Revuelo de volantes
FERIA DE OSUNA • 12
N
o veo a Ava Gadner o a Grace Kelly pidiendo pasear por Valencia vestidas de falleras o de chulapas por las calles de Madrid. No veo al mundo de Hollywood de los 50-60 metido entre refajos o jubones, telas de lana y una mantellina para tapar los hombros, con los trajes típicos del centro y norte de España. Ava Gadner, una especie de estrella polar que preguntó por Dominguín en Madrid, cuentan que formó un auténtico revuelo en la Sevilla franquista de los cincuenta cuando se le ocurrió salir a pasear vestida de gitana por medio del real. La España que se tragaba el NODO antes de sus películas tenía ante sí a una “libertina” -censurada por el mismísimo Cardenal Segura- que en esos momentos era la mayor de las bellezas del cine mundial. Vestía traje de gitana de pequeños lunares y cinco volantes caídos, manga corta con dos volantes y mantoncillo; pelo recogido y flor natural a juego con el color del traje. Algún duende debe de tener el traje de gitana para ser capaz de embaucar y convencer, para atraer la mirada y convertirse en una especie de manzana de Adán de adulterio regional en el folclore. Algún duende debe tener para que lo que empezó siendo una bata de percal con volantes que llevaban las gitanas a las ferias de ganado, haya terminado siendo un traje en el que hasta las aristócratas pretenden
Grace Kelly en la Feria de Sevilla
reflejar su gusto y estilo. Desde este punto de vista el traje de gitana es el resultado de una revolución desde abajo, de una democracia que ha conseguido emparejar con el vestido a toda la sociedad que asiste a ferias, fiestas y romerías de Despeñaperros para abajo. ¡Quién le iba a decir a la aristocracia del XIX que terminarían vistiendo como el vulgo! No sabemos en qué momento la feria de ganado se convierte en ocio y menos todavía en qué momento la España machista decide que la mujer debe formar parte de la fiesta. Se dice que es la Sevilla de 1929, la de la Exposición Iberoamericana de la Plaza de España, la que generaliza el traje de gitana para asistir a la feria de aquel año y mostrarse ante el mundo de esa manera tan exótica, aunque también es cierto que años antes Sorolla pinta cuadros con la temática en plena feria. Quizás diez años después no podría haber sido, quizás la iglesia y la censura franquista habrían prohibido un traje ceñido, con escote y espalda al aire. Creo que el traje es resultado de la evolución de los lujuriosos y felices años veinte, años del charlestón, minifalda y vestido ceñido al cuerpo. Porque el traje de gitana se ciñe al cuerpo con su “cuerpo de guitarra” y a partir de ahí es pura libertad en el diseño de falda y mangas, el traje de gitana es, sobre todo, la exaltación de la bella figura femenina andaluza.