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El Cristo de la Sangre. CCCXXV Aniversario

EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA SANGRE EN EL LAGAR SAGRADO

Inmaculada Alcántara Sánchez

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Responsable Museo Cristo de la Sangre

Ante la imagen inacabada del Santísimo Cristo de la Sangre, el escultor Nicolás de Bussy introdujo una carta en el interior, expresando sus intenciones más íntimas cómo devoto y fi el cristiano ante el Altísimo. Fechada y fi rmada en vísperas de la Navidad, el 27 de diciembre de 1693, quedaban apenas unos meses para que desfi lara por vez primera y con todo su boato el Titular, aportando una iconografía novedosa que sorprendería y atraería hasta la actualidad.

Encargada la obra tras la ejecución del paso de La Negación de San Pedro, y acordado el precio de “doscientos y cinquenta Reales a ocho de a quinze”;se especifi caba en las Constituciones de 1689 que saldría “el día miércoles en la tarde de la Semana Santa y en ella aian de sacar luego Insignias o pasos el primero de la Santísima Sangre de Christo, el Segundo de la negación de San Pedro, y el terzero de nuestra Señora de la Soledad (..)”.

Impresionante les debió parecer a todos aquellos que contemplaran esta nueva iconografía recorriendo las calles de Murcia, en la que sobre un simple cajonera de madera e iluminado tan solo con velas, un Cristo crucifi cado de las manos pero con los pies desclavados pisaba las uvas en un lagar, al tiempo que derramaba la sangre redentora de su costado recogida en un cáliz por un ángel-niño sentado sobre una columna jónica, mientras otros cuatro angelitos en actitud caminante sostenían sus cálices, distribuidos en las cuatro esquinas del trono en clara referencia a las cuatro llagas restantes, donde recibían los surtidores de roja sangre procedentes de las manos del Redentor.

Pasados casi dos siglos, existe una descripción de don Javier Fuentes y Ponte, en su libro España Mariana, dedicado a la provincia de Murcia, en el que relataba en su parte quinta, editada en 1884, datos precisos sobre la escenografía del Titular en procesión por aquellos tiempos:

«Paso de el Señor de la Preciosísima Sangre. Ya al describir la segunda capilla izquierda en la Iglesia del Carmen queda descrita la Imagen, que á sus piés, además de los 5 angeles niños que recojen en cálices la sangre del costado, y los 4 veneros, dos de cada una de las manos, van otros 4 niños en la Plataforma sosteniendo atributos pasionarios, dicha plataforma está iluminada por 86 belas resguardadas por bombas de cristal.» Tan sólo unos años después, don Pedro Díaz Cassou publicaba el libro Pasionaria Murciana, en 1897, aportando una descripción minuciosa de la representación simbólica del Cristo de la Sangre:

«De la llaga del costado sale un verdadero raudal, que un ángel-niño recoge en un cáliz; y cuatro ángeles más, en los extremos de la peana, reciben cuatro surtidores de roja sangre que, saliendo de las heridas de las manos, van á caer á otros cálices.»

Sin embargo, integrada en la misma edición, existe al fi nal de la misma, un apunte relevante que denota un cambio signifi cativo en la iconografía de la obra:

«Al buen gusto y sentido artístico de su actual Camarero, D. Joaquín García García, debió quizás parecer mucha tanta sangre, y fueron suprimidos los cuatro surtidores de las manos, que recogían en cálices los ángeles de las esquinas.»

De hecho, dicho camarero encargó un nuevo trono para el Cristo de la Sangre en 1899 que, al ser fotografi ado a su salida en procesión, denota ya la ausencia de los cuatro ángeles–niños ubicados anteriormente en los ángulos del trono; aunque debieron estar en la capilla junto al Cristo recibiendo culto.

Por desgracia, durante la Guerra Civil española, el Cristo de la Sangre fue seriamente mutilado, al igual que los cinco ángeles-niños; y, de hecho, consta que la imagen del Cristo decapitada fue llevada al Museo Provincial el 5 de septiembre de 1936; que, devuelta tras la contienda en enero de 1940, comenzaría su restauración por el escultor José Sánchez Lozano. Custodiadas el resto de imágenes aún en el Museo Provincial, fueron entregadas el 12 de junio siguiente, contando entre ellas, dos ángeles niños; debidamente fotografi ados e inventariados. Uno de ellos, el más completo, fue el que se restauró con el fi n de acompañar al Cristo de la Sangre, que, al ocupar el puesto del anterior, se dispuso el escultor a ponerle las alas.

Años después, en reunión de Junta directiva de la Archicofradía de la Sangre, el 17 de octubre de 1953, aparece una noticia referente a cesión de dos de los ángeles que formaban parte del Excelso Titular:

«Se da cuenta a esta Archicofradía por los Sres. López Jiménez y de los Reyes, del acto de generosidad de nuestros Mayordomos de Honor, Sres. Orts Román y Marín de Espinosa, de ceder dos Ángeles debidos a la gracia de don Nicolás de Bussi, y que con anterioridad fi guraron como complemento de nuestro excelso Titular, convenientemente restaurados.»

Sin embargo, estos dos ángeles no llegaron a entregarse en aquel momento; y las siguientes noticias al respecto aparecen en los años setenta, gracias a dos artículos escritos por don José Crisanto López Jiménez, que fueron publicados en la revista Los Coloraos, en 1973 y 1976, respectivamente: «Subsisten los cinco ángeles portadores de calices recogiendo la Sangre de sus Cinco Llagas. El que no ha dejado de acompañarle. Otro, fi gura en la colección de Juan Orts Román, de Elche; don José Hernández Mora, guarda un tercero en su museo doméstico; otro lo posee, también muy legítimamente, el Dr. don Alfonso Marín de Espinosa, y el quinto lo custodiaba el Rvdo. Monseñor don Mariano Aroca, párroco del Carmen.»

El mismo autor volvió a reincidir en este asunto en la revista de 1976, dónde varió ligeramente el texto y destino de los ángeles:

«Cristo vertiendo el Néctar Preciosísimo en cálices y recogido por los cinco ángeles esculturados, que se conservan entre archicofrades y amantes del Cristo y estudiosos de nuestra imaginería: uno va unido a la imagen, y los restantes en poder de don José Hernández Mora, Dr. Alfonso Marín de Espinosa y Sres. Orts Román (Elche, Huerto del Cura).»

La ausencia de un quinto que custodiaba el recientemente fallecido párroco de la iglesia del Carmen, relegaba al angelito a un paradero desconocido.

Recientemente, el ángel-niño que poseía la familia de don Alfonso Marín de Espinosa fue entregado a la Archicofradía de la Sangre por sus descendientes el pasado 25 de mayo de 2012.

En la actualidad, el Patrono del Barrio del Carmen, el Santísimo Cristo de la Sangre, tras 325 años después de su creación sigue deambulando cada Miércoles Santo por las calles de Murcia ofreciendo su sangre redentora, y escuchando las múltiples plegarías que en su capilla también recoge, tal y como deseaba en su cédula don Nicolás de Bussy.

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