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La Cena que recrea y enamora
Eduardo ÁLVAREZ ALLER | Fotos cedidas por el autor
“Toda la obra es un semillero ancho y hondo de recias motivaciones humanas. El amor y la dulzura del Rabbí, están allí reflejados en su rostro, con todo el latido de su vida interior. Llena de grandeza humana y divina. Amor y dulzura, desengaño y dolor, ante la traición y la ingratitud de Judas”.
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Francisco Pérez Herrero
[Víctor de los Ríos y su Sagrada Cena. Diario de León, 5-IV-1950, p.7]
El biógrafo de Víctor de los Ríos, Javier Antón Cuñado, acertadamente tomó prestada la lírica de San Juan de la Cruz para titular el estudio que dedicó al paso de la Sagrada Cena de la Hermandad de Santa Marta al conmemorarse el cincuentenario de su estreno, allá por el año 2000. En el presente, cuando esta señera obra de la imaginería procesional cumple setenta y dos años, mantenemos ese título, pues consideramos que a la hora de abordar una investigación, análisis, contemplación o meditación ante esta sacra escena es profundamente evocador el sentir del místico para entender la obra que resolviera el escultor santoñés (1909-1996) de forma brillante, pues indudablemente la Última Cena corresponde a una iconografía compleja que ha generado diversas dificultades a los artistas de todos los tiempos.
La Hermandad de Santa Marta, constituida canónicamente el día 11 de diciembre de 1945 mediante el decreto fundacional rubricado por el obispo de la Diócesis legionense, Doctor Luis Almarcha Hernández, había entablado relación desde su fundación con Víctor de los Ríos para tratar proyectos de diversa índole. En primer lugar es destacable la talla de Santa Marta, venerada desde su bendición el día 29 de julio de 1947 en la iglesia parroquial de San Marcelo, sede canónica de la corporación. En esta imagen Víctor de los Ríos se aleja de la visión legendaria que predomina en la habitual representación plástica de la Santa de Betania al aparecer con el dragón y el hisopo, aportando una iconografía novedosa de carácter eminentemente evangélico al presentar a Marta con una bandeja de frutas en alusión a las tareas cotidianas que realizaba en su hogar. Corresponde a una iconografía que bebe del Evangelio de San Lucas y que para la Hermandad desde los primeros tiempos ha sido santo y seña: “Marta, en cambio estaba atareada con los muchos quehaceres
Doctor Luis
Almarcha
Ríos para tratar proyectos de diversa índole
del servicio. Entonces Marta se acercó a Jesús y le dijo: -Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en la tarea? Dile que me ayude. Pero el Señor le contestó:Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria” [Lc. 10, 40-41].
Aunque esta Hermandad, muy vinculada al Gremio de Hostelería, pretendía procesionar en la noche de Jueves Santo y organizar, por lo tanto, el cortejo procesional de la Sagrada Cena, no valoraba adquirir en primer lugar un paso que diera plasticidad a la escena de la Última Cena, sino un grupo que representara el pasaje anteriormente transcrito acaecido en Betania, llegándose a presentar la maqueta en marzo de 1947. Sin embargo, a pesar de que el proyecto de Víctor de los Ríos puede calificarse de impresionante por la teatralidad con la que estaba dispuesta la escena, el entonces magistral de la Catedral de León, D. Clodoaldo Velasco Gómez, por medio de su excelente oratoria persuadió y alentó a la Hermandad para que acometiera primeramente el proyecto de adquisición de la Sagrada Cena, “si comienzan ustedes por el paso de Santa Marta, María y Jesús, >
se quedarán en el aperitivo. Comiencen por la Cena de Cristo, por el misterio eucarístico”. [J. ANTÓN CUÑADO, La Cena que recrea y enamora. León, 2000, p. 27]. La Hermandad supo escuchar el consejo del citado eclesiástico y el 25 de marzo de 1948 firma el contrato del paso de la Sagrada Cena con Víctor de los Ríos Campos. Desde unos días antes la maqueta del paso permaneció expuesta para satisfacción de una expectante sociedad leonesa que anhelaba una recreación tan monumental como exigía la iconografía de la Cena del Señor.
En cuanto al contrato de la obra, cabe detallar los puntos que presentamos a continuación. La valoración económica se fijó en una cuantía que podía oscilar entre las 300.000 a 400.000 pesetas. En el momento de la firma del documento, la Hermandad entrega al imaginero 25.000 pesetas, acordándose pagos sucesivos en función de las posibilidades económicas. El compromiso de Víctor de los Ríos es entregar la obra para la Semana Santa de 1950 como fecha máxima. La Hermandad obliga al santoñés, a no realizar ninguna otra obra destinada a la ciudad de León, a partir de la fecha, hasta que no finalizara el conjunto procesional. Asimismo el autor queda imposibilitado para realizar otro paso igual, tanto en sus características generales como en las imágenes y su distribución [Archivo de la Hermandad de Santa Marta. Acta-contrato de encargo del paso de la Sagrada Cena, en Libro de Actas 1946-1951, ff. 25-26]. En nota marginal cabe informar que previamente a esa fecha Víctor de los Ríos tenía comprometidas dos obras para León, la Dolorosa (1949) de Jesús Nazareno, así como un Yacente (1949) para Minerva y Vera Cruz que únicamente fue procesionado un año.
Por medio de un documento que firma Víctor de los Ríos conocemos que recibió de la Hermandad “madera por valor de diez mil setenta y cinco pesetas, procedente del derribo de una casa solariega, que bien ha podido ser el palacio del Conde de Rebolledo, sita en la ciudad de León, en la calle que tiene actualmente por nombre Conde de Rebolledo; para la construcción del paso de la Sagrada Cena, en cuya madera en unión de otras, lo estoy tallando en mis estudios de la calle de Ríos Rosas nº 13 de Madrid” [Archivo Máximo Gómez Barthe. Documento de Víctor de los Ríos, 30-X-1948].
Víctor de los Ríos a la hora de crear este paso, al igual que cualquier otra obra, profundizó en el pasaje que había de representar, para abordar el tema con una fundamentación histórica e iconográfica. En este caso llegó a contar con la ayuda de cinco prelados, conforme él mismo explica en una entrevista: “Durante veinte siglos de arte y religión la última Cena ha sido representada como si fuese un consejo de administración. Todas las figuras muy colocaditas alrededor de una mesa larga… Yo he hecho dos cenas: una para León y otra para Linares. Dos conceptos vitales diferentes. Para el Norte, el tema de la traición: “Lo que has de hacer hazlo pronto”…; para el Sur, el argumento es la instauración de la Eucaristía. Había que encontrarle a la Cena sus posturas lógicas. Me ha llevado varios años de intensos estudios en los que han colaborado cinco obispos alemanes y uno español –don Carmelo Ballester Nieto-, que lo fue de Vitoria. En mis Cenas cada apóstol tiene su carácter, y por la forma en que están colocados fácilmente se explica cómo pudo Jesús lavarles los pies”[ABC, 15-31967, pp. 34-37].
El imaginero, una vez documentado a nivel histórico, teológico o bíblico, fue capaz de presentar una novedosa interpretación de la Última Cena, sin parangón en la imaginería procesional española. En ese estudio jugó un papel importante el citado prelado Carmelo Ballester Nieto que rigió
la Diócesis Legionense entre 1938 y 1943. El gran conjunto escultórico inmortaliza el instante en el que Jesús anuncia a sus discípulos la traición que ejecutaría uno de ellos en esa misma noche; es el momento en el que se crea una incertidumbre entre los reunidos. Víctor de los Ríos, sin lugar a dudas, encontró la inspiración para diseñar la distribución del conjunto en el Evangelio de San Juan:
“Pero hay un texto de la Escritura que debe cumplirse: El que come mi pan, se ha vuelto contra mí. Os digo estas cosas ahora, antes de que sucedan, para que cuando sucedan creáis que yo soy.
Os aseguro que todo el que reciba a quien yo envíe, me recibe a mí mismo y, al recibirme a mí, recibe al que me envió.
Dicho esto, Jesús se sintió profundamente conmovido y exclamó: -Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, preguntándose a quién podría referirse. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto quería, estaba recostado a la mesa sobre el pecho de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que le preguntase a quién se refería. El discípulo que estaba recostado sobre el pecho de Jesús le preguntó: -Señor, ¿quién es? Jesús le contestó: -Aquel a quien yo le dé el trozo de pan que voy a mojar en el plato.
Y mojándolo, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.
Cuando Judas recibió aquel trozo de pan mojado, Satanás entró en él. Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes”[Jn, 13, 19-27].
El día 18 de marzo de 1950 la Sagrada Cena era expuesta, por primera vez, en la Dirección General de Marruecos y Colonias, ubicada en el madrileño paseo de la Castellana, 5 [ABC, 18-III-1950, p. 12]. El Noticiero Documental, NODO, grabó unas interesantes imágenes del grupo escultórico, siendo proyectado en la sección de arte religioso del Noticiario nº 377, A, con fecha de 27-III1950, lamentablemente no se conserva el audio del reportaje.
Desde el día 31 de marzo, los leoneses pudieron admirar “su” Sagrada Cena en el vestíbulo del desaparecido Instituto Masculino de Enseñanza Media “Padre Isla”. El acto inaugural constituyó un extraordinario acontecimiento en el ambiente de la ciudad, asistiendo autoridades y representaciones de todos los estamentos y entidades. Tras la bendición del paso que ofició el prelado leonés, tomó la palabra D. Clodoaldo Velasco Gómez, quien subido al paso afirmó que Víctor de los Ríos había logrado dos triunfos: uno de ellos histórico y el otro artístico. En su disertación, el sacerdote, explica que el escultor “ha buscado en aquellos banquetes de que nos habla el Evangelio, la fuente de inspiración para su Cena; habiendo conseguido desterrar las banquetas y disposición de la escena que siempre se nos ofrece en obras pictóricas y escultóricas, para buscar la realidad histórica de ella [Proa, 1-IV-1950, p. 4]. Velasco Gómez concluye su intervención aseverando que “si el mago de la palabra, García Sanchiz, pudo decir en Madrid, que este grupo escultórico es el do de pecho de la imaginería moderna, él se permite agregar que es el sí del alma que ha dado con esta obra Víctor de los Ríos” [Diario de León, 1-IV-1950, p. 2].
El rostro con el que Víctor de los Ríos dota al Cristo delata la tristeza y angustia que le produce la traición de uno de sus seguidores. Diferentes posturas, miradas que se entrecruzan, rostros que indican intranquilidad, tristeza, asombro y duda, es lo que suscita el anuncio del Maestro entre el apostolado que intenta averiguar quién es el que ha perfilado la traición de Cristo. Judas se adelanta y se descubre ante el Maestro preguntando si acaso será el traidor. La nota que predomina en el paso es la del realismo de todas y cada una de las tallas, con un importante estudio psicológico en >
cada una de ellas evocando diferentes actitudes, reforzadas en muchos casos por gestos concretos. La gran novedad que impone Víctor de los Ríos es el uso de triclinios sobre los que aparecen dispuestos los apóstoles, conforme a la tradición romana en la que recostados sobre el brazo izquierdo dejaban libre el derecho para tomar el alimento.
José Camón Aznar reconoce la excepcionalidad del conjunto de la Sagrada Cena, destacando aspectos como la individualidad de cada uno de los apóstoles con expresiones en las que afloran sentimientos diversos o el espacio en el que sitúa a cada uno de ellos. Camón Aznar admite que es una obra representativa de la estética de la imaginería española [ABC, 24-3-1950, pp. 13-14].
Pedro Gómez Aparicio escribe, al igual que tantos autores, una completa crítica de este paso del que afirma que es una de las obras más original y documentada de la historia de la imaginería pudiéndose considerar un nuevo tipo de Cena. “La Sagrada Cena, de Víctor de los Ríos, es una de las realizaciones más atrevidas, más originales y más documentadas de la Historia de la Imaginería. Entiéndase bien que Víctor de los Ríos no procede en su obra con impulsos sensacionalistas ni peligrosamente innovadores, sino con un riguroso método de fidelidad a la verdad, que no corra los vuelos a la más elevada inspiración” [P. GÓMEZ APARICIO, La Sagrada Cena, Revista Pregón de la Semana Santa Leonesa, 1950].
Respecto a la Santa Cena de Linares, cabe aclarar que el imaginero no incumplió la cláusula presente en el contrato, pues se trata de dos obras diferentes que presentan una iconografía distinta y, por lo tanto, una distribución diferente del apostolado. Sin embargo, la Hermandad de Santa Marta con la modificación del paso que realiza en 1964 no sólo consigue dar al traste con la concepción de Víctor de los Ríos, sino que se acerca al esquema compositivo del paso linarense en detrimento de la originalidad iconográfica con la que el imaginero había presentado el tema del anuncio de la traición.
Resulta significativa la anécdota que se ha forjado muchos años después por la que se afirma “que para todas las figuras, exceptuando Jesús y Judas, posaron conocidas personalidades de la época, del mundo de la cultura y la política” [Semana Santa León. Ayuntamiento de León, 2008, p.12]. Es una idea que a pesar de repetirse con frecuencia no tiene fundamentación documental. Incluso es posible refutar esa teoría con la propia obra de Víctor de los Ríos en la que es cierto que realizó retratos de diferentes personalidades de la sociedad española de mediados del siglo XX, inmortalizando a algunas de ellas en algún monumento de carácter civil, pero en modo alguno utilizó modelos para su numerosa producción de temática religiosa.
Tanto es así, que el escultor siempre demostró un gran celo por cuanto significaba crear una imagen religiosa llegando a considerar a los escultores religiosos como “auxiliares de la Religión, hemos de servir al fin para el que hemos sido propuestos, o sea inspirar la devoción” [La Voluntad de Gijón, 5 de abril de 1953]. En cuanto al tema de los modelos para una obra religiosa Víctor de los Ríos afirmaba al responder las preguntas de una entrevista realizada desde el Colegio de las Maravillas de Madrid en 1951 que “es muy difícil encontrar rostros con expresión de verdadera inocencia, dolor profundo y sobrenatural etc. Por eso hay que prescindir del modelo y sentir el tema dejando a la inspiración que nos guíe y oriente”. Asimismo, concluía que su ideal es que “los personajes sientan y expresen su sentir, como si fueran reales. Pero ahí está lo difícil de conseguir”. Por lo tanto, huelga mantener esa anécdota en la que no encontramos un resquicio documental que avale dicha teoría.
Para la Hermandad de Santa Marta supuso una gran empresa adquirir y afrontar el pago de una obra de estas características, buscando donativos e incluso con el esfuerzo de las personas que integraron la primera junta de gobierno, respondiendo con su capital debido al préstamo bancario solicitado. En 1957 la Hermandad nombró a Víctor de los Ríos Consejero de Honor de la misma, en agradecimiento a la inestimable ayuda prestada, entre otros motivos debido a la condonación del último pago correspondiente a la adquisición de este gran conjunto procesional.
Finalmente reseñar la carroza sobre la que procesiona el conjunto, diseñado por Víctor de los Ríos y cincelado en bronce por Teodoro Gala y Mariano Rivero, que presenta las catorce estaciones del Vía Crucis. La originalidad más destacable se halla en la representación de cuatro rostros pertenecientes a algunas de las obras más laureadas hasta ese momento: San Juan y José de Arimatea (ambos pertenecientes al paso de El Descendimiento, León), Yacente (Astillero, Cantabria) y la Derramada (Sacramental de San Lorenzo, Madrid). Otras dos cartelas corresponden a la Hermandad de Santa Marta, representando el emblema de la misma y detallando la Junta de Gobierno en otra.
Sin lugar a dudas, cuando nos situamos ante la Sagrada Cena contemplamos un “gran poema de Pasión, casi poema de masas”, tal como lo definió Victoriano Crémer Alonso. Ciertamente, la Hermandad de Santa Marta, que ha celebrado hace unos meses el LXXV aniversario de su fundación, se enorgullece de poseer esta magnífica catequesis plástica a la que no pocos desvelos ha dedicado para lograr una conservación adecuada. •••
Real Hermandad de Jesús Divino Obrero
HISTORIA
La Hermandad de Jesús Divino Obrero se fundó el 2 de abril de 1955. Su primera sede fue la iglesia parroquial de San Juan y San Pedro de Renueva. Esta Hermandad, hoy Real gracias al título concedido por S. M. el Rey el 31 de Marzo del año 2006, fue la primera agrupación penitencial en igualar en condiciones a hombres y mujeres.
Éstas, por primera vez, pudieron procesionar con túnica en los mismos puestos que los hombres en la Semana Santa de 1987. La Banda de Cornetas y Tambores de la Hermandad, creada en el año 1959, es la más antigua de la ciudad perteneciente a una cofradía. En el año 1985 se incorporó la sección de Gaitas, tras lo que pasó a denominarse Banda de Cornetas, Tambores y Gaitas. Asimismo, la Hermandad, con la realización de una cooperativa de viviendas para los hermanos, fue la semilla del barrio de El Ejido de la capital leonesa y de la parroquia ubicada en el mismo, la iglesia parroquial de Jesús Divino Obrero, hoy sede canónica de la Hermandad.
El acto de “El Encuentro”, el más importante de la Hermandad, tiene lugar en la mañana del Domingo de Resurrección, ante la S. I. Catedral. No fue así la primera vez, el 29 de marzo de 1959, ya que el escenario fue la Plaza de la Inmaculada. Esta procesión es la continuación de la de la Soledad que se celebra en la noche del Sábado Santo. Al amanecer del domingo, y por diferentes recorridos, se dirigen a la plaza de Regla los pasos de la Virgen de la Soledad y de Cristo Resucitado, “encontrándose” luego, como se ha dicho, ante la fachada occidental del templo catedralicio, en presencia del apóstol San Juan y de una Cruz llena de esperanza y victoriosa. Dicho acto es contemplado por miles de leoneses, así como por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis, el Ilmo. Sr. Alcalde de la Ciudad y la Corporación Municipal, autoridades civiles y militares de la ciudad, y por los representantes de las otras quince Cofradías y Hermandades de la ciudad. A continuación, se celebra la Misa de Pontifical, presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis, y una vez terminada la misma se reanuda, esta vez de forma conjunta, la procesión, que llegará, en primer lugar, hasta la plaza de San Isidoro, donde todos los hermanos acompañados por las Siervas de Jesús de la Caridad (Hermanas Mayores de esta Hermandad) cantan en honor a la Santísima Virgen María, la Salve, como ya es costumbre, continuando de regreso a la Iglesia Parroquial de Jesús Divino Obrero, donde podemos decir que todos los años se da por concluida la Semana Santa de León.
IMAGINERÍA
• Jesús Divino Obrero. Víctor de los Ríos. 1955 • Virgen de la Soledad. Víctor de los Ríos. 1958
• María Magdalena y María Salomé.
Víctor de los Ríos. 1960 • La Resurrección. Víctor de los Ríos .1959
• Hacia el Padre.
Gonzalo Sánchez Mendizábal.1984 • San Juan Evangelista. Jesús Iglesias. 1994
• Santísima Cruz de la Esperanza.
José Luis Casanova.2002
• Santísimo Cristo de la Paz y la Misericordia en su traslado al sepulcro.
Ángel Martín García. 2006/2008
ACTOS PECULIARES
Tres semanas antes del Sábado Santo, se celebra un Triduo y un Solemne Besamanos en honor a la Virgen de la Soledad, imagen que está presente también en la tradicional Saca que tiene lugar el Jueves y el Viernes Santo en la iglesia de Jesús Divino Obrero. Además de organizar la procesión de La Soledad (1957) y la de “El Encuentro” (1959), celebra de forma alterna el Sábado de Pasión la Procesión de Hermandad, juntamente con la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Bañeza. Asimismo, el 1 de Mayo celebra su festividad, con procesión de la imagen de Jesús Divino Obrero, Eucaristía y almuerzo de Hermandad. Igualmente, participa en la Procesión del Corpus Christi, con la imagen Titular. La Hermandad recuerda a los hermanos difuntos con la celebración de dos misas al año: una el 2 de Mayo y otra el 2 de Noviembre. •••
Año de
fundación: 1955
Presidente:
Juan Cristóbal Rodríguez
Templo: Parroquia de Jesús Divino Obrero
Hermanos: 1.200
Indumentaria:
Túnica de lana o similar, de color blanco-hueso, y cuello, bocamangas y botones de terciopelo morado. Capirote también morado que debe cubrir hasta los hombros. Camisa blanca y corbata negra; pantalón, calcetines y zapatos negros. Guantes blancos. Cíngulo de cordones morado y blanco entrelazados, al igual que la medalla. Los hermanos de filas llevan también capa que será de raso morado con vistas de color y genero de la túnica.
Emblema: La imagen titular. Un joven Jesús trabajando como carpintero.
PROCESIONES
• Sábado de Pasión: Procesión de la Hermandad (Años pares en León y años impares en La Bañeza)
• Sábado Santo:
Procesión de la Soledad.
• Domingo de Resurrección:
Procesión de El Encuentro.