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192 años del pacto del Santo Entierro

 Félix FERNÁNDEZ LÓPEZ

Está demostrado que, pese a lo que pueda parecer, en esta tierra conservar las tradiciones cuesta. A veces es pereza, a veces, dejadez, incuria, rutina ajena, ignorancia que nos lleva a identificar la tradición con un cepo al progreso; y, sin embargo, la tradición no es sino la huella del carácter común, un sentir que ha cristalizado, una costumbre que lucha contra el poder aniquilador del tiempo y se instala en nuestra esencia para dar sentido a las revueltas e insurgencias del capricho y el abandono. La costumbre se simplifica en una tradición y se hace norma irrevocable amparada bajo la sentencia que conlleva un “siempre se hizo así”, palabras éstas que abren a menudo la puerta de la historia de la propia filiación, historia en minúsculas que adquiere carta de identidad en el paisanaje, en el sentimiento que sabe aferrarse a los sucesos, las anécdotas, los devaneos, las confusiones, las peculiaridades y va creando un glosario detallado y exhaustivo de nuestro devenir.

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A ese devenir me refiero cuando en estas líneas quiero aludir a una de las entradas más duraderas y aceptadas de nuestra Semana Santa, de la Semana Santa leonesa, la tradición que otorga la procesión del Santo Entierro, en la tarde del Viernes Santo a la Cofradía de “Nuestra Señora de las Angustias y Soledad” los años pares, y a la “Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz” los años impares. Desde que el año gira imparable en enero hacia el momento de arranque del tiempo de Pasión, todos los leoneses saben a quién corresponde ese año la pompa y el cortejo. Éste no sólo es año par sino que tiene un significado especial porque se cumplen 192 desde que se instauró esta noticia en el pueblo, esta tradición.

Ahora que tras tantos años de referirse a ella sólo con las palabras que constatan el hecho de a quien corresponde la organización y desarrollo, conviene recordar cómo surgió, cómo se fraguó esta costumbre que en principio se llamó la “Concordia” o “el Pacto”. La razón de alcanzar ese pacto fue el hecho de que hasta ese año las dos cofradías antes citadas organizaban cada año, por su cuenta y a su costa, los actos y funciones del Viernes Santo. Y esa coincidencia traía de cabeza a los devotos leoneses que querían cumplir con las obligaciones del “Día de la Cruz”.

EL ORIGEN DEL PACTO

Este estado de cosas, que llenaban la ciudad con otro desasosiego inútil llevó a que el 1 de marzo de 1830, los abades de las cofradías mencionadas alcanzaran un acuerdo y lo rubricaran para poner término a las disensiones que durante más de medio siglo habían reinado en la tarde del Gran Viernes. La historia nos dice que fueron los abades, don Gregorio Canseco, por parte de Angustias y Soledad, y don José Gutiérrez, por la Vera Cruz, quienes tras recibir la conformidad de sus respectivas Juntas suscribieron a instancias de quien por entonces era obispo de León, D. Joaquín Abarca Blanque, un documento conformado por siete cláusulas, redactadas a plena satisfacción por ambas partes donde se estipulaba que en el dicho año de 1830 organizaría la mentada procesión del Santo Entierro la

Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez

cofradía de “Angustias y Soledad”, y que al siguiente año, de 1831, le correspondería tal honor a la Vera Cruz. Había nacido el “Pacto” que desde entonces se ha respetado fielmente.

He dicho bien Cofradía de la Vera Cruz, ya que la actual denominación de “Minerva y Vera Cruz” no existe hasta el año 1876 en que la cofradía sacramental de Minerva no se une con la penitencial de la Vera Cruz, que por entonces era la encargada de organizar y realizar la ceremonia de “El Desenclavo” en la Plaza Mayor. De modo que la nueva agrupación asumió el acuerdo alcanzado en concordia que no obstante, antes de la aprobación del documento por el Ordinario vivió un proceso complejo en que las comunidades religiosas de San Francisco y Santo Domingo el Real hicieron valer su voz entre un buen puñado de anécdotas.

El Obispado aprobó el 3 de abril este Pacto o Concordia. De conforme con lo convenido, el “Sermón de la Soledad” se celebró en la iglesia de San Francisco, aunque el inicio del cortejo procesional arrancó desde el convento de Santo Domingo el Real. Al año siguiente, la procesión del “Santo Entierro” comenzó en el convento de San Francisco, “con las imágenes acostumbradas”, organizada por la Santa Vera Cruz. Siguiendo lo establecido en la “Concordia”, “Angustias y Soledad” participó en esta procesión portando banderas, insignias y luces, según lo convenido mediante acuerdo por los representantes de ambas cofradías; correspondiendo a cada abad realizar el pago acordado a braceros, seises y legos que portaron los atributos, del mismo modo que fue hecho el año anterior cuando dicha organización correspondió a “Angustias y Soledad”. Es de reseñar el modo categórico en que las normas aceptadas del “Pacto” establecen de modo claro la colaboración monetaria que habían de mantener ambas agrupaciones, indistintamente de dónde saliera la procesión y sin que ese hecho sirviera de razón a los abades para negarse a practicar las diligencias de previsión de todo lo necesario, como si cada una de las cofradías saliese por sí sola, e instándoles a llegar a un acuerdo beneficiosos para ambas partes, “sin que por ningún pretexto se les aumenten otros gastos”.

También se fija que el importe de la Saca de Viernes Santo se reparta a partes iguales entre ambas cofradías una vez deducidos los gastos comunes derivados de la organización del cortejo procesional, como podía ser el gasto en velas de cera. El articulado del “Pacto” incluso establecía, en su artículo quinto, el orden en que debían salir las cruces y guiones de ambas cofradías cada año, dependiendo de cuál de ellas estuviera al cargo de la procesión.

Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez

LA PRUEBA DE LA CONCORDIA.

En el año de 1882, la “Concordia” sufrió el primer revés serio por la negativa de “Minerva y Vera Cruz” a pagar la cuota pactada a los portadores de los atributos alegando falta de fondos. En 1888, con la modificación de sus estatutos, “Minerva y Vera Cruz” relega la “Concordia” a segunda línea en su orden de prioridades, provocando así el malestar de “Angustias” que eleva escrito al Palacio Episcopal solicitando la anulación de dicha “Concordia” y que cada cofradía asuma en solitario el gasto económico que supone organizar la procesión.

El 2 de abril de 1889, se reúnen de nuevo los representantes de ambas cofradías, y tras un arduo debate se acuerda y aprueba de modo unánime elevar al Ordinario una propuesta donde se contempla el acuerdo tomado, en el que ambas partes ratifican el “Pacto” de 1830, pero con la salvedad hecha de que a ninguna de las dos agrupaciones se le impongan más obligaciones que aquellas que estipulan sus estatutos. Es decir, que queda suspendida la ayuda recíproca que ambas hermandades se venían prestando hasta la crisis de 1882.

En 1891, Minerva y Vera Cruz puso de manifiesto sus dificultades para organizar la procesión del Viernes Santo que ese año, por ser impar, le correspondía. En su socorro acudió Angustias y Soledad, que previamente acordó en Junta de Gobierno que si el señor Obispo los llamase para que ayudaran en los gastos, acudiría la Cofradía a la procesión sin pagar nada. El hecho fue apenas una anécdota y poco tiempo después la situación entre ambas hermandades se normalizó. Ya en 1895 las buenas relaciones fueron un hecho natural y comenzaron a cursarse de nuevo invitaciones oficiales entre ambas cofradías para que el Abad y la Junta no organizadora ese año asista a la procesión del Santo Entierro, con banderas e insignias.

La cordialidad de antaño se había vuelto a instalar en la tarde del Viernes Santo, adquiriendo ya permanente carta de naturaleza, que ahora, ciento noventa y dos años después de la firma del “Pacto” se sigue observando escrupulosamente.•••

Hermandad Sacramental de Santa Marta y de la Sagrada Cena

Erigida canónicamente el 11 de diciembre de 1945, vinculada al Gremio de Hostelería de la capital leonesa, siendo su fundador y primer presidente, Máximo Gómez Barthe. Tras un debate en torno a la adquisición del primer paso, la Hermandad acuerda realizar el ambicioso proyecto del paso de la Sagrada Cena. La obra sale a la calle por primera vez el 6 de abril de 1950.

En la Semana Santa de 1969, la Hermandad estrena, ante las cámaras de RTVE, el segundo grupo procesional, La Casa de Betania, obra de Víctor de los Ríos. En 1982 se crea la sección de las Samaritanas, niñas que ataviadas a la antigua usanza samaritana portan los atributos y frases alusivas a la Institución de la Eucaristía.

La Hermandad experimenta un punto de inflexión respecto a la asistencia de hermanos a la Procesión de la Sagrada Cena, producido por el hecho de poner a hombros el paso de La Casa de Betania en 1994. Un año después se completa el nombre de la Hermandad, añadiendo “y de la Sagrada Cena”.

En 1998 sale a la calle un nuevo paso, El Lavatorio de José Ajenjo, destinado a las hermanas de Santa Marta. A la nómina de pasos, se sumó en el año 2000 la Unción en Betania cuya custodia recayó, de forma indefinida, en la Hermandad de manos del Excmo. Ayuntamiento de León.

En 2001 un nuevo hito se produce en el seno de esta penitencial, la creación de la Procesión del Rosario de Pasión que acoge el rezo de los Misterios Dolorosos ante varios templos leoneses. Es justo reconocer que este nuevo proyecto vio la luz gracias a la colaboración de las Parroquias de Mansilla de las Mulas y de Grajalejo de las Matas.

Desde la Semana Santa de 2019, un grupo de niños llamado Los Galileos portan en la misma procesión los atributos de los apóstoles que asistieron a la Última Cena.

IMAGINERÍA

• Sagrada Cena. Víctor de los Ríos. 1950. • La casa de Betania. Víctor de los Ríos. 1969.

Compuesta de tres figuras (Marta, María y Jesús).

Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez

• El Lavatorio. José Ajenjo Vega,1998.

Representa la escena en la que Jesús lava los pies a Pedro en presencia de Juan. • Unción en Betania. José Ajenjo, 1983.

ACTOS PECULIARES

Concurso Julián Jaular Alonso: convocado para elegir el cartel anual que edita la Hermandad para anunciar la Semana Santa. Jornada Cofrade Máximo Gómez Barthe: en el transcurso de la Cuaresma la Hermandad organiza este acto de índole cultural y musical. Acto de admisión de nuevos hermanos: el jueves de Pasión en la sede de la Hermandad se verifica la ceremonia de bendición de túnicas e imposición del medallón. Domingo de Ramos: Misa de Cumplimiento Pascual en San Marcelo. El sábado posterior a Domingo de Resurrección celebra una Misa en sufragio de los hermanos difuntos. Participa en la Procesión del Corpus Christi con la imagen de Santa Marta. Celebra la festividad de su Patrona, el 29 de julio con un solemne triduo. Edita trimestralmente un boletín digital: El Cenáculo. En la Capilla del antiguo Colegio de Huérfanos Ferroviarios celebra el Miércoles de Ceniza, Pentecostés y una Misa de preparación para la Navidad, el tercer domingo de adviento.

El 24 de enero de 2022, D. Luis Ángel de las Heras Berzal, obispo de León, mediante Decreto concedido el título de “Sacramental” a la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena, atendiendo la petición formulada con motivo de la celebración del setenta y cinco aniversario de su fundación. Con la concesión de este título, la Hermandad se denomina “Hermandad Sacramental de Santa Marta y de la Sagrada Cena. •••

Año de fundación:

1945

Presidente:

Manuel Antonio Couso Sobrado

Templo: Parroquia de San Marcelo

Hermanos: 900

Indumentaria: Túnica de lana blanca, con cuellos, bocamangas y botones en terciopelo de color sangre. Ceñidor- fajín de terciopelo rojo sangre. Los hermanos de la Junta Directiva llevan capa de lana blanca con vueltas de terciopelo rojo sangre.

Emblema: Medalla de metal. Recoge una de las visitas de Jesús a Betania. Aparecen: Jesús, Marta y María. Lleva inscrito el lema “Unum est necessarium” (sólo una cosa es necesaria), que responde Jesús a Marta cuando ésta le recuerda que María no colabora en las tareas del hogar. Lo necesario es escuchar la palabra de Dios. Lc, 10,41-42

PROCESIONES

• Lunes Santo:

Rosario de Pasión.

• Jueves Santo:

La Sagrada Cena.

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