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ABECEDARIO Sobre las letras N y Ñ
~ Abecedario ~
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Nono Villalta e Isabel Pavón
N Ñ
Estoy seguro de que fueron creadas para combinarlas y formar las palabras precisas, las más exactas y oportunas para nombrar las cosas, las sensaciones, las emociones y las ideas. Ese es el último fi n de las letras.
La que siempre me atrajo de una manera especial fue la N, a pesar de que con ella empiezan palabras poco alentadoras como nadie, nada, no, nunca o nicho; también otras muy queridas, nacimiento, naturaleza, noche, niña, niño, nieta, comienzan con esa consonante nasal y alveolar que ocupa el undécimo puesto del alfabeto y sobre la que siempre he apuntado que era la Ñ sin bigote.
Y es que, cuando se sitúa en el último lugar de la palabra, su sonido se hace agudo, brusco y explosivo, haciendo necesaria la acentuación de la vocal que la acompaña.
El canario Pérez Galdós contaba que la frutera que le atendía en su barrio le decía, al ser nombrado académico: «Me alegro mucho porque estará usted cómodo en la banquetita... La N mayúscula, en cambio, ¡qué incómoda debe de resultar para estar sentado ahí!... Ha tenido usted suerte.»
Nada hay tan fonético como la letra N, acompañada de cualquier vocal abre un mundo de sensaciones que embellece el lenguaje: nácar, néctar, nido o nube, para terminar siendo violenta e impetuosa al convertir en aguda una palabra: explosión, tritón o aluvión.
Nono Villalta Me gustas. Porque tu juventud (solo dos académicos te han grabado en su sillón) hace de ti que seas polémica y rebelde. Porque la informática —diosa madre de nuestra cultura— te pone en tela de juicio. Ya ves tú, nadie hablaba de la Ñ, siempre vulgar y ahora enseña de reivindicaciones electrónicas.
Tu virgulilla te ennoblece, te arropa y te distingue. Eres, en fin, una letra útil y necesaria que permite entender y entendernos en el idioma común de los hispanohablantes, la segunda lengua materna en el mundo y tercera en Internet.
Han intentado hacerte desaparecer, pero nada sería igual sin ti. Por último, imagino cómo sería en el futuro expresarnos sin tu ayuda: «La seno ensenaba a los ninos a pelar castanas y a las ninas a peinarse el mono, sonando como se empanaban los cristales al llegar el otono“. Deprimente.
Nono Villalta