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Instantes

Despertar en un día de primavera. Olor. Ese olor a algo tuyo que te caracteriza, a limpio, a flores… Ver el sol entrar por tu habitación y quedarte en la cama sin ganas de levantarte. Pero al mismo tiempo querer ir a verla, a abrazarla, porque sabes que ella está ahí, esperándote, para cuando te levantes ponerte en su regazo, para que te sientas protegida, fuerte, y la más feliz del mundo. Ella te prepara el desayuno, te baña, te viste, te cuida y te mima, mientras tú deseas irte corriendo a la calle a jugar con tus amigas, que te esperan como todas las mañanas.

Después del juego enardecido, vuelves a casa, para percibir ese aroma tan maravilloso y que tanto te gusta, junto con el olor de la comida que ella prepara. Pero al volver a casa el bálsamo ha desparecido, no percibo ningún olor, y la comida tampoco está.

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Empiezo a buscarla y ella tampoco está.

Asombrada y triste, empiezo a despertar de mi ensueño. Ella se fue, se fue a otro lugar donde reina la calma. Y yo despierto poco a poco, viendo el rayo de sol entrar por mi ventana, sintiendo el olor que la caracteriza. Me levanto y le susurro, como si estuviera ahí, esperándome para acomodarme en su regazo. Y la siento, y me relajo, disfrutando de todo lo que me embarga.

Fina Gómez Bou

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