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Ecce Homo

 Máximo CAYÓN DIÉGUEZ | Cronista Oficial de la ciudad de León

José Holguera, maestrograbador, es un fervoroso y penitente papón. Y cada Semana Santa entrega a los tórculos una nueva creación personal, después de una relectura atenta y reposada de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

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El grabado que nos ofrece en esta edición es fruto de su reflexión personal. Se trata de la imagen de Cristo en el Pretorio, materializada en una obra abstracta, por tanto, ajena y manifiestamente opuesta a la representación figurativa. Para ello, en esta ocasión, se ha inspirado en este pasaje del Evangelio de San Juan, (19,5): “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!”.

Este grabado, expresión artística donde imperan los conceptos, a través de formas y volúmenes, de matices y coloraciones, es una metáfora de los padecimientos soportados por el Hijo del hombre, vejado y escarnecido por la soldadesca romana y los sayones. Estamos, pues, ante una composición plástica generada por la expresividad subjetiva del autor, donde subyacen también la influencia de los “Los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé”, escritos en Babilonia por el profeta Isaías, en plena cautividad, setecientos años antes de que Jesús de Nazaret expirara en el monte Calvario, un texto de un alto valor poético y de un inestimable contenido espiritual que predice el maltrato, las burlas, el menosprecio y los desdenes soportados por el Divino Galileo.

En una sociedad secularizada como es la nuestra, el abstraccionismo se convierte de este modo en un excelente recurso visual a la hora de trazar el camino hacia la conversión y, por ende, hacia la evangelización. Y aunque este grabado, donde gravita el dinamismo del punto, la línea y los colores, tan alejado de los cánones convencionales, por su dureza estética pudiera producir cierta apatía, o, incluso, determinada incomprensión en el ánimo de quien lo contempla, opiniones o juicios en ambos casos muy legítimos y razonables, debe estimarse también, y con la misma legitimidad y razonabilidad, como una alegoría de los períodos tan duros y tan horrendos que hemos vivido, y aún vivimos, condicionados por la pandemia del Covid19, es decir, con esos momentos inundados por la soledad y el sufrimiento, colmados de incertidumbre y aislamiento, rebosantes de angustia y desolación.

En la liturgia del Viernes Santo, Jesús es el ‘Siervo de Yavhé’, sufriente por nuestros pecados, el mismo al que alude el evangelista Mateo, (12, 1521), el Varón de Dolores que entrevió el citado Isaías, uno de los cuatro profetas mayores del Antiguo Testamento, denominado ‘el príncipe de los profetas’. Sus oráculos están contenidos, como he dicho, en sus cuatro cánticos, cuatro sublimes poemas, y las profecías que contienen sus versículos quizás son las más interesantes del Antiguo Testamento. Están insertas en el Deuteroisaías o Libro de la Consolación (cap. 4955), como, por ejemplo, la siguiente, impresionante y profunda, que nos proyecta una luz esclarecedora: “Él soportó nuestros sufrimientos / y aguantó nuestros dolores; / nosotros lo estimamos leproso, / herido de Dios y humillado; / pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, / triturado por nuestros crímenes. / Nuestro castigo saludable cayó sobre él, / sus cicatrices nos curaron” (Is 53,45).

José Holguera muestra su fe de creyente y su sensibilidad artística en el expresionismo de este grabado, aguafuerte y aguatinta al azúcar en plancha de zinc, donde la mezcla de betún de Judea, disolvente y el mismo azúcar, una vez disuelta en agua, sirve para pintar con pincel sobre una plancha resinada, que después del baño al ácido, permite que el dibujo quede grabado. El aguatinta es una técnica empleada por Francisco de Goya y Lucientes en los “Caprichos”, su primera colección de grabados. Este complicado y delicado procedimiento calcográfico, utilizado también con profusión y sabiduría por el genial y prolífico Pablo Ruiz Picasso, es el que ha puesto en práctica con notable acierto el autor de este grabado que él mismo ha titulado, sencillamente, “Ecce Homo”.

José Holguera, con los ojos del corazón, ha visto de esta forma a Cristo, flagelado, injuriado y coronado de espinas. Y nos lo ofrece en esta estampa que, por su fuerza expresiva, cuando Cristo está a punto de cargar con la Cruz, trae también a nuestra memoria estas palabras de Giovanni Papini: “El Hombre de los Dolores, parece a cada paso no tener fuerza para dar el siguiente. Extenuado por la terrible noche, por los cuatro interrogatorios, por las penosas andanzas, por las bofetadas, los palos, la flagelación; desfigurado por la sangre, el sudor, los salivazos…”.

José Holguera, maestro grabador, fervoroso y penitente papón, encontró hace ya dos décadas su camino de Damasco en el grabado. Y esta obra que ahora nos entrega así lo acredita. •••

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