Cronistas de Paracuellos de Jarama
Guerra de Cuba Cuba Guerra de
D
e la corriente independentista que se extendió por toda Hispanoamérica en el siglo XIX, Cuba es de los pocos lugares que escapó de ella. Entre otros motivos encontramos que el sector azucarero empuja el desarrollo económico del país. Un ejemplo de ello está en la construcción del ferrocarril en España, siendo la isla de Cuba el primer lugar donde se implanta para facilitar el trasporte del comercio azucarero. El próximo 12 agosto se cumplen 125 años del final de esta contienda y el 20 de mayo 120 años de la independencia de Cuba tras tres años de ocupación estadounidense. Los vecinos de Paracuellos colaboraron con aportaciones económicas, seguido por la corriente de suscripciones monetarias que se van realizando a lo largo del país. La isla de Cuba era considerada la Perla de la Corona, una posesión que bien merecía todo empeño para mantenerla como parte de España, así que tanto liberales, como conservadores intentaron acabar con una insurrección en 1895, sin llegar a pasarles por la cabeza que este conflicto llegaría hasta la independencia de la isla. Es una revuelta que tiene como detonante la constante denegación de peticiones que la isla presenta a la metrópoli, la cual encontró al general Martínez Campos como una fácil solución al conflicto, pero fue más un problema que una solución. Con él se movilizan numerosas tropas con una escasa preparación y falta de mandos con la profesionalidad que requería la contienda en la que iban a participar, así como las enfermedades que le iban a abordar en la isla. A esto hay que añadir la forma de lucha, pues entre los contrincantes tenemos campesinos, obre-
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ros, criollos... preparados para establecer una estrategia de guerrillas. Cánovas del Castillo necesita apaciguar la isla con la derrota de los insurrectos, para lo cual se sustituye a Martínez Campos por Valeriano Weyler. En 1896 la virulencia de la insurrección cubana que, con altibajos, había empezado casi treinta años antes, en 1868, obligó a España a desplazar a la isla el mayor ejército colonial jamás visto hasta esa fecha. Para ello, a los 20.000 hombres de los que se componía el ejército de la isla, se les unieron fuerzas regulares formadas por voluntarios hasta totalizar 82.000 hombres. Así fue como el 2 de agosto de 1896 el señor obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá y arzobispo de Santiago de Cuba D. José María Justo Cos y Macho organizó una suscripción pública ante los feligreses para organizar el Batallón Provincial de Voluntarios de Madrid que había de pelear en dicha isla en defensa de la Patria en la Guerra separatista de la isla de Cuba 1896. Dos días después del anuncio en todas las parroquias, el pueblo de Paracuellos hizo entrega en la secretaría de la diócesis de un cheque por valor de 118 pesetas con 98 céntimos. Como datos curiosos, hemos de apuntar las 25 pesetas que el Ayuntamiento donó a la causa, más 13 pesetas con 25 céntimos que correspondían al sueldo de un día de todos los empleados del Ayuntamiento, el alcalde D. Federico Mª Meco que aportó otras 25 pesetas de su bolsillo y el resto de vecinos, hasta un total de 65 personas, que lo hicieron con cantidades que oscilaron entre las 25 pesetas y los 5 céntimos. Cuando Sagasta se alza con el poder tras el asesinato de Cánovas del Castillo, este cesa al Capitán Weyler en Cuba y delega competencias al gobierno insular. Los Es-
tados Unidos de América, en plena expansión colonial, había puesto sus ojos en la isla. El autonomismo es la vía elegida por el gobierno insular, pero reseñan el empeño de Estados Unidos en la independencia cubana, cuyo congreso replica desde 1895 que el autonomismo no es solución. El Papa León XIII no consigue el propósito de intenta mediar en la tensión entre ambos países, sobre todo por la influencia que puede ejercer sobre la opinión de los católicos que viven en el continente américa. La prensa se hace eco de la necesidad de navíos de guerra para poder proteger la isla ante la eminente confrontación militar, así como el llamamiento de los reservistas de nuestro país. Surgen en las calles movimientos patrióticos en Madrid, Barcelona y Valencia principalmente. Se muestra también las tensiones políticas que cortes, senado, gobierno y regente que muestran visiblemente una preocupación de una presión donde Cuba y Filipinas están en el punto de mira de los americanos. Los acontecimientos se precipitaron cuando el 15 de febrero de 1898 se produjo una explosión en el acorazado norteamericano Maine que estaba fondeado en el puerto de La Habana en visita diplomática, y donde murieron 226 marineros. A pesar de las investigaciones que se llevaron a cabo para esclarecer lo sucedido y de que los informes apuntaban a una explosión interna fortuita producida en la sala de calderas, los Estados Unidos achacaron las causas a una mina española. El 23 de abril a España no le queda más que declarar la guerra, que claramente expone el imparcial en ese domingo 24 con el texto que deriva de la Gaceta de
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