación gráfica del mundo conocido por parte de los Santos Padres de la Iglesia, Agustín de Hipona, Gregorio Magno, Ambrosio de Milán, Jerónimo de Estridón. San Isidoro o el Doctor de las Españas también acude a la división tripartita del mundo por medio del acróstico T en O, la O es el Orbe de forma circular y en él se inscribe la T o tau que simboliza la cruz de Cristo. En la actualidad se conservan más de 560 representaciones de este tipo tanto en manuscritos como en incunables, propios de las Etimologías. Los mapas T en O son una de las grandes aportaciones de San Isidoro a la ciencia geográfica. La cuestión del Arca de Noé y el diluvio es una incorporación efectuada por Fulgencio de Ruspe y también contemplada por Gregorio de Elvira.
Sin embargo, otra figura clave para el conocimiento geográfico del mediterráneo fue Pablo Orosio, portugués si se acepta Braga perteneciente a la Gallaecia, o español si su nacimiento acaeció en Tarragona. La obra más importante de este autor son los Historiarum Adversus Paganos Libri VII, cuyo Libro I, capítulo 2, se dedica al Mejores mundum in tres partes divisa, dando lugar a la recreación del famoso manuscrito del mundo que se custodia en la Mediateca de Albi 57
en Francia, donde también se custodian otros cinco mapas cuadrados no tan expresivos como los de León. Este pergamino se remonta al siglo VIII, y la UNESCO lo ha inscrito como parte de la Memoria del Mundo, es propiedad del Estado francés desde 1802. Otra gran obra cartográfica está en la abadía benedictina de Saint Galle en Suiza, alberga el códice 621 Historiarum adversum paganos o Historia Orosii, datado en el año 883. En la página 35v, en la parte superior derecha, se iluminó el Tricuadrum orosiano, el primer mapa cuadrado del mundo, en la parte superior está Asia y en la inferior dos cuadrados, uno para Europa y otro para África, dando lugar a un mapa tripartito en un cuadrado. Cada lado lleva unas ondas de color rojo y, en la parte superior, aparece la palabra OCEANUS (foto 1). El Codex Sangallensis reproduce el mapa en cuadrado 77 años antes que nuestro Codex Legionensis, y 154 años antes que el cartograma del Beato de Fernando y Sancha, salvo que esta parte de las Genealogías proceda de otro beato anterior como el de Valcavado. En San Isidoro se contemplaron, y se puede seguir viendo un mapa cuadrado pues el otro está en Madrid Los Cartogramas leoneses o isidorianos son de estructura cuadrada, y conforman una de las representaciones más peculiares de ver el mundo hace 1000 años. El soporte ad cuadratum viene determinado por la Biblia al referirse a las cuatro esquinas del mundo. Se apoya en los cuatro vientos y se sustenta en los cuatro puntos en que se divide el horizonte en partes iguales: la salida y puesta del sol marcan el este y el oeste, el polo septentrional el norte, y el sol, al mediodía, el sur. Nuestro mundo ad cuadratum mantiene el Oriens en la parte superior, Occidens en línea inferior, Meridies en la línea derecha y Septentrio en la línea izquierda. En este cuadrado se marca un triángulo equilátero que parte de los ángulos superiores y convergen en el punto medio de la línea inferior dando lugar a un tripartito. La primera superficie está marcada por un triángulo equilátero y se reserva para Asia, y los dos rectángulos de menor superficie, el de la izquierda para Europa y el de la derecha para Libia, nombre que en griego
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equivale a África. De esta forma el topónimo Libia aparece tanto en el Codex Biblicus Legionensis como en el Beato de Fernando y Sancha. En ambos mapas, cada hijo de Noé recibe un continente al que acompaña una división climática atribuida a Parménides de Elea. En la parte superior Sem, de quien descienden los semitas, recibe Asia o la tierra templada; en el triángulo de la derecha Cam, padre de los camitas, recibe Libia la tierra cálida; y, finalmente a la izquierda, Jafet recibe la tierra frígida o Europa.
El Mapamundi del Codex Biblicus Legionensis tiene unas dimensiones de 7.4cm para los lados oriental y occidental, y 8,4 cm para los lados meridional y septentrional. El reborde externo es un doble marco acompañado de otro doble marco interno de color rosa-ocre. El espacio intermedio en los cuatro lados es verde con un trazado ondulado y punteado en negro. Los cuatro vértices terminan en hoja amarilla y el punto de cruce de las hipotenusas de los rectángulos se ilumina en doble línea, negra rellena de color ocre, y la intersección en el campo interno se soluciona con un juego floral verde amarillo y rosa-ocre. Este mapamundi se puede disfrutar visualmente en el Museo de San Isidoro y, gracias al mecenazgo de la Hullera Vasco-Leonesa, disfrutamos de sus facsímiles.
El Mapamundi del Beato de Fernando y Sancha tiene una gran similitud con el anterior. Las dimensiones son de 7 cm para los lados oriental y occidental, y de 7.2cm para el meridional y septentrional. Doble marco rojo tanto para el cuadrado externo como para el del campo interno, diferenciando el relleno en ocre para el lado oriental y occidental, y relleno de amarillo para el reservado a meridies y septentrio. Se enriquecen los vértices internos de los marcos con hojas en negro, y se rematan las cuatro esquinas hojas de reborde ocre. La convergencia del vértice del triángulo equilátero contempla un trébol amarillo para cada parte, y las convergencias angulares superiores alternan los tréboles con el ocre, el amarillo y el azul lapislázuli. El trazado de los lados del triángulo equilátero convergente en occidens están trazados en negro. Este mapamundi se puede contemplar en la Biblioteca Nacional, en el facsímil de Moleiro, el original ha sido objeto de varias críticas controvertidas y no se enseña. LA SEGUNDA PERVIVENCIA GEOGRÁFICA EN LA REAL BASÍLICA Y COLEGIATA DE SAN ISIDORO HA SIDO TITULADA COMO LA TURQUÍA DE SAN JUAN. Quien se acerca al cementerio Real quedará deslumbrado por los frescos que cubren las seis bóvedas de este Real cementerio, y que el académico Gómez Moreno calificó como los más importantes de España. Este panteón real alberga el altar consagrado a Santa Catalina de Alejandría, y también conocido como la capilla de los Reyes. La representación de Cristo resucitado se inspira en el Apocalipsis de San Juan, y las esquinas de las aristas albergan siete lugares geográficos que no son ficción, sino que han sido realidad y perviven actualmente con nombres diferentes.
pasado el tiempo he visto una lección de geografía -no es nuestra intención analizar componentes proféticos-. Las siete iglesias se identifican con siete lugares geográficos, y se rotulan en el Cementerio Real con su nombre grecolatino: EPHESUM, PERGAMUN, TIATHIRE, SMIRNAM, SARDIS, FILADELFIE y LAVDOCIE, que pasaremos a explicar. Siete núcleos urbanos hace más de diecinueve siglos. Siete representaciones en la bóveda del panteón de Reyes de León, pintadas mil años después de haberse escrito el Apocalipsis. Siete nombres que han llegado a nuestros días en pleno siglo XXI, cinco como ciudades y dos como ruinas arqueológicas. Todo acontece a más de 4.ooo kms y siguen presentes en nuestra colegiata, en nuestra ciudad. Estas ciudades se desarrollaron en la península de Anatolia, primero cuna de la Grecia Clásica, bastión de la civilización Helena, posteriormente provincia Romana, más tarde entra en la esfera del dominio Otomano y, desde 1923, como República Unitaria de Turquía bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Atatürk. Por esta razón utilizamos intencionalmente la expresión de “LA TURQUÍA DE SAN JUAN”. La representación pictórica de EFESUM consta de la representación de una iglesia con puerta y orientada a la diestra, y pórtico de tres arcos con cubierta a doble vertiente rematada en cruz, y una torre de dos cuerpos con cuatro vanos abiertos y tejado también rematado en cruz. En la parte inferior se colocó un pavo real que es el símbolo de la inmortalidad. EFESO era una ciudad de la Provincia Romana de Asia, se consideró rival de Pérgamo. Actualmente, la ciudad (SELKUK) se encuentra a siete kilómetros del emplazamiento original. Desde el 2015 sus ruinas fueron declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y su población está entorno a los 36.360 habitantes. Actualmente es un gran des-
La figura de San Juan está íntimamente unida a la Isla de Patmos, donde fue desterrado o recluido por el emperador Domiciano. En el norte de la isla está el gran monasterio Patmos. Forma parte del archipiélago Dodecaneso y se emplaza en el mar Egeo. Desde 1537 hasta 1912 estuvo bajo el dominio de Turquía, y desde 1948 forma parte de Grecia teniendo la capital administrativa en Rodas. El águila de San Juan, conocida como el águila de Patmos, es tomada como pieza armera por Isabel La Católica y, posteriormente, se incorpora en el escudo de los Reyes Católicos. En los frescos que albergan las siete iglesias existe un componente cabalístico al referirse a los siete candelabros, las siete estrellas y el libro de los siete sellos, que aparecen pintados en esta bóveda. El siete o (hepta) es la cifra bíblica por antonomasia. Hay referencias a los siete espíritus, siete copas llenas y siete plagas o siete antorchas. El siete representa la plenitud y la perfección, por lo tanto, estamos ante la bóveda del septenario. Desde que conozco con más rigor esta parte de San Isidoro siempre me llamó la atención el componente enigmático, pero a medida que ha
tino turístico. La representación pictórica de PERGAMUN coloca una iglesia con puerta hacia poniente cubierta de frontón recto, más una torre de dos cuerpos con cuatro vanos en el primero y tres en el segundo, rematada en cimborrio rojo con cruz detrás de la torre. Otro segundo edificio con frontón triangular que culmina en cruz roja.
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PÉRGAMO, en la actualidad pervive con el nombre de (BERGGAMA). En el año 1871, obras de arte muy relevantes del período griego fueron llevadas a Berlín por el ingeniero Carl Humann. Actualmente, Turquía pleitea en la Haya para su recuperación. La población actual es 103.185 habitantes.
La representación pictórica de TIATHIRE llama la atención pues está sobre un soporte con cortinilla de color rojo y cierto regusto ovetense. El edificio del fondo presenta tres cuerpos: el superior con dos óculos y la cubierta romboidal, el edificio antepuesto con puerta al levante mantiene dos ventanales y cubierta de color rojo, la torre tres vanos, cubierta triangular y remate en cruz más presencial.
más importantes de Asia Menor. Actualmente tiene el nombre de (IZMIR). Es la tercera ciudad de Turquía con 4.320.519 habitantes y una buena posición estratégica. Alberga la comunidad judía sefardí más relevante de Asia.
La representación de SARDIS se inicia con un pequeño edificio sobre un plinton rojo. La portada hacia poniente con un pequeño pórtico de tres arcos, remate en frontón recto con triángulo inscrito y ventanuco. La cubierta romboidal en fondo rojo y rombos negros. El edificio trasero de la iglesia está a la misma altura que la torre, ésta con dos ventanas de medio punto e intercalados tres óculos. El cimborrio en color oscuro y rematado en cruz. La cubierta de la iglesia conforma un visible tejado.
SARDIS, en la actualidad (SART). Sus ruinas siguen siendo objeto de excavaciones arqueológicas, sobresaliendo su necrópolis con abundante material junto con acuñaciones de oro y plata.
TIATIRA, sobre sus ruinas se ha edificado la ciudad de (AKISAR) que significa Castillo- blanco con una población de 171.381 habitantes. La representación de SMIRNAM incluye una edificación bien delineada con pórtico de cinco columnas y cuatro arcos de medio punto con ligero peralte. La cubierta romboidal con cruces los extremos de las cubiertas y detrás una torre cuadrada. ESMIRNA, emplazada en un golfo donde se construyó el primer puerto, fue una de las ciudades
La imagen de FILADELFIE comienza con un edificio sobre plinton con cuatro arquerías remarcadas y cinco óculos y cubierta romboidal. Detrás se muestra un edificio basilical con cubierta a doble vertiente, que se culmina en inicio y fin con dos cruces. Interpuesto entre ambas construcciones se establece una torre de dos cuerpos, el segundo con tres vanos y rematada en cubierta triangular con cruz. FILADELFIA, ciudad fundada por Eumenes II de Pérgamo, que la bautiza con este nombre para resaltar el amor a su hermano Atalo II “el Filadelfo”. También se la denominó Decápolis, y Vespasiano 59
la denominó como Flavia. Incluso se la apodó como la pequeña Atenas. En la actualidad tiene el nombre de (ALAÇEHIR). Sufrió varios terremotos y fue reconstruida por Tiberio. Su población alcanza los 40.735 habitantes siendo muy visitada por los turistas. En 1923, los griegos expulsados de esta ciudad recrearon el nombre como NEA FILADELFIA en Grecia.
La representación de LAVDOCIE se inicia con un plinton geométrico común para la iglesia y la torre. La portada se cierra con frontón oscuro. Termina con una cruz y tejado a dos vertientes. La torre con tres cuerpos se cierra con cimborrio rematado en escamas negras sobre ocre burdeos, y culmina con cruz roja.
LAODICEA. Su emplazamiento estaba en el Valle de Lico en la provincia de Frigia. El topónimo proviene de Laodike, esposa de Antioco II. Hoy día es un conjunto de ruinas (CONGELI) que sirvieron de cantera para diversas construcciones. Actualmente se realizan itinerarios turístico-históricos a estos lugares. En Turquía (Anatolia) no saben que perviven estas referencias geográficas en el Cementerio Real de León. El octavo lugar está reservado a un león, puede ser un felino heráldico, una referencia al reino de León. Para mí un recuerdo al hermano Enrique Antonio Val Cayón, hermano fundador de esta cofradía que me acercó a ella con su abad y secretario. Vaya en su memoria y ejemplo. Dr. Marcello y Barriada USAL
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"«¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mc 14, 32-52)
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Cristo de Andrés Seoane (capilla de Santo Martino – Basílica de San Isidoro)
San Isidoro y la Semana Santa La vieja Semana Santa de León siempre estuvo muy unida a San Isidoro y su románica y bendecida Basílica. Y, también, la nueva y más reciente semana de aflicción –que se iniciara en la última década del pasado siglo-, como así lo atestigua la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestra Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad desde su instauración, allá por marzo de 1994, que, con gran acierto, la tomó como sede. Entre una y otra semana, la antigua y la cercana, más de cuatro siglos de historia.
patio de Santo Martino, trasladan a la calle su espíritu fundacional y sus anhelos, arropados por el Santísimo Sacramento “y la devoción a su bendita Madre en su dolor junto a la Cruz del Hijo”. La cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno bien sabe lo que representa la Basílica isidoriana para el conjunto de las jornadas santas. Y lo que alarga su Cabildo, tan apegado a la tierra y tan comprometido por naturaleza y convencimiento con la ciudad de León, como lo rubricara en vida el inolvidable y sabio don Antonio Viñayo, que, aparte de su ministerio sacerdotal, nunca dejó de ejercer de leonés en do mayor. El vivo ejemplo de la persona capaz, infatigable, brillante y humilde. Irrepetible. Sus buenos oficios han dejado una relevante y marcada huella en la capital leonesa. Un rastro imperecedero. Y como la historia da fe de los aconteceres y sucedidos de toda índole y motivo, San Isidoro, a veces, se enmarca en esas páginas
Cabe señalar que el destacado templo leonés ha sido por costumbre refugio de papones. Antes, desde tiempos pretéritos, de los de la sarga negra de Santa Nonia y de San Martín, que lo tuvieron como punto irrenunciable de sus procesiones. Ahora, desde finales de la pasada centuria, de los de la túnica azul y sus inalterables silencios, que en el Sábado de Pasión, desde el 64
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
que, sin estar extraviadas, acaso pasan un tanto desapercibidas. Y puede que este sea el supuesto. No hay que olvidar que la actual pujanza de las agrupaciones penitenciales era algo impensable en unos tiempos, no tan lejanos, donde la justeza marcaba las conmemoraciones evangélicas, escenificadas en las calles y en las plazas. Faltaban posibilidades. Flotaba la penuria. Y dígase que la cofradía de Jesús, que ahora luce otros galones, debió recurrir a San Isidoro y sus buenos moradores en solicitud de ayuda para que la procesión de Los Pasos, en la mañana de Viernes Santo, continuara manteniendo la incorporación del Santo Cristo de la Agonía en el desfile. Era 1971. Los antecedentes de esta iconografía se remontaban a 1957 en que, por primera vez, se acordaba la inclusión de un crucificado a punto de expirar en la enlutada y piadosa comitiva. Por aquella se pensó en el conocido Cristo de los Balderas, atendido en la parroquia de San Marcelo, obra de Gregorio Fernández y modelo de expresión. Una extraordinaria pieza escultórica que a nadie deja indiferente cuando la contempla. La magnífica talla se sumó a la procesión -conocida en su tiempo como del Calvario- de forma ininterrumpida hasta 1968, es decir, once años. Pero surgieron contratiempos. La cofradía de Las Siete Palabras de Jesús en La Cruz, erigida precisamente en la iglesia de San Marcelo en 1962, entendió que le asistían plenos derechos para alegar que el famoso Cristo sólo debía figurar en su procesión en la tarde de Viernes Santo. La concordia que una y otra –Jesús y Las Siete Palabras- habían firmado con el asentimiento del Obispado para que la efigie participara en los dos cortejos pasionales estaba punto de romperse. Y se rompió. Al final, ni para una, ni para otra. 1968, hace ahora cincuenta dos años, supuso el punto final al original del Cristo de los Balderas en la Semana Santa leonesa. Ahora, Las Siete Palabras saca una réplica casi perfecta, obra del entallador el leonés Amado Fernández, que fallecería a últimos del pasado año.
Y la intención de la cofradía de Jesús se convirtió en una feliz realidad. Efectivamente, el ‘préstamo’ del Cristo confirmó la generosidad de los custodios del santo de Sevilla, a quienes les pareció muy acertado que la escultura saliera a la calle y fuera un poco más conocida. En cualquier caso, era una talla reciente –poco más de seis años en poder del Cabildo- y eso también pudo ser una de las claves determinantes para que abandonara por unas horas su enclave habitual y darle con ello difusión. “El ‘Cristo Gótico’, que por primera vez figuraba en este cortejo penitencial del Viernes Santo, causó gran admiración, ya que apenas era conocido del público. Con el nombre ‘cofradero’ de ‘Santo Cristo de la Agonía’ fue portado por más de cuarenta braceros y volvió a salir otra vez en la procesión de los ‘Pasos’ en el año 1972”. Son palabras de Máximo Cayón Waldaliso, cronista oficial de la ciudad de León, recogidas en la página 229 de su libro ‘Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno’.
La primera solución para paliar el problema se encontró en la propia iglesia de Santa Nonia gracias a la cofradía hermana de Angustias y Soledad, quien cedió, en 1969, su Santo Cristo. Pero no era algo definitivo. Y el siguiente remedio se halló, en 1970, en el monasterio de las Madres Benedictinas de San Pedro de las Dueñas, localidad próxima a Sahagún, donde se custodiaba –y allí sigue, naturalmente- un maravilloso y agónico Cristo –obra de Gregorio Fernández- un tanto desconocido para el gran público. Sus formas y policromía impresionan por su verosimilitud. Pero el problema subyacía. Había que encontrar, de nuevo, un crucificado para la procesión de 1971. ¿Y dónde acudir? La junta de seises de Jesús Nazareno puso los ojos en San Isidoro. Y en don Antonio Viñayo, un inequívoco valedor de la Semana Santa en todos sus aspectos. Y para allí, hacia los muros de la sagrada Basílica, encaminaron sus pasos. Y antes de que llegaran ya tenían las puertas abiertas. De par en par. La intención era solicitar la cesión del Cristo Gótico que se exponía en el Panteón de los Reyes, copia del que se venera en Los Barrios de Luna y pieza reproducida fidedignamente por Andrés Seoane Otero en 1964, “un cantero, tallista, escultor y restaurador español” que, aunque nacido en Santiago de Compostela en 1912, se consideraba leonés de derecho y honra contrastada, pues no en vano se establecería definitivamente en la ciudad para seguir con su carrera profesional, lugar en el que moriría un 10 de mayo de 1978.
De modo, que San Isidoro, bastión y santo y seña de esta antigua Corte de Reyes, a la forma de cómo lo dicen los historiadores, dio buena prueba de su solidaridad para con los papones y sus postulados con aquel gesto altruista de la cesión del magnífico Cristo. Hoy, expande especialmente ese respaldo con los ‘del Sacramentado’, que de esta manera popular se conoce a la cofradía allí radicada. Todo un piadoso lujo y un sencillo orgullo. Y una gracia impagable y para los restos a favor de los hermanos de añil.
D. Julio Cayón Papón y columnista de La Nueva Crónica de León 65
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
EL Alhamar de los Suenos (Una hipótesis sobre la autoría
del manto isabelino de la Virgen del Mercado) A la memoria de N.H.D. Enrique Val Cayón, hijo de la Morenica
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
de Murcia, a Nuestra Señora de las Huertas de Lorca y a la Purísima de la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid. Y todos estos presentes regios tienen un elemento acreditado en común: fueron realizados por las bordadoras de cámara de la Reina, las hermanas mallorquinas Margarita y Rosa Gilart Jiménez, según confirma el profesor Calamardo Murat en el número 2 de la revista “Arte y Patrimonio” de 2017. No existe por ahora ninguna constancia documental sobre la autoría del manto leonés, pero lógico es pensar que muy probablemente las hermanas Gilart bordaron también para la Reina Castiza el alhamar de nuestros sueños en su obrador de la calle Fuencarral número 20 de Madrid. La semejanza de su cenefa gótica con la del manto de la Virgen de Atocha así parece ratificarlo, por lo que la pieza habría sido ideada también por el artista Manuel González Salgado, diseñador de todos los trabajos de “las Mallorquinas”, como se conocía en la corte a las hermanas Gilart, fallecidas en Madrid en 1880 (Rosa) y 1893 (Margarita).
Cuando la Virgen de León se muestra en su camarín con el manto encarnado que le regaló Isabel II, el leonés de paladar sabe que el tiempo está a punto de cumplirse y que en breve la nostalgia hecha presente le asaeteará los adentros. Nadie sabe gran cosa de ese elegantísimo atuendo, la más valiosa pieza de bordado de cuantas integran los ajuares de nuestras imágenes sagradas y que, cuando de la noche a la mañana aparece sobre los hombros de la Señora para glorificarla en su novena, se convierte en el pregonero íntimo de lo que ha de venir. El propio manto nos habla de su origen en una cartela bordada: “SS.MM. Los Reyes Católicos, Doña Isabel y Don Francisco de Asís, a nuestra Señora del Mercado, Antigua del Camino, de la Ciudad de León. Año 1857.” Se sabe que llegó al alcázar del Grano unos meses antes que el alfiler y los pendientes de diamantes que la mis-
mísima Reina entregó a la Virgen el 28 de julio de 1858, como precisa don Julio Cayón –hijo también de la Morenica- en su artículo publicado en La Crónica de León el 8 de febrero de 2019. ¿Pero quién bordó el alhamar de los sueños? Conocemos que Isabel II regaló por aquellos años numerosos mantos a imágenes devocionales marianas representativas de distintas regiones de España. Así, por ejemplo, en 1852, a la Virgen de Atocha de Madrid; en 1853, a la Virgen de los Reyes de Sevilla; en 1855, a la Nuestra Señora de las Angustias de Granada; en 1856, a Nuestra Señora de la Almudena de Madrid; en 1858, a Nuestra Señora de Belén de Mallorca (éste, con idéntica dedicatoria bordada que el manto leonés, salvo en la advocación de la Virgen y la fecha); en 1862, a la Virgen de los Dolores de Puerto Real (en este caso, una toca de sobremanto), a la Virgen del Carmen
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Nunca he entendido por qué la Virgen del Mercado no viste el glorioso manto isabelino en su paso, mucho más bello, valioso y adecuado por sus dimensiones para una Piedad que los mantos de cola modernos que le colocan. Quizás el motivo sea que León es la única ciudad de España que retira de sus procesiones las imágenes y los enseres no por ser malos, sino por ser buenos (recuérdese si no lo ocurrido con el Cristo de los Balderas de Gregorio Fernández). Sea como fuere, cuando la Morenica se vista como cada año con el alhamar de nuestros sueños y recuerde en su corazón de Madre a sus muchos hijos que ya no la acompañarán en su paso –ay, querido Enrique-, sentirá que, a pesar del oro y el terciopelo regios, sigue estando “sola y pequeña y triste, como una madre campesina”, que diría su hijo Victoriano Crémer. Y yo sentiré, con nostalgia montesinesca, que la memoria del amigo escoge el camino más corto para herirme.
Hno. Mario Díez-Ordás Pregonero de la Semana Santa de León 2012
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Esperanza 68
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Es tarde y hace frío, un frío incómodo pero tenaz. Incluso dentro de la iglesia se siente el rigor de este invierno tan nuestro y los feligreses se acomodan en las zonas más cálidas del transepto. No hay demasiados; se podría decir que, más bien demasiados pocos, pero no importa porque yo he venido a verte a ti, Madre. He venido a hablarte de mis cosas, de las nuestras. A buscar, una vez más, tu nombre en el silencio que lo envuelve todo, como una bufanda de suspiros. A encontrarme con el vacío que han dejado en los bancos desnudos los que ya no están, para llenarlo con mis recuerdos. Te he buscado en la capilla de siempre y no estás, pero al volverme, te he visto en el lugar que seguramente habrías elegido si hubieses tenido la oportunidad de hacerlo, al lado de Tu Hijo. Atravieso la nave muy despacio, deleitándome con la maravillosa visión que el destino nos ha brindado, empapándome el alma con esa ternura fresca que parece desmayarse entre Tus manos, como la bambalina de un palio de tul. Estás hermosa, pero eso no es ninguna novedad. Siempre lo estás, incluso en la soledad de tu aflicción irradias la belleza de las flores y la luz del sol de primavera. Parece que, incluso Tu mirada, perdida en la inmensidad del erial resembrado de tristezas de las madres que han perdido a su hijo, ha encontrado semillas nuevas en los ojos de Jesús, que, con las manos atadas y el rostro magullado, aún sostiene su dignidad de Dios y hombre. He venido a verte de nuevo, como tantas veces y, sin embargo, es como si te viese por primera vez, como cuando te vi un Sábado de Pasión cualquiera y me enamoré de Ti como un quinceañero imberbe… No hace ni un segundo que has atravesado el arco de Santo Martino y la calle ya bulle como un salterio de sae-
tas contenidas y el aire huele a rosas frescas. Los niños, que creen presentir en sus manos el tacto de la primera palma de un nuevo Domingo de Ramos, se yerguen sobre las puntas de sus pies para intentar alcanzar con su mirada el rostrillo que enmarca tu cara y tu belleza serena. Ahí viene la Esperanza. Y aunque no la puedan ver, la sienten en el murmullo del raseo de sus pies, que hoy son los de sus braceras y en el campanilleo de los varales del palio, que la cubre como una nube de incienso. Ahí, viene, miradla, es Ella. La que nos sostiene en el pozo insondable de la tristeza. La que nos abriga en la fría noche de los tiempos oscuros. La que nos habla cuando nadie nos escucha y la que nos escucha cuando, sin decirle nada, se lo decimos todo. La que es sonrisa en nuestras alegrías y lágrima en nuestras penas. La que nos espera sin esperar nada a cambio. La que dejó de llamarse Madre y María para darnos lo único que necesitamos para no perdernos en este valle de lágrimas…Esperanza. Por eso siempre te esperamos como Tú nos esperas a nosotros y salimos a recibirte con el corazón teñido de azul, anhelantes y emocionados. Arrastras tras de Ti, tras de Tu manto, manolas plañideras que sueñan despiertas que, durante una tarde, serán los ángeles que escoltan tu estela de dulzura. Y en las calles estrechas, donde las paredes quieren abrazarte sin mesura, se asoman a los balcones los recuerdos de los que ya no están, pero seguirán estando para velarte, Esperanza. Y cuando vuelvas de recogida, la noche se quitará la túnica de estrellas y la luna cubrirá su tez blanca con una mantilla de nubes, esperando de nuevo un año más en su Esperanza… D. Manuel Jáñez Gallego Pregonero de la Semana Santa de León 2016
En las calles de León hay cortinas de añoranza que descorre la Esperanza el Sábado de Pasión. Bracera, ponle pasión y mécela con templanza que Ella es la honesta balanza que nos pesa el corazón. No hace falta otra razón para salir a buscarla que la dicha de encontrarla esa noche en procesión. No me mueve otra ilusión que poder agasajarla con lo que hoy voy a entregarla, Esperanza… mi oración.
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
No cambiaria nada de la Virgen de la Esperanza que realice marca una etapa de mi vida y de mi obra ENTRE VISTA A MIGUEL BE JARANO MORENO (ESCULTOR-IMAGINER O) Desde el año 1993 en que abre su propio estudio hasta la actualidad ¿el mundo de la escultura e imaginería ha llegado a colmar todas esas ilusiones o expectativas que tenía antes de adentrarte en él? ¿Cómo describiría estos 27 años de profesión? ¿En qué sentido o aspectos le ha podido desilusionar, y en cuáles le ha sorprendido? Con muchas ilusiones y muchas obras realizadas y repartidas por muchos lugares, tanto nacionales como fuera. Citar algunas de mis obras que están fuera de España, como por ejemplo el busto retrato de Mary Word fundadora del Instituto de la Bienaventurada Virgen Maria, que entregué personalmente a San Juan Pablo II, y mi Virgen de la Esperanza Macarena en Miami (EE. UU).
Miguel Bejarano Moreno (Sevilla 1967), consagrado escultor-imaginero, discípulo de maestros como Natividad Reichardt Muns, su admirada maestra de la cual aprendió a amar la escultura en todas sus dimensiones. También del maestro de talla en madera y piedra Jesús Santos Calero y de Francisco Fatuarte su profesor de vaciado y moldeado. Además, durante cinco años asistió al taller del imaginero Luis Álvarez Duarte. El estilo de Miguel Bejarano Moreno se inscribe dentro del Neobarroco Sevillano. Quienes bien le conocen no han dudado en señalar que en su obra se percibe "el eco inconfundible de los grandes maestros del Siglo de Oro, la espléndida fuerza expresiva del barroco sevillano, y también se hace notar el acento personal que aporta a sus creaciones”.
Háblenos un poco de sus comienzos ¿cómo fueron sus primeros pasos en el mundo de la escultura e imaginería? Desde pequeño siempre me fascinaba el mundo del dibujo y modelado y en el colegio las monjas me encauzaron para
Para conocer mejor la trayectoria y proyectos actuales de este artista, que abrió su propio estudio en el año 1993, y que cultiva indistintamente la escultura civil y religiosa, hemos charlado con él. 70
Centrémonos ahora en la Virgen de la Esperanza, talla que realizó para la Cofradía en 2004. ¿De dónde nace la iniciativa para llevar a cabo esta imagen? Tras una llamada de teléfono y concretar una cita en mi estudio-taller de Sevilla, llegaron Mario Torices y Telvi Ramos y me plantearon la realización de una imagen de la Virgen con la advocación de la Esperanza. Una vez realizado el encargo, preparé un boceto en arcilla, el cual fue aprobado y realizado en material definitivo.
Miguel Bejarano en su estudio-taller dando los últimos retoques a su obra Ntra. Sra. De la Esperanza Macarena de Miami (EE. UU).
que fuera por ese camino. Ellas veían las cualidades innatas en mí. Me llevaron al taller de Álvarez Duarte y allí inicié mi actividad de aprendizaje combinándolo con la asistencia a la Escuela de Artes de Sevilla.
Sebastián Santos Rojas. Después colaboré trabajando con Jesús en su taller y por su influencia en el estilo marcado del padre, me aportó y tuvo en mí ciertas características que se reflejan aún en mi obra, amén de mi estilo personal.
Se dice que su obra está inspirada en los postulados manieristas, barrocos, academicistas y románticos. Para los que somos profanos en esta materia, ¿podría explicarnos brevemente en qué consisten estos postulados y en qué detalles o aspectos de su escultura cristífera y mariana podemos apreciarlos? Es a groso modo una manera de decir que se siguen los parámetros señalados por los maestros anteriores, que dedicaron su vida y obra a enriquecer nuestro patrimonio artístico dentro de la imaginería.
A la hora de acometer un proyecto, ya sea la talla de un Cristo o de una Virgen ¿qué requisitos o mínimos debe reunir para que acepte llevarlo a cabo, si es que los hay? Una vez cumplidos esos requisitos, ¿en qué se inspira a la hora de darles forma? Porque tenemos entendido que los escultores-imagineros utilizáis vuestros propios “modelos”, ya sea hombre o mujer, para un Cristo o para una Virgen…. Siempre suelo tener una entrevista con el cliente para saber qué es lo que desean y cómo poder plasmarlo. Siempre les realizo un boceto en arcilla para así mantener una conversación posterior y llegar a la aprobación de dicho boceto. Nunca empleo modelos, mi obra de imaginería está enmarcada por mi inspiración, creo que es lo mejor para llevar a cabo una obra devocional. Sin tomar ninguna referencia del natural, más bien idealizando las formas para así tener una obra más sublime.
¿En qué consisten las recientes y benéficas aportaciones a su obra de Sebastián Santos Rojas, máximo exponente de la estatutaria religiosa sevillana en la segunda mitad del Novecientos? Mi maestro de talla en madera y piedra fue Jesús Santos Calero, hijo de
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Cuando se lo propusieron ¿estableció algún tipo de criterio o requisito mínimo para aceptar el encargo? ¿Tuvo plena libertad para concebir y ejecutar la imagen o partió de algunas pautas que se le habían dado previamente? Un aspecto que resalta de la talla es su altura, 1,80m… Ellos plantearon la advocación y el tamaño de la imagen, pues habían tenido otra titular de esas dimensiones y querían utilizar las vestimentas bordadas de la anterior. He ahí la explicación de la altura de la imagen, pues yo no suelo hacer las imágenes marianas tan altas. También que la imagen tenía que tener un rostro sereno y dulce, sin mostrar dolor alguno, pues la advocación así lo requería. ¿Por qué una Dolorosa y no una Soledad? Una vez decidido que tenía que ser una Dolorosa, descríbanos qué características quería que reflejara la imagen. Es una decisión tomada por el cliente, yo no intervine en esa cuestión. Como ya he comentado nunca me baso en modelo alguno, solo por lo que me viene a la mente y lo materializo. Eso sí, que lleve a la devoción y transmita al fiel que le reza. Una cuestión que siempre suscita interés: la vestimenta de la Virgen. ¿Cuánto tiene de realidad esa especie de “halo de misterio” que parece rodear la tarea de vestir una Virgen de palio? ¿Resulta tan “difícil” más allá de la práctica habitual de vestir y desvestir este tipo de imágenes? La vestimenta es el 50% de una imagen realizada para vestir. Hay que dar con un buen vestidor para que la escultura resalte su belleza, pues no todo el mundo está
Del conjunto de su obra cristífera y mariana, ¿cuáles son las obras de las que se siente más orgulloso y por qué? Todas tienen su importancia. Son mi vida y momentos que están plasmados en material. Amo a cada una de mis obras por lo que son, lo que me han enseñado y lo que representan. ¿Qué proyectos tiene para el futuro? Actualmente estoy concluyendo el misterio del calvario para Almería, y también restaurando varias imágenes, que es otra faceta de mi trabajo como imaginero, la restauración de imágenes sagradas. ¿Hay algún reto profesional que le quede por cumplir? Siempre hay retos, cada encargo, cada obra representa un nuevo reto y una nueva ilusión. Con ellos se ayuda uno a mejorar y a evolucionar. Por último, para todos aquellos que somos amantes de la escultura e imaginería de Semana Santa, recomiéndenos un libro para leer y una obra o exposición que deberíamos visitar. La exposición de Martínez Montañés, maestro de maestros que ha tenido lugar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, ha sido espectacular, y si queréis tener una visión más amplia de mi obra y conocer mi trayectoria artística podéis visitar mi web www. miguelbejaranomoreno.com
Virgen Ntra. Sra. De la Esperanza
capacitado para realizarla. Es un oficio como cualquier otro, por eso una Cofradía o Hermandad debe tener mucho cuidado con elegir bien, pues se puede desprestigiar una buena escultura sagrada por tener un mal vestidor, el cual no saca todo el partido a la imagen. Siendo así y de acuerdo con sus conocimientos y su experiencia, ¿qué aspectos fundamentales hay que tener en cuenta a la hora de vestir una Virgen? El vestidor tiene que estudiar bien la imagen y hacer distintas pruebas hasta dar con la manera más ideal de resaltar las virtudes de la talla, lo cual no es tarea fácil pues todo tiene su tiempo y su estudio. Transcurridos ya dieciséis años desde el estreno de la Virgen de la Esperanza, ¿hay algo que cambiaría en la imagen o que ejecutaría de manera distinta? ¿Por qué? No cambiaría nada de la talla que realicé, marca una etapa de mi vida y de mi obra, todo va evolucionando y sin esas obras en los cuales están sentimientos y conocimiento, no hubiera llegado a lo que realizo en la actualidad. Todo es aprendizaje, como la vida misma. 72
La Fe a traves del trabajo de un artista
Esculpir el rostro de Dios, mientras se reza con las manos… In memoriam: En homenaje a mi maestro y mentor, el imaginero hispalense D. Antonio Dubé de Luque.
Para la presente edición de la revista ABBA que edita la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses, con sede en la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León, me pide la redacción de la misma que haga una reflexión sobre mis sentimientos, como creyente y escultor, de cuáles son las sensaciones que un
artista experimenta cuando está plasmando alguna representación de Cristo, su Divina Madre o algún pasaje hagiográfico, como testigos que son los santos no solo del poder de Dios, sino también del mensaje de redención para la humanidad que contenían sus hechos, palabras o acciones. Y aunque pueda parecer que este tipo de culto tiene algún componente pagano e idolátrico, recordemos la encen73
dida defensa que San Juan Damasceno, tras la disputa iconoclasta, hará de las imágenes devocionales: “Cuando no tengo ganas de estudiar y dispongo de tiempo libre, me voy de buena gana a la iglesia y contemplo las imágenes (…). Acarician mis ojos como las flores del campo y la gracia de Dios desciende en mi alma. Porque en estas imágenes no solo veo el esplendor decorativo, sino la constancia de los
mártires y adoro a Dios en los que dan testimonio de Él”1. Compleja diatriba ésta, pues no en vano, son muchas las ocasiones en las que se afirma, desde el más rotundo desconocimiento de los rudimentos de este oficio, que lo que hacemos es un arte anquilosado en el pasado, con poca o escasa evolución en las formas, para una muy restringida clientela que gustan, aún hoy en día, de las formas neobarrocas. Esta afirmación es del todo inexacta de parte a parte, pues asumir tal sentencia sería afirmar que no ha habido una evolución en la representación de Dios desde el románico hasta nuestros días, y aunque no es menos cierto que el nacionalcatolicismo imperante tras la cruenta e incivil Guerra Civil impuso el gusto por las formas neobarrocas, al encontrar en ellas el modo de representación que se ajustaban al sentir del pueblo en ese momento, lo cierto es que en gran medida cortó la renovación plástica de la imaginería que, como forma de expresión escultórica propia, se había producido en las tres primeras décadas de la pasada centuria. Ahí está la obra de escultores como Joaquín Bilbao, Agustín Sánchez Cid, Enrique Pérez Comendador, Lorenzo Coullaut Valera, Antonio Castillo Lastrucci, José Palma García, Mateo de Inurria, Antonio León Ortega, Luis Ortega Bru, Juan Luis Vasallo o Mariano Benlliure, entre otros, quienes
ahondaron en esa búsqueda de nuevas formas plásticas de representación, viéndose en muchos casos avocados a asumir lo que la clientela demandaba, para poder garantizarse su sustento económico, en detrimento de la libertad creadora. Pero para poder comprender lo que deseo exponerles en estas reflexiones, lo primero que debemos asumir es que escultor e imaginero, pese a estar íntimamente ligados, no son exactamente el mismo oficio. Es claro que el escultor es cualquier “persona que se dedica a la escultura”2. Pero, como afirma el Dr. Jesús Miguel Palomero Páramo, Catedrático de Hª del Arte por la Universidad de Sevilla, aunque vallisoletano de nacimiento, escultor e imaginero deben ser consideradas profesiones distintas, relacionadas y compatibles, pues no en vano ambas persiguen la belleza pero, mientras el escultor solo abordaría la cuestión estética, el imaginero debe, además, buscar la devoción del fiel3. Por este mismo motivo el escultor griego Fidias, nacido en Atenas en torno al 490 a.C., es considerado el primer imaginero de la historia, al conseguir plasmar en sus creaciones relativas a la divinidad las características que se consideran que debe reunir una imagen destinada a mover a la devoción de un pueblo, como son “hermosura en el rostro, honesto ademán y gallarda postura”4. Fidias consiguió dotar a
sus plasmaciones escultóricas devotas del denominado “nous”, que en palabras del filósofo Anaxágoras sería como dotarlas de espíritu5. Esa expresión, adaptada a la religiosidad popular de mi tierra, podría traducirse en esa afirmación aplicada a la Virgen de la Esperanza Macarena cuando el pueblo llano afirma “parece que respira…”. Los diferentes modelos que el ingenio de Fidias fue capaz de “imaginar” para plasmar las distintas deidades del panteón del Olimpo griego causará tal admiración en la Iglesia Católica que muchas de las iconografías paganas fueron cristianizadas6. Así Zeus, dios máximo del Olimpo, fue cristianizado como Dios Padre; Apolo, se convirtió en Cristo; Palas Atenea, ideal de la belleza femenina, en la Virgen María; Hermes con el niño Dionisos, en San José con el Niño Jesús o San Cristóbal con el Niño, en tanto que la representación exenta de Hermes, en solitario, como mensajero que era de los dioses, en el arcángel San Gabriel, por citar solo algunos ejemplos claros7. He creído oportuno hacer todas estas aclaraciones históricas previas porque, aunque pudiese parecer lo contrario, en todo imaginero se encierra un escultor, pero no a la inversa. Tenemos casos de destacadísimos escultores que, a pesar de su gran valía técnica, fracasa-
1 SUSPICHIATTI BACARREZA, Clara Mª: “San Juan Damasceno, teólogo de las imágenes. Su importancia e injerencia en la defensa iconódula durante la primera Querella Iconoclasta en Bizancio (726-787) y su aporte a las definiciones conciliares de Nicea” en Historia del Orbis Terrarum. Santiago de Compostela, 2010, pp. 95-97. 2 Definición recogida en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua en su vigésimo tercera edición, año 2019. 3 PALOMERO PÁRAMO, Jesús Miguel: “Historia del Arte”. Ed. Algaida. Sevilla, 2001, p. 43. 4 Ibídem. 5Ibídem. 6 Ibídem. 7 Ibídem.
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ron cuando abordaron la realización de obras de corte devocional, que no religiosa, dos conceptos cercanos, pero diametralmente opuestos. En el primero de los casos, podemos citar los casos del sevillano José Lemus, el santanderino Víctor de los Ríos, del emeritense Juan de Ávalos o el pacense Gabino Amaya, todos ellos grandes autores, que sin embargo no terminaron de triunfar plenamente como imagineros, al ser tachadas sus obras de “frías y carentes de espíritu” o, dicho de otro modo, sin la unción sagrada necesaria que moviera a la devoción. En el segundo, religiosas son obras como el “Cristo de San Juan de la Cruz” o “La Última Cena” del universal Salvador Dalí, “El Profeta” de Pablo Gargallo, “El San Juan Bautista” de Rodin o la decoración pictórica que Henry Matisse concibió para la Capilla del Rosario en Niza, obras todas ellas de gran simbología y valía artística pero escasamente devocionales, lo cual no está reñido con que puedan conmover al espectador que las contempla. Y es que ciertamente ahí es donde radica la dificultad y a la vez el triunfo del imaginero. Idear, imaginar, plasmar en un trozo de madera el rostro de Cristo o la Virgen María que con el paso del tiempo se convertirá en el referente devocional de una persona. El triunfo del imaginero pasa por creer fervientemente en aquello que está haciendo. Yo mismo soy cristiano, cofrade desde mi más tierna infancia. Mi primera formación como artista la recibí en mi ciudad natal, Sevilla, precisamente contemplando y orando ante los grandes referentes devocionales de mi familia, el Cristo del Amor de Juan de Mesa y el Señor de Pasión de Martínez Montañés. Fue ante dichas imágenes, a las que rezaba con devoción como intermediarias del Dios vivo y verdadero, que es el que permanentemente nos aguarda en el Sagrario, cuando supe que quería ser imaginero, para ser escultor de Dios. Dice el “Libro del Génesis”, contenido en la Biblia, que Dios modeló al primer hombre de la historia de agua y arcilla, a su imagen y semejanza. Del mismo modo, así se inicia cualquier proyecto escultórico, plasmando en la arcilla húmeda la idea que uno concibe en su cabeza de cómo sería el rostro de Dios o de su Bendita Madre. Cuando, tras una dura jornada de trabajo, procedo a cubrir el barro modelado con un paño húmedo, para evitar que éste se resquebraje, es como si el mismo Dios fuese el que nos cubre con su primoroso manto de amor, para evitar que sea nuestra alma la que se fracture. No es la primera ocasión que, ensimismado en mi trabajo, he sentido que no era yo quien dirigía las trazas o golpes de las gubias, sintiendo como si una fuerza suprema fuese quien guiara mis manos. Es en la soledad de mi estudio, como le gustaba decir a mi maestro, el añorado D. Antonio Dubé de Luque, donde reflexiono sobre el acertado proceder en la construcción de una imagen. Decía Dubé de Luque, “El lugar de trabajo es el estudio, no el taller. Un taller es propio de los mecánicos, que son los que arreglan los coches. En un estudio, no solo se trabaja, también se estudia, se reflexiona, en definitiva, se piensa en aquello que estamos haciendo. Porque debemos ser conscientes que no estamos trabajando para nosotros, a pesar del ego personal por la realización de una obra, sino para conmover el alma del devoto que la contemplará terminada”. Cuenta una preciosa leyenda vallisoletana que cuando en 1619 el escultor lucense Gregorio Fernández había culminado la imagen del Cristo atado a la Columna, de la Cofradía del Azotamiento, el propio Jesucristo bajó a su taller para preguntar al escultor en dónde se había inspirado, siendo su respuesta: “Señor, en mi corazón”8. Y aunque la leyenda no deja de ser eso, una leyenda, la frase atribuida a Gregorio Fernández no puede ser más acertada. Recuerdo que, precisamente, una leyenda similar fue la que mandé grabar en 8Ibídem, p. 311. 9 Ibídem.
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el corazón atravesado por un puñal ofrendado al grupo escultórico de la Piedad que tallé para la localidad gaditana de Tarifa: “Para concebirte, Madre mía, puse, todo mi corazón”. En cada una de las obras los imagineros volcamos nuestro corazón puesto que, de no ser así, el resultado sería un trasunto de arte ñoño y relamido, como el que popularizaron las fábricas de arte religioso seriado a finales del s. XIX. Otra leyenda, relacionada igualmente con la labor de Gregorio Fernández, nos cuenta que el escultor habría afirmado, en relación a la imagen del Cristo Yacente venerado en el Convento de los Capuchinos de El Pardo (Madrid): “El cuerpo lo he hecho yo; pero la cabeza solo la ha podido hacer Dios”9. Este tipo de leyendas nos ponen de manifiesto que la obra del imaginero deja de ser de su paternidad desde el preciso instante en que el pueblo las hace suyas. No es inusual que, estando aún una imagen en su proceso de labra o gestación, reciba las primeras visitas emocionadas de sus fervorosos cofrades. Es esa misma talla que, al abandonar el estudio, en la cual el imaginero habrá depositado un trozo de su alma mientras la tallaba, provocará una amalgama de sentimientos enfrentados. Por un lado, cual progenitor que ve marchar del hogar paterno a uno de sus hijos, se producirá un sentimiento de melancolía por la ausencia, tras tantos momentos compartidos en la intimidad, y por otro, el gozo por el trabajo bien realizado. Recuerdo también como, en otra ocasión, mientras procedía a restaurar al titular de una cofradía de la diócesis de Jaén, eran muchos los devotos que acudían semanalmente al estudio, para depositar a los pies de su Cristo humildes ramos de claveles rojos. Es en esos momentos, cuando la escultura sobrepasa su corporeidad material para convertirse en el referente devocional de una comunidad, cuando el imaginero alcanza su triunfo pleno. Sentir que con su trabajo ha sabido darle forma al rostro de Dios. D. Jaime Babío Núñez Escultor-imaginero
Julio Morillo Lopez Y Antonio Jesus Morillo Lopez MAESTROS-AR TESANOS TALLISTAS PARA LA CANASTILLA DE “LA BOFE TÁ” DEL SACRAMENTADO
“Cuando hablamos de artesanía, como la mano del hombre y la materia gris, no hay nada”.
Julio Morillo comenzó en el año 1963 trabajando como aprendiz para su maestro, Pepe Cáceres, en un taller de 19 metros cuadrados, con hasta 17 personas más entre oficiales, aprendices y ayudantes donde estuvo hasta los dieciocho años, momento en el que, motivado por su deseo de aprender el oficio, se incorpora a otro taller en el que, según sus propias palabras, todo se hacía en “directo”, es decir, del dibujo en la madera y el trabajo sin máquinas de ninguna clase, como se ha hecho desde hace siglos. Es a los veinticuatro años cuando, en la calle Cardenal Lluch del sevillano barrio de Nervión, monta su propio taller, cedido por su maestro, y a partir de entonces comienza a trabajar con grandes maestros como Antonio Martín, Luis Jiménez, Antonio Diaz o Manuel Guzmán. Hoy, con 69 años, es un consagrado artesano tallista que lleva más de cincuenta ejerciendo su oficio, ahora ya en un taller en el parque de Arte Sacro, en Nuevo Torneo, con más de 70 metros. Desde hace más de dos décadas trabaja, codo con codo, con su hijo Antonio Jesús. Antonio es un amante de Caravaggio, Leonardo y el Neoclasicismo. Le gusta la escultura y la pintura, pero para él lo primero es la talla. Tanto a él como a su padre les gusta trabajar la madera tanto para el arte sacro como para el arte decorativo. Además de esta formación en el taller, Antonio posee los títulos de los cursos de Ebanistería y Talla en Piedra de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Sevilla, y ha obtenido la carta de artesano de tallista en madera, expedida por la Junta de Andalucía. Aunque durante muchos años han trabajado para otros, es a partir del año 2008, gracias a diversas ferias de arte cofrade a las que han acudido, en que empezaron a darse a conocer.
Entre sus numerosos trabajos han intervenido en varios pasos de Sevilla como San Benito, San Gonzalo, La Sed o la Exaltación y fuera de Sevilla, así para Jaén, Granada, Huelva, Almería, Lugo y, por supuesto, León.
Loli. Una de las características más singulares es que el trono llevara siete capillas, es decir frente, esquinas y laterales, incorporando una cartela en la parte trasera, todo ello portando un tipo de mesa o parihuela distinta para nosotros.
También en restauración, como el caso de las sobrepuertas del Palacio de los Villapanes (Sevilla), hoy convertido en hotel; el mobiliario del Hotel Inglaterra (Sevilla); la ampliación de mobiliario de Hotel Alfonso XIII (Sevilla); la restauración de un artesonado en la Plaza de España (Sevilla); la restauración del edificio histórico (talla y carpintería) Antiguo Ciudad de Londres (Sevilla); o el retablo de Santa Escolástica (Cáceres).
Desde la perspectiva de sus conocimientos y experiencia como maestros artesanos tallistas ¿qué pautas o recomendaciones a seguir disteis a la hora de acometer el proyecto? El deseo de estos cofrades es que querían un trono de estilo barroco sevillano o similar. A partir de ahí pusimos en marcha dicho proyecto.
En la actualidad se encuentran trabajando para la Hermandad de la Humildad y Paz (Baleares), Hermandad de la Borriquita, y para el Cautivo de Cazalla de la Sierra, quedando pendiente el que ellos denominan “ilusionante proyecto de la canastilla de la Bofetá del Sacramentado de León”. Es precisamente este último proyecto el que, por motivos obvios, más nos interesa y sobre el que hemos estado hablando con ellos para que nos lo expliquen con detalle, ¿Cómo surge la posibilidad de poder trabajar para nuestra Cofradía? Surge la posibilidad de un encuentro a través del imaginero Jaime Babío en su taller. Iniciamos conversaciones y quedamos en nuestro taller para desarrollar la idea del proyecto. Hablamos de la posibilidad de hacer un trono con unas características especiales, todo ello encabezado por distintos miembros de la Hermandad, entre otros Orlando Ferreras, José Miguel, David Arias, Jorge Pérez, Gonzalo Crespo y la hermana mayor
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Nos gustaría que nos explicaseis cuál fue el planteamiento a la hora de diseñar el trono del Cautivo y la posterior talla de su canastilla, es decir materiales a utilizar, formas, técnicas, motivos ornamentales del trono (capillas, columnas), plazos o fases de ejecución etc. y el por qué. En cuanto a los materiales a emplear, para el trono o canastilla se ha utilizado madera de cedro real de Brasil, porque tanto las características como las garantías que te proporciona esta madera son ideales para este tipo de trabajo. Las cualidades que ofrece son muchas, por ejemplo, resiste la torsión, la comprensión, la humedad o frío según las condiciones climatológicas de la zona donde esté expuesto o resguardado; su menor peso con referencia a otras maderas; no se agrieta con los cambios estacionales por ejemplo verano o invierno; y su característico olor amargo es un repelente natural a las polillas, termitas o xilófagos. Es una madera ideal para el barnizado o dorado-policromado, con los años no sufre deterioro, tan solo su peor enemigo que es el fuego. Como toda madera tiene que tener un tanto por ciento
de humedad, por lo que solamente es necesario colocar debajo de la parihuela barreños o cubos de agua en estaciones de verano y así conserva dicha humedad. Si se mojara por lluvia o accidente, simplemente dejar que seque sola, nunca emplear aires térmicos o algún artefacto de secado, ella sola hace su trabajo. Respecto de las formas técnicas y motivos ornamentales, como ya comentamos anteriormente, fue petición de la Hermandad que el trono tuviera siete capillas, cuatro de esquinas para los evangelistas, dos laterales para Santo Martino y San Isidoro, una al frente con la custodia del Santísimo Sacramento, y en la parte posterior, al no llevar capilla, se incorpora en su lugar una cartela con el emblema de la Cofradía. El diseño del proyecto fue realizado para la carpintería y la talla por nosotros. En su diseño hemos tratado de recoger distintos tipos de detalles y elementos ornamentales típicos de los pasos más característicos de Sevilla, como a continuación vamos a describir. El tallado del trono será de estilo neobarroco, de forma rectangular ochavada. En la parte alta de la canastilla las molduras llevan talladas hojas de acanto, volutas, tulipanes y óvalos con roseta interior; debajo una moldura con un emperlado; a continuación el bombo con una cabeza de ángel en el centro, cabezas que irían en el frente, trasero y laterales del trono. La siguiente moldura a modo de pictolin en dos formas de talla; la siguiente escocia lleva hojas de acanto y van hermanadas. Finalmente, la última moldura, es decir, la que apoya sobre la mesa, lleva cinta con bolas, hoja en el centro y barra en el interior. Por debajo, es decir en el plano de la mesa, apliques sobrepuestos en todo el perímetro. Muchos de estos detalles, que son un clásico en muchos pasos, están inspirados, entre otros, en el Cristo de las Penas de la Hermandad de La Estrella, en la Hermandad de San Gonzalo y en la de las Tres Caídas de Triana. Lo mismo ocurre con las perillas y cresterías que son, aparte de los candelabros, la terminación de la canastilla y que indiscutiblemente están presentes en la gran mayoría de los pasos. Las capillas son estriadas con capiteles al estilo de la Hermandad de la Exaltación, y abajo, en el frontal, distintos apliques de hojas de acanto haciendo juego con el resto de la talla. Como espectadores de la calle nos gustaría saber, por un lado, qué es lo que con dicho diseño se pretende plasmar y, por otro, cuál es la mayor singularidad que aportaría. Pretende plasmar la belleza del Señor Cautivo, acompasando la belleza y bondad de ese rostro, así como realzar la custodia y las distintas imágenes del resto de las capillas. La mayor singularidad, sin duda, es la presencia de las siete capillas. Una vez tallado y, atendiendo al diseño proyectado, ¿cuáles serían las siguientes actuaciones a acometer por orden de importancia? La importancia que requiera la Hermandad. Nuestro consejo es, o bien el frontal o bien
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los candelabros. Normalmente suelen ser los candelabros. Desde nuestra experiencia y conocimientos, para este estilo de trono lo más aconsejable sería candelabros de guardabrisas de siete luces en las esquinas y de cinco luces en los laterales, puesto que los faroles son más propios de crucificados o nazarenos. El sillón de Anás, ¿cuáles van a ser sus principales características? También va a ser realizado en madera de cedro real de Brasil. Va a llevar decoración típica de los sumos sacerdotes sanedritas, con muchos detalles de las Hermandades del Dulce Nombre (La Bofetá) y San Gonzalo entre otras. La talla será realizada en el mismo sillón. Va tallado a dos caras, es decir, bajorrelieve frente y trasera, y por supuesto laterales, patas y peinazos. Todas las tallas son desmontables para su posterior dorado o barnizado. La estrella de David irá en el frente y el menorá o candelabro judío de siete brazos en la parte de atrás, siendo este último un elemento muy importante para los rituales hebreos y símbolo del judaísmo desde la Antigüedad. Por las características de la imagen de Anás que va de pie, tendrá una altura aproximada de 100cm más zapata para su fijación en el suelo. Por último, y no por ello menos importante, lo relativo a su mantenimiento y conservación, ¿qué requisitos o condiciones se deben tener en cuenta para garantizar un correcto estado de conservación? Las condiciones para garantizar un correcto estado de conservación son, fundamentalmente, no emplear ningún producto de limpieza a la madera sin consultarlo antes con el tallista; en caso de lluvia o de que se moje por alguna circunstancia no tocarlo, que se seque por sí sólo; y en verano colocar debajo de la parihuela algún que otro cubo de agua para mantener así la humedad que precisa la madera. Esta madera es tan noble que prácticamente no necesita más cuidados. ¿Alguna sugerencia o apunte más que queráis añadir? La sugerencia es que algún día nos gustaría verlo tallado. Nuestra ilusión es máxima y contad con nuestra colaboración en todos los sentidos. Sin más, un abrazo muy fuerte a todos y esperamos veros pronto.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
¡Nos hemos quedado huerfanos! A la memoria de Quique -Enrique Val Cayón (06/05/1951-16/2/2019) y de Kiko –Francisco Trascasas Rubín (7/6/1942-7/11/2019).
Banda de cornetas y tambores de San Cayetano, León, década de 1960. El emblema de su mantolín es una reproducción del escudo episcopal del obispo Cayetano Cuadrillero y Mota, fundador de esta institución.
El Hospicio de San Cayetano, cuyos orígenes se remontan al “siglo XVIII”, acogió a niños desamparados hasta su disolución en la década de los ochenta del siglo XX. Tras la Guerra Civil española se toma la iniciativa de crear una banda de cornetas y tambores integrada por niños y jóvenes con la finalidad de completar su enseñanza y formación católica. Sus integrantes serán unos pobres huérfanos o abandonados, necesitados de cariño y trato familiar. Esta banda no tenía local de ensayo, con lo cual debían ensayar a la intemperie. La institución contaba con una gran huerta y, en esos terrenos, que abarcaban lo que es hoy la Biblioteca Pública y el teatro Emperador, tenía lugar la preparación de las marchas para
sus salidas procesionales, cabalgatas y demás festejos. Al lado de la iglesia de Santa Nonia, justo donde está el garaje y los terrenos aledaños de la avenida República Argentina, estaba ubicado el cementerio del hospicio. Finalmente, estas instalaciones se trasladarían en 1955 a la carretera de Carvajal, pasándose a denominar “Hospicio “nuevo”. Uno de los rasgos que singulariza esta banda durante los años 50 hasta su disolución es su uniformidad. Como cualquier banda de las actuales, la de San Cayetano también ha contado con varios uniformes, en función de la climatología o la moda de la época. El más habitual tenía panta78
lón largo de color beige, chaquetilla en color azul marino y una boina del mismo color que remataba en una borla dorada. La corbata era negra y se ataba con una goma para fijarla al cuello más eficazmente. De este modo era sencilla de poner para los niños ya que evitaban hacerse mal la lazada del nudo. Los hospicianos lo denominaban “el uniforme de gala”. La chaquetilla a veces era sustituida por un jersey de punto azul marino con guantes blancos. Fue un auténtico placer haber escuchado las vivencias de nuestro amigo Kiko –Francisco Trascasas. Con sus palabras rememoraba tiempos pasados y yo, ensimismado, aprendía de cuanto
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
aconteció en la Semana Santa leonesa en su época de niñez… Asimismo, resulta chocante, al menos para el espectador del siglo XXI, escuchar atentamente el testimonio vivo de alguno de sus integrantes. Es el caso de Fernando Pintor, un ex componente de la banda de San Cayetano, quien recuerda sus salidas en la procesión del Corpus Christi así como en otras procesiones de Semana Santa leonesa, entre ellas la procesión de los Pasos. Mi amigo Fernando, que pertenece a una tradición anterior a la de “la túnica y el capillo”, nos rememora la uniformidad de su banda de cornetas en los años 40: pantalón y guerrera con gorra y el paso marcial tras el majestuoso paso de la Oración del Huerto, del imaginero Víctor de los Ríos. Paradojas de la vida, podríamos afirmar que -durante la Dictadura- la cofradía del Dulce Nombre fue la primera en disfrutar de una banda de cornetas y tambores de componentes civiles y uniformados; y sin embargo lo tienen totalmente prohibido en el estado democrático actual, alegando que la tradición leonesa es que las bandas De izquierda a derecha antiguos componentes de la banda de cornetas de San Cayetano: Vicente Vidal, Fernando Pintor y Lucio; junto a Miguel Á. Morán González. vistan de túnica. Probablemente muchos no recuerden o quieran olvidar que hubo un tiempo atrás a la fundación de la ya desaparecida banda de cornetas y tambores de Je- nalmente hasta los 21, que era cuando cumplían la mayoría de edad y debían abandonar la banda y sús Divino Obrero en el que los músicos iban su categoría de hospiciados. Además, debían incorporarse al ejército para cumplir con el obligatorio servicio militar. uniformados. Precisamente, recuerdo a Enrique Val Cayón, titular de este hermoso paso en las décadas de los 70 y 80, y tocar para las imágenes y sus braceros las primeras marchas de Alberto Escámez, que llegaban por primera vez no solo a nuestra ciudad de León sino a las procesiones de Castilla y León. Sonaban por aquel entonces Evocación, La Virgen de la Paloma y La Virgen Llora. Enrique disfrutaba enormemente con estos nuevos sones y auguraba la imparable evolución que tendría la música cofrade en León, como así se lo demostró su banda de la Victoria para los pasos del que era titular cada Sábado de Pasión: Jesús de la Esperanza y de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Anás. Volviendo a la banda de San Cayetano, Fray Salvador Merino García fue el responsable de formar a los niños en el difícil arte de la corneta y el tambor. Le encomiendan renovar la plantilla con niños nuevos porque con más de 16 años no podían permanecer en ella. De esta manera, mi amigo Vicente Vidal (ex hospiciado) se incorpora a la misma en 1960 con tan solo siete años de edad; quien tocará la corneta y su hermano, el tambor. Recuerda que entre sus funciones estaba la de difundir la actividad musical entre los niños y adolescentes huérfanos de la provincia de León. Se les preparaba para la vida adulta, para ser personas de bien; pero podían estar acogidos solo hasta los 16 años y excepcio-
Los ensayos se realizaban detrás de los talleres de San Cayetano y desfilaban por el recinto residencial cuando se acercaba alguna actuación. Las clases para estos instrumentos las recibían los martes y los jueves. Aunque Fray Salvador no hablaba en lenguaje musical, se expresaba con “puntos”: del primero al quinto. De manera que los niños podían comprender la altura musical referida. No había cornetas de llave sino que eran las antiguas cornetas militares en Do, siendo su escala musical Do-So-Do-MiSol. Trabajaban con cornetas doradas muy viejas y abolladas, señal de que habían sido utilizadas por la banda del Hospicio viejo de San Cayetano. Su durez complicaba la ejecución limpia de las notas o puntos musicales. El número de componentes de la banda de San Cayetano era de unos 35 o 40. En los años 60, el primero de la formación era el corneta Tabuyo, cuyos compañeros lo apodaban “el Capitán”, porque era la cabeza visible de la banda y quien marcaba las marchas procesionales. El Jefe de tambores en esos años fue Antonio Baz Pérez, que perdió un ojo el día de San Cayetano al explotarle un petardo. Posteriormente se hizo cargo de los tambores Marcos Pérez Pascual, quien redoblaba las marchas con una caja. Aparte de los ya citados, otros componentes fueron Agustín Madero, Suso (Jesús Vizcaíno), Vicente Vidal, el Marujo, Francisco Viloria, Samuel, los hermanos Alberto y Antonio Puente, Domingo “el Titi”, Jesús Bazurco y Alfonsín, considerado por muchos el alma de la banda de San Cayetano. Era un niño que profesaba el arte de tocar su corneta con gran potencia y maestría (homólogo de nuestro actual “Richar” en la banda de la Victoria). Cada ensayo tenía una duración de unas dos horas aproximadamente con un pequeño descanso hacia la mitad. También durante ese tiempo de ensayo se dedicaban unos quince minutos a la limpieza y mantenimiento óptimo de los instrumentos. Los domingos, tras finalizar la misa, se interpretaba la Marcha Real para izar la bandera de España. Muchas de sus actuaciones tenían lugar en el propio recinto. Fue memorable el entierro de la monja Sor Julia Muro, donde la banda desfiló a paso lento. La banda sobrevivió hasta principios de los años 80. Fueron más de treinta años de andaduras por la ciudad de León y sus comarcas. Una vez disuelta la banda su cultura cayó en el olvido, pero en parte continúa vigente en bandas actuales, pues después de setenta años mantenemos su tradición de vestir uniforme o, como hiciera Fray Salvador, difundir la música a través de la Escuela Infantil. Habiendo finalizado una quinta parte del siglo XXI uno se pregunta que quizá no hemos cambiado tanto. D. Miguel Ángel Morán González Doctor en Filología Hispánica y Máster en Literatura Universal y Comparada 79
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
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Recuerdos de un Sabado de Pasion El Sábado de Pasión siempre fue un día extraño en el calendario leonés cofrade. Había empezado la Semana Santa en León sin dar comienzo. A caballo entre el repicar de campanas de la Iglesia del Mercado el Viernes de Dolores, y el solemne “Dainos Señor Buena Muerte” del Domingo de Ramos.
El Sábado de Pasión, desde entonces, siempre representará ese sentimiento nuevo: El recuerdo de ver junto a mi uniforme una túnica que se fundían en el Camino que conducían los sueños. Aquel Sábado de Pasión, cuando se abrió la puerta de los deseos, no había el gentío que hoy se agolpa y que con su presencia refrenda la rebeldía de aquellos que se empeñaron en traer un sentimiento nuevo. Veinticinco años atrás era un cortejo más austero, pero con una fe inquebrantable sin cuya fuerza seríamos testigos de lo que hoy vemos.
El Sábado de Pasión era un día de “corrillos”, de ansiada espera de lo que estaba por venir, de una ciudad que vestiría de túnica, de olor a incienso, que sabía de Cristos agonizando y de Vírgenes Dolorosas con lágrimas de desconsuelo y, por qué no, de “matar algún que otro judío” mientras se comentaba qué habría de nuevo.
Este año, cuando el viejo portón se abra de nuevo, todos esos sentimientos se volverán a agolpar y mis recuerdos cobrarán, como todos los años, mágica vida, y volveré a verte con tu túnica azul y el capirote cubriendo tu rostro, pero con el brillo que desprendía tu mirada cuando orgulloso contemplabas cómo Jesús de la Esperanza era escoltado por un torbellino de notas cargadas de fe y de anhelo. Muchos como tú ya no estarán, pero nos seguirá recorriendo el escalofrío de notar vuestra presencia de nuevo. El Sábado de Pasión ya no es un sábado hueco, es un sábado de fe, de ilusión, de Jesús Cautivo ante Anás, de revuelo de gorras blancas, de braceros que se arrancan con un izquierdo, de notas de consuelo que brotarán de nuevo de una corneta, y del redoble surgido del tambor de los sueños. El Sábado de Pasión es ahora un puente azul y blanco que une dos sentimientos: Jesús Cautivo de su Esperanza y mi “Cristo Viejo”.
El Sábado de Pasión, en resumidas cuentas, para muchos de nosotros era en cierto modo un día hueco, un día de vísperas que no hacía más que acrecentar los nervios de todos aquellos que, durante un año entero, esperábamos impacientes la llegada de una nueva Semana Santa a la capital del Viejo Reino. Hace veinticinco años la espera abrió paso a la ilusión, la ilusión que acarrea todo lo nuevo, la ilusión de ver cumplido un sueño, un sueño teñido de azul, azul de capirote, de uniforme, azul de anhelo. Se entrelazaron la Esperanza en Jesús Sacramentado con la imagen de un Cristo, que después de mil Batallas reposaba en la pequeña capilla. Dos sentimientos distintos sí, pero unidos en un mismo gusto, el gusto por romper con viejas cadenas que amarraban con fuerza todo aquello que pudiera representar una ventana de aire fresco. El rachear sereno dejó paso a un andar nuevo, las viejas notas cobraron nueva forma y apostaron por un aire más flamenco. El Sábado de Pasión pasó a ser “nuestro”, cambió ese punto de indiferencia por un revuelo de nervios, de capirotes que rasgaban con su punta el azul del cielo, de gorras que desterraban el capillo y de emociones que se agolpaban inquietas ante ese horizonte nuevo.
D. Carlos Javier Blanco Rodríguez (Subdirector Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Victoria) 81
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Identidad Escribir desde León sobre la Semana Santa Leonesa para alguien que nunca ha vestido túnica siempre me ha parecido osado y es algo a lo que jamás aspiré. Es una cuestión principalmente de respeto. Respeto en primer lugar hacia lo que esta manifestación representa en esta tierra para miles de personas, y que se complica además porque no representa lo mismo para todos ellos. Y respeto también para decenas de nombres conocidos por todos que derrochan pasión, estudio y talento a la hora de diseccionar cada instante, cada trazo cincelado en las tallas, cada sonido, cada olor y cada sentimiento a lo largo de cada instante de esta semana de diez días. ¿O es quizás de 365 días en realidad? Para muchos, todos sabemos que lo es. Me ruborizo solo con imaginar frente a este texto a los Jorge Revenga, Aurora García, los hermanos Cayón, a mis colegas Susana Vergara, Susana Peña, Javi Motorines o Luis Cañón, a mi vecino José Antonio Fresno, a mi amigo de la infancia y desde entonces admirado Mario Díez-Ordás o a tantos y tantos otros. Visualizo en mi mente esa gran foto en la que Mauricio Peña captó el recogimiento de mi compañero de trabajo Emilio Morán postrado en oración ante su Nazareno y se me quita cualquier tentación de impostura para mentar sentimientos. Vuelvo a mi infancia, al barrio, y veo a Ballesteros y a Manolo Nistal con su banda de cornetas y tambores cada gélida tarde de invierno, resguardados tras la tapia de la azucarera. FOTOS: Marta Cayón
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Recuerdo a la señora Sabina como un elemento más de la capilla en su reclinatorio ante el Cristo del Perdón y pienso que quién soy yo para hablar de fe y religiosidad.
¡Hay limonada! Y escabeche. Y amigos. Todos los amigos, incluidos esos que se tuvieron que ir pero que esta semana vuelven. No la perdonan por nada, aunque algunos tengan que cruzar medio mundo; es el otro Encuentro. Mantillas negras, trajes y corbatas negras sobre camisas blancas. Luto, sí, pero también fiesta, porque es tiempo de celebrar: la tradición unos, otros la resurrección que es la base misma de su fe. Cada uno lo suyo, pero todos con lo que los une, con lo que los identifica.
La tentación me pide pues bajar a la tierra, porque la Semana Santa es también historia, y arte, y simbolismo, y entonces me tiemblan las rodillas solo de pensar en artistas y estudiosos como Gonzalo Márquez, Manuel López Becker, Javier Caballero Chica o Xuasús González, por no citar toda la procesión que desfila ante mi mente. Cualquier intento de dar una simple pincelada sobre los siglos de historia de hermandades como las de Jesús, Angustias o Minerva, o de abstraerme al milagro terreno de arrancar vida, dolor o agonía a un pedazo de madera en tallas como las del Cristo de los Balderas, la Dolorosa o la Virgen del Mercado me parecería un atrevimiento imperdonable por mi parte.
Niños de estreno, endomingados. Zapatos nuevos, palmas, globos y obleas para ver a la Borriquilla, La Virgen del Camino que sale del Mercado, raseos de suelas sobre el silencio de las callejuelas, flores, incienso, el arte y la fe que bailan al son de las baquetas sobre el cuero y de los golpes sordos de la horqueta en los adoquines. Martes de Perdón y de faroles ferroviarios ante el Locus Apellationis, hermandades ancestrales y recientes creadas en torno a barrios, a oficios. Hosteleros, estudiantes, abogados, ferroviarios, obreros. Cada uno con la suya y todos a una.
¿Y qué hago entonces yo aquí?, se preguntará con razón más de uno al igual que me lo pregunté cien veces yo mismo. ¿Cómo ha llegado a estas páginas la dudosa aportación de un intruso reconocido como yo? Con fe o sin fe, hay caminos inescrutables. Los que a mí me condujeron hasta aquí fueron el relámpago de un premio literario por una novela que me cataloga de repente como escritor leonés -de nuevo las comparaciones pueden producir sonrojo- y una invitación de esas que se definen en la más famosa frase escrita por el célebre novelista Mario Puzzo: es una propuesta que no podría rechazar.
Silencio que convive con el estruendo de las cornetas y los tambores. Y mil tradiciones, ancestrales unas y otras que se unen, porque hay vida, hay evolución. Pregones, mil carteles en los escaparates, monedas de plata en el aire y dinero tirado en el suelo, viacrucis, la saca, la Ronda. ‘Levantaos hermanitos, que ya es hora’ y ya es hora para otros de dormir, o de dormirla. No pasa nada. Ellos también hacen distinta a esta semana grande.
¿Y por qué no? Cuál es la razón, ya que hablamos de Semana Santa, para recurrir a la frase de don Vito Corleone en ‘El Padrino’ y no a la oración de Jesús de Nazaret en el Huerto de los Olivos: ‘Si es posible, que pase de mí este cáliz’. Parece más ajustada al tema, de eso no hay duda. Pero de nuevo tenemos que hablar de respeto. Como aspirante a escritor, debo un gran respeto a una invitación para estar presente en la esperada vuelta de una revista como ‘Abba’, y también como leonés, o como aspirante a leonés. Porque yo no soy un LTV (Leonés de Toda la Vida). Aunque me salieron los dientes en esta querida ciudad y todo lo que tengo y lo que más amo está en ella, lo cierto es que mis cepas son asturianas. No me bautizaron en la Iglesia del Mercado ante la Morenica, no puedo presumir de seises de alguna de las tres negras entre mis ascendientes. Ni siquiera a mí mismo me ha cubierto jamás un capillo. A lo más que llego es a papón de acera.
Porque hay otras Semanas Santas. Con más dorados y colores unas, con silencios atronadores otras. Las hay donde se flagelan hasta el alma y donde la tamborrada aturde durante veinticuatro horas. Algunas son auténticos museos que sacan a la calle obras de artistas hace siglos consagrados mientras que aquí tenemos imágenes con el último toque del cincel aún reciente; las disfrutamos en la calle mientras les llega el momento de entrar en los manuales de Historia del Arte. Hay otras, hay muchas, pero la Semana Santa de León tiene algo especial. Un “je ne sais pas quoi”, que dicen los franceses y que la diferencia. Es carácter, individualidad en lo colectivo, contrastes, contradicciones, cohesión, personalidad, fiesta ruidosa y recogimiento, personalidad, particularidades, singularidad, distinción, idiosincrasia. Quizás sea porque es de todos, aunque algunos ni siquiera lo sepan. Todos la hacen y ella nos hace. La Semana Santa es León y es parte de nuestra identidad. Mi identidad.
¡Pero si ni carnet de la Venatoria tengo, por no tener! ¿Qué me afianza a mí simbólicamente como leonés aparte de comer Ronchitos? Precisamente por eso jamás podría rechazar esta invitación, por respeto y por agradecimiento. Porque sé que es muy posible que nada de lo que pueda escribir jamás me consagre como escritor, pero este breve texto sí que me consagra como leonés. Son los oleos de mi confirmación. Por eso quiero hablaros de lo único que yo conozco sobre Semana Santa. De esas largas vísperas a la espera de la primera luna llena del equinocio con los tambores y los metales que suenan cada noche desde el otro lado del río o tras el portón de la cochera de Santa Nonia, del olor a sarga en las tintorerías, de miradas al cielo, de oraciones ante las nubes grises y ante las isobaras apretadas, de concejales con banda escoltados por los maceros.
D. Juan Carlos Vázquez Periodista y escritor XXXVII Premio de Novela Felipe Trigo 83
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Jesus Ante Anas en San Lorenzo
CIEN AÑOS D E L A R EO RGA N I Z AC I Ó N D E L A B O F E TÁ I N T R O D U CC I Ó N Se cumple en este año de 2020 el centenario de la primera salida de la hermandad sevillana del Dulce Nombre tras su reorganización, en noviembre de 1919, por un grupo de estudiantes y de empleados del Banco Hispano Americano. Sucesos como la invasión francesa o las desamortizaciones propiciaron que muchas hermandades de Sevilla pasaran por largos periodos de decadencia durante el siglo XIX, lo que motivó
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incluso que algunas de ellas llegaran a desaparecer tras siglos de bonanza. “En 1882, José Bermejo y Carballo publica su obra GLORIAS RELIGIOSAS DE SEVILLA. Noticia histórico descriptiva de todas las Cofradías de Penitencia, Sangre y Luz, fundadas en la ciudad de Sevilla”, primer tratado de las Cofradías de Sevilla, donde se da cumplida información y se recoge información de las cuarenta y una cofradías de penitencia de Sevilla y doce de Triana fundadas hasta entonces de las que había conocimiento de su existencia.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Banco Hispano Americano en un café de la sevillana Puerta de Jerez, antes de encaminar sus pasos hasta el Beaterio de la Santísima Trinidad donde escuchaban misa ante las imágenes de la olvidada corporación. LA COFRADÍA DE LA BOFETADA Esta antigua Cofradía de la Bofetada que le dieron a Nuestro Divino Redentor, que llevaba extinguida desde finales del siglo XVIII, era el resultado de la fusión de tres antiguas corporaciones, la más antigua, la de La del Niño Perdido y la Gloriosa Santa Ana, de origen caritativo fundada en 1584 por Fray Diego Calahorrano, en el convento dominico de Montesión, cuyo fin primordial era atender, amparar y socorrer a niñas huérfanas, tomando el patrocinio y tutela del Ayuntamiento de Sevilla, en 1587. Por otro lado, la del Dulcísimo Nombre de María y Mayor Dolor de Cristo, fundada a finales del siglo XVI en el barrio de San Bartolomé, y que en 1634 residía en Santa María La Blanca, y a la que perteneció el insigne pintor Francisco de Zurbarán, si bien en su nómina de cofrades destacaban por su número los escribanos públicos y ministros de la plaza. Y por último la de la Bofetada que dieron a Cristo en Casa de Anás que tenía su origen a finales del XVI o principios del siglo XVII. Las dos últimas se fusionaron en el Convento Casa Grande de la Merced, pasando posteriormente a la capilla del Hospicio de las Niñas Huérfanas de la calle del Naranjo, donde se fusionarían con la del Niño Perdido.
F u e precisamente la lectura de dicho libro la que incitaría al joven Alfredo Estrada de la Roza, a interesarse por la antigua Cofradía de la Bofetada que le dieron a Nuestro Divino Redentor y Dulce Nombre de María, que Bermejo situaba en el Beaterio de la Santísima Trinidad y junto a su compañero en la Facultad de Derecho, Juan Pérez Calvo, sería otro de los promotores en la revitalización de la Hermandad, cuyo germen estaría, según contaban ambos protagonistas, en 1918 en las reuniones que cada domingo, en torno a las siete de la mañana, congregaban a un grupo de muchachos, estudiantes y empleados del
La Cofradía de la Bofetada hacía su estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo como detallan las reglas de 1696, que fueron descubiertas en el archivo de la Biblioteca Nacional de Madrid por el investigador Enrique Guevara Pérez en 2008. Si bien hay noticia de que ya la realizaba en 1632 y 1633, se tiene constancia de la última estación de penitencia en 1745. Apenas hay noticia de cómo sería el misterio de la Bofetada, si bien de aquella época se conservan los cuatro ángeles-virtud, atribuidos al utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón -autor de la portentosa imagen del Stmo. Cristo de la Expiración, (El Cachorro)- que formarían parte del paso diseñado por dicho escultor y ejecutado por éste junto con Bernardo Simón de Pineda, y que la Hermandad de la Bofetada adquirió a la corporación de los Sagrados Clavos, hoy Las Siete Palabras, en 1739. Tras la clausura del Hospicio de las Niñas Huérfanas en 1795 y el traslado de éstas al Beaterio de la Santísima Trinidad, Bartolomé Cabello, párroco de Santa María la Blanca, reclamó para el Beaterio las imágenes y enseres de la Cofra85
día que permanecían en el antiguo Hospicio adonde llegarían en 1803. LA REORGANIZACIÓN Aquellas entusiastas reuniones de las mañanas de los domingos van a germinar en un proyecto que en junio de 1919 solicitará formalmente la reorganización de la Hermandad y, de la mano del párroco de San Román D. Antonio Ruiz de Vargas Muñoz, que no sólo les abrirá las puertas del templo -sino que será el primer Hermano Mayor y Director Espiritual-, conseguirán que el 3 de noviembre se conceda provisionalmente la erección canónica, si bien antes, y en un penúltimo golpe de efecto, el joven Alfredo Estrada que estaba de vacaciones en Cantabria, enterado de que el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Enrique Almaraz y Santos pasaba unos días de descanso en el Balneario de Cestona, se desplazó hasta dicha villa guipuzcoana, con el plan de entrevistarse con el prelado. Cuentan que el joven, tras besar el anillo, sacó un pequeño envoltorio con papeles y le dijo: -Eminencia, aquí viene un cofrade de Sevilla para que le firme V.E. las reglas de su Hermandad. A lo que el Cardenal sorprendido ante la situación exclamó con humor: ¡Cómo no iba a ser un cofrade de Sevilla a quien se le ocurriera esto!-. Finalmente, el 8 de noviembre de 1919, la autoridad eclesiástica devolvió las reglas aprobadas “ad experimentum” por un plazo de tres años de la “Fervorosa Hermandad de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús ante Anás, Santísimo Cristo del Mayor Dolor y María Santísima del Dulce Nombre”, fijándose su sede canónica en la Parroquia de San Román. El 30 de marzo de 1920, Martes Santo, su primera Estación de Penitencia, con dos pasos con las primitivas imágenes, en el primero iba el Señor de la Bofetada y en el segundo, la Virgen del Dulce Nombre bajo palio. Sus nazarenos vestían en el paso del Señor, túnicas de cola de ruán morado y en el paso de la Virgen, túnicas de cola de ruán negro; en ambos casos con cinturón de esparto ancho. El paso del Señor fue cedido por la Hermandad de las Siete Palabras, y los enseres del paso de palio eran pertenecientes a la Hermandad de Los Gitanos. Al año siguiente los nazarenos estrenan las características túnicas blancas de cola con la cruz trinitaria de hilo gallego, sacando el primer misterio de la Bofetada obra de Miguel Ángel Rodríguez Magaña, con la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad ante Anás obra del mismo autor. En 1922, empezaría a dotarse a la cofradía de sus señas de identidad, lleno del sabor
No hay contrato escrito pero sabemos que, a mediados de 1922, Antonio Castillo Lastrucci ya trabajaba en el misterio de Jesús ante Anás. El 25 de octubre de aquel año, en la calle Federico de Castro nº 16, actual Cuna, domicilio del Hermano Mayor, un nutrido grupo de hermanos encargaron a Castillo la imagen del Señor y el grupo escultórico representativo de la comparecencia de Cristo ante Anás y la bofetada recibida en su interrogatorio. Junto al Señor y Anás, forma parte de la escena dos sanedritas, un sayón en actitud de abofetear a Cristo, un soldado romano y un falso acusador. La imagen del Señor, realizada en madera de cedro y de pino policromada, fue valorada por su autor en 3.500 pesetas de la época. El resto del misterio fue valorado en 6.725 pesetas. El primer pago se efectuó el 14 de octubre de 1922 y el último el 26 de marzo de 1923 por igual cantidad, el importe de ambos fue de 500 pesetas. Excepto la imagen titular, todas fueron concebidas en técnica mixta con encarnaduras talladas y ropajes modelados con telas encoladas, que fueron retiradas por Juan Pérez Calvo en 1961. La imagen del Señor fue bendecida en la parroquia de San Román el 11 de marzo de 1923. Una semana después, Castillo Lastrucci entregó las seis imágenes que acompañan a su primera imagen para una cofradía sevillana.
regionalista que impera en aquellos años en la ciudad en vísperas de la Exposición Iberoamericana de 1929, con la ejecución del nuevo palio bordado en oro obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que se complementaría en 1923, con el estreno del manto azul bordado y con el gran estreno del nuevo misterio del pasaje de Jesús ante Anás obra de Antonio Castillo Lastrucci, así como el palio y el manto de la Virgen del Dulce Nombre obras ambas de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Al año siguiente saldrían por primera vez bajo palio las actuales imágenes de María Santísima del Dulce Nombre y de San Juan Evangelista, conjunto denominado popularmente “la Gracia de Sevilla bajo palio”, obras también de Castillo Lastrucci, quedando fijado así, el canon de la Cofradía que ha llegado hasta nuestros días. En este año de 1924, pasa a residir canónicamente en el templo Franciscano de San Antonio de Padua, sito en la calle San Vicente, dentro de la collación y feligresía de la Parroquia de San Lorenzo, donde permanecerá hasta 1968, en que se traslada a la mencionada Parroquia de San
Lorenzo Mártir, donde fija su sede canónica y pasa a ocupar la Capilla propiedad de la Hermandad del Gran Poder, en donde durante casi tres siglos recibió culto el Señor de Sevilla. La Hermandad da culto al Crucificado del Mayor Dolor, obra anónima del siglo XVII, que procede de la cofradía primitiva y que se encuentra en San Lorenzo. Las imágenes primitivas se encuentran depositadas en el Beaterio de la Santísima Trinidad. LA BOFETÁ El Martes Santo de 1923 se produce un cambio en el concepto de la Semana Santa de Sevilla, al procesionar por primera vez la imagen actual de Nuestro Padre Jesús ante Anás y el misterio de “la Bofetá”. Las imágenes, tanto del Señor como las que componen el misterio, son obra del imaginero Antonio Castillo Lastrucci; las primeras de su autor para la Semana Santa Sevillana, e impactaron profundamente por su innovadora y acertada composición, así como por su belleza plástica, pasando a ser un referente para posteriores composiciones. 86
Jesús ante Anás alterna dos túnicas bordadas, una en color granate, obra de Victoria Caro del taller de José Caro en 1945, y otra en color blanco por el taller de bordados de las Hijas de la Caridad del Colegio de San Martín de Cádiz siguiendo dibujo y diseño de Juan Pérez Calvo de 1963. El paso de misterio, diseñado por Juan Pérez Calvo y tallado por Rafael Fernández del Toro en 1945, de dorado en estilo neobarroco, elaborado en madera de pino de Flandes. Es de líneas rectas, y tiene perfiles y bombo en su canasto. Porta en la actualidad respiraderos y maniguetas ejecutados por Antonio Vega Sánchez en 1977. Lleva cartelas del escultor Luis Ortega Bru y ángeles querubines obra del escultor Manuel Lara (2016). El paso se complementa con seis ángeles virtud, cuatro atribuidos a Francisco Antonio Ruiz Gijón (Siglo XVII) y dos copias de los anteriores de Manuel Echegoyan (1945). El pebetero actual, así como las banquetas de los sanedritas, son obra de Francisco Verdugo en 2016. El suelo, ejecutado en óleo sobre tabla, imitando mármol verde, por Manuel Mazuecos en 2016. Porta faldones de terciopelo granate con broches bordados en oro, diseño de Juan
Pérez Calvo y obra del taller de las Hijas de la Caridad del Colegio de San Martín de Cádiz en 1962. Su llamador tiene forma de calabrote, en simbología y recuerdo del cordel, cuerda o soga con que se cuenta que Cristo fue llevado cautivo ante la presencia de Anás. Es de metal y fue donado por la Fundición de San Antonio, y refundido en bronce por Adolfo Escacena en 1939.
sición “1919, pasado y futuro” en el Real Circulo de Labradores, recorriendo la historia de la Cofradía, exponiendo las imágenes primitivas, así como diferentes enseres, un ciclo de conferencias, la publicación de un libro sobre la historia de la Hermandad, así como varios conciertos. Todos estos actos concluirán el próximo Martes Santo con la salida de la Cofradía que tendrá este año una significación especial.
La Hermandad celebra Misa de Hermandad todos los martes del año y tiene un marcado proyecto social en su Bolsa de Caridad.
D. José Luis Trujillo del Real Colaborador en el Boletín de las Cofradías de Sevilla y en los Boletines de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús ante Anás, Sto. Cristo del Mayor Dolor, María Stma. del Dulce Nombre y San Juan Evangelista (Hermano de “La Bofetá”)
Este año, con motivo del centenario de la Reorganización se ha celebrado un extenso calendario de actos y cultos, destacando la expo87
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“El Boccalino desea que todos los leoneses y leonesas disfruten de una gran Semana Santa”
Dietética Herboristería Hierbas Salvajes ADELGACE CON EL MÉTODO NOVA-LINE DIETAS PERSONALIZADAS CONTROLADAS POR UN NUTRICIONISTA Avd. Padre Isla, 15 Telf. 987 22 41 73 Avd. San Mamés, 21 Telf. 987 22 40 25 LEÓN
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“Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía!” (Gustavo Adolfo Bécquer)
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Senor Danos Siempre el Mismo Pan Juan 6,34 j
Aquella memorable Cena Junto a los Doce De emociones llena Fluyen a mi mente Profundos pensamientos... Creación, Eternidad Pasión y muerte. Juan reclinado en mi pecho Pedro preocupado Judas desdichado. Mi Amor Eterno a ellos A todas, a todos A VOS en ellos. Les di a comer el Pan "ESTO ES MI CUERPO" Y elevando la copa Con mis manos la bendije "ESTA ES MI SANGRE" Que será derramada "Por muchos"-les predije-. Dª Sarita Álvarez Valladares
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Silentium Encarnatum
(Monasterio de Santa María de Carbajal, León)
A Sor Clara, alma selecta El radiante magnetismo de tu sí, de tu opción radical no por lo profundo sino por lo elevado, de tu amorosa entrega a esa expansión del yo interior que deviene de la santa alabanza, y que, según hemos leído, lleva a veces al final de los sentidos y al comienzo de claridades superiores nos convierte a nosotros en testigos de la vibración auténtica de lo sagrado…
Como una gavilla se recoge en su centro y se expande en sus extremos, así a partir de ahora tu existencia se concentra ya para siempre toda en tu alentador modo de atreverte a decir sí… De hecho igual que en el vuelo de las garzas reales, hay en tu modo pleno de pronunciar el sí no sólo un distanciamiento elegante del mundo, sino también hay una belleza misteriosa y sagrada (semejante a la de la palabra encrucijada), y un encuentro fulgurante (como el de las estrellas que agujerean la techura nocturna) con la fuente de los preceptos que ya estaban en ti, y un bello naturalismo sonoro parecido al de los mirlos (a mi juicio también son benedictinos pues obran igualmente prodigios interiores melodiando con los ojos cerrados para dejarnos a nosotros así, en postura de acción de gracias y al mismo tiempo asidos al relámpago de la emoción) …
Que la gracia te alumbre. Que la desgracia nunca te deslumbre. Que el camino interior continuo del amor te aferre a esa torre relampagueante erigida para la fe sin vértigo que es tu admirable sí. D. Luis Artigue Luis Artigue (León, 1974) es un poeta de signo confesional y visonario. Ha publicado seis novelas y los libros de poemas TRES, DOS, UNO… JAZZ (Premio Ojo Crítico de RNE 2007), LOS LUGARES INTACTOS (Pre-textos, Premio Arcipreste de Hita 2008), LA NOCHE DEL ECLIPSE TÚ (Visor, Premio Fray Luis de León 2010) y LA ÉTICA DEL FRAGMENTO (Ed. Pre-textos, 2017. Su obra lírica está traducida y recogida en varias antologías
Ahora que en este mundo la saturación de estímulos con brillos de pedrería hace que nos acorrale a menudo la metafísica de la indeterminación, el ejemplo de tu modo preclaro de decir que sí es como una oscuridad de cueva teñida hermosamente de rojo por el fuego. 91
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Sale nuestra Madre Apenas derrotadas ya sus luces huye la tarde en tierno desamparo cubriendo de tinieblas la mirada. Sale en silencio de San Isidoro la Cofradía del Sacramentado. Sale nuestra Madre de la Piedad enlutada de azul y de lamento mientras pareciera que nos negase la noche cualquier signo de esperanza. Sale ante los muros de la basílica la Madre de todos los leoneses sosteniendo a su Hijo entre sus brazos sembrando de dolor inmaculado las plazas y calles de nuestra tierra. Muestra en su soledad lágrimas puras, hechas de humana angustia y extravío, mientras va intentando en su corazón, en donde desde siempre Lo ha guardado, curarle las heridas a su Hijo, devolverle plena la vida a Aquel que ya ha dado la Suya por nosotros. Van sus manos blancas acariciando su cuerpo inerte, manteniendo aún contra las sombras vivo un cierto anhelo, buscando cobijarlo en su regazo de la niebla rotunda de la muerte. Frente a todas las penas y amarguras va escuchando nuestra Madre el silencio elocuente de los rostros, las voces mudas de su pueblo, que la acompaña en penitencia y aun la quiere suya, sus hijos que la sienten y la rezan fervorosos suplicándole amparo a quien apenas puede ya en su pecho soportar tanto hiriente desconsuelo.
Sales, Madre, también hasta nosotros a curar todas nuestras cicatrices intentando encontrar entre los campos, que nuestro desaliento y egoísmo han sembrado de engaños y amenazas, todavía un sendero en la penumbra, una pequeña luz que allá a lo lejos vaya en secreto guiando nuestros pasos tanto tiempo perdidos en el bosque. Vienes, Madre, también junto a los tuyos deseosa de oír nuestra llamada. Vienes a perdonar nuestros desvíos por los yermos de la ira y de la duda y a rogarnos que nunca abandonemos la fe, la disciplina y la oración. Te acercas a pedirnos que sigamos dejándonos llevar por Su mirada, que vayamos confiados a Sus brazos, que, a pesar de la oscuridad, presientes que ya en breve habremos de hallar la piedra removida, que ya llega Su luz trayendo entre azucenas Su victoria, que con ella han de retornar los hijos que la noche arrastró hasta la muerte creyendo que sus sombras triunfarían. Vienes, Madre, y vendrás siempre a decirnos que solo Él puede llevarnos de la mano, que solo Él puede dejarnos la esperanza floreciendo prendida de la aurora.
D. Enrique Santiago Viñas Duque Profesor del IES Juan del Enzina Premio de Poesía “Antonio González de Lama” 2018
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A la Virgen de la Piedad y del Milagro de S.Isidoro “Amparo de los leoneses” En la iglesia comienza el bullicio el sentir, el temblar se respira entre todos los fieles que acuden cada año a vivir en familia el amor empapado fraterno sinsabores que tiene la vida. La Vasta Piedad va impregnando de fervor a sus gentes que vibran al pasar por las calles del barrio cuyo cofre relleno de espigas va dejando en las almas ansiosas la ternura de su Virgencita. Ya sale La Reina, la Madre querida La Excelsa Señora, la que nos visita por todas las calles, llanas, cuesta arriba empedradas unas y otras son lisas bailando su Imagen y la gente grita la echan piropos, se siente querida. El fervor es tan grande que a veces...una lagrimilla Se hace el silencio... Cuando Ella camina y la dicen cosas y la gritan vivas los braceros anda, ya de recogida y vuelve a su trono, con ardor la miran y allí sus devotos siempre la visitan Dª Mari Sol Soto Fernández Poeta
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Cautivo ante Anas Como devota expectante de vez en cuando, Señor, me detengo ante Tí en tu sede de S. Marcos para verte y rezarte. Y al contemplar tu imagen con esa pena, robas de mí la quietud y con el alma abrumada mi impulso vital se quiebra. Pues Tú, Señor, Tú ¿cautivo ante Anás siendo la Libertad Plena? ¿Quién te ata?, ¿quién te apresa?, ¿quién se atreve a zaherirte con ignominia y vileza? Más te sigo contemplando en la Semana más Santa y me pregunto: ¿Qué gubia supo labrar el rictus de tu mirada? ¿Esa mirada perdida, esa mirada que habla, o esa humildad que conmueve en perfección reflejada? El semblante de tu faz con dolor, tranquilizada, nos insufla mucha paz sin repulsa de palabras en patético momento después de la bofetada. Padre nuestro, Padre mío, te ofrezco esta triste trova y si algún día estamos desnortados y perdidos al albur de la intemperie y como de desamparo, indícanos el camino que nos conduzca a Damasco.
Desde mi jubilación como maestra, junto sentimientos y palabras a través de la poesía. De entre el bagaje de poemas, han salido a la luz dos poemarios: “Desde la atalaya de los años” y “Horas de invierno”. Dª Milagros Martínez Alonso
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
Un ruego ante La Cruz De cielo y tierra Señor a Ti en estos santos días hechos de luces divinas, queremos brindarte amor, que queremos arrancar las espinas que en tu frente manan la sangre inocente como de limpio hontanar. Apartaremos de Vos los látigos que flagelan tu espalda como condena por ser el Hijo de Dios. Los clavos de tus manos prendidas por los sayones sean hoy en las prisiones, alivio a tantos cristianos, Es el ángel caído dueño de males eternos que ha traído el mal de infierno al mundo confundido. Te queremos ofrecer de los niños, la inocencia de los mayores su ciencia, de los hombres, su quehacer. Los jóvenes su ilusión; con mil afanes prolijos, y las madres por sus hijos te pedirán bendición. Cofrades tronos y Cruz darán gloria a tu Pasión pidiéndote en procesión aumento de Fe en Tu Luz
Dª María Dolores Otero Escritora y Poeta Fundadora de las Aulas Corales en los Colegios Leoneses Columnista en el periódico “Gente” y en la página de opinión de la digital de Castilla y León
Y pues eres en el Cielo Hijo del Dios Infinito, tu dolor, a muerte unido, sea bien a nuestro ruego
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”
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