Cultura
DAEMON TERRAE
J
amás pude pensar que el primer gran escaparate en que mi última novela viera la luz sería la revista de ferias de Montijo, sin duda alguna un gran honor que debo agradecer sinceramente. Aunque no es la primera vez que algún libro mío se ha asomado a las páginas de la revista, esta vez es especial porque lo que presento es una novela, una novela diferente que responde al nombre de “Daemon Terrae” y, sinceramente, es muy difícil hablar de ella sin caer en el spoiler, o dicho de otra forma sin destriparla. Puedo decir que en el transcurso de la novela el tiempo colabora en una trama dinámica y sin descanso, y aunque su inicio se fecha en el año 713 los giros en su
temática nos lleva a otras épocas, todo ello atemperado por unos personajes que se mueven en el siglo XXI, en la más fantástica aventura que se pueda imaginar. La acción, aunque se desarrolla entre cuatro países, tiene como epicentro a Extremadura, desde la Basílica de Santa Lucía del Trampal en Alcuescar, hasta las murallas de Galisteo o Llerena, pasando por Plasencia, Hervás, Abadía o Talaván. SINOPSIS: Un descubrimiento arqueológico fortuito, por el que muestra un inusitado interés la Curia Vaticana, lleva a Iris, una joven arqueóloga y a su fiel amigo Pablo a una búsqueda trepidante que desde la Sierra de Sintra en Portugal les conduce al monasterio de Santa Catalina en el Sinaí. En la segunda parte un libro, el “Ars Moriendi”, adquirido a un comerciante ambulante en el martes mayor de Plasencia, y en el que se encuentran unos apuntes de Lope de Vega, sirve como pistoletazo de salida para una segunda aventura que contra todo pronóstico está muy relacionada con la primera. La acción se desarrolla, prácticamente, en el palacio de Sotofermoso en Abadía. El estado actual del palacio de Sotofermoso es tan lamentable que hoy es un completo desconocido:
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