FERIA: Oda a la Alegría Feria de Osuna. Los románticos tan amantes de los pueblos y su folclor se olvidan del pueblo y su alegría, o sea, de la Feria de Mayo. Andaba Beethoven, medio sordo, medio estupefacto y turbulento, montando en los coros de la Novena Sinfonía el Himno de la alegría y nadie cantaba Feria de Mayo, Feria de Mayo. Sentir gitano. Sentir payo. Luce el hombre. Luce el caballo. Feria de Mayo. Si no vienes te llamo. Quien fuera, Osuna, cantor elegante y arrojado para dedicarte la oda a la alegría que te ha negado el devenir de la Historia y que merece la Feria de Mayo, que está más próxima al éxtasis de los místicos, pero en plan terreno, que al viaje ocioso de los turistas. La Feria no es una casualidad visitable, sino una causa portentosa y robusta que tiene una consecuencia de festivo entristecimiento, el Lunes de Resaca.
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FERIA DE OSUNA • 60
espués de haber amanecido y anochecido en cuerpo y alma durante muchísimos días, que los humanos medimos y clasificamos en años, las luces y las sombras imponen su ley y uno ya es literatura, por fortuna o melancolía, por donde pasa, pisa o pace. Que es una forma de interiorizar la realidad, aunque lo que se lleve hoy día es exteriorizar hasta la última y más fea cicatriz para subirla a Instagram. Uno se ha literaturizado porque es una forma de ser leve por fuera como un colibrí y grueso por dentro como una montaña. Uno se ha literaturizado por elección y selección para rellenar con sustancia bien grasienta el hastío de los días cuando me quedo sin Internet y toca sulfurarse por decreto. La literatura me ha evitado grandes cabreos y me ha dado alguna lágrima verdadera que no tenía. La Feria, claro, también está interiorizada o literaturizada:
Andaba Neruda abstraído componiendo la Oda a la alegría y no se le ocurrió mencionar en ella la Feria de Mayo, que es el símbolo supremo de la alegría. Enfériate, Pablo, que tú eres del sur. Una oda viva dedicada a la madre de todos los jolgorios regionales. La holganza sublime que está por encima de todas las cosas afanosas. La vida mínima ejecutada a lo máximo. Estaba afanado Friedrich Schiller en su Himno a la alegría y se le pasó nombrar en él la
Los filósofos de manual se ponen solemnes y sistemáticos, el filósofo enferiao habla de la lucha por la alegría cuya reencarnación perfecta y cabal está anclada indefectiblemente a la intensidad de cinco días en el tiempo milenario de Osuna. Lo que hay que fomentar seriamente es la lucha por la alegría en un mundo mohíno y aburrido de magnates que no se terminan de arruinar y de currantes que no consiguen enriquecerse. Toma que toma sostenible. Qué murga, qué pesadez de sostenibilidad, con lo bien puesta que está la palabra sostén en el seno de