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del monasterio de la Encarnación
Una devoción de la clausura: la Virgen de la Merced del monasterio de la Encarnación
La orden de la Virgen de la Merced de la redención de cautivos conmemora en 2018 el octavo centenario de su creación. En la ciudad condal de Barcelona, un joven mercader llamado Pedro Nolasco, adinerado por su próspera profesión,renunció a ella ante la realidad del mercadeo de los cristianos prisioneros, privados de libertad y oprimidos en su dignidad, convirtiéndose desde entonces en un mercader de la libertad, entregando sus bienes y su vida para redimir a esos cautivos como obra de misericordia. Pasaron algo más de cuatro siglos y en la cabecera de los estados de losTéllez-Girón en el sur peninsular, la piedad e incertidumbre de doña María Isabel de Sandoval y Padilla, esposa del IV Duque de Osuna don Juan Téllez-Girón, hace que acuda en busca de su amiga sor Mariana del Espíritu Santo, mercedaria en Lora del Río. Con ella comparte sus temores por no quedar encinta de un varón sucesor del ducado y por los frecuentes amoríos de su marido. Tras una promesa hecha y el nacimientode Gaspar en 1625, el futuro V duque, fundó en Osuna un convento de religiosas mercedarias descalzas con el título de la Encarnación de Santa María de Trapani, con los bienes de su propia dote1 .
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La belleza barroca de este cenobio hace que su visita sea ineludible para quien visite Osuna. Ese aspecto se configuró en la segunda mitad del siglo XVIII2 a partir de, entre otros, la colocación de los conocidísimos azulejos de su patio, la donación de retablos y esculturas por las propias monjas y sus familiares, algunas de procedencia peruana e italiana;de pinturas, especialmente La Dolorosa del pintor Meneses Osorioque regaló don Gaspar de Albarado a su sobrina Sor Isabel María de Jesús,y otras piezas de las artes suntuarias como el sagrario con forma de pelícano de plata.
La presidencia del retablo mayor del templo de la titular del monasterio, Nuestra Señora de Trapani, una rotunda escultura del círculo de Alonso de Mena3, hizo que las monjas del hábito blanco destinaran el coro bajo para acoger a la patrona y protectora de su orden, la Virgen de la Merced. La existencia en el archivo del monasterio de diversos tomos como los encabezados como “Gastos desde el día
La Virgen de la Merced en su retablo del coro bajo del monasterio de la Encarnación. Fotografïa: Pedro Jaime Moreno
1.- CANO MANRIQUE, Francisco: Fundación en Osuna del Monasterio de la Encarnación de Trápana de Madres Mercedarias Descalzas (14 de noviembre de 1626).
Madrid 2001. 2.- MORÓN CARMONA, Antonio: “La configuración artística del Monasterio de la Encarnación de Osuna en la segunda mitad del siglo XVIII” enLaboratorio de Arte, nº 28/ 2016, pp.283-296. 3.- RUIZ BARRERA, Teresa yRAVÉ PRIETO, Juan Luis: “La Orden de la Merced en Andalucía (1203-1603-2003). Marchena 2003, pp. 48-49.
30 de enero de 1746” (hasta mayo de 1804), “Gastos y recibos. Año 1746. Según arreglo del año 1880. Recibo desde el día 30 de enero de 1746” (hasta mayo de 1804) y “Libro de Sacristía de 1880” (que contiene los inventarios de los bienes artísticos desde 1783 a 1909), han permitido conocer datos relevantes acerca de la escultura de la Virgen de la Merced que a partir de ahora se desglosarán.
Consta en una anotación que en 1759 se adquieren “imágenes” y en 1760 el “vestido de la Virgen de la Merced”, noticias que se pueden relacionar para situarnos en el momento de la llegada de la Virgen de la Merced quepreside el coro bajo. Alcanza un metro y medio de altura, es de candelero para vestir con la cabeza y una larga cabellera talladas, en posición frontal con la mirada baja, y las manos extendidas. En 1901 se produce una restauración de la escultura, sin detallarse en qué consistió, y se colocó el “rayado” o resplandor a modo de gran sol de madera dorada a su espalda.
De su rico y variado ajuar textil, en tisú y sedas bordadas del siglo XVIII, sobresale una gran capa procesional de seda blanca bordada en su perímetro y desde la cola hasta el centro de la misma, con una minuciosa técnica plana que reproduce una delicada decoración floral mezclada con roleos barrocos, tanto en hilo de oro como sedas de colores, destacando como motivo principal el emblema del Ave María bajo corona ducal y entre sendas palmas. Su inadecuada exposición en una vitrina de reducidas dimensiones junto a unas casullas, imposibilita la correcta y completa visión de esta obra, una de las más destacadas en su tipología del patrimonio ursaonés. Como curiosidad, posee un sombrero de seda minuciosamente bordado en hilo de plata, que no se usa desde décadas y cuya colocación aludiría a la Virgen de la Merced peregrina de Quito, aquella que el emperador Carlos V donó al pueblo quiteño y que, durante varias décadas del setecientos,recorrió el continente americano para recaudar limosnas y construir su templo. Hacia 1763 se construyó su retablo barroco compuesto por un solo cuerpo acotado por estípites y rematado por un ático que, a modo de movido cortinaje, enmarca la escultura del Cristo expirante advocado de las Aguas.Sobre él, se sitúa el emblema de la orden mercedaria. La presencia de los estípites y el recurso del pabellón tallado remite a otros retablos laterales conventuales como los del propio monasterios que nos ocupa, los de San Pedro o Santa Clara, siendo unos de los recursos característicos de los talleres ecijanos4. En octubre de 1763 se pagaron 452 reales5 por la gran puerta de medio punto, con cristales biselados, que protege a la Virgen en su camarín. El interior de éste, contiene las reliquias de varios santos.
La iconografía de la Virgen se complementa con los atributos de realeza, primero con la espectacular corona cuyo coste, además de un rostrillo y anillos que no existen actualmente, ascendió a 2.366 reales en 17716. Está labrada en plata dorada, consta de canasto del que parten cuatro imperiales que confluyen en un orbe culminado en una cruz latina. Se rodea de ráfaga lobulada con grupos de rayos plisados combinados con ramilletes de flores. Su ornamentación se enriquece con perlas, esmeraldas y amatistas. Cuenta con la marca AV por lo que se atribuye al platero Ávila7. La presencia de un rostrillo revela una apariencia distinta a la que vemos en la actualidad, enmarcando su ovalada faz de la manera que hoy la tienen la Virgen del Valle de Écija, la Virgen de Gracia de Carmona o la Virgen del Rocío.
Al año siguiente se pagaron 2.000 reales “de los lazos de esmeraldas de Nuestra Santísima Madre”, piezas que tampoco se conservan, y 2.532 reales por el escapulario, una pieza de filigrana y joyería con dos largas cadenas que pende de la mano de la Virgen. En él se muestran el escudo de la Merced y una S atravesada por un clavo, también decorados con multitud de perlas, esmeraldas y amatistas. A este conjunto se suma el escudo pectoral, que si bien no se ha encontrado ningu-
Corona de la Virgen de la Merced del platero Ávila en 1771. Fotografïa: Pedro Jaime Moreno
4.- HERRERA GARCÍA, Francisco J: “Osuna y su protagonismo en la retablística barroca sevillana”, en Cuaderno de los Amigos de los Museos de Osuna Nº 12.
Osuna 2010, p. 65. 5.- Archivo del monasterio de la Encarnación de Osuna (A.M.E.O.) Libro de gastos y recibos. Año 1746. Según arreglo del año 1880. Recibo desde el día 30 de enero de 1746, s/f. 6.- A.M.E.O. Libro de gastos..., s/f. 7.- SANZ MEJÍAS ÁLVAREZ, María Jesús: “La orfebrería en el Monasterio de la Encarnación”. Archivo Hispalense. Sevilla 1980. Nº 107, p. 108.
na mención escrita sobre él, responde al mismo momento y estilo. Reproduce el anagrama del Ave María en filigrana de oro y cuajado de perlas, en su centro aparece un águila bicéfala coronada, con los ojos de esmeraldas, con el escudo de la Merced de brillantes en su pecho. La devoción que alcanzó la Virgen de la Merced traspasó la reja del coro bajo y entre los regalos recibidos se expone, en la sala de la Comendadora del museo del monasterio,“un bastón de madera del río Jordán” por parte de don Pedro Villegas en el siglo XVIII8 .
El último encargo fue el de “las andas” en 1773 por 3.922 reales. Constaban de “veinte cañones de plata y cuatro bases de lo mismo, cuatro ramitos redondos con sus jarritos y cuatro llanos con sus canastillas todo de plata” que se completaban con las “caídas y cielo de terciopelo carmesí con sus franjas y flecos de oro”. Se trataría de un antecedente del conocido paso de palio sevillano: unas parihuelas portadas por fuera de tamaño reducido, de planta cuadrada con cuatro varales en las esquinas que sostendrían un baldaquino de terciopelo rojo decorado con pasamanerías y flecos dorados. El coqueto conjunto se adornaba con jarrones de diferentes tamaños y formas que contenían florecillastambién labradas en plata. En ellas, la Virgen procesionaría en la fiesta de su onomástica, quizá en una sencilla procesiónpara la que usaría las dos puertas del templo, saliendo por una y entrando por la otra, o incluso podría subir hacia la Colegiata. A partir de esta descripción, se puede tomar como referencia unas andasque posee la Virgen de Gracia de Carmona, labradas por Francisco de Luna en 1748, aunque originariamente fueron realizadas para las monjas del convento de la Concepción de la citada ciudad. Ambas comparten el ser encargos monacales, su planta cuadrada y poseer cuatro varales, si bien la de Carmona tiene la parte exterior del techo labrado en plata y la de Osuna no, al estar forrado su interior de terciopelo rojonos puede servir para imaginar el aspecto que tuvo. Debido a los cambios políticos y económicos que se dan en España tras el fin de la invasión francesa y el inicio de la implantación del liberalismo, las mojas mercedarias padecieron décadas de precariedad y apuros económicos9. Durante el Trienio Constitucional (1820-1823), el Concejo de Osuna se hallaba endeudado e intentó la enajenación de las tierras de baldíos y realengos destinado a la amortización de los créditos contra el Estado. El cambio de régimen impedirá esta aplicación por lo que el Ayuntamiento no podrá responder a las deudas contraídas aumentando enormemente, situación de la que se lamentaba en 184510.Ante esta circunstancia que también las monjas tuvieron que afrontar, se produjeron unas ventas en 1824, siendo sacristanasor Beatriz María de la Santísima Trinidad, que afectó alas andas de la Virgen de la Merced, perdiéndose para siempre,y cuyo desconocido coste sirvió “para las urgencias y manutención de la comunidad”11 .
Vista del coro bajo con el retablo de la Virgen de la Merced. Fotografïa Pedro Jaime Moreno
Antonio Morón Carmona
8.- A.M.E.O. Libro de Sacristía de 1880, s/f. 9.- MORÓN CARMONA, Antonio: “La venta de la platería en el monasterio de la Encarnación de Osuna (1807-1866)”,
Laboratorio de Arte Nº 29. Sevilla 2017 (en prensa). 10.- GAMERO ROJAS, Mercedes: “La tierra en Osuna en el paso del antiguo al nuevo régimen: situación e intentos de reforma” en Osuna entre los tiempos medievales y modernos (siglos XIII-XVIII). Sevilla, 1995, pp. 444-461. 11.- A.M.E.O. Libro de Sacristía de 1880, f. 21.