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Daemon Terrae
Jamás pude pensar que el primer gran escaparate en que mi última novela viera la luz sería la revista de ferias de Montijo, sin duda alguna un gran honor que debo agradecer sinceramente. Aunque no es la primera vez que algún libro mío se ha asomado a las páginas de la revista, esta vez es especial porque lo que presento es una novela, una novela diferente que responde al nombre de “Daemon Terrae” y, sinceramente, es muy difícil hablar de ella sin caer en el spoiler, o dicho de otra forma sin destriparla.
Puedo decir que en el transcurso de la novela el tiempo colabora en una trama dinámica y sin descanso, y aunque su inicio se fecha en el año 713 los giros en su temática nos lleva a otras épocas, todo ello atemperado por unos personajes que se mueven en el siglo XXI, en la más fantástica aventura que se pueda imaginar.
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La acción, aunque se desarrolla entre cuatro países, tiene como epicentro a Extremadura, desde la Basílica de Santa Lucía del Trampal en Alcuescar, hasta las murallas de Galisteo o Llerena, pasando por Plasencia, Hervás, Abadía o Talaván.
SINOPSIS:
Un descubrimiento arqueológico fortuito, por el que muestra un inusitado interés la Curia Vaticana, lleva a Iris, una joven arqueóloga y a su fiel amigo Pablo a una búsqueda trepidante que desde la Sierra de Sintra en Portugal les conduce al monasterio de Santa Catalina en el Sinaí.
En la segunda parte un libro, el “Ars Moriendi”, adquirido a un comerciante ambulante en el martes mayor de Plasencia, y en el que se encuentran unos apuntes de Lope de Vega, sirve como pistoletazo de salida para una segunda aventura que contra todo pronóstico está muy relacionada con la primera. La acción se desarrolla, prácticamente, en el palacio de Sotofermoso en Abadía.
El estado actual del palacio de Sotofermoso es tan lamentable que hoy es un completo desconocido:
“Entre los más bellos y refinados jardines que hayan existido jamás en España se encuentra el que don Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, levantara en Abadía (Cáceres), en la segunda mitad del siglo XVI. Su riqueza competía con la de los jardines reales de Felipe II y su arte rivalizaba con cuanto entonces se hacía en Flandes e Italia.”
Esta frase recoge en esencia lo expresado en un verso que Bartolomé de Villalva, escribiera en 1577, el palacio poseía unos extraordinarios jardines al estilo renacentista con numerosas fuentes y estatuas, y que sirvió de centro de recogimiento a lo más granado de los artistas y poetas del Siglo de Oro, como Garcilaso de la Vega, o D. Lope Félix de Vega.
Si ya es poco conocido Sotofermoso, más desconocido aún es que con anterioridad fue una escuela templaria y que junto al convento de la Bien Parada un lugar de leyendas, de un pasado donde la magia y lo cotidiano se daban la mano.
A pesar de las múltiples referencias históricas, reales y contrastables que se dan en la novela lo más importante es lo que el lector pueda intuir, es mejor pensar que cuanto se cuenta en ella es fantasía, porque si fuera verdad…
Rafael María Cañete
Poeta