La procesión
LA LITURGIA Y LOS CULTOS EN NUESTRAS COFRADÍAS “La sagrada liturgia es el tiempo y el lugar en el que seguramente Dios sale al encuentro del hombre. Por tanto, el método para entrar en relación con él es precisamente el de rendirle culto: Él nos habla y nosotros le respondemos; le damos gracias y Él se comunica con nosotros. El culto, del latíncolere (cultivar una relación importante), pertenece al sentido religioso del hombre, en toda religión desde tiempos inmemoriales. Por esto la liturgia es la realidad y la actividad más importante para la Iglesia”.
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on estas certeras palabras nos describe el teólogo y liturgista Nicola Bux lo que es la liturgia. La sagrada liturgia es el fin primordial y el más importante oficio desempeñado por la Iglesia y, como no, por todos los grupos que la conformamos. Entre ellos, una parte muy importante somos las cofradías y hermandades, actualmente los mayores garantes de la preservación de la religiosidad popular, que siempre se ha servido de la belleza emanada de la sagrada liturgia para acercar a los fieles a la realidad divina. Pero bien es cierto que en nuestras cofradías, en muchas ocasiones, pareciera que el culto divino, la liturgia sagrada, quedaran relegados a una posición mucho más inferior que la de actos paralitúrgicos o de piedad popular como puedan ser las procesiones y demás eventos religiosos externos. Por lo tanto, se sigue haciendo necesaria la difusión continua entre nuestros cofrades de que las procesiones emanan directamente de lo que antes se ha celebrado so-
lemnemente dentro del templo. Las procesiones, que vienen a ser un culto exteriorizado, reciben de la liturgia sagrada todo el sustento necesario para que no se conviertan en meros desfiles de gran belleza estética y artística, pero vacíos de todo significado espiritual y religioso. Las procesiones son, por tanto, e incluidas las de Semana Santa, una demostración esplendorosa y alegre (¿por qué no decirlo?) de la plenitud que produce en toda persona de fe el saber que Cristo ha dado su vida por nosotros para, así mismo, dar sentido a nuestras vidas. Pero donde se hace realidad esa donación plena de Cristo hacia la humanidad, hacia los que lo quieren escuchar, no es en las procesiones, sino en la sagrada liturgia de la eucaristía. En ella Jesucristo se nos da transustanciado en el pan y el vino, y de ahí que sea perfecto poder salir después a las calles a expresar este gozo con los bellos cortejos procesionales que organizamos en todas nuestras cofradías.