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La dádiva de la Reina Isabel II a Nuestra Señora del Mercado
Antonio Prim ALONSO MORÁN
Fotografía: Marta Cayón
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Aún recuerdo en mis días de niñez cuando mi tío abuelo Olegario, mozo del barrio del Mercado, me relataba en las tardes calurosas de verano en la montaña leonesa su participación en la procesión del Viernes de Dolores como bracero de Nuestra Señora. Siempre la conversación fue la misma, o mejor dicho el monólogo, ya que yo no abría ni la boca. Todos los años se repetían las anécdotas y las historias, pero de todas ellas, una que narraba que la Virgen tenía un manto y unas joyas donadas por la mismísima reina de España Isabel II me embrujaba de tal manera que mi cabeza de rapaz se evadía ensoñando cómo podía haber sido la visita de la Monarca a la Virgen.
No sé si fueron estas fantasías de muchacho, la transmisión de esta historia oral que me hizo mi tío abuelo, o la lectura de artículos de esta revista que mencionan la información de la que ya había oído hablar en mi infancia las que me llevaron a indagar sobre este hecho. En todo caso, estas pesquisas me depararon gratas sorpresas que les voy a presentar en las siguientes líneas.
Una de las primeras preguntas que me hice fue ¿por qué la Reina realizó estas donaciones? ¿Qué motivaciones tuvo? En un primer momento en mi cuaderno realicé muchas anotaciones con respuestas que iban desde aspectos religiosos, políticos, históricos y un largo etc.
El primer gran ítem que fue ganando terreno en mis deliberaciones fue el aspecto religioso, ya que Isabel II fue una soberana muy devota de la Virgen María en todas de sus advocaciones. Y en ese sentido, a lo largo de su reinado, realizó múltiples donaciones de mantos y joyas a las distintas representaciones de la Madre de Dios. Por poner unos ejemplos, en el año 1853 donó dos mantos a la Virgen de los Reyes de Sevilla. En 1855 ofreció uno a la Virgen de las Angustias de Granada, patrona de esta ciudad. A esta imagen le había donado anteriormente una corona, cuando había alcanzado la mayoría de edad. También podemos destacar las donaciones a Nuestra Señora de las Huertas, patrona de Lorca en el año 1858 o a la Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad de Cáceres. Sin olvidarnos de Nuestra Señora de Atocha, protectora de los reyes de España y patrona de la monarquía.
Fotografía: Miguel Seijas
No cabe duda de que la devoción hacia la Virgen fue una de las principales razones por la cual Isabel II ofreció estos obsequios a la Virgen del Mercado, pero tenía que haber alguna razón más. Otra de las posibilidades que me he llegado a plantear es que este tipo de donaciones las realizaba a las representaciones marianas que además habían sido designadas como patronas de las ciudades. Ejemplos citados anteriormente como los de Sevilla, Granada, Lorca, Cáceres. Pero en el caso de Nuestra Señora del Mercado, antigua del Camino, no tenía esa titulación oficial, valga la expresión, ya que el patrono de la ciudad es San Marcelo.
Lo que sí nos podemos plantear es que llegara a oídos de la reina Isabel II la devoción que profesa esta ciudad por la Virgen del Mercado, y quisiera tener un gesto hacia la Virgen y hacia la ciudad de León. Aquí podríamos entremezclar las motivaciones políticas, religiosas e históricas, ya que se rendirían honores a la que fue la capital del Reino de León, germen del Reino de España que estaba en manos de su Majestad. Pero al margen de lo anteriormente citado debemos buscar un origen más exacto o por lo menos aproximarnos a la causa primigenia que provocó la unión de la Reina de los “Tristes Destinos” como denominara Benito Pérez Galdós a Isabel II, a la “Virgen de las Tristezas” como designara Máximo Cayón Waldaliso a la Virgen del Mercado.
En nuestra opinión el germen de todo se dispuso de la siguiente manera:
Finalizaba el año de 1851. En esas fechas, Isabel II había dado a luz a su primera hija, la infanta Isabel de Borbón. El 2 de febrero de 1852 Su Majestad asistió a una misa en la iglesia de Atocha, que se realizaba en acción de gracias por el feliz alumbramiento que había tenido recientemente. A la conclusión de la misma, ya de nuevo en el Palacio Real, la Reina, que llevaba en sus brazos a la Infanta, sufrió un atentado por parte de Martín Merino y Gómez, más conocido por el cura Merino, que le atestó varias cuchilladas en el abdomen y en el brazo. Gracias a la Providencia y a los ropajes que la soberana llevaba las heridas fueron superficiales. >
Mercado, pero tenía que haber alguna razón más.
Tanto ella como su hija lograron salir con vida de este desagradable episodio. Así que días después, recuperada la Soberana de sus heridas, solicitó al presidente del gobierno, Juan Bravo Murillo, lo siguiente:
S. M. la Reina se ha dignado dirigir al Presidente del Consejo de Ministros la carta autógrafa que sigue: Bravo Murillo: Prosternada ante la Divina Providencia por su señalada protección y favores infinitos, mi corazón se halla conmovido ante las demostraciones de amor y lealtad que recibo á cada instante de mis súbditos. Estas demostraciones, sin embargo, pudieran concentrarse en un objeto que simbolizara de un modo permanente el carácter religioso y benéfico de los españoles. Con este fin deseo que el Gobierno tome la iniciativa para abrir una suscripción voluntaria cuyo producto se destine á edificar uno ó mas Hospitales en conmemoración del nacimiento de mi amada hija, y de mi presentación á mi pueblo después de las bondades que Dios me ha dispensado en estos días. Isabel. [Gazeta de Madrid. 12 de febrero de 1852]. Como vemos en la carta anterior la noticia del atentado conmovió a todos los súbditos. Conocida la recuperación de la Soberana y su firme propósito de realización de un hospital, los leoneses comenzaron las colectas correspondientes para la recaudación de fondos. Tanto los poderes públicos, con el Gobernador Provincial y el Ayuntamiento de la capital a la cabeza, como los poderes eclesiásticos, liderados por el Ilustrísimo Señor Obispo, consiguieron en apenas un solo mes recaudar 8.308,30 reales en la provincia, [Gazeta de Madrid 25 de abril de 1852], de los cuales, 4.167 reales, lo que es la mitad de la cuestación, se obtuvieron solamente en la ciudad de León. Si a esto le añadimos que en esa época en la ciudad residían en torno a los 9.000 habitantes nos damos cuenta de que uno de cada dos vecinos colaboró en la misma.
En este objetivo destacaremos la participación de la Parroquia de Nuestra Señora del Mercado y de sus cofradías. La recaudación en este barrio ascendió a la cantidad de 312 reales, lo que supuso un 7,5% del montante total. Porcentaje considerable, que fue posible gracias a que un gran número de hermanos de las Cofradías de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad y de Jesús Nazareno participaron en esta colecta a título particular. Destacando en ella a 17 papones que habían ejercido o iban a ejercer el cargo de abad en las citadas penitenciales [Boletín Oficial de León. León, 19 de marzo de 1852].
Esta muestra de solidaridad de la ciudad de León y, más concretamente, del barrio del Mercado, no tuvo que pasar desapercibida ante los ojos de la Reina. Así que nuestra hipótesis es que a partir de ese momento comenzó a interesarse mucho más por las vidas, andanzas y sentimientos de sus súbditos de este pequeño barrio y su Virgen pasó a ser una de las advocaciones a las que Isabel II dirigía s us plegarias.
Fotografía: Luis Tejedor
Pasaron los años, y el Hospital de la Princesa fue inaugurado un 24 de abril de 1857 en la ciudad de Madrid. La Soberana, satisfecha y agradecida, no se olvidó nunca del esfuerzo realizado por los leoneses. Así que un año después de la inauguración del citado sanatorio, la Soberana quiso corresponder a su pueblo donando a la Virgen del Mercado un precioso manto carmesí ricamente bordado en oro. La noticia de dicho presente publicada en rotativas de todo el país decía lo siguiente:
S.M. la Reina ha regalado a la venerada imagen de nuestra Señora del Mercado en León, un precioso manto de terciopelo carmesí, ricamente bordado de oro. Este regalo ha causado gran contento a los que tienen gran devoción a aquella santa imagen [El isleño: periódico científico, industrial, comercial y literario. Palma de Mallorca, 9 de abril 1858]
El precioso manto llegó a tierras leonesas a finalizar la Semana Santa de 1858 realizándose la bendición y exposición del mismo en la S.I Catedral:
Nuestro Excmo. e Ilmo. Prelado bendijo el hermosísimo manto, y con su acuerdo el domingo 18 del anterior se celebró en acción de gracias una misa solemne, que ofició la capilla de la Santa Iglesia, y a la que asistió su E. Ilma. de capa magna, el M.I Ayuntamiento presidido por el Sr Gobernador Civil, y un inmenso gentío que no pudo caber en el templo. Todo aquel día, y las mañanas de los ocho días siguientes estuvo la iglesia abierta, con el objeto de que los fieles tuvieran el gusto de ver la regia dávida. Todos sin excepción, concurrieron a verla, todos admiraron su valor y hermosura, y experimentaron vivos afectos de gratitud y amor a unos soberanos tan eminentemente piadosos. [Boletín del Clero del Obispado de León. León, 10 de mayo de 1858]
Los leoneses agradecidos por este regalo, tuvieron una oportunidad única de agradecer a la Reina todos los desvelos realizados hacia Nuestra Señora. Pocos meses después, y más concretamente el 28 de julio, su Majestad Isabel II, acompañada de su hijo el Príncipe de Asturias, el futuro Alfonso XII, realizó una visita real de dos días a la ciudad de León.
El día 29 por la tarde visitó a la “Morenica”, y qué mejor que utilizar las palabras del académico de la Historia don Juan de Dios de la Rada y Delgado para tener una visión de lo que allí ocurrió:
SS. MM., después de orar y de haber dejado abundantes testimonios de su munificencia en los conventos de monjas, donde las buenas Madres las vitoreaban en > Esta muestra de solidaridad de la ciudad de León y, más concretamente, del barrio del
Reina todos los desvelos realizados hacia
Nuestra Señora.
Pocos meses después
medio de su entusiasmo, mezclándose sus conmovidas voces con las constantes aclamaciones de la multitud, y de elevar también sus cristianas súplicas ante la milagrosa imagen de la Virgen del Mercado, adornada con el rico manto que en el año anterior la ofrecieron los augustos Señores, se dirigieron, en medio de un pueblo inmenso que apenas dejaba transitar los coches, a la casa de caridad, conocida con el nombre del Hospicio. [RADA Y DELGADO, J. “Viaje de SS.MM y AA. por Castilla, León, Asturias y Galicia verificado en el verano de 1858” Aguado, 1860, p. 201.]
Isabel II, después de orar, hizo entrega de un presente a la Madre de Dios. El mismo lo componían unos pendientes y un alfiler para la Virgen valorados en 13.000 reales. [Gazeta de Madrid 15 de agosto de 1858]. Debido al valor de las joyas la noticia se extendió por todo el país. Periódicos de Madrid, Barcelona, Las Palmas o Córdoba, por poner unos ejemplos, recogieron en sus páginas esta nueva ofrenda hacia Nuestra Señora del Mercado.
La Soberana de los tristes destinos al día siguiente abandonaría la ciudad, pero en su corazón se llevaría la solidaridad y la hospitalidad de los leoneses y la protección de la Virgen del Mercado.
Diez años después de su visita a la ciudad de León, la Reina se exiliaba en Francia a causa de un pronunciamiento militar. A partir de entonces se fueron olvidando las cosas buenas de su reinado, dando paso solamente a los hechos más negativos.
Benito Pérez Galdós coetáneo de nuestra protagonista escribió de ella lo siguiente: «El reinado de Isabel se irá borrando de la memoria, y los males que trajo, así como los bienes que produjo, pasarán sin dejar rastro. La pobre Reina, tan fervorosamente amada en su niñez, esperanza y alegría del pueblo, emblema de la libertad, después hollada, escarnecida y arrojada del reino, baja al sepulcro sin que su muerte avive los entusiasmos ni los odios de otros días. Se juzgará su reinado con crítica severa: en él se verá el origen y el embrión de no pocos vicios de nuestra política; pero nadie niega ni desconoce la inmensa ternura de aquella alma ingenua, indolente, fácil a la piedad, al perdón, a la caridad, como incapaz de toda resolución tenaz y vigorosa. Doña Isabel vivió en perpetua infancia, y el mayor de sus infortunios fue haber nacido Reina y llevar en su mano la dirección moral de un pueblo, pesada obligación para tan tierna mano». [Pérez Galdós, B. «La Reina Isabel», en “Memoranda”, 1906, p. 33]
Sirvan estas líneas como corolario de todo lo que he querido trasmitir en este manuscrito. •••
Cofradía Santo Cristo de la Bienaventuranza
Fotografía: Marta Cayón
HISTORIA
Esta Cofradía nace por la inquietud de los jóvenes de la parroquia de San Claudio que, en 1991, junto con D. Carmelo Rodríguez del Cueto, párroco de esta iglesia, crearon la Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza.
Sus estatutos fueron aprobados el 8 de junio de 1992. Desde su fundación procesiona en la mañana del Jueves Santo, siendo un momento destacado del cortejo cuando los braceros levantan el paso con los brazos al grito de “al cielo”.
IMAGINERÍA
• Nuestra Madre de la Piedad.
Ricardo Flecha. 1998.
• La Santa Cruz.
Ricardo Flecha 1998 • Virgen de la Pasión.
José Luis Casanova. 2001.
• Nuestro Señor Jesús Nazareno.
Ana Rey y Ángel Pantoja. 2016
• María Santísima de la Misericordia.
Ana Rey y Ángel Pantoja. 2015
CONDICIONES DE ADMISIÓN
• Santo Cristo de la Bienaventuranza.
José Luis Casanova. 2004. Cristianos/as bautizados, avalados por dos hermanos con un año de antigüedad. •••
Año de fundación:
1992
Abad:
Juan Carlos González Marcos
Templo:
Parroquia de San Claudio
Hermanos: 800
Indumentaria: Túnica negra como signo de luto y capillo y bocamangas azul celeste, signos de la bienaventuranza. Los miembros de la Junta de Seises y la banda llevan capa de raso y capillo de terciopelo azul celeste.
Emblema: Un doble círculo, signo de plenitud, sobre fondo azul celeste y dentro una cruz iluminada con dos ánforas, ya que, como dice el Evangelio, “vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”.
PROCESIONES
• Sábado de Pasión:
Via Crucis Procesional por las calles de San Claudio.
• Jueves Santo:
Procesión de las
Bienaventuranzas.
Cofradía Santo Cristo del Desenclavo
La Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo obtiene su aprobación canónica el 31 de julio de 1992 fijando su sede en la parroquia de Santa Marina la Real.
ACTOS PRINCIPALES
Los actos de la Semana Santa comienzan el fin de semana anterior al Viernes de Dolores, donde se realiza la Cena de Hermandad y la presentación oficial de la persona que se encargará de mantener la Ronda Líricopasional de ese año y la correspondiente imposición de la insignia de oro de la Cofradía. Este fin de semana, la parroquia es un bullicio de hermanos y hermanas, ya que además se desarrolla el triduo en honor a la Virgen del Desconsuelo y se realizan las reuniones de las distintas secciones de la cofradía. Ya en el Domingo de Ramos, participa en los actos propios de ese día en la parroquia de Santa Marina la Real en la Procesión de las Palmas por las calles de su Barrio.
El Miércoles Santo, gracias a la colaboración existente con la Asociación Vecinal Mariano Andrés, se ha venido desarrollando un concierto de música sacra que este año alcanzará su novena edición, previo a la salida de la Ronda Lírico Pasional “Luis Pastrana Giménez”. Ésta, es un recorrido por las calles del Barrio de Santa Marina la Real para realizar una serie de paradas ante enclaves específicos, en los que la persona encargada de “mantener” la Ronda realiza breves alocuciones.
El Jueves Santo gira en torno a 3 actos con un hilo conductor que es la procesión que sale del patio del Colegio Leonés: el Oficio de Tinieblas, en la Iglesia de Santa Marina la Real, la Ceremonia del Desagravio, con el depósito de las 30 monedas de la traición de Judas en el interior del Convento de la Santa Cruz y el Enclavamiento de Cristo, único acto privado de la Cofradía al finalizar la procesión de Las Tinieblas y el Santo Cristo de las Injurias.
El Acto del Desenclavo es la esencia de la Cofradía y se celebra en la tarde del Sábado Santo
Fotografía: Segundo Francisco García Argüello
en el transcurso de su procesión titular, delante de la Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro, mientras las Hermanas entonan el Canto de las Llagas.
La Cofradía se encuentra hermanada desde 1999 con la de la Santa Veracruz y Confalón, de Astorga, ya que ambas realizan el Acto del Desenclavo.
Además, se realizan distintos actos a lo largo del año, como Triduos, organización de las fiestas patronales del barrio, la llegada del Cartero Real, Cine por Navidad, eventos culturales variados y otros actos de convivencia, teniendo en la parte social uno de sus puntales más importantes, con acciones encaminadas a potenciar la relación con la parroquia de Santa Marina la Real, atendiendo a una serie de familias en situación de vulnerabilidad.
IMAGINERÍA
Año de fundación
1992
Hermano mayor
Javier García Argüello
Sede
Parroquia de Santa Marina la Real
Hermanas y Hermanos
550
Emblema
Óvalo que circunscribe una cruz vacía con sudario. Sobre ella se dispone una Corona Real, que simboliza su sede parroquial y a los pies de la cruz se colocan tres clavos en forma trebolada.
Indumentaria
Túnica lisa de sarga, púrpura con bocamangas y capirote negros, del mismo tejido, y cíngulo negro con las caídas a la izquierda. El emblema aparece en el centro del babero. Camisa blanca y guantes, pantalón, calcetines y zapato bajo negros.
• Santo Cristo del Desenclavo (Crucificado
y Yacente). Manuel López Bécker. 2000.
• Nuestra Madre María Santísima
del Desconsuelo. Jesús Azcoitia. 1998.
• Santo Cristo de las Injurias.
Amancio González, 1995.
• María Santísima del Mayor Dolor
en su Soledad. Pablo Lanchares. 2013. • Piedad de las Ventas. Obra de los Talleres de
Olot. Primer tercio del siglo XX. (cedida por la parroquia de San José de las Ventas).•••
PROCESIONES
• Miércoles Santo: Ronda
LíricoPasional “Luis Pastrana
Giménez”. • Jueves Santo: Procesión de las Tinieblas y el Santo Cristo de las Injurias. • Sábado Santo: Procesión del
Santo Cristo del Desenclavo.