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Un nuevo paño para la Verónica

Fernando Esteban Muñoz

Llega febrero y en Murcia se empieza a hablar de un importante acontecimiento que se va a desarrollar en la ciudad y pedanías, así como en diferentes pueblos de nuestra Comunidad. Es nuestra Semana Grande, nuestra Semana Santa, donde la espiritualidad se acrecienta y sirve para momentos de refl exión, de recogimiento y de intimidad acompañados de una música diferente y única que nos va a acompañar esos días.

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En ella, participan directa e indirectamente muchas personas que realizan diversas labores referentes a: túnicas, elementos procesionales, bandas de música, corales, tronos, imágenes y demás menesteres que la confi guran y que sería largo enumerar. Ellas, cuidan con todo el celo imaginable, cada detalle para que todo esté en su punto cuando lleguen los diferentes actos y desfi les procesionales.

Algunas veces, hay acontecimientos que sobresalen referentes a lo que rodea las diferentes actividades: problemas de última hora, falta de tiempo, incidencias descubiertas en alguna imagen o en los propios tronos por citar algunos. Otras, estos problemas son singulares por las circunstancias que los rodean. Vamos a referirnos a uno en concreto que tiene lugar en 2018 en la iglesia de San Nicolás sede de la Cofradía del Amparo.

Unos días antes del Viernes de Dolores del citado año, se produjo un acontecimiento singular e inexplicable, el robo del paño de la Verónica del trono que recoge el momento en el que la santa mujer enjuga el rosto de Jesús. Lo descubren los Cabos de Andas del citado paso que inmediatamente lo comunican al Presidente de la Cofradía.

Esta imagen, junto con la de un Nazareno que carga con la cruz y acaba de caer al suelo, componen el Encuentro, grupo realizado por el escultor Gregorio Fernández Henarejos en 1996 para la Cofradía de los Azules, que se venera en la referida iglesia. La ubicación de las mismas es en la capilla situada a la derecha, según se entra, del Cristo del Amparo.

El lienzo había sido realizado por un cofrade azul, pintor murciano de reconocido prestigio Antonio Balibrea, en el año 2006. No era el primero que realizaba. Comenzó con esta temática en Murcia para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el año 2000. Luego para diversas cofradías de: Torreagüera en 2005, un año después para los azules de Lorca, en 2008 en Alcantarilla y por último en 2009 para Totana. Por ello se podría decir que es un especialista en este tipo de representaciones. Después del robo, se presentaba un dilema difícil de solventar, tan solo a unos pocos días la imagen de la Verónica tenía las manos vacías. Prácticamente no daba tiempo material para la realización de uno nuevo, aunque es verdad que existía otro ejecutado con más voluntad que técnica, lienzo que se había guardado por entender que no representaba lo que se pretendía. De todas formas, la imagen sin su paño carecía de signifi cado por quedar el trono privado de la idea que se le dio cuando se incorporó a la procesión.

La Cofradía pidió ayuda al pintor autor del sustraído y éste les cedió para la ocasión uno realizado en un momento especial, que él guardaba con cariño en su pinacoteca particular.

He tenido la oportunidad de ver los paños y según me ha confesado Balibrea todos son como sus hijos y que en cada uno ha intentado plasmar el sentimiento que entraña el momento.

El robo es posible que se produjera en esos instantes en los que acaba un ofi cio religioso, los fi eles empiezan a abandonar la iglesia y la penumbra anuncia el cierre de las puertas del templo. La forma podemos imaginarla. El ladrón, rezagado o escondido en alguna capilla, se aproximaría a la imagen y tiraría del paño que portaba la Verónica. desprendiendo sin problema la sujeción del mismo de una mano, pero quedando enganchado de la otra. Un nuevo tirón más fuerte conseguiría desprenderlo totalmente quedando rota la cinta que lo bordeaba dejando la huella de la sustracción. El ladrón en su insensatez, no pensó que podía haber causado un daño añadido a la imagen por esos tirones.

Una pregunta podríamos hacernos ¿qué pretendía el expoliador, exhibirlo a sus familiares y amigos?, o quizás ¿venderlo a algún anticuario sin escrúpulos? Él sabrá. Pero que no olvide, si llega a leer estas líneas, que la policía tiene una denuncia del hecho y que más tarde o temprano lo descubrirán.

Cuando la Cofradía le encarga a Antonio Balibrea un nuevo paño sin duda, pensó en el que ya había realizado. Estaba claro que la Verónica no podía ir con las manos vacías. Este año podremos contemplarlo por las calles de Murcia el Viernes de Dolores.

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